Terminó la gran encuesta
nacional de las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO), que en
rigor muy pocas fuerzas políticas aprovecharon, ya que la interna peronista se
dirimió en términos generales y no mediante la posibilidad de las PASO, salvo en
algunos distritos. Ahora empieza la campaña electoral hacia el 27/10/13 y con
vista en el nuevo turno presidencial del 2015. Un serio problema en el debate
político es que ni en las PASO, ni hacia octubre se discute lo estructural del
orden capitalista en curso entre los principales contendientes, y sí, solo
quien gobierna el capitalismo local.
El sistema político del
bipartidismo emergente hacia 1983 está en tránsito en sus dos variantes, el
peronismo y el radicalismo. Ambos siguen contabilizando la mayor representación
institucional. Los primeros oscilan entre oficialistas y oposición. Los
segundos apelan a alianzas con fuerzas políticas afines que incluyen
descontentos peronistas. A eso le llamo crisis política en la Argentina. Es una
referencia a un fenómeno que trasciende porcentajes electorales, lo que explica
la variabilidad de los guarismos de una elección a otra. En eso va la caída kirchnerista
del 2009, la resurrección del 2011 y la baja en este 2013; tanto como la
visibilidad triunfal de De Narváez en 2009 y su baja votación actual; como el
sube y baja de Cobos en la consideración pública y captación de votos, sea como
radical en 2003, aliado K en 2007 o enemigo desde el 2008, y resucitado referente
de la UCR en 2013; o el mismo De la Sota compartiendo el éxito de CFK en 2011 y
anotándose disidente en la disputa del 2013. En los próximos dos meses veremos
la iniciativa política de cada quien para acrecentar sus buenos resultados o
contrarrestar lo perdido. En la iniciativa política está la disputa del
consenso social electoral.
Lo
estructural no se discute
Ni el gobierno ni la oposición
que puede gobernar discuten la creciente sojización y sus consecuencias en la
producción agropecuaria; ni la mega-minería,
o el fracking, y los impactos ambientales y sociales contra las poblaciones en
que se producen o los territorios y sus recursos naturales, salvo minorías o
referentes al interior de esas fuerzas. No alcanza con los mensajes críticos al
interior de las fuerzas mayoritarias, cuando la acumulación central la ejercen
las propuestas hegemónicas. Tanto en el kirchnerismo como en UNEN existen
críticas al modelo productivo y de desarrollo, y sin embargo tributan al modelo
hegemónico que define la acumulación en su interior. En el PRO o en el PJ
disidente, especialmente el Frente Renovador de Massa, no se cuestiona lo estructural
y central del modelo de acumulación capitalista en curso, es más, se pide mayor
libertad para actuar y atraer inversiones externas. La crítica al interior de
la hegemonía capitalista queda subsumido en el proyecto de dominación
capitalista, mal que les pese a quienes imaginan proyectos en disputa en la llamada
centro izquierda o en el oficialismo. Loable es la actitud de aquellos
convencidos críticos del orden capitalista que tributan a los modelos
hegemónicos, pero sus esfuerzos los apropia el sistema y restan a la construcción
de alternativa.
La izquierda en su diversidad,
con el 10% promedio, que incluye distritos con disputa de un quinto del
electorado hasta participaciones marginales, discute lo estructural y contacta
con la conflictividad social cotidiana de un país con tradición en la protesta
y la organicidad popular. Ese es el eje del desafío actual para la construcción
política de alternativa anticapitalista, anticolonial, antiimperialista, contra
el patriarcado, por la diversidad de género y el socialismo. Es el desafío en
el marco de la crisis política en curso en el país, como parte de un proceso
integral de crisis política que involucra a la alternativa desde hace más de
dos décadas.
Pretendemos sustentar una tesis
donde la mayoría de votos apuntala una discusión por el gobierno del
capitalismo y solo una minoría fragmentada intenta construir consciente y
deliberadamente alternativa en contacto con la protesta. La crisis en la
política se mira desde el sistema para recrear expectativa "desde la
gente", abundante argumentación en el lenguaje de Massa, Carrió o Macri; o
con la argumentación oficial del modelo inclusivo resultante de una masiva “política
social” de carácter compensatorio. La izquierda necesita alentar la
movilización y organización para enfrentar la crisis de alternativa y acumular
poder popular. La conflictividad está asociada a dinámicas de la coyuntura
entre las que destacan la carestía de la vida y las dificultades para reproducir
la vida cotidiana de los de abajo, pero también crece entre los pueblos
fumigados, los que resisten el fracking o la mega-minería, entre otros asuntos
centrales. El problema es la dificultad para construir alternativa política,
contenedora de la energía emancipadora de las luchas.
Construir
alternativa política para la emancipación
El movimiento popular en lucha
necesita articular una propuesta política, que se ensaya en diversos ámbitos y
no siempre con los mismos ritmos, especialmente en el ámbito institucional
electoral. Entre los trabajadores se construye la CTA y se ensayan dinámicas de
protesta y alianzas para visibilizar las demandas de los trabajadores. Algo
similar ocurre en la experiencia de organizaciones de base de contenido clasista
protagonizada por una militancia juvenil. No siempre se camina conjuntamente y
es un problema a resolver. Algo similar ocurre en la militancia estudiantil y
juvenil, donde no siempre se coincide en la apuesta institucional, incluso si
se debe participar o no en las elecciones. La izquierda política de antigua
tradición transita experiencias unitarias y/o de aislamiento, con nuevas
camadas organizadas que intentan sus primeras experiencias.
Toda la riqueza del movimiento
popular y sus experiencias partidarias o frentistas necesitan pensar
potenciales articulaciones en la construcción de alternativa política. Varios
destacamentos sociales y políticos protagonizaron en estas PASO la primera
experiencia de participación electoral para disputar institucionalidad. Algunos
pretendieron hacerlo y no llegaron a tiempo, o sus discusiones no lo
permitieron. Otros reiteraron sus participaciones con la sensación de superar
techos históricos, y otros no pasaron la prueba del reconocimiento legal del
1,5%. El problema de la unidad nos atraviesa a todos, sin excluir a nadie. Los
mejores balances electorales en la izquierda necesitan de mayores
articulaciones. En las antípodas deben analizarse causas y problemas que no
permiten el logro de los objetivos e intentar caminos de acercamiento, sin
resignar principios y privilegiando la necesaria construcción política para la
emancipación.
No es menor que personajes como
Cavallo no logren reinsertarse, pero la “renovación” que supone una camada desprendida
del oficialismo, sea Massa, Cobos o Losteau, deben hacernos pensar que el
sistema recrea los mecanismos de la dominación desde la esfera institucional.
En ese marco, la crítica para transformar requiere de la innovación para
abordar los viejos y nuevos problemas del capitalismo realmente existente en
nuestro país, la región y el mundo.
Buenos
Aires, 12 de agosto de 2013
Sin embargo, usted llamó a apoyar a Lozano que al final de cuentas de anticapitalista no tiene nada.
ResponderEliminarEl anónimo no tiene nada de anticapitalista ni nada de nada.
ResponderEliminarDespues de años de experiencias, tanto teoricas como empiricas.
ResponderEliminar¿se conoce algun gobierno con politica neokeynesiana, que no termine en una inflación?
LA "DEMANDA GLOBAL" NO ES CUASI
una explicación por el "subconsumo"
Ahora gran parte del poder economico
busca a un monetarista y su "masa monetaria" con ajustes mecanicos y si pueden generalizados.
No es Massa el más probable elegido
para recomponer algunos y continuar otros, con sus ganancias
O se puede continuar con un alza en la tasa media de ganancias,con esta politica y donde encontrará un respaldo consiente para ello.
El problema pasa por construir un sujeto social y político por el cambio sistémico, más allá del capitalismo. El keynesianismo tradicional o neo, solo se propone restaurar el capitalismo. No alcanza!
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