Resulta
curioso el mensaje ideológico propagandístico relativo a la “ausencia de
dólares”, repetido hasta el cansancio por operadores mediáticos, sean
dirigentes políticos, economistas, analistas, panelistas o periodistas.
En
una reiterada monserga repiten la mentira para que se instale como sentido
común de la población. Lo interesante es el porqué, lo que viene detrás de la
arenga ideológica.
Sobre
esa base opera una presión, la que es vivida en la coyuntura como corrida
contra el peso, todo con el objetivo de inducir una devaluación, o un mayor
ritmo de la misma, que es lo que está ocurriendo.
En
efecto, desde enero a fines de septiembre, el tipo de cambio “oficial”, con
información del BCRA, se actualizó desde los 63 pesos por dólar del primer día
del año a los 80,63 a fines de septiembre 2020.
Se
trata de una corrección del tipo de cambio del orden del 27,98%, contra una
inflación de precios minoristas, según el INDEC, del 22,3%. Si consideramos el
último dato disponible, al 16/10, se requerían 83,20 pesos por dólar, un 32%
más que la cotización al 10/12/2019, momento de asunción del actual gobierno.
La
cotización de la moneda estadounidense le viene ganando a la inflación, por lo
que se teme se traslade a precios, más allá de la presión de las otras
cotizaciones de la divisa estadounidense, que son superiores al “oficial”, sean
las legales por operaciones en la banca o la bolsa, o las ilegales del llamado
“blue”.
Así,
la brecha especulativa se extiende entre un 100 y 114% por encima del “oficial”,
presionando para achicarla con ajustes en alza del tipo de cambio oficial. Por
eso alentamos sobre la devaluación, que juega en contra de la mayoría social
con ingresos fijos.
Pero, vayamos al punto central: ¿faltan los dólares en
la Argentina?
Sostenemos que es un mito el de la ausencia de
los dólares. Si observamos el proyecto de Presupuesto 2021, podemos leer que el
superávit comercial del 2019 fue de 13.012 millones de dólares (md), y que se
espera un superávit para el 2020 de 17.260 md, y sucesivamente entre 2021 y 2023,
unos 15.087 md, 14.302 md, y 12.928 md respectivamente. En total, en esos 5
años suman unos 72.589 md.
Nada más genuino que las divisas logradas por
el comercio internacional, con más exportaciones que importaciones, aún por las
malas razones de la recesión que induce la baja de importaciones.
Se puede discutir el contenido de ese
intercambio mercantil, si es el conveniente o no en una estrategia de
desarrollo nacional, pero eso es otro tema.
Lo que importa es considerar el resultado
superavitario, excedentario, producto del trabajo social conjunto de la
economía local, que por imperio de las leyes mercantiles del capitalismo, la
propiedad de esas divisas quedan en manos del último eslabón de una cadena
productiva que es social.
Además, por diversas razones, entre ellas, la
ausencia de control estatal, son esos propietarios en última instancia los que
retienen en el exterior esos recursos, y no los integran a las reservas
internacionales que contabiliza y gestiona el BCRA.
La masa de dinero producto del comercio
internacional es considerable para pensar en usos productivos estratégicos de
ese excedente para resolver el problema de la pobreza, el desempleo o la
recuperación federal de la producción, el estímulo al mercado interno y una
distribución progresiva del ingreso y la riqueza.
Hasta ahí los dólares del comercio internacional,
pero veamos ahora el tema de la circulación de la moneda estadounidense.
En mayo pasado, el BCRA divulgó una investigación
sobre la fuga de capitales entre fines del 2015 y 2019[1],
el periodo de gobierno de Mauricio Macri, que consolidó y potenció una lógica
que venía de antes. Allí se sostiene que:
“En
el período comprendido entre diciembre de 2015 y octubre de 2019, la fuga de
capitales superó los USD 86.000 millones. Apenas el 1% de las empresas explica
las tres cuartas partes de la formación de activos externos realizada por
personas jurídicas. De igual forma, tan sólo el 1% de las personas humanas,
dieron cuenta del 22% de la fuga de capitales realizada por los individuos.”
Si alguien se interroga sobre ese 1% de las empresas
o de las personas humanas, no debe tener duda que son quienes integran el
núcleo del poder en la Argentina y que se reclutan entre los principales
beneficiarios del agro negocio de exportación, la mega minería a cielo abierto,
la explotación y exportación de hidrocarburos, especialmente los no
convencionales y todo aquello que remite a la industria de ensamble y
exportación, más el negocio especulativo que nos lleva al endeudamiento
sistémico del país.
Destaca el informe que:
“La
fuga de capitales mostró a lo largo del período elevados niveles de
concentración. Los 100 mayores compradores demandaron USD 24.679 millones entre
diciembre de 2015 y octubre de 2019.”
Es más, explicita que:
“…los
mayores 10 compradores, sus operaciones alcanzan en el período los USD 7.945
millones.”
Si se consideran 10.000 compradores de divisas,
éstos alcanzan a comprar por 54.879 md, siendo el 42,40% del total. Por ello, el
57,60% restante adquirió divisas por 74.497 md. En definitiva, según el BCRA hubo
una formación de activos externos (FAE) por
129.376 md entre fines del 2015 y del 2019.
Hay que pensar que si se aprueba el “aporte
extraordinario y por única vez a las grandes fortunas”, se estima recaudar
entre 3.000 a 4.000 md, menos de la mitad de los activos externos constituidos
por solo 10 titulares registrados en el informe mencionado del BCRA.
En el mismo informe, el BCRA destaca que:
“La
mayor parte de la formación de activos externos terminó fuera del sistema
financiero local. El stock de billetes que el sector privado mantiene en su
poder por fuera del sistema (el denominado “colchón”), cerró 2019 en USD 175
mil de millones (aumentó USD 55 mil millones respecto de diciembre de 2015) y los
depósitos en el exterior alcanzaron USD 44 mil millones, USD 14 mil millones por
encima de diciembre de 2015.”
Como sostenemos, en la Argentina no faltan dólares,
sean por el intercambio comercial o por atesoramiento en cajas de seguridad o
en el “colchón”, la existencia de moneda externa es abundante. El problema es
quien decide sobre su aplicación.
¿Qué se debiera hacer
y qué se hace al respecto?
La hoja de ruta que siguió el gobierno no fue
la que algunos sugerimos, ya que se sostuvo negociar la deuda y mientras, se
cancelaban vencimientos, dilapidando cuantiosos recursos en un momento de
crisis mundial, no solo por la pandemia del COVID19.
Nosotros, en el marco de una campaña por la suspensión
de los pagos del endeudamiento público y una auditoría con participación
popular, sosteníamos la necesidad de resguardar las reservas internacionales y
destinarlas a un uso alternativo para un cambio de modelo productivo y de desarrollo.
La realidad es una merma de las reservas desde
el 10/12 por unos 3.000 md pese al ingreso de divisas por el saldo comercial positivo
del presente año.
Ahora, la política de negociación incluye al
FMI, que otorgó un préstamo por 57.000 md y desembolsó unos 45.000 md, que
ahora pretende cobrar, aun cuando postergue su cancelación.
La política del FMI pasa en la coyuntura por
sustentar postergaciones de las cancelaciones, no solo para la Argentina, y lo
que está de fondo es la crisis mundial por el COVI19 y más allá por problemas
de arrastre del 2007/09 e incluso de la debacle del 2001 estadounidense.
Argentina está a tiempo de denunciar el “préstamo
político” otorgado por el FMI a Mauricio Macri con el aval del gobierno estadounidense
para premiar la subordinación a la política exterior de EEUU, muy especialmente
contra Cuba y Venezuela.
El FMI es consciente de las dificultades actuales,
por lo que es probable que acepte la postergación de las cancelaciones, incluso
un nuevo tipo de operación, de Facilidades Extendidas, por ejemplo, pero no
resignará las cláusulas de ajuste y reformas estructurales suscriptas en 2018.
No hace falta estudiar mucho para verificar el
ajuste de las cuentas públicas (caso de las jubilaciones y los salarios
estatales), más allá del aumento del gasto público para contener y compensar el
impacto social de la emergencia sanitaria y económica, recesión mediante.
Una muestra es la actualización reciente del
salario mínimo vital y móvil, de consenso entre gobierno, el sector patronal y
la CGT junto a la CTA de los Trabajadores, con el solo rechazo de una de las
CTA Autónoma que se negó a suscribir el acuerdo tripartito (la otra no fue
invitada). La cifra de actualización a alcanzar a comienzos del 2021 ni
siquiera cubre el 50% de la canasta actual.
Es más, el presupuesto 2021 imagina disminución
de la necesidad de financiar la emergencia sanitaria y por eso se sostiene una
merma del déficit fiscal al -4,5% previsto en el proyecto remitido al Congreso.
Será difícil imaginar ahorros por pandemia, cuando lo que se vislumbra es una
recidiva de las contaminaciones por el coronavirus en Europa y la continuidad del
epicentro en Latinoamérica y en el Caribe.
La actualidad devuelve la fuerte presión por la
devaluación, que se canaliza con una fuerte corrida monetaria para extender la
brecha cambiaria y apurar una devaluación, con devastadoras consecuencias de
quienes viven de ingresos fijos, la mayoría de la sociedad.
Insistamos que tratan de instalar que no hay
dólares en la Argentina. Lo que pretendemos mostrar es que dólares hay, pero
también una incapacidad estatal, incluso de voluntad de control y ejercicio del
poder para orientar el destino de la producción y circulación de riqueza en
beneficio de una estrategia más allá de la lógica de la ganancia y la acumulación
de capitales.
Orientar recursos de reservas internacionales
para otro modelo productivo y de desarrollo requiere la decisión de confrontar
contra el poder establecido y desde allí definir otra ecuación de poder. Desde
allí puede pensarse en resolver acuciantes problemas socioeconómicos, e incluso
civilizatorios en el país, contribuyendo a un necesario debate en Nuestramérica
y en el mundo.
Buenos Aires, 17 de octubre
de 2020
[1] BCRA. Mercado de cambios, deuda
y formación de activos externos, 2015-2019; en: http://www.bcra.gob.ar/Pdfs/PublicacionesEstadisticas/Informe-Mercado-cambios-deuda-%20formacion-de-activos%20externo-%202015-2019.pdf
Buen editorial.
ResponderEliminarHay un rumor que dice que el gobierno está negociando con el FMI un nuevo prèstamo. Con estos dólares aguantaría un tiempo más el no devaluar. A cambio, entre otros requisitos, el gobierno debería retirar el mal llamado impuesto a los ricos, en realidad, a sólo un pequeño porcentaje de ellos y no a los empresas, bancos, terratenientes, etc.
¿Es posible que sea cierto el rumor y que se concrete?
Un abrazo
Mirá lo que dice Claudio Scaletta; La idea sería dejar deslizar muy levemente el tipo de cambio oficial, dentro de los márgenes del Presupuesto, y avanzar hacia un desdoblamiento de facto operando más activamente en el CCL, opción que demandaría dólares adicionales que provendrían tanto del swap con China como de créditos REPO con bancos del exterior. Finalmente también se incentivarían las inversiones en pesos.
ResponderEliminarGuzmán, en las últimas horas, sugirió que apurará las negociaciones con el Fondo Monetario. Mencionó que un acuerdo con el organismo será un "pilar" de la estabilidad buscada.
ResponderEliminar"El diálogo (con el FMI) viene siendo muy bueno. Hay una alineación de visiones con respecto a que la estabilidad requiere una recuperación de la economía. Esperamos que sea un programa que ayude a restaurar la estabilidad económica y el crecimiento", completó el ministro de Economía.
La versión, ya publicada en exclusiva por iProfesional, refiere a la chance de que el FMI, en el marco de un nuevo acuerdo con la Argentina, ponga a disposición por lo menos u$s5.400 (remanentes del pacto caído), de manera de estabilizar el escenario financiero.