Habitualmente me solicitan
opiniones sobre Cuba. Es una tarea compleja, porque requiere muchas
explicaciones. El que interroga al respecto, tiene en general opinión,
favorable o crítica, lo que dificulta cualquier consideración en uno u otro
sentido. No se puede ser indiferente sobre el proceso y experiencia cubana.
Hace pocos días en un curso de
posgrado realizado en la Argentina, los participantes discutían un texto
elaborado por un autor cubano, relativo al desarrollo científico y tecnológico,
como consideración global y relativa a especificidades cubanas en ese aspecto.
Fue interesante y notorio cuando uno de los comentaristas expresó (no
textualmente) “me gusta la opinión, pero no acuerdo en el sesgo pro cubano del
autor”, que generalizó la hilaridad del curso y la reflexión sobre “me gusta,
pero tengo pre concepto porque viene de Cuba”.
Cuba genera pre conceptos y el
mío es favorable, de acompañamiento del proceso revolucionario. Es para mí la más
interesante experiencia de transición del capitalismo al socialismo. Si se
quiere, la transición al socialismo es una categoría escasamente explorada y
que remite a la práctica social abortada en Europa del Este, y recuperada en
los recientes debates por el socialismo en Nuestramérica: primero en Cuba, pero
también el socialismo del siglo XXI, el socialismo comunitario, e incluso
ciertas lecturas sobre el vivir bien o el buen vivir. No dejo de señalar que
también suscita debate el proceso en China y su economía de mercado socialista,
o la modernización vietnamita en curso, inspirada en la dinámica económica y
social del gigante asiático. Tanto en Vietnam como en China, con Partidos
Comunistas en el gobierno.
Para el caso cubano, prontos a
cumplir 58 años de experiencia, las vicisitudes históricas son interesantes. En
un recorrido histórico subjetivo se cuenta el triunfo de la revolución,
devenida socialista ante la invasión de EEUU (1961) que legó el indignante
bloqueo que todavía sobrevive, aun cuando por primera vez, días pasados
Washington se abstuvo en la mayoritaria demanda por el levantamiento del
bloqueo votada en Naciones Unidas. El acercamiento estadounidense-cubano no
llega al levantamiento del bloqueo, pero no es menor que el bloqueador se
abstenga en tan delicado asunto. Son signos de la época en el restablecimiento
de relaciones diplomáticas que el triunfo de Donald Trump pone en duda.
Transición
socialista
El temprano pronunciamiento por
el socialismo se asoció más al contexto que a una decisión largamente asumida
por la sociedad cubana. Es coincidente con ese fenómeno la inserción cubana en
la lógica de la construcción del socialismo en Europa del Este, innovación
tecnológica y científica mediante, lo que supuso no solo cambio técnico, sino
profesional y de gestión, con problemas para adecuarse a las nuevas condiciones
de evolución de esa sociedad.
Conviene reparar en que el
proceso se reiteró tres décadas después, ante la desarticulación de la URSS y
el socialismo real en Europa del Este. Es un proceso único, donde se puede dar
cuenta de dos renovaciones tecno-científicas en 30 años: hacia 1960 y 1990. En
este último caso, bajo el signo de la “escases”, denominado periodo especial, a
lo que debe sumarse el bloqueo estadounidense.
Los logros cubanos son conocidos
en materia educativa y de salud. La masividad de acceso al derecho a la
educación y a la salud constituye símbolo emblemático de Cuba en el mundo.
Aun en los peores momentos de
limitaciones del periodo especial, el presupuesto correspondiente se sostuvo y
además, no como objetivo buscado, la solidaridad en ambos aspectos se
constituyó en inesperada fuente de ingresos para el Estado y su población.
Asociado a ello y con la
universalización de los estudios superiores, Cuba pudo desarrollar no solo una
población con elevado nivel de formación, sino ventajas relativas en
desarrollos económicos asociados a la revolución científica. Es el caso de
vacunas y procesos médicos de alto prestigio y eficacia mundial, aun
restringidos en su circulación comercial por la dominación mercantil de las
transnacionales de la medicina, la biotecnología y los laboratorios en general.
Son logros generalmente
reconocidos pero escasamente valorados por visitantes turísticos o a los
múltiples encuentros profesionales o científicos que se desarrollan en
territorio cubano. Ocurre que el visitante medianamente conocedor del proceso
cubano transita su estada como turista más que como observador de los alcances
y límites de un proceso de transición del capitalismo al socialismo. Más que
pensar en la distribución social de una producción limitada, analiza con los
valores y parámetros de sectores sociales con relativa capacidad de ingresos que
favorecen el consumo de una canasta diversa de bienes y servicios provista por
el mercado en los países capitalistas.
Cuba no debe observarse con
principios de la lógica de una sociedad capitalista. En los países capitalistas,
el consumo no es para toda la población y la brecha de inequidad suele ser
importante. Los pobres del mundo no suelen ser los visitantes turísticos de la
isla, impedidos por las condiciones de ingreso y vida en sus países. A su vez,
el socialismo continua siendo una asignatura pendiente de la humanidad, no solo
en Cuba, con lo que no existe manual para su despliegue y éxito.
La lógica inicial de la
revolución cubana, su proceso de transición socialista, apunto al
igualitarismo, que comenzó a desandarse bajo las nuevas condiciones de la
construcción social cubana a la salida del periodo especial. Más precisamente,
con los cambios gestados de los lineamientos de política económica discutidos
desde 2011, y ahora recreados para el futuro entre 2016 y 2021. No se cambia el
objetivo socialista, pero si las formas de la organización de la producción y
circulación de bienes y servicios.
¿Qué se pretende resolver bajo
la nueva política económica desde la premisa de continuar construyendo el
socialismo?
En principio se apunta a
complementar la satisfacción de las necesidades sociales con una política
económica planificada por el Estado y una ampliación contenida de las
relaciones mercantiles. Se avanza en ese marco, no sin dificultades en un
proceso de reforma estatal, lo que supone bajar la dotación del empleo estatal,
jerarquizando los ingresos y la prestación de los servicios y bienes ofrecidos
y producidos por el Estado.
Entre los principales problemas
se encuentra el de la alimentación, con predominio de la importación de
alimentos. La alimentación es uno de los aspectos claves para asegurar
soberanía y asociado al asunto está el estímulo a la producción en el campo, en
un territorio altamente urbano, característica compartida con la mayoría de los
países en Nuestramérica. Claro que el límite de la tecnología, las finanzas y
los mecanismos de gestión ralentizan un proceso de mayor dinámica en el
estímulo a la producción agraria.
Los cambios económicos generan
nuevos problemas sociales, especialmente derivados de la emergencia del interés
particular en el proceso de trabajo y de producción, mediado por divergencias
de ingresos e estímulos para su obtención.
El privilegio al aumento de
ingresos supera crecientemente las motivaciones colectivas de un desarrollo
alternativo, de corte socialista, lo que supone debates y tensiones en
organismos del poder estatal y organizaciones sociales comprometidas con el
proceso de transición al socialismo. El establecimiento de una cultura de la
imposición fiscal no resulta sencillo, pese a contrarrestar la tendencia a la
apropiación privada del producto social del trabajo.
Ni la situación interna, ni el
contexto mundial favorecen la cotidianeidad de superación del orden capitalista
desde la base material del subdesarrollo y el atraso de variados países del Sur
del mundo, más aún si lo que se pretende es una política contra el capitalismo
y por el socialismo.
La política económica cubana es
formulada sistemáticamente para la transición del capitalismo al socialismo y
por eso la alfabetización temprana, el esfuerzo en la salud y la promoción de
la medicina, el igualitarismo y el fuerte papel del Estado y la planificación.
Un nuevo papel orientado hacia formas cooperativas y colectivas de producción
relativizan en determinadas áreas el papel estatal, vigente en sectores
estratégicos, especialmente en la orientación del proceso económico, político,
social y cultural.
Nuevos
horizontes y desafíos
Los cambios económicos son
visibles en Cuba, con mayor abastecimiento y diversificación, pese a las
limitaciones para resolver el conjunto de necesidades sociales. El
levantamiento de prohibiciones históricas relativas a la compraventa de
viviendas, automotores; al uso de hoteles, viajes y difusión de las
comunicaciones y accesos a internet, aun con límites, al tiempo que estimula el
consumo habilita el debate sobre el consumismo y la capacidad de abastecer
colectivamente las necesidades sociales de consumo.
No se visibiliza en el debate
cotidiano un conjunto de decisiones públicas, escritas pero no necesariamente
integradas a la cotidianeidad, caso de la inserción financiera de Cuba en el
sistema mundial. Es un tema de importancia en el ámbito del planeamiento para
superar la situación de doble moneda y sus distorsiones en la política de
precios y de ingresos.
Cuba no es un país capitalista y
construyó otros valores y principios, pero tras décadas de dificultades y vicisitudes,
con la generación de la revolución en el último mandato de gestión, se apresta
a continuar con su proyecto socialista. Vale pensar que lo hace en un momento
de incertidumbre global acrecida con el triunfo de Trump en EEUU y cierto
retorno de proyectos conservadores y de derecha que en la región modifican la
tendencia que recorría América Latina desde comienzos del Siglo XXI.
La transición al socialismo
sigue siendo experiencia en Cuba. Es un laboratorio necesario para la
aspiración de quienes luchamos en otros territorios para superar al capitalismo
y sus regresivas consecuencias sobre los pueblos. Hacia 1959 emergía la ilusión
de la liberación y el socialismo en Nuestra América. Desde entonces, Cuba es
faro para la región y expectativa a escala mundial por la proyección de una
pequeña isla con sueños de gigantes para hacer realidad la perspectiva
socialista.
Buenos
Aires, 17 de noviembre de 2016
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