Todo indica que la Argentina transita deliberadamente
por un sendero económico de recesión.
Sea por la evolución de la producción, el intercambio
o el consumo, o por el registro de los ingresos tributarios, la realidad es de
merma en la actividad económica.
La recesión económica impacta socialmente con
beneficiarios y perjudicados e incide en los humores y consensos culturales,
económicos y políticos de la sociedad.
Importa también el tema por la deriva política en la
reducción de los consensos electorales en tiempos donde se inicia el debate
para la elección presidencial del 2019.
Baja industrial
Según el INDEC, en el mes de junio del 2018 hay una merma
del 8,1% respecto de mayo en el estimador industrial mensual, que ya había caído
1,2% en mayo respecto de abril.
El acumulado del año, de enero a junio apenas registra
un crecimiento de la producción industrial del 1%, cuando el mes anterior registraba
un acumulado de 2,4%.
La tendencia es a la caída de la producción
industrial, la que se suma a la importante merma de la producción agraria por
razones climáticas, inundaciones mediante.
No solo es merma de producción, sino impacto directo
en el empleo y los ingresos salariales de trabajadoras y trabajadores. En
efecto, las empresas automotrices Renault o Iveco anunciaron suspensiones de
trabajadores para el mes de agosto y liquidar stock acumulado.
El resultado de la menor producción y la baja de las
ventas en el mercado local y mundial (Brasil compra el 50% del ensamble local
de toda la industria automotriz) explica las medidas que impactan sobre
trabajadoras y trabajadores.
La industria automotriz está asociada a otros sectores
industriales que también sufren las consecuencias de la recesión, caso de las
industrial del vidrio, el caucho, el plástico, la siderurgia o la metalurgia.
El impacto de la caída es fuerte en la fabricación de alimentos,
que alcanza al 5,4% respecto del mes anterior. La industria de alimentos tiene
una incidencia del 22% en el conjunto de la industria, por lo que no resulta
menor un seguimiento cercano de su evolución.
Por su parte, el sector textil cae 10,8%, afectando a
sectores de la pequeña y mediana empresa asentada en las provincias y
fuertemente asociadas a un destino del
mercado interno que sufre por caída del consumo popular.
La refinación de petróleo se anota con una baja del
19,9%, y las sustancias y productos químicos caen un 10%, mientras la industria
automotriz se reduce un 11,8%.
Solo la producción de acero aparece con un sentido
inverso al conjunto de la industria, indicador que no alcanza para evaluar una
perspectiva reactivadora del sector manufacturero.
Cae la recaudación
A su vez, la Administración Federal de Ingresos
Públicos, AFIP, el ente de recaudación tributaria y previsional, señala un
incremento interanual para el mes de julio del orden del 23,8% para una
inflación cercana al 30% en el mismo periodo.
La devaluación cambiaria impacta en materia de precios
relativos y la menor producción y exportación agraria se hace sentir en la
recaudación por derechos del comercio exterior vía retenciones.
El problema de la recesión inducida por la política
económica interviene en la perspectiva de la recaudación, ya que la principal
fuente de ingresos públicos proviene del IVA, condicionado por la baja del
consumo popular, e incluso del tributo a las ganancias que involucra a salarios.
Con un horizonte de recesión, la perspectiva de la
recaudación no será auspiciosa, afectando la posibilidad de política económica
activa para revertir el ciclo económico.
Más aún, limita las posibilidades de resolver derechos
consagrados constitucionalmente, sea la educación o la salud, que el conflicto social
en esos sectores hace evidente la voluntad oficialista por incumplirlos.
Es un tema agravado en estos días con la muerte de dos
trabajadores escolares ante el abandono por ausencia de inversión en
mantenimiento de establecimientos escolares.
Menos recaudación y tendencia a la sub ejecución
presupuestaria en áreas sociales estratégicas son una norma que generaliza la desidia
por definición política de un Estado que orienta su política a resolver la
lógica de la ganancia por encima de los derechos humanos en sentido integral.
La política económica subordinada a la lógica del ajuste
induce la recesión productiva con fuerte impacto en la sociedad y en las
cuentas nacionales, condicionadas a reducir a cualquier costo el déficit fiscal
ante el acuerdo con el FMI.
Contrario a una política anti ciclo, desde las
autoridades gubernamentales se profundiza la orientación pro-cíclica de ajuste
y recesión.
Consenso electoral en disputa
La realidad de la economía comienza a deteriorar el
consenso electoral del 2015 y 2017, algo que preocupa al gobierno de cara a las
elecciones de renovación presidencial del 2019.
En el imaginario oficial actúa la memoria de la recesión
del 2016 y la recuperación del 2017 que favoreció el triunfo electoral del
medio turno presidencia. Existe un supuesto similar de mejora de la actividad
económica para el próximo año, que como hemos señalado en ocasiones anteriores,
reproduce una discurso no verificable de que el futuro será promisorio.
Sin embargo, hay un límite estructural a esas promesas
ilusorias, lo que deviene del déficit externo que ronda entre 40.000 y 50.000
millones de dólares anuales, con cierre de las fuentes externas de provisión de
divisas.
Es que no llegan las esperadas inversiones externas,
en la cantidad necesaria, y parece cerrado el acceso al crédito internacional
más allá de la disposición del FMI si es que se cumple con el duro ajuste
fiscal.
No alcanzan los 50.000 millones del FMI y además bajan
las exportaciones por especulación y menor producción agraria.
La ausencia de soluciones en la vida cotidiana,
agravada con suspensiones y deterioro en la capacidad de satisfacer necesidades
extiende el descontento social, lo que genera una condición de posibilidad para
habilitar opciones políticas con otros rumbos para un futuro cercano.
El descontento en el presente posibilita la discusión
sobre nuevos horizontes políticos y económicos, que requieren una proyección
más allá de la coyuntura en la disputa por el ingreso.
Se trata de pensar en otro modelo productivo y de
desarrollo privilegiando la satisfacción de necesidades sociales por encima de
una lógica relativa a las ganancias de los inversores.
En rigor, ese debate trasciende el proceso electoral local
y adquiere carácter esencial de cara al presente y futuro de la sociedad,
incluso más allá de la cuestión nacional, ya que involucra a toda la región
latinoamericana y caribeña en las condiciones de reestructuración del sistema
mundial capitalista ante la exacerbación de la guerra comercial en proceso
desatada desde la hegemonía sustentada por EEUU.
Buenos Aires, 4 de agosto
de 2018
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