El gobierno Macri definió la
agenda de debate luego del resultado electoral del 22/10 y se concentró en
reaccionarias reformas laborales, del régimen de jubilaciones y tributarias.
Mientras se debaten los borradores y antes de la formal presentación para la
discusión parlamentaria se redefinió el Gabinete con la designación del titular
de la Sociedad Rural Argentina (SRA) al frente del ministerio de Agroindustria
y al mismo tiempo el ministro de Energía anunció cambios en el sector
energético con privatizaciones por 1.000 millones de dólares.
Por si hay duda de la relevancia
de esas decisiones, recordemos que la SRA es la institución más antigua del
poder hegemónico desde la instalación del capitalismo en la Argentina. Nacida
en 1866, tuvo como primer Presidente a José Martínez de Hoz entre 1866 a 1870[1] y desde allí coordinó la
estrategia de la “generación del 80” para incluir el territorio patagónico a la
República Argentina, junto al genocidio indígena y a la capitalización de
Buenos Aires con la primacía del puerto porteño en la definición del modelo
agroexportador bajo la dirección de la oligarquía terrateniente y el capital
extranjero.
Otro Martínez de Hoz, José
Alfredo, descendiente del fundador redefinió un siglo después como Ministro de
Economía de la Dictadura genocida en 1976 el plan de reestructuración
capitalista reaccionario del país. El propósito apuntaba a modernizar e
insertar a la Argentina en las nuevas condiciones del desarrollo capitalista
con el eje puesto en las fuerzas productivas de la agro-industria.
El pecado original supuso el
arrebato de las tierras a los pueblos originarios y la limpieza de la población
no sometida al régimen del salario, caso del gaucho cooptado para la causa del ejército
de ocupación o como jornalero, peón o trabajador asalariado.
La militarización y la violencia
resolvieron el asunto de la tierra y de la población, que junto a la migración generaron
las condiciones de apropiación territorial y oferta de fuerza de trabajo para
el desarrollo capitalista.
En ese marco puede entenderse el
circuito mercantil de las tierras que permiten a Benetton acceder a casi un
millón de has patagónicas y el conflicto actual con la comunidad mapuche, sus
reclamos y protestas seguidas de represión y el caso Maldonado, aun con
caratula judicial de “desaparición forzada”.
Luis Miguel Etchevehere es
Presidente de la SRA desde 2012 y desde ahora Ministro de Agro-Industria del
Gobierno de Mauricio Macri. El sector agrícola e industrial de la Argentina
está en la cima de la competitividad mundial capitalista y por eso Europa
primero y EEUU luego le cierran las fronteras a las exportaciones del agro
negocio (el llamado bio-diesel). Se trata de la fertilidad de la pampa húmeda y
el desarrollo de un paquete tecnológico ofrecido por transnacionales de la
alimentación y la biogenética con desarrollos productivos locales que se
imponen mundialmente como la siembra directa.
Más allá del precio
internacional de la soja, la recesión local fue aminorada en los últimos
tiempos por la expansión de la producción agraria e industrial del complejo
sojero, desde el grano a sus derivados con desarrollo industrial para producir
aceites y combustibles.
Los objetivos originarios de los
Martínez de Hoz, en 1866, en 1976 y ahora en 2017 llevan el sello de la
oligarquía terrateniente como clase burguesa hegemónica asociada al capital
transnacional para la disputa de un lugar en el mundo de los capitales más
concentrados de origen local. Es el espíritu de clase que ostenta Mauricio
Macri y su equipo y por eso se predisponen a satisfacer las demandas de máxima
por la liberalización de la economía bajo el concepto de desarrollar las
fuerzas productivas del capitalismo, como sentenció Marx hace 150 años vienes
al mundo “chorreando sangre”.
No sorprende entonces la convergencia
de la incorporación de Echevehere con el anuncio de Juan José Aranguren por las
privatizaciones energéticas. El ex titular de la filial argentina de la
petrolera Royal Dutch Shell entre 2003 y 2015 comparte mesa con el jefe de la
SRA para continuar la histórica alianza entre los terratenientes locales y el
capital foráneo, base de sustento del desarrollo capitalista de la generación del
80 del Siglo XIX y la reestructuración reaccionaria promovida desde el
terrorismo de Estado un siglo después.
Es cierto que el Gobierno Macri
es constitucional y surgido del voto, pero sus objetivos remiten al proyecto
estratégico del poder histórico de la dominación capitalista surgida de la entente
oligárquica con el capital externo, inglés en origen, estadounidense desde
comienzos del Siglo XX. Un poder construido desde el fraude hasta la emergencia
de la Ley Saenz Peña y el acceso de gobiernos bajo procesos electorales desde
1916, pero restituido en procesos golpistas entre 1930 y 1976 para condicionar
todo proceso constitucional.
No es menor que por primera vez
un gobierno electo por votación popular asuma el programa histórico de procesos
del fraude político o los golpes de Estado. Son señales de nuevos fenómenos
asociados a otros similares en el ámbito mundial que definen el retorno de las
derechas más reaccionarias a la conducción del destino de las sociedades en
diversos países del planeta.
Resta el debate sobre las
reformas para flexibilizar el empleo y reducir las asignaciones de jubilados y
pensionados, como la reestructuración del régimen tributario. Todas pensadas
para favorecer la lógica de la ganancia, numen del capitalismo de siempre, pero
al mismo tiempo vale recordar que el capitalismo es una relación social, donde
no solo está el programa y la aspiración del propietario de los medios de
producción, sino que también la relación se constituye con los propietarios de
la fuerza de trabajo, que para el caso de la Argentina han construido una
historia de organización y lucha.
Lo visible en los medios
tradicionales y hegemónicos es la iniciativa del poder económico, del gobierno
y la hegemonía empresaria, pero aunque
la nieguen existe una iniciativa alternativa de movilización y organización
popular que no solo resiste esos propósitos, sino que también se propone
construir imaginarios alternativos con perspectiva emancipadora, más pensando
en la recuperación en estos días de la gesta anticapitalista de la centenaria revolución
rusa.
Buenos
Aires, 5 de noviembre de 2017
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