Donald Trump le ganó las
elecciones presidenciales a Hillary Clinton
y desnudó la crisis de la política tradicional en un marco de crisis
capitalista, que es mundial por su epicentro en EEUU.
El triunfo electoral es del
político de la anti-política ante el descontento social con la política
tradicional, demócrata y republicana. Trump, es también el poder económico,
como Hilary. Ambos disputaron la gestión de la potencia imperialista hegemónica
del sistema mundial.
Las diferencias entre ellos
expresan matices y contradicciones entre núcleos del poder mundial y de EEUU.
Ahora veremos, desde la asunción de la presidencia en enero próximo, el margen
de maniobras del electo presidente ante lo concreto de la gestión de EEUU. La novedad
es la movilización popular convocando a no reconocer la presidencia Trump. Sus alcances
no se pueden anticipar, pero no es menor la protesta de calles en varias
ciudades estadounidenses.
Hillary Clinton sumó 59.727.805
votos, algo así como el 47,67%; Donald Trump, el ganador de las elecciones,
tiene 59.505.613 votos, un 47,49 por ciento. La candidata demócrata tuvo el
apoyo de 222.192 estadounidenses más que el candidato republicano. Sin embargo,
Trump sumó 279 electores y Hillary solo 228. Cosas del sistema electoral, que
reitera lo acontecido entre George Bush y Al Gore en 2001.
Unos 60 millones de votos para
cada uno pone de manifiesto la crisis de alternativa política, también en EEUU.
Ya razonamos en ese sentido en varios procesos electorales mundiales, que se
ratifican y con opciones conservadoras, nacionalistas y de derecha, por eso la
crisis de alternativa política anticapitalista, de izquierda.
Vale considerar que los
descontentos por bajos salarios, o afectados por el desempleo o la
deslocalización fabril en EEUU sustentaron mayoritariamente a Trump y no
visibilizan alternativa política popular propia, orientada hacia la izquierda y
el anticapitalismo.
Eso constituye un desafío para
pensar y discutir las razones por las cuales el descontento con la
globalización capitalista emerge por derecha. El desafío por la alternativa
anti globalización capitalista está en EEUU y se expresó también en el Brexit
en junio pasado y en variadas elecciones desplegadas en todo el mundo.
Para enfrentar esta situación,
no alcanza con la crítica al neoliberalismo, se requiere al mismo tiempo
confrontar al capitalismo.
Proteccionismo
y liberalización
Con la elección presidencial en
EEUU se confirma que la crítica a la globalización capitalista ya no es solo de
izquierda, tal como se expresaba en los cónclaves mundiales en la selva
Lacandona a mediados de los 90, en la batalla de Seattle en 1999, o en la zaga
de los Foros Sociales Mundiales desde 2001, y más precisamente con la esperanza
del cambio político en Nuestramérica a comienzos del Siglo XXI y el nuevo
rostro de la integración alternativa pregonada.
La política de la globalización
capitalista es la liberalización de la economía, la apertura y la promoción de
la libre circulación de mercancías, servicios y capitales. Con ello, la tendencia
a los tratados bilaterales en defensa de las inversiones o los tratados de
libre comercio y la juridicidad supranacional que se discute e impulsa desde la
OMC y otros organismos internacionales.
Si bien la liberalización aparece
a contramano del proteccionismo, lo real es que las grandes potencias del
capitalismo mundial siempre alentaron la liberalización hacia afuera, y
ejercieron el proteccionismo local, con subsidios a las exportaciones en Europa,
o a la producción en EEUU.
Igual, lo predominante en la
política hegemónica desde los 60/70 es la liberalización, asumida como política
de época por los organismos internacionales y sustentados desde múltiples
lobbies financiados por las corporaciones transnacionales, verdaderos beneficiarios
del orden mundial contemporáneo.
La liberalización constituye el
programa de fondo sustentado por las clases dominantes a la salida de la crisis
de los 60/70 y su paradigma fue el neoliberalismo, ensayado en Sudamérica con
Terrorismo de Estado, y entronizado como policía principal mundial con Thatcher
y Reagan desde los 80 del siglo pasado, arrastrando incluso a la socialdemocracia
europea y sus variantes en el mundo. No sorprende su instalación como paradigma
con la generalización del terrorismo estatal con la militarización dispuesta
por la política exterior de EEUU.
Ahora, la novedad es el
proteccionismo que anima las elecciones británicas de junio pasado y en EEUU el
pasado 8/11. ¿Quiere decir que se abandona la liberalización? No, simplemente
vale constatar que ante la continuidad de existencia de las Naciones, la
política sigue privilegiando lo local, el territorio del consenso y el voto,
para desde ahí sustentar determinada política exterior. No ocurre al revés, aun
cuando la economía es global.
La crisis del 2007/08 trajo como
novedad la fortísima participación estatal en el salvataje del capital más
concentrado en cada país, lo que explica el crecimiento de la desigualdad y la
enorme brecha entre el 1% enriquecido y el 99% empobrecido que en EEUU empujan
opciones nacionalistas, conservadoras, de derecha, como Trump. Además del
Estado Nacional como sostén del orden capitalista y la desigualdad, se suma
ahora la promesa proteccionista.
En campaña electoral, Trump se
despachó contra los tratados de libre comercio empujados por demócratas y
republicanos desde tiempos de Bush padre. La crítica es al ALCA, al NAFTA, a la
Alianza del Pacífico, a los acuerdos de libre comercio con Europa, lo que
supone un discurso que apuntó a patear el tablero de la política de Bush padre,
Bill Clinton, Bush hijo, Obama y que expresaba Hillary en la contienda
electoral.
La liberalización era la carta
de triunfo estadounidense desde la ruptura de la bipolaridad, aun antes con la
restauración conservadora de Reagan. Todo eso había llegado a su límite con la
crisis mundial en curso, que insistamos, es mundial por que tiene epicentro en
EEUU.
¿Fue la liberalización la
respuesta capitalista a la crisis de los 60/70 y el proteccionismo será la
política del capitalismo hegemónico a la crisis contemporánea? Es lo que
aparece como novedad, aun cuando, insistamos, los países hegemónicos siempre
pregonaron el libre cambio y practicaron el proteccionismo. Son dos caras de la
dominación que sufren los países en situación de dependencia.
El
impacto en la región
Con el proteccionismo se pone en
discusión el discurso y la práctica del aperturismo aplicado por países como
México, Chile, Colombia o Perú y sus instrumentos como la Alianza del Pacífico
o el Tratado Trans Pacífico, TTP, pero también aquellos que venían acercando su
discurso pro acuerdos comerciales con EEUU, especialmente los gobiernos de
Argentina y Brasil luego del impeachment. El gobierno Macri había hecho opción
por la candidata demócrata y había recibido en la Argentina a Obama y a varios
miembros del gabinete actual, denostado a Trump y colocado todas las fichas en
el aperturismo y la alianza con la lógica tradicional de la globalización
capitalista.
México puede ser uno de los más
afectados, especialmente por la corriente de relocalización industrial y la
maquila para ensamblar y exportar al mercado de EEUU, que puede ver construido
un muro a la circulación de capitales y mercancías tal y como se viene dando
hasta ahora. Es mucho más que las restricciones a las migraciones desde México
y a las múltiples discriminaciones del discurso de Trump. Son cuestiones
económicas que hacen a la división del trabajo y a la explotación de la fuerza
de trabajo mexicana. Es algo que puede hacerse extensivo a Centro América y al
Caribe, agudizado en el caso cubano ante las novedades de restablecimientos de relaciones
recientemente iniciadas.
No es menor el dato de la
convergencia de derecha del gobierno de EEUU con los regímenes amigos de la
liberalización en la región. Así como se sostiene una determinada política,
también se puede sustentar otra, afín al nuevo poder de la potencia imperialista.
La respuesta a muchos de estos interrogantes se resolverá en función de los
reacomodamientos que ya está generando el resultado electoral estadounidense.
De todos modos, en los primeros días
ya se observan devaluaciones de las monedas en la región que auguran una
potenciación en la valorización de los activos estadounidenses, especialmente
su moneda. Con ello es previsible el encarecimiento del costo del dinero a
corto o mediano plazo y así el mayor costo de la cancelación de intereses y
capitales del endeudamiento público, gravoso para el caso argentino en la coyuntura.
Entre 85.000 y 90.000 millones de dólares entre 2016 y lo presupuestado para
2017. Cifras record para el país.
Nuestros pueblos son presa de la
política nacional y externa de EEUU, con liberalización o proteccionismo, por
efecto de la dependencia. Las políticas que aplicará Trump tendrán en cuenta en
primer lugar satisfacer la demanda internas del electorado que lo llevó a su
cargo en Washington. El objetivo será transformar consenso electoral, ya logrado,
en consenso político para habilitar un nuevo tiempo de la política en EEUU con
pretensión de marcar caminos de salidas a la crisis capitalista. El new deal
supuso la salida “defensiva” de la crisis en los 30 del Siglo XX; el
neoliberalismo lo fue en “ofensiva” para la del 60/70, y hasta ahora no se
visibiliza salida a la crisis inaugurada en 2007/08, aunque la situación del
capital es a la ofensiva contra los trabajadores, los bienes comunes y la
mayoría empobrecida de la sociedad.
Convengamos también que los
pueblos tenían su acumulación hacia los 30 que derivó en el orden bipolar y la
perspectiva de un imaginario socialista, con una importante acumulación
política lograda hacia mediados de los 70, triunfo vietnamita mediante, lo que
desató la brutal respuesta del terrorismo de Estado para imponer el
neoliberalismo. El gran interrogante es si la fuerza acumulada por el
movimiento popular mundial contemporáneo es condición de posibilidad suficiente
para pensar en una salida a la crisis en curso más allá y en contra del capitalismo.
Buenos
Aires, 12 de noviembre de 2016
¿Cómo quedan los bloques de alianzas regionales entre los países sudamericanos
ResponderEliminaren este nuevo contexto internacional y no tan nuevo contexto nacional?¿Qué rol pasarán a jugar?