El “crecimiento
invisible sucedió” sostuvo Macri en el discurso inaugural del año legislativo,
como parte de una promesa para “crecer 20 años en forma consecutiva” enunciada
hace un año.
Como ya es reiterado en
sus comunicaciones por dos años, el Presidente insistió en que “lo peor ya pasó
y ahora vienen los años en que vamos a crecer”.
La realidad es que la
Argentina apenas recuperó a fines del 2017 la situación lograda en 2015, un
tiempo enmarcado en condiciones de desaceleración de la economía desde el 2012,
luego de la difícil situación del 2009 (recesión mundial con lógico impacto
regional y local) y un repunte en el 2010/11.
El crecimiento es
reducido entre 2012 y 2017, con lo cual, la perspectiva de arrastre de mediano
plazo y el presente no es muy elocuente, máxime que desde el gradualismo
gubernamental nada augura un boom económico en el corto plazo.
Aclaremos que un boom
supondría:
a) el crecimiento de
la Inversión con el consiguiente impacto en empleos regularizados y pagados de
modo de satisfacer necesidades de las nuevas trabajadoras o de los trabajadores.
El propio discurso presidencia destaca el aumento del empleo, que es pobre y de
baja calidad en materia de seguridad social y no cubre la expansión vegetativa
de la población;
b) la expansión del
Consumo popular masivo, no solo de sectores de ingresos medios y/o altos;
c) o la confirmación de
un saldo positivo de la balanza de pagos, especialmente por mayores
exportaciones que importaciones y saldo favorable para el país del flujo de
divisas, con lo curioso del mensaje a favor del turismo, ocultando que son más
las divisas que salen por turismo argentino al exterior que las que ingresan
por turistas extranjeros que visitan el país.
No existe esa
perspectiva de boom y será por ello que Macri alude a un crecimiento invisible,
el que se visibilizaría en un futuro, ya que lo peor ya aconteció.
Es verdad que la
macroeconomía destaca un 2,8% de crecimiento en el 2017, con los últimos meses
del año y el comienzo del 2018 desacelerando, tal como anticipan las estadísticas
oficiales del INDEC.
Beneficiarios
y perjudicados del crecimiento
Más importante aún
resulta señalar que los beneficiarios del pobre crecimiento se reconocen en
beneficios a escasos sectores altamente concentrados, entre los que sobresalen
quienes viven de la especulación financiera o asocian sus ingresos a la
producción de exportación, agraria e industrial.
En síntesis, acreedores
de la deuda pública y grandes productores, empresarios y exportadores son los
beneficiarios del crecimiento, y en la otra vereda, una mayoría de la sociedad
con ingresos fijos por salarios, beneficios previsionales o ingresos por
seguridad social, todos devaluados por una inflación que transfiere ingresos
desde la mayoría social a la cúpula social en capacidad de definir precios.
No es el mejor momento
económico de la Argentina, analizan algunos al considerar el contexto del
discurso presidencial para inaugurar el año legislativo.
Lo real es que el
gobierno de Macri avanza con el ajuste que discrimina a sectores de menores
ingresos al tiempo que intenta y/o avanza con regresivas reformas estructurales.
Ya lo hizo con la baja de jubilaciones y por ahora no puede con los convenios
colectivos y la legislación laboral, pero ese es el eje de su política,
presentada como gradual ante los límites que imponen la organización y lucha
social, de larga trayectoria en la Argentina.
Hoy son los docentes
el conflicto visible y en el corto plazo varias categorías de trabajadoras y
trabajadores no dispuestos a resignar derechos y capacidad adquisitiva del
salario. Mientras, el discurso oficial se orienta a su base sociopolítica
electoral para difuminar vía medios de comunicación un mensaje para continuar y
profundizar un rumbo que pretende ser funcional a la lógica mundial de ofensiva
del capital.
Los logros que se
muestran remiten a una vida cotidiana que no se generaliza en la sociedad argentina,
sea por un consumo sesgado de medios y altos ingresos (automotores, vivienda,
internet o comunicación), o por una obra pública que no resuelve insatisfechas necesidades
de una parte importante de la sociedad.
Todo sustentado como
zanahorias ofrecidas al alcance próximo, sean los “beneficios” no verificables
de un rápido acuerdo de liberalización entre el Mercosur y la Unión Europea,
que fuertemente criticaron en estos días las tres centrales sindicales y el
empresariado industrial, o las derivas resultantes del reconocimiento mundial
ante la presencia en Argentina de gobernantes del capitalismo hegemónico en el
próximo cónclave del G20 a fines del presente año.
Ni el mensaje ni la
realidad favorece a la mayoría de la sociedad, lo que impone un fuerte debate
sobre el porvenir, que no puede remitir a los logros invisibles del presente.
Mirar para adelante
supone una profunda crítica de nuestra historia reciente para superar la
encerrona del orden capitalista y especialmente el proyecto actual sustentado
desde las clases dominantes, aun cuando parte de estas le exigen a Macri mayor
celeridad en el ajuste y la regresiva reestructuración de la economía y la sociedad.
Ni shock de ajuste ni
gradualismo, lo que se requiere es otra política para una ecuación diferente de
beneficiarios y perjudicados, contraria a la definida actualmente por el poder.
Buenos
Aires, 2 de marzo de 2018
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