El partido de la deuda avanza en
el Parlamento para convalidar la estafa de los holdouts o fondos buitre,
empujados por la justicia de EEUU, cuando los fallos o investigaciones
judiciales locales vegetan entre la maraña de archivos que escamotea la
burocracia legislativa y judicial.
La dependencia económica y
política es evidente en la iniciativa, una más, para privilegiar usos de
recursos públicos destinados a cancelar deuda ilegal, ilegitima y odiosa, por
lo menos hasta que se demuestre lo contrario, lo que requiere de una profunda
auditoria con participación popular. Esa investigación, luego de conocidos sus
resultados, habilitaría a la convocatoria a una consulta popular para definir
el pago o la anulación total o parcial de la deuda.
Claro que esa no es la idea de
un gobierno y sus aliados parlamentarios que responden a una estrategia de
inserción internacional de la Argentina diseñada desde Wall Street.
Fue curioso escuchar en la ronda
de expertos sobre el acuerdo en marcha del lunes 7/3 pasado, como los
apologistas del mercado, la negociación y el endeudamiento exponían sus
hipótesis de bajas de tasas a futuro y la buena noticia que suponía el arribo
de inversores y prestamistas externos. No se trataba de lobistas, sino de los
representantes de la Bolsa y el Mercado de Valores, de las entidades bancarias
y de los profesionales de la economía, habituales consultores en estos ámbitos
en que se define la especulación local.
Esta semana, la Provincia de
Buenos Aires tomó 1.200 millones de dólares al 9,37% y por 8 años. Una tasa
usuraria si se la compara con el costo del financiamiento de otros países de la
región, que logran tasas del 50% de lo que pagará el Estado bonaerense. No se
entiende la urgencia en la toma de préstamos externos a ese precio, si la
hipótesis es la baja del costo del dinero como resultado del acuerdo
parlamentario. Lo real es que aun con acuerdo, hay probabilidad de continuidad
de la litigiosidad contra la Argentina, lo que supone elevadas tasas de
interés, más allá de los dichos por el gobierno y sus aliados del partido de la
deuda.
Resulta evidente que solo son
hipótesis infundadas sobre crédito barato y que en ese imaginario no se piensa seriamente
en conseguir recursos externos para la promoción del empleo, ya que los
préstamos, hasta ahora son para tapar huecos derivados de la crisis fiscal y
resolver vía endeudamiento la disputa de consenso ante un ajuste que resulta
cada vez más evidente. Es lo que quedó claro en la reunión del presidente con los
gobernadores, que a cambio de anticipar fondos mayores de coparticipación,
instruirán a sus diputados y senadores para acompañar una votación favorable en
el Congreso para derogar las leyes cerrojo y de pago soberano e instrumentar el
mecanismo de endeudamiento para cancelar a los especuladores buitre y otros no
ingresados a los canjes del 2005 y 2010.
Deuda,
ajuste y liberalización
No es deuda o ajuste como
sugieren desde el Ministerio de Economía, es deuda y ajuste, que se descarga
sobre la mayoría empobrecida del país.
La convergencia de ambas
cuestiones, se manifiesta en la continuidad de los despidos estatales y del
sector privado, exacerbados con una política monetaria restrictiva que enfría
la economía y agrava todo pronóstico recesivo para el 2016. La estanflación en
curso es la razón por lo que avanza la convergencia de las diferentes centrales
sindicales en una protesta a corto plazo, que no solo involucra al salario y
las negociaciones colectivas, sino también a la demanda contra el impuesto a las
ganancias y los ingresos derivados de la política social.
El problema es la dispar
evolución de los precios y los salarios. Mientras los ingresos salariales están
en proceso de actualización en negociaciones paritarias, los precios aumentaron
8,3% entre enero y marzo. Si se cuenta desde diciembre pasado el incremento
asciende a 12,5%. La proyección anual dispara un 32,9%. Todo en un marco donde
la evolución del tipo de cambio entre el peso y el dólar promueve una política
de elevación de tasas de interés de parte del Banco Central que obstaculiza
cualquier opción de crédito para la producción. La realidad es el estancamiento
y la inflación, un cuadro desfavorable para la mayoría de la población.
Vale mencionar que la dupla
ajuste y mayor endeudamiento previsto con el acuerdo sobre los fondos buitre,
es una condición para incorporar al país a las negociaciones de los tratados
internacionales de libre comercio, especialmente el Acuerdo del Pacífico,
instrumento de reinstalación de la lógica aperturista del ALCA, que fuera
rechazado por el Mercosur desde Argentina en 2005.
La inserción en esa lógica de
libre cambio y apertura económica requiere de bajas de salarios para mejorar la
competitividad local y la promoción de inversiones externas en condiciones muy
favorables para la rentabilidad deseada por los inversores externos. Es el caso
de Chevron e YPF, que por ahora motoriza la renuncia del titular de YPF y de la
jueza interviniente en develar el contrato secreto (exigido por la Corte
Suprema de Justicia) y con el escándalo que supone la voltereta del PRO, ayer
críticos de la cláusula secreta y hoy a favor. Todo sea por los negocios.
Contrario a lo que algunos
pueden pensar, no hay improvisación en el rumbo económico del gobierno Macri,
sino decisión de avanzar en el programa de máxima del gran capital por la
liberalización económica de la Argentina. El sendero que lleva a ese destino es
el ajuste en curso financiado por nuevo y mayor endeudamiento externo, y ante e
conflicto, represión y protocolo de seguridad.
Buenos
Aires, 11 de marzo de 2016
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