La reunión de primavera (del norte) del FMI y
el Banco Mundial aportó nuevas proyecciones sobre la evolución de la economía mundial.
Dice el organismo que el rebote será mayor al previsto hasta hace muy poco,
pero con tendencia a reducir el ritmo de recuperación para el próximo año. Dice
el informe de la reunión de los organismos:
“La economía mundial está
recuperándose de la crisis más velozmente de lo previsto el pasado mes de
octubre, gracias a una respuesta de políticas sin precedentes y a la rapidez
con que se desarrolló la vacuna. Pero las perspectivas para la recuperación son
muy inciertas y desiguales entre los países y dentro de cada país debido al
variado margen de maniobra para la aplicación de políticas, las diferentes
estructuras y rigidices económicas, las vulnerabilidades preexistentes y el
acceso desigual a las vacunas. Las elevadas vulnerabilidades financieras podrían
plantear riesgos en el caso de que las condiciones financieras mundiales se
endurecieran bruscamente. La crisis puede dejar cicatrices duraderas y
exacerbar la pobreza y las desigualdades, al tiempo que el cambio climático y
otros retos comunes se están tornando más apremiantes.”[1]
El debate se centra en el rebote respecto de la
caída global del 2020, en el mundo, la región y el país. La tabla que sigue
incluye los datos del informe de actualización de las perspectivas económicas realizado
por el FMI.[2]
Territorio |
2020 |
2021 |
2022 |
Mundo |
-3,3% |
6% |
4,4% |
EEUU |
-3,5% |
6,4% |
3,5% |
China |
2,3% |
8% |
5,6% |
Europa |
-6%, |
4,4% |
3,8% |
América Latina y el Caribe |
-7% |
4,6% |
3,1% |
Resulta notorio la situación divergente entre
EEUU y China por un lado y el resto, aun cuando en nuestra tabla solo
incluimos, además de los mencionados a Europa y a América Latina y el Caribe. Lo
concreto es que el rebote de la economía es desigual, con China y EEUU como
motores de la economía mundial, según los organismos internacionales. La
perspectiva de mediano plazo es a la ralentización del crecimiento.
Es en ese sentido que debe analizarse la
capacidad de satisfacer necesidades del rebote de la economía en el ámbito
mundial y en cualquier territorio.
La gran caída del 2020 operó sobre una
ralentización de la economía global desde la crisis 2007/09, una tendencia que
se sostendrá en el mediano plazo, agudizando los problemas sociales y la
regresividad del orden económico y social.
Por casa como andamos
Para la Argentina, las previsiones locales
ubican un rebote en torno al 6%, sobre una caída del 9,9% en el 2020.
La recuperación solo podría lograrse con la
evolución económica del 2021, si es que no se agrava el cuadro sanitario y
económico de la “segunda ola” de contagios, postergando soluciones urgentes
ante el deterioro social que se manifiesta en pobreza, indigencia, desempleo,
precariedad y pérdida de expectativas en atender las necesidades cotidianas de
la mayoría de la población.
Por eso hay que prestar atención a los datos de
la realidad. La información sobre el impacto pueden leerse en el reciente
informe sobre la distribución del ingreso.[3]
Si bien los datos remiten a 28.739.630 personas, de 31 aglomerados urbanos, los
montos son representativos y permiten inferir la situación global. En ese
sentido hay que destacar:
·
El
ingreso promedio per cápita del total de la población alcanzó los $19.524, mientras
que la mediana del ingreso per cápita fue de $14.357
·
Un
58,6% de la población total percibió algún ingreso, cuyo promedio es igual a
$33.306
·
Los
perceptores varones tuvieron un ingreso promedio de $37.910, mientras que el de
las mujeres fue de $28.937
·
En
cuanto a la población asalariada, se registraron 7.943.398 personas con ingreso
promedio de $36.246
·
El
ingreso promedio de las personas asalariadas con descuento jubilatorio fue de
$44.613, mientras que, en el caso de aquellas sin descuento jubilatorio, el
ingreso promedio equivalió a $18.676
Como puede apreciarse, son todos valores que no
alcanzan la línea de la pobreza, explicando el porqué del 42% de pobreza y que
el 57,7% de los menores de 14 años sobreviven en la pobreza.
Es mejor que haya rebote en la economía, pero como
vemos, está muy lejos de resolver la desigualdad construida en tiempos de
ofensiva del capital contra el trabajo.
No puede resolverse el tema de la pobreza, si
no es con distribución progresiva del ingreso. En una sociedad mercantil, la
satisfacción de necesidades se logra si existe ingreso distribuido al conjunto
de la población.
El Ingreso es equivalente al Producto, por lo
que el crecimiento del producto debe distribuirse acorde con un objetivo de
política económica que priorice la eliminación de la pobreza.
Hay dos formas de medir la distribución del
Ingreso, una es la funcional, que explica cuanto del producto es apropiado por
los/as propietarios/as de medios de producción y cuanto por aquellos/as que
ofertan su fuerza de trabajo. Otro mecanismo es la distribución personal, que
explica el ingreso en agrupaciones de personas según sus ingresos, desde el 10%
más rico al 10% más pobre.
La distribución funcional es más difícil de
explicar desde las cuentas nacionales, pero puede inferirse una distribución
del 60% para la minoría propietaria de medios de producción y un 40% para la
fuerza de trabajo. En la distribución personal se destaca que el 10% más rico percibe
el 22,1% del total, mientras que el 10% más pobre solo accede al 3,1%.
Solo sumando los ingresos del 40% más pobre de la
población, recién se igualan los ingresos percibidos por el 10% de mayores
ingresos. El 30% de mayores ingresos perciben el equivalente del 70 % de
menores ingresos.
En este marco, hay que proponer una reversión
de este cuadro de realidad, pero, además, modificar sustancialmente las fuentes
financieras del Estado para atender esta situación. Por un lado, avanzar en una
reforma tributaria y modificar sustancialmente la política relativa al endeudamiento
externo.
Impuestos y deuda
Hay que avanzar en la progresividad tributaria.
No alcanza con la actualización del mínimo no imponible, ahora ley y establecido
en 150.000 pesos mensuales, especialmente porque el salario no es ganancia.
Habrá que avanzar en aumentar las tasas de las ganancias empresarias y para
ello puede inspirarnos la política tributaria estadounidense de recuperación de
la tributación a las ganancias corporativas.
Si
Trump redujo la tasa de imposición corporativa del 35% al 21%, la actual
gestión Biden pretende llevarla al 28%, y, además, sugiere mundializar la iniciativa.
Dice Yellen:
"Se trata de garantizar que
los gobiernos tengan sistemas fiscales estables que generen ingresos
suficientes para invertir en bienes públicos esenciales y responder a las
crisis, y que todos los ciudadanos compartan de manera justa la carga de financiar
al gobierno".[4]
El tema es que EEUU se propone una inversión en
infraestructura superior a los 2 billones de dólares para sostener la
reactivación de la economía, para lo que se requiere incrementar la imposición
sobre los sectores con capacidad de ganancia pese a la crisis y para evitar que
estas empresas migren de EEUU hacia otros territorios el mensaje pretende
mundializarse, tal como señala la Secretaria del Tesoro:
"Estamos trabajando con las
naciones del G20 para acordar una tasa impositiva corporativa mínima global que
pueda detener la carrera hacia el fondo".
Argentina tendrá que tomar el ejemplo y no
dejarse chantajear por aquellos que sostienen el carácter inconstitucional de
la imposición a las grandes fortunas o que solicitan una menor presión fiscal.
Los datos de la regresividad social imponen una carga impositiva sobre aquellos
con capacidad de acumulación.
Los organismos internacionales discuten
mecanismos financieros para mejorar la situación de países empobrecidos.
Entre otras cuestiones sugieren condonaciones de
deudas en algunos casos; bajas de las tasas de interés para no ahogar a
deudores con problemas; nuevas fuentes de financiamiento para atender la crisis
sanitaria; e incluso una emisión de 650.000 millones de dólares en Derechos
Especiales de Giro (DEG), la moneda del FMI.
Al mismo tiempo que el FMI sustenta el
tradicional “ajuste estructural”, promueve una política de sostenimiento del
gasto fiscal en la emergencia para evitar la conflictividad, en la esperanza
que la producción, distribución y aplicación de las vacunas aleje a la
humanidad de la situación pandémica actual.
En ese marco es que Argentina negocia la
reestructuración de los pagos por desembolsos del orden de los 45.000 millones
de dólares. El FMI pretende operaciones a 10 años y voces oficiales demandan el
doble de tiempo. En rigor, ni 10, ni 20 resolverán el problema y tal como
señala la auto convocatoria por la suspensión de los pagos y una auditoria con
participación popular, que esa es una deuda odiosa y por ende debe repudiarse
el préstamo.[5]
Buenos Aires, 10 de abril
de 2021
[1] FMI. Comunicado de la
Cuadragésima Tercera Reunión del CMFI, 8 de abril del 2021, en: https://www.imf.org/es/News/Articles/2021/04/08/communique-of-the-forty-third-meeting-of-the-imfc
[2] FMI. La economía mundial se
está afianzando, pero con recuperaciones divergentes en medio de aguda
incertidumbre, en: https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2021/03/23/world-economic-outlook-april-2021
[3] INDEC. Evolución de la
distribución del ingreso (EPH). Cuarto trimestre de 2020, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ingresos_4trim20F7BE1641DE.pdf
[4] The Guardian. Janet Yellen
pide una tasa impositiva corporativa mínima global, en: https://www.theguardian.com/business/2021/apr/05/janet-yellen-global-minimum-corporate-tax-rate
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