Transitada la primera semana del
tipo de cambio en torno a los 8 pesos, la discusión está en la lucha por el
reordenamiento de los precios.
Las remarcaciones fueron la
respuesta inmediata en variados rubros. Casi nada mantuvo los precios previos a
la devaluación (los que venían en alza) y eso obligó a un accionar de política
económica para inducir reducciones de los precios en diferentes rubros.
En ese sentido sobresale la
convocatoria a retrotraer precios al 21 de enero, previo a la importante devaluación
gestada en esos días. Sin embargo, las propias autoridades aceptaron
incrementos de hasta el 5% en lavarropas o heladeras, la llamada línea blanca,
y 7,5% en electrodomésticos. La causa de esta convalidación está asociada al
modelo industrial vigente, de armaduría, con elevada presencia de partes y componentes
importados, que agregan mayores costos de producción desde la devaluación.
Como vemos, no solo cuestiones
de coyuntura aparecen en la realidad, sino que se evidencia la presencia de
problemas estructurales, tal como el modelo de desarrollo industrial y su política.
La
pelea es por los precios
Esta es la primera pelea que
surge luego de la devaluación, la pelea por los precios.
Más allá de la discusión entre
fijadores de precios y gobierno, la inflación se siente en la disminución de la
capacidad de compra de los ingresos populares y por ello interesa la discusión,
entre otros, del precio de la fuerza de trabajo.
Es una preocupación que pasa por
los salarios, las jubilaciones y los subsidios de la política social, que están
en la base de una protesta social que ocupa nuevamente la agenda política en el
país.
Más allá de paritarias en danza,
algunas compensaciones aparecen ante el reclamo de los trabajadores, caso del
transporte de larga distancia en vísperas del fin de semana.
Los movimientos territoriales,
perceptores de planes demandan ajustes de sus ingresos con movilizaciones de
ocupación de calles que encuentran preventivas medidas de seguridad que
habilitan propuestas reaccionarias de represión.
Por eso, la batalla en estas
horas es por los precios de la canasta de consumo cotidiana, pero también del
dinero, ya que la tasa de interés fue inducida al crecimiento desde el Banco
Central, que aumentó esta semana las tasas de LEBAC y NOBAC a 25,52% y el
25,89%. Estos títulos son parte del pasivo del BCRA y orientan al sistema
financiero sobre inversiones.
A su vez, los bancos respondieron
con alzas en las tasas ofrecidas a sus ahorristas inversores, elevando con ello
el costo el costo del crédito a niveles muy difíciles de sostener por los
sectores no hegemónicos. Es un adicional más en la transferencia de costos que
engordan los precios que paga la población.
Lo curioso de la cuestión es que
lo que se instaló como debate fue la compra de dólares, permitida desde esta
semana, obviando el análisis más profunda del impacto de la devaluación y su
impacto sobre los precios.
Es que la posibilidad de acceder
a la compra de divisas movilizó a una parte de la población con ingresos declarados
al mercado de divisas, en lugar de orientar ahorros en satisfacer necesidades
de consumo, que al tiempo que las resuelven motorizan la producción.
El resultado concreto es el
estímulo a la especulación, en pequeña escala, es cierto, pero especulación al
fin, con un resultado de pérdidas de reservas del orden de los 200 millones de dólares
diarios, comprometiendo recursos de la sociedad que bien podrían constituirse en
fondos de promoción de modelos productivos y de desarrollo para satisfacer
demandas y reivindicaciones sociales y ambientales extendidas.
Se generaliza un sentido común
favorable a la especulación, en este caso en la compra y atesoramiento de
divisas. Según la información oficial, decenas de miles de pequeños inversores
compraron promedio menos de 600 dólares. Es una cifra relativamente pequeña,
pero que en volumen constituye una importante fuente de pérdidas de reservas
internacionales.
Está claro que en sentido
contrario, la política gubernamental apunta a restituir reservas que bajan
desde los 52.000 millones a comienzos del 2011 a poco más de 28.000 millones de
dólares al cierre de esta semana.
El acceso a la compra de divisas
deteriora esa posibilidad y estimula la perdida de reservas, a contramano de la
necesidad de engordarlas, lo que se busca con negociaciones a las cerealeras
para que liquiden cerca de 4.000 millones de dólares almacenados en silobolsas,
según fuentes gubernamentales.
La apuesta es al “mercado” y
como siempre, se contesta con el “bolsillo”, con el resultado de escaso ingreso
de divisas y fuertes salidas que disminuyen el stock de reservas
internacionales. Es el resultado de un “mercado libre” más allá de las
restricciones a las importaciones y la compra venta de divisas, o la gestión
administrada en manos del BCRA.
Nacionalizar
el comercio exterior y la banca
¿Tiene sentido mantener el
actual sistema? Algunas voces, tal como anticipamos hace poco, comienzan a
demandar la nacionalización del comercio exterior e incluso de la banca, ante
las maniobras del sector financiero asociadas a la especulación de sectores monopólicos,
como denunció oportunamente el propio gobierno.
La apuesta es a que los sectores
del agro vendan su producción almacenada y engrosen reservas. La respuesta es
que los mueve una lógica inversora, capitalista, a la espera de nuevas
devaluaciones para mejorar la rentabilidad del capital invertido. En ese
sentido no hay límite y por eso, aun siendo pequeño el mercado ilegal de las
divisas, este presiona como objetivo a alcanzar por especuladores y grandes productores
y exportadores.
Si ya se devaluó a 8, el
interrogante de estos sectores es por qué no ir por más. Por ello insistimos
que además de la coyuntura deben pensarse los problemas estructurales en que
deriva la tendencia a la concentración de la producción, del monocultivo de la
soja y al dominio de lo central de las exportaciones argentinas que ponen en
discusión la nacionalización del comercio exterior y la banca.
Pero también hay búsqueda desde
la política del gobierno de inversores externos o el retorno al mercado de
crédito mundial, todo con el fin de lograr ingresos de divisas que
contrarresten la pérdida de reservas.
Las malas noticias son la
realidad, y a contramano de la aspiración por el ingreso de recursos externos,
las señales vienen en sentido contrario. Es que el CIADI falló otra vez contra
Argentina, ahora por 21 millones de dólares más intereses en una demanda
presentada por Impregilo de Italia. Argentina había recusado el fallo del 2011
y ahora es fallo en firme.
¿Será ello un anticipo de más
deuda pública? Hace poco se reconocieron sentencias por 500 millones de dólares
y se decidió pagar con bonos de la deuda pública.
Vale recordar que las demandas cursadas
ante el CIADI suman más de 10.000 millones de dólares, por lo que urge salir
del CIADI, un ámbito del Banco Mundial. Hay que recordar que Brasil nunca
integró ese ámbito y Ecuador, Venezuela y Bolivia se retiraron en el último
tiempo.
Sin perjuicio de lo sostenido de
la nacionalización del comercio exterior y de la banca, se impone también denunciar
la participación Argentina en el CIADI y terminar con las amenazas y sanciones
que finalmente paga el conjunto de la población argentina.
Como vemos, la coyuntura
económica está fuertemente asociada a problemas estructurales que no pueden
obviarse y que convocan a su discusión para soluciones creativas en la
perspectiva de modificar la ecuación de beneficiarios y perjudicados en la
sociedad argentina, lo que nos lleva al terreno de la lucha política y el
poder.
Buenos
Aires, 1 de febrero de 2014
ResponderEliminarDificil opinar,desde donde,desde cuanto peor mejor,no es nuestro caso,
Si toda crisis es además de un desafio, una Oportunidad,
¿ Que Hacer? vieja pregunta.
Apuntar con todas las fuerzas a las paritarias,para "recomponer" el precio del salario y desentendernos de las subas de precios.
O tratar de aprovechar, ahora ciertas denuncias sobre los formadores de precios,agregar otros
y plantear subir el desafio.
Ambas cosas a la vez,lo más probable. Hay miedo a la inflación,pero tambien,vamos aprendiendo, a la desocupación.
Seguramente dada la dispersión sindical y politica de nuestra Izquierda,seran distintas las respuestas,lo cual pondra a pueba nuestros avances.No se trata de delegar responsabilidades hacia arriba,tendremos que aceptarlas desde abajo.De ello parte este comentario,espero que se sumen las dudas y algunas certezas a tu bloog.