No hay fin del Estado presente

Milei dijo en su breve cadena nacional del 22 de abril que la característica de nuestro tiempo y su gobierno es dar "fin al Estado presente", cuando en realidad, lo que acontece es que el Estado, capitalista, por cierto, reorienta sus principales decisiones a favor de grandes empresarios y exportadores, especuladores e inversores externos, en contra de la mayoría de la población de ingresos fijos. En sus palabras se sostiene: “…no esperen la salida de la mano del gasto público. La era del supuesto Estado presente ha terminado, ha sido un fracaso estrepitoso que ha sumergido al 60% de la población en la pobreza y nunca más vamos a volver a eso.” Toda la política económica, siempre, es de una fuerte intervención del Estado, ahora especialmente y explícitamente a favor de la ganancia del sector más concentrado de la economía. Así consolida y le otorga perspectiva a un modelo productivo asentado en la agro exportación, núcleo de la acumulación de las últimas décadas; acrecentado con la explotación y exportación de hidrocarburos no convencionales vía tecnología depredadora, la fractura hidráulica; más la producción minera con las expectativas de la nueva joya, el litio. De hecho, son los tres sectores que traccionan la evolución de la actividad económica en la Argentina, amenguando la recesión del conjunto. Es un modelo iniciado en la dictadura genocida que define el resultado del 60% de pobres que enuncia Milei. Un dato acrecentado desde diciembre con la deliberada política cambiaria y de liberación de precios que elevó la inflación al 25,5% en diciembre, pico desde el cual se esgrime ahora la tendencia descendente de los precios. La propia política de Milei le permite inventar que la inflación se proyectaba al 15.000%. Es un engaño de corto alcance ante la realidad de destrucción de la calidad de vida cotidiana de la mayoría de la población. Convengamos que buena parte del mensaje es ilusorio, falseador y manipulador con vistas a sostener el consenso. Solo la contabilidad creativa permite mostrar un "déficit cero", logrado con intervención estatal para postergar pagos y "licuar" ingresos de jubiladxs, trabajadorxs estatales y planes sociales, aun cuando señala actualizaciones puntuales para algunos casos. A favor de quien actúa el Estado, siempre presente El sector concentrado, local y externo es el beneficiario de la política del Estado, y resulta evidente confirmando sus viajes, visitas y entrevistas. Un presidente que se codea con los poderosos locales y globales, sea el Llao Llao o en Texas. Nunca pisa el terreno de la población trabajadora y su diversa organización. Milei vende ilusiones con que "la inversión privada reemplazará a la estatal", ilusión en un país inserto en la red del endeudamiento y la especulación, que el propio Milei destaca llamando HEROES a los que fugan capitales. Recordar que Argentina es acreedora y no deudora en sus cuentas externas, precisamente por la fuga. Puede leerse en el mensaje: “La salida vendrá de la mano de la inversión del sector privado y del crédito, financiado genuinamente por el ahorro, porque esa es la única manera sostenible de crecer. Ahí radica el secreto del éxito de todos los países desarrollados del mundo. Un Estado que vela por la vida, la libertad y la propiedad de los individuos y un sector privado pujante que arriesga, apuesta por el país y genera riqueza.” ¿Un Estado preocupado por la vida? Ello supondría concentrar recursos en salud y educación, entre algunos de los derechos socioeconómicos afectados por la política conservadora y liberalizadora de Milei. ¿Un Estado a favor de la libertad? Si, de fijar precios de quienes pueden hacerlo, caso flagrante de las pre-pagas, más allá del accionar estatal para limitar la impunidad de los propietarios privados, por lo que se evidencia que el problema es la propiedad privada concentrada. Milei enfatiza que su objetivo es la defensa de la propiedad privada de los medios de producción, concentrados en una minoría y en contra de una mayoría no propietaria. Parafraseando a Margaret Thatcher, una de sus heroínas, destaco “No hay alternativa”, que el camino elegido era el único posible y que, ya recorrido la mitad del camino, vendrán pronto los resultados. La pelota se patea para adelante y la recuperación de la economía queda entonces para el segundo semestre del 2024. Todo fue dicho en la previa en la movilización federal en defensa de la Universidad pública, intentando contrarrestar el efecto de rechazo a una política antipopular, en donde desde el Estado se hace presente la consolidación de un rumbo de privilegia a la lógica del capital más concentrado. Será desde la movilización y organización popular que emerge la potencia de una alternativa política, esencia para discutir y hegemonizar la política del Estado para otros beneficiarios y perjudicados, con el horizonte de resolver las demandas democráticas y de transformaciones socioeconómicas profundas en favor de la liberación, contra la explotación y el saqueo. Buenos Aires, 23 de abril de 2024

Universidad y educación pública en discusión

Crece la marcha en defensa de la Universidad Pública para el 23 de abril, en contra de la privatización educativa y por el derecho a la educación. Es una respuesta al ajuste dispuesto por el gobierno Milei que congeló para este 2024 los recursos asignados para el funcionamiento a los valores del 2023, apenas compensado con actualizaciones de algunos rubros, que a la fecha suponen, si es que se efectivizan, un impacto en el 4,1% del total del presupuesto universitario. Con una inflación anualizada cercana al 300%, congelar gasto supone el deterioro de un presupuesto que no satisface la demanda del movimiento universitario, sean los docentes en defensa de ingresos adecuados y de los estudiantes por la mejora educativa en sentido integral, sea la generalización del avance tecnológico de la digitalización y un mayor involucramiento en las necesidades sociales de nuestro tiempo. La marcha intenta, en nuestra precepción, recuperar la propuesta democratizadora de 1918 para hacer realidad un proyecto de liberación social inconcluso. No solo la masificación de la matrícula universitaria de entonces, sino una respuesta a los problemas actuales, desde la desigualdad al cambio climático y la lucha contra toda forma de discriminación y racismo. El potencial del “intenta” remite a la voluntad de frenar el ajuste liberal a ultranza, al tiempo que radicalizar el proyecto originario de una “Universidad para la liberación”, programa inicial desplegado con fuerte protagonismo estudiantil en los años 73/74 del siglo pasado, clausurado con la intervención del “fascismo” en un gobierno constitucional, especialmente en la UBA, que reivindicaba “la noche de los bastones largos” de 1966. Los viejos conflictos y debates vuelven bajo nuevas condiciones políticas, económicas, sociales y culturales. Reforma o revolución; mercancía o derecho Por eso, no alcanza con la crítica al ajuste en curso, sino que hay que remitir al programa inconcluso de 1918 y al intento de la Universidad para la liberación del 73/74. Recordemos que el movimiento del 18 tuvo su deriva en el debate entre la reforma y la revolución en la región latinoamericana y caribeña, en donde Cuba habilitó la mayor radicalización en contra del orden capitalista, plasmado en la aspiración sostenida en 1959. Es un debate sostenido por más de 100 años, que adquiere nuevamente actualidad ante la ofensiva capitalista y de la ultraderecha liberal no solo en la Argentina. Todo un desafío para una Argentina en donde el golpe del 76 pretendió restaurar el poder oligárquico imperialista del tiempo del centenario, aun antes de la reforma universitaria. El programa de la dictadura genocida se mantiene a pesar de algunos esfuerzos por establecer límites. La vigencia de la ley de entidades financieras de 1977 y el condicionante de la deuda son expresiones de ese legado del poder asociado al genocidio. El modelo productivo primario exportador (complejo sojero, hidrocarburos, minería, etc.) y de desarrollo (desigualdad creciente, flexibilización y precariedad laboral, etc.) de subordinación a una inserción transnacional dependiente da cuenta de ello, aun cuando destaquemos que no da lo mismo una u otra gestión en estas cuatro décadas de gobiernos constitucionales. Milei pretende el arancelamiento de la Universidad Pública, forma de privatizar el “derecho a la educación”, reiterando las propuestas sostenidas en los gobiernos de los años noventa del siglo pasado. Es un viejo proyecto de liberales que pretenden cercenar recursos para la formación profesional y retomar una Universidad para la elite, la casta del poder. Es el tiempo en que el Banco Mundial asume el proyecto de las reformas de segunda generación, lo que supone la privatización de los derechos, especialmente en educación. Había que arancelar los estudios universitarios, incluso con bajos montos, que luego se incrementarían una vez clausurada la gratuidad. El presupuesto universitario más bajo del siglo es en definitiva la propuesta Milei para ahogar a la Universidad Pública. Sin embargo, lo de fondo es volver a la situación previa a la reforma de 1918. Su propuesta es incluso anterior a la Ley Sáenz Peña y restaurar la "libertad" de oligarcas y del capital externo para la acumulación de capitales y la dominación político ideológica, o sea cultural. Volver al clima de época del centenario, a 1910 con el estado de sitio, algo que cuadra con la amenaza del protocolo de seguridad en contra de los manifestantes. Lo que se discute es un modelo de país, un rumbo a favor de ampliar los derechos o de restringirlos en beneficio del negocio, del lucro y la acumulación capitalista. Por eso, aunque para algunos, solo se trata de presupuesto, la realidad va más allá y se discute el tipo de sociedad necesaria en esta tercera década del siglo XXI. Buenos Aires, 22 de abril de 2024

120 días de gobierno de ultraderecha en Argentina

Transcurrió ya el primer cuatrimestre de gobierno de Javier Milei, asumido como “libertario” y “anarco capitalista”, quien se jacta de llevar adelante el “ajuste más grande de la humanidad” y al mismo tiempo convocar a los empresarios a invertir en Argentina porque es “un excelente caso de negocios para entrar y ganar mucho dinero”. Está clara la identificación de Milei con el orden capitalista y su vocación para hacer funcionar a un sistema en evidente crisis, no solo en su territorio, sino en todo el planeta. Milei sustenta una concepción de política económica para todo el mundo. Es lo que sostuvo en Davos, en el Foro Económico Mundial y en la cumbre conservadora en EEUU. Su alineamiento de política internacional es con EEUU y con Israel, sin fisuras, en una prédica en contra de toda alternativa al capitalismo, sea el socialismo, el populismo, en la que solo incluye a la izquierda en esta categoría, tanto como al feminismo, el ambientalismo, o cualquier demanda que restrinja la dinámica de la explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo sobre los bienes comunes. Las manifestaciones discursivas contra los presidentes de México, Colombia o Brasil, son parte de una diatriba agresiva contra Cuba, Nicaragua o Venezuela en nuestro territorio, pero especialmente contra China y los países sancionados unilateralmente por Washington y sus aliados en Europa y Asia. Argentina con Milei es parte de la ofensiva ultraderechista que pretende consolidar la ofensiva del capital en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad. Beneficiados y perjudicados Luego de 4 meses resulta evidente identificar en su gobierno quienes son los beneficiarios y quienes los perjudicados de la política económica. Entre los beneficiados, todo remite a las primeras disposiciones asumidas desde el 10 de diciembre del 2023. En ese momento se dispuso: a) una devaluación, con un dólar que pasó de 400 a 800 pesos y con devaluaciones programas del 2% mensual para cotizar actualmente a 864 pesos por dólar según el BCRA; b) la liberación de los precios, habilitando la remarcación de bienes y servicios favoreciendo las ganancias concentradas del sector hegemónico del empresariado local y externo. Ambas dinámicas se mantienen, ya que existe una fuerte presión para profundizar el rumbo de la devaluación de la moneda y continuar con el realineamiento de los precios relativos, especialmente el aumento de las tarifas de servicios públicos. La realidad es un alza inflacionaria en moneda local y en divisas. Es un rumbo que disparó la inflación en diciembre del 2023 al doble de la mayor marca del gobierno anterior en noviembre del pasado año, del 12,8% al 25,5%, que anualizada a febrero del 2024 alcanzó el 276,2%; con una proyección según indican consultores al BCRA del orden del 190% para todo el año 2024, desde el 20,6% de enero, el 13,2% de febrero, un estimado similar para marzo y si se cumple una proyección de un dígito mensual desde abril o mayo. Grandes ganadores son entonces los sectores más concentrados de la producción y exportación local, entre ellos, del agro negocio, de los hidrocarburos y de la minería, precisamente los mismos sectores transnacionalizados que el gobierno señala como motores del repunte luego del piso recesivo que transita la economía actual. Es algo que aparece ya en los datos de enero, en donde el Estimador Mensual de la Actividad Económica (EMAE) “registró una caída de 4,3% en la comparación interanual, y de 1,2% respecto a diciembre en la medición desestacionalizada”. Entre los pocos sectores con datos en positivo aparece el sector agroexportador y la minería. El sector industrial presenta evidencias de la recesión, tal como señala la estadística oficial: “En febrero de 2024, el Índice de producción industrial manufacturero (IPI manufacturero) muestra una caída de 9,9% respecto a igual mes de 2023. El acumulado del primer bimestre de 2024 presenta una disminución de 11,1% respecto a igual período de 2023”. Un dato importante es que esa referencia de ganadores no incluye a la mayoría de la sociedad argentina. Por eso, los grandes beneficiarios de la política del gobierno son los productores y exportadores más concentrados, los grandes inversores externos y el sector asociado a la especulación y las finanzas. De este modo, el rumbo de la economía argentina favorece las expectativas de capitalistas globales y locales que miran con interés y atención lo que ocurre en la Argentina, ya que se generan todas las condiciones macroeconómicas para invertir en un territorio que les genere una rentabilidad más que adecuada. Importa el tema, porque Argentina está condicionada por el endeudamiento externo, especialmente por el acuerdo con el FMI, sea el préstamo de Mauricio Macri del 2018, o la renegociación del gobierno de Alberto Fernández del 2022, que potencia la dependencia por deuda hasta el 2034. Argentina está auditada trimestralmente por el FMI y siendo un pagador serial de sus compromisos externos, o renegociando los mismos a cambio de pérdida de soberanía, se ofrecen excelentes oportunidades de renta a inversores que buscan elevadas ganancias en tiempos de crisis global. Las cuentas financieras están dando señales para esos grandes inversores internacionales, por la baja de la brecha entre distintos tipos de cambio y la disminución del riesgo país, con crecimiento en las valorizaciones de títulos y acciones. En ese marco, se destaca el crecimiento de las reservas internacionales, que estaban en diciembre pasado en 21.200 millones de dólares y a marzo alcanzaron los 28.200 millones. Es un logro sustentado en una balanza comercial positiva por 3.200 millones, pero más aún, en el atraso en el pago de las importaciones por 9.300 millones. A ello debe incorporarse la pérdida de divisas por pagos de intereses y otros aspectos por más de 8.100 millones. Los beneficiarios de la política del gobierno Milei son sectores económicos altamente concentrados, asociados a la gran producción y exportación del agro, la energía y la minería. Todos ellos asociados y vinculados a la gran propiedad territorial, la gran burguesía local y a los inversores externos. Si estos son los ganadores queda claro quienes son los perdedores. En primer lugar, están las/os jubiladas/os y las/os trabajadoras/es en actividad, a los que suman los sectores pequeños y medianos del empresariado que atan sus ingresos a la capacidad de compra de los ingresos populares. Para los primeros el tema es dramático, reitera lo que viene aconteciendo en los últimos gobiernos, ya que la fórmula de actualización de los ingresos previsionales no resuelve las necesidades de jubilados y jubilados, que hoy se encuentra en un nivel de 685 mil pesos mensuales y la mayoría, dos tercios de los jubilados (7 millones de personas), perciben algo así como un tercio de lo que necesitan para una vida digna y adecuada del adulto mayor. En materia de salarios, tenemos que un 40% de trabajadores y trabajadores están en una situación irregular, flexibilizados, con contratos sin seguridad social. Los ingresos de estos trabajadores en situación irregular son peores que los ingresos de los trabajadores estatales, hoy viviendo una situación de extensión de los despidos: el gobierno habla de 15 mil despidos en “semana santa”, y fuentes sindicales están en la indagación del numero concreto y real de esas cesantías, pero el propio presidente ha señalado que el objetivo es despedir 70 mil trabajadores contratados. De hecho, trabajadores contratados por un año, ahora se reducen a tres meses. Es una espada de Damocles permanente sobre los empleados contratados por el Estado. El Estado es el mayor contratante en situación de irregularidad, por ende, es el que mayor precariza la fuerza laboral en la Argentina. Los salarios de los trabajadores irregulares son los que en peor situación están, los que más han perdido, siguiendo los estatales y luego el sector privado regularizado. Con dos temas importantes como agravante, uno, que el gobierno ha dicho que no va a avalar paritarias de actualización según vayan los acuerdos entre patronales y trabajadores, lo que demuestra los limites de la libertad de mercado: libertad de precios para aumentar precios en el mercado, menos el precio de la fuerza de trabajo, precio que esta controlado y que va a demandar paros y conflictividad. Por otra parte, existen negociaciones para restituir el impuesto a las ganancias a los salarios, que pondría de nuevo a trabajadores de altos ingresos relativos con respecto al promedio, a pagar impuestos para cubrir las necesidades de recursos de la nación y de las provincias. Como vemos, beneficiarios muy concentrados y una amplia parte de la población argentina perjudicado por esta política de concentración del ingreso y de la riqueza. Consenso y disputa política La resistencia crece en el marco del descontento por inflación y recesión, que no se constituye aun en proyecto alternativo ante la desconfianza y crítica a los gobiernos anteriores, especialmente al peronismo y su hegemonía kirchnerista. Interesa el tema por la hegemonía peronista en el movimiento popular desde 1945 y por el protagonismo de una nueva camada juvenil del activismo social en los últimos años bajo el liderazgo de Néstor Kirchner y Cristina Fernández. La izquierda también está afectada y remite a problemas históricos desde la emergencia peronista para ser expresión de representación masiva. En rigor, debe pensarse la dimensión cultural y social de la izquierda, más allá de la representación institucional, e incluso, vínculos políticos entre franjas sociales, territoriales y política de la izquierda y el peronismo, como parte de una búsqueda de novedosas articulaciones de reorganización del movimiento popular. La ultra derecha desde los medios de comunicación y las redes sociales viene ejerciendo una eficaz política de intervención cultural para descalificar al peronismo, al kirchnerismo y en ese contexto a la izquierda en su conjunto. Tal como antes mencionamos, para Milei, todo es lo mismo, “comunismo, socialismo, kirchnerismo, peronismo, populismo, feminismo, ambientalismo”. El interrogante es como reconstruir identidad popular más allá de las identidades tradicionales y sintetizar la ampliada resistencia por reivindicaciones democráticas, contra los despidos y la pérdida del poder adquisitivo de los ingresos populares, con un proyecto político anticapitalista, antiimperialista y por profundas transformaciones en contra de la explotación y el saqueo. Se trata de una preocupación que reconoce el debate intelectual y político en variados espacios socio políticos, sindicales, territoriales, de un activo militante que se reconoce en la tradición peronista o en la izquierda, y que no siempre articularon en conjunto sus propuestas políticas o civilizatorias. No es solo un tema para el debate local, sino también global, que remite a la discusión sobre el sujeto de los cambios y la revolución, como a las identidades políticas necesarias en la perspectiva de la lucha en contra de la ofensiva capitalista, de las derechas y la ultra, caso de la Argentina y de otros países de la región y del mundo. De hecho, lo que se propone es un debate estratégico para darle rumbo una perspectiva de emancipación en el presente y futuro cercano. Es un debate estructural ante la permanencia de un proyecto que ya empieza a presentar su estrategia para las elecciones de medio turno en 2025 y para renovar mandato presidencial en 2027. Estamos interpelados a construir alternativa política en contra y más allá del capitalismo. Buenos Aires, 10 de abril de 2024

Milei potencia los objetivos de la genocida dictadura

El gobierno Milei avanza desde los objetivos de reestructuración del capitalismo local que definió la dictadura genocida en 1976. No es lo mismo, sino más, una potencia, que se apoya en los propósitos explicitados por Martínez de Hoz en el programa del 2 de abril de 1976, por “modernizar” a la Argentina, lo que suponía acciones orientadas en varios sentidos. Por un lado, a una reaccionaria reforma laboral, contra derechos sociales, sindicales, colectivos e individuales, un proceso recurrente en este recorrido de casi medio siglo, con los matices o frenos impuestos por la lucha popular y acciones de gobiernos condicionados por la organización y lucha popular en estos años. Insistimos en la tendencia afirmada por décadas en la confirmación de los datos de pobreza e indigencia, de creciente irregularidad en el empleo e inseguridad social con deteriorados ingresos populares (salarios, jubilaciones, planes). También expresado en sucesivas reformas del Estado y a favor del capital privado concentrado y transnacionalizado, que tuvo su aceleración con las privatizaciones de los 90, convalidadas por la reforma constitucional del “Pacto de Olivos” y, por ende, el beneplácito del poder integral, económico, político y cultural para nuevas funcionalidades del Estado capitalista. Un nuevo modelo productivo y de desarrollo construido desde 1975/76 desarmaba el entramado de la industrialización subordinada desplegada en el siglo previo. La industria que se desplegó desde el último cuarto del siglo XIX y que se potenció con las diferentes etapas de la sustitución de importaciones en el Siglo XX, sucumbía ante una nueva estrategia de inserción dependiente condicionada por un nuevo ciclo de endeudamiento promovido desde el Estado. El complemento de esas acciones de reforma estructural suponía un nuevo alineamiento internacional, en contra de cualquier acercamiento a la dinámica de articulación con el “tercer mundo” y menos con el segundo, desaparecidos ambos en los reagrupamientos globales acaecidos desde los 90 y el fin de la bipolaridad. El remate contemporáneo es el alineamiento con la política exterior de EEUU, gobierne quien gobierne, y con el Estado de Israel. Se trata de una lógica a contramano de las tendencias globales acrecentadas en estos últimos años por la emergencia en el reagrupamiento mundial de China y sus aliados, todos sancionados por EEUU y sus asociados en política exterior. Son cambios en las relaciones sociales de producción que modifican la relación entre el capital y el trabajo, modifican la función estatal a favor del capital privado más concentrado y reestructuran las relaciones internacionales del país potenciando la dependencia de la lógica de acumulación de los capitales globales. Continuidad y reagrupamiento del poder Por todo esto, el gobierno Milei es continuidad con los propósitos del 76, pero tiene su especificidad, entre ellas, que no sustenta un perfil “nacionalista”. Entre los motivos por los cuales la dictadura no avanzó en sus planes privatizadores, el ministro emblemático de aquel gobierno, Martínez de Hoz, señalaba como balance de gestión, que el “nacionalismo militar” impidió avanzar con privatizaciones estratégicas en donde las FFAA tenían posiciones históricas, desde el petróleo a las fábricas militares. Para la represión, la tortura o el plan de exterminio sí resultaron funcionales, pero no necesariamente para avanzar en otros planes, con los que ahora si se crearon condiciones, entre otras, por la escasa presencia militar en esos estratégicos sectores productivos y de servicios asociados a la tradición militar. Sea el DNU, la ley Bases, retirada de Diputados, o la de nueva generación en discusión ahora, tanto como el “pacto de mayo”, son todas expresiones de una actualización de máxima del programa de la dictadura genocida. Sin aquella acción golpista de restauración del poder oligárquico imperialista, no hay proyecto actual consensuado electoralmente y en pleno despliegue para proyectar la hegemonía del capitalismo local. En ese marco se impone un debate en el poder por la hegemonía desde la derecha bajo nuevo liderazgo y el intento de restablecer la dominación previa al intermedio constitucional desde 1912/16. Lo que no termina de definirse es la respuesta reorganizada del movimiento social popular, que en más de un siglo contuvo la tradición anarquista, socialista y comunista en el movimiento obrero hasta los años 40 del siglo pasado, y luego la identidad mayoritaria del peronismo; que en el plano político atravesó el tiempo del bipartidismo cortado por los golpes entre 1930 y 1976, y luego del 2001 la conformación de dos coaliciones que disputaron la elección presidencial del 2023 sin éxito, para dar lugar a una nueva experiencia del poder y la reconfiguración del mismo. Desde el campo del pueblo se vive el desafío de recuperar una visión de reivindicación de las víctimas del golpe del 76 y reconstruir una estrategia más allá de la resistencia al ajuste en curso para pensar en términos de sociedad alternativa al diseño de regresiva reestructuración que proviene desde el poder. Buenos Aires, 24 de marzo de 2024

Milei está jugado ideológica y políticamente a la ilusión del librecambio

El gobierno de Javier Milei está jugado en su razonamiento liberal a ultranza sustentado en su corta campaña política, como comentarista de los medios y redes hasta llegar a la presidencia. Ahora desde el gobierno empuja la desregulación, y lo hace desde una fuerte intervención estatal, aun cuando sustenta un discurso crítico hacia el Estado. Es el Estado el que dispuso la devaluación de diciembre pasado, de 400 a 800 pesos por dólar y junto a ello, la “libertad” de establecer precios a quienes pueden hacerlo. Más aún, ahora, el Estado convoca a los supermercaditos para que bajen los precios, es decir, desde una crítica discursiva al Estado, el Estado interviene para que las cosas sucedan como las imaginan los ultra-liberales. Un Estado que restringe los ingresos populares porque frena las actualizaciones de salarios, jubilaciones y planes, que reorienta recursos restringiendo subsidios tendientes a satisfacer derechos sociales de alimentación, salud, educación, energía, transporte, entre otros. Un Estado que acapara el crédito vía un sistema financiero y un mercado de capitales al servicio del sostenimiento del orden capitalista. Milei no es el primero que sostiene la “libertad de mercado”, ni el último, pero convengamos que se trata de un imposible histórico sustentado teóricamente desde cuando la burguesía incipiente luchaba contra las restricciones impuestas por el Estado pre-capitalista. El “librecambio” fue la categoría esencial de la naciente Economía Política de los originarios de la disciplina en el siglo XVIII, quienes combatían las normas y el control de las relaciones económicas previas a la extensión de las relaciones monetarias y mercantiles. Podemos ver en el programa de mayo de 1810 la reivindicación por el libre comercio, en contra de las restricciones impuestas por el régimen colonial y el virreinato. La constitución de 1853 se asienta en la defensa de la propiedad privada de los medios de producción, una condición esencial del régimen del capital. Esa “libertad” es una ilusión sustentada en un imaginario social de la dominación que se basa en la apropiación privada del producto social del trabajo y la exclusión de la mayoría social del uso y propiedad de la tierra, proceso concretado con los cercamientos de los suelos en una dinámica asociada al desarrollo del orden capitalista. La acumulación originaria del capital y su desarrollo hasta nuestros días muestra la dinámica de la dominación y apropiación de los bienes comunes, la tierra esencialmente, y del producto del trabajo social. El Estado “capitalista” y sus fuerzas de seguridad y armadas fueron y son esenciales al respecto, y como muestra vale la “campaña” sobre la Patagonia en el Siglo XIX, e incluso hoy, para “normalizar” la situación social en el país se requiere de “protocolo” contra la resistencia y las movilizaciones, o el desplazamiento de “fuerzas” a Rosario para limitar el accionar narco. Milei es síntesis de un programa ideológico propagandístico sostenido desde los medios y las redes para instalar en el imaginario social la “necesidad” de un “cambio”, en el mismo sentido en que se inspiró el programa de Martínez de Hoz o el de Cavallo, ideólogo supérstite desde su desembarco en el BCRA de 1982 o su paso por gobiernos peronistas y radicales y ahora el soporte teórico y político al gobierno ultra liberal. Ese “programa” de cambio fue comprado por buena parte de la sociedad argentina, especialmente de aquellos a los que la tradición política de la “grieta” pos 2001 no daba respuestas de fondo, en el sentido de una reproducción (aceptable en términos de bienes y servicios) de la vida cotidiana. Llevar adelante el programa de “mercado” requiere desandar un camino más que centenario de orden económico y social, un proceso en curso desde hace casi medio siglo, inaugurado con el “rodrigazo” de 1975 y potenciado desde la genocida dictadura. Un proyecto que dio un gigantesco salto en los 90 y que intentó profundizarse con Macri. El tiempo transcurrido y las “no” soluciones, juega a favor de quienes “imaginan” salidas inmediatas desde una concepción individualista, lógica esencial sustentada desde el libre cambio y el pensamiento esencialista de la ortodoxia anarco-capitalista de Milei. Asistimos al tiempo del “desandar”, por lo que hay que desmontar años de reglas y normas de funcionamiento, incluso de los mecanismos que aportan a la acumulación de grandes grupos económicos, subsidiarios de una asociación de su actividad con el Estado. No solo se trata de desmantelar lo constituido recientemente, sino retroceder más de un siglo, antes del régimen democrático inaugurado en 1912 con la Ley Sáenz Peña, tiempos de dominación oligárquico imperialista. Luego vendría el tiempo de la “creación” del nuevo tiempo liberal. No solo es una utopía imposible e inexistente en la historia, sino que lo principal se juega en los consensos sociales, afectados por la inflación y la recesión, e incluso con tendencias a la baja del alza de precios, algo que está por verse. En rigor, en el debate actual, no alcanza con la crítica al imposible imaginario del gobierno Milei, sino que se requiere construir un nuevo imaginario sobre el presente y futuro de la sociedad argentina, que pensamos más allá de la lógica monetario mercantil existente. Por eso, la convocatoria es a pensar en la des-mercantilización en aras de un orden sustentado en derechos esenciales y cuidado de la naturaleza. A una lógica imposible de exacerbado “mercado”, intentar el desafío de un rumbo asentado en la solidaridad, la autogestión económica, el trabajo comunitario, en defensa de la vida y la naturaleza. Un programa a construir para desafiar la ofensiva capitalista que experimenta en territorio nacional nuevas formas de resucitar globalmente la explotación y el saqueo. Buenos Aires, 12 de marzo de 2024

Los cambios políticos en el poder y el contrapoder

Mientras se especula que dirá Milei en la inauguración del año legislativo, me animo a decir que reiterará la esencia de lo dicho en su carrera preelectoral como panelista de TV y en redes sociales; en su campaña para diputado porteño en 2021 y para presidente en 2023; tanto como el discurso de su asunción del 10/12/23; o lo enunciado en Davos en el FEM y recientemente en la cumbre conservadora en EEUU. El eje es la reformulación del orden capitalista en el país y que eso sirva como ejemplo para el mundo. Lo que ensayaron los “chicagos boys” desde el 73 dictatorial en Chile, a modo de ensayo, puede servir de referencia para pensar el presente y el futuro deseado para el mundo capitalista por los ultras liberales encarnados por el presidente argentino. Con esos discursos viene sumando consenso a un programa de liberalización deseado por el gran capital, local y global. Ello requiere de una fuerza política de consenso social mayoritario en la tradición de la “derecha” argentina, que supo ser conservadora y minoritaria, que gobernó desde el “fraude” y que necesitó de los golpes militares entre 1930 y 1976 para gobernar, pero que también se adaptó al “republicanismo” y empezó a ganar elecciones en 2015, incluso previamente a sumarse al proyecto peronista liderado por Carlos Menem en los 90, o al radicalismo de Fernando de la Rúa en los finales de la convertibilidad. Cambia la forma del ejercicio de la política de los sectores que definen al poder. La tradición “democrática” del capitalismo realmente existente en el país, que empezó a construirse bajo gobiernos constitucionales luego de la Ley Sáenz Peña, desalojó del gobierno a las formas tradicionales del poder local, quienes retomaron sucesivamente el gobierno desde las “dictaduras” y condicionando todo lo que podían a los gobiernos emergentes de procesos constitucionales. Esas idas y vueltas parecen haber encontrado la forma política adecuada para sintonizar al poder con el gobierno, dicho esto mas allá de desconfianzas de las cúpulas empresarias en el personaje en la casa de gobierno. El poder oligárquico imperialista que definió la hegemonía del capitalismo local hacia 1880, se siente en capacidad de cerrar un ciclo histórico, eliminando derechos conquistados por las clases subalternas. ¿Una revancha histórica? Más que eso, se trata de reformular el orden capitalista local y global en tiempos de crisis y restablecer una lógica de ganancias concentradas que requiere amplio consenso, incluso de los perjudicados. Por eso debe pensarse en la respuesta social ampliada, no para rescatar lo existente, sino para frenar la ofensiva conservadora y liberalizadora, excluyente y por más explotación y saqueo y construir un nuevo tiempo de la forma política popular, articulando todas las tradiciones de resistencia desplegadas desde la constitución de la Argentina como una Nación con pretensión autónoma. Toda la experiencia de organización y lucha popular es necesaria. Nadie debe quedar afuera, pero se requiere una gran voluntad por sumar en una estrategia compartida un cúmulo de reivindicaciones democráticas construidas por el movimiento popular y definirlas en un proyecto político que confronte con la lógica capitalista y se proponga un rumbo de construcción de la vida cotidiana asentado en lo comunitario, lo solidario, la autogestión y la cooperación, en contra y más allá del capitalismo. Diga lo que diga el 1/3 en el Congreso, el desafío será construir la alternativa política popular. Buenos Aires, 1 de marzo de 2024

Disputa del poder en la cúpula

Disputa del poder en la cúpula Por Julio C. Gambina Existe una importante crisis política por arriba para dirimir el liderazgo del bloque en el poder mientras la dinámica popular construye la resistencia a la ofensiva ajustadora del gobierno de Milei y sus aliados, más allá de las disputas. El bloque de poder se reorganiza en el marco de la crisis capitalista. La desaceleración con perspectivas de recesión mundial tiene su especificidad local empujada por la política de austeridad de Milei. La inflación elevada deliberadamente por la devaluación en origen del gobierno (dólar de 400 a 800 pesos) más liberación de precios contribuye a la generación de miedo de la población empobrecida y a aceptar, por ahora, las restricciones de un brutal ajuste sobre los ingresos populares. A la inflación se suma la recesión con impacto en desempleo, baja de actividad económica y consumo. Más temor y condiciones para exacerbar el ajuste y la regresiva reestructuración. El enfrentamiento del gobernador de Chubut con el Presidente es una discusión al interior del poder, no solo es una cuestión política entre las derechas de LLA o del PRO, sino de los intereses detrás de los sellos políticos. Una disputa que arrastra a sectores sociales detrás de proyectos ajenos, regresivos, bajo la bandera de la soberanía de las provincias, restituida por la reforma constitucional del 94, producto del pacto PJ-UCR. Las petroleras deciden no continuar con inversiones en hidrocarburos convencionales, base de la producción y exportación desde Chubut y se orientan a la nueva meca de las ganancias en Neuquén y el yacimiento de vaca muerta. El objetivo apunta a potenciar el sesgo primario exportador del modelo de acumulación hegemónico en el país. La ganancia y su acumulación prima en las decisiones del capital. Milei sabe que su éxito está en un discurso crítico a la política tradicional y por eso insiste en que el problema es la casta. ¿Qué es la casta? Todo aquello que obstaculiza el objetivo de liberalización a ultranza, a favor de la propiedad privada y la libertad de mercado, o sea, de los inversores privados. Ese fue el eje de su campaña, de su discurso inaugural y reiterados en toda entrevista y posibilidad de comunicación; en Davos en el FEM y recientemente en la cumbre de acción política conservadora en EEUU, abrazo y compromiso mediante con Donald Trump. Milei juega a todo o nada, no sabe actuar de manera distinta. Reconoce su ausencia de partido y de poder institucional o territorial, por lo que fuerza la máquina para hegemonizar la reconversión reaccionaria del capitalismo local, más allá de burocracias de derecha, en los partidos o en los medios de comunicación. Hasta ahora parece funcionar y deja sin discurso a sus aliados, a quienes quiere subordinar, tal como ya hizo con aquellos cooptados a su gestión, caso de la fórmula presidencial de Cambiemos, o destacados funcionarios del Frente de Todos. Bloque popular El problema está en la sociedad y un consenso político más allá de los votos conquistados en agosto, octubre o noviembre del 2023. El movimiento popular está desarrollando variadas iniciativas de confrontación, desde el inicio del gobierno Milei, con el paro nacional y movilización del 24E y la multiplicidad de jornadas de luchas que se suceden desde entonces a los conflictos gremiales desatados en el presente, de docentes, de estatales, de portuarios, entre otros. Pero también en inter-sindicales, multisectoriales, asambleas barriales y variadas formas de articulación para frenar el ajuste y las regresivas reformas estructurales en materia laboral, previsional o en privatizaciones. Lo que debe reconocerse es que, así como en el bloque de poder hay debate político sobre quien dirige y en ese sentido, Milei lleva la iniciativa ideológica política hasta el paroxismo, en el movimiento popular existe ausencia de alternativa política. Existen distintos proyectos políticos en ese reagrupamiento del movimiento popular y actúa desde el peronismo y sus distintas fracciones (en ese sentido está el documento de Cristina Fernández), como en la izquierda, lo que involucra a los partidos con representación institucional y un amplio abanico de construcciones políticas que articulan con aquellas, con diferencias y matices y voluntad de construir nueva identidad de izquierda para la disputa de poder, incluso con voluntad de ampliar la participación institucional. El abanico de la izquierda se incluye en movimientos sociales, sindicales, territoriales, culturales, de intelectuales, en un amplio espectro de perspectiva anticapitalista, atravesada por los feminismos populares y el ambientalismo en su diversidad, especialmente los que luchan contra el régimen del capital y su lógica de saqueo. Reagrupamientos en la disputa de poder Son tiempos de desafíos políticos en la reestructuración de los bloques que disputan poder. Por arriba está claro quiénes son los sujetos que le ponen nombre a la discusión por la hegemonía. Está pendiente la cuestión por abajo, lo que se define en la dinámica de organización y lucha del pueblo, tanto como en la crítica al capitalismo actual y la orientación de una estrategia de poder en contra del régimen del capital, una ausencia de época en la etapa actual del capitalismo. Buenos Aires, 26 de febrero de 2024

Crece el horizonte del conflicto. ¿Perspectivas de revolución?

La caída de la actividad económica y especialmente de los ingresos populares augura un crecimiento de la conflictividad social, especialmente de la huelga general. En los cursos de economía se enseña que el Ingreso (Y) es igual al Producto (P), es decir, que el PBI se iguala con los ingresos de la población, sean salarios, ganancias o rentas. La disminución del P y de los Y no es igualitaria. En efecto, la distribución del Y es desigual y las estadísticas del INDEC destacan que el crecimiento económico, del P en 2022 y 2023 no se distribuyeron equitativamente, si no que hubo una transferencia de ingresos desde los salarios a las ganancias. En el mes de diciembre, según fuentes oficiales el índice del empleo estable, el RIPTE, bajó un 17,2%, expresión de la pérdida de ingresos de salarios, jubilaciones y planes sociales. Según informa MATE, colectivo intelectual de Rosario, las trabajadoras y trabajadores perdieron 1,6 billones de pesos de sus ingresos, lo que implica una pérdida de 1,1 billón en el ingreso de bolsillo, una merma en la recaudación tributaria del orden de los 390 mil millones, una reducción de la recaudación de obras sociales por 109 mil millones y menor contribución a los sindicatos por 24 mil millones. Lo que se pierde de ingresos populares se gana en el ingreso empresario, sean ganancias o rentas. El tema es similar en todas las áreas de ingreso populares. El salario promedio es equiparable a la situación del 2001/02, del mismo modo que la jubilación mínima se encuentra en esos registros históricos de deterioro. El Consejo del salario no llegó a ningún acuerdo, ya que las centrales sindicales propusieron un 85% de actualización, para llevar el mínimo a 288.000 pesos mensuales. Las patronales no acordaron ni propusieron alternativa para la negociación y el gobierno hizo mutis por el foro y según se informa lleva el Salario Mínimo Vital y Móvil (SMVM) a 202.000 pesos por mes desde marzo, un 30% de actualización, por debajo de la inflación sufrida por la población empobrecida. El 50% del SMVM es base para el plan potenciar trabajo y el 82% de ese monto es la jubilación mínima, de allí su importancia, además de referencia para toda negociación salarial. Desde el gobierno se anticipa que no convocará a paritarias a los docentes, negando la negociación colectiva, espacio para ejercer la “libertad de discusión salarial” de trabajadores y trabajadoras. Eso demuestra la restricción de la libertad de fijar precios solo a quienes desde posición de poder pueden sumar precios. Trabajadores y trabajadoras estarán limitados de luchar por el precio de la fuerza de trabajo al negarse los espacios de discusión de esos ingresos, base para intervenir sobre el conjunto de los ingresos populares. Paro nacional y horizonte transformador La respuesta solo se resuelve desde la huelga general, anunciada desde las centrales de trabajadores y trabajadoras, en el camino del 24E y que ya aparece con fecha antes de fines de febrero, según los resuelto por el plenario de estatales del 15 de febrero pasado, con el aval de 40 organizaciones sindicales del Estado y de las empresas públicas, de jubilados del sector y articulaciones sociales diversas. Crece la conflictividad sobre la base de un descontento social ampliado por la carestía de la vida, la consecuente reducción del consumo popular por la baja de los ingresos, constituyendo el punto de sostén de una protesta diversa que convoca a la organización de inter-sindicales y multisectoriales, de asambleas populares que empiezan a definir, sin claridad de dirección política un rumbo de confrontación con la política oficial. En rigor, ocurre un debate sobre la hegemonía en el movimiento popular, entre quienes reiteran hegemonías previas y la búsqueda de nuevos rumbos, incluso más allá de la confrontación de corto plazo y que defina una nueva hegemonía en la base social para una disputa por otro orden socioeconómico más allá del capitalismo. La derecha se reorganiza bajo la hegemonía de Milei y el liberalismo exacerbado, si es que su proyecto avanza, mientras, en la oposición se habilita un debate sobre el rumbo. Hay quienes imaginan un “capitalismo reformista”, con distribución del ingreso sin cambiar las relaciones de producción, que se definen políticamente en el “centro”, con base en la tradición de gobiernos constitucionales por décadas, incluso algunos proyectos que intentan superar las agrupaciones tradicionales, sea de la lógica bipartidista o de las dos coaliciones que definieron la política luego de la crisis del 2001. En la izquierda existe una presencia institucional, cuyo peso importa a la hora de la denuncia, y un conjunto fragmentado de organizaciones sociales, culturales y políticas, incluyendo personalidades que actúan en espacios intelectuales, artísticos o culturales diversos, que animan el espacio de la búsqueda por regresar horizontes anticapitalistas, socialistas, comunistas, de autogestión y organización económico social comunitaria, sin fin de lucro y por otro orden. En este ámbito existe un importante debate ante la oportunidad de la reorganización de la derecha y el desconsiento de la tradición centrista, para constituir una propuesta política alternativa y que dispute consenso en la sociedad para un rumbo no solo alternativo a la propuesta oficial, sino uno que actúe y contribuya a la necesaria animación de propuesta de liberación en el país, la región y el mundo. La crisis capitalista empuja más liberalización y es lo que encarna el gobierno Milei. La izquierda global no tiene estrategia conjunta que se exprese en un imaginario colectivo tal como se visibilizó por décadas desde el Manifiesto Comunista, la Comuna de París o la revolución en Rusia. Más allá de matices, el rumbo por la revolución definía el Siglo XX. ¿Es posible reinstalar una perspectiva por la revolución en el Siglo XXI? Una parte de los debates en el amplio espectro de la izquierda diversa transita la discusión por reinstalar un imaginario de confrontación con el capitalismo y sus consecuencias actuales en la destrucción del ambiente o el crecimiento de la desigualdad y la amenaza sobre la vida y la naturaleza. Buenos Aires, 19 de febrero de 2024

Déficit cero más desregulación en camino a la dolarización

En un informe oficial de fines de enero pasado se menciona que: “El Ministerio de Economía refuerza su compromiso de alcanzar el equilibrio fiscal financiero en 2024, como punto central de un programa económico orientado a estabilizar la macroeconomía y generar las condiciones para un crecimiento sostenido del empleo.” Queda claro que eso se logra: a) disminuyendo sustancialmente la transferencia de fondos discrecionales a las Provincias, “mejorando” las cuentas públicas nacionales e induciendo un “ajuste federal”; b) eliminando los subsidios al transporte público de pasajeros a provincias y disminuyéndolos en zona metropolitana, cargando ese costo en los presupuestos provinciales, con ingresos disminuidos por merma en la coparticipación y la recesión económica que afecta a todo el territorio nacional (medida que puede redundar en limitaciones o eliminación del servicio de transporte en localidades sin capacidad de sustentar el servicio público de transporte); c) no transfiriendo los fondos de incentivo docente, haciendo peligrar el inicio de las clases, según manifiestan los propios gobernantes de provincias. Lograr el fin de déficit fiscal se explica también por la no entrega de alimentos a los comedores y muy especialmente con la licuación de las jubilaciones y los salarios estatales. En este sentido, el INDEC informa que, a diciembre del 2023, los salarios tuvieron una variación porcentual del 8,9%, contra una inflación minorista del 25,5%. Pero, en ese marco, si los salarios privados registrados se actualizaron al 11%, los del sector público lo hicieron al 5,5%. Mientras que la inflación minorista del 2023 que alcanzó el 211,40%, los salarios privados regularizados tuvieron una variación del 165,8% y los salarios estatales del 148,6%. El ajuste fiscal, promesa de campaña electoral se está cumpliendo restando recursos a las provincias, y descargándose sobre el empleo público y las partidas del gasto social, que en definitiva se traslada como deterioro de las condiciones de vida de la población más empobrecida. El Ministro de Economía señaló que al no aprobarse la Ley de “Bases y Puntos de Partida para La Libertad de los Argentinos” (ómnibus), el ajuste fiscal deberá incrementarse. En efecto, la idea del déficit cero suponía una mejora del ingreso fiscal, especialmente tributario, en un 2,1%, lo que se suponía venía del blanqueo de capitales, la moratoria tributaria y la disponibilidad de alícuotas incrementadas de impuestos, sin efecto al caerse el tratamiento en las extraordinarias legislativas. Por eso, si la idea era reducir el gasto un 2,9%, ahora debe bajarse más al gasto para compensar la insuficiencia de ingresos fiscales previstos, más aún cuando no se podrá avanzar, por ahora con las privatizaciones de empresas públicas. Con el profundo ajuste fiscal, paralización de la obra pública mediante y ña creciente recesión producto de la caída de la actividad económica, producción y circulación de bienes y servicios, el gobierno busca que la inflación disminuya del pico del 25,5% de diciembre. Así mostrará “sus logros”: bajar el déficit y la inflación, claro que primero duplicó el índice minorista de noviembre a diciembre, y luego bajará…¿a cuánto? Incluso, a qué costo social, en caída de ingresos populares y satisfacción de amplias necesidades alimentarias, sanitarias, educativas. Devaluación del peso y rumbo para la dolarización Pero los logros que se registran son también monetarios y entre ellos sobresale que, derivado de la devaluación, el BCRA disminuyó el pasivo en pesos y acumuló reservas por 7.000 millones de dólares contra una base monetaria de 8.000 millones de dólares según Milei. Son declaraciones del Presidente ante la sugerencia de Forbes para acelerar la dolarización. En efecto, Steve Forbes, editor y nieto del fundador de la revista Forbes, elogiando y apoyando a Milei, especialmente por su intervención en Davos, destacó que “si no dolariza no tendrá éxito”. El camino de la dolarización empezó con la devaluación, confirmando el operativo tendiente al uso de los dólares del colchón o en cajas de seguridad, evidente en el gasto turístico de este verano, especialmente al exterior, incluso de pequeños ahorristas que compensan el gasto mensual liquidando sus tenencias de divisas ahorradas. Pero también desde el BCRA y la operatoria con el BOPREAL, el “Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre”, que dolariza los pasivos del Banco Central y tras su primera colocación de una serie por 5.000 millones de dólares empieza a ser atractiva para inversores, especialmente puesto de manifiesto con la compra realizada por el Fondo Black Rock. Bienvenidos los buitres, pareciera ser la onda de los financistas en la gestión del gobierno de la Argentina. Milei dice que estamos cerca del objetivo de la dolarización, ahora planteado para el 2025, en el camino de Menem y Cavallo, sus referencias políticas de la Argentina reciente. Lo que debemos recordar es el final de esa experiencia en el 2001, con una pueblada derivada de una pobreza acrecida que quedó como fenómeno estructural del país actual, un fuerte desempleo como consecuencia de una actividad achicada, orientada como proveedora de bienes primarios bajo la lógica subordinada de la dominación del capital externo en una dinámica transnacionalizada de la economía local. El problema es el consenso electoral que anima el ajuste, la devaluación, la desregulación económica, la libertad de comercio y para establecer precios, que está en la base del avance de una reaccionaria política económica, y que aun con importante resistencia no perfora aún el aval de los votos, por lo que el problema, más que económico es político. La dolarización y el ajuste podrá pararse si se logra articular una propuesta política que no pretenda retomar tendencias estructurales del capitalismo local de los últimos años, sino precisamente una dinámica económica y política de cuestionamiento al régimen del capital. Claro que no es sencillo, pero la voluntad del voto en el 2023 está más en el rechazo a lo existente y en la expectativa de soluciones a futuro prometidas con la liberalización de la economía y el crecimiento de la productividad para luego distribuir en beneficio de la sociedad. Una proclama jamás evidenciada en la historia del capitalismo y que el fracaso de las experiencias anticapitalistas no impide la reiteración de la crítica al orden vigente y la búsqueda de nuevos ordenes civilizatorios. Buenos Aires, 13 de febrero de 2024

Las perspectivas del capitalismo en 2024

La economía mundial capitalista continúa con sus problemas estructurales, con bajo crecimiento, principalmente en los territorios de la dominación, EEUU, Europa y Japón. China, India y otros países “emergentes” disminuyen la tendencia global y amortiguan los problemas de producción y circulación en el ámbito mundial. En el fondo, es parte de la disputa por la hegemonía del orden global, base de las disputas económicas, políticas, diplomáticas, militares que pueblan la cotidiana realidad, en un marco de amenaza civilizatoria, sea por el cambio climático o la creciente criminalidad del capitalismo, expresado en el tráfico de drogas, de armas, o la trata de personas. El objetivo principal del régimen del capital en estos momentos de crisis pasa por la creciente explotación de la fuerza laboral y el saqueo de los bienes comunes. Eso explica la fuerte ofensiva del capital en contra de las trabajadoras y los trabajadores, sus derechos y formas de lucha y organización sindical y social; tanto como la ofensiva contra la naturaleza expresada en la apropiación de los bienes comunes y los territorios, especialmente del sur global. Una ofensiva que se manifiesta en contra de toda la sociedad desde la manipulación ideológica y mediada por redes sociales y medios de comunicación subsumiendo a la humanidad en la lógica de la ganancia y la acumulación capitalista. Salir de la crisis es el desafío de las clases dominantes y en ese rumbo consolidan las preocupantes tendencias a la desigualdad, a la guerra y la militarización, orientando recursos a fines improductivos en desmedro de la satisfacción de necesidades insatisfechas de la población mundial. Aumenta el gasto militar global y se profundiza la privatización de derechos sociales, caso de la salud y la educación. El FMI pronostica un crecimiento para el 2024 del orden del 2,9%, menor a los registros pos-pandemia entre 2021 y 2023, con las “economías avanzadas” en un registro del 1,4%, en donde EEUU crecería al 1,5%, Alemania al 0,9% y el Reino Unido al 6%. Los “emergentes” crecerían al 4%, con China al 4,2% y la India al 6,3%. América Latina y el Caribe un 2,3%, explicitando serios problemas para la evolución de los países periféricos del capitalismo mundial. La información sobre la riqueza que elabora la Unión de Bancos Suizos (figura abajo) destaca el crecimiento de la desigualdad en todo el mundo, con una pirámide que se ensancha en la base empobrecida y concentra en la cúspide un núcleo reducido de concentración de riqueza e ingreso. La crisis en el capitalismo y la alternativa La economía mundial, el capitalismo, contestó a la crisis de los 60/70 con la política de liberalización de la economía bajo la denominación genérica de “neoliberalismo” porque intentaba restaurar la lógica originaria de la Economía Política (Adam Smith en 1776 y seguidores), la que fundamentaba los cimientos del orden capitalista en expansión universal. El liberalismo de los clásicos de la Economía sustentaba bajo los principios de libre comercio, libre competencia y libertad de mercado las aspiraciones de la nueva dominación burguesa de las relaciones humanas. La crítica de Carlos Marx (1867 se publica El Capital) fundamentó las aspiraciones anticapitalistas por otro orden social, sin explotación ni saqueo, que inspiró organizaciones sociales populares desde la Asociación Internacional de los Trabajadores (1864). La respuesta a la perspectiva de “revolución” emergió bajo nueva fundamentación con la escuela neoclásica, que desde fines del siglo XIX resulta hegemónica en la academia y ámbitos de gobierno nacionales y globales del sistema mundial. Desde ese enfoque neoclásico emergió el keynesianismo para intentar resolver la superación de la crisis de 1930 sin caer en la perspectiva que ofrecía la revolución rusa y el socialismo. En ese derrotero es que ante la crisis de los 60/70 y bajo el ensayo terrorista de Estado en Sudamérica es que surge el “neoliberalismo”, que extiende la liberalización económica desde la década del 80 del Siglo XX y que desde 2007/09 entra en crisis y búsqueda de nuevos rumbos teóricos y políticos para orden capitalista. Desde ahí se explica la agresiva ofensiva contemporánea. Ante la desaceleración de la economía y los límites al crecimiento de la productividad del trabajo, explicitado en la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, lo que opera es un agravamiento de la explotación y el saqueo para acrecentar la masa de ganancias, explicitadas especialmente desde el complejo militar o el negocio farmacéutico sanitario, entre otros muchos. Por eso, el cambio energético demandado resulta en función de mejoras de las ganancias y la acumulación de concentrados y centralizados sectores de la economía global. Es el caso de Elon Musk y Tesla, una de las empresas que manifiesta las tendencias contemporáneas del desarrollo tecnológico y la disputa de territorios para el saqueo, como puede observarse en los intentos de apropiación del litio como insumo para la transformación del patrón energético. La disputa actual es por la subordinación de la fuerza de trabajo a la lógica del capital, lo que requiere de “consensos” ideológicos, políticos, culturales, por lo que la centralidad de la dominación mundial está en resignificar las formas políticas de la dominación. En ese sentido, así como en 1973, la dictadura chilena se constituyó en el ensayo neoliberal que luego se extendió en todo el planeta, el triunfo electoral de Javier Milei en Argentina en 2023 puede ser el experimento para una nueva prueba de liberalización económica, que aleje cualquier perspectiva anticapitalista. Contrario a otras expresiones de la ultraderecha (Bolsonaro, Trump, Meloni o Le Pen), Milei no es “nacionalista”, sino “liberal libertario”, tal como se auto define. Su objetivo es restaurar la “libertad de mercado” a ultranza, disputando consenso de la sociedad en desmedro de cualquier proyecto de crítica al capitalismo, objetado por la deriva del colapso en el este de Europa y la ausencia de un imaginario global anticapitalista. A 50 años del golpe de Chile y del inicio “neoliberal”, las clases dominantes se re-articulan en un escenario de amenaza sobre la naturaleza con violencia (guerra y desigualdad), evidenciando un capitalismo criminal que subordina a la humanidad al objetivo de la ganancia y la acumulación. El desafío teórico y político pasa por una crítica situada a las nuevas condiciones del capitalismo mundial en la perspectiva de desaceleración y crisis del 2024. Un desafío que tiene historia en la lucha de los pueblos originarios, resignificada y visible en la primera década del siglo XXI en los países andinos, especialmente las experiencias de Bolivia y Ecuador, en cuyas constituciones aprobadas hacia el 2009 se configura y delinean las bases de un programa emancipador para el Siglo XXI. En ese sentido actúa la experiencia de las luchas de los feminismos populares, las luchas anticapitalistas contra el saqueo de los bienes comunes, la re-significación de las luchas sindicales y de trabajadoras y trabajadores que enhebran nuevas formas de organización, lucha y reproducción de la vida cotidiana desde la autogestión, la cooperación y el comunitarismo. 15/01/2024