Límites al crecimiento en la economía Argentina

Promedia el 2015 y los problemas de la economía local son variados, especialmente los que se derivan de la dependencia al sistema del capitalismo mundial. Argentina produce para el mundo (soja, oro, autos, entre otros) y está sometida a la demanda mundial con unos precios que no se fijan localmente (son comodities), pero al mismo tiempo está subordinada al ingreso de insumos estratégicos para sostener su proceso productivo.
Esa inserción internacional subordinada limita la capacidad de acción en el mercado local, ámbito de expresión del conflicto social entre trabajadores y empresarios y entre estos en la discusión competitiva por ganar posiciones en el mercado. Cada tanto, los registros estadísticos, aún con la falta de credibilidad, devuelven esta realidad estructural del diagnóstico de situación.
Según el INDEC[1], para el primer trimestre del 2015, entre enero y marzo, el producto interno bruto (PIB) creció el 1,1% con relación al mismo periodo del año anterior. El dato interviene sobre la base de un 2014 de bajo crecimiento económico y especialmente en el sector industrial, algo que se mantiene en este año, aun con el dato difundido sobre el nivel de actividad, muy lejos por cierto de las tasas de crecimiento que supo presentar la economía local. La evolución medida por trimestres en el 2014 fue de 0,8%, 0,8%, 0,4% y 0,5%, por lo que resalta un acumulado anual con el dato del primer trimestre del 2015 de 1,1% que se reduce a 0,5% si se considera el acumulado en los últimos 4 trimestres.
Los datos requieren ser analizados en profundidad, es decir, indagar en su interior para entender esos guarismos promedios. Al medir la oferta de la economía Argentina se considera el referido PIB con el crecimiento del 1,1% y las importaciones de bienes y servicios, los que cayeron -6,1% y de ese modo la oferta se contrajo 0,1%. Recordemos que la oferta está compuesta por lo  que se produce localmente más las importaciones. Ese conjunto es lo que se oferta en el mercado local. Para comprar un artefacto del hogar, un electrodoméstico o un auto se requiere importar parte componentes, por lo cual, la oferta suma lo local propiamente producido más las importaciones.
Insistamos entonces que el nivel de actividad interno se incrementa, pero el conjunto de la oferta disminuye por retracción de las importaciones, esenciales a la hora de pensar la recuperación industrial, la que es dependiente de insumos externos. Es una situación que muestra los límites de la macroeconomía del país, dependiente de las divisas externas para sostener un régimen fabril subordinado a la provisión externa. Adicionemos que ya van casi dos años de retracción manufacturera (22 meses), sector clave para explicar el incremento del empleo entre 2002 y 2007 a la salida de la crisis de la convertibilidad.
Uno de los problemas centrales de la economía local, más allá de los datos comentados, es la pérdida de una dinámica de ampliación del empleo, especialmente fabril. El tema es visible en la coyuntura con la pretensión de Techint de postergar la aplicación del acuerdo salarial ante los límites a su producción por retracción de ventas. El acuerdo con el sindicato para reducir jornadas y salarios por suspensiones programadas, pretende ser extendido en la demora de efectivizar los ajustes por convenio, por lo menos hasta octubre. Es una transnacional de origen local que puede marcar tendencia y que afecta el clima social anticipando una conflictividad que no cede más allá de cualquier dato de recuperación de la actividad económica.
Por el lado de la demanda resulta interesante verificar la variación negativa del -1,4% en las exportaciones de bienes y servicios; el crecimiento de la formación bruta de capital del 0,5%; y un consumo público del 8% contra el privado del 0,8%. Recordemos que la Oferta es igual a la Demanda, según explican los manuales y por ende el Producto más las Importaciones (Oferta), son iguales al Consumo, más la Inversión y las Exportaciones (Demanda).
Recapitulando, desde el análisis de la demanda caen las exportaciones, resulta muy leve la mejora de la inversión, y el consumo se sostiene desde el gasto público. Los datos reflejan una merma de ingresos de divisas por el comercio exterior, asociado a la tendencia decreciente de los precios internacionales de los productos de exportación y que alejan de las previsiones fiscales ingresos y excedentes que faciliten políticas sociales y de subsidios favorecidos por una holgura fiscal que tiende a achicarse.
Un dato complejo deviene del análisis del crecimiento de la inversión, que en promedio fue del 0,5% y que se explica especialmente por la expansión de la construcción en un 5,2% y la investigación y desarrollo por el 2,8%, pero una caída del -4,6% en equipo durable de producción. Es sabido, que el futuro crecimiento se calcula principalmente por las inversiones productivas, y ese no parece ser el camino del avance inversor en la actual coyuntura. Parece interesante que se recupere la construcción, por lo que significa en materia de empleo en cantidad de gremios necesarios involucrados para el proceso. Al mismo tiempo se deben reconocer las dificultades en el mercado inmobiliario, que sostiene en simultáneo un exceso de viviendas deshabitadas y un elevado índice de personas y familias demandando techo propio.  Es una realidad que puede estallar como burbuja inmobiliaria, una característica contemporánea del capitalismo actual.
Esta evolución de la economía es insatisfactoria en el balance oficial y se expresa en las declaraciones del Ministro de Economía cuando señala las dificultades externas que sufre el país ante la ausencia de divisas provenientes del comercio exterior, que como dijimos se contrae, tanto por exportaciones como por importaciones; más las dificultades para el ingreso de capitales externos por inversión foránea o por préstamos. Claro que también debiéramos discutir cómo se distribuye el escaso crecimiento y con ello precisar si ese debiera ser el sentido de la producción e inserción internacional que requiere la mayoría de la sociedad, especialmente los trabajadores.
El orden capitalista mundial está en crisis y la Argentina es parte subordinada, por lo que mientras no discuta estas consecuencias estructurales, la coyuntura continuará reflejando las penurias de una crisis que se descarga como ajuste sobre los sectores más vulnerables. Quizá, y pensando en este sentido, vale observar como en Grecia se convoca a la población para que en un plebiscito diga si o no al ajuste que intentan poner los acreedores y sectores de la dominación europea o mundial.
La enseñanza que nos deja la consulta democrática en Grecia es importante, pues nuestro pueblo debiera discutir ampliamente si continuar o no en esta inserción subordinada, o si se transita un camino alternativo para una perspectiva de independencia.
Es una perspectiva que no puede desarrollarse en soledad e impone rediscutir sobre la base de las nuevas experiencias de integración regional un camino propio de autonomía de la transnacionalización. Claro que ello impone dificultades y sacrificios, imprescindibles para superar la dependencia y subordinación. Queda clara que se trata de un horizonte de discusión muy alejado de la coyuntura electoral de renovación presidencial en las PASO de agosto o las finales en octubre próximo. En todo caso, es una propuesta a transitar en el debate de la sociedad argentina.
Buenos Aires, 27 de junio de 2015



“Laudato Si”: ecología y modelo productivo

La nueva encíclica papal facilita y extiende un debate sobre la ecología, el medio ambiente, y especialmente sobre la crisis ecológica. Dirigida más allá del catolicismo, “Laudato Si” interviene en el debate público mundial sobre el planeta tierra, la naturaleza y sus usos productivos.
El cambio climático es un dato de la realidad y si bien, la naturaleza viva tiene un metabolismo de cambio propio, visibles en territorios hoy turísticos y fantásticos como Ischigualasto o Talampaya, expresiones de mutaciones naturales derivadas de procesos transitados por millones de años, la intervención más reciente de los seres humanos sobre la naturaleza a través de la historia contribuye seriamente en modificaciones que alimentan la crisis ecológica contemporánea.
La crisis ecológica se hizo visible a fines de los 60 y comienzos de los 70, tiempos de aceleración de la revolución científico técnica aplicada a la producción, incluso Paulo VI en 1971 así la denominó. Varias voces y movimientos estudian y llevan adelante acciones colectivas en defensa de la ecología ya hace medio siglo. Ambientalistas o ecologistas nutren un entramado de activismo social que con variadas motivaciones asumen parcial o globalmente la defensa de la tierra, el medio ambiente y los seres vivos. No siempre se concentra la crítica en el modelo productivo del capitalismo hegemónico en expansión desde hace medio milenio. Para evidenciar el fuerte vínculo entre modelo productivo y metabolismo social interesa el debate sobre la ecología, el medio ambiente y el cambio climático.
El fenómeno y la crisis de los 70´
Desde la crisis mundial de los 70´, asociada a la crisis financiera y del dólar, o a la crisis petrolera de EEUU con impacto global, y a las tendencias acrecentadas de militarización de la sociedad mundial en un marco de liberalización económica, lo que llamó la atención fue la crisis ecológica. Aparecía así la cuestión ecológica como novedad en el análisis de la crisis mundial del capitalismo.
El desacople del dólar en 1971 modificaba los acuerdos de 1944 en Bretton Woods, y auguraba la disputa de la hegemonía que hoy se manifiesta como guerra monetaria. El cénit en las reservas petroleras de EEUU desató las guerras por el petróleo y las búsquedas de nuevas tecnologías que hoy se exponen con la producción de hidrocarburos no convencionales, la fractura hidráulica, y la vuelta de EEUU como primer productor mundial de hidrocarburos. Mientras, la crisis ecológica era la novedad en aquellos 70´.
Desde entonces se trata de cuestionar el impacto de la producción material en el metabolismo social, que incluye a los seres humanos como parte indisoluble de la naturaleza. El capitalismo es el problema, o viceversa, el problema es el capitalismo. El modelo productivo capitalista sustentado en la energía proveniente del carbón, primero, y luego del petróleo, exacerbó la afectación del metabolismo social, colocando en peligro la reproducción de la vida y por ende de la sociedad y la naturaleza. La huella ecológica está afectada y la continuidad del modelo productivo en curso amenaza seriamente a la supervivencia de la generación actual y futura de la humanidad. Ya no es un tema de largo aliento, sino que involucra a nuestra generación.
Tierra, trabajo, valor, ganancia y acumulación
Si de producción y reproducción se trata, la tierra y el trabajo están indisolublemente imbricados. Hay que remontarse a los primeros estudiosos de la Economía Política, aun antes de la escuela clásica para identificar a la tierra y al trabajo como fuente de la riqueza. William Petty, economista inglés,  un siglo antes que Adam Smith nombrará a la tierra como la madre y al trabajo como el padre de la creación de valores. Eran los albores de la sistematización del pensamiento explicativo del orden social emergente, el capitalismo, que tenía en Inglaterra su territorio de avanzada. Por eso, Inglaterra se construyó en imperio ganando territorios (recursos naturales o bienes comunes) y poblaciones (fuerza de trabajo), para expandir las relaciones sociales capitalistas, libre comercio mediante. La aspiración por el progreso estimuló la expectativa por instalar el libre comercio en el Río de la Plata, base programática de los comerciantes, propietarios, burócratas e intelectuales que empujaron y propiciaron la Revolución de Mayo en 1810.
Hoy como ayer, el capital hegemónico, transnacional, está ávido por conquistar territorios que le ofrezcan los bienes comunes, el agua, la tierra, los minerales, la biodiversidad y claro, la fuerza de trabajo barata de sociedades empobrecidas dispuestas a ofrecer trabajadoras y trabajadores a bajo costo. Son los denominados países emergentes que ofrecen condiciones adecuadas para la rentabilidad del capital en tiempo de crisis. Ya no solo el capital inglés, sino el proveniente del capitalismo desarrollado y en las condiciones actuales de transnacionales de cualquier origen geográfico, sean propietario de la India que gestionan la producción de acero, o argentinos que producen golosinas.
Debates abiertos
Ahora con la encíclica papal se habilita un debate interesante, con voces que tratarán de explicar cómo los avances tecnológicos en despliegue disminuyen el proceso histórico de contaminación.
Ya se escuchan voces defendiendo la siembra directa o los silo-bolsas, como respuesta a los viejos métodos de roturación de tierras y almacenamiento que fomentaban el desgaste de los suelos y el derroche de energía, acero, materiales y maquinarias. En el mismo sentido se argumenta en defensa de las nuevas tecnologías de la extracción en la mega minería a cielo abierto, asociada a la búsqueda por aminorar el impacto ambiental y social, especialmente en la extracción de hidrocarburos no convencionales.
Para nosotros, en cambio, es la ocasión para discutir el irracional modelo productivo y de desarrollo que asocia y subordina las funciones económicas de la distribución, el intercambio y el consumo a una producción subordinada a la dominación de las transnacionales y su objetivo de ganancias y acumulación.
El orden capitalista se caracterizó desde su inicio por una inmensa capacidad productiva, lo que generó la posibilidad de ampliar la producción y reproducción de la vida. Es un proceso exacerbado con el desarrollo de la ciencia y la técnica que pone en discusión en este tiempo histórico el propio proceso de la vida, afectando a la Naturaleza y su capacidad reproductiva, por lo que generó la emergencia de tendencias promotoras del decrecimiento económico.
La sociedad incorpora como sentido común favorable el proceso de crecimiento económico y poco atiende las consecuencias del crecimiento sobre el la naturaleza y la propia sociedad. El decrecimiento es visto como recesión y estado anormal de la evolución económica. Son concepciones interesadas desde la dominación capitalista. La realidad es que el crecimiento está decidido por las empresas que dominan el proceso de producción y con ello definen la obsolescencia programada para acelerar el desgaste de los productos y estimular el consumo. El consumismo es derivado directo de la dominación monopólica y transnacional de la producción mundial. El consumismo es una cultura social aceptada e impulsada por las transnacionales.
Insistamos que la Producción es un proceso mundial. A solo efecto de ejemplo veamos que los principales productos que genera la Argentina son destinados al mundo. La SOJA es mundial. Lo mismo ocurre con los productos de la minería o la industria automotriz. En todos los casos, la producción es definida por transnacionales de la alimentación, la biotecnología, la minería o las automotrices.
El monopolio transnacional define a la producción mundial y poco le interesa la calidad de vida de la población y mucho menos la afectación de la naturaleza. Alguna vez, John Kenneth Galbraith remitió el fenómeno a la “cultura de la satisfacción” de las clases dominantes del sistema mundial, a costa de la población, la sociedad y la naturaleza. Esa es la razón para que la sociedad discuta la PRODUCCIÓN y el patón de consumo que genera. En rigor, no solo se trata de producir más o menos, sino de discutir qué se produce, para quién, cómo y con quién. Para que se entienda, digamos que los pueblos aztecas cultivaron el maíz y hoy, como resultado de la ofensiva de la genética industrial y la liberalización comercial, un país como México se transformó en importados de maíz transgénico, perdiendo la huella originaria de la cultura y la producción de alimentos de sus poblaciones ancestrales. Vale interrogarse en la Argentina sobre lo acecido con la cultura productiva de la frutilla corondina, o de las diferentes variedades de papas balcarceñas; abandonadas ambas por producciones más rentables a los inversores hegemónicos que definen el modelo productivo.
Los monopolios y la genética dominan la producción tradicional de la agricultura familiar y comunitaria con que se alimentaron históricamente nuestros pueblos. Son variadas las tesis que sostienen la concepción del decrecimiento, y nosotros afirmamos que no se trata de producir más, o producir menos, sino discutir quien decide sobre la PRODUCCIÓN.
Lo que se requiere es modificar las relaciones sociales de producción gestados desde la emergencia del capitalismo, que en Nuestramérica significa sumisión y dependencia a la dominación mundial del orden del capital. La propuesta está asociada a la recuperación en las condiciones actuales del Vivir Bien o el Buen Vivir, tal como sostienen las Constituciones de Bolivia y de Ecuador. Es una propuesta que se orienta a definir el curso de la producción para satisfacer las necesidades del metabolismo social, lo que supone una concepción del ser humano como parte de la naturaleza y el ciclo productivo y reproductivo de la vida más allá de los seres humanos.
En los últimos años y especialmente en Nuestramérica apareció el debate sobre el progreso ininterrumpido sobre la base del incontenible desarrollo de las fuerzas productivas y el regreso a formas tradicionales de vínculo entre la tierra y el trabajo; entre la industrialización exacerbada, especialmente de la agricultura, o la búsqueda por recrear condiciones productivas de etapas pasadas, asociadas al modelo productivo y de desarrollo de los pueblos originarios. Aunque el debate existe, los extremos ocultan procesos intermedios necesarios para encarar, la transición entre una producción dominada por las transnacionales a otra sustentada en objetivos de satisfacción de necesidades respetuosas del metabolismo social, local, continental y mundial.
Convengamos que ello solo es posible con un gran debate sobre cómo atender las necesidades del conjunto de la población, a contramano de respuestas rápidas convocando a inversores que solo atenderán su necesidad esencial de ganar, acumular y dominar. Algunos piensan que regulando a los capitales inversores se pueden lograr desarrollos alternativos, incluso anti capitalistas. La realidad nos dice que eso no ha ocurrido hasta ahora, que el capital acepta las regulaciones como mecanismo de ingreso a determinados mercados, para luego, con el solo efecto de la aplicación de las leyes de mercado, es decir, de la ley del valor, la lógica de la ganancia y la acumulación se abre paso.
En tiempos electorales de renovación presidencial en Argentina no alcanza con identificar políticas simplistas para atender y resolver necesidades socio económicas extendidas, si no se señala que el problema es el capitalismo y su modelo productivo, depredador y explotador. En consecuencia, solo habrá soluciones para la mayoría de la sociedad si se decide confrontar con el orden capitalista, descubriendo que es un régimen que reproduce hasta el ocaso final y autodestructivo la desigualdad social, de riquezas e ingresos, que depreda la naturaleza y explota a la fuerza de trabajo; y que en su afán por satisfacer egoístas objetivos de clase, se lleva puesto al planeta y a la vida.

Buenos Aires, 20 de junio de 2015

Hambre, pobreza, seguridad o soberanía alimentaria

La pobreza y el hambre reaparecieron en el debate, a propósito de la premiación en la FAO sobre la situación nutricional en la Argentina.
El tema adquirió relevancia con la difusión de datos de la pobreza y la indigencia realizados por la Presidente, afirmando que la pobreza es menor al 5% y apenas superior al 1% la indigencia.
El Ministro de Economía aclaró rápidamente que el premio para la Argentina era por estar el país "por debajo del 5% del índice de hambre"[1] y no de la pobreza. Es una situación que el país mantiene junto a Chile, Brasil y Uruguay, mientras que Bolivia y Paraguay, entre los vecinos, están aún por encima de ese guarismo.
La pobreza y el hambre son cuestiones muy distintas, aunque asociadas, en un país que existe población subalimentada, pero también con gran capacidad para atender las necesidades alimentarias, siendo la disposición de recursos suficientes el límite para la población menos favorecida.
Pretendemos llamar la atención sobre el hecho que la pobreza está más allá del hambre y se manifiesta en la imposibilidad de resolver necesidades sociales más amplias, como la salud, la educación, la vivienda o la recreación.
Esto dicho en un país con alta densidad de población mayor con ingresos jubilatorios relativamente escasos con relación a los necesarios. La estadística del ANSES asegura que más de la mitad de los jubilados nacionales percibe la mínima, en una pirámide de ingresos cada vez más achatada. Pero también son millones los que reciben ingresos escasos derivados de una política social masiva, no universal, que puede y hasta cierto límite, paliar las necesidades básicas, pero no las extendidas, y explican la pobreza más allá de los indicadores que se esgriman.
Agreguemos que la pobreza se mide de distintas formas y que en Argentina se tiene en cuenta la pobreza estructural y la pobreza por ingresos. La primera remite a las necesidades básicas insatisfechas y que se miden con cada censo de población. La segunda está asociada a la capacidad de resolver una canasta mínima. Por eso, puede haber pobres estructurales con ingresos superiores a los mínimos, y al revés, población sin, o con bajos ingresos y con patrimonio, por lo que la estadística no los incluye como pobres estructurales. Se puede vivir en barrios de emergencia con grandes ingresos, o en viviendas heredadas en zonas más ricas y con ingresos escasos o nulos. En otros países, los indicadores son diversos y no siempre fáciles de utilizar para comparaciones no felices.
Los datos de la pobreza están discontinuados por el INDEC desde el 2013 y la referencia ofrecida por la Presidenta remite a esa remota evaluación, muy criticada desde distintos ángulos profesionales, más allá de la cercanía o lejanía con los objetivos y propósitos del gobierno. La difusión de datos actualizados sigue siendo una asignatura pendiente por parte del INDEC.
Distintos estudios remiten a porcentajes estimados del 16 al 25% de pobreza, una cifra menor al pico del 2002, pero muy superior a la media histórica de la Argentina. Ello pone de manifiesto problemas estructurales del orden económico social en la Argentina y que se derivan de los cambios profundos generados en los últimos 40 años, desde el rodrigazo, la dictadura y la década del 90. Son procesos que contaminan el presente y se mantienen como problemas y desafíos a resolver por la sociedad, y claro, en el ámbito de la política, que parece lejana si aludimos a los principales discursos y proyectos que disputan el gobierno local.
Seguridad versus soberanía alimentaria
En la reciente reunión de la FAO[2] se pasó revista a la situación de la alimentación de la población mundial y en ese marco el estado de la seguridad alimentaria, enfatizando los avances en ese sentido, vinculados a las metas del milenio que se analizan en este 2015. Sin embargo, es importante mencionar que desde el movimiento campesino mundial se ha generalizado la concepción de la soberanía alimentaria, crítica, contradictoria y diferente al concepto de seguridad alimentaria sustentado por el organismo internacional y el discurso hegemónico en materia de producción agraria y alimentaria.
La seguridad alimentaria no cuestiona el modelo productivo, ni su impacto social, aun cuando la FAO pone el acento en su cónclave en la alimentación y el cambio climático. El supuesto de la seguridad alimentaria parte de la utilización de la producción agraria en las condiciones tecnológicas y formas productivas que generalizan y dominan las transnacionales de la alimentación y la biotecnología, principales beneficiarias del orden productivo del capitalismo contemporáneo.
Por su parte, la soberanía alimentaria recupera para los pueblos, las comunidades, la agricultura familiar y la pequeña producción agraria la capacidad de decidir qué producir, para quién, cómo, y con quién llevar adelante el proceso productivo. No se trata de alimentar de cualquier modo, sino respetando el metabolismo de la naturaleza, del que el ser humano es parte. Esta concepción parte de criticar el modelo productivo hegemónico, y la concepción que conlleva la categoría de la seguridad alimentaria.
Entre ambas posiciones puede pensarse la transición para la resolución del hambre, utilizando la articulación de la seguridad alimentaria con soberanía, como se sugiere en los objetivos de política pública en el Estado plurinacional de Bolivia. Ello supone alimentar a la población que tiene límites de ingresos para el acceso de alimentos, mientras se modifica el modelo de producción para generalizar una política sustentada en la soberanía alimentaria.
Convengamos que en la Argentina, la discusión entre seguridad y soberanía alimentaria es un debate pendiente, asumido como discurso de un activo militante por otro modelo productivo y escamoteado por las clases dominantes y sus representaciones políticas e ideológicas. Estas adornan sus mensajes con el ropaje de la asistencia alimentaria (asistencialismo) para sustentar el mecanismo de la obtención de ganancias y de la acumulación para la dominación capitalista.
Buenos Aires, 13 de junio de 2015



[2] El Estado de la Inseguridad Alimentaria en el Mundo 2015. En: http://www.fao.org/publications/en/ (consultado el 12/06/2015)

La deuda argentina en discusión

En estos días y en simultáneo se realizaron las Jornadas monetarias y bancarias del BCRA, el 4 y 5 de junio; y la 1° Conferencia Internacional sobre Deuda, Bienes Comunes y Dominación, entre el 3 y 5 de junio.
El día viernes 5, mientras cerraban las Jornadas del BCRA el Ministro de Economía y el Presidente del Banco Central, y en la Conferencia Internacional se escuchaba la palabra del titular del Comité por la Anulación de la Deuda del Tercer Mundo, CADTM, y de la Presidente del Parlamento de Grecia informando sobre la Comisión de la verdad relativo a la investigación de la deuda griega; en Nueva York, el Juez Griesa daba las razones a parte de los acreedores no ingresados al canje de deuda por unos 5.200 millones de dólares.
Es una cifra que se adiciona a la sentencia por 1.330 millones de dólares a manos de fondos especulativos, los denominados fondos buitres. Todo es parte de los titulares de bonos por 7.000 millones de dólares no ingresados a los canjes del 2005 y 2010. La duda es la cifra final a que pueda escalar esta deuda si se le suman los intereses reclamados por los tenedores de esos bonos. El gobierno argentino respondió rechazando la sentencia, como era de esperar y proyecta una conflictividad asociada a la negociación y pago a que aspiran las clases dominantes en el país o a la confrontación con la dependencia y la dominación, solo posible desde la suspensión de los pagos y la modificación del modelo productivo y de desarrollo que reoriente la definición por beneficiarios y perjudicados del orden económico.
Debates del BCRA
La convocatoria del BCRA, de carácter oficial, convocó a académicos y especialistas de la economía y las finanzas para analizar la situación mundial y específicamente la cuestión de las reestructuraciones de las deudas soberanas.
Realizadas en  el Hotel Alvear, congregó a especialistas de la UNCTAD y la OIT, de EEUU, Canadá, Inglaterra, Italia, Austria, China, India, México, Brasil y Uruguay.
Como dato destacable debe mencionarse, más allá de las discusiones, el acuerdo entre los bancos centrales de la Argentina y Uruguay para avanzar en el intercambio comercial en monedas locales, tal como hace tiempo se suscribió con Brasil, todo para intentar eludir el uso del dólar. Es una práctica que tiende a incrementarse en el comercio mundial y que afecta a la hegemonía irrestricta del dólar. No es menor resaltar que China es quien más acuerdos en ese sentido suscribió en el último tiempo.
El debate popular
Por su parte, en la Conferencia Internacional sobre la Deuda, los bienes comunes y la dominación, reunida en la sede de ATE, estuvo organizada por una red de organizaciones y redes de movimientos populares del país y el mundo, participantes de Haití, Brasil, Uruguay, Chile, Colombia, Ecuador, Venezuela, Bolivia, Paraguay Perú, México, Bélgica, Francia, España y Grecia (vía video conferencia) se congregaron para considerar el impacto de la deuda y la mercantilización de los bienes comunes sobre los pueblos, al tiempo que se consideraron las resistencias en curso, con el fin de delinear una campaña popular por la suspensión de los pagos, la realización de auditorías integrales con participación popular, al estilo de la ecuatoriana del 2008 y la actual griega. En el horizonte se propone construir un movimiento por una consulta popular que ponga en debate en la sociedad la defensa soberana de los bienes comunes y la construcción de alternativas de carácter civilizatorio.
Presidieron el cónclave Adolfo Pérez Esquivel y Nora Cortiñas, evidenciando que la cuestión trasciende a la economía y se proyecta en defensa de los derechos humanos y de los pueblos; Pablo Micheli de la CTA Autónoma en la convicción de que son las trabajadoras y los trabajadores los principales afectados de las restricciones derivadas del sistema de la deuda eterna. Junto a los mencionados, la CTA Autónoma, el Foro de la Deuda Externa, Dialogo 2000, ATTAC-CADTM de la Argentina, entre otros, fueron parte esencial de la animación de la actividad desde la Argentina.
Los tratados bilaterales de inversión fueron discutidos, especialmente el TISA, al que Uruguay acaba de ingresar y que reabrió la discusión sobre potenciales acuerdos bilaterales de países del Mercosur con Europa. La presencia de delegaciones de redes intelectuales como la Sociedad Latinoamericana de Economía Política y Pensamiento Crítico, SEPLA, de la Red de Estudios de la Economía Mundial, REDEM; del Encuentro Sindical Nuestra América, ESNA y de la Confederación Latinoamericana de Trabajadores Estatales, CLATE, facilitó el diagnóstico de situación relativo al impacto sobre los pueblos y los trabajadores, como la consideración de campañas continentales y globales de esclarecimiento.
Un dato relevante estuvo dado en la entrevista de los participantes internacionales de la convocatoria popular con la Comisión bicameral de investigación de la deuda, con presencia del oficialismo y la oposición en su seno. Interesante el diálogo, donde se les reclamó a diputados y senadores que la lógica indica que mientras se investiga debieran suspenderse los pagos. Un razonamiento que fue desestimado por los congresistas del oficialismo del Frente para la Victoria y de la UCR por estar fuera de las atribuciones de la bicameral. Los visitantes recordaron que según la Constitución de la Argentina, la deuda corresponde ser arreglada por el Parlamento, cuando la realidad pone de manifiesto que se trata de un asunto que se decide desde el poder ejecutivo.
Vale rescatar que en la inauguración de la Conferencia Internacional estuvo presente Sacha Llorenti, el Embajador de Bolivia en Naciones Unidas, quien preside la Comisión sobre reestructuración de deuda soberana a instancias del G77 + China y con la oposición de los 11 países capitalistas más desarrollados, no interesados en la generación de cualquier restricción al sistema de dominación capitalista que tiene al sistema de la deuda entre sus ejes para enfrentar la crisis en curso.
Para pensar
Varias veces hemos señalado la importancia y vigencia del flagelo de la deuda. Se trata de un cáncer que atenta contra la calidad de vida de los pueblos, y sea en la Jornadas del BCRA o en la convocatoria popular, como en la Justicia de EEUU, la deuda vuelve a nuestra agenda y a condicionar la cotidianeidad de la economía y la política.
Nada de esto aparece en la campaña electoral de renovación presidencial, o solo marginalmente, por lo que se necesita instalar en la sociedad la necesaria discusión para que la soberanía popular ejerza el derecho de encauzar discusiones superadoras del orden vigente que solo contempla el interés de la hegemonía capitalista.

Buenos Aires, 6 de junio de 2015