Las masivas movilizaciones mundiales en defensa
del clima y el medio ambienten evidencian la preocupación social sobre el
deterioro del planeta y las condiciones de la vida. Aun cuando se indica el
accionar del ser humano para esta depredación de la naturaleza, no se enfatiza
lo suficiente en la responsabilidad del modelo productivo del capitalismo. Las
protestas debieran concentrarse más en este aspecto esencial que en el fenoménico
del impacto ambiental. El responsable del cambio climático es el modo de
producción capitalista.
No alcanza con consumir menos, cuidar los
cursos de agua, los bosques, los glaciares o la naturaleza en su conjunto, si
al mismo tiempo no se atacan las causas que están en las formas de la
producción capitalista, asentada por siglos en la explotación de la fuerza de
trabajo y la depredación de la naturaleza. El trabajo es el padre de la
riqueza, y la tierra la madre, sostenían los clásicos de la Economía Política,
una disciplina científica que surgió para fundamentar el moderno modo de
producción capitalista.
Por eso la necesidad de criticar al
capitalismo, no solo sus efectos. El diagnóstico es fundamental para encarar
procesos realistas de solución. De lo contrario, solo deambularemos por
senderos marginales que no conducen a resolver el problema. Una vez
identificado el problema es que se puede pensar en modificar la realidad, la
que no puede hacerse de inmediato, ya que requiere de un complejo proceso
social que incluye la asunción de la conciencia colectiva sobre lo que está
provocando el problema y los modos de operar para su modificación.
Ese camino de la transición del orden
capitalista actual hacia otro modo de producir y distribuir es lo que se
discute desde la emergencia de la crítica de la economía política y las
variadas experiencias de revolución social desde el Siglo XIX hasta el presente,
con mucho de ensayo y error, renovado especialmente desde los procesos de
cambio en Nuestramérica de los años recientes. Es un proceso no agotado, en
desarrollo y que explica las confrontaciones y debates en curso en nuestros
países.
Voces en
Nuestramérica
Por eso resulta interesante recoger las voces pronunciadas
desde nuestros territorios. Sostuvo en la ONU Evo Morales: “No podemos mantener
el silencio cómplice frente a la catástrofe a escala planetaria que se avecina
y tampoco podemos hablar de prudencia cuando estamos en el umbral de la
destrucción asegurada. El capitalismo ha fomentado, ha introducido y ha
impulsado en los últimos dos siglos la fórmula más salvaje y destructiva de
nuestra especie, convirtiendo todo en mercancía para beneficio de unos cuantos”[1]
Adicionó en la misma intervención: “La madre
tierra está acercándose peligrosamente al crepúsculo de su ciclo vital, cuya
causa estructural y responsabilidad corresponde al sistema capitalista. Este
sistema ha desencadenado a gran velocidad una fuerza arrolladora y destructiva
a nombre de la libertad de mercado, de libre competencia y los derechos
humanos”
Hay quienes critican al gobernante de Bolivia
por la explotación de los hidrocarburos y otras formas del modelo económico
boliviano que favorece la apropiación estatal de rentas para generar un proceso
de distribución primaria y secundaria que atiende inmediatas e imperiosas
necesidades sociales. ¿Acaso pretenden los críticos negar el diagnóstico
formulado induciendo políticas de miseria para el conjunto empobrecido de la sociedad?
Lo que no se entiende es el propio proceso de
transición en Bolivia, que incluye los límites de la dependencia y la urgencia
de atender necesidades básicas imperiosas de la población más empobrecida. Al
tiempo que se critica al orden capitalista mundial, se atienden las imperiosas
necesidades de la población y se ensayan formas de la transición, inexploradas
hasta ahora en la sociedad que confronta al régimen del capital.
El tema no es nuevo en los dos sentidos, sea la
denuncia del capitalismo y las formas de resolver las necesidades de los
sectores menos favorecidos por el orden del capital.
Vale recordar en ese sentido la intervención de
Fidel Castro en la cumbre de la tierra en 1992 en Río de Janeiro, en cuyo inicio
sentenció: “Una importante especie biológica está en riesgo de desaparecer por
la rápida y progresiva liquidación de sus condiciones naturales de vida: el
hombre.”
En la brevísima alocución señaló: “Los bosques
desaparecen, los desiertos se extienden, miles de millones de toneladas de
tierra fértil van a parar cada año al mar. Numerosas especies se extinguen. La
presión poblacional y la pobreza conducen a esfuerzos desesperados para
sobrevivir aun a costa de la naturaleza. No es posible culpar de esto a los
países del Tercer Mundo, colonias ayer, naciones explotadas y saqueadas hoy por
un orden económico mundial injusto.”
Refiriéndose al que hacer sostenía: “La
solución no puede ser impedir el desarrollo a los que más lo necesitan. Lo real
es que todo lo que contribuya hoy al subdesarrollo y la pobreza constituye una
violación flagrante de la ecología. Decenas de millones de hombres, mujeres y
niños mueren cada año en el Tercer Mundo a consecuencia de esto, más que en
cada una de las dos guerras mundiales. El intercambio desigual, el
proteccionismo y la deuda externa agreden la ecología y propician la
destrucción del medio ambiente.”
Agregaba: “Si se quiere salvar a la humanidad
de esa autodestrucción, hay que distribuir mejor las riquezas y tecnologías
disponibles en el planeta. Menos lujo y menos despilfarro en unos pocos países
para que haya menos pobreza y menos hambre en gran parte de la Tierra. No más
transferencias al Tercer Mundo de estilos de vida y hábitos de consumo que
arruinan el medio ambiente. Hágase más racional la vida humana. Aplíquese un
orden económico internacional justo. Utilícese toda la ciencia necesaria para
un desarrollo sostenido sin contaminación. Páguese la deuda ecológica y no la
deuda externa. Desaparezca el hambre y no el hombre.”[2]
Al tiempo que criticaba al capitalismo como
forma hegemónica en el sistema mundial, en momentos que había desaparecido la
bipolaridad, el jefe de la revolución cubana señalaba las dificultades de los países
dependientes y atrasados para encontrar sus caminos de solución en
confrontación con la lógica dominante.
La discusión sobre la transición no supone un
rumbo sin contradicciones y son las que recogen ambas intervenciones mediadas
por casi tres décadas de pronunciadas y que fueron transitadas con experiencias
que aun animan el debate contra el orden capitalista.
Actualidad del debate
Es un tema actual y trascendente, porque la
responsabilidad está en la hegemonía del capitalismo mundial y aún cuando se
aprueben protocolos internacionales, que además EEUU no suscribe, resulta
imposible resolver el tema.
No alcanza con discursos o protocolos de
denuncia, sino acontece una dinámica social de organización y movilización
contra las causas del calentamiento global y el cambio climático. No hay forma
de mitigar el efecto devastador mientras subsista el régimen del capital.
Se impone la discusión por el cambio de las
relaciones sociales de producción y su efecto depredador sobre la naturaleza,
que incluye en su seno a la especia humana. Se trata de un tema sustantivo para
Nuestra América, en tanto territorio históricamente condenado a la provisión de
materias primas y “recursos naturales”, que, si visibilizáramos como “bienes
comunes” de la actual y futuras generaciones, a otras conclusiones se
arribarían.
El tema viene de la conquista y colonización,
agudizado en años recientes con la suba de los precios de las materias primas,
aun con el retroceso actual, donde se recicla el papel subordinado de la región
por vía del deterioro secular de los términos de intercambio en el sistema de
relaciones internacionales.
Nuestros países generan riqueza y excedente
económico vía explotación de estos bienes comunes en beneficio de la reproducción
del gran capital transnacional que define el ciclo económico, es decir, la
producción, la distribución, el cambio y el consumo. Remito al petróleo, al
gas, al cobre, al agua, a la tierra, al oro, al litio, a la biodevresidad, o a
diversos materiales que se acumulan en nuestro suelo.
Resulta imprescindible enfatizar en que los “recursos
naturales” son bienes comunes, que pertenecen a la humanidad, pero que, al
estar asentados en nuestros territorios, la soberanía en su cuidado y gestión
es imprescindible, lo que demanda una mirada local, sí, pero sobre todo
regional, de una respuesta conjunta e integrada.
Claro que eso suena como una anomalía ante la
preeminencia del discurso y las políticas liberalizadoras en la región. Se
puede observar a Bolivia en el sostenimiento de un proceso soberano, rodeado
por procesos liberalizadores de sus vecinos: Argentina, Brasil, Chile, Paraguay,
Perú.
Es una cuestión para discutir en tiempos
electorales en Bolivia el próximo 20/10, y en Argentina y Uruguay una semana
después, el 27/10; aún más allá de procesos eleccionarios en el destino de la
región, gobierne quien gobierne. El modelo productivo asentado en el agro
negocios, la mega minería, la explotación de hidrocarburos no convencionales
(Argentina), e incluso la industrialización dependiente y los mecanismos de especulación
que incluye el fuerte endeudamiento, caso argentino especialmente, exige la
discusión sobre la continuidad o no de ese modelo y las posibilidades para
intentar cambios y en lo posible, procesos de transición que confronten con el
orden capitalista.
Por eso no se trata de una cuestión ambiental
lo que está en debate, sino las formas de producir, distribuir, intercambiar y
consumir. Cambiar el modelo productivo resulta imprescindible. Es algo que debe
encararse como proceso regional.
No alcanza con definiciones nacionales, aunque
son imprescindibles. Se requiere la superación de los condicionantes que impone
la dependencia de las transnacionales, de los organismos internacionales y de una
lógica discursiva hegemónica del pensamiento en Política Económica, relativo a
que lo único que se puede hacer deviene de la liberalización de la economía,
del libre mercado y la libre competencia, falacia en tiempo de dominación
monopolista.
La respuesta es la soberanía nacional y la
integración regional, para la crítica al capitalismo como única forma de confrontar
contra los efectos del cambio climático y el calentamiento global. En defensa
del medio ambiente se impone el cambio del modelo productivo y ensayar los
caminos concretos de la transición hacia sociedades que en el centro de sus
objetivos se encuentre la defensa de la vida humana y natural.
Tarija, 28 de septiembre
de 2019
[1] Naciones unidas Bolivia. Evo
Morales plantea en la COP21 eliminar el capitalismo para salvar a la tierra.
En: http://www.nu.org.bo/noticias/naciones-unidas-en-linea/evo-morales-plantea-en-la-cop21-eliminar-el-capitalismo-para-salvar-a-la-tierra/
[2] CUBADEBATE. Discurso de
Fidel Castro en Conferencia ONU sobre Medio Ambiente y Desarrollo, 1992, en: http://www.cubadebate.cu/opinion/1992/06/12/discurso-de-fidel-castro-en-conferencia-onu-sobre-medio-ambiente-y-desarrollo-1992/#.XY9Z40ZKjIU
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