El Foro de Davos convoca para este 2021 a “reiniciar”
o “resetear” al capitalismo luego del “lockdown” (cierre de emergencia) mundial
ante el COVID19, que agravó los problemas de arrastre de la economía en todo el
planeta. La actualización a enero 2021 de la situación mundial, según el FMI, señala
una caída del producto en 2020 del -3,5%; siendo para los países desarrollados
del -4,9%, con EEUU con un -3,4%, la zona del euro -7,2%, Gran Bretaña -10% y
Japón -5,1%. Para los países emergentes la baja es del -2,4%, con China
creciendo, el único, al 2,3%, India -8%, América Latina y el Caribe -7,4%. El
comercio mundial cayó al -9,2%.[1]
Son datos que verifican la gravedad del problema global y que, en materia de
pronóstico, ya iniciado el año, no resultan halagüeños para la satisfacción de
objetivos por la ganancia y la acumulación capitalista, mucho menos para la
mayoría popular empobrecida.
Al respecto, Gita Gopinath, Consejera Económica
y Directora del Departamento de Estudios del Fondo Monetario Internacional, refiere
sobre esos datos que son “…la peor
contracción global en tiempos de paz desde la Gran Depresión. Debido a la
naturaleza parcial del repunte, se espera que más de 150 economías tengan
ingresos per cápita por debajo de sus niveles de 2019 en 2021.” Agrega la
funcionaria del FMI “…que la pérdida de
producción acumulada proyectada durante 2020 –2025 en relación con los niveles
previstos antes de la pandemia sigue siendo sustancial.”[2]
Es por ello que el poder hegemónico en el FEM convoca a “resetear” el orden
mundial.
La máquina de producir ganancias presenta
dificultades en la coyuntura, por lo que debe reiniciarse, tal como nos ocurre
cuando se nos bloquea el celular o la computadora. Se trata de volver a
empezar, de recuperar la normalidad en el funcionamiento del orden capitalista.
El FEM y el FSM
Recordemos que el FEM surgió hace medio siglo,
en 1971, para responder a la gran crisis de fines de los 60 y comienzos de los
70, una crisis de rentabilidad que afectó la tasa de ganancias de lso capitales
más concentrados. Las respuestas pergeñadas por la cúpula del poder global
reunida en Davos, Suiza se orientaron entonces hacia la liberalización de la economía
mundial, el “neoliberalismo”, que ahora presenta sus límites, al punto que es
China quien enfatiza los objetivos por la liberalización, al tiempo que
sostiene su proyecto por el socialismo.
Desde la vereda de enfrente, el Foro Social
Mundial (FSM) que cumple 20 años, se debate por un lado en la crítica a las
políticas hegemónicas de cuño neoliberal y por el otro, en el combate decidido
al orden capitalista. Entre los primeros están los que imaginan posibles “reformas”
al capitalismo y sostienen propuestas de “pactos sociales” por la igualdad, el
mejoramiento del clima y un retorno a políticas de bienestar, que fueron propias
de una época que ya no vuelve, el de la bipolaridad mundial. Hemos sostenido
hasta el cansancio que la existencia de la propuesta por el socialismo,
encarnado en la URSS, se piense lo que se piense sobre esa experiencia, explica
el reformismo capitalista entre 1930 y 1980. Para los segundos, más que
reformar, hay que revolucionar la realidad y claro, conlleva debates
ideológicos, políticos, sociales, culturales, los que involucran aspectos más
allá del proceso económico de producción y circulación de bienes y servicios.
Vale considerar que la búsqueda de una
estrategia común de los pueblos tiene tres décadas de retraso respecto de la
gestada desde el poder. Estos se agruparon hacia 1971 en Davos, entre otros
foros similares, caso de la Comisión Trilateral, por ejemplo, para pensar cómo
resolver sus problemas, la baja de las ganancias, núcleo de sustento del
régimen del capital. Los pueblos estaban contenidos en otras estrategias hacia
los 70/80, sea en la dinámica socialismo versus capitalismo, o en la búsqueda de
reformas dentro del régimen del capital. La ofensiva capitalista por la
liberalización de ese tiempo asestó una derrota a las estrategias por la
reforma y la revolución. Por eso, el retraso en la definición de la estrategia
responde a una nueva lógica de crítica y resistencia al poder económico mundial
luego de la ruptura de la bipolaridad, ya en los 90 del siglo pasado. El Foro
Social Mundial intentó responder desde un determinado momento de acumulación de
fuerza política popular hacia el 2001, una cuestión que sigue en debate.
¿Qué sujeto, qué programa y qué forma de
articulación socio política demanda la actualidad para transformar la realidad
en beneficio de los pueblos? De hecho, son interrogantes que trascienden al FSM.
¿Reiniciar o
transformar?
Por eso, resulta necesario interrogarse sobre
el reinicio sustentado desde el FEM. ¿Qué supone ello? Significa adecuar las
relaciones sociales capitalistas, especialmente la que se genera entre el
trabajo y el capital, claro, eliminado históricos derechos sociales y laborales
conquistados por los trabajadores y las trabajadoras en luchas con elevado
costo social y de vidas, sufridas por la fuerza laboral y sus organizaciones. Es
que, en definitiva, la historia del capitalismo se resume en la disputa por el
excedente económico, o sea, la renta generada socialmente. En cada país y a través
del tiempo la disputa por la apropiación de la renta se sintetiza en las
porciones de salario y las diferentes manifestaciones de las ganancias, sea el
rédito empresario, el interés, o las rentas por la propiedad del suelo y el
subsuelo. De allí la competencia inter-capitalista por la apropiación de una
porción del plusvalor; o entre propietarios de medios de producción y
trabajadores y trabajadoras. Incluso desde estas disputas es que puede
rastrearse el crecimiento de los precios (inflación) en el mercado.
El informe citado del FMI señala que, en el
2020, la suba de precios en el capitalismo desarrollado alcanzó el 0,7%, contra
un 5% en los países emergentes. Claro que al interior de estos grupos de países
hay diferencias y por caso, EEUU duplica a la zona euro en crecimiento de
precios (entre 1 y 2%); y ni hablar del peso de países como Argentina y su 36,1%
para la ponderación al alza del 5% entre los países emergentes. La suba de
precios es parte de la lucha de clases en el sistema mundial capitalista. Se
trata de una disputa por el poder, por la capacidad de apropiarse del plusvalor
globalmente generado. Es una dinámica que se expresa nacionalmente, en cada
país, pero también en el ámbito global, asumiendo al capitalismo como sistema
único de producción y circulación económica.
Resetear supone la búsqueda de relaciones
sociales que permitan el retorno a la “normalidad”, de un orden que se basa en
la producción de plusvalor y su reasignación en una lógica reproductiva del
régimen de explotación y saqueo. Por ello, no solo reformas laborales y
previsionales de carácter regresivo, sino cambios en la apropiación de la
Naturaleza, de los bienes comunes, bajo un discurso teñido de verde, siempre al
servicio del capital privado, como ocurre con la reciente comercialización del
agua en el mercado financiero de California. El Estado capitalista y su articulación
mundial en diversos organismos se constituye como base y apoyo de una
reestructuración energética que siga haciendo funcional al régimen de la
ganancia y la acumulación.
Desde el FSM se habilita un debate, que ya
lleva dos décadas, por cómo resolver los problemas del presente, caracterizado
por un incremento de la desigualdad con base en la mayor concentración del
ingreso y de la riqueza socialmente generada. En efecto, OXFAM presentó en el
FEM su informe anual, en donde destaca que: “Más de dos millones de personas han perdido la vida, y cientos de
millones se están viendo arrastradas a la pobreza, mientras que la mayoría de
las personas y empresas más ricas del mundo sigue enriqueciéndose. Las fortunas
de los milmillonarios han recuperado el nivel previo a la pandemia en tan solo
nueve meses, mientras que para las personas en mayor situación de pobreza del
mundo esta recuperación podría tardar más de una década en llegar.”[3]
Más que resetear el orden social, hay que
transformarlo, asumiendo un conjunto de reivindicaciones democráticas, que van
desde la reducción de la jornada laboral para apropiar socialmente el
crecimiento de la productividad, a la des-mercantilización creciente de la
satisfacción de necesidades sociales, en educación, salud, energía y diversos
ámbitos para una vida adecuada de la comunidad global. Pero junto a esas
reivindicaciones, asumir un proyecto cultural, político, económico y social por
la emancipación social asociada al cuidado y reproducción de los bienes comunes
de la Naturaleza, sustentado en formas organizativas auto gestionadas y
comunitarias, anti patriarcales, a contramano de una lógica histórica de
promoción de la propiedad privada de los medios de producción. Lo común por
encima de lo privado, lo democrático y social por encima de lo individual, en
un tiempo de inmensa socialización del conocimiento y la cooperación humana.
Buenos Aires, 26 de enero
de 2021
[1] FMI. Actualización del
Informe sobre la Economía mundial a enero 2021, en: https://www.imf.org/en/Publications/WEO/Issues/2021/01/26/2021-world-economic-outlook-update
[2] Blog del FMI. Gita Gopinath.
“Las vacunas combaten el virus en medio de recuperaciones divergentes”, en: https://blog-dialogoafondo.imf.org/?p=14922
[3] OXFAM. “El virus de la
desigualdad”, en: https://www.oxfam.org/es/informes/el-virus-de-la-desigualdad
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