Desaceleración económica y negociaciones en Nueva York

La economía argentina se desacelera en el marco de fuertes presiones de los acreedores de la deuda con sentencia favorable de la justicia de Nueva York.
En efecto, el INDEC[1] señala que “La estimación preliminar del PIB del primer trimestre de 2014 muestra una variación negativa de -0,2% con relación al mismo período del año anterior”.
Agrega el organismo oficial de estadísticas que “El PIB desestacionalizado del primer trimestre de 2014 con respecto al cuarto trimestre del 2013 arroja una variación de -0,8%.”
La información se extiende destacando que la variación negativa de la oferta se explica por la mencionada caída del PIB y “fundamentalmente por la reducción de las importaciones de bienes y servicios reales -3,8%.” Por el lado de “...la demanda se observó una variación negativa del -6,4% en las exportaciones de bienes y servicios reales, un crecimiento de 1,9% en la formación bruta de capital, un aumento de 3,4% del consumo público, en tanto que el consumo privado decreció -1,2%.”
Queda claro que el impacto se concentra en el sector privado y que los datos son amenguados por la intervención estatal en sostener el gasto público, tensionada en la coyuntura por las demandas de diversos sectores sociales del país con sus reivindicaciones de ingresos y los acreedores de la deuda pública, especialmente los que demandan ante la justicia de EEUU.
En el interior del país existen requerimientos de fondos públicos los docentes universitarios, en conflicto con las autoridades de Educación y Economía, en el marco del ajuste del salario deteriorado por las condiciones de negociación vigente y la aceleración de los precios en el último tiempo. También demandan los jubilados que solicitan recursos extras a mitad de año, el aguinaldo, precisamente por el retroceso de los ingresos previsionales contra la evolución de los precios en el primer semestre del 2014. Del mismo modo que los trabajadores regularizados pretenden subas del mínimo no imponible del impuesto a las ganancias o su directa eliminación. Son estos, parte de las presiones locales sobre los disminuidos recursos fiscales y que compiten con los acreedores de la deuda pública.
Cumplir con el 100% de los acreedores
El discurso oficial, apoyado por el arco opositor con capacidad de ser gobierno, manifiesta la vocación de cancelar la deuda en su totalidad, sea el 92,4% ingresado a los canjes de deuda del 2005 y 2010, como al 1% que hizo juicio en Nueva York y ya tiene sentencia en firme, como al resto no ingresado al canje y que explica la continuidad del default (cesación de pagos) iniciado a fines del 2001.
Muy pocos parlamentarios se manifiestan contrarios a honrar el fraude de la deuda, según manifiesta la sentencia del Juez Ballesteros del año 2000, o las múltiples denuncias en sede judicial en la Argentina contra operaciones de canje de deuda en tiempos constitucionales. Algunos razonamientos aluden críticamente a la mayor validez otorgada a una sentencia gestada en EEUU que a otra surgida desde la Argentina.
En rigor, existe en el país una tendencia mayoritaria en el régimen político institucional favorable al pago de la deuda, mientras resurge una corriente crítica, que entre otros se manifiesta en la Carta dirigida al Juez Griesa por parte del Premio Nobel de la Paz Adolfo Peréz Esquivel donde señala que "no es un justo pagar una deuda ilegítima e inmoral"[2]. Esta corriente de opinión crítica retoma la consigna del No pago de la Deuda que se sustenta en una larga tradición de pensamiento y acción contra el orden capitalista y sus derivaciones especulativas, financieras y usurarias.
La crítica al endeudamiento y la presión acreedora se anima en declaraciones de apoyo, algunas que se destacan por el origen, caso de las opiniones de los presidentes ecuatoriano o boliviano.
Rafael Correa manifestó "Toda nuestra solidaridad a Argentina, todo nuestro apoyo. Yo creo que no debería pagar eso". Agregó que "Unidos, con una acción concertada de América Latina, se podría evitar aquello, pero creo que todavía estamos lejos de esa capacidad de coordinación". Siguió diciendo que "el orden mundial no solo es injusto sino inmoral, y solo unidos podremos resistir a ese injusto orden mundial o incluso cambiarlo, solo unidos, la integración latinoamericana.”[3]
Evo Morales, en su condición de presidente pro-témpore del Grupo de los 77 más China (G77+China), anunció que se comunicará "con otros mandatarios a ver qué podemos hacer para derrotar esta clase de asalto, de especulación financiera, a la extorsión económica"[4], con relación a la sentencia estadounidense a favor de la demanda de cobro contra la Argentina. Recordemos que la presidencia boliviana del G77+China es lo que facilitó la presencia urgida del Ministro de Economía de Argentina en la sede neoyorkina de Naciones Unidas, informando sobre la situación creada a propósito de la sentencia del Juez estadounidense.
La opción que surge de movimientos populares locales y expresiones parlamentarias en Argentina contra el pago de la deuda, se vincula a las voces desde el exterior que claman por una nueva arquitectura financiera en la región. En rigor, demandan ensayos de caminos alternativos a la lógica del capitalismo de época. Es algo a procesar desde las definiciones que surjan desde la Argentina en el marco de una integración alternativa a la que sugiere el orden capitalista. Claro que eso supone ir en camino totalmente inverso a la decisión mayoritaria por honrar el fraude del cáncer de la deuda.
La deuda pública No puede y No debe pagarse
Pero más allá de opiniones, importan los hechos que remiten a las dificultades de la economía argentina y las restricciones para hacer frente a los pagos externos, lo que implica señalar que el país no puede pagar, salvo con la recurrencia de mayor endeudamiento, y en consecuencia, el agravamiento de una hipoteca sobre el presente y el futuro de generaciones.
Si el default del 2001 por 100.000 millones de dólares se sustentó en una deuda impagable de 144.000 millones de dólares, y la presidencia informa que se abonaron en una década 173.000 millones de dólares, y el último dato oficial indica una deuda de 209.000 millones de dólares, a lo que debe adicionarse los bonos emitidos para cancelar sentencias al CIADI, compensación a Repsol por la expropiación parcial de YPF, el arreglo al Club de París y la sentencia de la Justicia de EEUU, más otras demandas de holdout, la deuda se estira hasta los 240.000 millones de dólares.
El problema es que el argumento oficial y el apoyo de la oposición sistémica es que se necesitan nuevos préstamos e inversiones. Es más, el argumento oficial transita por el desendeudamiento, que habría servido para volver a tomar deuda. Todos los caminos conducen al re-endeudamiento, aun cuando la deuda tenga una proporción menor en el PIB que hacia el 2001. Todo se reduce a más deuda para cancelar deuda y continuar profundizando el cáncer de la deuda.
La cuestión se agrava con el paso de los días. El gobierno dispuso cancelar a deudores ingresados al canje depositando los recursos necesarios en el banco pagador de Nueva York, En lugar de embargar, el Juez Griesa en EEUU, indicó al banco devolver los fondos y exige a la Argentina negociar con los acreedores de la sentencia en firme por 1.500 millones de dólares.
No se sabe cómo sigue la historia, pero es un cuento en capítulos diarios, con novedades e incertidumbres sobre el costo definitivo que significa pagar la deuda con más deuda que resta posibilidad a satisfacer necesidades insatisfechas de la población. Por eso, porque no se puede pagar sin mayores privaciones populares es que la deuda no debe pagarse.
Costos por pagar o no pagar
El interrogante inmediato es ¿qué pasaría si no se paga? Lo mismo que ocurrió luego de la cesación de pagos de diciembre del 2001. Si en el 2001 se utilizaron 12.000 millones de dólares para cancelar deuda, al año siguiente, en default, la cifra bajó a 3.000 millones, utilizando la diferencia para otros fines, que aun cuando se los discuta sobre a quienes se beneficiaron con esas políticas, la realidad es que se facilitó un proceso de aplicación de recursos públicos para la recuperación de la economía local.
Además, quedar afuera del mercado mundial de préstamos, favoreció la posición local ante la crisis mundial emergente en 2007-2009, por ausencia de exposición a nuevo endeudamiento, cuestión que afectó seriamente a países fuertemente endeudados, caso de Grecia.
¿Necesita Argentina nueva deuda e incluso inversiones externas, tal como señala el discurso mayoritario de gobierno y oposición, en consonancia con la lógica de las clases dominantes? ¿Es bueno ser país emergente, destinatario de préstamos e inversiones externas?
Diremos hasta el cansancio que es emergente el país que ofrece fuerza de trabajo barata y abundantes recursos naturales. Son los factores que hacen al modelo productivo y de desarrollo hegemonizado por transnacionales, que para el caso argentino se asocian a la soja, la mega minería o al petróleo y gas no convencional. ¿Es la única opción productiva? No, se puede transitar otro camino, y no supone el aislacionismo, sino la decisión de articular integradamente con la región la posibilidad de una alternativa de cara al Sur del mundo.
El tema de la solidaridad es de ida y vuelta. Argentina no acompañó con proceso similar a Ecuador en 2007 cuando este país hizo su auditoria para disminuir el monto de deuda por ilegalidad de la misma. El país tampoco acompañó a Bolivia, Venezuela y Ecuador cuando éstos se retiraron del CIADI, además que Brasil nunca lo reconoció. El país está en mora solidaria con esos procesos y bien podría ahora retomar una perspectiva crítica sobre la base de los pronunciamientos contra la extorsión de la justicia estadounidense y el accionar de la especulación que expresan los fondos buitres.
La Argentina puede sostener el No Pago de la Deuda y su investigación, para luego renegociar eliminando la cesión de soberanía jurídica, junto a la denuncia de la institucionalidad subordinada: los tratados bilaterales en defensa de las inversiones, como la inserción al CIADI.
Confirmamos que este rumbo supone discutir la inserción en el orden capitalista y construir una lógica inspirada en la satisfacción de las necesidades sociales más extendidas, lo que puede abordarse desde un programa de soberanía (alimentaria, energética, financiera) e integración regional.
Buenos Aires, 27 de junio de 2014

El fallo de la Corte de EEUU en clave de la lógica imperialista

Los cortesanos estadounidenses decidieron no tomar el caso de la Argentina y convalidar el fallo neoyorkino de primera y segunda instancia, por lo que se debe cancelar unos “1500 millones de dólares”, según informó en cadena nacional la Presidenta Cristina Fernández[1]. Según la Presidente, esta decisión puede estimular otras demandas por 15.000 millones de dólares, sin perjuicio de otras acciones que ejecuten quienes ingresaron a los canjes de deuda desde el 2005 y sucesivas reaperturas.
Nadie sabe en rigor a cuanto pueda llegar la demanda de acreedores de la impagable deuda, recurrentemente renegociada en tiempo constitucional y últimamente cancelando a acreedores externos con transferencia de títulos a ámbitos del Estado Nacional (Anses, Banco Central, etc.) que penden como hipotecas sobre generaciones futuras.
Convengamos, que si la Corte de EEUU asumía el caso, ello no significaba que la Argentina iba a quedar desobligada de pagos. La expectativa más generalizada en el gobierno y el poder económico local y global era que los máximos jueces del imperio postergaran la decisión hasta fin de año. En ese plazo vence la cláusula que establece que los acreedores ingresados al canje pueden demandar el mejor trato recibido por algún tenedor de títulos en cesación de pagos (default). De este modo, el gobierno ganaría tiempo y, superado el plazo de respetar condiciones de pago, podría negociar con los inversores demandantes (los fondos buitres) cuánto, cómo y cuándo cancelar deudas sin tener que hacer lo mismo con el 93% ingresado a los canjes de deudas del 2005 y 2010.
La hipótesis fue siempre cancelar esa deuda, incluso se reabrió el canje de deuda con ese propósito, sin fecha de cierre en 2013, todo con acuerdo de la oposición sistémica, del mismo modo que viajaron a EEUU para incidir sobre la Justicia del imperio. Como hemos dicho, el pago de la deuda es una política de Estado.
Especulación financiera, producción y gestión del Estado
En el discurso presidencial se critica la ganancia especulativa del “fondo NML” que “adquirió los bonos en 2008 por 48,7 millones de dólares”, que “ganó el 1608 por ciento en dólares” y que demanda cobrar 428 millones de dólares” y el Juez falla abonar 1500 millones.
Lo que se omite es decir que esas son las reglas del capitalismo, ya que los bonos los emitió la Argentina para circular en el mercado mundial en las condiciones de mercado (al momento de la compra y de la realización). Que la ganancia por especulación es parte de la ganancia en general, ya que la ganancia es plusvalía extraída del trabajo social y apropiada como renta del suelo, ganancia comercial o financiera (tasa de interés) y beneficio industrial. Con Marx aprendimos que la ganancia es plusvalía transfigurada y fuente de ingresos de todos los capitalistas.
No se trata de pensar que los especuladores exprimen a los empresarios de la producción. No es mejor el capital productivo que el financiero, pues ambos son parte de una integralidad capitalista. Producción y circulación del capital son un fenómeno integrado, que se requieren mutuamente. De nada sirve hablar al corazón del capitalismo, porque siempre responden con el bolsillo. El problema es el orden capitalista.
Es el capitalismo argentino, y más precisamente los gestores del Estado, los que otorgaron las condiciones en sus bonos para que solo con el 100% de los acuerdos pudieran resolverse una renegociación de deuda como la del 2005. ¿Por qué se avanzó en el Canje sabiendo esas limitaciones? ¿Valió la pena el desarme estadístico (argumento para la intervención en el INDEC) para no inflar mayores pagos a los acreedores? Esos gestores del Estado son los responsables de ceder soberanía jurídica facilitando litigar en tribunales externos. ¿Es solo una condición de los 80´ y los 90´? ¿Por qué se insistió con la cesión de soberanía en los contratos con Chevron?
El problema es que los cambios institucionales consagrados en los 90´ e inspirados desde el terrorismo de Estado de 1975/6 siguen vigente y condicionan como un cáncer nuestra vida cotidiana. La deuda es un cáncer a extirpar, y no se puede avanzar en ese sentido mientras subsista la lógica del capital para el modelo productivo y de desarrollo vigente. Se impone una lógica anticapitalista y antiimperialista, muy lejana de la política hegemónica en el gobierno y la oposición sistémica.
¿Solo son buitres los fondos especulativos? ¿No son buitres los acreedores del Club de París, como señala Dialogo 2000, que reclaman cobrar “deudas odiosas” contraídas por ilegítimos gobiernos genocidas? ¿No son buitres empresas como Repsol que vaciaron las reservas de hidrocarburos del país para abonar su ciclo de acumulación? ¿No son buitres las transnacionales que suscriben pactos secretos con acuerdos parlamentarios mayoritarios, tal el caso de YPF con Chevron? Qué decir sobre la sojización, los transgénicos y su impacto en pueblos fumigados, productores y comunidades desalojados por desposesión derivada del agro negocio, o la mega minería a cielo abierto, o la fractura hidráulica, todo en pro de inversiones externas que buscan ganancia y acumulación de sus capitales invertidos, a cambio de calificarnos como países emergentes.
¿Todo lo que se puede hacer es pagar?
En su alocución, la Presidenta confirmó que “la voluntad de pago de Argentina ha quedado más que probada: hemos pagado el acuerdo de 2005, el de 2010, hemos llegado a un acuerdo con Repsol, que retiró su demanda del CIADI” y que se cerró “un acuerdo por la deuda del Club de París”. Tras cartón diferenció “lo que es una negociación, de lo que es una extorsión”. Luego de ello no termina de quedar claro qué acciones impulsará el gobierno de la Argentina.
¿Cómo sigue el trámite judicial en EEUU? No alcanza con denunciar la extorsión e incluso repudiar a los inversores demandantes o a la propia justicia de EEUU.
¿Qué iniciativas de solidaridad efectiva se impulsarán? O mejor aún, porque no avanzar en ejecutar las iniciativas más avanzadas de nueva arquitectura financiera regional para confrontar con el régimen del capital y el imperialismo.
Por nuestra parte, insistiremos desde todos los ámbitos en que actuamos para avanzar en una campaña contra el pago de la deuda, por su investigación por vía judicial (existen varios procesos en curso, algunos con sentencia) o por auditorías integrales. Hay que frenar el drenaje de saqueo que supone el recurrente pago de una deuda que posterga satisfacer demandas por deuda social a la mayoría de la población.
Buenos Aires, 17 de junio de 2014



[1] La Presidenta aseguró que “Argentina va a respetar su deuda”, pero remarcó que “no aceptará ninguna extorsión”, Lunes, 16 de Junio de 2014, en:  http://www.presidencia.gob.ar/informacion/actividad-oficial/27625-la-presidenta-aseguro-que-argentina-va-a-respetar-su-deuda-pero-remarco-que-no-aceptara-ninguna-extorsion (consultada el 17/06/2014)

COPA FIFA 2014 y el modelo de desarrollo

Comenzó el mundial de fútbol en Brasil y junto a lo deportivo y las pasiones nacionales en movimiento, emerge el negocio en el popular deporte.
Se trata del negocio de las multinacionales asociadas al juego, sea por la indumentaria y accesorios diversos usados y visibilizados por los principales protagonistas; por la publicidad exacerbada para el consumo de masas y la televisación de los juegos y el espectáculo, los comentarios y el show de la previa, el durante y el después de cada partido.
Claro que se pone en juego el negocio del turismo y un consumo de élite por costos elevados de pasajes, alimentación, hotelería, electrónica y otros rubros, amén de financiamientos bancarios, descuentos y promociones.
Entre otros aspectos, se incluyen los negocios corporativos de la FIFA, principal beneficiario directo del negocio de la COPA, y también los de los intermediarios particulares vinculados a las obras e infraestructura que encara el país organizador. Ello involucra las sospechas de corrupción en el comentado “se la llevan con pala”, asociando enriquecimiento de funcionarios encargados de supervisar los contratos de la Copa Mundial.
El negocio remite también a la evolución de las cotizaciones de los jugadores y equipos técnicos, como eventuales beneficios para intermediarios y los clubes de origen, como a las apuestas y sospechas de arbitrajes y negociados sobre resultados.
Así, el gran negocio del fútbol mundial inició la versión 2014, que nos tendrá entretenidos por un mes, y que como nunca, ahora rodeado de una serie de movilizaciones y de protestas de diversos sectores de la sociedad brasileña, ampliamente difundidos gracias a la tecnología de la comunicación.
Protestas sociales
Las protestas sociales ya no son solamente de indignados por la orientación del gasto público social, tal como se hizo manifiesto hace un año en la lucha por el precio del transporte público y la demanda por su gratuidad.
Ahora se suman los trabajadores formales, sindicalizados, que demandan mejoras de ingresos y condiciones laborales, utilizando la ocasión del mundial para hacer efectivas sus demandas, capacidad y posibilidad de negociación.
Las luchas son en aeropuertos y en subterráneos, entre otros, con demandas en todo el territorio brasileño. Pero también exigen lo suyo los trabajadores sin techo y los sin tierra, éstos últimos exigiendo una demorada reforma agraria. Con todos ellos existen mecanismos de negociación que se han puesto en juego por parte del gobierno para intentar morigerar el conflicto. Ocurre algo distinto con los movilizados menos formalizados, que imponen límites a la negociación gubernamental para evitar la extensión de la movilización social crítica a la COPA. En este caso, la respuesta es la represión, que puede empañar el carácter de fiesta que se atribuye al mundial de fútbol.
En definitiva, el sujeto de la protesta, más allá de treguas y negociaciones, son los trabajadores formales e informales, los jóvenes y el movimiento estudiantil, las organizaciones populares y movimientos contra la opresión racial y de género, entre otros por diversas reivindicaciones, los que expresan la indignación por la utilización de los recursos públicos aplicados a la mercantilización del deporte. Hacen pública y evidencian una demanda y una crítica al modelo de desarrollo, el que privilegia la mercantilización del deporte y la vida cotidiana, en contradicción con la satisfacción de múltiples necesidades de ingresos y de beneficios sociales de educación, salud, transporte, tierra, vivienda o hábitat, entre variados reclamos por des-mercantilizar la vida cotidiana.
La gran vidriera mediática del espectáculo, aun cuando se la quiera ocultar, favorece la demanda social y laboral en contra de la tendencia a mercantilizar una “pasión de multitudes” en un país emblemáticamente futbolero. Es una propuesta coincidente con la crítica más general a un “modelo de desarrollo” que alienta y promueve la extensión de la satisfacción de las necesidades por el mercado capitalista, el que se define por el objetivo de la ganancia y la acumulación.
Este avance de las relaciones mercantiles capitalistas actúa en la desposesión material y simbólica de bienes comunes, desde la tierra y el agua, al juego y el deporte. Las protestas en Brasil constituyen un llamado de atención y al debate de la sociedad sobre la satisfacción y la insatisfacción en las políticas en curso en la región.
Se discute el modelo de desarrollo
Existe evidencia estadística de mejoras sociales en la región, siempre comparadas con la década perdida del 80´ (según CEPAL) y el decenio del ajuste y la reestructuración regresiva de los 90´, pero alejadas del imaginario social crítico al modelo productivo y de desarrollo emergente con las políticas neoliberales. Estas políticas fueron explicitadas en aquellas recientes décadas del ajuste y la reestructuración regresiva del capitalismo en la América del Sur.
La resistencia popular a esas estrategias gestó las condiciones de posibilidad para el cambio político en la región en este comienzo del Siglo XXI, y el escenario actual de Brasil, de protestas por la creciente mercantilización, nos devuelve al debate sobre el modelo de desarrollo a que aspiran los pueblos.
Vale mencionar que ese debate sobre el modelo de desarrollo estará presente en las deliberaciones de la Cumbre del G77+China que se realiza este fin de semana en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, para un agrupamiento que surgió hace 50 años para discutir estrategias desde el Sur “dependiente” para una inserción “independiente” en el sistema mundial dominado por las empresas transnacionales, los principales Estados del capitalismo mundial y los organismos internacionales.
Claro que mucho cambió el mundo en medio siglo y aquellas viejas aspiraciones se desvanecieron al calor de la disputa por recibir inversiones y ser considerados “países emergentes”, petróleo y recursos naturales mediante. Pero también es cierto que en estos años de comienzo del Siglo XXI, nuestra región evidenció expectativas de cambio que pueden resurgir en esta cumbre y a favor de un programa de soberanía popular asociado a la alimentación, la energía, el medio ambiente o las finanzas.
En definitiva, la discusión a propósito del mundial en Brasil, o por la Cumbre del G77+China en Bolivia, apunta a considerar si alcanza con medidas sociales compensatorias derivadas de la inequidad del régimen del capital, que sustenta sus ganancias y la acumulación con fuerza de trabajo barata y extensiva explotación de abundantes recursos naturales en nuestros territorios, o si se requiere de otras y variadas estrategias para una industrialización independiente, lo que implica cambios sustanciales en el modelo productivo y de desarrollo, con otras políticas, para otros beneficiarios, entre los que identificamos a los sectores empobrecidos y vulnerables de nuestras sociedades.

Buenos Aires, 13 de junio de 2014

Argentina, la Corte de Justicia estadounidense y las potencialidades de ofensiva popular

Muchos temas económicos preocupan por estas horas y entre ellos la desaceleración de la economía y su impacto social en suspensiones y cesantías.
Por ello se ratifica el rumbo del modelo productivo en la continuidad del régimen automotor con Brasil y se asocia la voluntad patronal con el Estado y la burocracia sindical, claramente evidenciado en el conflicto de la española Gestamp.
En ese camino se inscriben los acuerdos por regularizar la situación externa en materia de deuda y habilitar ingresos de divisas: a) por superávit comercial, negado en la coyuntura por acción especulativa de grandes exportadores; b) recepción de nuevos préstamos externos, alejando el horizonte del desendeudamiento y retomando la perspectiva de nuevo impulso al cáncer de la deuda; c) aliento a la radicación de Inversiones Externas Directas, especialmente en materia de hidrocarburos no convencionales, el camino de Chevron.
Pero también la política social compensatoria, ahora manifestada en la moratoria previsional ofrecida a un universo de 500.000 potenciales jubilados sin la totalidad de aportes, los que recibirán la mínima menos el costo de la regularización. La medida supone una inyección de 12.000 millones de pesos para intentar dinamizar el consumo popular y contrarrestar la disminución de la actividad económica.
Pero los problemas se concentran en la cuestión de la inserción internacional subordinada de la Argentina. El interrogante para el 12 de junio próximo está en manos de la Corte Suprema de Justicia de EEUU, que puede decidir intervenir o no en la demanda de acreedores externos por la deuda en cesación de pagos de Argentina.
Aludimos a la demanda contra el país de inversores especulativos, los denominados “fondos buitres”. Se trata de 1.330 millones de dólares en litigio, parte de unos 7.000 millones de dólares (el 7% del total) que continúan en default desde fines del 2001, ya que sus titulares no ingresaron a los sucesivos canjes de deuda instrumentados en 2005, 2010 y 2013, donde se canjearon el 93% de los títulos.
Otra variante, muy esperada desde el gobierno, es que la decisión cortesana  en Washington se prorrogue hasta fin de año, habilitando así la posibilidad de negociación con los litigantes, sin “pagarle lo mismo al 93% de los acreedores que aceptaron los dos canjes con quita en 2005 y 2010” según relata Alejandro Bercovich.[1]
La deuda es una política de Estado
Tal como venimos sosteniendo, el endeudamiento externo constituye un gran condicionante de política económica en Argentina, sufrido en 30 años de gobiernos constitucionales desde 1983. Tan es así que la cuestión de la deuda pública es “política de Estado”.
Nuestra afirmación queda confirmada con la adhesión a las posiciones oficiales sobre la situación en trámite ante la Justicia estadounidense de la oposición política con posibilidades de ser gobierno. Aludimos al masismo, el macrismo, o la alianza entre socialistas y radicales.
Pero también se comprobó en los acuerdos con los sucesivos canjes de deuda; el cumplimiento regular de pagos a los organismos internacionales; la nueva deuda asumida para compensar a Repsol por la expropiación parcial de YPF; los cumplimientos de pagos a sentencias del CIADI; y más recientemente el acuerdo con el Club de París.
Es cierto que existen objeciones parciales, sobre formas de resolver y acordar, pero nunca sobre la cuestión de fondo que supone cancelar deuda y restablecer relaciones de la Argentina con el sistema financiero mundial.
Muchas veces se alude a que no existen políticas de Estado en la Argentina, situación desmentida en materia de endeudamiento. La voluntad mayoritaria del sistema político en el país es por la normalización de la inserción subordinada de la Argentina en el sistema capitalista y su hegemonía transnacional.
Por eso, aún con discursos críticos al FMI, el organismo difundió la opinión satisfactoria sobre las modificaciones en la información estadística que publica el INDEC y que involucró la asistencia técnica del Fondo. Claro que se guarda para nuevas evaluaciones en septiembre y febrero próximos.
La Argentina es parte del FMI y del sistema internacional, más allá de las críticas o alabanzas que se hagan desde diferentes tribunas políticas por parte de las mayorías parlamentarias, oficialistas y opositoras.
Esa pertenencia al sistema capitalista es una política de Estado y bien vale discutir si existe la posibilidad de pensar más allá del capitalismo. Esta es la razón por lo cual en 30 años de gobiernos constitucionales, los diferentes turnos presidenciales se jugaron por no sacar los pies del plato.
¿Hay lugar para el desarrollo independiente?
Es un debate interesante la posibilidad de organizar una política alternativa, cuestión que se suscitó en diciembre del 2007 al proponer 7 jefes de Estado de la región la constitución de un Banco del Sur, aun demorado en su aparición; o cuando la UNASUR en noviembre del 2010 conformó un Consejo Suramericano de Economía y Finanzas para articular políticas comunes; y más aún los debates sobre una Nueva Arquitectura Financiera sustentados desde la Alternativa Bolivariana de los Pueblos, ALBA-TCP, sugiriendo avanzar en articulaciones económicas, productivas, financieras y monetarias para una inserción independiente en el sistema mundial.
Claro que se trataba de una cuestión en disputa, pues para algunos las medidas suponían la continuidad en el marco del capitalismo, pero ya circulaba también la posibilidad de un orden socialista.
¿Cuán cerca están esos debates y desafíos en la realidad contemporánea de la región? Las expectativas por el cambio político en la región en la primera década del Siglo XXI constituían una esperanza más allá de nuestros territorios, con dinámica social movilizada y extendida, a lo que se sumaban cambios institucionales, especialmente reformas constitucionales que anunciaban nuevos imaginarios civilizatorios, caso del “vivir bien” o el “buen vivir” en Bolivia y Ecuador, junto a proposiciones por la soberanía alimentaria, energética o financiera y la reaparición de la discusión por un horizonte socialista presentado por las reformas cubanas y las proposiciones de Venezuela y Bolivia.
La coyuntura nos devuelve la contra ofensiva al proceso de cambio político que se juega en la profundización de esas claves sociales, políticas e ideológicas con amplia movilización de los trabajadores y los pueblos, o la administración de lo logrado con desmovilización social, condenando la esperanza a un proceso de restauración de la hegemonía neoliberal de fines del Siglo XX.
Es lo que podrá discutirse en pocos días más, en la reunión del G77 + China en Bolivia y será una ocasión adecuada para discutir el orden mundial capitalista en crisis. A medio siglo de la creación del Grupo de los 77, que hoy duplica sus miembros manteniendo la denominación, vuelve a tener sentido la discusión de 1964 sobre Dependencia o Liberación.
Claro que el tiempo no transcurrió en vano y la ofensiva popular y liberadora de los 60´ y 70´ dio paso, terrorismo de Estado mediante a la ofensiva del capital y las políticas hegemónicas neoliberales que arrasaron con conquistas históricas de los trabajadores y los pueblos. Al mutar la realidad, ruptura de la bipolaridad mediante a comienzos de los 90´, se impuso el pragmatismo en muchos de los procesos sociales, políticos e ideológicos protagonistas de la perspectiva de liberación nacional y social.
Es lo que crudamente se pone de manifiesto hoy con la denominación de países emergentes, un lugar al que aspiran los administradores del capitalismo dependiente en todo el mundo. Por ello es que los Estados salen a la conquista de inversores externos. El imaginario posible es el capitalismo y la valorización de capitales favorecidas por inversiones externas. Se menciona incluso a Cuba, que con sus cambios económicos atrae capitales externos a la isla para resolver el abastecimiento y la creación de riqueza en un territorio que se pronuncia por un modelo alternativo, el socialismo.
Esta es precisamente lo diferente en cuestión de inversiones, ya que no es lo mismo propugnar un orden capitalista que socialista. La cuestión es quién decide sobre las inversiones, el para qué y los cómos de las mismas, como el impacto social de ello derivado. Claro que toda inversión de transnacionales tiene como propósito la ganancia y ese es el peligro mensurado de la estrategia cubana para defender lo logrado y resolver la coyuntura, muy diferente a quienes apuestan a la continuidad esencial bajo el orden del régimen del capital.
En los 60´ y 70´ se propagaba el imaginario alternativo desde la teoría de la dependencia, y la desconexión del orden capitalista que pregonaba teóricamente Samir Amin. ¿Podrá el cónclave boliviano del G77 + China retomar el sentido de la ofensiva por la liberación de sus años de fundación o continuará con la adecuación demandada por la hegemonía? Una respuesta por la negativa supone la continuidad de la subordinación del Sur empobrecido a la lógica dominante del orden capitalista hegemonizado por EEUU, Europa y Japón, a los que se asocian los “emergentes”.
Poder popular y modelo productivo
La respuesta no puede confiarse solo a la discusión de los gobiernos, sino y principalmente a la acumulación de poder popular por la liberación social y nacional que se procese en cada uno de nuestros países y en la capacidad de integración no subordinada al orden capitalista.
En los 80´ y 90´ se impuso el modelo productivo y de desarrollo de un Sur proveedor de recursos naturales al capitalismo desarrollado, principalmente respecto de los hidrocarburos, lo que se generalizó a comienzos de este Siglo XXI al conjunto de los bienes comunes y a una aceleración de la extensión de la relación de explotación mediante salarios bajos y precarización laboral en todo el mundo, especialmente en China y la India.
No es solución para trabajadores y pueblos la adecuación al capitalismo posible producto de la ofensiva del capital en tiempos de transnacionalización que sepulta toda aspiración de “capitalismo autónomo” como imaginaron burguesías locales en tiempo del desarrollismo pos conflicto bélico de 1945.
Hace falta consolidar una estrategia de acumulación popular, que en la Argentina se define en el movimiento de trabajadores y por eso la importancia de las recientes elecciones de la CTA y las experiencias autónomas de la burocracia sindical que hoy son visibles y tanto preocupan a las patronales, las autoridades y el sindicalismo tradicional.
Algo nuevo ocurre en la Argentina, aunque no sea hegemónico en el análisis mediático o del poder parlamentario. Eso nuevo en el país puede contribuir a fortalecer las iniciativas que en la región empujan cambios radicalizados que avancen en las modificaciones de las relaciones sociales de producción y la correlación de fuerzas favorable a la emancipación social por el socialismo.
Buenos Aires, 7 de junio de 2014



[1] Alejandro Bercovich. “El Mundial de Kicillof, los laboratorios y la política bataclana”, en BAE del Viernes 6 de Junio del 2014: http://www.diariobae.com/notas/19357-el-mundial-de-kicillof-los-laboratorios-y-la-politica-bataclana.html

A propósito del G77 + China (Publicado en el Semanario Época de Bolivia)

El G77 surge en 1964, para coordinar en el seno de la ONU y en sus diferentes instancias la actividad e iniciativa de 77 países subdesarrollados, atrasados o dependientes; países del Sur del Mundo. Con el tiempo la adhesión llegó a 133 miembros aunque se mantiene el nombre genérico adoptado en el comienzo. Desde entonces transcurrieron 50 años y el mundo cambió sustancialmente, especialmente en aspectos económicos y políticos. Los años 60´ y los 70´ constituyen el momento más elevado de la articulación de propuestas e iniciativas del Sur del mundo, inclusive con la sanción en 1974 por la ONU de la Carta de los Deberes y Derechos de las Naciones, más conocida como Nuevo Orden Económico Mundial. Carta a la que se opusieron muy pocos países capitalistas desarrollados, los del Norte, con EEUU a la cabeza. Se consolidaba allí el punto más alto de la ofensiva del Sur para contrarrestar el poder de los países del Norte, que lanzaron en simultáneo la contraofensiva reaccionaria del Neoliberalismo con el golpe de Estado en Chile (1973) y que vía Terrorismo de Estado se extendió desde Sudamérica al mundo, cuando Thatcher y Reagan lo establecieron en sus respectivos países, en Inglaterra en 1979 y en EEUU en 1980, para luego instalar el neoliberalismo en escala global hasta nuestros días con la crisis mundial del capitalismo y el ajuste europeo de las políticas de austeridad.
Los años 60 y 70, primeros momentos del G77 fueron importantes en la prédica por la lucha anticolonial, antiimperialista, anticapitalista y por un nuevo orden mundial. Fueron años de avance de la articulación del SUR, con cambios políticos muy importantes en Asia, África y América Latina. La ofensiva del capital en los 80 modificó sustancialmente el escenario y debilitó la respuesta desde el Sur, con algunos países que intentaron soluciones autónomas desde sus posiciones relativas de “fortaleza”, especialmente de quienes sustentaban cierta ventaja asociada a las tenencias de petróleo. La crisis de la deuda en los 80 es resultado directo de la especulación y triangulación del excedente generado por el alza de los precios del petróleo y muchos países del Sur fueron víctimas de la crisis del endeudamiento externo, condicionando su desarrollo futuro, en algunos casos hasta el presente.
La ilusión del desarrollo capitalista en el Sur llevó a debilitar el movimiento de países del Sur y algunos se integraron al bloque del Norte, casos de México y Chile incorporados a la OCDE. La ilusión del desarrollo se agigantó con la caída del muro de Berlín (1989) y la desarticulación de la URSS (1991), especialmente con las concepciones de “fin de la historia” y su consecuente triunfo del capitalismo en el este de Europa. La ilusión del desarrollo capitalista se instaló en varios países y debilitó la articulación anticolonial, antiimperialista y anticapitalista, que era hegemónica en los 60´ y 70´. En los 80´ y 90´ se habilita la ilusión del desarrollo capitalista, agigantado con la concepción de países “emergentes”, calificativo que surge para expresar a los territorios en capacidad de ofrecer alta rentabilidad al capital con límites a su rentabilidad en el Norte, especialmente con la crisis estallada en 2007/08. La ilusión del desarrollo capitalista se generalizó en contraposición de la perspectiva de liberación al inicio del G77.
Nuevas expectativas por el cambio y sede boliviana
A comienzos del Siglo XXI emergen nuevamente expectativas de cambio político, especialmente en América Latina, con resistencias populares extendidas que suponen nuevas experiencias de gobiernos que critican el modelo neoliberal hegemónico hasta entonces y avanzan en nuevos procesos, algunos incluso de carácter anticolonial, anticapitalista y antiimperialista. El cónclave de Santa Cruz será ocasión ideal para mostrar los logros del gobierno plurinacional de Bolivia, como ejemplo visible de los cambios operados en Nuestramérica.
Entre otras experiencias regionales, sobresalen los cambios constitucionales que recogen el ideario del “vivir bien” o el “buen vivir”, caso de Bolivia o Ecuador; la participación popular en la gestión política, recogida por las constituciones de Venezuela, Bolivia o Ecuador; los derechos de la naturaleza y la pacha mama reconocidos en los textos constitucionales; la demanda por una nueva arquitectura financiera que surge desde la UNASUR y el ALBA-TCP, y como ella la perspectiva de una integración alternativa al modelo de integración subordinada que sostenía el ALCA o la difusión de TLC o Tratados bilaterales en defensa de la inversión. Esas experiencias de integración favorecen el surgimiento de la CELAC, que excluye deliberadamente a EEUU y a Canadá. El ALBA-TCP, es quizá el instituto de integración más avanzado, que incluye articulación energética, financiera y comercial con pagos en monedas locales, el SUCRE.
En el presente la ofensiva del Norte agiganta las desigualdades entre Norte y Sur del mundo. Pero también la ilusión del desarrollo capitalista en el Sur agiganta las diferencias entre algunos países del Sur, receptores de inversiones externas y una gran parte del Sur que profundiza su atraso y subdesarrollo si no intenta una lógica alternativa al desarrollo, que es parte de la experiencia que Bolivia y otros países sustentan, por ejemplo, en el programa de seguridad con soberanía alimentaria; de soberanía energética expresada en las nacionalizaciones de los hidrocarburos del 2006 y el proceso de autonomía e independencia que permite en Bolivia que su pueblo “coma más y mejor” tal como lo expresan documentos del Ministerio de Desarrollo Productivo y Economía Plural.
El Sur del mundo necesita independizar su crecimiento y desarrollo de la demanda mundial de tierras y recursos naturales provenientes del Norte, y pretender un desarrollo autónomo, independiente, en la búsqueda de la cooperación Sur – Sur, retomando el espíritu originario del G77 y aprendiendo de medio siglo de nuestra historia. Se necesita promover una mayor articulación del Sur en defensa del medio ambiente, para un desarrollo en armonía con la naturaleza, en defensa de los bienes comunes, tal como concluyó la Cumbre Popular de la Tierra que sesionó en Cochabamba, Bolivia, en abril del 2009. Es importante sumar y comprometer a todos los países del G77+China en este propósito, alejando la ilusión del desarrollo capitalista y desafiarnos a pensar un mundo anticolonial, anticapitalista y antiimperialista, por el socialismo. Es la ocasión para pensar la agenda post 2015, más allá de los Objetivos del Milenio, que el capitalismo hegemónico impide su realización y materialización. La experiencia del ALBA-TCP indica que es posible otra experiencia de cooperación Sur – Sur y necesitamos habilitar una agenda para los próximos 50 años que asuma el programa de la liberación social y la articulación soberana en materia de alimentos, energía o la finanzas.
En estos cincuenta años, el Grupo de los 77, más allá de valoraciones específicas de países o grupo de países en su seno, se ha convertido en un actor importante en las relaciones económicas internacionales, y en un iniciador principal de ideas, conceptos e iniciativas relacionadas con el desarrollo y la cooperación internacional. Es la ocasión para que desde Bolivia surjan nuevos ejes y propuestas para la liberación nacional y social desde una perspectiva integradora desde el Sur, para una cooperación internacional articulada desde nuestro Sur.
Las reuniones previas marcan el camino hacia acuerdos posibles que interesa potenciar, tal como la importancia de elaborar una agenda de desarrollo post-2015 que satisfaga a los países del G77+China; la erradicación de la pobreza, como el mayor desafío que enfrenta el mundo hoy; la cuestión del endeudamiento de los países más empobrecidos; la situación del empleo y los ingresos populares; el cuidado del  medio ambiente y la materialización de las resoluciones abordadas en las cumbres oficiales y populares, caso de Río+20 y otras; la situación especial de las mujeres y los niños.
Especial atención merece la Agenda de Desarrollo Post-2015, para abordar los desafíos que enfrentan los países en desarrollo, como el acceso universal a los servicios modernos de energía; garantizar la seguridad alimentaria con soberanía, y la nutrición; el empleo pleno, productivo y el trabajo digno para todas y todos, con puestos de trabajo cualificados y la formación; la situación de la agricultura familiar y comunitaria en un marco de desarrollo rural para satisfacer necesidades populares, junto a la creación de capacidad productiva rural y promoviendo ciudades sostenibles y asentamientos urbanos con desarrollo de infraestructura suficiente y adecuada para el hábitat popular y la armonía con la Naturaleza.
Se trata de pensar en un programa que aúne las aspiraciones del Sur, en momentos de crisis del capitalismo para relanzar con más fuerza el proyecto imaginado hace 50 años por el G77, pero en las nuevas condiciones de luchas emancipadoras de los pueblos del Sur del mundo.
Crisis alimentaria, Soberanía y agenda post 2015
Al momento de asumir la presidencia del G77+China, Evo Morales señaló 10 tareas fundamentales para un nuevo mundo. Entre ellas, señaló el propósito de “Erradicar el hambre de los países del sur con soberanía alimentaria”. Vale destacar la cuestión de la “soberanía alimentaria” propuesta por el titular del gobierno boliviano, ya que en general, en la terminología usual se alude a la “seguridad alimentaria”.
La seguridad alimentaria parte de una concepción de resolución del problema desde arriba, en general a cargo del Estado y sin cuestionar el modelo productivo del agro negocio que hoy impera en el sistema mundial. El concepto apela a las políticas públicas para asegurar alimentación a la población, sin cuestionar el modo de producción ni los principales beneficiarios del modelo, por caso las trasnacionales de la alimentación o la biotecnología. Mientras que la soberanía alimentaria es producto de la lucha de los pueblos, los trabajadores, los campesinos, los indígenas. Es una categoría creada por el movimiento popular campesino a fines del siglo XX, cuando la Vía Campesina despliega su lucha contra la incorporación de la Agricultura en las negociaciones de la OMC. No sólo significa que los pueblos deciden qué comer, sino cómo se produce y quién lo produce. También implica la lucha por la tierra (reforma agraria popular), el agua, o las semillas.
Privilegiar la “soberanía alimentaria” no niega en la coyuntura resolver la “seguridad alimentaria”. La soberanía alimentaria se asocia al Vivir Bien, es una cosmovisión de carácter civilizatorio, mientras que la seguridad alimentaria puede favorecer el vivir mejor (propio del orden capitalista). Por eso creemos que la discusión debería centrarse en el tema de la soberanía alimentaria (sin descuidar la seguridad que, como dijimos, también es importante), sobre todo hoy cuando lo que existe es la destrucción del campo en el ámbito mundial y la imposición de un determinado patrón de consumo que tiene consecuencias serias en materia sanitaria.
Es un eje central asegurar en el ámbito nacional, regional e internacional, la seguridad alimentaria con soberanía y el desarrollo agrícola familiar y comunitario como parte integrante de la agenda internacional de desarrollo. Ello supone una financiación sostenida y una mayor inversión dirigida a aumentar la producción mundial de alimentos. Vale destacar en este sentido  la importancia del Año Internacional de la Quinua en 2013. La biodiversidad de la quinua y el valor nutricional hacen que sea esencial para la seguridad alimentaria y la nutrición y para la erradicación de la pobreza, así como por la promoción de los conocimientos tradicionales de los pueblos indígenas de los Andes, lo que contribuye a la consecución de la seguridad alimentaria con soberanía, la nutrición y la erradicación de la pobreza. Se trata de profundizar la sensibilización sobre la producción de Quinua de su contribución al desarrollo social, económico y ambiental, y para compartir las buenas prácticas en la ejecución de las actividades del año, tal como se indica en el plan maestro de actividades para el Año, titulado "Un futuro sembrado hace miles de años", como parte de los Objetivos de Desarrollo del Milenio.
El G77+China necesita enfatizar en las múltiples y complejas causas de la crisis alimentaria que se producen en las diferentes regiones del mundo, afectando a los países en desarrollo, especialmente aquellos que son importadores netos de alimentos, y sus consecuencias para la seguridad alimentaria con soberanía y la nutrición, que requieren una respuesta global y coordinada en el corto, mediano y largo plazo de los gobiernos nacionales y la comunidad internacional. Las causas profundas de la inseguridad alimentaria y la ausencia de soberanía alimentaria hay que fundamentarlas en la pobreza y la inequidad. En definitiva, los precios internacionales de los alimentos son establecidos en mercados mundiales influidos por la especulación y el carácter dominante de las corporaciones transnacionales de los principales países capitalistas del Norte desarrollado. Esos mercados dominados por los monopolios transnacionales son los responsables de la volatilidad de los precios de los alimentos y representan un serio desafío a la lucha contra la pobreza y el hambre y para los esfuerzos de países en desarrollo para lograr la seguridad alimentaria con soberanía y la nutrición.
La seguridad alimentaria con soberanía y la nutrición son dimensiones esenciales del desarrollo sostenible. Los países en desarrollo son vulnerables a los impactos adversos del cambio climático que amenaza aún más la seguridad de los alimentos. El logro de la seguridad alimentaria y el cambio hacia una agricultura sostenible, incluyendo el aumento de la producción de alimentos y la inversión agrícola, el aumento de la capacidad productiva y la mejora de la gestión agrícola y el desarrollo y el apoyo a la agricultura familiar y los pequeños propietarios agrícolas en países en desarrollo, son temas cruciales a sostener desde el G77+China. Al remitir a la Agricultura, se la entiende en sentido ampliado, incluyendo la producción agropecuaria, la pesca y la silvicultura, en tanto un sector de mucha importancia en muchos países en desarrollo y fundamental para la supervivencia de millones de personas. Es preocupante la situación de países que se han convertido en importadores netos de alimentos producto de las prácticas de liberalización de la economía que afectaron producciones locales, especialmente de alimentos.
Un problema lo constituyen los subsidios agrícolas y otras distorsiones al comercio de los países desarrollados, que han perjudicado gravemente el sector agrícola en los países en desarrollo, y limita la capacidad de este sector clave para contribuir significativamente a la erradicación de la pobreza, el desarrollo rural y sostenible, sostenido, inclusivo y equitativo del crecimiento económico. Eliminación de esas subvenciones es una parte fundamental de los esfuerzos mundiales para promover la agricultura, el desarrollo rural y la erradicación de la pobreza y el hambre. Es preocupante en ese sentido el acceso al mercado para los países en desarrollo, de los productos agrícolas en sentido amplio.
En fin, desde Bolivia y con la experiencia del cambio político regional, el G77+China puede retomar el camino originario por la emancipación de los pueblos contra la dominación imperialista que surge de la articulación de las transnacionales, los principales estados del capitalismo mundial y las organizaciones multilaterales del sistema mundial capitalista.

La Paz, 30 de abril de 2014

Entre la crisis capitalista y la construcción de poder popular (Publicado en ÉPOCA, semanario boliviano)

Constituye un gran acontecimiento la octava edición del Seminario “Marx Vive” en Bogotá, Colombia, realizado en la sede de la Universidad Nacional de ese país entre el 14 y el 16 de Mayo del 2014. El lema que presidía el encuentro era sobre el “Proceso constituyente y contrarrevolución en Nuestra América”, en lo que traduzco como consideraciones sobre el cambio político nuestro americano en nuestro tiempo y la contraofensiva imperialista para recuperar poder en nuestros territorios.
En mi exposición presenté una hipótesis sobre la lucha de clases contemporánea con la pretensión de continuar en nuestro tiempo a Carlos Marx en su crítica del capitalismo. La premisa de mi hipótesis es que el aporte del teórico revolucionario nacido en Tréveris contribuyó a la sistematización de un ciclo de lucha de clases que se extiende entre 1848, tiempo de constitución de la “clase para sí”, hasta 1989/91, momento de desarticulación de la experiencia socialista en el este de Europa.
Mi propósito en el texto presentado a la discusión pretende aportar a la nueva síntesis del ciclo de lucha de clases que emerge hacia 1989, en el mismo momento del auge de la política e ideas neoliberales. Este ciclo de la lucha de clases aporta como novedad los cambios políticos en Nuestramérica, un territorio laboratorio de ensayos de prácticas sociales, económicos y políticos en la perspectiva de constituir sujeto, programa y fuerza política para la revolución.
Sostengo en la argumentación que la dinámica de lucha y organización popular de fines del Siglo XX e inicios del Siglo XXI generó las condiciones de posibilidad para el “cambio político” en la región, y al mismo tiempo, la iniciativa política de las clases dominantes, locales y externas a nuestros países, habilitan la posibilidad de analizar críticamente estas experiencias, considerar sus límites y proponer formas de superación para consolidar la iniciativa política popular y revolucionaria, contra el colonialismo, el capitalismo y el imperialismo, por el socialismo.
Marx Vive, tal como nos convoca a pensar el Seminario en tierra bogotana, si contribuimos a desarrollar la crítica del capitalismo en nuestro tiempo, y si somos capaces de aportar a constituir la síntesis teórica de la revolución en nuestra época.
Nuestramérica en la lucha de clases
La dinámica de análisis que proponemos nos ubica en las cuatro décadas transitadas desde el ensayo neoliberal gestadas con terrorismo de Estado en el Cono Sur, que luego se generalizaría al mundo con la restauración conservadora en los años ochenta de Thatcher y Reagan. El desquite civilizatorio vendría también desde nuestros territorios y no hay duda que las novedades políticas de confrontación al orden neoliberal y capitalista se sustentaron con intervención política de los pueblos en nuestro continente, contra la liberalización de la economía y el intento del ALCA; contra el endeudamiento deliberado de nuestros países y denunciando la militarización de nuestro espacio como forma de extensión del control militar imperialista en todo el mundo.
Los noventa del siglo pasado fueron momentos de emergencia de nuevos sujetos en lucha, con enorme visibilidad de la lucha indígena, originaria y campesina que otorgó carnadura a procesos de emancipación continental, articulando una agenda obrera contra la precariedad, la flexibilización laboral y salarial, el desempleo, la informalidad, la tercerización y la pérdida de derechos de los trabajadores y su familia; con las demandas de mujeres, jóvenes y el conjunto del pueblo sometido a la lógica liberalizadora del capital en tiempos de transnacionalización.
Esa dinámica social, política y cultural en lucha es la que propició novedades de cambio político e institucional como las reformas constitucionales de Venezuela, Bolivia y Ecuador, con la incorporación de nuevas categorías “programa” como la democracia participativa y comunitaria, el vivir bien o el buen vivir, los derechos de la naturaleza, el carácter plurinacional del gobierno y la sociedad o el carácter plural de la economía y la visualización e institucionalización para el caso boliviano de la economía comunitaria. Son categorías “programa” porque requieren ser llevadas a la práctica del desarrollo cotidiano, son horizonte civilizatorio de nuevo tipo. Es la recuperación de concepciones anteriores re-significadas en nuestro tiempo, con la necesidad de avanzar en procesos anti coloniales, anti patriarcales, contra el racismo y en sentido antiimperialista y anticapitalista por la construcción de una nueva sociedad socialista.
Es que el derrotado socialismo en el imaginario popular, producto de la debacle del este europeo, fue incorporado al debate teórico y político por el proceso bolivariano hacia el 2004/5, en una crítica al socialismo real y una propuesta renovada para construir la sociedad sin explotados. Claro que la propuesta debe ser completada con la práctica revolucionaria, siendo ello el desafío en nuestros días. Con ese bagaje asistimos a la renovación del modelo económico del socialismo en Cuba, inspirado en la necesidad de adecuar las políticas en la coyuntura para defender los logros de la revolución en materia social y compartir experiencias productivas y de desarrollo integrado con la región en momentos de disputas de proyectos civilizatorios, el de la liberación social o el programa del capital con la liberalización de la economía.
La tesis que sostenemos es que el ciclo de lucha de clases contemporánea encuentra a la ofensiva del capital por un lado, aprovechando la crisis mundial para hacer avanzar sus objetivos de subsunción del trabajo, la naturaleza y la sociedad en el capital; y por el otro a los pueblos de Nuestramérica en una experiencia en proceso, que define el cambio político y que necesita revolucionarse para otorgar viabilidad a una iniciativa política de los pueblos por otro orden social y civilizatorio sin explotación y en armonía con la Naturaleza.
Somos conscientes de los límites y dificultades de los procesos en Nuestramérica, de la dinámica asociada y conflictiva en la dialéctica entre movimientos de masas y liderazgos, como entre movimientos sociales y aparato estatal, con los peligros de burocratización de la demanda social y sus consecuencias en la despolitización e desideologización en aras de lo posible. Del mismo modo ocurre cuando desde los gobiernos y asumiendo un rumbo “posible” dentro del orden capitalista se consuma una política que no enfrenta la reproducción de la lógica de la ganancia, de la acumulación y dominación capitalista para sobrevivir en un mundo de consolidación de la transnacionalización y la presión de los organismos internacionales y los principales estados del capitalismo imperialista.
Estamos aludiendo a que así como existe una confrontación entre la ofensiva imperialista y el proyecto revolucionario por el socialismo, con el lenguaje que cada proceso determine, sea el Socialismo del Siglo XXI, el Socialismo Comunitario, el Vivir Bien o el Buen Vivir; la realidad es que existe una ilusión intermedia que sostiene el posibilismo de un “capitalismo autónomo, nacional, neo-desarrollista” y que se expresa bajo las categorías inventadas desde el poder para “países emergentes”, que son tales en tanto territorios con gran extensión territorial y población numerosa con potencialidad de ser contratada a bajos salarios.
El orden capitalista
Esta dinámica de lucha de clases que describimos se procesa en un momento de crisis integral del capitalismo, con manifestaciones en la economía y en las finanzas, pero también como crisis alimentaria, energética, medio ambiental, para configurar una crisis estructural y del orden civilizatorio que convoca a una confrontación entre dos iniciativas políticas, una para restablecer el orden capitalista con mayor expresión del salvajismo civilizatorio que supone la desigualdad de riqueza acumulada y de pobreza extendida, o un nuevo orden para la sociedad mundial.
Estamos asistiendo a un momento de crisis capitalista  en el marco de la ofensiva del capital construida en los últimos 40 años. El ensayo general de esta ofensiva comenzó en 1973 en el Cono Sur de América con regímenes sustentados en el Terrorismo de Estado y se generalizó desde el propio centro imperialista en la década del 80´, desde Gran Bretaña y EEUU. La militarización y la especulación financiera son parte de este proceso, que supuso cambios en la relación de explotación, entre los trabajadores y los patrones; una exacerbación de la explotación de la Naturaleza; un cambio de la función del Estado favorable a la mercantilización; y una tendencia del imperialismo a la mundialización del poder y el gobierno, intentando constituir un poder globalizado por encima de las soberanías nacionales.
Nuestro enfoque articula una visión de economía mundial, donde no es posible pensar las realidades nacionales sin el contexto global, pero claro, reconociendo que las especificidades locales intervienen decididamente en las mutaciones del orden mundial. Es lo que nos anima desde Nuestramérica, precisamente donde hace cuarenta años se inició el ensayo mundial del rumbo neoliberal y no casualmente, donde se procesan la más importantes experiencias de cambio político desde los albores del Siglo XXI.
Esta búsqueda Nuestramericana anima la agresión imperialista, reflejada en el último tiempo con los golpes en Haití, Honduras y Paraguay; el persistente bloqueo a Cuba y los intentos golpistas como el reciente desde febrero en Venezuela; la extensión de las bases militares y la preocupación por ponerle limite al proceso de cambio en la región. No se trata de una novedad, pero queremos enfatizar en la renovada agresividad del imperialismo y las clases dominantes locales ante el cambio político en curso en la región. Por ello es que estamos desafiados a profundizar el proceso de cambio y transformarlo en revolución.
Lucha teórica y política
En síntesis, sostenemos que luego de 25 años de la caída del Muro de Berlín existe un nuevo ciclo teórico y político para el despliegue de la lucha de clases, y en que en esos dos ámbitos se define el futuro de la izquierda y la tradición marxista en todo el mundo.
La izquierda debe retomar lo único invariante en Carlos Marx: la crítica del capitalismo en cada época, lo que supone profundizar en las novedosas formas que asume la explotación del trabajo humano y la subordinación de la naturaleza y la sociedad a los designios contemporáneos del capital. No es otra cuestión que estudiar la subsunción real del trabajo, la sociedad y la naturaleza, al capital, en las condiciones actuales del proceso de valorización y acumulación transnacional del capital.
El capitalismo es una relación social en lucha, que merece considerarse históricamente. Carlos Marx se propuso una obra gigantesca, parcialmente realizada, es decir, inconclusa. Su estudio abarcaba seis enfoques de lo mismo. El eje de estudio era el capitalismo, que estudió parcialmente desde el “capital” (obra inacabada), desde el “salario”, desde la “renta”, desde el “Estado”, desde las “relaciones internacionales”, y desde el “mercado mundial”. Con mucha más razón hoy se necesita continuar ese plan de trabajo, especialmente por las nuevas formas de explotación laboral, el papel de los bienes comunes naturales y su extensión en Nuestramérica, como el rumbo de la mundialización y el papel que se le asigna al Estado. Pero ya no solo con enfoque crítico, sino asumiendo nuevas proposiciones que aparecen, tales como las recogidas en el nuevo constitucionalismo regional, casos de Bolivia y Ecuador con el Vivir Bien o el Buen Vivir; o formulaciones programáticas más generales del estilo del Socialismo del Siglo XXI, del Socialismo Comunitario, o la propia renovación del modelo económico cubano para defender lo logrado, enfrentar el bloqueo estadounidense e intentar satisfacer las demandas de la sociedad cubana en la perspectiva del socialismo.
El desafío teórico a que nos convoca la máxima de “Marx Vive” supone abordar los nuevos problemas del capitalismo, la cuestión medio ambiental y ecológica, abordada desde el eco marxismo y el eco socialismo (aunque a algunos no les satisfaga esta denominación), entre otras denominaciones de quienes acuden a la tradición de Marx para pensar los nuevos temas del impacto sobre la naturaleza del modelo productivo y de desarrollo del capitalismo, Supone superar el machismo histórico en la izquierda y abordar los temas de la mujer y la igualdad de género, la liberación femenina y social en términos más generales, lo que supone también la cuestión de las minorías sexuales y todo tipo de derechos sociales y al libre uso de los cuerpos. La cuestión juvenil y el derecho al deporte y la recreación, a la participación en la toma de decisiones, que nos lleva al tema de la democracia participativa a todo nivel, que pasa a ser una cuestión crucial.
La cuestión del trabajo sigue siendo esencial, por lo que describir las formas contemporáneas de la explotación, constituyen una necesidad histórica en el proceso de construcción del sujeto popular ampliado por la revolución.
Sustentamos un desafío teórico para fundamentar la revolución socialista en el presente. Fue la tarea asumida en su momento por Marx y sus varios continuadores hasta nuestros días, con Lenin, Trotsky, Gramsci, Mella, Mariátegui, el Che, entre muchos que contribuyeron y aún lo hacen pensando críticamente nuestro tiempo, caso de Fidel.
El gran desafío es la construcción de sujeto popular consciente por la revolución; con un programa de transformación contra el racismo y el patriarcado, de carácter anticolonialista, anticapitalista, antiimperialista y por el socialismo; desplegando la construcción de una fuerza social y política para el cambio, organizada en la forma que surja según las especificidades históricas nacionales: partido, frente, movimiento, o instrumento.
En definitiva, nuestra reflexión apunta a destacar la complejidad de la época, donde existen variadas iniciativas políticas y surge el interrogante de quién vence a quién.
Uno de los ejes principales de la disputa es el modelo productivo y de desarrollo, una cuestión que diferencia los procesos de cambio en curso en Nuestramérica y que condiciona el éxito de la revolución anti-racista, anti-patriarcal, anticolonial, anticapitalista, antiimperialista y socialista. Es el marco del accionar de los organismos internacionales por retrasar el cambio y restablecer el orden capitalista y la hegemonía en el desarrollo de nuestras sociedades.
Sostenemos que la utopía es la que sustenta  el imaginario de soluciones en el capitalismo, aun bajo el manto neo desarrollista, y que ese horizonte nos lleva, no solo al “no lugar” sino al destino de los ideólogos del régimen del capital. Lo que pretendemos, si se quiere, es la utopía del socialismo, el horizonte que nos permite caminar, al decir de Eduardo Galeano. Sostenemos que la lucha por el socialismo, propuesta por Mariátegui hace un siglo en Nuestramérica, tiene absoluta validez en nuestro tiempo, siendo la tarea en la etapa para nuestra izquierda y que otorga validez al propósito de la convocatoria “Marx Vive”.

Bogotá, 15 de mayo de 2014