Este comentario será efímero.
Solo tendrá vigencia por algunas horas, ya que pronto, el 22/11, el voto
definirá quien asumirá la presidencia de la Argentina para el próximo periodo
que se inaugura el 10/12.
La discusión es intensa en
varios ámbitos que transitamos en nuestra cotidianeidad. Se debate el último
discurso de uno u otro de los candidatos y el sentido de cada campaña. Se
discute el comentario de algún analista o político afín a uno u otro, a al voto
blanco o la impugnación.
Entre los argumentos se
encuentra la utilidad o no de las opciones en curso y en las familias y entre
amigos aparece la pasión irreconciliable.
Lo determinante es la
politización que genera el acontecimiento electoral y hace tiempo que esto no
ocurre. Es una aspiración que este estado de discusión política se sostenga más
allá del acto electoral del 22/11.
El asunto está asociado al
sistema electoral que introduce la opción del balotaje y algunos insospechados
de adhesión hacia algún candidato incorporan el lenguaje de la facción que
sostiene la candidatura.
Por un lado están los que optan
por Scioli y argumentan que es el mal menor e incluso defienden el modelo de
país agredido por el candidato de la derecha. Hasta ayer nomás sustentaban otra
candidatura, insatisfechos con el gobierno o la oposición ahora más votada.
Otros optan por Macri, no por convicción, sino cansados del kirchnerismo, tal
como argumentan en el propio oficialismo.
Algunos definen la ecuación en
términos de abismales diferencias de proyectos políticos de candidatos que
gobiernan hace 8 años el distrito Capital y la Provincia de Buenos Aires. Ambos
candidatos mantuvieron diálogos amistosos hasta ayer nomás. Se los veía
compartir y disputar fútbol, como escenarios de debate político. Hasta hubo acuerdos
para aprobar legislación que hiciera gobernable ambos distritos, claro que
también diferencias, para no igualarlos en toda la línea.
Solo aparecieron las diferencias
ahora, con el balotaje, y los dos corrigen sus discursos en busca de los electores
necesarios.
Daniel Scioli asume algunas propuestas
de Massa, como el 82% móvil para el salario mínimo o la actualización del
mínimo no imponible del impuesto a las ganancias de cuarta categoría. No se
entiende por qué no remitió una ley al Congreso en ese sentido. Mauricio Macri
sostiene ahora la gradualidad en la eliminación de las restricciones al mercado
de divisas, el llamado “cepo”.
Un interrogante es si los
compromisos de última hora serán un pacto de ejecución desde el 10/12 o solo
estratagema al límite de la elección final.
¿Qué
esperar luego del 22/11?
Con el resultado electoral se
conocerá los equipos completos que acompañarán al Presidente electo, aun cuando
el oficialismo ya anticipó el gabinete. A partir de allí podrán deducirse las
orientaciones de las primeras medidas de política económica y orientaciones en
diferentes áreas de gobierno. Esta política económica se deriva del diagnóstico
que realicen sobre el estado de las cuentas nacionales. Ese es el marco para
entender que cambia y que se continúa.
Puede cambiar el diagnóstico
sobre la situación de los precios y su medición; lo que supone correcciones o
continuidad de la política económica en ese sentido. Ello va desde que hacer
con el INDEC hasta definir la política de gobierno en materia de negociación salarial,
especialmente entre los docentes, un clásico en cada fin de año y comienzo de
otro. Pero si de precios se habla, ello incluye el del dólar, el tipo de
cambio, y de hecho, la relación entre el peso y las monedas extranjeras. Todos sabemos,
en las condiciones actuales, que ese precio se traslada a varios otros precios
de la economía, con pérdidas directas en la capacidad de consumo entre los
perceptores de ingresos fijos y ganancias acrecidas entre grandes productores y
exportadores.
Vale mencionar con relación a
operaciones a futuro sobre divisas, que la Justicia allanó esta semana el BCRA
y preventivamente se suspendieron esos negocios hasta la próxima semana, pasado
el balotaje. Todo para evitar especulaciones con divisas en un momento de bajas
reservas internacionales. Donde se especuló en forma fue en la Bolsa de
Valores, especialmente con acciones de las empresas de energía, puesto que los
operadores bursátiles descuentan la disminución o eliminación de los subsidios
de las tarifas (precios de los servicios públicos privatizados).
En materia de precios, algunos
imaginan la convocatoria a algún tipo de pacto social entre patrones y
trabajadores; una conciliación para contener precios de bienes y servicios por
un lado y de salarios por el otro. Es una ecuación en la que siempre pierden
los trabajadores, máxime cuando más de un tercio del trabajo es informal,
precario y con un promedio de ingresos que apenas ronda los 6.000 pesos
mensuales.
Una gran incógnita, de lo que
poco se habla, es como negociarán los candidatos, ya presidentes, el tema de la
deuda, especialmente con los fondos buitres que tienen sentencia de la Justicia
estadounidense que obliga a la Argentina a cancelar el 100% de la deuda
reclamada. Existe una comisión bicameral que ya debió expedirse sobre una
investigación de la deuda entre 1976 y el presente y nada se sabe al respecto.
Algunos de los legisladores designados vencen en su mandato el 10/12 y todo
indica que la investigación de la deuda desde la dictadura seguirá siendo una
asignatura pendiente.
Lo
que no se discute
La política económica puede
cambiarse total o parcialmente, pero no el modelo productivo y de desarrollo
que comparten ambos candidatos.
Se trata de la expansión de la
frontera agrícola, principalmente sojera; la mega minería a cielo abierto; o la
extracción de hidrocarburos no convencionales vía fractura hidráulica (fraking).
Extractivismo exacerbado dicen algunos; otros directamente capitalismo, en la
era de la transnacionalización. En la industria se sostiene el modelo de
armaduría con dependencia al ingreso de insumos que define la dependencia del
sistema fabril de la tecnología de las transnacionales, algo común en la producción
agraria e industrial.
Ambos candidatos son tributarios
de la dependencia de las inversiones externas y el crédito del sistema
financiero mundial. La dependencia está en el centro del modelo productivo y de
desarrollo, sustentado en la aplicación del consumo y el endeudamiento público,
privado y personal.
Me discutía un compañero que es
lógico que esto no se discuta, ya que el capitalismo es la norma del presente,
no solo para Argentina y la región, sino para todo el planeta. Con ello, el
capitalismo es el límite de lo que puede sostenerse en la coyuntura y cualquier
otro horizonte solo entraría en el campo de lo utópico. Por ende, el
capitalismo no se discute y es el límite de lo posible.
El horizonte del otro mundo
posible a que convocaban las movilizaciones locales, regionales y globales en
el 2001, solo son parte del recuerdo para buena parte de los críticos al orden
neoliberal. Otros claro, demandan, aun con eufemismos el retorno a las políticas
de mercado, a la apertura económica y a la libertad de mercado en tiempos de
dominación monopolista, lo que niega en la práctica la llamada libertad de
competencia o el régimen de libre mercado.
Todo un problema cuando se trata
de definir el rumbo por el que luchamos; nuestro horizonte para explicitar una
conducta, en este caso, la opción electoral, por uno, otro, o blanco o
impugnación.
Inserción
internacional y DDHH
Es cierto que existen algunos temas
centrales donde aparecen posicionados en contradicción los candidatos, y en los
que conviene detenerse. Remito a la inserción internacional de la Argentina y a
la política de Derechos Humanos, especialmente los relativos a la memoria sobre
la Dictadura.
El candidato Macri anticipa que
llevará al seno del Mercosur la cláusula democrática contra Venezuela y más
grave aún, existen amenazas en estas horas que repiten el dicho de la derecha
sobre el “curro” de los DDHH.
Todo ello puede anticipar un
corrimiento de las alianzas internacionales de la Argentina, más proclives a la
agenda estadounidense.
El tema preocupa, no solo por lo
que acontece en el país. Por caso, en Uruguay existen reclamos contra los
dichos por el ex canciller frenteamplista de ese país, ahora al frente de la OEA,
sobre Venezuela. Además y gracias a la movilización popular se impuso la salida
de Uruguay de las negociaciones por el TISA, un ALCA contemporáneo.
La realidad es que existe una
presión de las clases dominantes para que la agenda regional se reoriente hacia
la integración subordinada.
Son sospechas concretas y
reales, aunque poco se tiene en cuenta el papel de la organización popular en
sustentar ambas agendas, sea la histórica lucha por el NO al ALCA y contra la
liberalización; como la persistencia de organismos sociales, sindicales y de
Derechos Humanos en no olvidar ni perdonar el genocidio del terrorismo de Estado.
Por eso es que no alcanza con la
voluntad del futuro Presidente, o la del Parlamento, incluso la Justicia, para
hacer realidad una inserción internacional que favorezca un proceso de
independencia por otro mundo posible; o la continuidad de una política de
reivindicación de la memoria histórica y la defensa de los derechos humanos
integrales en el presente. Ambas tareas son patrimonio de la lucha y la organización
popular.
Hace poco la CTA Autónoma señaló
que gane quien gane los trabajadores deberán en la calle enfrentar las
políticas de ajuste, sea por una política de shock o gradual. Más allá de la opción electoral
y que no da los mismo uno que otro, y que es válido votar en blanco o impugnar,
la vida continua y con ello la lucha por hacer realidad la posibilidad de
luchar por otro mundo posible.
Buenos
Aires, 20 de noviembre de 2015
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