El mes de agosto cierra en la Argentina con dos
grandes temas de la economía que ocuparán el debate ideológico político en el
próximo tiempo, más allá de lo que realmente puedan expresar en su capacidad de
modificar la recesión. Uno de los temas remite al cierre del canje de la deuda
pública en divisas de legislación extranjera. El otro a la presentación para el
debate en el Congreso del proyecto de Ley: “Aporte solidario y extraordinario
para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia”, más difundido como
impuesto a las grandes fortunas personales.
La próxima semana sabremos el porcentaje de
adhesión al canje, estimado en torno al 90% o más. Un “éxito” dirá el colectivo
de inversores y especuladores, ya que se aleja la cesación de pagos, algo
reiterado en el corto plazo desde el re-perfilamiento de la deuda oportunamente
dispuesto por el gobierno Macri y sostenido hasta el presente. Ahora habrá
nuevos títulos y con ellos, a seguir contabilizando ganancias que pueden apalancar
nuevas y jugosas operaciones especulativas en el mercado financiero local y global.
Por ello, los acreedores felices, cuya
acreencia, por ahora, no resulta investigada, y aún con rentabilidad a la baja
respecto de la que tenían hasta antes del canje, el horizonte del impago se
esfuma. Es una buena noticia para ellos en el escenario mundial de recesión,
caída de las ganancias y escasa previsión de reversión, según todos los
organismos especializados en el ámbito mundial.
Localmente se analiza la noticia como la
habilitación a un proceso de inversiones. Una conclusión a contramano del
informe de la UNCTAD que señala una merma de las inversiones en la región latinoamericana
y caribeña por encima del promedio mundial. Si en el mundo, la caída oscilará
para el 2020 del 30 al 40%, para nuestra región el desempeño es a la baja entre
el 40 y el 55%.[1]
No es este un tiempo de impulso a la inversión, menos a la productiva. Incluso el titular de la Reserva Federal de EEUU explicó este jueves 27/8 el balance de la política monetaria de su país por 40 años y los cambios desde ahora, consensuado desde el Comité Federal de Mercado Abierto (FOMC por sus siglas en inglés).[2] Dice Powell que “…las evaluaciones de la tasa de crecimiento potencial o de más largo plazo de la economía han disminuido. Por ejemplo, desde enero de 2012, la estimación mediana del crecimiento potencial de los participantes del FOMC ha caído del 2,5 por ciento al 1,8 por ciento”, tal como se presenta en el cuadro que sigue tomado del sitio de la FED, donde compara las previsiones propias del FOMC, con la consultora privada Blue Chip y la data del Congreso (CBO).
Admite luego, que la intervención vía política monetaria
tiene límites y no se puede seguir bajando la tasa de interés, que bajó del
4,25% en 2012 al 2,5%, con escasa posibilidad de seguir a la baja. Como
preocupa la recesión del primer semestre del 2020, se aleja de la convicción
sustentada por cuatro décadas concentrada en el control de la inflación por vía
de política monetaria, ya que el empleo, fuerte antes de la pandemia, con un 3,5%
de desempleo, se transformó ahora en un problema serio con 11,1% para junio
2020, e incluso 14,7% para abril pasado. La Reserva Federal de EEUU flexibiliza
su política para estimular la suba de precios y con ellos la inversión y el
empleo.
Por eso dije que se trata de un debate
ideológico, o si se quiere, propagandístico, ya que no existen previsiones
reales, en el desempeño de la economía mundial, o del país, para un desembarco
de inversiones externas. Ni hablar de inversiones locales, aun cuando ahora se
rasguen las vestiduras en contra del potencial “aporte solidario”. Se escucha
decir. “acá no te dejan trabajar, ni invertir”; “la presión fiscal es muy alta”
o “se castiga a los emprendedores”, que vendrían a ser los inversores que no
invierten.
En rigor, como señala la UNCTAD o la FED, es
una tendencia del capitalismo de esta época, donde todo se canaliza en rentabilidades
financieras de muy pocos, precisamente los que estimulan procesos de
sostenibilidad de las deudas públicas que eviten el colapso del mecanismo especulativo
de las finanzas y el endeudamiento que hipoteca y condiciona a los pueblos.
Una más sobre la deuda, recordar que este canje
es apenas sobre unos 65.000 millones de dólares (m.d.), de un total de 323.000
m.d., que, además, incluye al Fondo de Garantía de Sustentabilidad con un 67%
de sus recursos invertidos en la deuda pública nacional y llega al 75% si
computamos préstamos al Estado nacional y a las Provincias.
Aporte solidario de
las grandes fortunas
El debate político ideológico comenzó en cuanto
se enunció la posibilidad, aun cuando se difundían iniciativas similares en
varias partes del mundo, algunas de las cuales recogen los fundamentos del
proyecto de Ley.
Ahora habrá debate en el Congreso y en la sociedad.
Es más, los medios ya iniciaron su campaña mediática con un discurso que
sustenta que el inversor es quien resuelve el crecimiento y por ende el empleo
y el consumo, por lo que no hay que matar a la “ponedora”, incluso utilizan un
discurso del presidente uruguayo que alude a su vocación por la iniciativa
privada, más proclive a la reducción de impuestos que a gravar a las grandes
fortunas.
Todos ellos desconocen, quizá por ignorancia,
la máxima de los primeros intelectuales que sistematizaron los estudios
económicos en el capitalismo, la Escuela Clásica, que pregonaron que el capital
es “trabajo acumulado” y que la ley del valor remite al trabajo humano como
fuente del valor y no como sostienen los actuales vulgarizadores al señalar al
capital como el originador de la riqueza. El capital es producto del trabajo
humano acumulado y apropiado privadamente, con una historia de violencia que se
recicla con rigurosidad en nuestro tiempo.
Se estima recaudar unos 300 mil millones de
pesos, unos 4.000 m.d. al tipo de cambio oficial de la fecha. Al tipo de cambio
del “blue”, apenas expresa la mitad. La cifra pretendida no resuelve el déficit
heredado y menos el generado por la pandemia, pero lo reduce. Se supone que la
medida alcanzará a unas 12.000 personas con patrimonio por encima de los
200.000 millones de pesos.
Constituyen una minoría de grandes recursos
patrimoniales, de fortunas individuales. La contribución, por única vez, no
está orientada hacia las empresas. Este es también un argumento en contra de
quienes sostienen que la medida impacta negativamente en la voluntad inversora
de las empresas.
El estímulo a la actividad económica durante la
pandemia estuvo más en el Estado y su capacidad de emisión que en cualquier
voluntad del sector privado. De no ser por la intervención estatal, en el país
y en el mundo, la situación sería aún más grave de lo que representa hoy el crecimiento
de la pobreza y la indigencia, además del deterioro de todos los indicadores
sociales.
La ley en debate propone cinco destinos a la
recaudación: a) 20% para atender la emergencia en salud; b) 20% para atender
necesidades de empleo y remuneraciones de micro y pequeñas empresas; c) un 20%
para becas “progresar”, administradas por el Ministerio de Educación; d) un 15%
para habitantes de barrios populares, más de 4 millones de personas, vía del
Registro Nacional de Barrios populares, RENABAP, para salud y habitación; e) un
25% con destino en YPF para producir gas. La letra señala el uso federal de los
recursos recaudados.
Señalemos que aún falta el debate para su
proclamación y puesta en funcionamiento, por lo que el cálculo en divisas se posterga
hasta el momento de su puesta en ejecución. Algunos imaginan una baja de la
cotización de la divisa por el acuerdo del canje de deuda, pero la tendencia
histórica nos hace suponer un proceso de deterioro de la moneda local sobre las
divisas. Por ende, toda demora en la puesta en práctica del “aporte solidario”
disminuirá su capacidad efectiva, medida en moneda extranjera.
La batalla es
política e ideológica
Ambos temas generan debate político e ideológico,
ya que las condiciones económicas de la argentina y del mundo no dan para el
optimismo, menos para generar condiciones de distribución progresiva del
ingreso y la riqueza, especialmente cuando se inició la negociación del acuerdo
con el FMI, donde además del ajuste fiscal para hacer sostenible el pago de la
deuda, se inscriben cláusulas favorables a una reforma estructural que suponen
reaccionarias reformas laborales y previsionales, incluso tributarias.
Aprobar la ley resulta imperioso, para mejorar
la recaudación pública y atender la emergencia, pero al mismo tiempo hace falta
un profundo debate contra el “sentido común” que ubica al inversor capitalista
en el origen de la producción de riqueza. Es una tarea ciclópea a desplegar en
todos los territorios, especialmente en el simbólico que estimula la voluntad
social de los sectores sociales empobrecidos y explotados. Entre la mayoría de
la sociedad es donde debe gestarse el nuevo sentido común de otra economía, con
una lógica alternativa de la producción, sustentada en la auto-gestión, sin
fines de lucro y para satisfacer amplias e insatisfechas necesidades vitales de
la humanidad, las que, además, deberán contemplar el cuidado de la vida en
general, es decir, de la naturaleza.
La pandemia continua y nadie puede asegurar el
fin de la misma en el corto plazo, por lo que la normalidad de la explotación y
el saqueo aparece mediada por una decisión generalizada que induce a la
recesión, o a un crecimiento pobre de la actividad económica. Es algo que
verifica en estas horas el banquero central de EEUU y hace meses la Asamblea
del Poder Popular en China al negarse a fijar metas de crecimiento para el
presente año.
Hay que esperar en estos días un fuerte debate
de ideas, en torno a “qué bueno que Argentina salió del default”, en lugar de
discutir la necesaria investigación a fondo de una deuda odiosa en buena parte y
que, claro, mientras se investigue se posterguen los pagos.
Al mismo tiempo, el debate apunta a discutir
quien tiene que pagar la emergencia, e incluso más allá de la misma, de dónde
deben salir los recursos para sustentar una política con horizonte en resolver
necesidades sociales a contramano de la lógica de la ganancia.
El interrogante es quien acumula más en esta discusión
por el sentido común de la sociedad.
Buenos Aires, 29 de agosto
de 2020
[1] UNCTAD. La producción
internación más allá de la pandemia en 2020, en: https://unctad.org/en/PublicationsLibrary/wir2020_en.pdf
(consultado el 29/08/2020)
[2] Jerome H. Powell, presidente
de la FED, “Nuevos desafíos económicos y revisión de la política monetaria de
la Fed”, 27 de agosto de 2020, en: https://www.federalreserve.gov/newsevents/speech/powell20200827a.htm
(consultado el 29/08/2020)
Buenas tardes, Julio.
ResponderEliminarSiempre es un gusto leer un artículo tuyo. Casi siempre coincido plenamente. Parece increíble no escuchar sobre una auditoría de la deuda en ningún medio masivo y que, de una vez por todas, se defina qué se debe pagar realmente y qué no...
Ni hablar de considerar que un gobierno sólo pueda tomar deuda que venza durante su propio mandato...
Las decisiones no son difíciles, sí tener la valentía y convicción para llevarlas acabo, aún en contra de un "sentido común" colectivo autodestructivo.
Muchas gracias por ayudarnos a reflexionar.
Atte.,
Walter J. Lanzavechia
24.655.290
muchas gracias por el comentario! Es como señalas, falta voluntad política, que debemos construir, saludos
ResponderEliminarRespecto al mal llamado impuesto a las riquezas, los diputados de izquierda presentaron un proyecto el que no fue, siquiera, ingresado para el debate.
ResponderEliminarEn aquel proyecto se propone no solamente afectar a las ganacias personales sino también de las empresas, bancos, agropecuarias, mineras, etc