La pobreza y el hambre
reaparecieron en el debate, a propósito de la premiación en la FAO sobre la
situación nutricional en la Argentina.
El tema adquirió relevancia con
la difusión de datos de la pobreza y la indigencia realizados por la
Presidente, afirmando que la pobreza es menor al 5% y apenas superior al 1% la
indigencia.
El Ministro de Economía aclaró rápidamente
que el premio para la Argentina era por estar el país "por debajo del 5%
del índice de hambre"[1] y no de la pobreza. Es una
situación que el país mantiene junto a Chile, Brasil y Uruguay, mientras que
Bolivia y Paraguay, entre los vecinos, están aún por encima de ese guarismo.
La pobreza y el hambre son cuestiones
muy distintas, aunque asociadas, en un país que existe población subalimentada,
pero también con gran capacidad para atender las necesidades alimentarias,
siendo la disposición de recursos suficientes el límite para la población menos
favorecida.
Pretendemos llamar la atención
sobre el hecho que la pobreza está más allá del hambre y se manifiesta en la
imposibilidad de resolver necesidades sociales más amplias, como la salud, la
educación, la vivienda o la recreación.
Esto dicho en un país con alta
densidad de población mayor con ingresos jubilatorios relativamente escasos con
relación a los necesarios. La estadística del ANSES asegura que más de la mitad
de los jubilados nacionales percibe la mínima, en una pirámide de ingresos cada
vez más achatada. Pero también son millones los que reciben ingresos escasos
derivados de una política social masiva, no universal, que puede y hasta cierto
límite, paliar las necesidades básicas, pero no las extendidas, y explican la
pobreza más allá de los indicadores que se esgriman.
Agreguemos que la pobreza se
mide de distintas formas y que en Argentina se tiene en cuenta la pobreza
estructural y la pobreza por ingresos. La primera remite a las necesidades
básicas insatisfechas y que se miden con cada censo de población. La segunda
está asociada a la capacidad de resolver una canasta mínima. Por eso, puede
haber pobres estructurales con ingresos superiores a los mínimos, y al revés,
población sin, o con bajos ingresos y con patrimonio, por lo que la estadística
no los incluye como pobres estructurales. Se puede vivir en barrios de
emergencia con grandes ingresos, o en viviendas heredadas en zonas más ricas y
con ingresos escasos o nulos. En otros países, los indicadores son diversos y
no siempre fáciles de utilizar para comparaciones no felices.
Los datos de la pobreza están
discontinuados por el INDEC desde el 2013 y la referencia ofrecida por la
Presidenta remite a esa remota evaluación, muy criticada desde distintos
ángulos profesionales, más allá de la cercanía o lejanía con los objetivos y
propósitos del gobierno. La difusión de datos actualizados sigue siendo una
asignatura pendiente por parte del INDEC.
Distintos estudios remiten a
porcentajes estimados del 16 al 25% de pobreza, una cifra menor al pico del
2002, pero muy superior a la media histórica de la Argentina. Ello pone de
manifiesto problemas estructurales del orden económico social en la Argentina y
que se derivan de los cambios profundos generados en los últimos 40 años, desde
el rodrigazo, la dictadura y la década del 90. Son procesos que contaminan el
presente y se mantienen como problemas y desafíos a resolver por la sociedad, y
claro, en el ámbito de la política, que parece lejana si aludimos a los
principales discursos y proyectos que disputan el gobierno local.
Seguridad
versus soberanía alimentaria
En la reciente reunión de la FAO[2] se pasó revista a la
situación de la alimentación de la población mundial y en ese marco el estado
de la seguridad alimentaria, enfatizando los avances en ese sentido, vinculados
a las metas del milenio que se analizan en este 2015. Sin embargo, es
importante mencionar que desde el movimiento campesino mundial se ha
generalizado la concepción de la soberanía alimentaria, crítica, contradictoria
y diferente al concepto de seguridad alimentaria sustentado por el organismo
internacional y el discurso hegemónico en materia de producción agraria y
alimentaria.
La seguridad alimentaria no
cuestiona el modelo productivo, ni su impacto social, aun cuando la FAO pone el
acento en su cónclave en la alimentación y el cambio climático. El supuesto de
la seguridad alimentaria parte de la utilización de la producción agraria en
las condiciones tecnológicas y formas productivas que generalizan y dominan las
transnacionales de la alimentación y la biotecnología, principales
beneficiarias del orden productivo del capitalismo contemporáneo.
Por su parte, la soberanía
alimentaria recupera para los pueblos, las comunidades, la agricultura familiar
y la pequeña producción agraria la capacidad de decidir qué producir, para
quién, cómo, y con quién llevar adelante el proceso productivo. No se trata de
alimentar de cualquier modo, sino respetando el metabolismo de la naturaleza,
del que el ser humano es parte. Esta concepción parte de criticar el modelo
productivo hegemónico, y la concepción que conlleva la categoría de la
seguridad alimentaria.
Entre ambas posiciones puede
pensarse la transición para la resolución del hambre, utilizando la
articulación de la seguridad alimentaria con soberanía, como se sugiere en los
objetivos de política pública en el Estado plurinacional de Bolivia. Ello
supone alimentar a la población que tiene límites de ingresos para el acceso de
alimentos, mientras se modifica el modelo de producción para generalizar una
política sustentada en la soberanía alimentaria.
Convengamos que en la Argentina,
la discusión entre seguridad y soberanía alimentaria es un debate pendiente, asumido
como discurso de un activo militante por otro modelo productivo y escamoteado
por las clases dominantes y sus representaciones políticas e ideológicas. Estas
adornan sus mensajes con el ropaje de la asistencia alimentaria
(asistencialismo) para sustentar el mecanismo de la obtención de ganancias y de
la acumulación para la dominación capitalista.
Buenos
Aires, 13 de junio de 2015
[1] http://www.eldestapeweb.com/pobreza-kicillof-defendio-cristina-y-resalto-el-premio-la-fao-n6613
(consultado el 12/06/2015)
[2] El
Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2015. En: http://www.fao.org/publications/en/
(consultado el 12/06/2015)
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