El cónclave en Seúl será la primera reunión del G20 fuera de los países capitalistas desarrollados, el epicentro de la crisis. Los ministros ya dejaron preparado hace dos semanas el terreno de una propuesta de cambio institucional en el FMI a ser aprobada por los Jefes de Estado. Europa cederá dos bancas que serán transferidas a
países emergentes, un tema a concretarse a mediano plazo. Claro que EEUU seguirá manteniendo su capacidad de voto, pues continuará siendo el único socio con más del 15% de voto, lo suficiente para impedir cualquier acción que no cuente con su visto bueno. Algunos igual lo consideran un avance, aunque está muy lejos de
constituir la nueva arquitectura financiera que alguna vez se pensó desde la región latinoamericana, con el fin de utilizar soberanamente los cuantiosos fondos colocados en activos externos y que respaldan las reservas internacionales. Estas superan los 500.000 millones de dólares y habilitan a pensar en proyectos propios. Sin abandonar el
escenario de crisis de la economía mundial, los países hegemónicos pretenderán que esos fondos se consuman en el Norte.
Quizá se reinstale la presión de Obama para que China aprecie su moneda y contribuya a reducir el déficit fiscal estadounidense. La guerra de las monedas que le dicen, sin discutir a fondo la forma de generar riqueza que está detrás del dinero. El modelo productivo depredador no será puesto en discusión y se pondrán nuevamente en evidencia que cada país opina según sus necesidades, mientras la economía mundial potencia sus problemas estructurales.
La crisis y la respuesta liberalizadora seguirá siendo el tema dominante y el anfitrión anticipó las conclusiones que predominarán, enviando un mensaje a sus vecinos coreanos del norte para que abran su economía y se coloquen a tono con las políticas anti crisis del poder mundial. La otra cara de la cumbre estará en las calles en una semana de movilizaciones y protestas contra el cónclave autoerigido para la discusión de una crisis que se prolonga con terribles efectos sociales, más allá de previsibles convocatorias a enfrentar la pobreza y el desempleo.
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