Comenzó el mundial de fútbol en Brasil y junto a lo deportivo
y las pasiones nacionales en movimiento, emerge el negocio en el popular
deporte.
Se trata del negocio de las multinacionales asociadas al
juego, sea por la indumentaria y accesorios diversos usados y visibilizados por
los principales protagonistas; por la publicidad exacerbada para el consumo de
masas y la televisación de los juegos y el espectáculo, los comentarios y el
show de la previa, el durante y el después de cada partido.
Claro que se pone en juego el negocio del turismo y un
consumo de élite por costos elevados de pasajes, alimentación, hotelería,
electrónica y otros rubros, amén de financiamientos bancarios, descuentos y
promociones.
Entre otros aspectos, se incluyen los negocios corporativos
de la FIFA, principal beneficiario directo del negocio de la COPA, y también
los de los intermediarios particulares vinculados a las obras e infraestructura
que encara el país organizador. Ello involucra las sospechas de corrupción en
el comentado “se la llevan con pala”, asociando enriquecimiento de funcionarios
encargados de supervisar los contratos de la Copa Mundial.
El negocio remite también a la evolución de las cotizaciones
de los jugadores y equipos técnicos, como eventuales beneficios para
intermediarios y los clubes de origen, como a las apuestas y sospechas de
arbitrajes y negociados sobre resultados.
Así, el gran negocio del fútbol mundial inició la versión
2014, que nos tendrá entretenidos por un mes, y que como nunca, ahora rodeado
de una serie de movilizaciones y de protestas de diversos sectores de la sociedad
brasileña, ampliamente difundidos gracias a la tecnología de la comunicación.
Protestas
sociales
Las protestas sociales ya no son solamente de indignados por
la orientación del gasto público social, tal como se hizo manifiesto hace un
año en la lucha por el precio del transporte público y la demanda por su
gratuidad.
Ahora se suman los trabajadores formales, sindicalizados, que
demandan mejoras de ingresos y condiciones laborales, utilizando la ocasión del
mundial para hacer efectivas sus demandas, capacidad y posibilidad de
negociación.
Las luchas son en aeropuertos y en subterráneos, entre otros,
con demandas en todo el territorio brasileño. Pero también exigen lo suyo los
trabajadores sin techo y los sin tierra, éstos últimos exigiendo una demorada
reforma agraria. Con todos ellos existen mecanismos de negociación que se han
puesto en juego por parte del gobierno para intentar morigerar el conflicto.
Ocurre algo distinto con los movilizados menos formalizados, que imponen
límites a la negociación gubernamental para evitar la extensión de la
movilización social crítica a la COPA. En este caso, la respuesta es la
represión, que puede empañar el carácter de fiesta que se atribuye al mundial
de fútbol.
En definitiva, el sujeto de la protesta, más allá de treguas
y negociaciones, son los trabajadores formales e informales, los jóvenes y el movimiento
estudiantil, las organizaciones populares y movimientos contra la opresión
racial y de género, entre otros por diversas reivindicaciones, los que expresan
la indignación por la utilización de los recursos públicos aplicados a la
mercantilización del deporte. Hacen pública y evidencian una demanda y una crítica
al modelo de desarrollo, el que privilegia la mercantilización del deporte y la
vida cotidiana, en contradicción con la satisfacción de múltiples necesidades de
ingresos y de beneficios sociales de educación, salud, transporte, tierra,
vivienda o hábitat, entre variados reclamos por des-mercantilizar la vida
cotidiana.
La gran vidriera mediática del espectáculo, aun cuando se la
quiera ocultar, favorece la demanda social y laboral en contra de la tendencia
a mercantilizar una “pasión de multitudes” en un país emblemáticamente
futbolero. Es una propuesta coincidente con la crítica más general a un “modelo
de desarrollo” que alienta y promueve la extensión de la satisfacción de las
necesidades por el mercado capitalista, el que se define por el objetivo de la
ganancia y la acumulación.
Este avance de las relaciones mercantiles capitalistas actúa
en la desposesión material y simbólica de bienes comunes, desde la tierra y el
agua, al juego y el deporte. Las protestas en Brasil constituyen un llamado de
atención y al debate de la sociedad sobre la satisfacción y la insatisfacción
en las políticas en curso en la región.
Se
discute el modelo de desarrollo
Existe evidencia estadística de mejoras sociales en la región,
siempre comparadas con la década perdida del 80´ (según CEPAL) y el decenio del
ajuste y la reestructuración regresiva de los 90´, pero alejadas del imaginario
social crítico al modelo productivo y de desarrollo emergente con las políticas
neoliberales. Estas políticas fueron explicitadas en aquellas recientes décadas
del ajuste y la reestructuración regresiva del capitalismo en la América del
Sur.
La resistencia popular a esas estrategias gestó las
condiciones de posibilidad para el cambio político en la región en este
comienzo del Siglo XXI, y el escenario actual de Brasil, de protestas por la creciente
mercantilización, nos devuelve al debate sobre el modelo de desarrollo a que
aspiran los pueblos.
Vale mencionar que ese debate sobre el modelo de desarrollo estará
presente en las deliberaciones de la Cumbre del G77+China que se realiza este
fin de semana en Santa Cruz de la Sierra, Bolivia, para un agrupamiento que
surgió hace 50 años para discutir estrategias desde el Sur “dependiente” para
una inserción “independiente” en el sistema mundial dominado por las empresas
transnacionales, los principales Estados del capitalismo mundial y los
organismos internacionales.
Claro que mucho cambió el mundo en medio siglo y aquellas
viejas aspiraciones se desvanecieron al calor de la disputa por recibir inversiones
y ser considerados “países emergentes”, petróleo y recursos naturales mediante.
Pero también es cierto que en estos años de comienzo del Siglo XXI, nuestra
región evidenció expectativas de cambio que pueden resurgir en esta cumbre y a
favor de un programa de soberanía popular asociado a la alimentación, la
energía, el medio ambiente o las finanzas.
En definitiva, la discusión a propósito del mundial en
Brasil, o por la Cumbre del G77+China en Bolivia, apunta a considerar
si alcanza con medidas sociales compensatorias derivadas de la inequidad del
régimen del capital, que sustenta sus ganancias y la acumulación con fuerza de
trabajo barata y extensiva explotación de abundantes recursos naturales en
nuestros territorios, o si se requiere de otras y variadas estrategias para una
industrialización independiente, lo que implica cambios sustanciales en el
modelo productivo y de desarrollo, con otras políticas, para otros
beneficiarios, entre los que identificamos a los sectores empobrecidos y
vulnerables de nuestras sociedades.
Buenos
Aires, 13 de junio de 2014
Muy buen análisis. Estos eventos futboleros refuerzan la adhesión irreflexiva a un modelo corporativo, sin poner en tela de juicio el modelo de desarrollo.
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