Discusión salarial y marco económico

Empezó la paritaria docente con diferencias entre las propias organizaciones sindicales, y entre ellas y las posibilidades que surgen de la oferta del gobierno. Entre los gremios las demandas oscilan entre 42 y 61%, con mínimos que varían de 4.800 a 5.500 mensuales. La oferta del gobierno nacional alcanza al 22% en tres cuotas, muy lejos del reclamo sindical, aunque señala que es un piso para negociar luego en cada provincia, en definitiva, los responsables del pago de salarios.
Como sabemos es una negociación testigo, que habilita el camino de otras a sucederse en el próximo tiempo.
La preocupación de docentes y de otros trabajadores y sindicalistas es la ecuación entre evolución futura de los precios y capacidad de compra de los ingresos de los trabajadores.
Para el gobierno, la problemática es el conjunto de la economía y la necesidad de bajar expectativas de diferentes actores económicos. La duda es si puede disciplinar a empresarios en su estrategia de contener precios y lo mismo en su intención de contener demanda salarial.
La discusión es quién termina siendo la variable de ajuste, si la ganancia o el salario, dicho en momentos donde el Banco Central informa de una ganancia de los bancos en 2013 cercana a los 30.000 millones de pesos, superior a los años anteriores, en que la banca mostró balances superavitarios por encima de otros sectores económicos.
En el orden capitalista es conocido el resultado en la disputa entre salarios y ganancias, por eso la posibilidad de conflictividad, que para los docentes supone incertidumbre sobre el inicio de las clases.
Pero más allá de las paritarias, el gobierno considera diversas variables económicas que condicionan la economía y la política.
Precios y equilibrios fiscales y comerciales
Desde el gobierno, una vez reconocido un incremento de precios para enero del 3,7% y una proyección no muy diferente para febrero, se esfuerzan por contener la escalada y acuden a conversaciones múltiples.
Por un lado se intenta contener el alza de precios, con encuentros diversos con los principales formadores, especialmente en el sector comercial. La situación de precios es muy diversa por cierto y es difícil anticipar el resultado concreto, algo que se conocerá con la difusión del INDEC para un segundo mes y poder proyectar a futuro. Existe preocupación por la inflación, cuestión soslayada desde los datos oficiales hasta el registro del INDEC de enero.
En otro plano, se dispuso desde la AFIP un registro on-line de las existencias de granos (cereales y oleaginosas), con el intento de conocer la capacidad almacenada y poder actuar en casos de desabastecimiento o sospechas de acciones especulativas. Estos datos estaban en la Junta de Granos, que en aras de la liberalización de los noventa se cerró. La medida molesta a los adeptos de la liberalización y defensores del libre juego del mercado. La necesidad gubernamental de divisas empuja acciones para inducir a los acopiadores en campo, o en plantas, a liquidar existencias. El centro del tema es la cuestión fiscal (necesidad de recaudar) y comercial (exportar para mejorar el saldo comercial), para cerrar brechas externas que preocupan a las autoridades.
Necesidad de dólares e inversores
Respecto de esas brechas externas, preocupa como termine la cuestión judicial en EEUU relativa a los fondos buitres, que si bien alcanza a 1.300 millones de dólares, tiene impacto en una cifra mayor y pone en riesgo el conjunto de la estrategia de negociación y canje. Supone ello un horizonte complejo y nos devuelve la imagen del cáncer de la deuda pública, una cuestión que condiciona la economía presente y futura.
Con Repsol parece que se allana el camino de la compensación a cambio de salvaguardas de cobro demandadas por la transnacional expropiada. Es un tema crucial para atraer otros inversores externos, que privilegian la seguridad jurídica de reembolso de sus aportes. Atrás quedaron las declaraciones altisonantes de que la petrolera española debía compensar a la Argentina. El arreglo supone mayor endeudamiento a tasas elevadas.
Cancelar deudas y arreglar conflictos con acreedores diversos exige saldar las cuentas externas y por eso la preocupación por sostener el superávit o por lo menos niveles equilibrados de la balanza comercial y las cuentas fiscales.
En ese marco, los docentes y otros trabajadores discuten sus actualizaciones de ingresos y anticipan tiempos de conflicto, con un paro nacional convocado por la CTA, establecido para el 12 de marzo, ya iniciado el calendario escolar.
Es una situación de muchas incertidumbres y con actores económicos que demandan por intereses contradictorios, lo que supone lucha y confrontación de intereses. Es una disputa económica y política, estando en el trasfondo la cuestión del poder.

21 de febrero de 2014

A propósito de Venezuela

Si el Siglo XXI define el “cambio político” para la región Nuestramericana, en buena medida se debe al proceso iniciado en Venezuela desde 1999, con la asunción presidencial de Hugo Chávez Frías.
Claro que también fue posible, esencialmente, por el accionar popular en el caracazo en 1989, que visibilizó la masiva resistencia a las políticas de ajustes neoliberales. Fueron resistencias que se generalizaron en los noventa en nuestra región.
Es cierto también que el proceso venezolano se benefició de la persistencia del proyecto revolucionario en Cuba. La revolución en Latinoamérica está marcada por el triunfo de 1959 y la gran experiencia en renovación recurrente, aún con caídas de otros procesos que intentaron la construcción socialista.
Es más, ambos procesos, Cuba y Venezuela, redefinieron desde fines del 2004 el proceso de integración regional con la aparición del ALBA, que luego del 2006 será ALBA-TCP (tratados comerciales de los pueblos) con la inclusión boliviana en la construcción de la integración alternativa.
La iniciativa por expresar regionalmente cambios nacionales facilitó la extensión del ALBA-TCP como una serie de instrumentos y propuestas de integración y articulación, algunos demorados como “petroamérica” o el Banco del Sur. Se subrayan por su visibilidad, la UNASUR y la CELAC, con destacado cierre reciente en La Habana, donde los excluidores bloqueadores quedaron excluidos.
El conjunto de mandatarios presentes en la isla y los encuentros con Fidel marcaron el límite de lo permitido por el imperialismo, a saber, EEUU y las clases dominantes en nuestros países.
Se trata del punto límite para acelerar procesos políticos, sociales, culturales, económicos, que retrotraigan la situación de la región latinoamericana a la dinámica de acumulación de poder en los años noventa del siglo pasado.
Intentan retrotraer la historia
Había antecedentes cercanos con Haití, Honduras y Paraguay, aunque las amenazas principales se orientaban históricamente a Cuba y más recientemente a Venezuela. Por si hay dudas está el intento fallido de golpe del 2002, rechazado por la inmensa participación popular y la intervención de las Fuerzas Armadas.
La respuesta al golpe del 2002 en Venezuela fue el fortalecimiento del proyecto bolivariano, asumiendo el dominio de la empresa petrolera para definir el uso de la renta petrolera, base de la riqueza y la economía venezolana. Fue la medida de cambio estructural más importante, la que permitió financiar las misiones con alto impacto social. Pero también, desde la gestión del chavismo se intervino en la OPEP para generar condiciones de recomposición del precio internacional del petróleo.
Venezuela y el chavismo, fenómeno popular masivo, generaron así condiciones de posibilidad política para inducir condiciones económicas favorables al proceso de emancipación.
Al mismo tiempo, ese proceso generó la condición de posibilidad económica para el cambio político, no solo en el país, sino en la región y con pretensión global.
En definitiva, es la dialéctica entre política y economía, imprescindible para comprender el proceso de transformación y cambio político en la región, amenazado por las fuerzas de las clases dominantes que pretenden retrotraer la situación y asumir la vanguardia en la definición del curso de los acontecimientos.
La consolidación del cambio político en Nuestramérica tiene el sello de esos procesos, que se tiñeron de anticapitalismo ante la formulación de Chávez de que el capitalismo no tiene soluciones para los pueblos y por ende había que construir el socialismo de este siglo, en clara lectura crítica del socialismo real. La democracia participativa sería nuevo símbolo de la construcción del socialismo.
No hay dudas que la situación latinoamericana se modificó sustancialmente con los aportes transformadores provenientes de Venezuela y la nueva impronta generada por la integración alternativa. Las clases dominantes despliegan una dura batalla para revertir la ofensiva popular.
La batalla se juega hoy en Venezuela
Chávez murió y quedaron las incógnitas del futuro. Ante la pregunta de la eventual desaparición del líder, reflexionábamos que si el proceso era genuino, sobreviviría e incluso avanzaría.
El desafío estaba especialmente en el plano de la economía, que presentaba deterioros visibles desde el 2009, con desabastecimiento, inflación y especulación con las divisas. Pese al control de cambios entre 2003 y 2013 son gigantescas las transferencias al exterior, incluidas remesas por cancelación de deuda. Manuel Sutherland denuncia fuga de capitales al exterior del sector privado entre 2003 y 2013 por 111.000 millones de dólares[1], y refiere en otro artículo que el total por transferencias de capital al exterior suman entre 2003 y 2013 unos 224.905 millones de dólares.[2]
Esa fuga de capitales impacta en caídas importantes de reservas y genera descontento social, incluso en sectores afines al gobierno. Sobre ese descontento se disputa electoralmente la hegemonía durante el 2013, ya sin Chávez en la disputa física. El modesto triunfo de Maduro en abril para las presidenciales, se extendió sobre fines de año en las elecciones municipales.
El chavismo había pasado una prueba importante, claro que para ello necesitó de algunos cambios económicos que mostraron al pueblo la decisión de avanzar en la profundización del cambio. Fueron medidas en el marco de otras que afectaron los intereses de los sectores de menores ingresos, por caso la devaluación.
Ante el fracaso de la estrategia electoral, el anti chavismo de las clases dominantes decidió la disputa callejera con agresivas movilizaciones orientadas a disputar el gobierno y el poder.
Pudo causar sorpresa la respuesta luego de los triunfos electorales, que se suman a varios otros en 14 años. El chavismo ha sido invencible hasta el momento en contiendas electorales. La participación y la movilización popular han sido emblemáticas en la construcción del poder del chavismo.
La respuesta gubernamental a la nueva ofensiva de las clases dominantes está combinada de un llamado a la paz, con la utilización de mecanismos legales para frenar acciones contra la ley, e incluso medidas económicas para morigerar la situación. La última de ellas es el cambio de la ley de ilícitos por una nueva que favorece el intercambio de divisas entre privados. Con ello intenta descomprimir las presiones sobre el mercado cambiario, y mejorar la situación del gobierno y de PDVSA, que también disputan las divisas.[3] Como señala Sapir, PDVSA SUFRE el régimen cambiario por tener que liquidar sus exportaciones al tipo de cambio oficial y sustentar su gasto y costo, muchas veces, al tipo de cambio paralelo. Es que esos costos y gastos están influidos  por una inflación que llegó al 56% para el 2013.
Solidaridad y lucha por la profundización del cambio
Es contundente la solidaridad internacional con la lucha del pueblo venezolano contra los intentos desestabilizadores de las clases dominantes y del imperialismo.
Constituye una realidad que asume el pueblo venezolano en su propia movilización en defensa de lo logrado y en avanzar en la profundización de los cambios estructurales, los que solo serán posibles si se asumen desde el protagonismo popular.
Muchos análisis llegan desde Venezuela y señalan que un límite para avanzar y profundizar es la corrupción, histórica en la cultura del país, pero también, las tendencias conciliadoras existentes al interior del proceso político venezolano.
Por eso vale recordar el 2002 y la lucha popular en contra del golpe, la organización de quienes apostaron a profundizar el proceso, a la apropiación integral para la gestión estatal de PDVSA y pocos años más tarde a pronunciarse por el socialismo.
Retomar con más fuerza el proyecto socialista supone terminar con las inequidades que expresa la brecha cambiaria, cargando el costo sobre las clases dominantes. Implica asumir una política económica que combata la corrupción y asuma con consenso social amplio las reformas estructurales pendientes, para la nacionalización del comercio exterior y la banca, como en una reforma tributaria progresiva y asumir la asignatura pendiente de un proyecto productivo socialista, con diversificación productiva para eliminar la dependencia que hoy caracteriza el abastecimiento de la población.
La batalla se juega en Venezuela y los resultados inciden sobre el conjunto de la región, donde se dirime el rumbo de potenciar el cambio político o retroceder al programa de la liberalización, hegemónico en los 90´. Es un tiempo de definiciones que requiere de las fuerzas populares revalidar al proyecto contra la mercantilización y la liberalización para afirmar un proyecto emancipador.
La Paz, 21 de febrero de 2014



[1] Manuel Sutherland - www.aporrea.org  “Fuga de capitales (Venezuela y A.L.), fraudes, devaluación y la Estatización del comercio exterior”   21/12/2013 - http://www.aporrea.org/tiburon/a178809.html
[2] Manuel Sutherland - www.aporrea.org “Las nuevas medidas económicas del gobierno, crítica a la devaluación y alternativas socialistas”. 06/02/14 - www.aporrea.org/actualidad/a181446.html
[3] Jacques SAPIR. La situation économique au Venezuela, 18 février 2014. Le Grand Soir. http://www.legrandsoir.info/la-situation-economique-au-venezuela.html

Precios en alza: ¿qué pasa con los salarios?

Los precios vienen subiendo con fuerza, desde hace años, por lo menos desde 2006/7, acelerados en el último tiempo, 2012/13, y especialmente este verano, desde diciembre del 2013.
Se trataba de un fenómeno ajeno al INDEC, y al final, el organismo de las estadísticas, previo acuerdo metodológico con el FMI, reconoce ahora una elevación de precios minoristas para todo el país. El indicador de enero de 2014 registró un aumento de precios minoristas nacional urbano de 3,7%, lo que anualizado significa una cifra descomunal, que preocupa a la mayoría de la población. Es una realidad que afecta seriamente a quienes perciben ingresos fijos, aún con ajustes, los que corren detrás de aumentos considerables de la canasta de consumo cotidiana.
Primero aumentó el precio del dólar, y luego el resto
Pero convengamos que la aceleración de precios se convalida con la devaluación del último tercio de enero, impactando en el ascenso de precios, con o sin justificación en los costos de producción. El ciclo de aceleración de los precios tiene un momento de inicio con la corrección del precio de las divisas. El dólar tiene precio y se comercia en el mercado, el oficial, el turístico, el contado con liqui, o el ilegal. Son todos mercados, ámbitos de intermediación entre compradores y vendedores.
Ese aumento de precios, es en muchos casos costo de producción, por eso se aceptaron aumentos a la línea blanca del 5%; a los electrodomésticos del 7,5%; o a las naftas del 6%, entre otros aumentos autorizados por las autoridades económicas. Como admitió el propio Ministro, “algunos aumentaron por las dudas”, “por si las moscas”, dando cuenta de la anarquía del mercado capitalista, donde los oferentes aumentan si el mercado comprador demanda.
Lo que decimos es que el precio del dólar disparó otros precios en la economía, generando grandes beneficiarios y otros muchos, más por cierto, perjudicados. Para que se entienda: todos los que compraron dólares a 6 ó 7 pesos cuando la divisa cotizaba por debajo y el gobierno aseguraba que no devaluaría, ganaron una importante suma por haber anticipado el mayor precio convalidado por la devaluación. Otro ejemplo: los bancos fueron esta semana obligados a desarmar sus posiciones en activos financieros, y lo hicieron al precio actual de mercado, en torno a 8 pesos por dólar. Son activos adquiridos en el último tiempo y que permitieron a los bancos ganar en rentabilidad y estamos hablando de casi un tercio de los activos bancarios. Ni hablar de los exportadores que ahora liquidan o anticipan a un valor que demandaban hasta hace poco y les era negado.
Podemos seguir, pero queda claro que especuladores, bancos y grandes productores y exportadores hicieron la diferencia a costa de la mayoría de la sociedad. Es la lógica mercantil capitalista, nada más y nada menos, la ley del valor que se abre paso en las relaciones sociales.
¿Qué pasa con el precio de la fuerza de trabajo?
El gran interrogante es que pasa con el precio de la fuerza de trabajo, o sea con los salarios o ingresos populares. Los últimos datos que tenemos, que surgen de un estudio de la Fisyp con información del Ministerio de Trabajo destaca que el promedio de los trabajadores privados registrados alcanza a 7.393 pesos a marzo del 2013; pero que el promedio del conjunto de los trabajadores asalariados plenos, estatales y privados, perciben 5.211 a junio del 2013, como consecuencia de 5.735 pesos mensuales los registrados y 3.686 pesos los no registrados. Son ingresos que no se movieron esencialmente desde entonces hasta ahora, y explica porque varios sindicatos discutieron, y algunos lograron, una suma fija en torno del fin de año.
Existen voces que llaman a la cordura a los sindicalistas ante las próximas negociaciones colectivas de salario y condiciones de trabajo. Incluso con argumentos políticos para evitar males peores, desde un próximo gobierno a la derecha del actual, o la posibilidad de la recesión y su secuela de crecimiento del desempleo. Otra vez el chantaje de cambiar salario por empleo. Recordemos la importante expansión del empleo luego de la recesión 1998-2002, lograda sobre salarios más bajos que el promedio histórico de las décadas anteriores. Incluso, pese a la reducción del desempleo, no se logró bajar el elevado nivel que presenta el tercio de trabajadores en situación irregular, dando cuenta de la impunidad empresarial. El legado es más empleo, con salarios bajos en promedio y elevada informalidad, crecientemente estructural, ya no coyuntural.
¿Puede tener éxito el chantaje sobre los trabajadores? Existe una fuerte presión patronal gubernamental que convoca a la responsabilidad, obviando el pecado original de la devaluación y el incremento de los precios realizados con antelación.
La inflación pasada está en torno al 30%, lejos del indicador del INDEC, que ahora se discontinúa. ¿A cuánto llegará la inflación del 2014? Pareciera que el INDEC intenta ahora acercarse con registros más realistas, lo que supone la aceptación de un diagnóstico de inflación. Es cierto que desde la política económica se busca, luego de la devaluación y ciertos permisos para aumentar precios, contener la escalada de precios. Para eso se acude a los “precios cuidados”, menos de 200 productos en zona metropolitana y solo en grandes cadenas que fueron parte del acuerdo voluntario y transitorio, siempre en estudio por ajustar. También se promueven otros acuerdos, con bienes de fuerte impacto en el consumo cotidiano. Todo con la expectativa que la mayor oferta de divisas por liquidación de exportaciones, quizá por ingresos de inversiones externas o por nueva deuda, puedan contener las demandas por una nueva devaluación que reanime el ciclo alcista que intentamos explicar.
Con este marco, el 30% es el mínimo para nivelar la inflación pasada. ¿Cuánto entonces para anticipar los aumentos del 2014, empezados con el 3,7% de promedio? Por eso algunos imaginan negociaciones de un año y si se puede de más larga duración. El año pasado los sindicatos de docentes universitarios, sin acuerdo de la CONADUH, aceptaron actualizaciones que traspasaron el año. La realidad impone achicar el tiempo de validez de cualquier acuerdo, asumiendo su parcialidad en función de la evolución del conjunto de la economía, donde no solo tallan los precios, sino también la recesión potencial y el desempleo.
El conflicto es el nuevo escenario de la lucha política
No resulta extraño si anticipamos un tiempo de exacerbación del conflicto social por los ingresos.
Las convenciones colectivas inciden sobre los ingresos del tercio irregular, de los tercerizados y el conjunto de la informalidad.
Por eso, el conflicto generado desde los trabajadores de mejores ingresos convoca a la solidaridad de una mayoría con ingresos más bajos, incluso pasivos y perceptores de planes sociales.
El conflicto atraviesa a todo el movimiento de trabajadores, cercanos o no de la identidad en el gobierno.
Los intereses por mejorar ingresos empujan a la conflictividad, aun cuando haya quienes convoquen a la responsabilidad o la obediencia para que el salario sea el ancla de la inflación, y en definitiva, la carta del ajuste en curso.
No es más que el capitalismo, el sistema sustentado en la explotación de la fuerza de trabajo. Por más que se argumenten buenas intenciones, la carga de la crisis es siempre soportada por los trabajadores. Si se pretende cambiar la historia no queda más remedio que pensar y actuar en la crítica al capitalismo para transformar la realidad.

Buenos Aires, 14 de febrero de 2014

¿Es utópico luchar contra el capitalismo? ¡El capitalismo nacional es una utopía! ¿Es posible sostener una sociedad anticapitalista, antiimperialista, socialista?

La crisis capitalista es un dato de la realidad, aunque algunos la nieguen. Es parte de un diagnóstico generalizado, a izquierda y derecha, sin embargo algunos se resisten a esa calificación.
Hace pocos días, el economista Pablo Rojo me discutía la existencia de una crisis mundial y calificaba de utópica mi propuesta en pos del socialismo[1]. Era en pleno despliegue de la mega devaluación de fin de enero.
Lo curioso, es que también me calificaba de utópico un periodista de izquierda ante mis comentarios de nacionalización del comercio exterior y la banca realizados en una entrevista radial telefónica antes de la mega devaluación.
No son los únicos, ya que algunos (muchos) amigos que evalúan mis presentaciones públicas me endilgan la imposibilidad de materializar mis propósitos anti capitalistas y que se requieren soluciones para el “mientras tanto”, lógicamente dentro del capitalismo.
Utópicos son los que esperan soluciones para la mayoría dentro del capitalismo
La realidad es que mientras me califican de utópico, el capitalismo realmente existente continúa su desarrollo, con mayor desigualdad a escala mundial y local.
La organización OXFAM presentó en Davos, en el Foro Económico Mundial un informe que entre otras cuestiones relata como 85 fortunas tienen el equivalente de la riqueza de la mitad de la población mundial, unos 3.500 millones de habitantes.
A su vez, la CEPAL, en su último Panorama Social de América Latina difundido a comienzos de este 2014 da cuenta del estancamiento en la tendencia a la mejora de los indicadores sociales verificados en buena parte de la década 2002/2012, con deterioro de las causas que explicaron el gran crecimiento de la región y su impacto positivo en la disminución de la pobreza.
El asunto es que la crisis, con epicentro en el capitalismo desarrollado, situación normal para calificar de mundial a una crisis, empieza ahora a sentirse entre los países emergentes, forma de llamar a aquellos territorios receptores de inversiones externas en plena crisis de los desarrollados, y lógicamente con ellos, el impacto de la crisis se extiende a todo el resto de países, amplificando el fenómeno de la miseria, la pobreza y la mayor explotación de los trabajadores, de los pueblos y de la naturaleza.
Lo utópico es pensar en un “mientras tanto” (difuso) en el marco del horizonte capitalista.
Juan Carlos Pugliese, el ministro de economía en el ocaso del gobierno de Raúl Alfonsín, confesaría a la sociedad que les habló con el corazón y los empresarios le contestaron con el bolsillo. Se puede pensar que se olvidó del orden social capitalista presidido por la lógica de la ganancia y la valorización del capital.
Ocurre lo mismo cuando las autoridades actuales se sorprenden ante la actitud especulativa de la sociedad ante la posibilidad otorgada por la política económica para ahorrar en divisas, o cuando solicitan a los productores vender sus tenencias acumuladas en silo-bolsas para bien de la situación económica nacional.
Ambas acciones, las compras de dólares o las retenciones de producciones, son parte de una cultura propia del orden capitalista incentivado por la posibilidad ofrecida desde la política gubernamental.
Ahora, desde el agrupamiento Carta Abierta se acusa al poder económico de haber obligado al gobierno a devaluar, siendo que el deliberado accionar político podría haber enfrentado, no de palabras, sino con acciones la aspiración por la depreciación de la moneda nacional.
La propia Presidenta aludió a la ausencia de una burguesía nacional, sujeto imprescindible para el sueño utópico del capitalismo nacional a que convocó Néstor Kirchner el 25/5/2003.
¡El capitalismo nacional es una utopía!
No existe ese sujeto burgués para un capitalismo nacional en tiempos de transnacionalización de la economía, verificado en la dominación transnacional de la producción y los servicios en el país, aun en una década de críticas discursivas contra el neoliberalismo, los organismos internacionales y el poder económico concentrado.
Históricamente, el peronismo pretendió suplir la ausencia de burguesía nacional con el papel del Estado como sujeto colectivo para definir ese objetivo deseado.
Resulta que el Estado ha sido reformulado en los 80´ y 90´, siendo la institucionalidad neoliberal, reforma constitucional incluida, con sus tratados internacionales e institutos de libre comercio y defensa de las inversiones extranjeras (TBI, CIADI, etc.), con la legislación favorable a los transgénicos, la reforma al Código minero, la protección a la producción de las terminales extranjeras de la industria automotriz, la promoción de la industria de armaduría, o la ley de entidades financieras supérstite; junto al cáncer de la especulación financiera y el endeudamiento, lo que explica el carácter estructural de la subordinación y dependencia del capitalismo argentino al orden contemporáneo del capital, más allá de buenas intencionalidades discursivas.
Un mérito del kirchnerismo fue captar a importantes sectores de la sociedad y el movimiento popular para su proyecto político de hacer normal el desarrollo capitalista en la Argentina, es decir, crecimiento económico con consenso social y relativa capacidad compensatoria de satisfacer necesidades insatisfechas y deterioro absoluto y relativo de condiciones de vida entre 1975 y 2001.
La convergencia de demanda social hacia el 2001-03 con el discurso oficial kirchnerista favoreció la extensión del consenso que empieza a encontrar límites ante las restricciones para continuar la convivencia del desarrollo capitalista “normal” con paliativos social de inclusión.
Estamos en pleno despliegue del ajuste
El ajuste responde a plena lógica del régimen del capital. No es impuesto por lógica externa, sino por la propia dinámica de la búsqueda de la ganancia, la acumulación y la valorización.
La devaluación desde el 1 a 1 a 1 =1,40 y su proyección 1=3 y su evolución hasta el 1=8 constituyen una política de transferencia de ingresos desde la mayoría de la población con ingresos fijos a la minoría en condiciones de fijar precios en el conjunto de la economía. La política de gobierno, sea fiscal o monetaria, de ingresos y precios, más allá de ciertas iniciativas en el intento de frenar aumentos o administrar el precio de la divisa ha sido funcional al modelo de acumulación de ganancias, de riqueza y de poder.
No todos los países sufren el problema de la inflación, no del modo en que se soportan para la mayoría de la población en la Argentina. El asunto es que la inflación, lo dijimos muchas veces, es la forma específica que tiene el poder económico actuante en el país para redistribuir regresivamente el producto social del trabajo en el país. La responsabilidad gubernamental es esencial, por acción u omisión.
Desde el fortísimo impacto social de la situación económica del 2001-2002, se crearon condiciones para desplegar paliativos que nunca retrotrajeron la situación social a otros tiempos del capitalismo local, previos a 1975, el máximo de redistribución progresiva en el marco capitalista. El tiempo de las reformas encontraron un límite hacia el 2007 y por eso la respuesta del capital hegemónico fue la inflación, que contagia incluso a sectores no hegemónicos, que aumentan precios mientras exista mercado que demande sus bienes o servicios. Por esto es que la inflación no solo tiene sus causas en los grandes fijadores de precios, sino que estos tienen capacidad de extender la cultura remarcadora asociada a la demanda de un patrón de consumo que favorece a los monopolios.
El gobierno se jacta de no querer generalizar el ajuste. Sin embargo, la inflación es ajuste. Es algo que sufre la mayoría de trabajadores, regulares o irregulares, precarios o no, tercerizados o no, activos o pasivos, incluso benefactores de subsidios congelados o actualizadas en una desigual carrera contra los precios de bienes y servicios que consume la mayoría de la población.
La realidad es el ajuste mundial que induce el capitalismo en tiempos de crisis, con especificidades nacionales. En Argentina se pretende disciplinar a los trabajadores que se aprestan a discutir convenciones colectivas, intentando que demanden por debajo de la inflación pasada y en perspectiva, que dicho sea de paso, nadie puede verificar a ciencia cierta ante las incertidumbres de las mediciones del INDEC. Una gran incógnita es el nuevo indicador federal de la evolución de los precios, algo a develar en los próximos días y meses.
No es en las conspiraciones en que se debe indagar sobre los responsables de los problemas económicos de la Argentina, es en el propio capitalismo y su lógica de explotación de fuerza de trabajo (agro y monocultivo, industria de armaduría dependiente de insumos externos) y naturaleza (tierra, agua, minería, hidrocarburos), como en la dependencia del ingreso de inversiones externas (Chevron, por ej.) o préstamos (acuerdo con el BM, búsqueda de acuerdo con el club de París para cancelar deuda ilegítima asumida en tiempos de la dictadura genocida).
Llamemos a las cosas por su nombre: el problema es el capitalismo
Resulta imprescindible cambiar la lógica de razonamiento sobre la solución de los problemas que afectan a nuestro pueblo. No existe salida dentro del capitalismo. Eso es lo utópico. Hace falta enfrentar el orden capitalista y así como el capitalismo tiene sujeto social que lo hace posible, en la vanguardia las transnacionales, los principales estados capitalistas y los organismos internacionales, los que generan el sentido común mayoritario para un patrón productivo y de consumo privilegiando el sálvese quien pueda y el individualismo, el anticapitalismo y el socialismo también requiere de la construcción del sujeto social para el cambio.
Esa construcción de sujeto es el “mientras tanto” entre la denuncia actual al orden capitalista y su gobierno, y la perspectiva para pensar en construir una sociedad alternativa con otro modelo productivo y de desarrollo, bajo el programa de la soberanía alimentaria, energética, financiera en un marco de integración regional no subordinada.
La soberanía alimentaria supone discutir el modelo sojero “transgénico” monoproductor, bajo el comando de las transnacionales de la alimentación y la biotecnología, de Monsanto, Syngenta, Dreyfus, Bunge y otros similares. Se trata de avanzar desde la agricultura familiar y de las comunidades en articulación con comunidades barriales de abastecimiento popular, extendiendo ferias contra grandes cadenas comerciales monopólicas, en beneficio de calidad de vida y empleo extendido con participación popular en la definición del patrón de producción y consumo.
Al remitir a la soberanía energética se supone asumir el proyecto “petroamérica” oportunamente sustentado por Hugo Chávez para articular una política energética común en Nuestramérica, lo que significa aunar criterios de impulso al desarrollo tecnológico y científico autónomo, con aporte de las universidades públicas de la región, con asignación de presupuestos suficientes y una convocatoria a definir el modelo productivo y de desarrollo no solo para el país, sino integradamente con la región.
Apuntamos a sustentar la propuesta de “nueva arquitectura financiera” para la región, con fondo constituido por las reservas internacionales, las que deben dejar de alimentar las finanzas del capitalismo desarrollado para organizar financiamiento propio con Banco del Sur o del ALBA, con aliento a monedas locales, sea el SUCRE (aceptado en el ALBA y que Venezuela podría proponer al Mercosur), o los acuerdos escasamente desarrollados de intercambio con monedas locales como el suscripto entre Brasil y Argentina.
Todo ello es posible si se denuncian los acuerdos bilaterales, se retira a la Argentina del CIADI, se generaliza una campaña contra el libre comercio redivivo en la Alianza Pacífico o en los acuerdos del Mercosur con la Unión Europea, si se audita la deuda pública, especialmente ahora la que demanda el Club de París, que en su mayoría es deuda ilegitima, espuria y odiosa, por haber sido asumida por gobiernos no constitucionales.
Cualquier medida que asumamos en este sentido, sea la nacionalización del comercio exterior y la banca, como venimos proponiendo, supone golpear fuerte al desarrollo capitalista e iniciar la construcción de un nuevo orden que me empecino en llamar socialista. No es una utopía la lucha contra el capitalismo y por el socialismo, es una demanda de nuestro tiempo, es el camino por la emancipación social y la defensa de la naturaleza.
Buenos Aires, 9 de febrero de 2014



[1] En el programa de Rolando Graña, tercera posición, 3P, en A24.

"En vez de Ajuste, Monopolio Estatal del Comercio Exterior". Declaración de los Economistas de Izquierda (EDI)

La crisis cambiaria que se venía gestando desde hace meses finalmente estalló y el
gobierno aplicó la maxi-devaluación que tanto criticaba. No solo eso. Ya comenzó a
transitar el camino ortodoxo que prometió eludir. Con la devaluación se inició el
primer capítulo de un ajuste tradicional, que seguirá con aumento de tasas de interés,
contracción monetaria y apriete fiscal, para incrementar los ingresos de los poderosos
a costa del salario
.
1
La política gradualista del gobierno para enfrentar estos desequilibrios (mini-devaluaciones
diarias, reducción de subsidios, acuerdos con cadenas de supermercados y distribuidores)
terminó como era previsible. No soportó la presión de los devaluadores y la falta de ingreso
de dólares. Resultado: devaluación del 18% en dos días, que completa un 60% en el año y
estampida de precios. Como toda devaluación esta lleva implícita una fuerte transferencia
de ingresos de los sectores populares (asalariados, jubilados, beneficiarios de planes
sociales) a los sectores del capital concentrado.
2
Un gran ajuste. Sin embargo los mercados no se tranquilizaron. El levantamiento parcial
del control para permitir atesoramiento no hizo más que abrir una nueva ventanilla de salida
mientras que el encarecimiento del turismo al exterior no logró frenar esa sangría mientras
que quienes ingresan al país siguen liquidando sus dólares en el mercado negro. A esto hay
que agregarle que las reservas son utilizadas para mantener pagos de una deuda externa que
nunca fue investigada junto con pagos genuinos de deuda pública y privada. No es serio
afirmar como hace el gobierno que “esta devaluación será distinta”. Los efectos ya están a
la vista en los primeros días: inflación que se acelera, incumplimiento de los acuerdos,
desabastecimiento de productos.
El gobierno improvisa cotidianamente medidas poco coherentes. Un día anuncia medidas
de control y al otro, medidas “amigables” para los mercados. Afirma que hay conspiración,
pero hace la devaluación que exigen esos conspiradores. La oposición de derecha
aprovecha, pero no quiere tumbar al gobierno. Su objetivo es empujarlo a que siga haciendo
el trabajo sucio.
3
Los Economistas de Izquierda hemos señalado en diversas oportunidades: el esquema
económico gestado por el kirchnerismo es fuertemente dependiente del ingreso de divisas
2
generadas por el agro y de la captura de recursos fiscales vía retenciones. Tanto la Mesa de
Enlace como las exportadoras conocen bien estas debilidades del “modelo” y operan sobre
ellas, demorando la venta de la cosecha y la liquidación de divisas, promoviendo la
devaluación que mejorará sus ingresos e incrementara sus ya abultadas ganancias a costa
del bienestar de la mayor parte de la población.
Pero esta innegable capacidad de presión de productores y exportadores para agudizar la
restricción externa y de desfinanciar al Estado no puede ocultar la responsabilidad del
gobierno nacional, que interviniendo el INDEC y negando una y otra vez la inflación, dejó
crecer los precios internos que abultaron la rentabilidad capitalista. Esta política condujo en
definitiva a la presión sobre el tipo de cambio.
4
El gobierno resiste las presiones porque sabe deteriorará aún más los salarios y luego
concede. Los trabajadores legítimamente saldrán a exigir recomposición del poder
adquisitivo, si no se frena la remarcación de precios
que hacen los grandes capitalistas el ciclo se realimentará una y otra vez. Como en otras
devaluaciones ya están en marcha todos los complementos tradicionales de la ortodoxia:
suba de las tasas de interés, reducción de gastos y de la emisión monetaria. El gobierno
niega estas medidas y luego las aplica.
El equipo económico busca ganar tiempo esperando el ingreso de dólares de la cosecha
gruesa en los próximos meses y que de resultado positivo alguna de las tantas gestiones
para conseguir financiamiento externo. Pero al ritmo actual de caída de reservas en ese
tiempo de espera, puede producirse un desfasaje entre ingresos y salidas con consecuencias
más que dramáticas.
Todos los opositores derechistas son devaluadores. Cuestionan las medidas por pura
demagogia cuando en realidad piensan profundizar el ajuste. Ninguna propuesta intenta
resolver la crisis con medidas que no se descarguen sobre los trabajadores y los sectores
populares. Por el contrario son estos los únicos que objetivamente se oponen a las
devaluaciones y son favorables a los controles de precios efectivos.
Actuar con urgencia y decisión política
5
Frente a la evidencia que por el camino actual se marcha a una agudización de la crisis y a
mayores ajustes, desde distintos sectores se está reclamando la inmediata reconstitución del
manejo estatal del comercio exterior. Los Economistas de Izquierda entendemos que se
debe discutir como concretar esa medida. No hay otra forma de solucionar las tensiones
sino se busca una solución de fondo. Y esta solución no es otra que una versión actualizada
de la Nacionalización del Comercio Exterior, de la implantación de Organismos
Reguladores (Juntas o Agencias), eficientes que defiendan la producción nacional y fijen
los precios de los alimentos, poniendo término así a la especulación que hacen los grandes
productores, acopiadores, comercializadoras y fondos de inversión con el tipo de cambio y
los precios internacionales y saque el negocio de las manos de los monopolios
exportadores. Ese sistema instaurado por el menemismo y hasta ahora preservado por el
3
gobierno, que no ha hecho más que observar como controlan el mercado de granos y se
apropian de buena parte de la renta.
6
Es importante subrayar que es una propuesta que hay que aplicarla bien para que el remedio
no sea peor que la enfermedad. Es una propuesta prioritaria que hay que aplicar de
inmediato antes que el BCRA se quede sin reservas y no tenga margen de maniobras (por
eso se debe exigir de inmediato la liquidación de los 3.500 millones de dólares retenidos,
bajo amenazas de actuar con la máxima penalidad). No es una propuesta que funcionará en
paralelo al actual sistema de comercialización, por el contrario es una propuesta que
reemplaza integralmente a lo que ahora esta en manos privadas (acopios, puertos,
negociación con clientes, etc.). Una propuesta de esta naturaleza no puede repetir lo que se
hizo con YPF. Un día expropiar y varios meses después aceptar pagar más de 5000
millones de dólares a los responsables del saqueo. Medidas así, carentes de mínima
consecuencia, terminan agravando el problema. Irritan a los poderosos y no despiertan
confianza popular. La estatización del comercio exterior debe instrumentarse sin
concesiones a los grupos privados que hoy manejan la actividad.
Los puertos privatizados son la salida al exterior, al estar en manos privadas el Estado no
puede ejercer un efectivo contralor. Para EDI Nacionalizar los Puertos permitirá controlar
efectivamente que el volumen de las exportaciones coincida con lo declarado por los
exportadores y cerrará así otra fuente de escape de divisas.
7
Pero esta no puede ser una medida aislada. La captación estatal de los dólares retenidos
servirá si al mismo tiempo se actúa sobre los precios y los ingresos populares. Sobre los
primeros es necesario un Control Efectivo de los Precios, los acuerdos en el mejor de los
casos duran unos meses, hay que fiscalizar los costos de producción y comercialización de
las formadoras de precios. Hay que convocar a los trabajadores para que sean ellos quienes
ejerzan el contralor de los costos en fábricas y distribuidoras, y especialmente a los
empleados de comercio para el control de los precios acordados en supermercados y
negocios minoristas. El Estado debe garantizarles la inmunidad en el trabajo a todos ellos.
Asimismo, hay que impulsar la construcción de mercados populares mayoristas con control
social articulados con comercios
locales y movimientos populares para crear canales alternativos (como
los MERCAL venezolanos) para enfrentar el poder de mercado de los
oligopolios productores y distribuidores de mercancías.
La Ley de Abastecimiento está en vigencia y el gobierno debe estar decidido a ponerla en
práctica a la menor transgresión de las normas establecidas.
Por el lado de los ingresos hay que compensar ya mismo la pérdida de poder adquisitivo
de los salarios, jubilaciones y planes sociales, con un Aumento de Emergencia como paso
previo al llamado a paritarias sin techo. Al mismo tiempo que se prohiben los despidos
mientras persista la crisis.
4
8
No hay formas de frenar la salida de capitales del proceso productivo sin un estricto
control de los movimientos financieros asentado en la Nacionalización del sistema
Bancario. En las condiciones actuales ninguna medida para incrementar la provisión de
divisas tendrá resultado duradero. Es el Estado quien debe manejar todo el movimiento de
divisas en el país. Ninguna entidad privada debiera estar autorizada a realizar operaciones
de ese tipo, lo que a su vez requiere un Control de Cambios serio y transparente, que
controle la veracidad de las operaciones e impida la corrupción, que priorice el uso de las
divisas en función de las necesidades del país. Lo que hay ahora es un control caprichoso e
irracional de las divisas.
9
Las concesiones al CIADI, las ofertas a los fondos buitres, a Repsol y al Club de París, los
peregrinajes del ministro Kicillof buscando fondos frescos, no han dado resultado alguno,
salvo abrir el canal de nuevos endeudamientos. El país tiene bloqueado el acceso al crédito
y las inversiones si llegan lo harán en cuenta gotas y exigiendo mayores prebendas.
Desde EDI sostenemos que Argentina debe denunciar los Tratados Bilaterales de Inversión,
salir del CIADI. Es urgente una Reforma Tributaria Progresiva y Recuperar las
Contribuciones Patronales cedidas en los años ’90 para fortalecer el ahorro y la inversión
interna.
10
Para los Economistas de Izquierda este es el momento. La Nacionalización el Comercio
Exterior, con las medidas complementarias señaladas, tendrá profundas consecuencias
estratégicas para la economía argentina, evitará que la crisis la paguen los trabajadores,
abriendo el rumbo para implementar una política económica que favorezca a las mayorías
populares.
Somos conscientes que este tipo de medidas serán rechazadas por el bloque socioeconómico
en el poder y las clases dominantes, por lo que requieren de la construcción de
un fuerte consenso popular que asuma el proyecto político, que aun en el marco del
capitalismo, esté dispuesto a transitar un rumbo de transformaciones profundas de la
economía, el Estado y la sociedad y que potencie las relaciones económicas, sociales,
culturales y políticas con los países de la región latinoamericana para una integración
soberana.
Buenos Aires, febrero de 2014
Primeras firmas:
Claudio Katz / Eduardo Lucita / Jorge Marchini / Guillermo Gigliani / Alberto
Teszkiewicz / Julio Gambina / Mariano Féliz / Ariel Slipak / Martín Kalos
(Dado la urgencia de la situación este documento sale con primeras firmas a la espera de
nuevas adhesiones)

La devaluación y la batalla por los precios

Transitada la primera semana del tipo de cambio en torno a los 8 pesos, la discusión está en la lucha por el reordenamiento de los precios.
Las remarcaciones fueron la respuesta inmediata en variados rubros. Casi nada mantuvo los precios previos a la devaluación (los que venían en alza) y eso obligó a un accionar de política económica para inducir reducciones de los precios en diferentes rubros.
En ese sentido sobresale la convocatoria a retrotraer precios al 21 de enero, previo a la importante devaluación gestada en esos días. Sin embargo, las propias autoridades aceptaron incrementos de hasta el 5% en lavarropas o heladeras, la llamada línea blanca, y 7,5% en electrodomésticos. La causa de esta convalidación está asociada al modelo industrial vigente, de armaduría, con elevada presencia de partes y componentes importados, que agregan mayores costos de producción desde la devaluación.
Como vemos, no solo cuestiones de coyuntura aparecen en la realidad, sino que se evidencia la presencia de problemas estructurales, tal como el modelo de desarrollo industrial y su política.
La pelea es por los precios
Esta es la primera pelea que surge luego de la devaluación, la pelea por los precios.
Más allá de la discusión entre fijadores de precios y gobierno, la inflación se siente en la disminución de la capacidad de compra de los ingresos populares y por ello interesa la discusión, entre otros, del precio de la fuerza de trabajo.
Es una preocupación que pasa por los salarios, las jubilaciones y los subsidios de la política social, que están en la base de una protesta social que ocupa nuevamente la agenda política en el país.
Más allá de paritarias en danza, algunas compensaciones aparecen ante el reclamo de los trabajadores, caso del transporte de larga distancia en vísperas del fin de semana.
Los movimientos territoriales, perceptores de planes demandan ajustes de sus ingresos con movilizaciones de ocupación de calles que encuentran preventivas medidas de seguridad que habilitan propuestas reaccionarias de represión.
Por eso, la batalla en estas horas es por los precios de la canasta de consumo cotidiana, pero también del dinero, ya que la tasa de interés fue inducida al crecimiento desde el Banco Central, que aumentó esta semana las tasas de LEBAC y NOBAC a 25,52% y el 25,89%. Estos títulos son parte del pasivo del BCRA y orientan al sistema financiero sobre inversiones.
A su vez, los bancos respondieron con alzas en las tasas ofrecidas a sus ahorristas inversores, elevando con ello el costo el costo del crédito a niveles muy difíciles de sostener por los sectores no hegemónicos. Es un adicional más en la transferencia de costos que engordan los precios que paga la población.
Lo curioso de la cuestión es que lo que se instaló como debate fue la compra de dólares, permitida desde esta semana, obviando el análisis más profunda del impacto de la devaluación y su impacto sobre los precios.
Es que la posibilidad de acceder a la compra de divisas movilizó a una parte de la población con ingresos declarados al mercado de divisas, en lugar de orientar ahorros en satisfacer necesidades de consumo, que al tiempo que las resuelven motorizan la producción.
El resultado concreto es el estímulo a la especulación, en pequeña escala, es cierto, pero especulación al fin, con un resultado de pérdidas de reservas del orden de los 200 millones de dólares diarios, comprometiendo recursos de la sociedad que bien podrían constituirse en fondos de promoción de modelos productivos y de desarrollo para satisfacer demandas y reivindicaciones sociales y ambientales extendidas.
Se generaliza un sentido común favorable a la especulación, en este caso en la compra y atesoramiento de divisas. Según la información oficial, decenas de miles de pequeños inversores compraron promedio menos de 600 dólares. Es una cifra relativamente pequeña, pero que en volumen constituye una importante fuente de pérdidas de reservas internacionales.
Está claro que en sentido contrario, la política gubernamental apunta a restituir reservas que bajan desde los 52.000 millones a comienzos del 2011 a poco más de 28.000 millones de dólares al cierre de esta semana.
El acceso a la compra de divisas deteriora esa posibilidad y estimula la perdida de reservas, a contramano de la necesidad de engordarlas, lo que se busca con negociaciones a las cerealeras para que liquiden cerca de 4.000 millones de dólares almacenados en silobolsas, según fuentes gubernamentales.
La apuesta es al “mercado” y como siempre, se contesta con el “bolsillo”, con el resultado de escaso ingreso de divisas y fuertes salidas que disminuyen el stock de reservas internacionales. Es el resultado de un “mercado libre” más allá de las restricciones a las importaciones y la compra venta de divisas, o la gestión administrada en manos del BCRA.
Nacionalizar el comercio exterior y la banca
¿Tiene sentido mantener el actual sistema? Algunas voces, tal como anticipamos hace poco, comienzan a demandar la nacionalización del comercio exterior e incluso de la banca, ante las maniobras del sector financiero asociadas a la especulación de sectores monopólicos, como denunció oportunamente el propio gobierno.
La apuesta es a que los sectores del agro vendan su producción almacenada y engrosen reservas. La respuesta es que los mueve una lógica inversora, capitalista, a la espera de nuevas devaluaciones para mejorar la rentabilidad del capital invertido. En ese sentido no hay límite y por eso, aun siendo pequeño el mercado ilegal de las divisas, este presiona como objetivo a alcanzar por especuladores y grandes productores y exportadores.
Si ya se devaluó a 8, el interrogante de estos sectores es por qué no ir por más. Por ello insistimos que además de la coyuntura deben pensarse los problemas estructurales en que deriva la tendencia a la concentración de la producción, del monocultivo de la soja y al dominio de lo central de las exportaciones argentinas que ponen en discusión la nacionalización del comercio exterior y la banca.
Pero también hay búsqueda desde la política del gobierno de inversores externos o el retorno al mercado de crédito mundial, todo con el fin de lograr ingresos de divisas que contrarresten la pérdida de reservas.
Las malas noticias son la realidad, y a contramano de la aspiración por el ingreso de recursos externos, las señales vienen en sentido contrario. Es que el CIADI falló otra vez contra Argentina, ahora por 21 millones de dólares más intereses en una demanda presentada por Impregilo de Italia. Argentina había recusado el fallo del 2011 y ahora es fallo en firme.
¿Será ello un anticipo de más deuda pública? Hace poco se reconocieron sentencias por 500 millones de dólares y se decidió pagar con bonos de la deuda pública.
Vale recordar que las demandas cursadas ante el CIADI suman más de 10.000 millones de dólares, por lo que urge salir del CIADI, un ámbito del Banco Mundial. Hay que recordar que Brasil nunca integró ese ámbito y Ecuador, Venezuela y Bolivia se retiraron en el último tiempo.
Sin perjuicio de lo sostenido de la nacionalización del comercio exterior y de la banca, se impone también denunciar la participación Argentina en el CIADI y terminar con las amenazas y sanciones que finalmente paga el conjunto de la población argentina.
Como vemos, la coyuntura económica está fuertemente asociada a problemas estructurales que no pueden obviarse y que convocan a su discusión para soluciones creativas en la perspectiva de modificar la ecuación de beneficiarios y perjudicados en la sociedad argentina, lo que nos lleva al terreno de la lucha política y el poder.

Buenos Aires, 1 de febrero de 2014

Declaración de la Corriente Sindical en la CTA

Devaluación e Inflación:
¡Pierden los trabajadores! ¡Ganan los patrones!
El nuevo tipo de cambio (en torno a 8 pesos por dólar) convalidado en estos días significa un ajuste depredador sobre los ingresos de los trabajadores y otros sectores populares. El impacto sobre precios mejora la rentabilidad del capital más concentrado y deprime la capacidad de compra de nuestro pueblo.
La depreciación de la moneda nacional vino acelerándose durante el 2013 con efectos regresivos sobre los ingresos populares, perdidas de reservas internacionales y aumento de precios de la canasta de consumo de bienes y servicios de la mayoría de la población. Es una situación agravada sobre fines del año pasado y comienzo del 2014 con el gobierno asumiendo la agenda del poder económico ante la derrota electoral de octubre: a) devaluación; b) facilidades para inversores foráneos; c) riguroso compromiso de cancelación de la deuda para retomar el camino del endeudamiento externo.
Con la devaluación ganan los especuladores y los grandes productores y exportadores. Los perdedores somos los trabajadores, activos o pasivos, regularizados o no, los perceptores de planes sociales, e incluso los productores o empresarios que asocian sus ingresos a la capacidad de compra de los ingresos populares.
Existe incertidumbre sobre la estabilización del orden cambiario, ya que las clases dominantes maniobran para profundizar la devaluación, el ajuste sobre el gasto social y las mejores condiciones para la valorización del capital, todo agravado con denuncias del gobierno sobre la especulación gestada desde la petrolera Shell y bancos extranjeros, el Citi, el Francés, el HSBC.
¿Qué hacer?
La sola sospecha de ese accionar nos anima a sustentar la nacionalización de la banca, con participación de los trabajadores bancarios en la toma de decisiones. Es una medida a adoptar en simultáneo con la nacionalización del comercio exterior, desde que muy pocos exportadores concentran el grueso de las ventas al exterior. Son pocos los productos de exportación: energéticos, agrarios, entre ellos la soja, minería y automotores. Constituyen lo principal del vínculo de Argentina con el exterior y son fuente de fuga de divisa y presión sobre la política económica.
Estas demandas de nacionalización del comercio exterior y de la banca son parte de un conjunto de decisiones necesarias para avanzar en la recuperación de la soberanía energética, afectada por la política privatizadora y de entrega sostenida desde hace 20 años y agravada en el acuerdo YPF-Chevron. Es un camino para transitar la perspectiva de la soberanía alimentaria, que al tiempo que discute el modelo productivo y de desarrollo, tiende a resguardar el poder adquisitivo del salario y los ingresos populares. La soberanía financiera supone investigar la deuda y suspender los pagos, al tiempo que se denuncian los tratados bilaterales de inversión, se abandona la expectativa por suscribir tratados de libre comercio con Europa y se rechaza la pertenencia al CIADI. Se requiere la integración alternativa, con el ALBA, para otra Argentina y otra América Latina posible. La precondición pasa por un salario mínimo que satisfaga las necesidades de la familia de los trabajadores, junto a la sustancial reducción de la jornada laboral sin afectar ingresos.
Sea la devaluación, la crisis energética, el encarecimiento de los precios (alimentos, textiles, vivienda, transporte, servicios públicos, etc.), la entrega de los bienes comunes, la realidad del capitalismo resulta en mayor explotación de la fuerza de trabajo y depredación de los recursos naturales, la tierra y el agua, entre otros. Por eso, más allá de la devaluación y el ajuste, el problema es el capitalismo. El capitalismo y su realidad impusieron la devaluación, el arreglo y pago al CIADI, la compensación a Repsol, el acuerdo con Chevron como modelo para atraer inversiones externas, el intento de arreglar con el Club de París. Este capitalismo real es el que concentra ingreso y riqueza y limita la satisfacción de necesidades de la mayoría del pueblo, especialmente de los trabajadores y su familia. Es el orden que necesita restablecer los vínculos entre fuerzas armadas y de seguridad con la sociedad y por eso se designa a Milani, se amplía el generalato, crece la presencia de los servicios en su seno y se habilitan mecanismos para la represión del creciente conflicto social.
Somos enfáticos al señalar que no hay alternativa para los trabajadores y el pueblo en el capitalismo. Se impone el debate del anticapitalismo, del antiimperialismo y el socialismo. No es una tarea para el futuro, sino una exigencia del presente.
Como trabajadores constructores de la CTA nos comprometemos a fortalecer y potenciar el carácter clasista, antiimperialista y anticapitalista de la Central en un año de creciente conflicto social en defensa del salario, los ingresos populares y los bienes comunes. Es el contenido principal de los desafíos en la coyuntura para la organización y lucha de los trabajadores. Resulta imprescindible construir un gran paro nacional contra el ajuste que supone la devaluación y su impacto en crecimiento de los precios. Tal como destacamos en nuestra reciente declaración, ratificamos que “Necesitamos organizar un gran movimiento político social de liberación, lo que supone construir fuerza política que actúe en todos los escenarios de la lucha de clases, económica, política, cultural, social, institucional. Es algo que se debate en todo el mundo y que requiere pensar la articulación de las construcciones sociales y partidarias en las nuevas condiciones del desarrollo capitalista y la experiencia del movimiento popular por la emancipación social contemporánea.” 
                                                               Buenos Aires, 31 de Enero de 2014

Jose Rigane; Carlos Chile; Hugo Blasco; Carla Rodríguez; Guillermo Díaz; Elia Espen; Marcos Wolman; Manuel Gutiérrez; Víctor Mendibil; Julio Gambina; José Luis Ronconi;  Gabriel Martínez; Néstor Jeifetz; Adrían Ruiz; Julio Acosta; Matías Fachal; Beatriz Rajland; Pola Monti; Fernando Pita; Eduardo Smidt; Elsa Picado; José Lualdi; Mariano Randazzo;  Homero Ramírez; Mary Muñoz; Carlos Oroz.; Cristina Camusso, siguen las firmas de la Corriente Sindical CTA…..