Fidel Castro y su aporte a la transición

No es tiempo de llanto, sino de reflexión sobre los innumerables aportes de Fidel Castro en la lucha contra el capitalismo y por construir la nueva sociedad.
Ahora lo recuerdo sentado en la primera fila durante horas en el Palacio de las Convenciones de La Habana, durante buena parte de los Encuentros Internacionales de Economistas por la Globalización y los Problemas del Desarrollo, que a instancias del comandante organizaba la ANEC por una década, al final del siglo pasado y comienzos del Siglo XXI.[1]
Eran tiempos de ofensiva capitalista, de “periodo especial” en Cuba desde 1989/91, caída del Muro de Berlín y desarticulación de la URSS, con bloqueo estadounidense exacerbado y las clases dominantes del capitalismo mundial a la espera de la debacle cubana. Fidel, no solo dirigía la economía y la política local en difíciles condiciones, sino que convocó al mundo a debatir los problemas de la economía mundial, la “globalización y el desarrollo”.
Cuando Fidel convocaba al mundo, era precisamente eso, a todo el mundo, y así, innumerables premios NOBEL se hicieron presentes, la mayoría de la corriente principal 8reaccionaria) y los que no, apenas críticos del pensamiento hegemónico. Pero también funcionarios del FMI y el Banco Mundial tenían su posibilidad de opinar y discutir. Dirigentes del mayor arco político imaginable, de izquierda a derecha, discutían posiciones y propuestas sobre el orden.
Dos anécdotas al respecto. Una remite al cruce entre John Williamson y algunos economistas marxistas de Nuestra América. El debate era interesante, ya que el autor del artículo sobre el Consenso de Washington debatía desde la crítica a los gobiernos de la región, que no había aplicado las medidas sugeridas en su totalidad. Igual, su crítica involucraba a las versiones más inhumanas de esa ofensiva capitalista. Solo en territorio cubano era posible ese debate, entre los que se consideraba la “receta de época” para las clases dominantes e intelectuales marxistas desconocidos por la prensa hegemónica en sus países. La otra nos lleva a un debate sobre un infoeme del Banco Mundial sobre las ineficiencias de los servicios en América Latina y el Caribe, “excepto Cuba” sostenían los funcionarios del organismo internacional. Tanto elogio a la salud y la educación cubano terminó con un frase de los co-panelistas, intelectuales marxistas, en el sentido “si tanto elogio hay para Cuba, lo que el Banco Mundial debe recomendar a la región es hacer lo que hicieron los cubanos: la revolución”.
Fui protagonista de esas situaciones, con Fidel como público, inmutable, sin sobre actuación, midiendo la compulsa entre derecha e izquierda, haciendo circular la palabra como no circula en ningún ámbito de la relaciones internacionales, de igual a igual, los multi-premiados intelectuales orgánicos del capital y los ignotos estudiosos críticos del orden capitalista. Solo la Cuba inspirada en las enseñanzas de Fidel podía generar espacios de esa naturaleza.
Fidel no esperaba el fin de la historia, construía su historia, y en las difíciles condiciones de su tiempo, convocó a diferentes expresiones del pensamiento para intercambiar, compartir y asumir las mejores decisiones para su pueblo y la perspectiva de la revolución.
Búsqueda por construir el socialismo
Fidel tomaba notas en esos cónclaves, y a veces preguntaba, y repreguntaba, también discutía, con respeto y una autoridad enorme.  Le preocupaba Cuba, Nuestramérica y el mundo. Era ciudadano y revolucionario del mundo. Reconocía el subdesarrollo cubano y de la mayoría de nuestros países. Argumentaba que era una realidad derivada del desarrollo capitalista. Los problemas del desarrollo y el subdesarrollo solo podían superarse desde el anticapitalismo, búsqueda frenética de la experiencia cubana desde enero de 1959.
Insistiré en lo de búsqueda, ya que allá por el 2011 argumentando sobre el cambio del modelo económico cubano sin resignar el objetivo socialista, nos ilustraba sobre la ausencia de la existencia de un modelo de desarrollo por el socialismo. Toda su vida estuvo asociada a la construcción de una nueva sociedad, contra la explotación del hombre por el hombre y la depredación de la naturaleza.
La única certeza sostenida era la búsqueda de la organización socialista para nuestra civilización, y los caminos eran múltiples. Recuerdo en una de sus impresionantes alocuciones, en la ocasión fueron seis horas y media, remitirse a la experiencia del igualitarismo como objetivo de política económica desde el comienzo de la revolución. No hay país más igualitario que Cuba, decía.
Nosotros celebrábamos la imagen. Era lo que pretendíamos cuando nos acercamos a cualquier concepción de lucha por el socialismo y el comunismo. Corría el año 2004 y disfrutábamos la aseveración, con orgullo del logro obtenido, y para sorpresa, empezó a desgranar la autocrítica de esa concepción.
Sostenía Fidel que una combinación de factores afectaba la promoción de la producción y la suficiente materialidad para realizar la distribución socialista. Con ello estableció la necesidad de cambios en el funcionamiento de la economía cubana, bajo las nuevas condiciones del orden mundial derivado de la ruptura de la bipolaridad entre socialismo y capitalismo, lo que suponía enormes y nuevos problemas locales. Fue algo anticipado a los cambios en la economía que empezaron a sustentarse desde el 2011, y que ahora se despliegan con precisiones conceptuales y políticas en un plan hacia el 2030.
Sorprendía a propios y extraños. No había apología en sus reflexiones, sí análisis de la realidad y siempre, propuestas para intentar superar los problemas. Para intentar, ya que no había problemas en asumir al proceso revolucionario en Cuba como una experiencia sujeta a discusión y superación para aportar a la transición del capitalismo al socialismo.
El protagonismo en la gestión y construcción del socialismo
La obra de Fidel es gigantesca. Hace poco volví a leer sus intervenciones al movimiento sindical cubano al comienzo de la revolución. Comparaba esos discursos con otros más recientes, también dirigidos a los trabajadores y trabajadoras de Cuba. Sus contenidos tenían el mismo sentido. Su preocupación se asocia al papel consciente del trabajador en la construcción de la nueva sociedad.
Sin consciencia por lo nuevo no se supera al capitalismo. Es una prédica consecuente contra la burocratización, problema de la experiencia socialista desde la emergencia de la revolución rusa hace casi un siglo. Es la misma tradición del mensaje contra la burocracia de Lenin, o del Che en sus tiempos de funcionario público de la revolución, sobre estímulos voluntarios o materiales, sobre trabajo voluntario y la solidaridad, sobre la creación del hombre nuevo.
Mucho se discute sobre las alternativas económicas, como si solo fuera materialidad producto de cosas e interrelaciones entre ellas. Recuerdo ahora la batalla de ideas desplegada por Fidel para el ahorro de energía en toda la isla. Fue una gigantesca batalla de ideas para cambiar los “bombillos” en todos los ámbitos. Se trataba de una campaña ideológica, de argumentación para construir subjetividad y con ello el logro de la transformación en el consumo eléctrico. Algo similar percibí en la campaña contra la sustracción de combustibles, en los que involucró gigantescas brigadas integradas por jóvenes.
No hay transformación económica sin participación popular en la gestión del proceso de cambio. Quizá lo cooperativo nos ayude a comprender. Solo la vulgarización del marxismo, del que renegaba el propio Carlos Marx, trajo el desprestigio de las formas asociativas, mutualistas o cooperativistas de la auto-gestión obrera. Cuba no estuvo exenta y de la mano de Fidel vino la crítica a esa errónea concepción y se generalizó la experimentación cooperativa y asociativa más allá del ámbito rural. Es claro que ello suscita nuevos problemas, entre otros, derivada de la diferenciación de ingresos entre los trabajadores en cooperativas y los demás, pero constituyen nuevos desafíos en la construcción consciente del socialismo.
El legado de Fidel
La invariante en Fidel fue la búsqueda por construir una nueva sociedad sin explotación del hombre por el hombre, cuidando los bienes comunes que el orden capitalista destruye.
Ese es nuestro legado, el de seguir ese camino. La preocupación es la superación del capitalismo, la transición de esta sociedad a la nueva, el socialismo y el comunismo.
Fidel se entusiasmó con los procesos de cambio político en Nuestra américa y desde la experiencia cubana pudo recrearse la lucha por el socialismo. Desde Venezuela se propuso el Socialismo del Siglo XXI y desde Bolivia se formuló la perspectiva del Socialismo Comunitario. Todos ellos y otros intentaron la integración alternativa desde el ALBA-TCP, lo que sigue siendo una asignatura pendiente.
Qué curioso, hacia fines del siglo XX parecía que era realidad el fin de la historia y el triunfo del capitalismo sobre el intento socialista. El Siglo XXI amaneció con la esperanza de la revolución y el socialismo desde Nuestramérica, el territorio que denominó Martí y en el cuál Mariátegui imaginó el horizonte socialista. Fidel lideró el proceso real de revolucionar la realidad y se le animó en las barbas del poderoso imperialismo estadounidense. Allí empezó una historia del presente, que sigue viva con la luz que dejó su líder, cuyo objetivo sigue siendo la construcción de la nueva sociedad.
No se trata de economía o de política, es una integralidad cultural, de creación de seres humanos y por eso Fidel se preocupaba por la economía, por la política, por la cultura, por la revolución.
Por eso no lloro, o si, lloro y recuerdo el ejemplo del luchador incansable, que supo dar el paso al costado hace una década, pero no para dejar sus responsabilidades, sino para seguir aportando desde el pensamiento crítico a la transición del capitalismo al socialismo.
Buenos Aires, 26 de noviembre de 2016

A propósito de Cuba

Habitualmente me solicitan opiniones sobre Cuba. Es una tarea compleja, porque requiere muchas explicaciones. El que interroga al respecto, tiene en general opinión, favorable o crítica, lo que dificulta cualquier consideración en uno u otro sentido. No se puede ser indiferente sobre el proceso y experiencia cubana.
Hace pocos días en un curso de posgrado realizado en la Argentina, los participantes discutían un texto elaborado por un autor cubano, relativo al desarrollo científico y tecnológico, como consideración global y relativa a especificidades cubanas en ese aspecto. Fue interesante y notorio cuando uno de los comentaristas expresó (no textualmente) “me gusta la opinión, pero no acuerdo en el sesgo pro cubano del autor”, que generalizó la hilaridad del curso y la reflexión sobre “me gusta, pero tengo pre concepto porque viene de Cuba”.
Cuba genera pre conceptos y el mío es favorable, de acompañamiento del proceso revolucionario. Es para mí la más interesante experiencia de transición del capitalismo al socialismo. Si se quiere, la transición al socialismo es una categoría escasamente explorada y que remite a la práctica social abortada en Europa del Este, y recuperada en los recientes debates por el socialismo en Nuestramérica: primero en Cuba, pero también el socialismo del siglo XXI, el socialismo comunitario, e incluso ciertas lecturas sobre el vivir bien o el buen vivir. No dejo de señalar que también suscita debate el proceso en China y su economía de mercado socialista, o la modernización vietnamita en curso, inspirada en la dinámica económica y social del gigante asiático. Tanto en Vietnam como en China, con Partidos Comunistas en el gobierno.
Para el caso cubano, prontos a cumplir 58 años de experiencia, las vicisitudes históricas son interesantes. En un recorrido histórico subjetivo se cuenta el triunfo de la revolución, devenida socialista ante la invasión de EEUU (1961) que legó el indignante bloqueo que todavía sobrevive, aun cuando por primera vez, días pasados Washington se abstuvo en la mayoritaria demanda por el levantamiento del bloqueo votada en Naciones Unidas. El acercamiento estadounidense-cubano no llega al levantamiento del bloqueo, pero no es menor que el bloqueador se abstenga en tan delicado asunto. Son signos de la época en el restablecimiento de relaciones diplomáticas que el triunfo de Donald Trump pone en duda.
Transición socialista
El temprano pronunciamiento por el socialismo se asoció más al contexto que a una decisión largamente asumida por la sociedad cubana. Es coincidente con ese fenómeno la inserción cubana en la lógica de la construcción del socialismo en Europa del Este, innovación tecnológica y científica mediante, lo que supuso no solo cambio técnico, sino profesional y de gestión, con problemas para adecuarse a las nuevas condiciones de evolución de esa sociedad.
Conviene reparar en que el proceso se reiteró tres décadas después, ante la desarticulación de la URSS y el socialismo real en Europa del Este. Es un proceso único, donde se puede dar cuenta de dos renovaciones tecno-científicas en 30 años: hacia 1960 y 1990. En este último caso, bajo el signo de la “escases”, denominado periodo especial, a lo que debe sumarse el bloqueo estadounidense.
Los logros cubanos son conocidos en materia educativa y de salud. La masividad de acceso al derecho a la educación y a la salud constituye símbolo emblemático de Cuba en el mundo.
Aun en los peores momentos de limitaciones del periodo especial, el presupuesto correspondiente se sostuvo y además, no como objetivo buscado, la solidaridad en ambos aspectos se constituyó en inesperada fuente de ingresos para el Estado y su población.
Asociado a ello y con la universalización de los estudios superiores, Cuba pudo desarrollar no solo una población con elevado nivel de formación, sino ventajas relativas en desarrollos económicos asociados a la revolución científica. Es el caso de vacunas y procesos médicos de alto prestigio y eficacia mundial, aun restringidos en su circulación comercial por la dominación mercantil de las transnacionales de la medicina, la biotecnología y los laboratorios en general.
Son logros generalmente reconocidos pero escasamente valorados por visitantes turísticos o a los múltiples encuentros profesionales o científicos que se desarrollan en territorio cubano. Ocurre que el visitante medianamente conocedor del proceso cubano transita su estada como turista más que como observador de los alcances y límites de un proceso de transición del capitalismo al socialismo. Más que pensar en la distribución social de una producción limitada, analiza con los valores y parámetros de sectores sociales con relativa capacidad de ingresos que favorecen el consumo de una canasta diversa de bienes y servicios provista por el mercado en los países capitalistas.
Cuba no debe observarse con principios de la lógica de una sociedad capitalista. En los países capitalistas, el consumo no es para toda la población y la brecha de inequidad suele ser importante. Los pobres del mundo no suelen ser los visitantes turísticos de la isla, impedidos por las condiciones de ingreso y vida en sus países. A su vez, el socialismo continua siendo una asignatura pendiente de la humanidad, no solo en Cuba, con lo que no existe manual para su despliegue y éxito.
La lógica inicial de la revolución cubana, su proceso de transición socialista, apunto al igualitarismo, que comenzó a desandarse bajo las nuevas condiciones de la construcción social cubana a la salida del periodo especial. Más precisamente, con los cambios gestados de los lineamientos de política económica discutidos desde 2011, y ahora recreados para el futuro entre 2016 y 2021. No se cambia el objetivo socialista, pero si las formas de la organización de la producción y circulación de bienes y servicios.
¿Qué se pretende resolver bajo la nueva política económica desde la premisa de continuar construyendo el socialismo?
En principio se apunta a complementar la satisfacción de las necesidades sociales con una política económica planificada por el Estado y una ampliación contenida de las relaciones mercantiles. Se avanza en ese marco, no sin dificultades en un proceso de reforma estatal, lo que supone bajar la dotación del empleo estatal, jerarquizando los ingresos y la prestación de los servicios y bienes ofrecidos y producidos por el Estado.
Entre los principales problemas se encuentra el de la alimentación, con predominio de la importación de alimentos. La alimentación es uno de los aspectos claves para asegurar soberanía y asociado al asunto está el estímulo a la producción en el campo, en un territorio altamente urbano, característica compartida con la mayoría de los países en Nuestramérica. Claro que el límite de la tecnología, las finanzas y los mecanismos de gestión ralentizan un proceso de mayor dinámica en el estímulo a la producción agraria.
Los cambios económicos generan nuevos problemas sociales, especialmente derivados de la emergencia del interés particular en el proceso de trabajo y de producción, mediado por divergencias de ingresos e estímulos para su obtención.
El privilegio al aumento de ingresos supera crecientemente las motivaciones colectivas de un desarrollo alternativo, de corte socialista, lo que supone debates y tensiones en organismos del poder estatal y organizaciones sociales comprometidas con el proceso de transición al socialismo. El establecimiento de una cultura de la imposición fiscal no resulta sencillo, pese a contrarrestar la tendencia a la apropiación privada del producto social del trabajo.
Ni la situación interna, ni el contexto mundial favorecen la cotidianeidad de superación del orden capitalista desde la base material del subdesarrollo y el atraso de variados países del Sur del mundo, más aún si lo que se pretende es una política contra el capitalismo y por el socialismo.
La política económica cubana es formulada sistemáticamente para la transición del capitalismo al socialismo y por eso la alfabetización temprana, el esfuerzo en la salud y la promoción de la medicina, el igualitarismo y el fuerte papel del Estado y la planificación. Un nuevo papel orientado hacia formas cooperativas y colectivas de producción relativizan en determinadas áreas el papel estatal, vigente en sectores estratégicos, especialmente en la orientación del proceso económico, político, social y cultural.
Nuevos horizontes y desafíos
Los cambios económicos son visibles en Cuba, con mayor abastecimiento y diversificación, pese a las limitaciones para resolver el conjunto de necesidades sociales. El levantamiento de prohibiciones históricas relativas a la compraventa de viviendas, automotores; al uso de hoteles, viajes y difusión de las comunicaciones y accesos a internet, aun con límites, al tiempo que estimula el consumo habilita el debate sobre el consumismo y la capacidad de abastecer colectivamente las necesidades sociales de consumo.
No se visibiliza en el debate cotidiano un conjunto de decisiones públicas, escritas pero no necesariamente integradas a la cotidianeidad, caso de la inserción financiera de Cuba en el sistema mundial. Es un tema de importancia en el ámbito del planeamiento para superar la situación de doble moneda y sus distorsiones en la política de precios y de ingresos.
Cuba no es un país capitalista y construyó otros valores y principios, pero tras décadas de dificultades y vicisitudes, con la generación de la revolución en el último mandato de gestión, se apresta a continuar con su proyecto socialista. Vale pensar que lo hace en un momento de incertidumbre global acrecida con el triunfo de Trump en EEUU y cierto retorno de proyectos conservadores y de derecha que en la región modifican la tendencia que recorría América Latina desde comienzos del Siglo XXI.
La transición al socialismo sigue siendo experiencia en Cuba. Es un laboratorio necesario para la aspiración de quienes luchamos en otros territorios para superar al capitalismo y sus regresivas consecuencias sobre los pueblos. Hacia 1959 emergía la ilusión de la liberación y el socialismo en Nuestra América. Desde entonces, Cuba es faro para la región y expectativa a escala mundial por la proyección de una pequeña isla con sueños de gigantes para hacer realidad la perspectiva socialista.

Buenos Aires, 17 de noviembre de 2016

Preocupa la economía en la Argentina: sin inversión, con bajo consumo y saldo negativo del comercio internacional

La realidad de la economía mundial es preocupante, ya que la desaceleración económica puede evolucionar hacia la recesión y el estancamiento. Es una situación que impacta regional y localmente con graves consecuencias para los sectores menos favorecidos, especialmente los trabajadores y sus familias. La valorización del dólar luego del triunfo Trump agrava la tendencia a la baja de los precios internacionales de exportación de nuestros países.
El informe conjunto de la CEPAL/OIT[1] de octubre pasado señala que se vive una “crisis en cámara lenta en los mercados laborales”, identificando un significativo crecimiento de la tasa de desempleo regional del 7,4% en 2015 a un 8,6% para el primer semestre en ambos. Ya no existe la situación fiscal que generaban los precios internacionales, las políticas de distribución del ingreso, o la masividad de una política social compensatoria. El cuadro es de incertidumbre.
Sin expectativas diferenciadas para el segundo semestre del 2016, el énfasis del informe de CEPAL/OIT se establece en las dificultades de las economías de los países sudamericanos, principalmente Brasil, el de mayor peso relativo. Queda claro que el impacto de los problemas económicos se traslada a la mayoría trabajadora de la región,
Por casa como andamos
La situación económica de la Argentina no es muy diferente, con cifras oficiales del Estimador Mensual de Actividad Económica de septiembre de 2016. Allí se informa de una variación negativa de 3,7% con relación al mismo período del año anterior, y un acumulado anual  negativo del 2,4%[2],
Esa desaceleración, agravada con recesión productiva en el sector manufacturero y de la construcción está acentuada con el déficit comercial, ya que el INDEC informa que en el mes de octubre de 2016 las exportaciones alcanzaron un valor de 4.715 millones de dólares mientras que las importaciones sumaron 4.829 millones de dólares, registrándose un déficit de la balanza comercial de 114 millones de dólares.[3]
Por el lado del desempleo, hacia septiembre del 2016 baja del 9,3% del segundo trimestre (abril a junio) al 8,5% del tercer trimestre (julio a septiembre) sobre la población económicamente activa (PEA), es decir, población en edad de trabajar.
Aun con la mejora relativa, el gobierno impulsó esta semana un acuerdo entre empresarios y la CGT para congelar despidos hasta marzo próximo. También avanza con acuerdos paritarios para actualizar salarios sobre mejoras de productividad, caso emblemático de los petroleros.
La aspiración es profundizar esa línea y por eso el Presidente Macri les dijo a los empresarios de la industria que había que cambiar los convenios colectivos que vienen del siglo pasado. Dice que son antiguos, que hay que adecuarlos al nuevo siglo. El objetivo es, con la productividad como excusa, bajar salarios y con ello el costo de producción, siempre en aras de la rentabilidad del capital.
Sean las estadísticas oficiales o de los organismos internacionales, la economía argentina tiene problemas en sintonía con la situación mundial recesiva.
Pensemos que el PBI crece por inversiones, consumo o saldo favorable del comercio exterior. Así, la realidad hace agua por todos lados. Inversiones no llegan del exterior y la burguesía argentina prefiere especular o fugar divisas, apoyándose en elevadas tasas de interés que convalida el BCRA con la oferta continua de Letras, las LEBAC. Tampoco hay capacidad de inversión pública, agudizado con la sub-ejecución presupuestaria.
Además, no existe saldo comercial favorable, que como vemos es negativo, y del consumo ni hablar, especialmente de los de abajo, la mayoría de las trabajadoras y los trabajadores.
A tal punto llega la situación que el gobierno ya no hace propaganda con la llegada de inversiones esquivas, sino que comienza a lubricar el consumo, habilitando concesiones ante la demanda de movimientos sociales por 30.000 millones de pesos hasta el final del mandato, salvo, claro, que la demanda social y política se extienda en el futuro mediato (2017 es año electoral, que dicho sea de paso, ya comenzó).
También se extienden las ventas a plazo y el “ahora 18” pretende inducir más el gasto. Otro estímulo será la población con mayor disponibilidad de ingresos ante la eximición del medio aguinaldo al impuesto a las ganancias, lo que opera para salarios menores a 30.000 pesos y proporcionalmente para ingresos superiores.
Aunque no arranca, la economía promueve ganadores y perdedores
Algunos se preocupan porque la economía no arranca, tal como se expresa en las manifestaciones macroeconómicas. Sin embargo, a no engañarse, en este marco de problemas, existen sectores minoritarios con grandes ganancias, especialmente en el campo de la especulación. Es el caso de grandes fugadores y evasores que ya blanquearon más de 22.000 millones de dólares y logran facilidades desde el Estado, su Estado capitalista.
La demanda social postergó los incrementos tarifarios y la lucha de movimientos sociales arrancó incrementos de gastos sociales en el cierre del año, claro que los sectores hegemónicos llevan ventaja con las medidas iniciadoras del gobierno Macri: la devaluación, quita de retenciones y pagos de la deuda.
Está claro que la balanza no está equilibrada y que para que ello ocurra se requiere mayor densidad social y política de la mayoría social afectada con políticas pensadas para que la economía, arranque o no, satisfaga a los sectores más concentrados y minoritarios. Como siempre señalamos, en definitiva es una cuestión política.
Buenos Aires, 25 de noviembre de 2016



[1] CEPAL-OIT. Coyuntura Laboral en América Latina y el Caribe. Número 15, Octubre 2016. En: http://www.ilo.org/wcmsp5/groups/public/---americas/---ro-lima/---sro-santiago/documents/publication/wcms_532968.pdf
[2] INDEC. Estimador Mensual de Actividad Económica (EMAE). En: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/emae_11_16.pdf
[3] INDEC. Intercambio Comercial Argentino. En: http://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ica_11_16.pdf

Trump entre el proteccionismo y la liberalización

Donald Trump le ganó las elecciones presidenciales  a Hillary Clinton y desnudó la crisis de la política tradicional en un marco de crisis capitalista, que es mundial por su epicentro en EEUU.
El triunfo electoral es del político de la anti-política ante el descontento social con la política tradicional, demócrata y republicana. Trump, es también el poder económico, como Hilary. Ambos disputaron la gestión de la potencia imperialista hegemónica del sistema mundial.
Las diferencias entre ellos expresan matices y contradicciones entre núcleos del poder mundial y de EEUU. Ahora veremos, desde la asunción de la presidencia en enero próximo, el margen de maniobras del electo presidente ante lo concreto de la gestión de EEUU. La novedad es la movilización popular convocando a no reconocer la presidencia Trump. Sus alcances no se pueden anticipar, pero no es menor la protesta de calles en varias ciudades estadounidenses.
Hillary Clinton sumó 59.727.805 votos, algo así como el 47,67%; Donald Trump, el ganador de las elecciones, tiene 59.505.613 votos, un 47,49 por ciento. La candidata demócrata tuvo el apoyo de 222.192 estadounidenses más que el candidato republicano. Sin embargo, Trump sumó 279 electores y Hillary solo 228. Cosas del sistema electoral, que reitera lo acontecido entre George Bush y Al Gore en 2001.
Unos 60 millones de votos para cada uno pone de manifiesto la crisis de alternativa política, también en EEUU. Ya razonamos en ese sentido en varios procesos electorales mundiales, que se ratifican y con opciones conservadoras, nacionalistas y de derecha, por eso la crisis de alternativa política anticapitalista, de izquierda.
Vale considerar que los descontentos por bajos salarios, o afectados por el desempleo o la deslocalización fabril en EEUU sustentaron mayoritariamente a Trump y no visibilizan alternativa política popular propia, orientada hacia la izquierda y el anticapitalismo.
Eso constituye un desafío para pensar y discutir las razones por las cuales el descontento con la globalización capitalista emerge por derecha. El desafío por la alternativa anti globalización capitalista está en EEUU y se expresó también en el Brexit en junio pasado y en variadas elecciones desplegadas en todo el mundo.
Para enfrentar esta situación, no alcanza con la crítica al neoliberalismo, se requiere al mismo tiempo confrontar al capitalismo.
Proteccionismo y liberalización
Con la elección presidencial en EEUU se confirma que la crítica a la globalización capitalista ya no es solo de izquierda, tal como se expresaba en los cónclaves mundiales en la selva Lacandona a mediados de los 90, en la batalla de Seattle en 1999, o en la zaga de los Foros Sociales Mundiales desde 2001, y más precisamente con la esperanza del cambio político en Nuestramérica a comienzos del Siglo XXI y el nuevo rostro de la integración alternativa pregonada.
La política de la globalización capitalista es la liberalización de la economía, la apertura y la promoción de la libre circulación de mercancías, servicios y capitales. Con ello, la tendencia a los tratados bilaterales en defensa de las inversiones o los tratados de libre comercio y la juridicidad supranacional que se discute e impulsa desde la OMC y otros organismos internacionales.
Si bien la liberalización aparece a contramano del proteccionismo, lo real es que las grandes potencias del capitalismo mundial siempre alentaron la liberalización hacia afuera, y ejercieron el proteccionismo local, con subsidios a las exportaciones en Europa, o a la producción en EEUU.
Igual, lo predominante en la política hegemónica desde los 60/70 es la liberalización, asumida como política de época por los organismos internacionales y sustentados desde múltiples lobbies financiados por las corporaciones transnacionales, verdaderos beneficiarios del orden mundial contemporáneo.
La liberalización constituye el programa de fondo sustentado por las clases dominantes a la salida de la crisis de los 60/70 y su paradigma fue el neoliberalismo, ensayado en Sudamérica con Terrorismo de Estado, y entronizado como policía principal mundial con Thatcher y Reagan desde los 80 del siglo pasado, arrastrando incluso a la socialdemocracia europea y sus variantes en el mundo. No sorprende su instalación como paradigma con la generalización del terrorismo estatal con la militarización dispuesta por la política exterior de EEUU.
Ahora, la novedad es el proteccionismo que anima las elecciones británicas de junio pasado y en EEUU el pasado 8/11. ¿Quiere decir que se abandona la liberalización? No, simplemente vale constatar que ante la continuidad de existencia de las Naciones, la política sigue privilegiando lo local, el territorio del consenso y el voto, para desde ahí sustentar determinada política exterior. No ocurre al revés, aun cuando la economía es global.
La crisis del 2007/08 trajo como novedad la fortísima participación estatal en el salvataje del capital más concentrado en cada país, lo que explica el crecimiento de la desigualdad y la enorme brecha entre el 1% enriquecido y el 99% empobrecido que en EEUU empujan opciones nacionalistas, conservadoras, de derecha, como Trump. Además del Estado Nacional como sostén del orden capitalista y la desigualdad, se suma ahora la promesa proteccionista.
En campaña electoral, Trump se despachó contra los tratados de libre comercio empujados por demócratas y republicanos desde tiempos de Bush padre. La crítica es al ALCA, al NAFTA, a la Alianza del Pacífico, a los acuerdos de libre comercio con Europa, lo que supone un discurso que apuntó a patear el tablero de la política de Bush padre, Bill Clinton, Bush hijo, Obama y que expresaba Hillary en la contienda electoral.
La liberalización era la carta de triunfo estadounidense desde la ruptura de la bipolaridad, aun antes con la restauración conservadora de Reagan. Todo eso había llegado a su límite con la crisis mundial en curso, que insistamos, es mundial por que tiene epicentro en EEUU.
¿Fue la liberalización la respuesta capitalista a la crisis de los 60/70 y el proteccionismo será la política del capitalismo hegemónico a la crisis contemporánea? Es lo que aparece como novedad, aun cuando, insistamos, los países hegemónicos siempre pregonaron el libre cambio y practicaron el proteccionismo. Son dos caras de la dominación que sufren los países en situación de dependencia.
El impacto en la región
Con el proteccionismo se pone en discusión el discurso y la práctica del aperturismo aplicado por países como México, Chile, Colombia o Perú y sus instrumentos como la Alianza del Pacífico o el Tratado Trans Pacífico, TTP, pero también aquellos que venían acercando su discurso pro acuerdos comerciales con EEUU, especialmente los gobiernos de Argentina y Brasil luego del impeachment. El gobierno Macri había hecho opción por la candidata demócrata y había recibido en la Argentina a Obama y a varios miembros del gabinete actual, denostado a Trump y colocado todas las fichas en el aperturismo y la alianza con la lógica tradicional de la globalización capitalista.
México puede ser uno de los más afectados, especialmente por la corriente de relocalización industrial y la maquila para ensamblar y exportar al mercado de EEUU, que puede ver construido un muro a la circulación de capitales y mercancías tal y como se viene dando hasta ahora. Es mucho más que las restricciones a las migraciones desde México y a las múltiples discriminaciones del discurso de Trump. Son cuestiones económicas que hacen a la división del trabajo y a la explotación de la fuerza de trabajo mexicana. Es algo que puede hacerse extensivo a Centro América y al Caribe, agudizado en el caso cubano ante las novedades de restablecimientos de relaciones recientemente iniciadas.
No es menor el dato de la convergencia de derecha del gobierno de EEUU con los regímenes amigos de la liberalización en la región. Así como se sostiene una determinada política, también se puede sustentar otra, afín al nuevo poder de la potencia imperialista. La respuesta a muchos de estos interrogantes se resolverá en función de los reacomodamientos que ya está generando el resultado electoral estadounidense.
De todos modos, en los primeros días ya se observan devaluaciones de las monedas en la región que auguran una potenciación en la valorización de los activos estadounidenses, especialmente su moneda. Con ello es previsible el encarecimiento del costo del dinero a corto o mediano plazo y así el mayor costo de la cancelación de intereses y capitales del endeudamiento público, gravoso para el caso argentino en la coyuntura. Entre 85.000 y 90.000 millones de dólares entre 2016 y lo presupuestado para 2017. Cifras record para el país.
Nuestros pueblos son presa de la política nacional y externa de EEUU, con liberalización o proteccionismo, por efecto de la dependencia. Las políticas que aplicará Trump tendrán en cuenta en primer lugar satisfacer la demanda internas del electorado que lo llevó a su cargo en Washington. El objetivo será transformar consenso electoral, ya logrado, en consenso político para habilitar un nuevo tiempo de la política en EEUU con pretensión de marcar caminos de salidas a la crisis capitalista. El new deal supuso la salida “defensiva” de la crisis en los 30 del Siglo XX; el neoliberalismo lo fue en “ofensiva” para la del 60/70, y hasta ahora no se visibiliza salida a la crisis inaugurada en 2007/08, aunque la situación del capital es a la ofensiva contra los trabajadores, los bienes comunes y la mayoría empobrecida de la sociedad.
Convengamos también que los pueblos tenían su acumulación hacia los 30 que derivó en el orden bipolar y la perspectiva de un imaginario socialista, con una importante acumulación política lograda hacia mediados de los 70, triunfo vietnamita mediante, lo que desató la brutal respuesta del terrorismo de Estado para imponer el neoliberalismo. El gran interrogante es si la fuerza acumulada por el movimiento popular mundial contemporáneo es condición de posibilidad suficiente para pensar en una salida a la crisis en curso más allá y en contra del capitalismo.

Buenos Aires, 12 de noviembre de 2016

El camino de la movilización y la organización popular para construir alternativa política

Hace un año, cuando se cumplió una década de la derrota del ALCA, se decidió en Cuba (entre un conglomerado de organizaciones populares de toda América) realizar una Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo para el 4/11/2016.
Razones había muchas, que se consolidaron y agudizaron en este tiempo, desde el cambio de gobierno en Argentina, las elecciones parlamentarias venezolanas y el cambio de hegemonía en el ámbito legislativo de ese país, y claro, el impeachment brasileño, consolidado con las votaciones municipales. El derivado lógico de esa situación es el giro hacia el ajuste y la reestructuración regresiva, matizada, en cada uno de nuestros países, profundizado en aquellos territorios donde hace años gobierna la derecha, especialmente México o Colombia, plebiscito por el No a los acuerdos de paz mediante,
Ambas cuestiones, la política y la economía, remiten a la Defensa de la Democracia amenazada, incluso con el giro a la derecha de las elecciones presidenciales de EEUU, no solo la candidatura de Trump, pero también a la necesaria confrontación con la lógica neoliberal del capitalismo contemporáneo. El paradigma neoliberal sustenta la liberalización y ahora adiciona la estrategia proteccionista de los Trump o los triunfadores del Brexit, que disputan el gobierno y la hegemonía del capitalismo global.
El programa de la liberalización
Las clases dominantes en la Argentina acompañan al gobierno en una agenda liberalizadora, con la inserción como observadores en la Alianza del Pacífico y la búsqueda de un lugar en el TPP y todas las formas que favorezcan el libre comercio. Ese es el sentido de la estrategia internacional del gobierno Macri y sus aliados legislativos (varios impensados), que favorecen las iniciativas oficiales. Ahora, la Alianza Público Privada, en debate parlamentario.
Con las alianzas “público-privadas” se pretenden actualizar el programa de las privatizaciones. Son las nuevas formas de las privatizaciones y además, incorporan institutos jurídicos similares a los tratados bilaterales de inversión o los tratados de libre comercio. Constituyen formas que se extienden en el mundo en defensa de los inversores transnacionales, por eso el ejemplo en la región son Chile o México. El tema privilegiado es la infraestructura, un tema largamente asociado al Estado. Sin desarrollo de infraestructura no habría existido la YPF de Mosconi hasta la privatización enunciada por el Diputado Parrilli en tiempos menemistas, ni hablar de los ferrocarriles o las obras de saneamiento, electricidad o agua. Es inversión privada contra la pública, es una asociación público privada para la renta de los inversores particulares, especialmente extranjeros.
Es el rumbo del presupuesto aprobado en diputados (con variado apoyo legislativo), que recrea un tema que nunca se fue, como el de la deuda pública. Cercana al 50% del PBI sigue siendo un tema estructural, y el “desendeudamiento relativo” con relación al PBI es la gran excusa para que el gobierno Macri avance en un nuevo ciclo de endeudamiento que hipoteca el presente y el futuro de la Argentina.
Lo curioso en ese sentido es el blanqueo, que supuestamente se difunde como mecanismo de ingreso de divisas fugadas. Por el Blanqueo, hasta ahora, se declararon 4.600 millones de dólares en efectivo e ingresaron 1.120 millones de dólares. Al mismo tiempo, se cancelaron 2.500 millones de dólares de deuda externa con el Banco de Basilea y 134 millones de dólares del Bonard 2016. ¡¡¡Es más lo que sale que lo que ingresa!!! Crece la deuda externa y las LEBAC, la deuda del Banco Central se duplica bajo gobierno Macri, y supera la base monetaria (685.844 millones de pesos, contra 669.905 millones de pesos). Todo ocurre en un marco donde la recesión es un dato confirmado en septiembre 2016 con la caída industrial del 7,3% y del 13,1% para la construcción.
Recesión, desigualdad y conflicto social
No termina de arrancar la economía, se mantiene la recesión y una inflación no domesticada con fuerte impacto social, acrecentando la desigualdad y la miserabilización de cerca de la mitad de la población, con alarmantes indicadores de indigencia y pobreza, donde el empleo ya no permite superar la línea de la pobreza.
Los datos de la economía no mejoran para la mayoría de menores ingresos y apenas resuelve las demandas de los sectores más acomodados que no terminan de entender como disciplinar la protesta existente y latente. Digo latente, porque la crisis de alternativa sindical, social y política no facilita que mucho del descontento se visibilice como organización de una movilización social que articule un proyecto político alternativo.
Por caso, se destaca la movilización en Argentina en la Jornada Continental por la Democracia y contra el Neoliberalismo, no solo en Buenos Aires, sino en varias ciudades del país. En la plaza de Mayo se inauguró con un video de salutación de la Central Sindical de las Américas, CSA y un mensaje en persona del Encuentro Sindical Nuestra América, ESNA. Por el ESNA inauguró el acto Humberto Montes de OCA del Sindicato Mexicano de Electricistas, el SME, recordando a los 43 estudiantes de Ayotzinapa y demandando la unidad en la acción de los trabajadores.
Hasta ahora, los esfuerzos por construir la Jornada de protesta estaba en manos de una articulación en red de la Asamblea “Argentina mejor sin TLC”, con una importante actividad argumentativa y pedagógica, pero con la movilización de las CTA y algunos movimientos sociales adquirió una visibilidad que coloca el problema de la liberalización y la estrategia de las clases dominantes en otro nivel, lo que permitirá discutir más ampliamente el significado de la liberalización, la apertura de la economía y la brega por los tratados de libre comercia, sea con EEUU, con Europa o con quien sea.
Vale recordar que la lucha contra el ALCA se inició también con un puñado de organizaciones, pero que el éxito del No al ALCA solo fue logrado cuando esa lucha adquirió volumen y masividad, lo que puso en discusión quien acumulaba esa iniciativa política. Ya conocemos la historia desde 2001 y los primeros episodios de una lucha contra el ALCA que obtuvo su máximo logro en 2005. Por eso es importante hacer masivo el reclamo y continuar disputando el sentido de dirección de esa lucha, que para triunfar necesita de la masividad.
Algunos protestan porque en la Jornada no pudo establecerse la consigna del Paro General, consigna esencial en la prédica de la CTA A y que ahora también levanta la CTA T, pero que esquiva la CGT, embarcada en el pacto que les proponen desde el gobierno y las patronales. No todos los sindicatos de la CGT acuerdan con esa estrategia y tiempos, e incluso, algunos, los menos, quisieran más compromiso con el gobierno Macri. Desde sectores de la izquierda sindical y política se exige un paro que no pueden garantizar por si mismo, lo que exige discutir cómo se generan condiciones de posibilidad para desde la unidad de acción constituir un polo de subjetividad y organización popular para disputar sentido en la construcción de poder alternativo, popular y contra el capitalismo y su dominación.
Desde la unidad de acción al proyecto político
La unidad de acción supone reconocer diferencias y abrirse sin preconceptos a la articulación de los diferentes para luchar por un proyecto que apunte a satisfacer necesidades sociales muy amplias de los trabajadores y las trabajadores, sus familias y la mayoría de la sociedad.
El desafío pasa por construir un bloque político social, con suficiente densidad organizada y movilizada, con un rumbo crítico al orden capitalista, lo que supone ir más allá de la crítica al gobierno Macri, e incluye el sentido principal del orden neoliberal construido en el capitalismo argentino desde 1975/6. Aludimos al cambio estructural del modelo productivo invariante por décadas: de sojización, aliento a la mega minería a cielo abierto, la industrialización dependiente, la inserción subordinada, el papel de la deuda pública para la fuga de capitales y su consecuencia en la modificación regresiva de la relación capital trabajo, la depredación de los bienes comunes desde el extractivismo exacerbado y extranjerizante.
Claro que estas cuatro décadas hubo matices, e incluso recuperación de derechos al influjo de las luchas sociales y las acumulaciones de poder de los de abajo, pero nunca se pudo instalar una orientación que definiera un rumbo anticapitalista, antiimperialista, anticolonial, que se propusiera superar la discriminación, el patriarcado y el racismo, que crudamente nos devuelve el senador Pichetto, de privilegiada actuación en estos últimos años.
Por este lado está el desafío, construir sujetos conscientes en la lucha por un programa de liberación, lo que impone unidades de acción diversas, para acumular poder, organización y visibilidad de un proyecto que pueda asumirse por millones para hacer efectivos los sueños de una sociedad para la mayoría de los de abajo. Eso es luchar por la democracia y contra el neoliberalismo, intentando superar al capitalismo.

Buenos Aires, 6 de noviembre de 2016