Confieso
que siempre me llamó la atención la expresión de Martín Guzmán, el Ministro de
Economía de la Argentina, cuando enfatizaba que había que “tranquilizar” la
economía. Se trata de una expresión que pretende traer calma a un escenario turbulento,
e incluso si se quiere tormentoso. En efecto, sea por lo local o por lo
mundial, pero sobre todo por lo que acontece en el país, los niveles de
incertidumbre e intranquilidad que devuelve la situación económica, es por lo
menos, alarmante.
Basta
considerar los efectos económicos y sociales para darse cuenta de la zozobra
que supone saberse empobrecida/o, desocupada/o, marginada/o del techo, la
alimentación, la salud, la educación, la comunicación, entre muchos derechos
constitucionales consagrados por años de histórica lucha social. Aunque también
puede considerarse el punto de vista opuesto, del que no encuentra salida a su
propósito de obtener ganancia y acumular capital.
Una
primera consideración, entonces, es cuál zozobra es la más importante, o, dicho
de otra manera, qué es lo que tranquiliza a unos y qué a otros, porque ambos
puntos de vista no pueden resolverse en conjunto. Se trata de uno u otro. Me
temo que la respuesta no viene de esa contradicción, sino que la tranquilidad
remite a la “estabilización de la macro”, como afirma el ministro, lo que
supone “ordenar” las cuentas públicas, que como veremos, tampoco resulta
imparcial, sino que supone, como siempre en cuestiones económicas, beneficiar a
unas/os y perjudicar a otras/os.
Esa
fue la razón para señalar al comienzo de la gestión, que la prioridad pasaba
por “arreglar la deuda” y entonces, en el inicio aconteció el gran acuerdo en
el Congreso para obtener un “aval institucional”. Así, con la Ley de
sostenibilidad del pago de la deuda, se lanzó el proceso de renegociación de la
deuda pública con acreedores privados, de legislación extranjera y local, como
con el FMI. Ese consenso mayoritario en el seno de las instituciones políticas
del país, se repitió como imagen, con la presencia del oficialismo y la
oposición que gobierna los poderes ejecutivos de las provincias, al momento de anunciar
la aceptación del canje de deuda.
Una
aceptación elevada, por cierto, de un 93,5% de bonistas, adheridos al canje de
deuda en divisas de legislación externa, que por imperio de las cláusulas de acción
colectiva se elevó al 99%. Ya se anticipa una aceptación similar para la deuda
en divisas de legislación local, cerrando el tema de la negociación con
privados y despejando el tema para la discusión en curso con el FMI. Se descuenta
que el resto de la deuda, hasta completar los 323.000 millones de dólares no
supondría problemas porque el grueso está en manos de la propia gestión
estatal.
Luego
de los acuerdos, entonces, sí sería tiempo de explicitar el rumbo de política
económica para entender la perspectiva de “tranquilidad” anunciada, lo que
ocurrirá una vez presentado el proyecto de presupuesto público.
¿Por donde pasará el ajuste?
De
hecho, a esta altura, el presupuesto será para el 2021. Este excepcional 2020
transcurre con prórroga de las cuentas del 2019, con ampliación de la
asistencia social (IFE, ATP, tarjetas alimentarias) por impacto del coronavirus
y la recesión inducida e incluso la arrastrada del gobierno Macri.
Al
mismo tiempo de continuidad de las partidas del pasado año, con algunas
actualizaciones, se procesó un ajuste que golpea en primerísimo lugar sobre
jubilaciones e ingresos de los estatales, que se derrama sobre otros sectores económico-sociales
que dependen de la capacidad de gastos de estos sectores. También fueron contenidas
las actualizaciones de subsidios sociales, los que perdieron contra la suba de
precios y el ritmo de la inflación.
En
rigor, también sirven para el ajuste de las cuentas públicas el re-perfilamiento
de parte de los vencimientos de la deuda. Un tema que se proyecta para todo el
periodo de gobierno ya que se liberan obligaciones de pago que estaban
comprometidas bajo los parámetros de una deuda ahora renegociada. Si las
obligaciones sumaban unos 30.000 millones de dólares, hasta fin del mandato
solo caerán vencimientos por 4.500 millones de dólares.
Un
anticipo de lo que viene remite a un objetivo ya anunciado, de un déficit
fiscal para el 2021 del -4,5% del PBI. Es una incógnita el resultado fiscal para
este 2020, con estimaciones que oscila desde el -7% hacia cifras de dos
dígitos. Sea cual sea el resultado, el
horizonte es un déficit fiscal menor para el próximo año, lo que supone un
ajuste, sea por los ingresos o por los egresos.
Respecto
de los ingresos, el Ministro alude a una reforma tributaria en carpeta. Es
interesante dirimir quién pagará el presupuesto de gastos y de la inversión
pública. Tenemos ya un anticipo de crítica y rechazo en los sectores de mayores
ingresos y riqueza a gravámenes que afecten sus ingresos, algo que tiene apoyo
en un núcleo social ampliado por imperio del accionar mediático. Lo que sabemos,
por ejemplo, son opiniones contrarias al impuesto a las grandes fortunas, aun
cuando se lo presenta como aporte solidario por única vez. El falaz argumento
que afecta la potencia de las inversiones escamotea la voluntad de no resignar
recursos, ni aún ante la emergencia sanitaria en curso.
¿Qué
reforma tributaria se impulsará? Puede ser progresiva, para no perpetuar que el
principal ingreso tributario sea el IVA. Habrá que ver; o eliminar el impuesto
a las ganancias sobre los salarios, ya que por definición el salario no es
ganancia, sino la retribución por la venta de la fuerza de trabajo. También
puede ser una reforma regresiva y consolidar el régimen actual, más allá de la
denominación de los impuestos o las tasas que se establezcan.
¿Por
dónde se reestructurarán los egresos? Puede pensarse en el gasto y/o en la
inversión. ¿Será con más orientación a satisfacer derechos en contra de la
mercantilización, o afirmación de una lógica por la liberalización y el derecho
a la ganancia? La liberalización es lo que se impuso como una tendencia que
atraviesa toda esta etapa desde 1975/76, con fuerza en la genocida dictadura,
en los 90 y en los años recientes del gobierno de Cambiemos (2015-2019).
En
definitiva, bajar el déficit implica ajuste fiscal. El interrogante remite a
quienes serán los perjudicados. Vamos a insistir que el tema supone discutir
los ingresos y los egresos, del mismo modo que debe considerarse el conjunto de
la política económica más allá de lo fiscal, es decir, en materia monetaria,
crediticia, tanto como la política de ingresos, que interviene en qué tipo de
consumo se estimula o que rumbo de la inversión pública y privada.
Tranquilizar la economía trasciende la contabilidad
pública
Asistimos
entonces a un tiempo de interesantes definiciones sobre el rumbo futuro del
orden económico local. Muchos pretendíamos la suspensión de los pagos de la
deuda pública y mientras tanto auditar la deuda con participación popular. El
rumbo definido fue otro, el del canje. Ahora se habilita la discusión sobre cómo
seguir y la palabra parece ser la “tranquilidad”, que sostenemos es algo más
que equilibrar cuentas públicas, ya que detrás de los datos existen personas y
necesidades, según su inserción en el sistema de relaciones económicas que
define la estructura económico social del país.
Los
grandes productores y exportadores, parte del poder en el país, quieren un tipo
de cambio “competitivo”, que debe llegar al valor que mejor rentabilidad les
ofrezca en sus balances, más allá del destino de la acumulación final de sus
rentas. Igual sustentan la libertad de mercado para el ahorro en divisas,
incluso liberando el cepo de 200 dólares mensuales establecido por el gobierno
anterior. El impacto de una orientación en ese sentido tiene carácter regresivo
sobre la mayoría de la sociedad vinculada a la producción y circulación de bienes
y servicios en el mercado interno.
Otros
sectores del poder económico demandan orientaciones de política pública
favorable a la lógica de las ganancias de los inversores, locales o externos,
lo que presupone cambios estructurales en materia laboral y previsional, los
que están contenidos entre los compromisos asumidos con el FMI en 2018 y ahora
en proceso de negociación. Lo que demanda el poder económico apunta a disminuir
el costo de producción para una mejor rentabilidad del capital.
Un
tema destacado es que esta lógica se difunde como “sentido común” de toda la sociedad,
lo que se evidencia en la defensa de la “propiedad privada” por encima de cualquier
otro derecho consagrado constitucionalmente. Es algo que ´pudimos verificar en
el tema Vicentin, en el congelamiento de las tarifas de empresas de la
comunicación, y ahora con las “tomas” y el debate sobre el derecho a la
vivienda.
Por
eso es interesante el debate sobre que lógica debe presidir un rumbo para
tranquilizar la economía, ya que se podría pensar en una dinámica de derechos
sociales de contenido alternativo, sustentado desde otro ángulo, el de un
diverso colectivo de sectores subordinados, trabajadoras y trabajadores,
pequeños y medianos productores y empresarios, quienes demandan una lógica centrada
más en derechos que en la mercantilización.
Pueden
buscarse más argumentos sobre las contradictorias demandas socioeconómicas, que
tranquilizan a unos o a otros. Lo que define siempre en esta contradicción es cuál
es el rumbo que define la tendencia.
¿Iremos
en un rumbo a favor del derecho a la alimentación, a la educación y a la salud
pública, a la vivienda digna y para toda la población, entre otros derechos, o
el rumbo mantendrá el privilegio de la ganancia del poder económico?
No
es un interrogante que solo se debe responder desde la institucionalidad
constituida, sino que tiene que involucrar a toda la sociedad para el
despliegue de un poder constituyente para “tranquilizar” un horizonte de satisfacción
integral en la vida social y en armonía con la Naturaleza.
Buenos Aires, 5 de septiembre de 2020
Como siempre, muy bien. Si no fuéramos (la sociedad casi toda)dogmáticos, si no estuviéramos colonizados o monocultivilizados, la respuestas a tus preguntas serian sencillas y coincidentes. Pero me temo que no será así. Para un gran número de personas es más importante la situación de Messi que lo que la realidad económica a decir de Guzman.
ResponderEliminarIncluso para los K que ven al Gato (¿Por qué no te invita a su programa?) la renegociación fue histórica "por lo bueno".
Otra cosa: quisiera comunicarme con Claudio Lozano ¿Tenés su correo?
Ahora sí la última: Te manda saludos Mary Muñoz. Si tenés un tiempito, llamala o mandale un mensaje porque está afrontando un problemnita de salud. Ella te va a comentar de qué se trata.
Un abrazo
¿Ventajas del descuento de pagarés sin recurso? En el descuento sin recurso, si el deudor cumple su promesa, las ventajas del descuento son las mismas en ambas modalidades, sólo es probable asumir un coste mayor con la cobertura “sin recurso”.
ResponderEliminarPara el semanario La Nueva Voz, comunícate conmigo por twitter o face y te mando lo que solicitas, o mandame el mail y te contesto, gracias!
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