Argentina entre China y Brasil

Argentina tiene serias dificultades económicas y el diagnóstico gubernamental apuesta a resolverlas con inversiones externas, muy esquivas luego de año y medio de asumido.
La iniciativa de Macri fue intensa en sus viajes al exterior y en organizar actividades locales para el desembarco de dirigentes políticos de los principales países capitalistas. Recibió a Obama y visitó a Trump; se codeó en varias ocasiones con los principales Jefes de Estado y recibió elogios por el rumbo de la política económica, muy especialmente de los organismos internacionales. Las grandes empresas fueron tentadas en foros locales y globales, y en más de una ocasión se enunciaron voluntad de inversión, que solo se materializan a cuenta gotas.
Vale mencionar que la demanda para inversiones apuntaba a consolidar una tendencia hacia la disminución del costo de producción en materia fiscal y salarial. Es una lógica histórica del capital hegemónico, tendiente a bajar costo laboral y fiscal, sustentando su rentabilidad a costa del Estado las trabajadoras y trabajadores.
Sin inversiones externas no hay lógica de valorización productiva y mientras tanto, la Argentina empuja inversiones especulativas, sea por altas tasas de interés ofrecidas por el BCRA como consecuencia de su política monetaria, como por la apertura de la cuenta de capitales que estimula el ingreso de divisas, principalmente para engrosar el endeudamiento público. Así, lo real es la valorización del ciclo del capital dinero por encima del ciclo del capital productivo. Una reiteración de ciclos económicos que subordina al país a mecanismos especulativos de elevado costo social.
Expectativas en inversiones chinas
La ausencia de inversores estadounidenses o europeos, llevaron a los anuncios recientes provenientes de China, algunos de los cuales no son novedad y fueron oportunamente criticados por la gestión actual cuando eran opositores.
En general, son anuncios relativos a infraestructura para energía por cifras millonarias. Se reiteran los anuncios de las represas patagónicas sin los estudios medio ambientales finalizados, situación que las viene frenando hasta el momento. Se agregan represas en otros territorios y sobresale el anuncio de la construcción de dos nuevas centrales de energía nuclear por 12.500 millones de dólares. Los anuncios de construcción de las represas generaron históricos debates relativos a la cuestión medioambiental, agigantadas con el anuncio relativo a energía nuclear.
No se conoce la letra chica de los acuerdos, ni los plazos de ejecución, pero la práctica indica que para China todo es un paquete que incluye financiamiento, empleo de fuerza de trabajo y compra de tecnología china, con límites para imaginar el impacto en fuentes de empleo local y desarrollos tecnológicos propios. La dependencia tecnológica es un problema histórico que afianza la subordinación del país sobre el sistema mundial.
Es evidente que la tradición familiar Macri en las relaciones con el gigante asiático puede rendir frutos, ahora bajo signo de gobierno distinto al ciclo anterior entre 2003 y 2015.
Argentina consolida el creciente papel de China en las mutuas relaciones económicas, con fuerte déficit comercial. En 2016, las importaciones desde China sumaron 10.483 millones de dólares, contra solo 4.661 millones exportados desde Argentina. El saldo negativo alcanzó los 5.822 millones de dólares.
Este saldo pretende revertirse y no queda claro cómo lo hará la Argentina en proceso creciente de primarización y destrucción de su sector manufacturero.
Todo indica la profundización de ese saldo negativo del comercio bilateral, que en enero pasado fue de -566 millones de dólares y de -456 millones en febrero, totalizando en el primer bimestre nada menos que -1.022 millones de dólares.[1]
La relación comercial con China es creciente desde la sojización favorecida por la generalización de los transgénicos en la producción. Hacia fines del mandato de Cristina Fernández, apareció con fuerza el papel financiero de China con una operación en moneda china (Yuan) por el equivalente de 11.000 millones de dólares. En paralelo se afianza el papel inversionista en Argentina.
Brasil es de temer
Si China es el segundo socio comercial de Argentina y preocupa la subordinación externa, la situación se agrava cuando incluimos en el análisis la situación presente de Brasil de Temer, que como indicamos en el subtítulo es de temer.
¿Por qué preocupa? Veamos los datos[2]. Argentina importó desde Brasil en 2016 por 13.674 millones de dólares y exportó hacia Brasil por 9.028 millones de dólares, con un saldo negativo de -4.647 millones de dólares.
En enero pasado, el saldo fue -336 millones de dólares y creció en febrero a -626 millones de dólares, con un total para el bimestre de -962 millones de dólares.
La actual crisis en Brasil provocó una devaluación de la moneda brasileña (el Real) superior al impacto sobre la cotización de la moneda argentina contra la divisa estadounidense, abaratando las exportaciones desde Brasil y encareciendo las que salen desde la Argentina.
No resulta así un buen pronóstico para el país la crisis brasileña, por lo menos en el corto plazo, mucho menos con una política industrial que afecta la capacidad productiva industrial con una capacidad ociosa del orden del 40%.
Brasil y China, primero y segundo socio comercial de la Argentina generan lo principal del déficit comercial, sumando entre ambos 10.469 millones de dólares en 2016 y 1.984 millones de dólares en el primer bimestre del 2017, agravado en la situación general del sector externo con el déficit por servicios.
El total de la cuenta corriente (mercancías, servicios y rentas) fue deficitaria por -15.024 millones de dólares, que como sabemos, para cancelar ese saldo negativo, hubo que ingresar divisas por 29.131 millones de dólares (saldo total de la Cuenta Capital y Financiera), que incluye un crecimiento de Reservas Internacionales por 13.725 millones de dólares. El ingreso de esas divisas constituye básicamente deuda pública: 21.099 millones de dólares del Gobierno Nacional y 7.307 millones de dólares los Gobiernos Provinciales.
Terminar con la dependencia externa
Aun cuando al cierre de la misión externa en Japón, Macri anunció nuevas inversiones de Toyota en Argentina, los datos del sector externo local y la realidad de la producción industrial demuestran la orientación del modelo productivo del capitalismo en el país.
Asistimos a la consolidación de un modelo primario exportador, de escasa industrialización, afirmando el escaso valor agregado bajo la modalidad de “armaduría”, todo sostenido con endeudamiento público que paga el trabajo social conjunto de la Argentina y reproduce el carácter subordinado del país.
Todo lleva a una mayor degradación de las condiciones de vida de la población y por eso se sostiene y crece el empobrecimiento, junto a una nueva ronda de ofensiva contra los salarios, las condiciones de empleo y la seguridad social de trabajadores activos y pasivos.
Resulta imprescindible frenar el proceso histórico de dependencia y generar condiciones para otro modelo productivo y de desarrollo, que cuestione estructuralmente el modo actual de organizar económicamente la sociedad, lo que supone un debate social amplio y una confrontación política con el poder y sus beneficiarios locales y externos.
El tiempo electoral puede ser propicio para esta discusión, solo si se puede superar la discusión entre las políticas vigentes y una concepción que se limite a reformas en el marco de lo que se permite sin cambiar estructuralmente la organización económica de la sociedad en Argentina.
Nuestra consideración apunta a generar un movimiento social organizado en asamblea o congreso popular que pueda discutir el presente para transformarlo en la perspectiva de resolver necesidades sociales insatisfechas.
Por las condiciones históricas del desarrollo de la Argentina, los trabajadores y trabajadoras pueden asumir esa tarea desde un bloque social con una estrategia que articule las demandas del movimiento obrero y popular.
Buenos Aires, 20 de mayo de 2017



[1] Ministerio de Hacienda de Argentina, en: http://www.minhacienda.gob.ar/secretarias/politica-economica/programacion-macroeconomica/  (consultado el 20/05/2017)
[2] Ibidem

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