Entrevista a Julio Gambina, director de la Fundación
de Investigaciones Sociales y Políticas
(FISYP)
Mario Hernandez
M.H.: Estuviste dos semanas en Brasil, habrás
tenido tiempo para analizar la situación que atraviesa el país hermano, me
gustaría conocer tus reflexiones.
J.G.: Participé de dos acontecimientos muy
importantes que me permitieron intercambiar opiniones muy diversas. Por un lado
estuve en el Congreso de la Sociedad de Economía Política de Brasil, una
organización que nuclea a economistas marxistas, heterodoxos, una organización
de carácter crítico sobre la política y el orden económico brasileños; por lo
tanto, pude escuchar una gran cantidad de debates y opiniones de analistas muy
profundos de la realidad económica del Brasil.
A la semana siguiente
pude participar de un Encuentro de Trabajo Social, lo que me permitió tener un
pantallazo de la situación social brasileña. Hay que pensar que Brasil es el
país más poblado de la región y el que en términos absolutos, concentra mayor
pobreza en toda América Latina. Si uno piensa que Haití es el país más pobre en
la región latinoamericana y caribeña, Brasil es el que concentra la mayor
cantidad de pobres, aunque también tiene ese inmenso contraste de la más
elevada riqueza en la región junto con México. Por eso remarco estos dos
encuentros, uno en San Pablo y el otro en el estado de Espíritu Santo en la
ciudad de Victoria, que me permitieron compartir con intelectuales brasileños
sobre la realidad económica, la realidad social y el debate en torno a la
crisis política que hay en Brasil.
A los efectos de
comprender lo que pasa en Brasil, la primera conclusión que me permito hacer es
que hay que analizar cómo confluyen los
problemas globales con los problemas locales. Cuando pienso en los problemas
locales, pienso que Argentina no es muy distinta que Brasil, o Brasil no es muy
distinto que México, o la situación de los países de Latinoamérica tiene un
punto en común y es que América Latina hoy no está en la mirada de las grandes
corporaciones transnacionales como destino de sus inversiones, en todo caso lo
que hay es un impacto de la crisis mundial en los países de nuestra América,
especialmente Brasil.
No estamos en el
momento del boom de las commodities,
lo que potenció en los últimos años el carácter primario exportador de nuestros
países, especialmente Brasil que en los últimos años apareció como una potencia
petrolera sin haberlo sido nunca, un país totalmente deficitario en ese plano
que de golpe apareció con el proyecto del Presal una perspectiva de reservas
petroleras gigantesca que lo ponen en el apetito del sistema mundial, pero hoy
no estamos con un precio internacional del petróleo que haga viable esa
perspectiva de explotación de las reservas petroleras del Brasil.
Entonces, el
primer elemento es que en Brasil impacta la crisis petrolera global, con los
matices propios de Brasil, pero así como hay dificultades para que lleguen
inversiones externas a la Argentina, las tan anunciadas para el “próximo
semestre” desde hace cuatro semestres por el gobierno Macri, tampoco son las
que dinamizan el proceso de Brasil. Y en el plano local lo que se expresa es el
fin de un acuerdo social que supusieron los gobiernos del PT, del 2003 al 2016
si bien Temer era parte de la fórmula de Dilma, el ciclo del PT se considera
terminado con la salida de Dilma Rousseff del gobierno de Brasil, con el impeachment, el golpe parlamentario
perpetrado el año pasado.
Esa conciliación
social está expresada en una carta que Lula envía a los grandes empresarios, la
burguesía paulista, la clase dominante brasileña, antes de asumir, diciendo que
va a cumplir con los acuerdos con el FMI, estoy hablando del año 2002 antes de
ser Presidente en ejercicio desde el año 2003 y que, por lo tanto, va a
mantener la orientación económica estructural de la economía brasileña; pero lo
que va a intentar el gobierno de Lula primero y luego el de Dilma, fue tratar
de incluir dentro de los beneficios económicos a esa inmensa magnitud de
pobreza que hay en Brasil a partir de la política social masiva que es una
característica que se desplegó con rigor en toda América Latina y asumida por
los propios organismos internacionales.
Es importante ver
esto del pacto social porque la disputa que hay en Brasil por parte de las
clases dominantes brasileñas, es tratar de desarmar ese pacto que suponía
ganancias para los capitales hegemónicos del Brasil y a la vez mecanismos de
inclusión social a través de la política económica y en un sentido más general
de la política social como es, por ejemplo, el Plan “Bolsa Familia”.
Esta concepción de
pacto social tiene que ver con las luchas de los trabajadores que se dieron a
finales de los ´70 y comienzos de los ´80 que son la base de un nuevo partido
político en Brasil como es el PT, de una nueva central de trabajadores como es la
CUT y la conquista que supuso la constitución de 1988 en Brasil, que para ese
tiempo era considerada la más progresista y democrática que se hubiera
formulado en América Latina. Lo que luego fue relativizado con la Constitución
venezolana y dos décadas después con las Constituciones de Bolivia y Ecuador.
Pero hasta entonces la Constitución brasileña de 1988 expresaba una cantidad de
reivindicaciones que en el Brasil de aquellos años se decía que era una Constitución
más programática que manifestación de derechos reales, y el gobierno del PT,
tanto Lula como Dilma Rousseff intentaron materializar con resultados concretos
esa Constitución del ´88 expresando una determinada correlación de fuerzas en
la sociedad brasileña.
La verdad es que
el pacto realizado por Lula con los grandes industriales de San Pablo, con las
grandes transnacionales y el compromiso del propio Estado de fomentar la transnacionalización de los grupos
económicos del Brasil, algunos de ellos como nuevos grupos económicos alentados
desde el propio Estado, uno de esos es el caso de Odebrecht que hoy está en el
centro del debate de la corrupción no solo en Brasil sino en Argentina y en el
conjunto de América Latina. Porque la capacidad financiera del Estado brasileño
con el Banco Nacional de Desarrollo, algo que no tiene la Argentina ni ningún
país de la región, lo que hizo fue financiar la transnacionalización de los
grandes grupos económicos del Brasil intentando proyectar al país como poder
económico de la región y desde ahí sustentar un proyecto político regional que
había sido anunciado previamente por Fernando Enrique Cardozo y que Lula
intentaba llevar adelante. No pudo hacerlo en el plano político porque le salió
una competencia más audaz que fue la de Hugo Chávez que fue muy dinámico en la
propuesta de reestructurar las relaciones políticas diplomáticas e
institucionales de la región, especialmente con el ALBA y el impulso a la CELAC
e incluso el intento fallido del Banco del Sur que siempre estuvo muy lejos de
competir con el Banco Nacional de Desarrollo del Brasil, pero que apuntaba en
un mismo sentido de financiamiento para proyectos productivos en la región.
Creo que la crisis
de Brasil solo se entiende si se miran los problemas globales de la economía
mundial, de la crisis mundial del capitalismo y esta situación interna donde
las clases dominantes brasileñas deciden ponerle fin a esta expectativa de
pacto social que suponían los gobiernos del PT y, por lo tanto, la discusión
que se presentó en Brasil desde la salida de Dilma Rousseff fue cómo
restablecer el orden político.
El tema es muy
complejo porque no alcanzó con sacar a Dilma, si uno mira las noticias
periodísticas cotidianamente, se da cuenta que no alcanzaba con que Temer
asumiera la presidencia y se dedicara a satisfacer la demanda de poner fin a
cualquier política de distribución del ingreso, incluso llegar al punto de
congelar los gastos fiscales de Brasil por 20 años, obviamente, actualizados
por la inflación. Es impensado, por ejemplo, imaginar que en la Argentina el
gobierno Macri pudiera plantear un congelamiento del gasto público por 20 años,
mucho le está costando reducir el déficit fiscal, pese a que en su campaña y su
entorno ideológico, desde el gabinete y el Banco Central hay cruzados de
disminución del déficit fiscal. Las relaciones políticas en la Argentina no lo
permiten.
En Brasil la
ecuación política lo permitió y eso que allí aparece con una novedad en la
resistencia popular como fue la gran huelga general de fines de abril, previa
al 1º de mayo. A muchos puede no sorprenderles el impacto de una huelga
general, pero en las condiciones históricas de Brasil fue histórico.
M.H.: Y se repitió hace poco una nueva huelga
general.
En la Argentina se pretende legitimar la
misma agenda liberalizadora que en Brasil desde el consenso electoral logrado
en 2015
J.G.: Así es. Pero fue importante aquella de abril
porque rompió con una tradición histórica de no paro general. Nosotros en
Argentina tenemos una larga historia y tradición de organización del movimiento
obrero mientras que Brasil tiene una profundísima derrota del movimiento obrero
en la década del ´30 y un renacer a fines de los ´70/’80 que es lo que ha
explicado este proceso de acumulación de fuerzas, inclusive de organización del
Foro Social Mundial en el 2001, gobierno del PT en el 2003 y creo que la
principal lectura que hay que hacer es que los problemas brasileños tienen que
ver con la lucha de clases mundial y local, ya que las clases dominantes, los
capitales externos que actúan en Brasil, los capitales locales que se proyectan
en la disputa de la transnacionalización, le ponen fin a esta expectativa de pacto
social que viene desde la Constitución de 1988, de las luchas obreras de fines
de los ´70/’80 e intentos de acumulación de fuerzas con los gobiernos del PT
para pensar en otras perspectivas y por eso creo que hay que pensar esta
realidad en la lógica de lucha de clases y por eso fue que avanzaron en el impeachment. Ahora el problema es Temer,
avanzan sobre él porque avanza con la agenda parlamentaria que incluye además
del tema del gasto público la reforma del trabajo.
M.H.: Hoy estaba planteada la discusión
parlamentaria del tema.
J.G.: La discusión de fondo que está planteada, el
que está en el centro de la discusión es Temer y quién lo continúa en el
gobierno, antes de pensar en las elecciones del año que viene, en la reforma
del trabajo y en la reforma previsional. Te menciono estas dos cuestiones y a
cada rato menciono a la Argentina porque me parece que hay que mirar muy
seriamente el paralelo con nuestro país, porque así como en el sistema mundial
se quería terminar con distintas experiencias de cambio político en América
Latina, más allá de lo que cada uno de nosotros pueda pensar sobre los avances
que se pudieran hacer, había que poner un punto al desarrollo de estas
experiencias y todo venía con golpes, en Honduras, Paraguay, Brasil y Argentina
mostró algo distinto porque no fue con golpe parlamentario sino con consenso
electoral.
Hay que mirar
seriamente lo que acontece en Brasil porque en la Argentina se pretende
legitimar la misma agenda liberalizadora que demandan los grandes capitales
desde el consenso electoral logrado en 2015.
La reunión de la OMC en Argentina es un
respaldo de las clases dominantes a lo que ven como la avanzada política más
clara de la ofensiva del capital mundial en América Latina
M.H.: Continuando en la agenda internacional, y
visto lo sucedido en Hamburgo en el G20, me pregunto si en diciembre estaremos
a la altura de las circunstancias, ya que se reúne en nuestro país.
J.G.: Estaremos a la altura que seamos capaces de
construir, porque así como recién te decía que en Brasil hay temas globales y
nacionales para analizar, lo primero que hay que pensar es por qué la OMC se va
a hacer en Argentina del 10 al 13 de diciembre y por qué Argentina toma la
posta de Alemania coordinando las tareas del G20 para el 2018.
Creo que es una
apuesta de las clases dominantes mundiales para consolidar lo que se propone
como objetivos el gobierno Macri. La OMC decide hacer su oncena ministerial en
Argentina a pedido del gobierno argentino en la segunda mitad del año pasado y
la OMC que tiene como tarea la liberalización de la economía mundial, considera
que es muy oportuno traer los debates a la Argentina, es un respaldo de las
clases dominantes a lo que ven como la avanzada política más clara de la
ofensiva del capital mundial en América Latina para tratar de terminar con la
calificación de cualquier proceso de cambio político en la región. Por eso en
la foto de los presidentes del G20 en Hamburgo en el centro está Merkel, la que
preside el G20 durante todo 2017, y al lado Mauricio Macri que va a comandar
las discusiones del G20 del próximo año.
Es muy importante
que el movimiento social y popular en Argentina trate de profundizar en lo que
significa el desembarco de la OMC en diciembre y del G20 en julio del año que
viene, creo que es un tema insuficientemente instalado.
M.H.: Igualmente ya se ha dado un primer paso.
J.G.: Sí. Ya hace más de un año que hay un grupo
de organizaciones que vienen armando “Argentina mejor sin TLC” organizando
audiencias públicas en el Congreso de la Nación, que hicieron el pasado 24 de
junio una reunión nacional que todavía no es todo lo nacional que se puede,
porque todavía hay grandes organizaciones sociales que tienen una agenda de
mirada muy coyuntural, todavía pesa mucho más la discusión de los salarios y
acuerdos colectivos, que es tremendamente importante porque hace a la calidad
de vida, a la capacidad de compra del salario, pero lo que no se visibiliza es
que hay un proyecto de máxima de las clases dominantes y los capitales más
concentrados que tienen como epicentro afectar los derechos laborales, sociales
y, por lo tanto, el proceso de liberalización afecta a todas esas
reivindicaciones.
Es necesario que
las grandes centrales sindicales y organizaciones sociales de la Argentina, no
solo de movimientos sociales, sino también medianos y pequeños productores
tengan en la perspectiva que todo el canto de sirena que viene con la OMC no los
va a favorecer. Uno de los “dulces” que se presentan en la agenda del OMC es el
e-commerce o comercio electrónico,
como diciendo que a cualquier pequeño productor le va a interesar que desde
cualquier parte del mundo le compren por internet lo que producen; eso es un
verso, no va a ocurrir, el comercio electrónico esta pensado para las grandes
transnacionales de los servicios y la tecnología, que tienen que ver con los
procesos de innovación tecnológica, robótica, que están precisamente en manos
de EE UU y China, los dos grandes competidores de la producción mundial.
Argentina puede
generar un protocolo, una legislación desde la OMC favorable a la
comercialización del comercio electrónico, lo que puede ser nefasto para las
condiciones de la producción y afectar al empleo local.
Es un tema
delicado, está bien que intentemos una mirada positiva de todo lo que se está
haciendo. Hasta hubo presencia de “Argentina sin TLC” en Hamburgo, con un
cartel crítico a las políticas de Macri y tiene que ver con argentinos y
argentinas que están organizando una movida en diciembre para tratar de estar a
la altura de Hambugo, donde hubo una semana con movilizaciones de 10.000 a 50.000
y 100.000 personas. Es impresionante ver las imágenes del inmenso dispositivo
de seguridad desplegado por las fuerzas de seguridad alemanas. Para la reunión
de diciembre se está preparando un operativo de seguridad donde prácticamente
va a ser imposible transitar entre el 10 y el 13 de diciembre entre el Hilton y
el Centro Cultural Kirchner, donde van a estar hospedados y donde se van a dar
las discusiones, todo ese corredor que va de Puerto Madero al CCK va a ser muy
custodiado y cerrado a la circulación.
Lo importante va a
ser que más allá de la confrontación que pueda darse entre quienes quieran
manifestarse y quienes quieran custodiar la seguridad de entre 3.500 a 4.000
participantes en la cumbre de la OMC, es que haya un debate en todo el país
para comprender lo que esto significa y contrarrestar la propaganda oficial que
alienta el discurso de la liberalización y como dato muy concreto plantea
avanzar en Tratados de libre comercio del Mercosur con Europa.
En ese sentido
tenemos que recordar todo lo que discutimos y avanzamos en rechazar los
acuerdos de libre comercio de América Latina con EE UU, que fue la lucha contra
el ALCA al cual en Mar del Plata en 2005 se le puso freno. La pregunta sería
por qué Europa es mejor que EE UU en la relación económica comercial con
Argentina. Digo Europa y podría extenderlo a cualquier potencia económica que
intente Tratados de libre comercio con nuestro país, con el Mercosur y América
Latina en general.
Por esto es tan
importante generar este debate en la sociedad argentina, y ni hablar de lo que
se viene para el G20 en julio del año que viene, por lo cual la movilización de
diciembre de este año tiene que estar a la altura de lo acontecido en Hamburgo
y preparar las condiciones para una masiva movilización en julio del año que
viene, que además debería ser una movilización regional y mundial, ambas, tanto
la de diciembre como la de julio.
M.H.: Para cerrar algún comentario sobre la
coyuntura nacional.
J.G.: El INDEC difundió los datos de
la inflación el martes 11, por primera vez da a conocer el índice de precios
nacionales, ahora se analiza la evolución de la inflación ya no solo del Gran
Buenos Aires sino se desagregan los datos a Cuyo, Noreste, Noroeste, zona
pampeana y patagónica y el mes de junio da una inflación del 1,2% lo que le
permite a las autoridades económicas y al Banco Central decir que la inflación
esta bajando, pero como siempre el 1,2 es un promedio, dentro del cual es más
baja la evolución de los precios de bienes y es más alta la evolución de los
precios de los servicios, es importante el tema de las tarifas que no terminan
de cerrar y que van a seguir aumentando. Por lo tanto, que la inflación sea de
1.2% con tendencia a la baja, la proyección del año que pasó es de una
inflación cercana al 42% y una proyección que va del 22 al 24% para todo este
año, con mantenimiento de la discusión salarial a todo nivel.
El tema de los
docentes estuvo en el centro de la discusión, en este momento hay una parte de
los gremios universitarios que están rechazando el acuerdo hecho por el
Ministerio de Educación, otros que lo están aceptando. Mientras tanto el Banco Central
fijó una tasa de interés a 7 días del 25/26% ratificando una orientación a la
economía especulativa más que a un desarrollo de la economía productiva que
pueda pensar en el restablecimiento del nivel de empleo.
Por lo tanto, tenés
una política monetarista de aliento a la especulación y de restricción a la
capacidad de consumo popular con tendencias al desempleo que continúan
seriamente con una situación económica que se descarga muy duramente sobre la
mayoría de la población.
El debate que hay
en la Argentina, ya no tanto en lo económico, porque los indicadores sociales
no terminan de favorecer a la mayoría de la población, es un debate político
que está muy jugado en el proceso electoral y que lamentablemente más allá de
los debates que se derivan de las encuestas o de las opciones políticas
mayoritarias, lo que no termina de emerger es un debate sobre una política de
carácter alternativa que deje de pensar en términos de hegemonía del capital o
de pacto social para generar condiciones para pensar desarrollos autónomos que
resuelvan la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población
argentina. Es una cuestión política en un momento que tanto Brasil como
Argentina y ni hablar de lo que acontece con Venezuela, está mostrando la
ofensiva del capital sobre el trabajo y los pueblos, y en ese marco tiene
importancia el debate electoral y político en nuestro país.
Buenos Aires, 11 de julio de 2017