A
propósito de la elevada inflación en países como Venezuela y en Argentina,
incluso la suba de precios en Cuba por el ordenamiento monetario desde enero
pasado, la SEPLA, Sociedad Latinoamericana y Caribeña de Economía Política y
Pensamiento Crítico, inició una serie de debates de su Junta Directiva con
intelectuales marxistas especialmente invitados. El objetivo apunta a
considerar teóricamente el fenómeno, incluso en sus variantes deflacionarias.
La idea no es solo el análisis teórico, sino considerar las posibilidades de
resolver la situación, especialmente para los sectores más perjudicados, lo que
supone discutir una perspectiva en contra y más allá del capitalismo. En
debates preliminares, la situación venezolana[1] y argentina[2]
fueron seguidos con especial interés, promoviendo una instancia de consulta e
investigación, iniciada con la presencia del británico Michael Roberts[3] y
del español Mario del Rosal[4],
en dos sesiones realizadas durante este mes de marzo. Las consultas continuarán
con pormenorizados análisis desde Cuba y la atenta mirada en lo que acontece en
Venezuela y Argentina, motivo originario de la preocupación.
En
Venezuela, el alza de precios disparó la hiperinflación y aún en descenso en
los últimos años, los valores se mantienen muy elevados, en situación de
hiperinflación. El esclarecimiento del tema en diversos textos de Pasqualina
Curcio Curcio intentan actualizar un debate imprescindible para la izquierda y
el marxismo. Para la Argentina, con años de una inflación de dos dígitos se aceleró
la suba promedio de los precios hasta el 57,3% en 2019, para bajar al 36,1% en
2020 y a febrero del 2021 presenta valores para los últimos 12 meses del 40,7%[5],
con incertidumbre sobre la evolución anual, aun conteniendo la disparada de las
tarifas y el dólar, epicentro de la política económica en el país. El porqué de
la especificidad inflacionaria es motivo de interesantes debates públicos y a puertas
cerradas. En rigor, no solo se trata de la región, sino de otros países del
mundo con recurrentes ascensos de precios, casos de Irán, Turquía y algunos países
africanos. Para noviembre del 2018, el Banco Mundial advertía sobre el impacto
global de las tendencias al ascenso inflacionario en el orden mundial, con
fuerte impacto regresivo en los países menos desarrollados[6].
La
situación tiene sus bemoles, ya que la mayoría de los países presentan datos de
un dígito en la evolución de los precios, superando un asunto que resultaba
estratégico en los años setenta del siglo pasado, por lo que desde entonces se
consideró esencial la lucha contra la inflación. Para aquel momento la novedad
era que la suba inusitada de precios estaba acompañada por la recesión, por lo
que se habló de “estancamiento + inflación”, usando un nuevo vocabulario: la “estanflación”.
Hace poco, en agosto del 2020, el titular de la FED despidió la política
monetaria de EEUU que emergió con Reagan presidente y que se sostuvo por 40
años, incluso señalando que para salir de la caída de actividad actual hacía
falta un poco de inflación, claro en torno del 2%, muy lejos de los indicadores
de los países que nos ocupan. La inflación, lejos de la polémica mundial, puede
reaparecer en la coyuntura, incluso su contracara, la deflación.
Resulta
aún temprano para ponderar la situación cubana, pero el reciente ordenamiento
monetario está impactando en los precios relativos, con especial seguimiento de
las autoridades para contener y compensar el impacto social regresivo en la
distribución del ingreso[7]. La
inflación mensual en Argentina es superior a las mediciones anuales de la
mayoría de los países de la región, en algunos de los cuales se discuten los
efectos de la deflación, casos de Perú o Colombia.
Inflación deflación en debate
Tanto
la inflación o la deflación afectan los ingresos y condiciones de vida de la
mayoría de la población, por lo que las cuestiones monetarias deben ser
consideradas en su complejidad desde el pensamiento crítico de la Economía Política.
La
dinámica inflación-deflación resulta un mecanismo de dominación, por ende, de
apropiación del excedente económico por los capitales más concentrados del
sistema mundial.
Es importante
el estudio sobre las causas de la inflación, ya que las consecuencias son
evidentes y remiten a la “función de la inflación para distribuir la plusvalía
relativa”, tal como lo describió Mario del Rosal en el debate de la SEPLA.
La
necesidad del debate se impone ante el “sentido común” instalado por la concepción
liberal hegemónica que “la inflación es en todo tiempo y lugar un fenómeno
monetario”, convocando a restringir la emisión monetaria e incluso de deuda
pública y dejar todo a resolución de la libre oferta y demanda en el mercado.
Una falacia que se desmiente entre otras cuestiones en la inmensa emisión
monetaria y de deuda en los principales países del capitalismo desarrollado,
especialmente en un año recesivo como el 2020, agravado por la crisis sanitaria;
pero también en la mayoría de los países del mundo, aun en menor medida
mientras más débiles sean esos estados del capitalismo mundial. La fortísima
emisión no resulta necesariamente en aumento de los precios.
La
discusión teórica es con el monetarismo en sus más diversas variantes, pero
también con otras expresiones, que siendo críticas de la ortodoxia imaginan que
se puede domesticar a las fuerzas del mercado con intervención estatal. Entre
estas se destacan las variantes actuales del keynesianismo, sean los “neo”, los
“post” o los cultores de la Teoría Monetaria Moderna (TMM). Desde el marxismo
existe un debate en expansión sobre la cuestión monetaria en el ciclo de
producción y reproducción de la lógica del capital.
Vale
insistir que el debate contemporáneo recupera tesis históricas del pensamiento
económico. El liberalismo remite a la primera sistematización de la Escuela
Clásica, más allá de matices y destaques de tal o cual autor. El keynesianismo
no solo remite a la obra principal del fundador, sino a textos previos sobre el
dinero y la moneda, con lo que incluso polemiza el autor inglés. Los difusores
de la TMM se inspiran en la escuela alemana de fines del siglo XIX, que a
diferencia del enfoque relativo al dinero mercancía (oro o plata) se concentran
en el dinero fiduciario (creado por el Estado). La teoría marxista se apoya en
los textos de Marx, esencialmente El Capital y su acento en el valor y el
plusvalor, o sea en la explotación de la fuerza de trabajo. La primera sección
de la obra de Marx lleva por nombre “Mercancía y Dinero”, lo que coloca al
dinero en relación con la producción mercantil capitalista.
Ese
relato histórico sobre el origen de las fuentes teóricas remite a quienes se
apuran a señalar que referir a Marx para considerar problemas contemporáneos resulta
antiguo. Bueno, la realidad es que todo el debate teórico actual nos envía a
marcos teóricos de los siglos XVIII y XIX. Claro que la dinámica del
capitalismo supone actualizaciones, especialmente cuando debido a la evolución técnica
y tecnológica, el dinero fiduciario, o creado por los Estados, ocupa un lugar
especial relativo a las funciones del dinero como medida de los valores, medio
de circulación, o dinero mundial, incluida la capacidad de atesoramiento. Es más,
en el marxismo está abierto un debate luego de la crisis monetaria de agosto de
1971, momento en que EEUU rompe los acuerdos de Bretton Woods y se pierde la
relación entre el dólar y el oro para la promoción de un sistema múltiple de
relaciones monetarias en el ámbito mundial[8].
Tanto
Michael Roberts[9],
como Mario del Rosal[10]
estudian pormenorizadamente las concepciones originarias de los monetaristas,
corriente principal de la teoría económica contemporánea, y de sus principales
oponentes en la perspectiva de la reforma capitalista desde la regulación
estatal, el keynesianismo en sus variantes. Los monetaristas derivan la
evolución de los precios del exceso de la oferta monetaria y en el
keynesianismo se privilegia la producción y realización de la ganancia,
mientras que en Marx interesa la distribución del nuevo valor creado entre
salarios y ganancias, que no debiera afectar precios, sino las partes relativas
de apropiación de la riqueza socialmente generada. Son puntos de partida
diferentes, incluso contradictorios y que conllevan a conclusiones y a
políticas económicas no convergentes. Por eso también, a veces, puede parecer un
debate de sordos.
Especificidades locales y poder global
En
la profunda polémica que sostiene Pasqualina Curcio Curcio con los monetaristas
sobre la situación venezolana[11],
destaca la irrealidad de los argumentos relativos a la emisión y se concentra
en el factor externo, la manipulación del tipo de cambio. Ese factor externo
puede asociarse al “poder” mundial y sus vínculos locales, los que se expresan
con especificidades en cada país que sufre ataques a sus monedas locales, sea
Venezuela, la Argentina, o cualquier país. Existen las especificidades y
problemas derivados de la cantidad necesaria de moneda en cada caso, pero no constituyen
elementos suficientes para explicar la evolución de los precios. Menos en
niveles tan diferenciados de una lógica global de relativa contención de la
evolución general de los precios.
La
hipótesis que sustento, que necesita ser demostrada, remite a la disputa
política por el rumbo de las economías nacionales, sobre todo si estas no
aparecen en total sumisión a la lógica más general del orden mundial. Se trata
de una cuestión válida incluso para procesos políticos que no se propongan ir
más allá del capitalismo, pero que el poder mundial combate en la búsqueda de
direcciones políticas gubernamentales más afines a la lógica mundial de
acumulación.
Son
precisamente países con elevada inflación, aquellos en los que el debate por el
poder político en el sentido mencionado está presente. Queda claro que en todos
los países existe discusión por el poder e incluso en términos de hegemonía en
el gobierno, que no es necesariamente lo mismo que la disputa del poder,
subyacente más allá de cualquier gobierno. Dicho de otro modo, ¿cuál es el
gobierno más favorable a la lógica de la transnacionalización en los países de
elevada inflación? Ello no supone avalar todo lo que se hace en países sancionados
por la política exterior de EE.UU. o sometidos a la fiscalización de los
organismos internacionales.
Cuba
está bloqueada prácticamente desde el triunfo de la revolución y, por lo tanto,
la lógica mercantil capitalista (poder subyacente) disputa en la cotidianeidad contra
todo intento de superación. En esa contradicción pueden observarse todos los esfuerzos
llevados adelante en Cuba para superar al capitalismo, entre ellos y recientes,
la actualización del modelo económico en 2011, del que emerge la perspectiva
del actual ordenamiento monetario. La fortaleza política de un rumbo
alternativo al capitalismo aleja la propensión a la subordinación a la dinámica
mundial del orden capitalista, por lo que alguna vez el líder de la revolución
cubana sostuvo que la única posibilidad de fracaso se asienta en las propias
ineficiencias e ineficacias del proceso revolucionario. Dijo Fidel: “Este país
puede autodestruirse por sí mismo; esta Revolución puede destruirse, los que no
pueden destruirla hoy son ellos; nosotros sí, nosotros podemos destruirla, y
sería culpa nuestra.”[12]
La creación del socialismo como tarea inconclusa fue reflejada en esa misma
intervención, por lo que el poder global de las relaciones capitalistas están presentes
en cualquier país aun cuando formule su perspectiva socialista.
Por
ahí debe buscarse la disputa en Venezuela, más allá de cualquier consideración
sobre las políticas implementadas bajo la gestión de Hugo Chávez (1999-2013) y
de Nicolás Maduro (desde el 2013).
Insistiré
en que el problema del rumbo del orden económico social es lo que determina la “estabilización
de la economía” y, por ende, la inflación tiene causas específicas, propias de
las leyes económicas, pero en la que la “política” propiamente dicha, o la
disputa del poder político resulta esencial.
En
ese sentido, es común escuchar a Martín Guzmán, Ministro de Economía de la
Argentina desde diciembre del 2019 destacar que su objetivo es “tranquilizar” a
la economía. Tranquilizar es hacer funcionar al capitalismo, con su lógica de
producción para la rentabilidad, lo que puede suponer también relativa satisfacción
de necesidades sociales vía empleo e ingresos de la población. La
intranquilidad deviene de la disputa por el rumbo de la Argentina en el orden
mundial. El poder (subyacente) histórico del país fue desafiado con el imaginario
de un “capitalismo autónomo” y el proceso de industrialización con la aparición
de la burguesía local. Son muchos los autores que derivan desde ese momento el
problema de extravío del país, y con ello, el fenómeno irresuelto de la
inflación. Resulta simple mirar hacia atrás en el proceso industrializador de
hace un siglo, con la emergencia y disputa del gobierno, primero del radicalismo
(1916) y luego del peronismo (1946).
La
búsqueda por “normalizar” el capitalismo local tiene cita en los años de la dictadura
genocida (1976-1983), la década del 90 del siglo pasado (1989-2001) y el
gobierno macrista (2015-2019), sin perjuicio de que nunca pudo revertirse en
esencia la dinámica regresiva instalada desde 1975/76. No hay solución antinflacionaria
bajo el orden capitalista sin subordinación de las clases subalternas a una
lógica de producción y acumulación que definen los grandes capitales, aun en
procesos en crisis mundiales como los actuales. Por eso es una cuestión
sistémica, que se manifiesta en la disputa por el excedente económico, afectado
en tiempos recesivos.
Disciplinar a los de abajo para bajar la inflación o
disputar el poder
La
inflación se redujo en el mundo desde fines de los años 70 y 80 del Siglo XX,
especialmente asociado a la hegemonía de las políticas liberalizadoras, llamadas
“neoliberales”.
El
disciplinamiento social en Gran Bretaña y en EEUU, también en Europa fue clave
para universalizar lo que se ensayó previamente bajo dictaduras militares en el
Cono Sur de América. Por caso, los momentos de escasa inflación en la Argentina
ocurrieron durante tiempos limitados en la dictadura y en los 90. En ambos
periodos sobre la base del terror por represión, la propia inflación y el
desempleo y miseria generada.
Más
que mirar los precios, venimos insistiendo que lo que debe observarse es cuánto
del ingreso nacional se apropian los propietarios de medios de producción y
cuanto las trabajadoras y los trabajadores.
El
problema es el ingreso apropiado por los principales propietarios contra la
mayoría social empobrecida.
Si
la cuestión es el valor y con él el plusvalor, para evitar la escalada de
precios y la apropiación del excedente por pocos, la búsqueda debiera
orientarse a la des-mercantilización de la vida cotidiana, un debate que
sostuviera Ernesto Guevara en los tempranos 60 cuando se discutía como
construir el socialismo en Cuba.
El
problema es que mientras resolvemos cuestiones civilizatorias la vida cotidiana
transcurre, por lo que se necesita definir políticas antinflacionarias, lo que
supone una confrontación con los dueños del poder, con base en la distribución
progresiva del ingreso y de la riqueza, algo que el poder no está dispuesto a resignar,
tal como se observa cuando se discuten impuestos a las grandes fortunas para atender
las emergencias de nuestro tiempo.
La
cuestión se define en términos de iniciativa política. Una predica la baja de
la inflación con la reducción del gasto social, las regresivas reformas
estructurales y una lógica de subordinación con el poder mundial, que en la
Argentina significa pronto acuerdo con el FMI, a quien se le debe en Derechos
Especiales de Giro (DEG), que con la devaluación estadounidense de su moneda,
la Argentina tiene que conseguir cada vez más dólares para cancelar su deuda
con el Fondo y así agravar la situación de resignar recursos para atender las
necesidades de la población. La otra supone conformar poder político popular
para otro rumbo civilizatorio en el país, en contra y más allá del capitalismo.
Esa es la grieta de fondo en la Argentina.
Buenos Aires, 12 de marzo de 2021
[5] INDEC. Precios al
consumidor, febrero del 2021, en: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/ipc_03_21DBEC742F63.pdf
[6] Banco Mundial. Las economías
emergentes y en desarrollo se enfrentarán a desafíos si aumenta la inflación a
nivel mundial, en: https://www.bancomundial.org/es/news/press-release/2018/11/07/emerging-developing-economies-to-face-challenges-if-global-inflation-rises
[7] CUBADEBATE. Blog mesa
redonda, en: http://mesaredonda.cubadebate.cu/?s=ordenamiento+monetario
[8] Fred Moseley. “La MELT y el
Razonamiento circular en la Nueva Interpretación y en la Interpretación
Temporal y de Sistema Único”, en: https://marxismocritico.files.wordpress.com/2016/07/la-melt-y-el-razonamiento-circular.pdf
[9] Anuncia próxima publicación
de un texto actualizado en co-autoria con Guglielmo Carchedi.
[10] Mario del Rosal. “La gran
revelación. De cómo la Teoría Monetaria “Moderna” pretende salvarnos del
capitalismo salvando el capitalismo”. © Ecobook - Editorial del Economista.
2019.
[11] Pasqualina Curcio Curcio. “HIPERINFLACIÓN.
ARMA IMPERIAL”, con Prólogo de Judith Valencia. Editorial Nosotros Mismos, 2018.
[12] Fidel Castro Ruz. Discurso
pronunciado por Fidel Castro Ruz, Presidente de la República de Cuba, en el
acto por el aniversario 60 de su ingreso a la universidad, efectuado en el Aula
Magna de la Universidad de La Habana, el 17 de noviembre de 2005, en: http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0253-92762015000100013
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