Dos años de Milei para una reaccionaria transformación

Muchos incrédulos decían que en Argentina jamás llegaría por vía electoral un proyecto de derecha, que ello era propio de las dictaduras, lo que aconteció entre 1930 y el golpe genocida de 1976/83. Los gobiernos constitucionales desde 1916 recogían la tradición “reformista”, cuando esa palabra significaba “progreso”, en el sentido de “reforma agraria, universitaria o tributaria”. Bueno, en los 90 se resignificó la categoría y la “reforma del Estado” supuso un conjunto de reaccionarias iniciativas, extendida a otras regresivas transformaciones, previsional, educativa, sanitaria. Todas con el sello de las “privatizaciones” y el impulso al capital privado. En rigor, el cambio de sentido en la palabra “reforma” está asociado a cambios culturales derivados de aquellos estructurales promovidos en el capitalismo contemporáneo, local y global. La ofensiva del capital del último medio siglo, en contra del trabajo, era acompañada de una manipulación del consenso, favoreciendo una dinámica de individualismo exacerbado, de sálvese quien pueda, a contramano de una lógica histórica de promoción de la solidaridad social, carácter hegemónico de la política socialmente asumida. Sorpresas de la política para transformaciones regresivas En 2007 se produjo la primera sorpresa, con el triunfo de Mauricio Macri en la ciudad de Buenos Aires, quien llegó a la presidencia en 2015. El retorno del peronismo-kirchnerismo al gobierno en 2019 pareció un retorno a la normalidad de los procesos constitucionales. Pero 2023 nos mostró la nueva normalidad. La derecha con un programa reaccionario podía lograr consenso electoral. Como dijimos, muchos siguieron pensando que eso no duraría y, sin embargo, la elección de medio término en octubre 2025 volvió a sorprender. Es cierto que la “ayuda” del FMI y de EEUU contribuyó al fenómeno, pero al mismo tiempo destaca aspectos de una nueva normalidad en tiempos constitucionales, convocando a revisar la respuesta política e ideológica para confrontar con la estrategia del poder económico, local y mundial. Con el triunfo del medio término se viene la profundización del ajuste y la reaccionaria reestructuración, especialmente en lo relativo a la relación entre el capital y el trabajo. El ajuste continuará, porque crecerá la necesidad de cancelar intereses crecientes de la deuda pública. Además, mientras se mantenga la tendencia recesiva de la producción en curso, la crisis fiscal por baja de la recaudación se profundizará, demandando más deuda. La “solución” de Milei y Caputo es el mayor endeudamiento, a tasas elevadas, tal como acaba de ocurrir con un préstamo en el mercado local por 1.000 millones de dólares. El gobierno destaca de manera manipuladora que es el comienzo del acceso al mercado externo de capitales, cuando se trata de un ensayo para auscultar las posibilidades de acudir al financiamiento externo privado. Todo es ensayo y error en el gobierno, condimentado con una inmensa asistencia del FMI y de Trump, la que resulta difícil de imaginar que tenga algún limite. Claro que pesa la incertidumbre del medio término estadounidense en 2026. El tiempo apremia y por eso hay que hacer todo lo que se pueda ya mismo, lo que se evidencia en la convocatoria a extraordinarias para aprobar un presupuesto de ajuste y las reformas estructurales que demandan los capitales más concentrados, especialmente en la “contrarreforma laboral” y otras en materia tributaria, educativa y penal, para luego encarar la previsional. La política, o sea, el consenso electoral juega a favor del gobierno Milei, que imagina transformar a la Patagonia en el Dubái contemporáneo. En el sur del país están los recursos que el capital trasnacional demanda en tiempos de innovación tecnológica, especialmente la Inteligencia Artificial (IA). De ahí las expectativas en radicación de inversiones externas para instalar Centros de Datos en el frío patagónico y su abundante provisión de agua y de energía. Disciplinar al movimiento popular…¿podrán? Esos capitales piden garantías jurídicas para radicar sus inversiones. No les alcanza con los avances legislativos, sea por Decreto o por leyes, caso de la ley de Bases o el RIGI en su interior. Demandan “seguridad jurídica” para sus inversiones y disposición de excedentes para remitirlos fuera del país en función de la lógica global de acumulación de las transnacionales. La voz que unifica al gran capital supone la derrota estratégica del movimiento de trabajadores. Es lucha de clases, en uno de los países que contiene una de las mayores tradiciones de organización y lucha del movimiento obrero, no solo en su versión “sindical”, sino también “territorial”. La antesala del presente fue el protocolo anti piquetes y la represión para instalar una lógica reaccionaria de reestructuración legal que el gobierno se propone para estos dos años de gestión. Pretenden llegar con el campo despejado de incertidumbre política y jurídica a la renovación presidencial de 2027. La discusión está en la oposición política, que demanda mayor densidad social movilizada y organizada para darle perspectiva a una estrategia de confrontación con posibilidades de disputar gobierno y poder. Es algo que no se puede hacer desde las tradiciones políticas de otro tiempo del régimen del capital local. La crisis política, o de representación, impacta también en las organizaciones populares. Es que, si hubo cambios estructurales en el tiempo constitucional abierto en 1983, que viabilizaron el arribo de las derechas con consenso electoral, reorganizando el espacio político en el país, entonces, la reorganización política del movimiento popular y las clases subalternas demanda creatividad e iniciativa para parir nuevas respuestas políticas e ideológicas. ¿Alcanza con la renovación en la cúpula de la CGT y su convocatoria a movilizar en contra de la reforma laboral? ¿Es suficiente la crítica de un amplio espacio combativo a las centrales sindicales y sus manifestaciones críticas a la política oficial y de sus cómplices? Hacen falta más iniciativas de organización y lucha, las que deberán mostrarse con capacidad de intervenir en la disputa por el presente y el futuro de la Argentina. Buenos Aires, 13 de diciembre de 2025

Milei y Trump constituyen una sociedad tóxica (Nota publicada en ALAI, en: https://www.alai.info/wp-content/uploads/2025/12/ALenMovimiento_558_diciembre2025_.pdf

Los presidentes de Argentina y EE.UU. expresan la embestida política de la ultraderecha, como parte de una ofensiva del capital ante la agravada crisis capitalista luego del 2007/09 y de la pandemia en el 2020. Un poco de historia El capitalismo busca un nuevo rumbo en la reorganización emergente luego de cada crisis mundial. Al final del siglo XIX, la tendencia a la monopolización del régimen del capital y la dominación imperialista clausuraron una larga trayectoria de la producción y circulación capitalista orientada bajo la máxima de la libre competencia. Se abrió un espacio de disputa inter-imperialista visibilizado en la 1era. Guerra Mundial, al tiempo que la revolución rusa instalaba un novedoso horizonte de organización alternativa al régimen del capital. El horizonte socialista aparecía en escena y animaba la lucha contra el orden vigente. El nuevo tiempo de organización socioeconómica tuvo límites en la nueva crisis mundial (1929/32) que desafió a la reorganización del sistema en conjunto, hecho acaecido al final de la Segunda Guerra con el surgimiento del orden bipolar, entre socialismo y capitalismo. La disputa motivó un tiempo “reformista” de las relaciones económico - sociales permitiendo una época de enorme crecimiento económico y la satisfacción, relativa, de las demandas de ingresos del capital, así como de la fuerza laboral. Remitimos al llamado Estado de Bienestar keynesiano en el capitalismo y, a la economía planificada en los países que abrazaron el horizonte socialista. El límite a ese orden fue la crisis de rentabilidad del capital hacia fines de los ´60 y comienzos de los ´70 del Siglo pasado, motivando una fuerte iniciativa política del capital para desarmar el orden benefactor, en una cruzada que se sostiene hasta el presente como ofensiva del capital en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad. La concepción “neoliberal” emergió como la nueva música y letra de organización de las relaciones económicas y sociales. Se imponía la liberalización de la economía, recreando la antigua concepción del libre cambio, la libre competencia o el libre comercio. La mundialización y las Cadenas Globales de Valorización desarrollaron su apogeo por cuatro décadas entre 1980 y 2020, entre el inicio de la crisis del socialismo real en el este de Europa y la pandemia del coronavirus. Este momento de crisis en la tercera década del siglo XXI, que se prolonga, es caracterizada de manera reiterada por los organismos internacionales como de “incertidumbres” crecientes. Se trata de un capitalismo ralentizado en su capacidad de invertir, de producir y expandir la lógica del capital, por lo que demanda mayor audacia de los líderes del capitalismo mundial para superar este momento de límites de época a la expansión capitalista. En ese marco pueden entenderse los propósitos de Milei y de Trump. Una “sociedad tóxica” Milei y Trump son manifestación de esa demanda de época para intentar superar los problemas actuales del orden mundial capitalista. Constituyen una “sociedad tóxica” para la humanidad y la naturaleza. Ambos son negadores del cambio climático y de la agenda en contra de la destrucción del medio ambiente, al mismo tiempo que son sustento político ideológico de la agresión del Estado de Israel sobre el pueblo de Palestina. Milei se asume “liberal libertario”, enemigo jurado del Estado y defensor a ultranza de la iniciativa privada. Se basa en un supuesto programa que sustenta con apoyo electoral en 2023 y 2025, con pretensión de proyectarse para otro periodo de gestión en Argentina (2027-2031), totalizando 8 años al comando de una experiencia de profundo ajuste fiscal y social, con regresivas reestructuraciones de las relaciones económico sociales. Para Trump, expresión de una parte del capital concentrado, se trata de recomponer el papel deteriorado de EE.UU. en el liderazgo del orden mundial, al tiempo que restablecer el ciclo de producción y circulación del capital en su territorio, una demanda de millones de afectados por la exportación de capitales promovidas por la liberalización económica desde los ´80 y la restauración conservadora liderada por Ronald Reagan. Ambos se necesitan y el argentino marca un camino funcional a los intereses de política exterior estadounidense en este tiempo y por eso recibe la “asistencia financiera” necesaria para su reaccionaria política. ¿Cómo salir de la crisis? En los 60/70 se “salió” con la violencia del terrorismo de Estado y las experiencias de las dictaduras militares del Cono Sur de América, ensayos que luego se replicaron en el Norte, especialmente desde Gran Bretaña y EE.UU., con Margaret Thatcher y Ronald Reagan. Fue el inicio de un desarme de los derechos sociales institucionalizados, especialmente expresados en la relación capital trabajo; en la nueva función de los Estados, más aún con el derrumbe del socialismo en el Este de Europa desde los 80/90 y, su impacto en el imaginario social global; como también, en las relaciones internacionales vía tratados de libre comercio (TLC) o en defensa de las inversiones en tiempos de internacionalización de la producción y transnacionalización del capital. Se generalizaron las protestas en contra de la liberalización de la economía a comienzos del siglo XXI, animando experiencias críticas a la ofensiva “neoliberal” del capitalismo, con visibilidad destacada en el territorio latinoamericano y caribeño, generando expectativas en todo el planeta. Un problema a profundizar es la agenda asumida por estos gobiernos “progresistas” en la región, que, desde la crítica al orden liberalizador, no lograron (no se lo propusieron) superar al orden capitalista y habilitaron una respuesta más agresiva liderada por la ultraderecha. Milei es una réplica agravada de la respuesta del ensayo chileno de 1973, con los mismos referentes de entonces, la Escuela austríaca de Mises y Hayek, junto a la de Chicago y la de Friedman, más allá de cualquier matiz entre ellos. En Chile, el ensayo fue con la violencia del terror militar y ahora, en Argentina, consensuada electoralmente. Este consenso electoral anima la experiencia liberal libertaria con pretensión de exportación como “modelo” a ser asumido en todo el planeta. Milei parte de que el problema del capitalismo es no asumir en su integralidad el supuesto del libre mercado, la iniciativa y el interés privado de los individuos. El individualismo exacerbado y por tanto, su prédica es no sólo en contra del socialismo y el marxismo, sino contra el keynesianismo y la tradición neoclásica, contra la heterodoxia y la ortodoxia de la tradición intelectual de la Economía Política desde el inicio. Sostiene que hay que escribir nuevamente la teoría económica y sustentando un “liberalismo” propio, casi pre-liberal, sustenta un planteo en contra del Estado (liberal). Es una situación que lo coloca como un avanzado en la recreación del capitalismo en contra de toda concepción crítica alternativa. Incluso va más allá y su crítica es a todo planteo reformista o de búsqueda de consenso vía conciliación de clases. Es un convencido de su “misión” histórica, que lo lleva a predicar en los principales ámbitos del debate mundial, de Davos a los cónclaves de la ultraderecha en EE.UU. o en Europa. Trump tiene a Milei como socio privilegiado en la región latinoamericana y caribeña, ya que su prédica y consenso local se proyecta como imagen sobre otras realidades de la disputa política en el espacio territorial que EE.UU. considera propio. El éxito en votos logrado por el libertario en Argentina se proyecta de manera inmediata sobre la coyuntura electoral en Chile, Colombia o Brasil. La estrategia es consolidar peso regional estadounidense para las batallas irresueltas en la disputa con China y el entramado de alianzas económicas, políticas y diplomáticas surgidas desde Beiging y que se definen por el multilateralismo (BRICS+), contrarrestando el intento unipolar de tomas de decisiones según el sistema mundial a la caída de la bipolaridad en 1991. Eso explica la decisión del Tesoro de EE.UU. por volcar dólares (2.000 millones de dólares) en el mercado cambiario argentino en momentos que el poder local vendía los pesos a cambio de divisas. Scott Bessent (Secretario del Tesoro de EEUU.) explicaría a la prensa de su país que fue un “negocio”, y en efecto lo fue, ya que EE.UU. recuperó los dólares con una ganancia estimada del 10% por una operación de días. El tema era que previo al acto electoral de medio término en octubre 2025, el deterioro público de la gestión Milei era importante, agobiado por casos de corrupción y vinculación de sectores del gobierno con el narcotráfico y el delito en general, agravado por la tendencia recesiva, la caída del consumo popular, el desempleo y la baja de salarios y jubilaciones, corriendo por detrás de los precios aun con tendencia a la baja de la inflación. Más aún, la gestión Trump avaló el préstamo del FMI por 20.000 millones de dólares en abril del 2025, ya que Argentina, sin la asistencia del FMI y del Tesoro estadounidense, estaba encerrada en un callejón sin salida hacia un nuevo default. En estas horas se gestiona un préstamo por 5.000 millones de dólares con la banca estadounidense para hacer frente a vencimientos por montos similares en enero próximo. Dependencia y subordinación desde la complementariedad Milei y Trump son parte de una estrategia en curso, de complementación, para retomar un rumbo de acumulación capitalista mundial en crisis. Es una tesis que diferencia la tradicional referencia al carácter no complementario de ambas economías. No sólo se trata de mayor dependencia de la Argentina hacia EE.UU., sino de una complementariedad en la dinámica de acumulación de capitales globales. EE.UU. necesita de los bienes comunes de Argentina, especialmente en la Patagonia, zona de frío y abundancia de agua y energía -no sólo hidrocarburos no convencionales-, sino para la producción de uranio y energía nuclear en el marco de la digitalización económica en curso. Argentina tiene en el yacimiento “Vaca Muerta” reservas comprobadas que la posicionan como segunda reserva mundial de gas y cuarta de petróleo no convencional; además de una dilatada experiencia en desarrollos de energía nuclear, donde Milei dispuso ofrecer al mercado mundial la privatización de la empresa Nucleoeléctrica. La estrategia del gobierno libertario es transformar el orden económico local, a contramano de una estrategia industrial, subordinada y dependiente, que se remonta a fines del siglo XIX y que hasta mediados del siglo XX posicionaba a la Argentina a la cabeza de la acumulación capitalista en la región. La lógica de política económica “neoliberal” transformó al país y a toda la región en una dinámica primaria exportadora (en el sur) o de ensamblaje (en el norte), en una perspectiva que se agrava en el presente para reconfigurar al país como receptor de inversiones externas en el nuevo núcleo de acumulación: agro-negocio de exportación, energía y minería para el mercado mundial, sustentado por una inserción subordinada en lo financiero (fuerte endeudamiento público) y en las nuevas tecnologías funcionales a la digitalización. Se apunta a un empresariado local de servicios para atender las necesidades de inversores extranjeros. EE.UU. necesita que este modelo de acumulación funcione con consenso electoral, pese a las regresivas consecuencias sociales que supone en materia de ingresos populares, empleo y precariedad laboral. Por eso se sustenta financieramente desde Washington un proyecto político que junto al ajuste y austeridad fiscal promueve las regresivas reformas laborales, previsionales, tributarias y penales (condiciones para mayor represión social). El descrédito de las propuestas políticas tradicionales en Argentina, genera las condiciones de posibilidad de ese consenso electoral reaccionario liderado por Javier Milei. La compleja situación en EE.UU. y su debilitamiento en el sistema mundial lleva a Trump a una agresiva política interna y global, la que se sustenta afirmando su “patio trasero” para la disputa por la hegemonía global. En ese camino, el agravamiento del bloqueo sobre Cuba, la amenaza militar directa sobre Venezuela y política-diplomática sobre Colombia, más las sanciones unilaterales a quien intente confrontar la política exterior definida desde Washington, constituyen la lógica de apoyar a sus socios más fieles. Recordemos que el apoyo de Milei a Trump fue previo a su elección, mostrando subordinación y lealtad al propósito hegemonista de EE.UU. y MAGA. El objetivo común de los mandatarios de Argentina y de EE.UU. por superar la crisis capitalista con mayor énfasis productivo y depredador a pesar de la crisis ambiental, los asocia tóxicamente en un proyecto civilizatorio destructor de humanidad y de naturaleza, en tanto negadores de la devastación promovida por el productivismo. Ello supone un desafío gigantesco para la crítica política y teórica que confluya en la conformación de alternativas en contra y más allá del capitalismo. Buenos Aires, 25 de noviembre de 2025

Los ingresos populares corren detrás de los precios

Articulo publicado en DIAGONALES el 25/11/2025, en: https://www.diagonales.com/opinion/los-ingresos-populares-corren-detras-de-los-precios_a6925a7e644f9b700e80d9441 Existen referencias de propaganda referida a los altos ingresos salariales y previsionales medidos en dólares. Veamos dos noticias de un mismo medio sobre el tema: Infobae del 9 de julio de 2025 informa que “La Argentina tiene el salario pretendido promedio en dólares más alto de América Latina, según el informe regional de la plataforma Jobint correspondiente al primer semestre de 2025.” (en: https://www.infobae.com/economia/2025/07/09/la-argentina-tiene-el-salario-pretendido-en-dolares-mas-alto-de-america-latina/ ). El mismo medio señala el 18 de noviembre del 2025 que “El sueldo promedio en la Argentina alcanzó los $1.483.740 en octubre de 2025” según los datos del Índice Interbanking. (en: https://www.infobae.com/economia/2025/11/18/cual-es-el-sueldo-promedio-en-cada-provincia-y-que-sectores-economicos-son-los-que-pagan-mejor/ ) Si bien remiten a categorías distintas, la primera al “salario pretendido promedio” y la segunda al “sueldo promedio”, resulta interesante hacer un ejercicio con relación al tipo de cambio. Veamos: La nota dice “De acuerdo con el relevamiento, los trabajadores argentinos aspiran a un ingreso de USD 1.388 mensuales al tipo de cambio oficial.” El tipo de cambio oficial al 30 de junio, fin del primer semestre, alcanzaba a 1.209,35 según informa el BCRA. Si se aspira a un ingreso de 1.388 dólares mensuales, ello supone un ingreso en pesos de 1.768.755,80. La segunda nota alude a un salario promedio de $1.483.740 en octubre, que al tipo de cambio del 31 de octubre por 1.475,11 apenas podría cambiarlos por 1.005,85 dólares. No es lo mismo “salario pretendido” que “promedio”, es verdad, pero este último es el 72% del pretendido, aun cuando el pretendido era a junio y el promedio resaltado es a octubre. Ampliemos el ejercicio: en abril, cuando se establecieron las bandas (entre 1.000 y 1.400), el Presidente Javier Milei aseguraba, o pretendía, que el tipo de cambio se acomodaría en el piso: unos 1.000 pesos por dólar, acercando el salario promedio al pretendido. Así el ingreso de 1.483.740 de octubre se podría haber cambiado por 1.483,74 dólares, o a más si los augurios presidenciales se cumplían (llegó o pontificar un dólar a $600). Claro que, si hubiera una devaluación, a un tipo de cambio a 2.000 pesos por dólar, el valor promedio de octubre por 1.483.740, apenas alcanzaría a 741,87 dólares. Todo lo dicho apunta a demostrar que comparar salarios cobrados en pesos al tipo de cambio oficial es apenas un juego de referencias, ya que la política cambiaria es uno de los ejes para controlar que la devaluación monetaria no se traslade a precios. Es lo que se denomina el ancla cambiaria. Una libre flotación de las divisas modifica sustancialmente cuanto salario percibido en pesos se puede canjear por dólares. El salario promedio de la nota comentada, de octubre 2025 por 1.483.740 se puede eventualmente cambiar: por 741,87 dólares a un tipo de cambio de 2.000 pesos por dólar; por 1.483.74 dólares a un hipotético cambio de 1.000 pesos por dólar, por 1.005,85 dólares al cambio del 31/10, de 1.475 pesos por dólar. Por lo tanto, la comparación de salarios percibidos en pesos por el tipo de cambio en dólares es apenas una referencia, muy relativa, por cierto, especialmente porque los consumos cotidianos son en pesos y más allá de lo que informa el INDEC al respecto, el costo de vida evidencia precios en alza sobre ingresos salariales y jubilatorios. Un estudio realizado en Rosario sobre ingresos de agosto 2025 y difundido en octubre (en: https://mateconomia.com.ar/ ), señala: “El salario real en el sector privado quedó 4 puntos por debajo del nivel que tenía al asumir Milei y está en un nivel similar al de un año atrás. Cada trabajador acumula una pérdida de 1,7 millones de pesos.” “El salario estatal quedó 18% por debajo del nivel de inicios de mandato. Lleva un año prácticamente estancado. Cada estatal perdió 8,1 millones de pesos de forma acumulada desde entonces”. “El poder de compra de las jubilaciones, en promedio, sigue 22% por debajo de 2023. Cada jubilado o jubilada acumula, en promedio, una pérdida de 4,2 millones de pesos.” Por su parte “El Celag reveló que, actualizado a noviembre de 2025, el salario mínimo argentino es el más bajo de toda la región. Con apenas 225 dólares, se ubica en el fondo de la tabla, por debajo de Bolivia, Paraguay y muy lejos de Costa Rica, que lidera con 729 dólares.” (publicado el 17/11/2025 en: https://www.pagina12.com.ar/2025/11/17/argentina-tiene-los-sueldos-mas-bajos-de-la-region-y-un-salario-minimo-por-debajo-del-2001/?utm_source=twitter&utm_medium=social&utm_campaign=12202511172001 ). La política económica de ajuste supone mejores condiciones para la apropiación de ganancias empresarias sobre los ingresos salariales y previsionales, claro que esa regresiva distribución es también entre los capitales, cediendo excedente desde los más pequeños a los más grandes y concentrados. De ese modo, la mayoría de la sociedad está afectada por la política de ingresos y cambiaria del gobierno nacional. Los sectores de mayores ingresos pueden enfrentar la suba de precios sin problemas. No ocurre lo mismo con la mayoría que enfrenta la disminución de sus ingresos, limitando la capacidad de compra y satisfacción de necesidades. Según un Instituto de estudios de la UBA: “En el mes de noviembre un hogar promedio del AMBA, sin subsidios, gasta $173.480 para cubrir sus necesidades energéticas, de transporte y de agua potable en el hogar”. (en https://economicas.uba.ar/iiep/wp-content/uploads/INFORME-TARIFAS-Y-SUBSIDIOS-NOVIEMBRE-2025.pdf ). Aún con tendencia a la baja de la inflación interanual, los ingresos populares pierden contra la inflación. Salarios y jubilaciones corren por detrás a los precios. Modificar la política de ingresos en beneficio de la mayoría resulta un imperativo para activar la economía y resolver necesidades insatisfechas ante el aumento del costo de vida. Buenos Aires, 22 de noviembre de 2025

El acuerdo de Argentina con EEUU es más que comercial

EEUU necesita aumentar la importación para frenar los precios internos, especialmente de carne. Los ganaderos estadounidenses no acuerdan con la apertura importadora, más aún con incrementos de insumos ante la suba arancelaria desde abril pasado a otros países. Al mismo tiempo, Argentina también induce la importación externa para bajar los precios locales, también de la carne, alimento esencial en la dieta local. Los productores locales tampoco aprueban la importación creciente. La lógica de política económica de ambos gobiernos se impone por sobre las demandas de los productores de cada país. Hay ruido en ambos países con la política oficial de Trump y de Milei. Pero más allá del combate a la inflación en los dos países y de la apertura comercial negociada, aunque inconsulta al interior de las naciones involucradas, detrás están objetivos estratégicos de las partes. En EEUU se trata de alejar todo lo posible a China, un competidor global más allá de la economía. Para Argentina, el tema de fondo son las inversiones externas, especialmente estadounidenses, para alejar la tendencia de recursos provenientes del gigante asiático. El objetivo de Milei es reorganizar la economía en Argentina, desde la lógica histórica del privilegio a la industrialización con destino al mercado interno a un proyecto de acumulación orientado principalmente al mercado mundial. La apuesta es a consolidar una orientación primario exportadora, sea de agricultura y ganadería para el mercado mundial, más energía y minería, en el marco de las innovaciones tecnológicas en curso en la economía mundial. Se trata de aprovechar la potencialidad de los hidrocarburos no renovables del yacimiento Vaca Muerta, y la minería, especialmente los proyectos de cobre ingresados al RIGI; pero también el uranio y la energía nuclear, para lo cual se impone la privatización de NASA. La perspectiva de inversiones en el sur argentino asociado a la digitalización y la instalación de centros de datos, demandantes de climas fríos y abundante agua, junto a la perspectiva privada por el uranio y la energía nuclear, inducen la alianza de Argentina con EEUU. Es una lógica que pareciera dejar atrás la competencia entre ambos países y avanzar en una lógica de complementariedad. Esencialmente, EEUU aportaría capitales y Argentina ofrece su potencialidad en bienes comunes. ¿Puede consolidarse ese rumbo? Por la positiva imagina el gobierno ante la validación electoral y la proyección hacia el 2027, reformas reaccionarias mediante. La laboral supone el disciplinalmente del movimiento sindical, una larga expectativa del poder económico local, estimulado por la complicidad de una dirigencia que apuesta a la continuidad de algunos beneficios corporativos históricamente conquistados. Con la reforma tributaria especulan ganar la voluntad empresarial y disciplinar a la dirigencia gremial empresaria atrás del “beneficio” de la menor carga tributaria. La reforma penal apunta a consolidar la línea represiva impulsada desde el inicio de la gestión Milei-Bullrich, asociada a la demanda del poder por “mano dura”. Al final de estas reformas irán por la previsional, para intentar recuperar la ola privatizadora iniciada en 1994 con Menem-Cavallo. Todo se subordina al ingreso de inversores externos, a la “lluvia de inversiones” que enunció Mauricio Macri al inicio de su gestión en 2015. Las inversiones no llegaron y podrían no llegar por un clima internacional de incertidumbre y ralentización de la economía mundial. Pero claro, la iniciativa Trump apunta a destrabar la ralentización global y especialmente del papel de EEUU en este proceso, para lo que necesita de su pario trasero, y en ello cuanta con la sociedad de Milei y otros similares, caso de Bukele o Noboa. En ese sentido, avanzaron los acuerdos comerciales con Ecuador, el Salvador, Guatemala y Argentina, este último adicionando inversiones. La respuesta definitiva no está en lo que imagina el gobierno Milei y sus cómplices, sino en la repuesta social para frenar la iniciativa política del poder y reorganizar una propuesta política orientada a resolver amplias necesidades insatisfechas. Buenos Aires, 18 de noviembre de 2025

Argentina negocia su subordinación con Estados Unidos

En tiempo récord se negoció un acuerdo asimétrico que profundiza la dependencia y liquida capacidades estatales clave Por Julio César Gambina y Luciana Ghiotto Publicado en Página12, en: https://www.pagina12.com.ar/2025/11/17/argentina-negocia-su-subordinacion-con-estados-unidos/ El 13 de noviembre de 2025, exactamente dos décadas después del histórico rechazo al ALCA en Mar del Plata, la Casa Blanca anunció acuerdos comerciales con cuatro países latinoamericanos: Argentina, Ecuador, Guatemala y El Salvador. La coincidencia temporal no es casual. Representa un renovado intento estadounidense por reconfigurar las relaciones comerciales hemisféricas bajo condiciones aún más asimétricas que las rechazadas en 2005. El contexto es fundamentalmente geopolítico. La administración Trump instrumentaliza el comercio como herramienta de presión en su disputa hegemónica con China, forzando a países del Sur Global a posicionarse en lo que denomina economías "de mercado" versus "no alineadas". El llamado "Día de la Liberación" del 2 de abril de 2025, cuando Trump impuso aranceles del 10% a gran parte del mundo, creó las condiciones de coerción bajo las cuales se negociaron estos acuerdos. Los países negocian "a punta de pistola", temiendo quedarse atrás respecto a competidores que ya cerraron tratos. El acuerdo argentino se cerró en tiempo récord, sin debate público, sin consulta a sectores afectados, sin análisis de impacto. Esta irresponsabilidad institucional contrasta radicalmente con los años de movilización y debate que precedieron al rechazo del ALCA. Mientras en 2005 los movimientos sociales construyeron un proceso participativo de análisis crítico, el acuerdo de 2025 fue cocinado entre pocos actores con el objetivo explícito de consolidar a Milei como "uno de los aliados más cercanos" de Washington. Lo que Argentina cede En el comercio de bienes, el mercado argentino se abre a la importación de ganado vivo, aves de corral, carne de cerdo y lácteos. Esto evidencia una paradoja: un país históricamente exportador agrícola habilita el acceso a la competencia del agro-negocio estadounidense, que opera con economías de escala masivas, subsidios directos e indirectos, y estándares sanitarios y laborales sustancialmente diferentes. Los sectores avícola, porcino y lechero argentinos, que emplean a miles de trabajadores en cadenas productivas regionales, enfrentarán una competencia asimétrica donde el intercambio entre iguales cede lugar a la subordinación productiva. La destrucción de empleo y el desmantelamiento de capacidades productivas locales constituirán el costo de un alineamiento que no ofrece contrapartidas equivalentes. Asimismo, Argentina se compromete a una “modernización” de una parte importante de su legislación. Por ejemplo, aparece el compromiso de una reforma estructural del régimen de propiedad intelectual según dictámenes unilaterales estadounidenses. Se aceptan automáticamente los certificados de los medicamentos que otorga la Food and Drug Administration (FDA), lo que implica el fin práctico de la ANMAT. Esto pone en riesgo directo la calidad y seguridad de los medicamentos. Numerosos casos han mostrado que la FDA responde a presiones de la industria farmacéutica estadounidense. Aceptar sus certificaciones acríticamente significa importar esa estructura de incentivos pro-corporativos. Con el acuerdo, Argentina reconoce firmas electrónicas estadounidenses, permite la transferencia transfronteriza de datos personales, y establece que EEUU es jurisdicción válida para almacenar datos de los ciudadanos argentinos. Pero la legislación estadounidense de protección de datos es notoriamente más débil que la argentina y mucho más que los estándares europeos. Esta arquitectura convierte a Argentina en proveedora de datos brutos procesados por corporaciones estadounidenses bajo una regulación laxa. EEUU se transforma en una "aspiradora" de información, capturando valor económico y control estratégico sobre la infraestructura digital crítica. Lo que Estados Unidos ofrece Estados Unidos ofrece únicamente eliminar aranceles en "ciertos recursos naturales no disponibles"—las materias primas críticas que extrae del subsuelo argentino. No especifica productos ni volúmenes. Es decir, EEUU "concede" eliminar aranceles sobre lo que necesita importar urgentemente porque no lo produce en cantidades suficientes. Se trata de una necesidad estratégica en su competencia con China por el control de cadenas de suministro de minerales críticos. Además, EEUU incluye la promesa de que "podrá considerar positivamente" el acuerdo al adoptar medidas comerciales bajo la Sección 232 de la Ley de Expansión Comercial. La Sección 232 es el instrumento que ha permitido a Trump imponer aranceles sobre acero, aluminio, autos y otros productos invocando razones de "seguridad nacional". El lenguaje que se usa en la declaración ("podrá considerar") no es una exención ni una garantía: es completamente discrecional, no vinculante jurídicamente, y significa que EEUU puede seguir imponiendo cualquier nuevo arancel bajo esta sección. Finalmente, ofrece la reducción del arancel del 10% sobre la carne argentina mientras mantiene su sistema de cuotas histórico de un 25% de arancel fuera de cuota, el cual fue establecido por el Congreso y no se ve afectado por este acuerdo. En conclusión, Estados Unidos elimina aranceles sobre lo que igual iba a comprar, mientras Argentina cede capacidad regulatoria, abre todo su mercado y se subordina geopolíticamente, afectando su capacidad productiva. El espejismo de las inversiones Milei prometió que "nos van a salir dólares de las orejas". El canciller Quirno insistió en que el acuerdo "crea condiciones para atraer inversión". Pero el texto de este acuerdo carece de sustancia: solo declaraciones de intención, sin reglas, garantías o mecanismos nuevos. Argentina ya cuenta con un Tratado Bilateral de Inversión con EEUU vigente desde 1994 que otorga protecciones robustas, incluyendo arbitraje internacional. El RIGI vigente desde 2024 ya ofrece estabilidad fiscal por 30 años, libre disponibilidad de divisas y exenciones extraordinarias. ¿Qué agrega el acuerdo comercial? Solamente retórica y una mayor subordinación a la política exterior estadounidense. Las inversiones no fluyen por acuerdos comerciales per se, sino por estabilidad macroeconómica (que Argentina no tiene), mercados domésticos robustos (que se destruyen con ajuste brutal), infraestructura adecuada (severamente deteriorada), y certidumbre jurídica (minada por volatilidad crónica). Ninguna condición se modifica por el acuerdo. Lo que sí se modifica es la capacidad estatal de regular inversiones, imponer requisitos de desempeño o proteger sectores estratégicos. La subordinación no es un camino para resolver una producción al servicio de las necesidades sociales y nacionales. La respuesta necesaria A diferencia de los '90, cuando la apertura se justificaba con promesas desarrollistas, el acuerdo de 2025 ni siquiera ofrece esas ilusiones. Es apertura pura y alineamiento geopolítico sin beneficios. Argentina negocia desde una posición de debilidad extrema, con un gobierno que ha hecho del alineamiento con Washington su objetivo. Un acuerdo de esta magnitud no puede negociarse en secreto y anunciarse como un hecho consumado. El vaciamiento de ANMAT, la cesión de datos personales, la subordinación del régimen de propiedad intelectual, constituyen renuncias a capacidades estatales básicas que afectarán a millones de trabajadores y a la mayoría de la sociedad. Se trata de un acuerdo inconsulto, que festeja el poder local y agrava la dependencia vulnerando normas institucionales, con efectos regresivos en las condiciones de vida de la población. No alcanza con rechazar el acuerdo suscripto con EEUU y la política del gobierno de Milei y sus cómplices. Argentina necesita reconstruir un bloque social y político para reorganizar el orden económico y la inserción internacional en tiempos de incertidumbres mundiales y agresiva política estadounidense para afirmar su hegemonía global.

Milei Prevailed in Argentina’s Midterms Despite Economic and Political Problems

Publicado en: https://inequality.org/article/milei-prevailed-in-argentinas-midterms-despite-economic-and-political-problems/ Milei Prevailed in Argentina’s Midterms Despite Economic and Political Problems By Julio C. Gambina The midterm election results in Argentina handed a political victory to Javier Milei’s far-right government of Javier Milei, despite recent economic, financial, and political problems. Indeed, there were currency runs and financial turmoil amid a decline in consumer spending and recessionary trends in production, with a resurgence of price increases and significant limits on productive recovery. At the same time, there was an increase in allegations of corruption, political scandals involving figures with links to drug trafficking, and fractures within the ruling party. Despite the turbulence and critical forecasts, more than 40 percent of the voting public supported Milei. Milei's leadership drew huge support from politically unknown figures throughout the country. He was marketed as being against traditional politics, even with his crazy musical performance and the terrible image of his entourage. Of course, there was the highest absenteeism in contemporary history, 32 percent, which — combined with the null or contested votes — amounts to more than 12 million people incredulous of politics as a way of solving problems. The most important considerations are Milei's victory and the rampant absenteeism, both of which call for reflection economic and political changes in Argentine society. One source of hope is the third place achieved by the left in several districts, especially in the country's capital city and in the province of Buenos Aires. Support from Trump It can be argued that these results are related to the economic and political support of the Trump administration. The support is self-serving in the context of the difficulties of contemporary capitalism, especially in the United States, which is challenged by China's expansion. Although Argentina may seem insignificant in its contribution to regional or global GDP, its relative weight looms large in the face of a reality that is eluding the interests of US foreign policy. The country is the tip of spear in an offensive against the leftist turn of the region in the early years of the 21st century. Thus the tightening of the blockade on Cuba, the deployment of troops in the Caribbean against Venezuela, and the attacks on the Colombian government and on anyone who does not submit to the expectations and desires of Washington. The US is intervening forcefully to change the balance of power in Latin America and the Caribbean, to get the region behind its global objectives of sustaining its threatened hegemony. The influx of dollars from the US Treasury to support Milei was part of a campaign to achieve MAGA's interests. Beyond the criticisms levied Democrats, some Republicans, the “gringo” press, or those economically affected, including workers who are not being paid due to the shutdown, Trump and Bessent's monetary investment is part of a global strategy to address the capitalist crisis. The Milei government is part of that strategic proposal, which has an impact on global and local capitalism. We have argued that Milei’s presidency is an experiment comparable to that of Chile in 1973, which set the course for a new experience of capitalist organization under the “neoliberal” dimension. Capitalism in crisis needs to reorganize itself and find ways and mechanisms that give meaning to the pursuit of profits and accumulation for domination and systemic reproduction. Hence the commitment to technological innovation, digitalization, and AI, which capitalism needs to be the focus of conversations rather than the growth of inequality and the impoverishment of large segments of society. That perspective needs to be agreed upon in society, even via cultural manipulation mediated by social media and fake news. Trump needs Milei and his “success,” even if it is temporary, to fight other battles to consolidate far right interests in the United States. We have argued that Trump and Milei should not be underestimated, that beyond any eccentricity, they express the will of a part of concentrated capital to give direction to capitalism in crisis. That is why Trump was financially assisting Milei while negotiating, once again, with China for the supply of rare earths and a renewed truce in the trade war. The terrain of capitalism is global. That is why the goals of political power transcend national boundaries. Local accumulation and the alternative Local powers here in Argentina needs consensus to recreate the accumulation model, which in the last 40 years was agribusiness exports and finance leveraged by public debt and privatizations. Now, for the powers that be, is the time to complement this with the use of unconventional hydrocarbons and metal mining associated with AI innovation and the digitalization of the economy. This requires investment and is the goal and expectation of the Milei government. A reorganization of local capitalism is required, as announced in 1975/76 and in ongoing process beyond the obstacles posed by the political tradition of the subordinate classes and their organization in trade union, territorial, popular, and even bourgeois movements associated with the model of substitution industrialization that has been hegemonic in the country for decades. That is why we have argued on several occasions that Milei sought to discipline local society from both below and above. The election results on October 26 do not mean that this goal has been achieved, but they do represent a step forward in that direction. That is why it is essential to think and act in terms of political alternatives — that’s the main thing missing in Argentina. Reorganizing the popular movement and providing a new horizon of transformative meaning is the imperative of the moment. Radicalism was the answer at one point in Argentine history, but today it appears diluted under libertarian hegemony. Peronism burst onto the scene as a popular response in the 1940s and has resurfaced in different guises, including Menem and Kirchner. At this conjuncture it appears disoriented even with the significant number of votes that keep it as the second largest political force in Argentina. Its fate is unknown, but it calls for political reformulations for a new moment in local and global capitalism. The left deserves to be discussed, given its visibility in the City of Buenos Aires, the Province of Buenos Aires, and Jujuy, even though it did not retain its representative in the Chamber of Deputies. We must study and understanding the moment of local capitalism, the structural changes that have taken place over half a century of reactionary restructuring, which now seeks to consolidate themselves with regressive labor, pension, and tax reforms. Everything has an impact on society’s subjectivity and consciousness. Due to everything that is happening, there is excitement in the “markets,” speculative investors driving down currency prices, who until yesterday were speculating against the local currency. The risk of Argentina defaulting is falling, and bonds and stocks are rising in anticipation of investments that have been elusive until now. It remains to be seen whether the horizon long awaited by the ruling class will materialize. While that happens, resistance will make itself present at protests in front of Argentine congress every Wednesday from retirees, alongside demands for wages, education, and health care, against looting and the widespread dissatisfaction with unresolved social needs. These are just some initial reflections on the current situation in an electoral period marked by a reactionary liberalization offensive, which give no cause for either pessimism or optimism, but rather for seeking a way around the current challenges faced by those harmed by the offensive of capital and the far right.

El No al ALCA dos décadas después. Lecciones de una lucha ganada en tiempos de neoliberalismo restaurado

Publicado en Huellas del Sur, en: https://huelladelsur.ar/2025/11/05/el-no-al-alca-dos-decadas-despues-lecciones-de-una-lucha-ganada-en-tiempos-de-neoliberalismo-restaurado/ Este noviembre se cumplen veinte años de uno de los hitos más importantes en la historia de las luchas populares latinoamericanas: el rechazo al Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) en la IV Cumbre de presidentes de las Américas, celebrada en Mar del Plata en noviembre de 2005. Aquellas jornadas no implicaron simplemente la derrota de un tratado comercial. Fue el momento en que un continente entero, articulado en una coalición sin precedentes de movimientos sociales, sindicatos, organizaciones campesinas e indígenas, sectores empresariales y gobiernos progresistas, expresión de un amplio espectro político, le puso un freno a un proyecto de integración económica subordinada a los Estados Unidos. Se trató de una inmensa movilización popular de confrontación con la estrategia de libre mercado de la principal potencia capitalista. El paralelo con la batalla de Seattle en 1999 es inevitable. Seattle es un punto importante de un conjunto de luchas y movilizaciones contra la globalización capitalista. Si aquella movilización contra la Organización Mundial del Comercio marcó un punto de inflexión en la resistencia al neoliberalismo a escala global, los encuentros en Mar del Plata representaron el momento decisivo para la región latinoamericana y caribeña. La combinación de la III Cumbre de los Pueblos en las calles, con miles de manifestantes, y la nueva correlación de fuerzas políticas al interior de la cumbre presidencial —especialmente con Venezuela y los cuatro países del Mercosur cerrando filas contra el ALCA— logró lo que parecía imposible apenas unos años antes: frenar en seco el proyecto de liberalización más ambicioso que se había intentado en el continente. Lo que estaba en juego era mucho. El ALCA proponía una integración basada exclusivamente en la libre circulación de mercancías, servicios y capitales, no de personas y no tenía consideración alguna sobre los impactos sociales, ambientales o sobre las cadenas productivas locales y regionales. Para las organizaciones populares que lo resistieron —sindicales, campesinas, indígenas, ambientales, políticas— el tratado representaba la profundización de un modelo que ya había mostrado sus consecuencias devastadoras durante la década neoliberal de los noventa: desindustrialización, precarización laboral y salarial, privatización de servicios y capital públicos, junto a la destrucción de las economías locales. Pero la oposición al ALCA no provino únicamente del campo popular, incluyendo el debate relativo al alcance de la lucha, contra el neoliberalismo o en confrontación con el orden capitalista. Un dato fundamental, que a menudo se minimiza en los relatos de aquella victoria, es que sectores importantes del empresariado industrial también se opusieron al libre comercio en esa coyuntura. El caso más emblemático fue el del empresariado industrial brasileño, que se coordinó con el gobierno de Lula da Silva para sostener una estrategia mercado-internista de industrialización y fortalecimiento de cadenas de valor locales y regionales, incluso como plataforma de base para las exportaciones. Resulta interesante verificar que, para estos actores, el ALCA significaba quedar expuestos a la competencia directa con las corporaciones estadounidenses en condiciones profundamente desiguales, lo que amenazaba con desmantelar décadas de desarrollo industrial. La convergencia estratégica, más allá de matices y contradicciones asociadas a intereses particulares, entre sectores empresariales nacionalistas, gobiernos progresistas y movimientos populares fue uno de los factores clave que hizo posible el triunfo de Mar del Plata. El debate al interior de esta amplia coalición transitaba por la confrontación con la política neoliberal instalada desde el Consenso de Washington, o si se debía ir más allá en la crítica al capitalismo y la sustentación de un proyecto transformador y emancipador. Encuentros hemisféricos contra el ALCA y la Alianza Social Continental: una coordinación sin precedentes Detrás de la resistencia que se materializó en Mar del Plata en 2005 hay una rica historia de articulación popular, recorrida por los Encuentros hemisféricos iniciados en 1998 en La Habana, la Alianza Social Continental emergente en 1999 en México y la saga anual del Foro Social Mundial convocada por redes sociales globales y organizadas desde el 2001 en Porto Alegre, Brasil. Son tres ámbitos de articulación que sentaron las bases del éxito contra el ALCA, al tiempo que constituyeron un semillero de acumulación de poder popular en la disputa de los gobiernos en la región latinoamericana y caribeña. Fueron ámbito de construcción de una subjetividad creciente de confrontación con la política neoliberal hegemónica, al tiempo que desplegaron en debates masivos una crítica trascendente con perspectiva emancipadora contra el capitalismo. Se recreaba el concepto de Nuestra América que acuñó José Martí y diferenciaba la lucha y objetivo de los pueblos de la propuesta sustentada desde EE. UU., la OEA y los gobiernos de la región, excepto Cuba. Una concepción que tiño los debates, las luchas y los programas de toda la región en los años que siguieron y que definieron las expectativas de transformación bajo el horizonte del cambio político, de crítica a la hegemonía neoliberal y de aspiraciones por construir otro orden posible. Mirado desde hoy sigue siendo una asignatura pendiente. Se trató de una articulación transnacional, más amplia y ambiciosa que los países de América Latina y el Caribe hayan conocido en su historia reciente. El logro principal remite a algo extraordinariamente difícil: coordinar a sindicatos, movimientos campesinos, organizaciones indígenas, grupos ambientalistas, colectivos de derechos humanos, movimientos estudiantiles y juveniles, junto a sectores de izquierda de todo el continente en torno a una agenda común de rechazo al ALCA y de construcción de alternativas de integración regional. Desde las Cumbres de los Pueblos que se realizaron paralelamente a las cumbres presidenciales —primero en Santiago de Chile en 1998, luego en Quebec en 2001, y finalmente en Mar del Plata— hasta las campañas de educación popular sobre los riesgos del ALCA, la articulación continental construyó un tejido organizativo transnacional que permitió que la resistencia estuviera enraizada en las realidades locales. Un hito central fue el proceso de consultas populares contra el ALCA, que en noviembre de 2003 sumó más de 2 millones de votos en toda la Argentina y cerca de 11 millones en Brasil. Dos décadas después, resulta difícil imaginar una coordinación de tal magnitud en el presente. El declive del ciclo de luchas que caracterizó las décadas de los noventa y los años 2000, la fragmentación de las organizaciones y los cambios en el escenario político regional hacen que aquella experiencia parezca hoy casi irrepetible. El No al ALCA y los gobiernos progresistas El rechazo al ALCA no fue solo una victoria defensiva. Abrió un espacio político fundamental para los experimentos de los gobiernos progresistas que estaban emergiendo en la región. La derrota del proyecto estadounidense de integración subordinada permitió que florecieran propuestas alternativas de regionalismo: desde el ALBA (Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América) impulsada por Venezuela y Cuba, hasta el fortalecimiento de las articulaciones regionales, incluso la creación de UNASUR y posteriormente de la CELAC, primera articulación que excluyó a EEUU y a Canadá. Estos proyectos, con todas sus limitaciones y contradicciones, compartían un denominador común: la búsqueda de una cooperación entre Estados que no estuviera exclusivamente determinada por la lógica del libre comercio, sino que incorporara dimensiones políticas, sociales, culturales y estratégicas. Se habló de soberanía alimentaria, energética y financiera. Se creó el Banco del Sur, aunque no llegó a funcionar, como alternativa a las instituciones financieras tradicionales, sustentando la necesidad de una Nueva Arquitectura Financiera Regional para la promoción de un modelo productivo y de desarrollo para satisfacer las necesidades populares. Las propuestas avanzaron en mecanismos de cooperación política que iban más allá del comercio. Incluso, países como Bolivia y Ecuador pusieron en cuestión el sistema de protección de inversiones extranjeras y terminaron todos sus tratados de inversión con las potencias europeas y con Estados Unidos y Canadá. Más aún, en sus nuevas Constituciones incluyeron las concepciones de los pueblos originarios del “vivir bien” o del “buen vivir”. Sin el movimiento popular del No al ALCA, estos experimentos simplemente no hubieran sido posibles. El tratado habría establecido un marco normativo que limitaría drásticamente las posibilidades de políticas industriales activas, de regulación de inversiones extranjeras, de protección de sectores estratégicos o de priorización de la integración regional sudamericana. Por eso, el éxito popular logrado hace dos décadas en Mar del Plata, no solo fue una batalla ganada, sino que abrió un horizonte de posibilidad para pensar y construir otro tipo de integración continental. ¿Es pensable hoy otro “No al ALCA”? Este interrogante supone un aspecto incómodo para el análisis, pero necesario. Sostenemos que el rechazo al proyecto ALCA correspondió a un momento particular de la historia reciente: la fase de impugnación de masas al proyecto de liberalización. Esa dinámica de luchas fue la condición de posibilidad para la emergencia de gobiernos progresistas o críticos hacia la hegemonía neoliberal en la región. Ese momento se ha transformado radicalmente con la contraofensiva de las derechas y la ultraderecha, quienes intentan definir el curso reaccionario para la consolidación del proyecto del capital más concentrado que actúa en los países de Nuestra América. Hoy atravesamos un momento de desarticulación de las luchas populares, a contramano de lo característicos de las últimas tres décadas. La crisis y derrota de muchos gobiernos progresistas y el auge de las derechas (que, paradójicamente, enarbolan banderas contra el libre comercio) es un elemento a destacar, claro que en contraste con otras experiencias que retoman el legado de la impugnación al neoliberalismo, especialmente luego de las luchas populares y juveniles de Chile y de Colombia. Aludimos a las derechas y remitimos al caso más emblemático de EEUU, con Donald Trump, quien durante su presidencia criticó el TLCAN como “el peor tratado de la historia”, impuso aranceles a China, a Canadá y a México en el marco de una “guerra comercial” generalizada; paralizó la Organización Mundial del Comercio y se retiró del Tratado Transpacífico. Para recuperar la hegemonía estadounidense, levanta una propuesta que pareciera coincidir con el programa de las luchas de los movimientos populares latinoamericanos y caribeños de los últimos años. Pero: a no confundirse, las apariencias engañan. El objetivo de la administración Trump se orienta a una reconfiguración del capitalismo en crisis para reorganizar el sistema de relaciones capitalistas bajo la hegemonía de EE. UU. En ese camino se asocia a las ultraderechas en los gobiernos de la región, especialmente con el argentino Javier Milei y el salvadoreño Nayib Bukele, en tanto vanguardias de varios gobiernos liberalizadores y de derecha, base política de una reorganización liderada por el capital transnacional. Nuestro interrogante fundamental se sostiene: ¿es pensable hoy un rechazo al libre comercio y al libre cambio tan rotundo por parte del movimiento popular latinoamericano y caribeño como el que se articuló contra el ALCA? Incluso, y más importante aún: ¿sería suficiente para cambiar el camino de la política regional actual? Por un lado, la apropiación de la retórica anti-libre comercio por parte de figuras como Trump revela una trampa: el discurso contra los tratados comerciales puede servir tanto a proyectos emancipatorios como a nacionalismos corporativos que solo buscan fortalecer a las empresas de su país sin cuestionar las asimetrías fundamentales del capitalismo global. Trump no critica al TLCAN por solidaridad con las/os trabajadoras/es mexicanos desplazadas/os, sino porque las corporaciones estadounidenses perdieron ventajas competitivas. Por otro lado, el contexto global se ha transformado profundamente. Las cadenas globales de valor han fragmentado los procesos productivos de tal manera que resulta cada vez más difícil pensar estrategias puramente nacionales o incluso regionales. Además, los tratados bilaterales de libre comercio que varios países latinoamericanos firmaron desde el año 2000 (Chile, Perú, Colombia, Centroamérica) han consolidado un modelo de apertura que coexiste contradictoriamente con discursos de integración regional. En este periodo, China emergió como un actor fundamental en América Latina, estableciendo relaciones comerciales y financieras que no modifican en esencia las lógicas de producción y circulación primario exportadoras. En este contexto, las perspectivas para los movimientos populares y sus proyectos de transformación y emancipación son complejas. No se trata simplemente de repetir la fórmula del No al ALCA, sino que se requiere una actualización profunda de las estrategias de resistencia que reconozca varias cosas: primero, que la crítica al libre comercio debe ir acompañada de una crítica más integral al capitalismo global, entendiendo que el comercio está entrelazado con cuestiones productivas, financieras, ambientales y digitales. Se trata de la producción y la circulación en conjunto. Debe reconocerse que el nacionalismo económico tiene límites estructurales evidentes en tiempos de internacionalización de la producción, transnacionalización del capital y medidas restrictivas con sanciones unilaterales aplicadas por los principales Estados del orden capitalista para sustentar la hegemonía en discusión. En ese marco, apostar a “recuperar la soberanía estatal” puede terminar fortaleciendo proyectos que no necesariamente apuntan a la emancipación social. Sostenemos que es necesario reconstruir formas de internacionalismo solidario que vayan más allá de las articulaciones anti-tratados, conectando las diversidades de las luchas de comunidades migrantes y pueblos indígenas afectadas por el saqueo de los bienes comunes y la explotación exacerbada con la precariedad laboral y salarial. Veinte años después de Mar del Plata, la pregunta ya no es solo cómo derrotar tratados de libre comercio, sino cómo construir alternativas concretas que cuestionen la lógica misma de un sistema económico global, el capitalismo, que requiere, estructuralmente, de la exclusión y precarización de amplios sectores sociales. Reconocemos que se requiere reactivar la masividad de la lucha popular, recreando los programas emergentes de esa dinámica de confrontación sociopolítica, para recrear formas políticas para hacer efectiva la transformación social y llevar adelante el proyecto de emancipación social en contra del régimen del capital y más allá. Julio César Gambina es Profesor de Economía Política. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas (Fisyp). Integrante de la Junta directiva de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA. Luciana Ghiotto es Investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Investigadora asociada del Transnational Institute (TNI). Integrante de ATTAC Argentina y de la Plataforma América Latina mejor sin TLC. FacebookXMastodonBlueskyWhatsAppTelegramWeChatEmailCompartir

Mar del Plata 2005: cuando América Latina derrotó al ALCA y abrió un nuevo horizonte político

Publicado en PERFIL: https://www.perfil.com/noticias/opinion/america-latina-derroto-al-alca-y-abrio-un-nuevo-horizonte.phtml Mar del Plata 2005: cuando América Latina derrotó al ALCA y abrió un nuevo horizonte político A veinte años de aquella histórica jornada, la victoria contra el Área de Libre Comercio de las Américas sigue siendo un faro para pensar las resistencias continentales. Pero el contexto cambió radicalmente y las estrategias deben actualizarse. Por Julio César Gambina y Luciana Ghiotto Noviembre de 2025 marca dos décadas de uno de los hitos políticos más significativos de América Latina y el Caribe en el siglo XXI. En Mar del Plata, durante la IV Cumbre de Presidentes de las Américas de 2005, el proyecto del Área de Libre Comercio de las Américas (ALCA) fue definitivamente sepultado. Pero aquella jornada fue mucho más que la derrota de un tratado comercial: representó el momento en que un continente entero, movilizado desde abajo, logró frenar en seco el proyecto de libre mercado que Estados Unidos y las elites locales habían diseñado para la región. La comparación con Seattle 1999 es inevitable. Si la batalla contra la Organización Mundial del Comercio (OMC) marcó un punto de inflexión global en la resistencia al neoliberalismo, Mar del Plata fue el momento decisivo para América Latina. Miles de manifestantes en las calles durante la III Cumbre de los Pueblos, combinados con una nueva correlación de fuerzas al interior de la cumbre presidencial —Venezuela y los cuatro países del Mercosur cerrando filas contra el ALCA sumado al apoyo político de Cuba— lograron lo que parecía imposible. La campaña continental contra el ALCA: articulación sin precedentes Detrás de aquella victoria estuvieron los Encuentros hemisféricos contra el ALCA y la Alianza Social Continental (ASC), promoviendo la articulación transnacional más amplia que América Latina había conocido. Sindicatos, movimientos campesinos, organizaciones indígenas, grupos ambientalistas y sectores de izquierda de todo el continente coordinaron una agenda común de rechazo al ALCA y construcción de alternativas. La capacidad de movilización fue verdaderamente continental. Desde las Cumbres de los Pueblos —Santiago 1998, Quebec 2001, Mar del Plata 2005— hasta las campañas de educación popular que llegaron a comunidades rurales y fábricas, la lucha contra el ALCA construyó un tejido organizativo que hizo posible que la resistencia fuera simultáneamente masiva y enraizada localmente. Un momento emblemático fue el proceso de consultas populares, que en noviembre 2003 sumó más de 2 millones de votos solo en Argentina. Un dato fundamental, a menudo minimizado, es que sectores importantes del empresariado industrial también se opusieron al libre comercio en esa coyuntura. El caso más claro fue el del empresariado brasileño, que se coordinó con el gobierno de Lula para sostener una estrategia de industrialización y fortalecimiento de cadenas de valor regionales. Esta convergencia entre sectores empresariales nacionalistas, gobiernos progresistas y movimientos sociales y políticos fue clave para el triunfo. La victoria no fue solo defensiva. Abrió espacio para experimentos como el ALBA, el fortalecimiento del Mercosur, UNASUR y la CELAC. Se habló de soberanía alimentaria, energética y financiera. Se creó el Banco del Sur. Ecuador y Bolivia denunciaron sus tratados de protección de inversiones extranjeras con las potencias europeas y norteamericanas. Sin el No al ALCA, estos experimentos simplemente no hubieran sido posibles. El presente: un escenario radicalmente transformado Dos décadas después, el momento histórico es otro. El ciclo de luchas contra la globalización neoliberal que caracterizó los noventa y dos mil entró en declive. Muchas organizaciones que conformaron la ASC se fragmentaron. Los gobiernos progresistas enfrentaron crisis y derrotas. Y surgió una paradoja inquietante: figuras de derecha como Donald Trump apropiaron el discurso contra el libre comercio. Trump criticó el tratado comercial con México y Canadá (TLCAN) como el peor tratado de la historia, impuso aranceles a prácticamente todos los países del globo, con foco en China y México y paralizó la OMC. Hizo exactamente lo que los movimientos sociales latinoamericanos habían pedido durante décadas. Pero desde una lógica completamente distinta: un nacionalismo corporativo que solo busca fortalecer a las empresas estadounidenses sin cuestionar las asimetrías del capitalismo global. Mientras tanto, lo que el ALCA pretendía unificar se fragmentó en múltiples tratados bilaterales con resultados igualmente devastadores: desindustrialización, precarización laboral, reprimarización exportadora. China emergió como actor central, pero sus inversiones reproducen frecuentemente lógicas extractivistas. Las cadenas globales de valor fragmentaron los procesos productivos de manera que dificultan estrategias puramente nacionales o regionales. ¿Es pensable hoy otro 'No al ALCA'? Esta es la pregunta incómoda pero necesaria en la conmemoración. El rechazo al ALCA correspondió a un momento particular: la decadencia del neoliberalismo ortodoxo, el auge de movimientos sociales antiglobalización, y la emergencia de gobiernos progresistas. Ese momento se transformó radicalmente. La apropiación del discurso anti-libre comercio por Trump y otros nacionalismos de derecha revela una trampa: ese discurso puede servir tanto a proyectos emancipatorios como a nacionalismos corporativos. Trump no critica al TLCAN por solidaridad con trabajadores mexicanos desplazados, sino porque las corporaciones estadounidenses perdieron ventajas. Por otro lado, el contexto global cambió profundamente. La crisis climática agrava la presión extractivista. Las plataformas digitales transnacionalizaron formas inéditas de precarización laboral. En este escenario, las perspectivas para los movimientos sociales son complejas. No se trata de repetir la fórmula del No al ALCA. Se requiere actualizar las estrategias reconociendo varias cosas: primero, que la crítica al libre comercio debe ir acompañada de una crítica más integral al capitalismo global. Segundo, que el nacionalismo económico tiene límites estructurales evidentes. Tercero, que se necesita reconstruir solidaridades transnacionales que vayan más allá de las articulaciones anti-tratados. Veinte años después de Mar del Plata, la pregunta ya no es solo cómo derrotar tratados de libre comercio, sino cómo construir alternativas concretas que cuestionen la lógica de un sistema económico que requiere, estructuralmente, de la exclusión y precarización de amplios sectores sociales. Pero el legado de Mar del Plata permanece: demostró que es posible construir poder popular a escala continental. Ese aprendizaje sigue vigente, aunque las formas concretas de resistencia deban reinventarse para este momento histórico. ___ Julio César Gambina Profesor de Economía Política. Presidente de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas (Fisyp). Integrante de la Junta directiva de la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA. Luciana Ghiotto Investigadora del CONICET y docente de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Integrante del Transnational Institute (TNI).

¿Éxito o fracaso de la economía en Argentina? Una respuesta a Nouriel Roubini

El resultado electoral de medio término en Argentina del 26 de octubre motiva exultantes augurios relativos a que “Argentina está en camino al éxito económico”, tal como afirma Nouriel Roubini en Project Syndicate , dejando el asunto supeditado al desembarco de millonarias inversiones en el sector productivo. Se anima el autor a sugerir un pronto arribo al país de 70.000 millones de dólares para lo que se asienta en un anuncio electoral de una inversión de 25.000 millones de dólares de OpenAI, imposible de asegurar su materialización, exagerada en volumen desde ya. Señala que las “enormes dotaciones de recursos naturales del país estaban destinadas a atraer enormes cantidades de inversión extranjera directa (IED). El optimismo del profesor neoyorkino se asocia al swap facilitado por la gestión Trump por 20.000 millones de dólares, lo que acercará a Milei al mercado financiera mundial y renovar los imposibles pagos de deuda que se acumulan en el corto plazo. En definitiva, asistencia financiera estadounidense para postergar vencimientos renovando una deuda pública que es a todas luces impagables, con la “imaginación” de futuras inversiones productivas para consolidar el saqueo de los bienes comunes de la Argentina. ¿Qué destaca Roubini en el plan Milei? La baja de la inflación y la contención del tipo de cambio, junto a un ajuste fiscal del 5% del PBI. ¿A qué costo profesor? No le importa la pérdida bajo gestión Milei de 169.240 empleos en el sector privado, los 101.051 en el sector público y los 21.645 de casas particulares, totalizando 291.936 empleos formales; ni los 87,8 billones de pesos de recortes fiscales, entre los que destacan 22,1 billones de obra pública, 16,2 billones de jubilaciones o 13 billones de programas sociales. Lo suyo parece ser la matemática, sin indagar en los límites de la estadística oficial, cuestionada profesionalmente hasta por organismos internacionales, o el “pecado original” de una devaluación en el origen de la gestión llevando la cotización de 360 pesos por dólar a 800 pesos como medida de arranque, base del 25,5% de inflación en diciembre del 2023. Por otra parte, la represión del conflicto social es parte sustancial de la estrategia de los libertarios para contener la protesta social, visibilizada todos los miércoles en las concentraciones de jubilados y jubiladas frente al Congreso Nacional, entre otras masivas movilizaciones en defensa de la educación o la salud pública, contra el desempleo y en defensa de conculcados derechos sociales. El profesional neoyorquino coincide en definitiva con el emprendedor millonario de la gran manzana que habita la Casa Blanca. El capitalismo estadounidense necesita del éxito de la gestión Milei para asegurar un “modelo” exitoso para el capitalismo en crisis, cueste lo que cueste. Por eso, Roubini alude al rumbo que debieran seguir Brasil, Chile o Colombia. Qué casualidad que Trump amenaza y confronta a Colombia y a Brasil y empuja una salida por derecha en las elecciones próximas de Chile. El poder se inclina por derecha La realidad es que el poder global expresado en la iniciativa del Estado estadounidense, más el desembarco ostensible de JP Morgan a nombre de la banca transnacional asentada en Wall Street y la propaganda de profesionales sistémicos manifestadas en medios y redes de comunicación que modelan las conciencias sociales favorecen la consolidación de procesos antipopulares como el argentino. Claro que al mismo tiempo debe señalarse la ausencia de una alternativa creíble y asumida por la población local para disputar gobierno y poder en el camino de la satisfacción de necesidades sociales y no de la rentabilidad del capital. Argentina, la región y el mundo habilitan un debate a contramano del horizonte de derecha de los gurúes internacionales, y quizá, en el propio Nueva York esté la respuesta luego de la elección de alcalde. El programa sustentado por Zohran Mamdani, de financiar con impuestos a los ricos la resolución de las demandas populares, pueda mostrarse como otro rumbo al sustentado por el poder. Buenos Aires, 6 de noviembre de 2025

Argentina y el saqueo de los Bienes comunes. El papel del FMI, del tesoro y el gobierno de EEUU

Intervención leída el 7/11/2025 en inglés en la reunión de economistas y ecologistas por una revolución en la financiación internacional del clima, en la PRE COOP30, Belem, Brasil. Argentina and the plundering of common resources: The role of the IMF, the Treasury, and the US government (primero en inglés y luego en español) Good morning. It’s a pleasure to share this debate with you. Thank you very much for the invitation, Frederic, and for bringing together this group of intellectuals and professionals for a discussion that is strategic at this moment in time. We have little time, so I want to make a very concrete presentation, thinking about my country, Argentina, and the current moment. Here we are discussing the issue of financial needs and climate change, and well, Argentina is currently facing a historical problem that has been developing for half a century: public debt. A public debt that has become a mortgage on Argentine society as a whole — one that generates interest payments which, year after year, compete with the needs of social spending, such as health, education, and many other areas. At this moment, Argentina is being directly financed by the U.S. Treasury, and even indirectly — through the Treasury and the U.S. government — by the International Monetary Fund. In this dynamic involving the Treasury, the government, and the IMF, there is also a decision by transnational banking to assist Argentina, currently managed by JP Morgan. The question many people around the world, including in the United States, are asking — at a time when the U.S. government is facing shutdown threats — is: why this willingness to finance Argentina amid a global crisis? Why is Argentina being financially supported? There are both political and economic reasons. Among the political reasons, we can mention how the global far right — or a faction of it, led by Donald Trump — needs Argentina’s far-right government, headed by Javier Milei, to become a spearhead for U.S. foreign policy across the region. Mainly in Chile, where elections are just days away, the powerful United States would like Chile to become as functionally subordinate to U.S. foreign policy as Argentina currently is. But the same applies to Colombia, where strong political pressure is being exerted so that, in next year’s presidential transition, Colombia returns to the fold of U.S. hegemonic influence — the same influence that allowed multiple U.S. military bases to be established on Colombian soil. Argentina is the only one among the five relatively more developed countries that is completely subordinated to the logic of the U.S. government. Brazil and Mexico, the two largest, are not fully aligned; nor are Chile and Colombia, which follow Argentina in relative size. The political or geopolitical reasons have to do with this U.S. intention to reaffirm its power in the region against its main global competitor, China — whose commercial, economic, and financial presence has grown throughout Latin America. But there are also economic reasons. Those reasons underlie, for example, the military siege over Venezuela. The economic issue is that the United States seeks to dominate and appropriate Argentina’s and the region’s common goods — its natural resources, in traditional terms. Of course, we’re talking about Argentina and the United States being governed by presidents who are climate change deniers. Therefore, they have no qualms about advancing the exploitation of natural resources — the plundering of common goods. Historically, Argentina and the U.S. have been competitors, not complementary economies. Yet, in this third decade of the 21st century, they have become complementary — because the U.S. needs to loot Argentina’s common goods, to appropriate Patagonia’s abundant water, which is essential for developing new technologies, for data centers needed by emerging technologies such as blockchain and digital currencies. The U.S. needs Patagonia — its cold climate, its water, uranium, energy, and land. That is why financial support is necessary: to ensure the far right remains in control of Argentina’s capitalist management. These are political and economic reasons explaining U.S. government intervention to reinforce Argentina’s dependency — and that of the region as a whole — as a way to reaffirm the dominant role the United States plays as the most powerful state in global capitalism, and its influence within international organizations, especially financial ones. Just as the U.S. defined in 1944 a financial system functional to its domination — through its national currency, the dollar — today, in 2025, it seeks to restructure international relations. To do so, it breaks traditional norms, acts unilaterally by applying sanctions, and tries to reorganize its “backyard,” Latin America and the Caribbean, for a global dispute. First, it disciplined Europe and subordinated it to its logic; it has just reached agreements with Japan to bring it under the same dynamic; and now it seeks to do the same with Latin America and the Caribbean, in order to secure better economic and political conditions for its global contest for hegemonic leadership against China. That is why, in the lead-up to COP 30, this discussion is so important — because it is essential that the peoples themselves define their own priorities for restructuring the world’s economy and society according to their needs and interests. Thank you. Argentina y el saqueo de los Bienes comunes. El papel del FMI, del tesoro y el gobierno de EEUU Por Julio Gambina Buenos días. Un gusto compartir con ustedes este debate. Muchas gracias por la invitación, Frederic, y por reunir a este conjunto de intelectuales, profesionales, para un debate que resulta estratégico en este tiempo. Tenemos poco tiempo y quiero hacer una presentación muy concreta pensando en mi país, en la Argentina y en el momento actual. Aquí estamos discutiendo el tema de necesidades financieras y cambio climático y bueno, Argentina, en este momento está insistiendo en un problema histórico que viene desarrollando desde hace medio siglo que es el endeudamiento público. Un endeudamiento público que constituye una hipoteca para el conjunto de la sociedad argentina. y es una hipoteca que genera unos intereses que año a año compiten con las necesidades del gasto social, entre otros en salud, educación y muchos otros rubros. Argentina está siendo financiada en estas horas directamente por el Tesoro de Estados Unidos e incluso por intermedio del Tesoro y el Gobierno de Estados Unidos por el Fondo Monetario Internacional. E incluso con esta dinámica de Tesoro, Gobierno, Fondo Monetario Internacional, hay una decisión de la banca transnacional de asistir a la Argentina gerenciada en estas horas por JP Morgan. La pregunta que muchos se hacen en el mundo, e incluso en Estados Unidos, en un tiempo de cierre del gobierno, de shutdown, es por qué esta vocación financiadora en la coyuntura argentina y mundial de crisis, porque se asiste financieramente a la Argentina. Y hay razones políticas y razones económicas. Entre las políticas podemos mencionar como la ultraderecha global, o una fracción de la ultraderecha global, liderada por Donald Trump, necesita que la ultraderecha gobernante en la Argentina, encabeza de Javier Milei, se constituya una punta de lanza para intervenir con la política exterior estadounidense en toda la región. Principalmente en Chile, que estamos a días de un proceso electoral y el todopoderoso Estados Unidos quisiera que Chile sea totalmente funcional y subordinado, como es la Argentina, a la política exterior estadounidense. Pero también lo hace sobre Colombia, ejerce una fuerte presión política en Colombia para que en el proceso de renovación presidencial del próximo año Colombia vuelva al redil de la influencia hegemónica de Estados Unidos que es lo que permitió que una cantidad de bases militares estadounidenses se asentaran en territorio colombiano. La Argentina es el único país de los cinco de mayor desarrollo relativo que es totalmente subordinado a la lógica del gobierno estadounidense, ya que Brasil y México, los dos más grandes, no son totalmente funcionales, ni los que le siguen en tamaño relativo a la Argentina como Chile y Colombia. Las razones políticas o geopolíticas tienen que ver con esa intencionalidad de reafirmación del poder político de Estados Unidos en la región con su principal competidor, en el ámbito mundial que es China, que ha crecido en su peso comercial, económico, financiero, en toda la región. Pero también hay razones económicas, que las razones económicas están, por ejemplo, en la base del asedio militar sobre Venezuela. El problema económico es que Estados Unidos necesita dominar y hacerse de los bienes comunes de Argentina y de la región, de los recursos naturales en la jerga tradicional. Y claro, estamos hablando de Argentina y Estados Unidos que están gobernadas presidentes que son negacionistas del cambio climático y por lo tanto no tienen ningún problema en avanzar en la explotación de recursos naturales, en el saqueo de los bienes comunes, porque si históricamente Argentina, por ejemplo, y Estados Unidos han sido competidores, economías no complementarias. Bueno, en la coyuntura de esta tercera década del siglo XXI, hay complementariedad porque Estados Unidos necesita del saqueo de los bienes comunes en Argentina porque necesita la apropiación de la Patagonia de la abundante agua que se requiere para el desarrollo de las nuevas tecnologías, de los centros de datos imprescindibles para la aplicación de las nuevas tecnologías del blockchain en que se asientan las monedas en desarrollo. Las cibermonedas. Requiere Estados Unidos de la Patagonia, del clima frío, del agua, del uranio, de la energía, de la tierra. Por eso la necesidad del apoyo financiero para asegurar la permanencia en la gestión del capitalismo argentino de la ultraderecha. Son razones políticas y razones económicas que explican la intervención del gobierno de Estados Unidos para afirmar la dependencia de la Argentina, la dependencia del conjunto de países de la región, y es una forma de afirmar el papel que tiene Estados Unidos en la dominación que ejerce como Estado más poderoso del capitalismo mundial, y el papel que Estados Unidos despliega en las organizaciones internacionales, especialmente las financieras. Y así como definió en 1944 un sistema financiero funcional a la dominación de Estados Unidos desde su moneda nacional, el dólar, hoy, en el 2025, necesita reestructurar el sistema de relaciones internacionales y por eso rompe las normas tradicionales, ejerce el rol unilateral de aplicar sanciones e intenta reorganizar en primer lugar su patio trasero, América Latina y el Caribe, para una disputa global. Claro, primero, disciplinó a Europa y ha subordinado a Europa a su lógica, acaba de hacer acuerdos con Japón para subordinar también a Japón a su dinámica y en la etapa actual intenta hacerlo con América Latina y el Caribe para generarse mejores condiciones económicas y políticas para su disputa global por el gobierno hegemónico del sistema mundial con China. Por eso la discusión previo a la COP 30 tiene la importancia de que los pueblos definan sus propias prioridades. para la reestructuración de la economía y la sociedad mundial en función de las necesidades y los intereses de los pueblos. Muchas gracias.

Milei se impuso a pesar de los problemas económicos y políticos

El resultado electoral de medio término en la Argentina otorgó un triunfo político al gobierno de la ultraderecha de Javier Milei, pese a los problemas económicos, financieros y políticos de los últimos tiempos. En efecto, hubo corridas cambiarias y turbulencias financieras en el marco de una caída del consumo popular y tendencias recesivas en la producción, con recrudecimiento del alza de precios y límites importantes para la reactivación productiva. En simultáneo, crecieron las denuncias de corrupción, los escándalos políticos por vínculos de personajes libertarios con el narco tráfico y las fracturas al interior del oficialismo. A pesar de las turbulencias y pronósticos críticos, el voto positivo organizó más del 40% de consenso electoral, para un partido competitivo electoralmente en todo el país, una de las novedades de la política local. El liderazgo de Milei arrastró consenso electoral con figuras ignotas en todo el país. El marketing fue el presidente y su narrativa en contra de la política tradicional, aún con su alocado concierto musical y la pésima imagen de su entorno. Claro que hubo el mayor ausentismo de la historia contemporánea, un 32%, que sumados al voto nulo o impugnado alcanza a más de 12 millones de personas, incrédulas de la política como forma de resolución de problemas- Lo relevante es el triunfo de Milei y el ausentismo, lo que convoca a pensar los cambios económicos y políticos en la sociedad argentina. Una esperanza es el tercer lugar de la izquierda en varios distritos, especialmente en la Ciudad Capital del país y en la Provincia de Buenos Aires. Apoyo de Trump Puede afirmarse que estos resultados están asociados al sostenimiento económico y político de la gestión Trump. Un apoyo interesado en el marco de las dificultades del capitalismo contemporáneo y muy especialmente el estadounidense, desafiado por la expansión China. Aunque parezca minúscula la Argentina, en términos económicos y su contribución al PBI regional o global, el peso relativo se agiganta ante una realidad esquiva para los intereses de la política exterior estadounidense. El país es la punta de lanza de una ofensiva contra la impugnación liberalizadora que supuso el cambio político en la región en los primeros años del siglo XXI. Por eso el agravamiento del bloqueo sobre Cuba y el despliegue de tropas en el Caribe, contra Venezuela, las agresiones hacia el gobierno colombiano y a cualquiera que no se subordine a las expectativas y deseos de Washington. EEUU interviene con fuerza para cambiar la correlación de fuerzas en América Latina y el Caribe, para blindar políticamente a la región en sus objetivos globales de sostenimiento de la hegemonía amenazada. La afluencia de dólares desde el Tesoro de EEUU destinados a sostener a Milei fue parte de una campaña para el logro de los intereses de MAGA. Más allá de la crítica de los Demócratas, incluso de algunos Republicanos, de la prensa “gringa” o los afectados económicos, incluso trabajadores que no cobran por el shutdown, la inversión monetaria de Trump y Bessent es parte de una estrategia global para enfrentar la crisis capitalista. El gobierno Milei es parte de esa propuesta estratégica, que tiene impacto en el capitalismo global y local. Hemos sostenido que Milei es un ensayo asimilable al chileno del 73 del siglo pasado, que marcó el rumbo para una nueva experiencia de la organización capitalista bajo la dimensión “neoliberal”. El capitalismo en crisis necesita reorganizarse y encontrar formas y mecanismos que otorguen sentido a la búsqueda de ganancias y a la acumulación para la dominación y reproducción sistémica. Por eso la apuesta a la innovación tecnológica, la digitalización y la IA, que necesita ser consensuada más allá del crecimiento de la desigualdad y la miserabilización en una amplia franja de la sociedad. Esa perspectiva necesita ser consensuada socialmente, incluso vía manipulación cultural mediada por redes y falsas noticias (fakes). Trump necesita de Milei y de su “éxito”, aunque sea transitorio, para dar otras batallas de consolidación de las ultraderechas funcionales al poder de EEUU. Hemos sostenido que no debe subestimarse a Trump o a Milei, que más allá de cualquier excentricidad, expresan la voluntad de una parte del capital más concentrado para otorgarle rumbo al capitalismo en crisis. Por eso, Trump asistía financieramente a Milei mientras negociaba, una vez más, con China la provisión de las tierras raras y una reiterada tregua en la guerra comercial. El terreno del capitalismo es global. Por eso, la iniciativa política del poder trasciende las especificidades nacionales. La acumulación local y la alternativa El poder local necesita consensos para recrear el modelo de acumulación, que en los últimos 40 años fue el agro negocio de exportación y las finanzas apalancadas por el endeudamiento público y las privatizaciones. Ahora es tiempo de complementar con la explotación de hidrocarburos no convencionales y minería metalífera asociada a la innovación de la IA y la digitalización de la economía. Para eso se requieren inversiones y es la aspiración y expectativa del gobierno Milei. Se requiere una reorganización del capitalismo local, enunciada en 1975/76 y en proceso continuo más allá de los obstáculos interpuestos por la tradición política de las clases subalternas y su organicidad en movimientos sindicales, territoriales, populares e incluso del entramado burgués asociado al modelo de la industrialización sustitutiva hegemónico por décadas en el país. Por eso sostuvimos en variadas ocasiones que Milei pretendía disciplinar por abajo y por arriba a la sociedad local. El resultado electoral del 26/10 no supone el logro del objetivo, pero si un avance en ese sentido. Por eso resulta imprescindible pensar y actuar en términos de alternativa política, la principal ausencia en la Argentina. Reorganizar al movimiento popular y otorgar un nuevo horizonte de sentido transformador es el imperativo del momento. El radicalismo fue respuesta en un momento de la historia local y hoy aparece diluido bajo la hegemonía libertaria. El peronismo irrumpió como respuesta popular en los 40 y resurgió bajo facetas diferentes, entre Menem y Kirchner, y en esta coyuntura aparece desorientado aun con un caudal de votos importante que lo mantiene como segunda fuerza política. No se sabe su destino, pero convoca a pensar en reformulaciones políticas para un nuevo momento del capitalismo local y global. La izquierda merece ser discutida, desde su visibilidad en CABA y en la Provincia de Buenos Aires y en Jujuy, aun cuando no retuvo su legislador en la Cámara de Diputados. Se trata de estudiar y comprender el momento del capitalismo local, los cambios estructurales gestados en medio siglo de reestructuración reaccionaria, que ahora pretenderán consolidarse con regresivas reformas laborales, previsionales y tributarias. Todo impacta en la subjetividad y la conciencia social. Por todo lo que acontece existe algarabía de los “mercados”, inversores especulativos que hacen bajar las cotizaciones de las divisas, que hasta ayer especulaban contra la moneda local; baja el riesgo país y suben los títulos y acciones en la expectativa de inversiones hasta ahora esquivas. Habrá que ver si el horizonte esperado por la clase dominante desde hace tiempo se materializa. Mientras, la resistencia se hará presente todos los miércoles de las jubiladas y los jubilados, junto a la diversidad de reclamos salariales, por la educación y la salud, contra el saqueo y por tanta insatisfacción de irresueltas necesidades sociales. Son solo unas primeras reflexiones para pensar la coyuntura de un tiempo electoral de ofensiva liberalizador reaccionaria, que no dan ni para el pesimismo ni para el optimismo, sino para buscarle la vuelta a los desafíos actuales de los perjudicados por la ofensiva del capital y de la ultraderecha. Buenos aires, 27 de octubre de 2025

Trump y Milei constituyen una sociedad peligrosa

La gestión Trump decidió un apoyo incondicional al gobierno argentino de Javier Milei (cuya gestión se extiende desde diciembre del 2023 a diciembre del 2027), sometido en la coyuntura a una importante crisis económico y a una elección de medio turno el próximo 26 de octubre. El Presidente de EEUU afirmó que, si Milei no gana las elecciones, el apoyo no se continuará, lo que debe entenderse como la continuidad de una política de gobierno en la Argentina que sostenga el alineamiento incondicional del país sudamericano a la política exterior de EEUU bajo la gestión Trump. Antecedentes del apoyo estadounidense nos remite al 2018, en la primera presidencia de líder de MAGA. En aquella ocasión, el FMI rescató a la Argentina de una profunda crisis, en tiempos del gobierno de derecha de Mauricio Macri. El salvataje financiero consistió en un préstamo de 57.000 millones de dólares, de los que se desembolsaron 45.000 millones. Sin el apoyo de Trump, el FMI no habría convertido a la Argentina en su principal deudor. Los salvatajes a sus socios de la derecha regional no son novedad, pero se potencian en este 2025, ante el aislamiento de Washington respecto de los gobiernos de los principales países de Latinoamérica. En efecto, de los 5 de mayor peso relativo, Brasil, México, Argentina, Colombia y Chile, EEUU solo puede presentar el acompañamiento incondicional del liberal libertario Milei. ¿Quién es Milei y como llega a la crisis y al salvataje de Trump? Durante el siglo XX, el sistema político de la Argentina transitó bajo gobiernos constitucionales y dictaduras militares. Estas dictaduras se sucedieron entre 1930 y 1983 con golpes de Estado propiciados por las Fuerzas Armadas a instancias de sectores empresariales y eclesiales asociados al poder económico concentrado, de origen local y externo. Desde 1916, salvo en tiempos de golpes de Estado, se sucedieron gobiernos constitucionales, liderados por dos partidos políticos, la Unión Cívica Radical (UCR) y el Partido Justicialista (Peronismo). El primero, la UCR gobernó entre 1918 a 1930 (primer golpe militar); en 1963 (abortado por otro golpe de Estado; y en 1983 a 1999 liderado por Raúl Alfonsín, recordado por su polémica con Ronald Reagan en los jardines de la Casa Blanca, denunciando el accionar de EEUU sobre América Latina y el caribe. El radicalismo volverá al gobierno entre 1999 y la crisis y rebelión popular del 2001. Por su parte, el peronismo gobernó entre 1945 a 1955, interrumpido ese año por un Golpe militar; luego fue proscripto hasta un nuevo periodo de gobierno entre 1973 y 76, concluido por el último golpe de carácter genocida en marzo de 1976. El peronismo volverá al gobierno bajo Carlos Menem entre 1989 y 1999. Una década asociada a la estabilización monetaria del régimen de convertibilidad que estableció la equivalencia entre el dólar y el peso argentino en una paridad de uno a uno. Desde 1976 se inicia un proceso de profundas transformaciones económicos sociales y culturales del orden socioeconómico en el país, del cual emerge el proceso de empobrecimiento que llevará al 57% la pobreza por ingresos en 2002 y al 21% de desempleo en ese año. El 2001 es un momento bisagra en la política y la democracia local, el sistema político ya no será bipartidista, UCR y PJ, sino que se transformará en una disputa de dos coaliciones, que en su seno reunía a radicales y peronistas. Las coaliciones serán lideradas por Néstor Kirchner y Cristina Fernández, el “kirchnerismo”; y por Mauricio Macri, el “macrismo”. Macri se constituye en el primer presidente no radical ni peronista (2015/2019). Es la primera vez que la “derecha” llega al gobierno sin acudir al golpe militar y lo logra con consenso electoral. El kirchnerismo gobierno entre 2003 y 2015, para ser desplazado por el macrismo entre 2015 y 2019 y retomar el gobierno entre 2019 y 2023 (Alberto Fernández) en que irrumpe el outsider Javier Milei en 2023. Un nuevo tiempo se inicia con el gobierno Milei, expresión de la ultraderecha y autodenominado 2liberl libertario”, “anarco-capitalista” y seguidor de la escuela austríaca, muy especialmente del neoyorkino Murray Rothbard (1926-1995). Desde diciembre del 2023, la gestión Milei instrumento una impopular política de eliminación del déficit fiscal, sustentado en un ajuste que tiene en primer lugar hasta el momento de esta nota la suspensión de la inversión en obra pública por 20,9 billones de pesos (un dólar = 1450 pesos); en segundo lugar un recorte en pensiones y jubilaciones por 15,6 billones de pesos; tercero una quita a programas sociales por 12,9 billones; cuarto eliminación de subsidios a la energía por 10,2 billones y luego caída de salarios estatales por 7,7 billones y de educación pública por 5,5 billones. La suma equivale a más de 50.000 millones de dólares al tipo de cambio actual. Es una cuantificación del ajuste fiscal para el logro del déficit cero del que alardea el gobierno Milei. Pese a ese gigantesco costo social, la realidad económica del país se encuentra con datos de dos trimestres de caída de la actividad económica, o sea, en recesión. Existe una tendencia decreciente de la tasa de inflación, frenada en el último trimestre y con tendencia al alza y una amenaza de devaluación que se trasladaría a precios y en desmedro de la mayoría social empobrecida. Salvataje de EEUU La cotidianeidad gubernamental se sustenta con endeudamiento que ya supera los 300.000 millones de dólares. La novedad es la intervención directa del Tesoro de EEUU en el mercado cambiario argentino, vendiendo dólares y comprando pesos con futuro de devaluación y perjuicio para las arcas fiscales estadounidenses. Ahora, la asistencia financiera del Tesoro se materializa con un swap por 20.000 millones de dólares y un consorcio de bancos que asistirían por otros 20.000 millones de dólares y más créditos de organismos internacionales, entre ellos, 10.000 millones del Banco Mundial. Un nuevo consenso de Washington a pleno para inducir condicionalidades para el acceso a bienes comunes que Argentina tiene en cantidades considerables, tierra, agua, hidrocarburos no convencionales, minerales, etc. Pero más aún, se trata del salvataje al socio política en la región y en el mundo. El gobierno Milei enuncia la subordinación sin matiza a EEUU y a Israel, que en este momento de disputa entre Washington y Beiging resulta imprescindible en la perspectiva MAGA. Existe resistencia al salvataje en EEUU, de sectores económicos y de intelectuales y políticos ante los problemas propios del orden interno; pero especialmente crece la crítica desde la Argentina, destacando los sectores empobrecidos y que soportan el ajuste. Sobresalen entre ellos, los pensionados y jubilados, recientemente galardonados por el IPS con el Premio “Letelier – Muffitt” el pasado 9 de octubre. En esa fecha estaban negociando en Washington la sumisión a la política estadounidense las autoridades económicas de la Argentina y el titular del BCRA, en antesala a la visita a la Casa Blanca de Javier Milei el 14 de octubre pasado. Que avance el rumbo definido por Milei fortalece las perspectivas de la política exterior de la gestión Trump, y viceversa. Por eso, las condicionalidades de los acuerdos entre Trump y Milei son muy peligrosos para ambas sociedades y el conjunto de los pueblos del mundo. Buenos Aires, 17 de octubre de 2025

Ni el swap tapa el desastre económico y político

Argentina ya tiene libre disponibilidad por 20.000 millones de dólares con la oficialización del swap suscrito con EEUU. El gobierno podrá usar parte de esos dólares para frenar la corrida por la devaluación del peso que viene ocurriendo desde hace unas semanas, especialmente luego del resultado electoral del 7 de septiembre en la Provincia de Buenos Aires. Claro que el gobierno perjuro que solo los utilizará para cancelar vencimientos de deuda para el 2026 por más de 18.000 millones de dólares. Si así fuera vale interrogarse sobre la premura en anunciar la asistencia financiera estadounidense, que no se agota con el swap e incluye un préstamo de un consorcio de bancos transnacionales por otros 20.000 millones de dólares. Esta realidad del swap fue largamente anunciada y queda claro que los anuncios e incluso su materialización no resuelven los problemas ante la gravedad de la situación económica y política en el país. Más aún, el Tesoro de EEUU ya intervino en tres ocasiones “comprando pesos”, o sea, inyectando dólares al mercado cambiario para que la demanda de divisas se satisfaga. Se trata de un barril sin fondo, ya que ni la billetera más importante del sistema capitalista contiene la corrida hacia el dólar de quienes tienen excedentes de pesos, una minoría que interviene en los mercados de la especulación en la Argentina. A propósito de la intervención del Estado estadounidense para el salvataje del gobierno de ultraderecha de Javier Milei, la crítica en EEUU crece y se interrogan sobre porqué el “salvataje” a la Argentina con tantas necesidades, problemas y demandas en el país del Norte. Con el gobierno cerrado (shutdown) ya por tres semanas, hay trabajadores que no perciben sus ingresos, con un alza de precios derivadas de la suba de aranceles dispuesta por Trump desde abril pasado. Es una guerra comercial que no termina y puede escalar si no hay acuerdo con China en un cara a cara del empresario gobernante en Washington y el titular del gigante asiático. La realidad es que no solo critican trabajadores con ingresos suspendidos, sino que el arco de productores agrarios, los farmer, demandan atención. Con ellos, suben la vos los representantes de la oposición, que exigen respuestas institucionales que justifiquen la razones de la intervención en Argentina, comprometiendo cuantiosos recursos. No se trata solo de economía, sino principalmente de política. En efecto, Trump cuida a su principal socio en la región, territorio plataforma para una estrategia global de sostenimiento del papel rector de EEUU en el capitalismo mundial. La esencia es la reconfiguración A días de la elección de medio término, el bloque de ultraderecha que expresa la relación Trump – Milei, necesita sostener un resultado que facilite continuar con la tarea del ajuste y la reestructuración reaccionaria del capitalismo en Argentina. Esa alianza política sustenta un proyecto económico que supone mantener a la cabeza del sistema mundial a EEUU, por lo tanto frenar el empuje desplegada en las últimas décadas por China, quien disputa la hegemonía del orden mundial. Ambos jefes de Estado se necesitan, aun cundo la incidencia de la Argentina en el Producto mundial sea mínima. Argentina está en el podio de los tres grandes de la región, luego de Brasil y México. Además, la estrategia de Washington supone modificaciones hacia la derecha en las elecciones próximas de Colombia y de Chile. Por eso la presión en estas horas sobre el gobierno colombiano y sobre Venezuela. Pretende Trump culpabilizar a ambos países en el negocio narco, cuando lo que le interesa es el petróleo venezolano y la anuencia y subordinación del vecino. Correr hacia la derecha a Colombia y a Chile, colocaría a tres países en el bloque de afinidad derechista con Trump, intentando minimizar la capacidad de acción de los gobiernos de Brasil y México. Lo esencial es la crisis en el capitalismo mundial, especialmente en EEUU, que este fin de semana movilizó millones de personas en prácticamente todo el país en contra del autoritarismo de la Casa Blanca. El capitalismo está en reconfiguración y por eso toda la emisión monetaria para el salvataje del capitalismo en la crisis del 2008 se orienta en estas horas a la modernización y la innovación tecnológica, cuya bandera de vanguardia es la Inteligencia Artificial, IA. A esto apuestan Milei y Trump, por eso el interés en la producción energética, especialmente la nuclear, en el uso del agua y en la minería metalífera. Todo un combo necesario para la producción sustentada en IA. De ahí la asociación de las grandes tecnológicas con Trump y la oferta de Milei para radicar “Centros de datos” en la Patagonia, territorio de abundancia de agua, con clima adecuado y centro de la acumulación productiva energética sustentada en hidrocarburos no convencionales. Esa es la apuesta y por eso la respuesta de Trump a la prensa de EEUU, en el sentido de que “no sabes nada” y en la Argentina “se están muriendo”. No es por humanismo que EEUU asiste a la Argentina, sino en defensa propia, para defender una propuesta de orden global bajo la dirección de Washington. Eso se juega el 26/10 La asistencia de EEUU está en el centro de la campaña electoral, aun cuando tiene poco efecto, por ahora, en los mercados bursátiles y de cambio, territorio de accionar de una minoría, pero vidriera de la economía y la política. El gobierno trata de mostrar su vínculo con la sociedad “ideal”, o quizá idealizada, del sistema mundial. Queremos ser como EEUU, incluso mejor que ellos en una década, si seguimos este rumbo, sostiene Milei. La incógnita es la respuesta electoral de la sociedad y más aún, la capacidad del movimiento popular para construir una alternativa política más allá de la elección del domingo 26. El gobierno aun pregona la herencia recibida. Sabe que una parte de la población no quiere volver atrás, y que aun decepcionada con los resultados de la motosierra, la licuadora y la desregulación, mantienen expectativas. Se trata de una crisis de representación que demanda la emergencia de una propuesta política que entusiasme al colectivo social con un horizonte de acciones de transformación de la economía y la política en beneficio de la mayoría social. Es la tarea más allá del resultado electoral. Asistimos a un momento de reconfiguración mundial y local del capitalismo, con el interrogante reiterado sobre quien vencerá a quien, segundos afuera dirían en el cuadrilátero del box. 21 de octubre de 2025