Constituye un gran acontecimiento la octava edición del
Seminario “Marx Vive” en Bogotá, Colombia, realizado en la sede de la
Universidad Nacional de ese país entre el 14 y el 16 de Mayo del 2014. El lema
que presidía el encuentro era sobre el “Proceso constituyente y
contrarrevolución en Nuestra América”, en lo que traduzco como consideraciones
sobre el cambio político nuestro americano en nuestro tiempo y la contraofensiva
imperialista para recuperar poder en nuestros territorios.
En mi exposición presenté una hipótesis sobre la lucha de
clases contemporánea con la pretensión de continuar en nuestro tiempo a Carlos
Marx en su crítica del capitalismo. La premisa de mi hipótesis es que el aporte
del teórico revolucionario nacido en Tréveris contribuyó a la sistematización
de un ciclo de lucha de clases que se extiende entre 1848, tiempo de
constitución de la “clase para sí”, hasta 1989/91, momento de desarticulación
de la experiencia socialista en el este de Europa.
Mi propósito en el texto presentado a la discusión pretende aportar
a la nueva síntesis del ciclo de lucha de clases que emerge hacia 1989, en el
mismo momento del auge de la política e ideas neoliberales. Este ciclo de la
lucha de clases aporta como novedad los cambios políticos en Nuestramérica, un
territorio laboratorio de ensayos de prácticas sociales, económicos y políticos
en la perspectiva de constituir sujeto, programa y fuerza política para la
revolución.
Sostengo en la argumentación que la dinámica de lucha y
organización popular de fines del Siglo XX e inicios del Siglo XXI generó las
condiciones de posibilidad para el “cambio político” en la región, y al mismo
tiempo, la iniciativa política de las clases dominantes, locales y externas a
nuestros países, habilitan la posibilidad de analizar críticamente estas
experiencias, considerar sus límites y proponer formas de superación para
consolidar la iniciativa política popular y revolucionaria, contra el colonialismo,
el capitalismo y el imperialismo, por el socialismo.
Marx Vive, tal como nos convoca a pensar el Seminario en
tierra bogotana, si contribuimos a desarrollar la crítica del capitalismo en
nuestro tiempo, y si somos capaces de aportar a constituir la síntesis teórica
de la revolución en nuestra época.
Nuestramérica
en la lucha de clases
La dinámica de análisis que proponemos nos ubica en las
cuatro décadas transitadas desde el ensayo neoliberal gestadas con terrorismo
de Estado en el Cono Sur, que luego se generalizaría al mundo con la
restauración conservadora en los años ochenta de Thatcher y Reagan. El desquite
civilizatorio vendría también desde nuestros territorios y no hay duda que las
novedades políticas de confrontación al orden neoliberal y capitalista se
sustentaron con intervención política de los pueblos en nuestro continente,
contra la liberalización de la economía y el intento del ALCA; contra el
endeudamiento deliberado de nuestros países y denunciando la militarización de
nuestro espacio como forma de extensión del control militar imperialista en
todo el mundo.
Los noventa del siglo pasado fueron momentos de emergencia de
nuevos sujetos en lucha, con enorme visibilidad de la lucha indígena,
originaria y campesina que otorgó carnadura a procesos de emancipación
continental, articulando una agenda obrera contra la precariedad, la
flexibilización laboral y salarial, el desempleo, la informalidad, la
tercerización y la pérdida de derechos de los trabajadores y su familia; con
las demandas de mujeres, jóvenes y el conjunto del pueblo sometido a la lógica
liberalizadora del capital en tiempos de transnacionalización.
Esa dinámica social, política y cultural en lucha es la que
propició novedades de cambio político e institucional como las reformas
constitucionales de Venezuela, Bolivia y Ecuador, con la incorporación de
nuevas categorías “programa” como la democracia participativa y comunitaria, el
vivir bien o el buen vivir, los derechos de la naturaleza, el carácter
plurinacional del gobierno y la sociedad o el carácter plural de la economía y
la visualización e institucionalización para el caso boliviano de la economía comunitaria.
Son categorías “programa” porque requieren ser llevadas a la práctica del
desarrollo cotidiano, son horizonte civilizatorio de nuevo tipo. Es la
recuperación de concepciones anteriores re-significadas en nuestro tiempo, con
la necesidad de avanzar en procesos anti coloniales, anti patriarcales, contra
el racismo y en sentido antiimperialista y anticapitalista por la construcción
de una nueva sociedad socialista.
Es que el derrotado socialismo en el imaginario popular,
producto de la debacle del este europeo, fue incorporado al debate teórico y
político por el proceso bolivariano hacia el 2004/5, en una crítica al
socialismo real y una propuesta renovada para construir la sociedad sin
explotados. Claro que la propuesta debe ser completada con la práctica
revolucionaria, siendo ello el desafío en nuestros días. Con ese bagaje
asistimos a la renovación del modelo económico del socialismo en Cuba,
inspirado en la necesidad de adecuar las políticas en la coyuntura para
defender los logros de la revolución en materia social y compartir experiencias
productivas y de desarrollo integrado con la región en momentos de disputas de
proyectos civilizatorios, el de la liberación social o el programa del capital
con la liberalización de la economía.
La tesis que sostenemos es que el ciclo de lucha de clases
contemporánea encuentra a la ofensiva del capital por un lado, aprovechando la
crisis mundial para hacer avanzar sus objetivos de subsunción del trabajo, la
naturaleza y la sociedad en el capital; y por el otro a los pueblos de
Nuestramérica en una experiencia en proceso, que define el cambio político y
que necesita revolucionarse para otorgar viabilidad a una iniciativa política
de los pueblos por otro orden social y civilizatorio sin explotación y en
armonía con la Naturaleza.
Somos conscientes de los límites y dificultades de los
procesos en Nuestramérica, de la dinámica asociada y conflictiva en la
dialéctica entre movimientos de masas y liderazgos, como entre movimientos
sociales y aparato estatal, con los peligros de burocratización de la demanda
social y sus consecuencias en la despolitización e desideologización en aras de
lo posible. Del mismo modo ocurre cuando desde los gobiernos y asumiendo un
rumbo “posible” dentro del orden capitalista se consuma una política que no
enfrenta la reproducción de la lógica de la ganancia, de la acumulación y
dominación capitalista para sobrevivir en un mundo de consolidación de la
transnacionalización y la presión de los organismos internacionales y los
principales estados del capitalismo imperialista.
Estamos aludiendo a que así como existe una confrontación
entre la ofensiva imperialista y el proyecto revolucionario por el socialismo,
con el lenguaje que cada proceso determine, sea el Socialismo del Siglo XXI, el
Socialismo Comunitario, el Vivir Bien o el Buen Vivir; la realidad es que
existe una ilusión intermedia que sostiene el posibilismo de un “capitalismo
autónomo, nacional, neo-desarrollista” y que se expresa bajo las categorías
inventadas desde el poder para “países emergentes”, que son tales en tanto
territorios con gran extensión territorial y población numerosa con
potencialidad de ser contratada a bajos salarios.
El orden
capitalista
Esta dinámica de lucha de clases que describimos se procesa
en un momento de crisis integral del capitalismo, con manifestaciones en la
economía y en las finanzas, pero también como crisis alimentaria, energética,
medio ambiental, para configurar una crisis estructural y del orden
civilizatorio que convoca a una confrontación entre dos iniciativas políticas,
una para restablecer el orden capitalista con mayor expresión del salvajismo
civilizatorio que supone la desigualdad de riqueza acumulada y de pobreza
extendida, o un nuevo orden para la sociedad mundial.
Estamos asistiendo a un momento de crisis capitalista en el marco de la ofensiva del capital
construida en los últimos 40 años. El ensayo general de esta ofensiva comenzó
en 1973 en el Cono Sur de América con regímenes sustentados en el Terrorismo de
Estado y se generalizó desde el propio centro imperialista en la década del
80´, desde Gran Bretaña y EEUU. La militarización y la especulación financiera
son parte de este proceso, que supuso cambios en la relación de explotación,
entre los trabajadores y los patrones; una exacerbación de la explotación de la
Naturaleza; un cambio de la función del Estado favorable a la mercantilización;
y una tendencia del imperialismo a la mundialización del poder y el gobierno,
intentando constituir un poder globalizado por encima de las soberanías
nacionales.
Nuestro enfoque articula una visión de economía mundial,
donde no es posible pensar las realidades nacionales sin el contexto global,
pero claro, reconociendo que las especificidades locales intervienen
decididamente en las mutaciones del orden mundial. Es lo que nos anima desde Nuestramérica,
precisamente donde hace cuarenta años se inició el ensayo mundial del rumbo
neoliberal y no casualmente, donde se procesan la más importantes experiencias
de cambio político desde los albores del Siglo XXI.
Esta búsqueda Nuestramericana anima la agresión imperialista,
reflejada en el último tiempo con los golpes en Haití, Honduras y Paraguay; el
persistente bloqueo a Cuba y los intentos golpistas como el reciente desde
febrero en Venezuela; la extensión de las bases militares y la preocupación por
ponerle limite al proceso de cambio en la región. No se trata de una novedad,
pero queremos enfatizar en la renovada agresividad del imperialismo y las
clases dominantes locales ante el cambio político en curso en la región. Por
ello es que estamos desafiados a profundizar el proceso de cambio y
transformarlo en revolución.
Lucha
teórica y política
En síntesis, sostenemos que luego de 25 años de la caída del
Muro de Berlín existe un nuevo ciclo teórico y político para el despliegue de
la lucha de clases, y en que en esos dos ámbitos se define el futuro de la
izquierda y la tradición marxista en todo el mundo.
La izquierda debe retomar lo único invariante en Carlos Marx:
la crítica del capitalismo en cada época, lo que supone profundizar en las
novedosas formas que asume la explotación del trabajo humano y la subordinación
de la naturaleza y la sociedad a los designios contemporáneos del capital. No
es otra cuestión que estudiar la subsunción real del trabajo, la sociedad y la
naturaleza, al capital, en las condiciones actuales del proceso de valorización
y acumulación transnacional del capital.
El capitalismo es una relación social en lucha, que merece
considerarse históricamente. Carlos Marx se propuso una obra gigantesca,
parcialmente realizada, es decir, inconclusa. Su estudio abarcaba seis enfoques
de lo mismo. El eje de estudio era el capitalismo, que estudió parcialmente
desde el “capital” (obra inacabada), desde el “salario”, desde la “renta”,
desde el “Estado”, desde las “relaciones internacionales”, y desde el “mercado
mundial”. Con mucha más razón hoy se necesita continuar ese plan de trabajo,
especialmente por las nuevas formas de explotación laboral, el papel de los
bienes comunes naturales y su extensión en Nuestramérica, como el rumbo de la
mundialización y el papel que se le asigna al Estado. Pero ya no solo con
enfoque crítico, sino asumiendo nuevas proposiciones que aparecen, tales como
las recogidas en el nuevo constitucionalismo regional, casos de Bolivia y
Ecuador con el Vivir Bien o el Buen Vivir; o formulaciones programáticas más
generales del estilo del Socialismo del Siglo XXI, del Socialismo Comunitario,
o la propia renovación del modelo económico cubano para defender lo logrado,
enfrentar el bloqueo estadounidense e intentar satisfacer las demandas de la
sociedad cubana en la perspectiva del socialismo.
El desafío teórico a que nos convoca la máxima de “Marx Vive”
supone abordar los nuevos problemas del capitalismo, la cuestión medio
ambiental y ecológica, abordada desde el eco marxismo y el eco socialismo
(aunque a algunos no les satisfaga esta denominación), entre otras
denominaciones de quienes acuden a la tradición de Marx para pensar los nuevos
temas del impacto sobre la naturaleza del modelo productivo y de desarrollo del
capitalismo, Supone superar el machismo histórico en la izquierda y abordar los
temas de la mujer y la igualdad de género, la liberación femenina y social en
términos más generales, lo que supone también la cuestión de las minorías
sexuales y todo tipo de derechos sociales y al libre uso de los cuerpos. La
cuestión juvenil y el derecho al deporte y la recreación, a la participación en
la toma de decisiones, que nos lleva al tema de la democracia participativa a
todo nivel, que pasa a ser una cuestión crucial.
La cuestión del trabajo sigue siendo esencial, por lo que
describir las formas contemporáneas de la explotación, constituyen una
necesidad histórica en el proceso de construcción del sujeto popular ampliado
por la revolución.
Sustentamos un desafío teórico para fundamentar la revolución
socialista en el presente. Fue la tarea asumida en su momento por Marx y sus
varios continuadores hasta nuestros días, con Lenin, Trotsky, Gramsci, Mella,
Mariátegui, el Che, entre muchos que contribuyeron y aún lo hacen pensando
críticamente nuestro tiempo, caso de Fidel.
El gran desafío es la construcción de sujeto popular
consciente por la revolución; con un programa de transformación contra el
racismo y el patriarcado, de carácter anticolonialista, anticapitalista,
antiimperialista y por el socialismo; desplegando la construcción de una fuerza
social y política para el cambio, organizada en la forma que surja según las
especificidades históricas nacionales: partido, frente, movimiento, o
instrumento.
En definitiva, nuestra reflexión apunta a destacar la
complejidad de la época, donde existen variadas iniciativas políticas y surge
el interrogante de quién vence a quién.
Uno de los ejes principales de la disputa es el modelo
productivo y de desarrollo, una cuestión que diferencia los procesos de cambio
en curso en Nuestramérica y que condiciona el éxito de la revolución
anti-racista, anti-patriarcal, anticolonial, anticapitalista, antiimperialista
y socialista. Es el marco del accionar de los organismos internacionales por
retrasar el cambio y restablecer el orden capitalista y la hegemonía en el
desarrollo de nuestras sociedades.
Sostenemos que la utopía es la que sustenta el imaginario de soluciones en el capitalismo,
aun bajo el manto neo desarrollista, y que ese horizonte nos lleva, no solo al
“no lugar” sino al destino de los ideólogos del régimen del capital. Lo que
pretendemos, si se quiere, es la utopía del socialismo, el horizonte que nos
permite caminar, al decir de Eduardo Galeano. Sostenemos que la lucha por el
socialismo, propuesta por Mariátegui hace un siglo en Nuestramérica, tiene
absoluta validez en nuestro tiempo, siendo la tarea en la etapa para nuestra
izquierda y que otorga validez al propósito de la convocatoria “Marx Vive”.
Bogotá,
15 de mayo de 2014
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