Nuevos aumentos en la cotización del dólar contra el peso argentino

Hay nerviosismo en el mercado financiero y cambiario por la escalada de la divisa estadounidense, que llegó a superar los 18 pesos por dólar en el mercado paralelo, y solo con intervención oficial (Bancos oficiales y BCRA) cerró en la fecha por debajo de esos valores.
Preocupa la cotización por el potencial traslado a precios cuando cuesta contener la inflación. No solo porque buena parte de la producción depende de insumos externos, dolarizados, sino por la especulación impune de los principales fijadores de precios en la Argentina.
Adicionalmente preocupa a los nuevos tomadores de préstamos hipotecarios asociados al dólar y a la inflación, que ven alejarse el acceso a la vivienda propia, lo que motivo que el Banco de la Nación flexibilizara la relación entre cuota e ingresos, del 25% al 30% de los salarios de los demandantes del crédito.
La discusión es a cuanto llegará la cotización de las divisas hasta las elecciones primarias de mediados de agosto si es que se consolida un triunfo de la candidata Cristina Fernández en la Provincia de Buenos Aires y más aún, si eso se repitiera en las elecciones definitivas de octubre próximo.
Son especulaciones que esconden fenómenos más complejos y estructurales que hacen a la dependencia del país respecto del dólar y otras monedas del exterior.
¿Por qué especulaciones? Es que en ese sentido es bueno preguntarse qué pasaría si esas previsiones electorales no se confirmaran. ¿Acaso bajaría la cotización del dólar? No parece probable más allá de relativas oscilaciones que pueda tener la divisa estadounidense en estos tiempos.
El dólar puede subir o bajar en su cotización pero la tendencia estructural tiene un sentido ascendente y con incidencia fuerte en la conformación de los precios de la economía dependiente de la Argentina.
Las especulaciones sirven para la disputa del voto, ya que se argumenta que los inversores no ingresan al país por el temor al retorno al gobierno del kirchnerismo.
En realidad, en estas elecciones no se define el retorno kirchnerista al gobierno, y más aún, el ingreso de capitales durante el periodo kirchnerista desmiente el temor de los inversores externos.
Durante el 2015 hubo mayores ingresos de inversiones que en el 2016 o lo que transcurre del 2017, desmintiendo esas especulaciones electoralistas.
El problema es la dependencia
Cualquiera sea el resultado electoral en el país el problema es la dependencia argentina respecto del dólar.
El país no puede funcionar sin el ingreso de divisas, sean dólares, euros u otras monedas. Incluso, bajo las nuevas condiciones políticas en el país se acaba de ratificar el acuerdo suscripto con China en el gobierno anterior para acudir al uso del yuan ante dificultades de la economía local.
Macri pretendía inversores de EEUU o de Europa y ante la ausencia de ellos, bienvenidas las inversiones chinas negociadas en el periodo lirchnerista. Del mismo modo se prefiere el financiamiento de la banca transnacional europea o estadounidense y ante la insuficiencia de ellas, bienvenida la ofrecida por el Banco Popular de China.
La lógica capitalista de la economía local demanda del ingreso de dinero solvente para la producción y reproducción del sistema económico. Por eso la apelación a las inversiones externas, al ingreso de dinero que se aplica a la compra de medios de producción o tecnología adecuada a la época actual del modelo productivo.
Es que los pesos argentinos no son aceptados por los productores mundiales de tecnología de punta en tiempos de robótica, nanotecnología, inteligencia artificial o innovación multiplicada. Es lo que define la competitividad de los países. Los pesos solo sirven para pagar la fuerza de trabajo.
Si hasta el sector más competitivo de la argentina, el campo, requiere de insumos extranjeros, los que se manifiestan en el paquete tecnológico para la producción de la principal mercancía exportada por el país: la soja.
Para pagar los insumos importados hace falta divisa, y los pesos solo para cancelar salarios.
Argentina depende de las divisas, que llegan al país por balance comercial superavitario, ingreso de capitales externos, o endeudamiento. Para el caso local, el ingreso de divisas solo se produce por deuda, ya que existe déficit por mayores importaciones que exportaciones; salidas de capitales por déficit de turismo con el exterior y crecientes remesas de utilidades al extranjero.
La economía local solo puede funcionar con más deuda externa, la que genera intereses que si o si deben cancelarse en cada renovación de los vencimientos del capital principal.
Por esa razón preocupa a las clases dominantes el déficit fiscal y exigen recurrentemente el equilibrio de las cuentas del Estado.
Es un argumento esgrimido por estas horas por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico, la OCDE, que demanda al país la materialización del ajuste fiscal para ser receptado como miembro de esa organización.
La OCDE incluye a los principales países del capitalismo desarrollado, y por la región participan Chile y México. Brasil tiene estado de país colaborador.
Entre las recomendaciones de la OCDE hacia el país se encuentra la reducción de los impuestos, lo que otorga mayor coherencia al ajuste fiscal y la reforma laboral como ajuste estructural para adecuar al país a las demandas de la situación mundial.
Se reitera la orientación para el ajuste la reestructuración regresiva del capitalismo argentino.
Soberanía e independencia como proyecto
Queda clara la presión recurrente para profundizar la dependencia y la connivencia del orden económico local para reproducir una lógica subordinada al capital externo, por lo que resta el desafío de profundizar en el esclarecimiento de una perspectiva soberana e independiente.
La discusión entonces no remite a la cotización de la divisa, sino a la posibilidad soberana de organizar las relaciones socioeconómicas en el país, la región y el mundo.

Buenos Aires, 28 de julio de 2017

Argentina en la Economía de la timba

La política económica del gobierno de Macri ofrece varias apuestas para los jugadores con dinero excedente y que pretenden usarlo como capital, es decir, dinero que se incrementa luego de un proceso de producción y circulación.
Se destaca la carrera entre el dólar u otras monedas extranjeras y las tasas de interés de los títulos públicos, sean las Letras del Banco Central, LEBAC, o las Letras del Tesoro, LETESEsa carrera le gana a la opción por la producción de bienes materiales o servicios para la misma.
Los inversores, o tenedores de dinero prefieren invertir en activos financieros y no arriesgar en contratar fuerza de trabajo y medios de producción para producir y vender, ya que al final se encuentran con un mercado de consumo disminuido precisamente porque el BCRA impulsa una política monetaria restrictiva y retira dinero de circulación al estimular inversiones financieras.
En los bancos ocurre algo similar y en lugar de arriesgar con préstamos para la producción, prefieren invertir en las distintas opciones ofrecidas por el Banco Central.
La tasa de interés del 26,50% se transforma en 29% en el mercado secundario, es decir, en aquel que se re-compran las Letras.
Todo termina estimulando las ganancias financieras que paga el conjunto del trabajo social argentino por intermedio del Estado, ya que todo se financia con ingreso de dinero del exterior; insistamos, dinero que se transforma en capital por el proceso inversor.
El dinero como tal no se valoriza, solo lo hace cuando es parte de un proceso de valorización, sea en la producción o en la circulación, las que actúan en un ciclo combinado, uno con otro.
Así, el Estado ingresa capital desde el exterior bajo la modalidad de dinero de préstamo y se compromete a pagar intereses, que recurrentemente cancela el Estado por encima de cualquier otra obligación.
Por eso se insiste en que las deudas hay que pagarlas, mientras que las actualizaciones o aumentos de los salarios estatales pueden siempre postergarse, del mismo modo que la satisfacción de mayores derechos sociales, de educación, salud, vivienda, recreación, etc.
Con el ingreso de capitales externos se organiza la Economía de la Timba que reproduce el privilegio a la ganancia de pocos y extiende las penurias de la sociedad.
En ese recorrido el BCRA gana reservas y pasó de 25.000 a 50.000 millones de dólares, ahora en 48.000 para contener la escapada del dólar, y anuncia que pretende llegar a 75.000 millones.
Augura así la continuidad de la búsqueda de divisas, las que se consiguen con superávit fiscal, que no es el caso de la Argentina actual con déficit comercial, lo que compromete más aún la situación externa.
También se pueden conseguir por inversiones externas para ampliar la producción y de nuevo, no es el caso de la Argentina.
Más aún, el país es deficitario en turismo con más salida de divisas que ingresos y además, son crecientes las remesas de utilidades al exterior, con lo que el Estado está condenado a incrementar la deuda externa y por eso se recicla la entrada de divisas para sostener la timba de la economía.
El interrogante es si se puede cortar el ciclo de la especulación y la respuesta positiva supone un gran debate en la sociedad para estimular la producción local sobre la base de un cambio del modelo productivo y de consumo.
De otro modo, des-estimular el consumo de divisas, sea para ahorro o para fuga, lo que supone el CONTROL del movimiento de capitales y la socialización de la banca.
No hay necesidad de banca privada para el manejo de recursos sociales de toda la población.
La banca administra recursos sociales y por la tanto la sociedad es quien debe gestionarlos, sea por instituciones públicas o cooperativas.
Claro que la socialización de la banca debe asociarse a la socialización del comercio exterior y definir soberanamente las relaciones económicas internacionales, algo que difícilmente encare el gobierno actual y buena parte de la oposición con posibilidad de disputar el gobierno.
Por ello, lo primero es el debate en la sociedad y definir un rumbo de carácter alternativo que permita discutir que producir y para quién; como distribuir, intercambiar y consumir.
Buenos Aires, 25 de julio de 2017

El impuesto a la compra venta de activos financieros: una ilusión temporaria

Hace tiempo que se discute la eliminación de la exención al impuesto a las ganancias de los beneficios derivados de la intermediación financiera, mientras se mantienen gravados bajo el concepto de “ganancias” los ingresos salariales.
Así, el Impuesto que por definición debiera ser progresivo,  grabando las rentas o ganancias empresarias, resulta también regresivo por la contribución que hacen trabajadoras y trabajadores, más aun cuando el IVA y Ganancias sustentan la mitad de los ingresos tributarios en la Argentina.
Lo curioso es que en estos días se había anunciado la reglamentación del impuesto que gravaba la compraventa de acciones, cuotas y participaciones sociales, incluidas las cuotas partes de fondos comunes de inversión, títulos, bonos y demás valores, cuando comprador y vendedor sean sujetos residentes en el exterior.
El solo anuncio de su reglamentación, aun con lo limitado de la medida, impactó en procesos de desvalorización de acciones y encendió la luz de alerta en ámbitos de decisión sobre la política económica.
Como respuesta a la tensión en el “mercado” y la sensibilidad de los inversores, temerosos a constituirse en sujetos de tributación, la AFIP con el guiño del ministro de Hacienda postergó por 6 meses la puesta en práctica del impuesto, argumentando problemas operativos y de adecuación a las nuevas exigencias por parte de los involucrados en las operaciones.
La realidad es que la medida complicaba aún más la llegada de inversores externos, y aun resignando recaudación, desde el Ministerio de Hacienda continúan con el privilegio y la seducción de las potenciales inversiones foráneas.
Inversiones para la especulación
Por ello, la suspensión por un semestre para hacer efectivo el impuesto podrá reiterarse si continúa la sequía de inversores que reviertan la escasez de fondos aplicados a la expansión de la producción.
En ese marco es que no arranca la reactivación de la economía, aun cuando se pronostica un crecimiento del 3 al 4% del PBI para este 2017. Ese crecimiento no tiene por qué remitir a producción fabril y menos a creación de empleo, o mejoras en salarios o ingresos populares.
La percepción social de debilidad en el funcionamiento de la economía dificulta la disputa del consenso electoral del oficialismo.
Curiosamente, y a contramano de esa apreciación, desde el BCRA y con aval del Ministerio de Hacienda se estimula la especulación financiera y una política monetaria restrictiva ortodoxa para bajar la inflación a cualquier precio.
Volvieron a subir las tasas de interés de las LEBAC y Hacienda licitará la próxima semana Letras del Tesoro por 800 millones de dólares.
No solo es festival de deuda de la Administración central y el banco rector de las finanzas en el país, sino una señal que continúa privilegiando la política económica de la especulación ante cualquier planteo de estímulo a la producción.
Previo a la suba de tasas de interés subieron el dólar, que ya supera el piso de los 17 pesos por dólar, y las tarifas de los combustibles. Ambos datos relevantes relativos a la evolución de la inflación y por eso se radicaliza la ortodoxia del jefe de los banqueros.
Federico Sturzenegger insiste en su ortodoxo planteo aun cuando se pierdan empleos y se alejen expectativas de recuperación del consumo popular, algo que puede incidir en la pérdida de votos oficialistas en las próximas elecciones de medio turno.
A contramano de esa orientación, el Gobierno de la Provincia de Buenos Aires insiste en el acuerdo entre el Banco Provincia y las cadenas de supermercados para resignar rentabilidad a cambio de descuentos que estimulen compras de ciertos productos en una campaña para la disputa del consenso electoral.
La ortodoxia económica tiene el límite de una lectura política que evidencia discusiones al interior del gobierno y que las propuestas de participación estatal para el estímulo del consumo no solo pertenecen a la oposición.
Aun así, el consumo se restringe a una porción de la sociedad con relativa capacidad de consumo, ya que la canasta para no ser pobre supera los 15.000 pesos mensuales y el ingreso promedio está muy lejos de esos valores.
El discurso pro inversiones persiste y por eso en Mendoza se recrearon las condiciones para un acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea, aunque los subsidios agrícolas del viejo mundo retrasan la realidad de rápidos acuerdos.
La cumbre del Mercosur anticipa las dificultades para celebrar acuerdos de libre comercio que la OMC intentará generalizar en diciembre en Buenos Aires, pero no obstaculiza el compromiso discursivo del proyecto oficial con la liberalización de la economía.
Ajuste asegurado
El asunto de las inversiones se resuelve si avanzan los proyectos de restricción de derechos sociales y sindicales para favorecer la rentabilidad empresaria, algo que se procesa más allá de la ortodoxia o la heterodoxia de política económica, que parece convive al interior del oficialismo y más allá.
Por eso se explican los acuerdos parlamentarios en el avance de legislación estratégica, tal el caso del tratamiento del endeudamiento, que cada vez compromete más los recursos fiscales.
Aun conteniendo el déficit primario, la suma de intereses de la deuda agrava el déficit fiscal y compromete recursos públicos y un presente y futuro de ajuste.
Resulta imprescindible superar la discusión entre ortodoxia y heterodoxia para pensar más allá del régimen del capital y actuar con el horizonte de resolver necesidades sociales, aun a costa de los objetivos de los evasivos inversores y sus demandas para escamotear una tributación progresiva.

Buenos Aires, 21 de julio de 2017

La crisis de Brasil solo se entiende si se miran los problemas globales de la crisis mundial del capitalismo

Entrevista a Julio Gambina, director de la Fundación de Investigaciones Sociales y Políticas   (FISYP)

Mario Hernandez

M.H.: Estuviste dos semanas en Brasil, habrás tenido tiempo para analizar la situación que atraviesa el país hermano, me gustaría conocer tus reflexiones.

J.G.: Participé de dos acontecimientos muy importantes que me permitieron intercambiar opiniones muy diversas. Por un lado estuve en el Congreso de la Sociedad de Economía Política de Brasil, una organización que nuclea a economistas marxistas, heterodoxos, una organización de carácter crítico sobre la política y el orden económico brasileños; por lo tanto, pude escuchar una gran cantidad de debates y opiniones de analistas muy profundos de la realidad económica del Brasil.
A la semana siguiente pude participar de un Encuentro de Trabajo Social, lo que me permitió tener un pantallazo de la situación social brasileña. Hay que pensar que Brasil es el país más poblado de la región y el que en términos absolutos, concentra mayor pobreza en toda América Latina. Si uno piensa que Haití es el país más pobre en la región latinoamericana y caribeña, Brasil es el que concentra la mayor cantidad de pobres, aunque también tiene ese inmenso contraste de la más elevada riqueza en la región junto con México. Por eso remarco estos dos encuentros, uno en San Pablo y el otro en el estado de Espíritu Santo en la ciudad de Victoria, que me permitieron compartir con intelectuales brasileños sobre la realidad económica, la realidad social y el debate en torno a la crisis política que hay en Brasil.
A los efectos de comprender lo que pasa en Brasil, la primera conclusión que me permito hacer es que hay que analizar cómo confluyen  los problemas globales con los problemas locales. Cuando pienso en los problemas locales, pienso que Argentina no es muy distinta que Brasil, o Brasil no es muy distinto que México, o la situación de los países de Latinoamérica tiene un punto en común y es que América Latina hoy no está en la mirada de las grandes corporaciones transnacionales como destino de sus inversiones, en todo caso lo que hay es un impacto de la crisis mundial en los países de nuestra América, especialmente Brasil.
No estamos en el momento del boom de las commodities, lo que potenció en los últimos años el carácter primario exportador de nuestros países, especialmente Brasil que en los últimos años apareció como una potencia petrolera sin haberlo sido nunca, un país totalmente deficitario en ese plano que de golpe apareció con el proyecto del Presal una perspectiva de reservas petroleras gigantesca que lo ponen en el apetito del sistema mundial, pero hoy no estamos con un precio internacional del petróleo que haga viable esa perspectiva de explotación de las reservas petroleras del Brasil.
Entonces, el primer elemento es que en Brasil impacta la crisis petrolera global, con los matices propios de Brasil, pero así como hay dificultades para que lleguen inversiones externas a la Argentina, las tan anunciadas para el “próximo semestre” desde hace cuatro semestres por el gobierno Macri, tampoco son las que dinamizan el proceso de Brasil. Y en el plano local lo que se expresa es el fin de un acuerdo social que supusieron los gobiernos del PT, del 2003 al 2016 si bien Temer era parte de la fórmula de Dilma, el ciclo del PT se considera terminado con la salida de Dilma Rousseff del gobierno de Brasil, con el impeachment, el golpe parlamentario perpetrado el año pasado.
Esa conciliación social está expresada en una carta que Lula envía a los grandes empresarios, la burguesía paulista, la clase dominante brasileña, antes de asumir, diciendo que va a cumplir con los acuerdos con el FMI, estoy hablando del año 2002 antes de ser Presidente en ejercicio desde el año 2003 y que, por lo tanto, va a mantener la orientación económica estructural de la economía brasileña; pero lo que va a intentar el gobierno de Lula primero y luego el de Dilma, fue tratar de incluir dentro de los beneficios económicos a esa inmensa magnitud de pobreza que hay en Brasil a partir de la política social masiva que es una característica que se desplegó con rigor en toda América Latina y asumida por los propios organismos internacionales.
Es importante ver esto del pacto social porque la disputa que hay en Brasil por parte de las clases dominantes brasileñas, es tratar de desarmar ese pacto que suponía ganancias para los capitales hegemónicos del Brasil y a la vez mecanismos de inclusión social a través de la política económica y en un sentido más general de la política social como es, por ejemplo, el Plan “Bolsa Familia”.
Esta concepción de pacto social tiene que ver con las luchas de los trabajadores que se dieron a finales de los ´70 y comienzos de los ´80 que son la base de un nuevo partido político en Brasil como es el PT, de una nueva central de trabajadores como es la CUT y la conquista que supuso la constitución de 1988 en Brasil, que para ese tiempo era considerada la más progresista y democrática que se hubiera formulado en América Latina. Lo que luego fue relativizado con la Constitución venezolana y dos décadas después con las Constituciones de Bolivia y Ecuador. Pero hasta entonces la Constitución brasileña de 1988 expresaba una cantidad de reivindicaciones que en el Brasil de aquellos años se decía que era una Constitución más programática que manifestación de derechos reales, y el gobierno del PT, tanto Lula como Dilma Rousseff intentaron materializar con resultados concretos esa Constitución del ´88 expresando una determinada correlación de fuerzas en la sociedad brasileña.
La verdad es que el pacto realizado por Lula con los grandes industriales de San Pablo, con las grandes transnacionales y el compromiso del propio Estado de fomentar  la transnacionalización de los grupos económicos del Brasil, algunos de ellos como nuevos grupos económicos alentados desde el propio Estado, uno de esos es el caso de Odebrecht que hoy está en el centro del debate de la corrupción no solo en Brasil sino en Argentina y en el conjunto de América Latina. Porque la capacidad financiera del Estado brasileño con el Banco Nacional de Desarrollo, algo que no tiene la Argentina ni ningún país de la región, lo que hizo fue financiar la transnacionalización de los grandes grupos económicos del Brasil intentando proyectar al país como poder económico de la región y desde ahí sustentar un proyecto político regional que había sido anunciado previamente por Fernando Enrique Cardozo y que Lula intentaba llevar adelante. No pudo hacerlo en el plano político porque le salió una competencia más audaz que fue la de Hugo Chávez que fue muy dinámico en la propuesta de reestructurar las relaciones políticas diplomáticas e institucionales de la región, especialmente con el ALBA y el impulso a la CELAC e incluso el intento fallido del Banco del Sur que siempre estuvo muy lejos de competir con el Banco Nacional de Desarrollo del Brasil, pero que apuntaba en un mismo sentido de financiamiento para proyectos productivos en la región.
Creo que la crisis de Brasil solo se entiende si se miran los problemas globales de la economía mundial, de la crisis mundial del capitalismo y esta situación interna donde las clases dominantes brasileñas deciden ponerle fin a esta expectativa de pacto social que suponían los gobiernos del PT y, por lo tanto, la discusión que se presentó en Brasil desde la salida de Dilma Rousseff fue cómo restablecer el orden político.
El tema es muy complejo porque no alcanzó con sacar a Dilma, si uno mira las noticias periodísticas cotidianamente, se da cuenta que no alcanzaba con que Temer asumiera la presidencia y se dedicara a satisfacer la demanda de poner fin a cualquier política de distribución del ingreso, incluso llegar al punto de congelar los gastos fiscales de Brasil por 20 años, obviamente, actualizados por la inflación. Es impensado, por ejemplo, imaginar que en la Argentina el gobierno Macri pudiera plantear un congelamiento del gasto público por 20 años, mucho le está costando reducir el déficit fiscal, pese a que en su campaña y su entorno ideológico, desde el gabinete y el Banco Central hay cruzados de disminución del déficit fiscal. Las relaciones políticas en la Argentina no lo permiten.
En Brasil la ecuación política lo permitió y eso que allí aparece con una novedad en la resistencia popular como fue la gran huelga general de fines de abril, previa al 1º de mayo. A muchos puede no sorprenderles el impacto de una huelga general, pero en las condiciones históricas de Brasil fue histórico.

M.H.: Y se repitió hace poco una nueva huelga general.


En la Argentina se pretende legitimar la misma agenda liberalizadora que en Brasil desde el consenso electoral logrado en 2015


J.G.: Así es. Pero fue importante aquella de abril porque rompió con una tradición histórica de no paro general. Nosotros en Argentina tenemos una larga historia y tradición de organización del movimiento obrero mientras que Brasil tiene una profundísima derrota del movimiento obrero en la década del ´30 y un renacer a fines de los ´70/’80 que es lo que ha explicado este proceso de acumulación de fuerzas, inclusive de organización del Foro Social Mundial en el 2001, gobierno del PT en el 2003 y creo que la principal lectura que hay que hacer es que los problemas brasileños tienen que ver con la lucha de clases mundial y local, ya que las clases dominantes, los capitales externos que actúan en Brasil, los capitales locales que se proyectan en la disputa de la transnacionalización, le ponen fin a esta expectativa de pacto social que viene desde la Constitución de 1988, de las luchas obreras de fines de los ´70/’80 e intentos de acumulación de fuerzas con los gobiernos del PT para pensar en otras perspectivas y por eso creo que hay que pensar esta realidad en la lógica de lucha de clases y por eso fue que avanzaron en el impeachment. Ahora el problema es Temer, avanzan sobre él porque avanza con la agenda parlamentaria que incluye además del tema del gasto público la reforma del trabajo.

M.H.: Hoy estaba planteada la discusión parlamentaria del tema.

J.G.: La discusión de fondo que está planteada, el que está en el centro de la discusión es Temer y quién lo continúa en el gobierno, antes de pensar en las elecciones del año que viene, en la reforma del trabajo y en la reforma previsional. Te menciono estas dos cuestiones y a cada rato menciono a la Argentina porque me parece que hay que mirar muy seriamente el paralelo con nuestro país, porque así como en el sistema mundial se quería terminar con distintas experiencias de cambio político en América Latina, más allá de lo que cada uno de nosotros pueda pensar sobre los avances que se pudieran hacer, había que poner un punto al desarrollo de estas experiencias y todo venía con golpes, en Honduras, Paraguay, Brasil y Argentina mostró algo distinto porque no fue con golpe parlamentario sino con consenso electoral.
Hay que mirar seriamente lo que acontece en Brasil porque en la Argentina se pretende legitimar la misma agenda liberalizadora que demandan los grandes capitales desde el consenso electoral logrado en 2015.


La reunión de la OMC en Argentina es un respaldo de las clases dominantes a lo que ven como la avanzada política más clara de la ofensiva del capital mundial en América Latina


M.H.: Continuando en la agenda internacional, y visto lo sucedido en Hamburgo en el G20, me pregunto si en diciembre estaremos a la altura de las circunstancias, ya que se reúne en nuestro país.

J.G.: Estaremos a la altura que seamos capaces de construir, porque así como recién te decía que en Brasil hay temas globales y nacionales para analizar, lo primero que hay que pensar es por qué la OMC se va a hacer en Argentina del 10 al 13 de diciembre y por qué Argentina toma la posta de Alemania coordinando las tareas del G20 para el 2018.
Creo que es una apuesta de las clases dominantes mundiales para consolidar lo que se propone como objetivos el gobierno Macri. La OMC decide hacer su oncena ministerial en Argentina a pedido del gobierno argentino en la segunda mitad del año pasado y la OMC que tiene como tarea la liberalización de la economía mundial, considera que es muy oportuno traer los debates a la Argentina, es un respaldo de las clases dominantes a lo que ven como la avanzada política más clara de la ofensiva del capital mundial en América Latina para tratar de terminar con la calificación de cualquier proceso de cambio político en la región. Por eso en la foto de los presidentes del G20 en Hamburgo en el centro está Merkel, la que preside el G20 durante todo 2017, y al lado Mauricio Macri que va a comandar las discusiones del G20 del próximo año.
Es muy importante que el movimiento social y popular en Argentina trate de profundizar en lo que significa el desembarco de la OMC en diciembre y del G20 en julio del año que viene, creo que es un tema insuficientemente instalado.

M.H.: Igualmente ya se ha dado un primer paso.

J.G.: Sí. Ya hace más de un año que hay un grupo de organizaciones que vienen armando “Argentina mejor sin TLC” organizando audiencias públicas en el Congreso de la Nación, que hicieron el pasado 24 de junio una reunión nacional que todavía no es todo lo nacional que se puede, porque todavía hay grandes organizaciones sociales que tienen una agenda de mirada muy coyuntural, todavía pesa mucho más la discusión de los salarios y acuerdos colectivos, que es tremendamente importante porque hace a la calidad de vida, a la capacidad de compra del salario, pero lo que no se visibiliza es que hay un proyecto de máxima de las clases dominantes y los capitales más concentrados que tienen como epicentro afectar los derechos laborales, sociales y, por lo tanto, el proceso de liberalización afecta a todas esas reivindicaciones.
Es necesario que las grandes centrales sindicales y organizaciones sociales de la Argentina, no solo de movimientos sociales, sino también medianos y pequeños productores tengan en la perspectiva que todo el canto de sirena que viene con la OMC no los va a favorecer. Uno de los “dulces” que se presentan en la agenda del OMC es el e-commerce o comercio electrónico, como diciendo que a cualquier pequeño productor le va a interesar que desde cualquier parte del mundo le compren por internet lo que producen; eso es un verso, no va a ocurrir, el comercio electrónico esta pensado para las grandes transnacionales de los servicios y la tecnología, que tienen que ver con los procesos de innovación tecnológica, robótica, que están precisamente en manos de EE UU y China, los dos grandes competidores de la producción mundial.
Argentina puede generar un protocolo, una legislación desde la OMC favorable a la comercialización del comercio electrónico, lo que puede ser nefasto para las condiciones de la producción y afectar al empleo local.
Es un tema delicado, está bien que intentemos una mirada positiva de todo lo que se está haciendo. Hasta hubo presencia de “Argentina sin TLC” en Hamburgo, con un cartel crítico a las políticas de Macri y tiene que ver con argentinos y argentinas que están organizando una movida en diciembre para tratar de estar a la altura de Hambugo, donde hubo una semana con movilizaciones de 10.000 a 50.000 y 100.000 personas. Es impresionante ver las imágenes del inmenso dispositivo de seguridad desplegado por las fuerzas de seguridad alemanas. Para la reunión de diciembre se está preparando un operativo de seguridad donde prácticamente va a ser imposible transitar entre el 10 y el 13 de diciembre entre el Hilton y el Centro Cultural Kirchner, donde van a estar hospedados y donde se van a dar las discusiones, todo ese corredor que va de Puerto Madero al CCK va a ser muy custodiado y cerrado a la circulación.
Lo importante va a ser que más allá de la confrontación que pueda darse entre quienes quieran manifestarse y quienes quieran custodiar la seguridad de entre 3.500 a 4.000 participantes en la cumbre de la OMC, es que haya un debate en todo el país para comprender lo que esto significa y contrarrestar la propaganda oficial que alienta el discurso de la liberalización y como dato muy concreto plantea avanzar en Tratados de libre comercio del Mercosur con Europa.
En ese sentido tenemos que recordar todo lo que discutimos y avanzamos en rechazar los acuerdos de libre comercio de América Latina con EE UU, que fue la lucha contra el ALCA al cual en Mar del Plata en 2005 se le puso freno. La pregunta sería por qué Europa es mejor que EE UU en la relación económica comercial con Argentina. Digo Europa y podría extenderlo a cualquier potencia económica que intente Tratados de libre comercio con nuestro país, con el Mercosur y América Latina en general.
Por esto es tan importante generar este debate en la sociedad argentina, y ni hablar de lo que se viene para el G20 en julio del año que viene, por lo cual la movilización de diciembre de este año tiene que estar a la altura de lo acontecido en Hamburgo y preparar las condiciones para una masiva movilización en julio del año que viene, que además debería ser una movilización regional y mundial, ambas, tanto la de diciembre como la de julio.

M.H.: Para cerrar algún comentario sobre la coyuntura nacional.

 J.G.: El INDEC difundió los datos de la inflación el martes 11, por primera vez da a conocer el índice de precios nacionales, ahora se analiza la evolución de la inflación ya no solo del Gran Buenos Aires sino se desagregan los datos a Cuyo, Noreste, Noroeste, zona pampeana y patagónica y el mes de junio da una inflación del 1,2% lo que le permite a las autoridades económicas y al Banco Central decir que la inflación esta bajando, pero como siempre el 1,2 es un promedio, dentro del cual es más baja la evolución de los precios de bienes y es más alta la evolución de los precios de los servicios, es importante el tema de las tarifas que no terminan de cerrar y que van a seguir aumentando. Por lo tanto, que la inflación sea de 1.2% con tendencia a la baja, la proyección del año que pasó es de una inflación cercana al 42% y una proyección que va del 22 al 24% para todo este año, con mantenimiento de la discusión salarial a todo nivel.
El tema de los docentes estuvo en el centro de la discusión, en este momento hay una parte de los gremios universitarios que están rechazando el acuerdo hecho por el Ministerio de Educación, otros que lo están aceptando. Mientras tanto el Banco Central fijó una tasa de interés a 7 días del 25/26% ratificando una orientación a la economía especulativa más que a un desarrollo de la economía productiva que pueda pensar en el restablecimiento del nivel de empleo.
Por lo tanto, tenés una política monetarista de aliento a la especulación y de restricción a la capacidad de consumo popular con tendencias al desempleo que continúan seriamente con una situación económica que se descarga muy duramente sobre la mayoría de la población.

El debate que hay en la Argentina, ya no tanto en lo económico, porque los indicadores sociales no terminan de favorecer a la mayoría de la población, es un debate político que está muy jugado en el proceso electoral y que lamentablemente más allá de los debates que se derivan de las encuestas o de las opciones políticas mayoritarias, lo que no termina de emerger es un debate sobre una política de carácter alternativa que deje de pensar en términos de hegemonía del capital o de pacto social para generar condiciones para pensar desarrollos autónomos que resuelvan la satisfacción de las necesidades de la mayoría de la población argentina. Es una cuestión política en un momento que tanto Brasil como Argentina y ni hablar de lo que acontece con Venezuela, está mostrando la ofensiva del capital sobre el trabajo y los pueblos, y en ese marco tiene importancia el debate electoral y político en nuestro país.
Buenos Aires, 11 de julio de 2017

Privilegio de la ganancia por encima del salario

La situación económica está complicada para la mayoría de la población, especialmente los de menores ingresos, con inflación y bajo crecimiento, desempleo, seguido de represión (PepsiCo) y miserabilización de la vida cotidiana.
El fondo de la cuestión está asociada a una política económica que deliberadamente promueve la restricción del consumo popular, al punto que estimula tasas de interés elevadísimas para invertir en Letras del Banco Central, ratificada en estos días a un 26,25%.
Especulación versus producción y consumo popular
Así, lo que se promueve es la especulación y quien tiene dinero sobrante lo coloca en LEBAC (Letras del Banco Central), u otros activos financieros, públicos o privados. Es el caso de las inversiones en divisas (dólar, euro, etc.), con lo que aumenta el tipo de cambio o cotización de las monedas externas (dólar a $17,28) y luego se extiende a los precios, tal como vimos hace poco con el combustible, y ya sabemos que faltan en este segundo semestre del 2017 dos actualizaciones más del precio de las naftas.
Sin embargo, esta semana sorprendió el acuerdo del Banco Provincia de Buenos Aires y los Supermercados, quienes a instancia del gobierno provincial dispusieron una oferta, uso de tarjetas mediante, con devolución del 50% de las compras hasta un máximo de reintegro por $1.500.
Quién compraba hasta $3.000 recibiría la bonificación en su cuenta bancaria. El BAPRO aportó el 30% y los supermercados el restante 20%. Hubo colas extensas y record de ventas para un segmento que mantiene capacidad de consumo o que reorganizó su compra mensual, quincenal o semanal para aprovechar la oportunidad.
Atrás de ese fenómeno de consumo estuvo la decisión oficial de la gobernadora Vidal, en plena campaña electoral y en un distrito en el que todos los analistas coinciden que se define la disputa política entre el macrismo y el kirchnerismo.
¿Es una contradicción con la política oficial nacional? No, ya que nacionalmente se avanza hacia el ajuste, tanto como se pueda y mientras, se mantiene la política social masiva, aun cuando se pretenden recortes en salarios estatales, jubilaciones, prestaciones y otros ámbitos del gasto público.
El propio Macri y funcionarios del gabinete afirman que el resultado favorable a Cambiemos en Octubre será el aval social para avanzar con decisión en un ajuste fiscal que tiene consenso en los principales medios de comunicación y formadores de opinión pública.
Sirve el caso comentado para pensar que la resignación de utilidades del Banco oficial del Estado provincial más rico y de algunos de los principales supermercados, mayoritariamente de capitales externos, aun siendo una acción restringida y para ganar votos, favorece el crecimiento del consumo y puede inducir la demanda de bienes y servicios.
Salarios o ganancias
Reorientar ingresos en desmedro de las ganancias favorece el consumo y el ingreso popular,  y puede potenciar el crecimiento de la producción y el empleo.
Salarios y ganancias son las partes componentes del ingreso total de la sociedad. Todos vivimos de salarios o de ganancias, incluida la población inactiva o pasiva.
No hay dinero en los bolsillos que no provenga de su origen en la distribución funcional del ingreso, sea como propietarios de medios de producción o como propietarios de la fuerza de trabajo.
Hasta el que roba apunta a trabajadores o a empresarios; y los recursos fiscales o previsionales tienen origen en salarios o ganancias.
La disyuntiva es ganancias o salarios, que solo puede disimularse cuando crece la economía y esconde la desproporción en la distribución del ingreso entre unos y otros.
Se trata de una contradicción insalvable, que explica en la cotidianeidad las diferencias de objetivos entre la minoría dominante que apropia ganancias y la mayoría empobrecida que vive de la venta de su fuerza de trabajo.
El objetivo de la política económica privilegia la rentabilidad y el desafío es construir nuevo sentido común para instalar una lógica de satisfacción de necesidades, lo que orienta a la civilización a la ruptura del dilema entre ganancias y salarios para rumbear hacia una lógica de satisfacción de necesidades.

Buenos Aires, 14 de julio de 2017

El G20 y el debate sobre el orden mundial

Desde el 2008 funciona el G20 como cumbre de Presidentes para considerar la crisis mundial del capitalismo y sus formas de solución. Poco ha salido de esos cónclaves aunque ya son una rutina del sistema mundial. Ahora Alemania coordina las reuniones y en el 2018 lo hará Argentina, presidida por el gobierno de Mauricio Macri, que genera expectativas entre las clases dominantes del mundo sobre el futuro y las perspectivas de la región latinoamericana y caribeña.
Es que Nuestramérica ocupó desde el comienzo del Siglo XXI el lugar del cambio político respecto de la hegemonía neoliberal construida desde la salida a la crisis de fines de los 60 y comienzo de los 70. Lo que empezó como terrorismo de Estado en el cono sur de América, está ahora extendido como militarización del sistema mundial. Las experiencias desplegadas desde el caracazo, aun con matices, generaron esperanzas y expectativas en el ámbito global, alentando nuevos procesos de transformación social más allá de la región.
La respuesta ante la amenaza de nuestra región al poder mundial fue antidemocrática, con “golpes parlamentarios” en Honduras, Paraguay o Brasil. La legitimación por la disputa de un retorno a la agenda de la liberalización la otorgó el triunfo electoral de Macri en Argentina del 2015. Esa legalidad de origen intenta ser legitimada con señales políticas e ideológicas provenientes del poder mundial, desde la visita de Obama o Merkel a la Argentina, la amistad de Trump hacia al Jefe de gobierno en la Argentina; las visitas de los organismos internacionales y el desembarco de la OMC en diciembre próximo. La frutilla es la presidencia del G20 para el próximo año 2018.
El G20 y la disputa hegemónica
El G20 trata sobre la crisis mundial y genera agenda para retomar el rumbo de la liberalización (apertura económica) afectado por los sucesos múltiples que hicieron eclosión hacia el 2008 con fuerte impacto en la gran banca de inversión estadounidense (Lehman Brothers entre otros) y que se extendió al conjunto del orden mundial en materia económica, financiera, alimentaria, energética, medio ambiental, poniendo en discusión el orden civilizatorio contemporáneo.
Las reuniones como tales poco resuelven en términos económicos y sociales, pero sirven para actualizar las correlaciones de fuerza sobre el orden mundial.
EEUU fue el mentor del grupo, convocado por George Bush en las postrimerías de su mandato, ampliando desde el G7 (EEUU, Alemania, Francia, Inglaterra, Italia, Japón y Canadá) con países emergentes como China y Rusia; México y Brasil; Sudáfrica, el ámbito del consenso para las orientaciones de política global. Argentina era parte del G20 “técnico” surgido en 1999 y quedó como socio fundador junto a otros invitados que no integraban el núcleo originario, caso de la Unión Europea o España. Estos, demandaron ser parte del selecto grupo autoerigido por encima de la ONU para discutir las vicisitudes de la crítica emergente hacia el 2008.
La reciente reunión en Hamburgo encontró en soledad a Trump, que no convalidó el consenso sobre el acuerdo de Paris como ámbito relativo al tratamiento sobre el calentamiento global. ¿Es debilidad o fortaleza de EEUU? Lo que se disputa es la hegemonía del sistema capitalista en las condiciones de débil crecimiento que replican año a año las estadísticas y pronósticos de organismos internacionales como el FMI o el Banco Mundial.
EEUU es el único que impone condiciones globales desde su poderío económico, especialmente de su moneda (pese a las debilidades del dólar), su despliegue militar y su influencia ideológica simbólica cultural. La soberanía monetaria le permite al gobierno en Washington sostener el déficit fiscal y comercial que quiera (dicho relativamente) junto al mayor endeudamiento en términos absolutos en la propia moneda. Si bien son un conjunto de Estados federados, su lógica histórica integrada les permite compensar con política fiscal las limitaciones de estados sub nacionales con dificultades.
No ocurre lo mismo en Europa, donde la hegemonía alemana no favorece el sostenimiento de Estados nacionales en situación crítica, claramente demostrado en Grecia, pero también expresado con España, Italia, Portugal u otros socios de menor envergadura en el armado europeo. Europa está lejos de ser la Federación que es EEUU, aun cuando su estrategia de integración lo supone.
Japón arrastra su crítica situación de crecimiento pobre desde los 90 del siglo pasado y ve limitada sus posibilidades en la disputa hegemónica, sobre todo con la emergencia de China como actor económico y político mundial en las últimas décadas. China se potencia en la sociedad con Rusia y su proyección desde que en 2013 frenó la iniciativa militar estadounidense contra Siria. Canadá solo actúa como socio menor de las decisiones estadounidenses.
Insistamos que EEUU es el único país en condiciones de funcionar con relativa autonomía del sistema mundial. Eso se sustenta en la soberanía monetaria desplegada desde 1971 con la inconvertibilidad del dólar. Ni las tenencias chinas de billones de dólares invertidos en Bonos del Tesoro son problema, ya que de ser necesario se cancelan con emisión, lo mismo que los déficit gemelos (fiscal o comercial), todo lo que sustenta el ahorro privado y la inversión del capitalismo estadounidense.
Nadie en el mundo tiene esa cualidad, más allá de cualquier intento de política económica de austeridad o en la contrapartida de expansión monetaria. Es quizá China el único que avanza en el sentido de lograr una monedad nacional con aceptación mundial, el esfuerzo de los últimos años desde su predominio en la producción material e innovación tecnológica asentada en robots, nanotecnología e inteligencia artificial, promovido en la extensión en relaciones comerciales y económicas con todos los países del mundo.
En el G20 se expresan estas tensiones y mientras EEUU discute la reorganización a su favor de las relaciones globales y la liberalización, China organiza sus vínculos sosteniendo aspiraciones tradicionales del libre comercio de quien disputa un lugar en la hegemonía del capitalismo. Se discute el rumbo del mundo y EEUU sigue teniendo la manija y el poder global desde el dólar, su capacidad bélica y de influencia cultural. No se trata de Occidente contra Oriente, sino de la hegemonía en la orientación del orden capitalista.
Argentina y su papel en el mundo
Ahí se mueve la Argentina, reconocida por el poder mundial por la potencialidad de modificar el rumbo estratégico de Nuestramérica, desde el cambio político de estos primeros años del Siglo XXI a la reinserción subordinada en la lógica liberalizadora que imponen los grandes capitales transnacionales que organizan el modelo productivo y de desarrollo contemporáneo.
Macri lo había imaginado con el liderazgo demócrata de Hillary Clinton, pero sin problema en adecuarse con Donald Trump aun cuando solo aparecen negocios e inversiones desde China.
Insistamos, ni occidente ni oriente, solo capitalismo de época, transnacionalizado y liberalizador, a pesas del medio ambiente y de la calidad de vida de la fuerza de trabajo y los pueblos.
Argentina se prepara para cumplir su papel en la lógica de sustentación del orden capitalista. No tiene soberanía monetaria ni define la orientación de la producción para atender las necesidades de su población. Depende de los ingresos de divisas: dólares, euros, yenes o yuanes, pesos brasileños o chilenos, en rigor, de quien esté dispuesto a transformar dinero en capital para una lógica de producción y reproducción de una cotidianeidad inserta de manera subordinada en el mundo. Por ahora solo obtiene fondos para la especulación financiera que se pagan con el producto del trabajo social en el país, canalizado vía presupuesto.
El gobierno Macri sustenta un discurso funcional a los requerimientos del poder global y que pretende sea asumido como lo único posible. Es un relato acompañado masivamente por la prensa y el clima de un “sentido común” que no imagina pensar más allá del capitalismo. Las oposiciones tienen dificultad para alejarse del núcleo duro del diagnóstico y propuesta macrista, ya que Argentina no se movió del modelo productivo y de desarrollo organizado desde la dictadura genocida.
La inserción subordinada a la transnacionalización no nace en 2015 y la clase dominante poblada por acreedores externos, transnacionales de la alimentación y la biotecnología; las automotrices y las petroleras; junto a los servicios bancarios y grandes cadenas comerciales entre otros, son parte de una estrategia asociada a la liberalización mundial emanada desde la imaginación e iniciativa del Plan Martínez de Hoz en adelante. Es cierto, que en el medio no todo es lo mismo y existen momentos de la historia reciente que intentaron políticas que morigeren esos reaccionarios efectos, pero sin afectar el núcleo estructural de redefinición de las relaciones sociales de producción hegemónicas en el país.
El gobierno Macri intenta “normalizar” la situación en Argentina, difícil por la tradición de lucha de sus trabajadoras y trabajadores, con larga trayectoria de confrontación en la disputa de derechos sociales. El país es el trampolín que miran las clases dominantes mundiales para recuperar la región Nuestramericana a la “normalidad” capitalista del libre comercio y la liberalización.
No es tarea sencilla o fácil, no solo por las luchas locales extendidas en Argentina, sino por la persistencia y la consolidación de la propuesta boliviana del proceso de cambio y la defensa del proceso bolivariano venezolano con su constituyente y la intención de hacer visible su experiencia de poder comunal escasamente conocido; pero también con el empecinamiento cubano para sostener un proyecto socialista en tiempos de transición gubernamental de la histórica camada de la revolución a nuevas generaciones.
Antiimperialismo en nuestro territorio
La intencionalidad del poder mundial se sustenta en la posibilidad de visibilizar la realidad política local con el cónclave de la ministerial de la OMC en Argentina en Diciembre y del G20 en Julio del 2018. En ambas reuniones se trata la agenda de la transnacionalización, el aliento al libre juego (mentiroso) del mercado, como expectativa del imperialismo.
Si esa agenda avanza, sea en materia de comercio electrónico, liberalización de la pesca o cambio educativo (reaccionario y privatizador) causará importantes efectos regresivos en materia de desempleo y súper explotación, no solo en el país, sino en todo el mundo, por lo que se requiere continuar el ejemplo de la protesta extendida en las calles alemanas por los movimiento sociales y políticos críticos con el programa de máxima de la dominación y por el antiimperialismo.
El gigantesco operativo de seguridad no impidió la visibilidad que adquirió la protesta, mostrando que no solo hay política e ideología del poder, sino también iniciativa de contrapoder y búsqueda en la construcción de alternativas civilizatorias, como antigua búsqueda emancipadora de los pueblos.
Por ello es que existe el desafío de construir una gran respuesta contra las cumbres de la OMC y el G20 en Argentina, algo que está en proceso, en simultáneo a la represión que se planifica, para intentar blindar a los visitantes del poder mundial que negociarán la liberalización en territorio porteño a nombre de la OMC o del G20.
El G20 cumplirá una década en 2018 desde su nueva función asumida en 2008 y sus resultados son escasos para el propio poder mundial. Ni hablar para los desempleados y empobrecidos del mundo. La desigualdad creciente es la realidad de los esfuerzos por normalizar el “mercado libre”. Otro tanto ocurre con las negociaciones de la OMC, atravesadas por las disputas entre los capitales hegemónicos y sus países de origen por liderar la situación mundial contemporánea.
La voz de los pueblos es la otra cara, más allá de la liberalización y en la búsqueda de otro orden, más asentado en la producción de valores de uso que bienes de cambio, por la des-mercantilización y la ampliación de derechos, por las soberanías alimentarias, energéticas, populares; por la emancipación social.
Más allá del debate por las opciones neoliberales o neo-desarrollistas para sustentar el orden del capital, hay posibilidad de pensar en otro mundo posible y desarrollar la experiencia histórica de la lucha de los pueblos. Claro que esto que escribo está atravesado por una fecha de tradición histórica en la Argentina como es el día de la independencia nacional.

Buenos Aires, 9 de julio de 2017