El
gobierno de la Argentina intenta señalar el rumbo de la economía local mediante
dos acciones simultáneas difundidas el pasado martes 15 de septiembre.
Una
acción remite a la elevación al Congreso Nacional del presupuesto para el 2021.
El primero de la gestión actual, ya que este 2020 funcionó con base en la
prórroga del Presupuesto 2019 y no se proyectó otro para el 2020 hasta tanto no
se resolviera la negociación y canje de la deuda pública con los acreedores
externos.[1] Claro
que aún falta la reestructuración con el FMI por 45.000 m.d., lo que se presume
factible sin afectar recursos del presupuesto para el próximo año.
La
otra acción corresponde a las disposiciones del BCRA[2],
orientadas a frenar la demanda de divisas gestionadas por la autoridad
monetaria. Al asumir el gobierno, las reservas internacionales alcanzaban los 43.785
millones de dólares (m.d.), alcanzando 45.492 m.d. para el 17 de enero del 2020
y desde marzo caen regularmente hasta los 42.495 m.d. registrados el día del
anuncio de las medidas, inspiradas en la intención de frenar un alza especulativa
sobre las divisas.
Ambos
anuncios anticipan por donde transitará la economía en el corto y mediano
plazo, máxime cuando el FMI inducirá la profundización del ajuste fiscal más
allá de cualquier compensación, tal como ocurre con asignaciones especiales
dispuestas para atender la emergencia sanitaria.
Presupuesto 2021
Resulta
de interés concentrarse en las previsiones presupuestarias, aun cuando
constituyen un dibujo que casi nunca se cumple, pero por lo menos, permite leer
el pensamiento sobre lo que el gobierno pretende desde la función pública. En
términos generales está previsto un ajuste para achicar el déficit fiscal e incrementar
la inversión pública, manteniendo la estructura de recaudación tributaria con acento
en el IVA, que seguirá siendo la principal fuente de ingresos impositivos. Como
era de esperar, entre los fundamentos existe una abultada crítica al periodo
anterior de gobierno y un detalle de la ejecución presupuestaria del primer
semestre del presente año, donde se destacan los fondos no previstos asignados
por la emergencia sanitaria del COVID19.
En
el cuadro que sigue, obtenido del proyecto de ley enviado al debate congresal,
se puede observar una previsión de caída del PBI para el 2020 del -12,1%, una
cifra mayor a la baja sufrida en la crisis del 2001/02 y por encima de los
pronósticos ofrecidos por los organismos internacionales, la CEPAL, el Banco
mundial, el BID o el FMI.
Resulta interesante adicionar a esta referencia sobre la caída del PBI, que Alicia Bárcena precisó “…que la región vivirá una contracción del 9,1% en 2020, la peor en 100 años, las exportaciones caerán -23% y la pobreza alcanzará a 230 millones de personas (45 millones más). Unos 33 millones de personas caerán de los estratos medios a la pobreza, de tal manera que 8 de cada 10 personas en la región (490 millones) van a requerir un ingreso básico y políticas universales. La desigualdad llegará al 5% en promedio y el desempleo afectará a 44 millones de personas. Además, 2,7 millones de pequeñas y medianas empresas van a cerrar. Añadió que 40 millones de hogares no están conectados ni tienen accesibilidad a internet de buena calidad, mientras que 32 millones de niños, niñas y adolescentes no pueden hacer teleeducación.”[3]
Si consideramos el dato de la “peor crisis en
100 años”, se supone que la coyuntura crítica supera la crisis 2007/09, la de
fines de los 60 y comienzos de los 70 y por supuesto la crisis del 30 del siglo
pasado. Cada uno de esos momentos promovieron cambios estructurales y bien vale
interrogarse sobre los que acontecen y acontecerán en el presente y futuro
cercano. Claro que hace un siglo emergían nuevos movimientos sociales y
políticos que darán impulsos a procesos de renovación política con expectativas
favorables a los pueblos. Algo distinto sobrevino con las siguientes crisis,
caracterizadas por la ofensiva del capital contra el trabajo, la naturaleza y
la sociedad.
Es más, el titular de la Reserva Federal de
EEUU (FED)[4]
señalaba a fines de agosto pasado la tendencia declinante de las proyecciones
económicas de su país desde el 2012, comparando (ver gráfica que sigue) en
línea gruesa las proyecciones del Comité de la FED contra las de consultores
privados (línea de rayas) y las del Parlamento (línea de puntos). En todos los
casos marca una tendencia declinante que muestra los problemas estructurales de
la economía estadounidense, actualmente en una dura recesión, que llevó el
desempleo desde el 3,5% antes del COVID19 al 8% actual.
Lo específico de la crisis en Argentina no se disimula
por los problemas externos, pero no se puede obviar las dificultades del
capitalismo actual, por lo que interesa descifrar adecuadamente las previsiones
en los supuestos que establecen las autoridades económicas para el 2021.
Otro dato del presupuesto es la baja del déficit
fiscal al -4,5%. Ello supone un ajuste sobre lo que finalmente resulte en el
2020. El ajuste proviene de menores gastos y mayores ingresos. Las proyecciones
verifican que será el IVA la principal fuente de recaudación tributaria y no constituye
un buen augurio, aun cuando signifique recuperación del consumo. Más aún, si el
IVA supone un 6,7% del PBI para el 2020, se eleva al 7,18 para el 2021, tal
como señala el cuadro que sigue. El impuesto a las ganancias, por el contrario,
baja del 5% al 4,99%, imperceptible, es cierto, pero contrasta con el
incremento del IVA.
Medidas del BCRA
Las divisas que gestiona el Banco Central no
son de los exportadores, sino que son producto del conjunto de la economía.
Tres son las fuentes de ingreso de divisas, desde que el país no las fabrica.
Uno es el saldo positivo del comercio internacional, otra el ingreso de préstamos
y finalmente las inversiones externas.
Como vemos en el cuadro anterior, el comercio
internacional presenta en la coyuntura (2019-2020) saldo favorable por malas
razones: la recesión. Ni bien se reactive la economía local crecerán las importaciones
de insumos y bienes intermedios, con lo que se afectará seriamente el balance
comercial, expresado con una baja del superávit en los años 2021 al 2023 en el
proyecto de presupuesto, incluso puede cambiar el signo del saldo, de positivo
a negativo.
Sobre el ingreso de nuevos préstamos será mejor
evitarlos, para no reiterar los investigado por el BCRA, relativo al periodo
2015-19 que ante el ingreso de 100.000 m.d., la fuga de capitales superó en el
periodo los 86.000 m.d., más la hipoteca del endeudamiento que hoy condiciona
fuertemente la vida económica del país. Es más, sigue siendo conveniente la
investigación de la deuda para definir la parte odiosa, ilegal e ilegítima que
discuta los pagos comprometidos, incluso el canje reciente y las negociaciones
con el FMI.
Respecto de las inversiones externas, hay que
diferenciar aquellas de carácter especulativo de las productivas. Sobre las
primeras es las que se pretenden contener con las disposiciones anunciadas,
mientras que las segundas constituyen una incógnita por las tendencias
estructurales del capitalismo mundial que esbozamos con los informes
internacionales comentados, ampliados por la UNCTAD[5],
que anticipa caídas muy fuertes para el 2020/21, con el antecedente de la caída
importante en el ámbito mundial desde el 2015.
En estos informes mundiales, la Argentina no
aparece en el radar de inversores salvo en casos contados, como el agro negocio
de exportación, la mega minería a cielo abierto y la energía, especialmente los
hidrocarburos no convencionales. Por esa razón es que existe una fuerte presión
del poder económico por bajar el costo laboral, previsional y tributario, en
favor de las ganancias de sus potenciales inversiones.
La discusión es si hay que seguir esperando del
“inversor privado” para la recuperación económica o si modifica el rumbo
económico para otro modelo productivo, lo que implica discutir qué hacer con
las divisas que gestiona el BCRA, que pueden ser fuente para la constitución de
un fondo aplicado a la reestructuración de la producción local. Por eso, que el
BCRA intente no dilapidar divisas supone una orientación a contramano de la especulación,
que solo podrá consolidarse si se modifica sustancialmente el rumbo de la
producción y la organización económica de la sociedad.
Buenos Aires, 19 de septiembre
de 2020
[1] Ministerio de Economía.
Secretaría de Hacienda, en: https://www.minhacienda.gob.ar/onp/documentos/presutexto/proy2021/mensaje/mensaje2021.pdf
(consultado el 19/09/2020)
[2] BCRA. “Medidas que
garantizan divisas para la recuperación económica”, en: http://www.bcra.gov.ar/Noticias/medidas-bcra-garantizan-divisas-para-recuperacion-economica-.asp
(consultado el 19/09/2021)
[3] CEPAL, en: https://www.cepal.org/es/noticias/alicia-barcena-llama-la-construccion-un-pacto-politico-social-economico-un-contrato-social
(consultado el 19/09/2020)
[4]
Jeremy Powell. “Nuevos
desafíos económicos y revisión de la política monetaria de la Fed”, en: https://www.federalreserve.gov/newsevents/speech/powell20200827a.htm (consultado el 19/09/2020)
[5] UNCTAD. Informe Mundial sobre
Inversiones 2020, en: https://unctad.org/en/PublicationsLibrary/wir2020_en.pdf
(consultado el 19/09/2020)
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