La
primera impresión que me surgió escuchando al presidente argentino Mauricio Macri,
inaugurando el año parlamentario con su discurso[1], fue
que su mensaje estaba dirigido a sus votantes, a su 30% de apoyo electoral,
consolidando un voto en la renovación presidencial de octubre próximo, al mismo
tiempo que elegía contrastar y confrontar con los gobiernos “kirchneristas” (2003-2015),
e incluso más allá, orientando una crítica a la hegemonía política peronista
ejercida desde 1945 y por más de 70 años.
Por
eso, más allá de cualquier crítica al discurso, su mensaje sugiere un tiempo
refundacional para el país, de rumbo liberal y de apertura liberalizadora al
mundo. Ello supone un diagnóstico critico al rumbo asumido por el país desde la
segunda posguerra e incluso más lejano hacia la salida de la crisis de 1930.
Existe una reminiscencia al país oligárquico gestado por la generación del 80
del Siglo XIX, concepción que recoge el espíritu de los economistas, políticos
e ideólogos autodefinidos “libertarios”, quienes critican por derecha al propio
Macri.
Estos
ideólogos de la derecha local sentirán un dejo de satisfacción al escuchar el
diagnóstico relativo a las causas de la inflación y la promoción de la pobreza:
el gasto y el déficit público. Desde allí emerge la realidad del ajuste
permanente y la contracción monetaria de elevadas tasas de interés que genera
negocios y ganancias para especuladores y aleja cualquier posibilidad de
recuperación productiva con base en créditos.
Desde
el diagnóstico crítico contra el kirchnerismo y el peronismo se inscribe la previsible
crítica en el discurso presidencial a Nicolás Maduro y a Venezuela, con un reconocimiento
explícito a Juan Guaidó, pese al evidente fracaso del nuevo intento golpista en
la tierra de Bolívar. Con ello puso de manifiesto la decisión en política exterior
del gobierno de Cambiemos por asociarse a EEUU en la edificación de un proyecto
reaccionario para la América Latina y el Caribe, asociando al país a la estrategia
del “Grupo de Lima”. Un cónclave de líderes reaccionarios para modificar el
rumbo discutido en la primera década del siglo en la región, tiempo en el que se
ensayaran novedosos mecanismos de integración regional.
Macri
se proclamó en su mensaje como líder del proyecto de ajuste y reestructuración
reaccionario del país en una perspectiva hacia el 2050, aludiendo a treinta
años a futuro. El mensaje se inscribe en una lógica refundacional de la Argentina
y como parte de la campaña electoral de renovación presidencial en curso para retener
los votos propios y si fuera posible ampliar los consensos. Así, vendríamos de
décadas de un proyecto fallido, construido entre 1930 y 1945, causa del fracaso
argentino y, por ende, desde 2015 se asiste a un nuevo tiempo de superación de
problemas estructurales que requieren de renovados esfuerzos de transformación,
aun aceptando la regresividad del balance económico social del 2018.
No
hay que subestimar el mensaje presidencial. No es solo una pieza de campaña, ni
un conjunto de vaguedades e incluso mentiras sobre la realidad. Se trata de un
ensayo a la ofensiva, en condiciones adversas sobre la situación económica que
sufren los sectores de menores ingresos y que representa cuantiosas ganancias
para muy pocos. En curso está una reestructuración reaccionaria de la sociedad
argentina para adecuar al capitalismo local a las mutaciones que en el orden
internacional supone la ofensiva del capital contra el Trabajo, la Naturaleza y
la Sociedad.
Veníamos bien y se nos cruzó el 2018
La
lógica del discurso es que la Argentina venía creciendo y se nos cruzaron
problemas ajenos a la propia política del Gobierno.
Señala
Macri:
“Cuando empezábamos a crecer y
a asomar la cabeza como país tuvimos tres shocks imprevistos: la salida de
capitales de mercados emergentes, la sequía que afectó como nunca en cincuenta
años al campo argentino y la causa de los cuadernos. Todo nos agarró a mitad de
camino porque recién estábamos saliendo, porque no estábamos llegando a ese
momento de terminar cambios en los cimientos podridos y descuidados por
décadas.”
Según
el presidente Macri los problemas de la Argentina se derivan: a) de la situación
mundial; b) de los fenómenos naturales y; c) de la corrupción del gobierno
anterior. No hay autocrítica sobre la inflación del 47,6% o de la recesión y caída
del -2,6% del PBI para el 2018 y sus casi 200.000 puestos de trabajo perdidos.
Esas
consecuencias en el tercer año de gobierno proyectan y definen todo el periodo
de gobierno entre 2015 y 2019, e incluso nada se menciona en el mensaje inaugural
del periodo de sesiones parlamentarias sobre la expansión de la deuda pública, una
verdadera hipoteca de unos 150.000 millones de dólares en la Gestión Macri, y
el acuerdo con el FMI por 57.000 millones de dólares para inducir un brutal
ajuste, acompañado de reaccionarias reformas estructurales, caso de las pretendidas
reformas laboral y previsional, no mencionadas en el mensaje. Es que en su
ofensiva dialéctica elude toda expresión directa que anime reacciones críticas
del movimiento social, caso de los sindicatos, las organizaciones de jubilados
o del movimiento popular en su conjunto. El destinatario del mensaje es la
sociedad despolitizada, con clara intención de atraerla a un supuesto futuro
que los contiene.
La
tradición del inicio de sesiones supone un balance de la gestión de gobierno y
las líneas principales del accionar futuro e inmediato. La realidad en el
mensaje fueron generalidades e imprecaciones relativas al rumbo de la gestión,
con formulaciones sobre expectativas al cambio esperado a futuro si se mantiene
el rumbo ideológico de la política en curso. Se trató de una épica
esperanzadora de un futuro mejor luego de décadas de descalabros, los que
explican los propios resultados negativos en materia de inflación, recesión,
pobreza o desempleo.
Así,
se escamotean los problemas actuales derivados de la inflación y la recesión
para señalar que estábamos haciendo bien las cosas y se presentaron fenómenos
ajenos a la política oficial, lo que retrasa objetivos como eliminar la pobreza
y un crecimiento sostenido para satisfacer demandas de la sociedad. Claro que
en evidente disputa del voto se enuncia el anticipo de la actualización del 46%
de los ingresos de la Asignación Universal por Hijo (AUH) que afecta a 4
millones de personas. Sin mencionar el impacto de la política oficial se
reconoce el atraso de los ingresos de buena parte de la sociedad empobrecida.
Claro
que no faltó la invocación a soluciones futuras derivadas de la explotación del
yacimiento de hidrocarburos no convencionales de Vaca Muerta, como apuesta a la
producción energética para vender en el mundo sobre la base de inversores
externos que ya pueblan el territorio con sus métodos destructivos de los
bienes comunes. En el mismo sentido se aludió al turismo y al transporte aéreo
de bajo costo, ámbito de cuantiosas ganancias para operadores transnacionales.
Energía, agro-negocios, turismo y finanzas son reiterados como ámbito de construcción
del orden económico hegemónico
Política más allá de la economía
El
discurso presidencial enuncia que la disputa del consenso recorre un sendero
más allá de la cuestión económica y se centra en dimensiones políticas, como la
seguridad individual y de la propiedad privada, la corrupción de la oposición y
la inserción subordinada con el poder mundial, puesto de manifiesto en sus diálogos
con los líderes del mundo capitalista consagrado en la cumbre porteña del G20.
Por
eso las menciones a trabajo futuro en ordenamiento penal o legislación de baja
de la edad punible a los 15 años con argumentos falaces de preocupación por los
menores. Todo dicho cuando existe complicidad estatal contra la pasividad ante
la violación de niñas menores. Una ratificación del rumbo de la Justicia en
función del orden esperado a favor de la ganancia y la dominación capitalista.
Ese
es el sentido de las denuncias de la corrupción, fomentando una crítica a la
política de los demás, poniendo al oficialismo no solo fuera de la política corrupta,
sino de la propia dimensión política. Es una jugada funcional a tiempos
asociados a la despolitización o desinterés en una política de programas, de
partidos políticos con proyectos, tradición y convicciones por transformar la
realidad.
La
seguridad y el papel de las fuerzas de seguridad y defensa es jerarquizado en el
mensaje presidencial, en una clara definición que escamotea el impacto regresivo
de una economía que resulta en peores condiciones de vida de la sociedad. Se
trata de la fundamentación de la represión asociada a la demanda de la sociedad
y en contra del movimiento social organizado políticamente por sus
reivindicaciones democráticas.
El
intento apunta a mostrar otra dimensión de la pobreza y destacar, más allá de
los indicadores oficiales del INDEC, supuestas mejoras derivadas de obras de infraestructura
en materia de saneamiento, ejemplificado con relatos individualizados y sin
corroborar con estudios fundados. Al tiempo que destaca al INDEC, sugiere
cambios metodológicos que encubran el dato lacerante del creciente
empobrecimiento de nuestra sociedad.
Puede
calificarse el discurso en el marco de las “fake news” o noticias falsas, sin
embargo, mejor me parece sugerir que se asienta en una estrategia electoral
para asegurar la continuidad de un proyecto político que remite a la tradición
del centenario (1910), de la Argentina floreciente económicamente para el
poder, con estado de sitio, represión y miseria extendida para los de abajo. Es
la situación ideal que recorre el argumento de los ideólogos difundidos en los
medios de comunicación hegemónicos.
Si
esto es así, se agiganta el desafío de construir la subjetividad consciente
necesaria, no solo para confrontar la ofensiva del macrismo, el oficialismo y
la oposición cómplice en estos momentos, sino para construir nuevos rumbos de
un imaginario con sentido alternativo sobre el orden económico, político y
social. Solo una mayoría social movilizada y organizada podrá revertir la
iniciativa política reaccionaria que pretende un nuevo periodo de gestión
presidencial. Impedirlo es el imperativo del momento, al tiempo que se gestan
condiciones de ir más allá de la crítica a la hegemonía capitalista actual y proponerse
la construcción de un imaginario socio político y económico más allá del régimen
de explotación y saqueo que devuelve el orden capitalista.
Buenos Aires, 2 de marzo de 2019
[1] El presidente Mauricio Macri
inauguró el 137° período de sesiones ordinarias del Congreso Nacional. En: https://www.casarosada.gob.ar/informacion/discursos/44899-el-presidente-mauricio-macri-inauguro-el-137-periodo-de-sesiones-ordinarias-del-congreso-nacional
(consultado el 2/3/2019)
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