EEUU ejerce su hegemonía antes de la reunión del G20


Mientras en el país sigue impactando la muerte del ex Presidente Néstor Kirchner, generando discusiones sobre el presente y el futuro de la economía, la realidad de la crisis mundial se impone y condiciona cualquier especificidad nacional.
¿Por qué señalo lo dicho? Es que EEUU, a una semana de la Cumbre de los Presidentes del G20 que se reunirá en pocos días en Seúl, Corea, decidió unilateralmente una gigantesca emisión de billetes por 600.000 millones de dólares. Con esa medida ha colocado en tensión al conjunto del sistema mundial, que ahora debe decidir cómo actuar ante la invasión de dólares que inundarán los mercados de capitales, reanudando quizá una oleada especulativa, o por lo menos, como ya se visibiliza, estimula el alza de los precios de las comodities, caso del oro, o la soja, dos productos de exportación de la Argentina.

EEUU actúa por su cuenta y sabe que si discute colectivamente pueden decidirse situaciones que superen la capacidad de acción del gobierno del debilitado Obama, perdidoso en las recientes elecciones de medio turno. Ante la duda, se prefirió la iniciativa unilateral, anticipada al cónclave de Seúl, demostrando que si bien la crisis de la economía es mundial, las políticas económicas son nacionales y en este sentido, EEUU ejerce la hegemonía que le otorga su carácter imperialista.

¿Qué lecciones pueden aprenderse sobre esta situación? No es la primera vez que esto ocurre, pues EEUU ya dio sobradas muestras de acción unilateral, p.e., cuando decidió romper la paridad cambiaria establecida en los acuerdos de Bretton Woods de 1944. Remito a la declaración de la inconvertibilidad del dólar en 1971 y que desató la
crisis y el desorden del sistema mundial que devino en ajuste y liberalización de la economía. La instalación de la especulación generalizada devino del accionar unilateral estadounidense, motivando iniciativas como la Tasa Tobin para intentar frenar el inusitado movimiento de divisas con fines especulativos que generó la ruptura del acuerdo monetario. Ahora se vuelve a hablar de guerra monetaria y con razón, ya que la primera batalla se lanzó con la emisión estadounidense. No en vano se vuelve a hablar de mecanismos de controles de capitales al estilo de las sugeridas por Tobin a comienzo
de los 70´.

Pero también EEUU actuó deliberadamente a fines de los 70´ con la iniciativa Volcker, el mismo personaje que es ahora clave en la política económica de Obama. En aquellos años fue funcional al neoliberalismo que instaló Reagan en EEUU. El tema significó una impresionante suba de las tasas de interés que desembocaron en la crisis de la deuda externa de nuestros países, con el default de México y una compleja situación de endeudamientos, negociaciones condicionadas vía presiones del FMI y los organismos internacionales. Son situaciones que explicarán las décadas perdidas de los 80´ y los
90´ para América Latina y el Caribe.

Son varias entonces las lecciones a aprender sobre el ejercicio de la hegemonía estadounidense y la unilateralidad en el establecimiento de políticas económicas, aunque en la coyuntura eso pueda favorecer la macroeconomía local. Es que la suba del oro y la soja, por lo pronto, estimula los negocios en nuestro país, sin que ello supongo en si mismo mejoría en la calidad de vida del conjunto de la población. Si mejora la perfomance de los inversores en la mega minería a cielo abierto, o de los que manejan el ciclo productivo sojero y claro, al mantener el modelo productivo, algo derrama sobre las cuentas fiscales, otorgando sensación de normalización y crecimiento de la
economía, favoreciendo la sensación de bienestar y que la crisis está lejana.

Un interrogante es que pueden hacer los países del sur del mundo en la cumbre del G20, más que legitimar la hegemonía de EEUU por restablecer el régimen del capital con mirada estadounidense. Es cierto que se puede protestar y es probable que existan discursos críticos a la unilateralidad estadounidense, pero la emisión de Washington ya incide en la evolución de la economía mundial, realimentando los negocios especulativos que anticipan nuevas rondas de crisis. Quizá sea el momento de además de discursos críticos, poner a rodar, también unilateralmente, claro que como región latinoamericana y caribeña una demorada NUEVA ARQUITECTURA FINANCIERA, donde el Banco del Sur y el Banco del ALBA tienen un papel, tanto como la experiencia de intercambios compensados que iniciaron Brasil y Argentina, o los que
ensayan desde comienzo de este año los países del ALBA con el SUCRE (Sistema Único de Compensación Regional), en tanto intento de avanzar vía intercambios compensados al establecimiento de una moneda regional.
Si la crisis es mundial y la política económica es nacional, bien podría nuestra región actuar como economía de escala y proponerse objetivos desconectados del epicentro de la crisis. Sería una forma emancipada de pensar, en un mundo que hoy recuerda la revolución socialista de octubre en Rusia, como el primer intento con posibilidades de construir una sociedad para la satisfacción de las necesidades sociales extendidas.

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