Las expectativas están puestas en la visita papal a Cuba,
recordando que viene de declaraciones públicas realizadas en territorio nuestro
americano muy críticas al orden capitalista, y precisamente cuando en San Juan
se produjo en estos días un derrame de cianuro que levantó y movilizó al pueblo
de esa provincia.
Vale memorar que San Juan es un territorio donde la protesta
contra la mega minería a cielo abierto estaba oculta detrás del fuerte consenso
electoral que venía logrando el gobierno de José Luis Gioja, cuya familia está
directamente involucrada en el negocio minero y en la gestión pública nacional
del sector minero.
El tema de fondo es el agua y la contaminación, una cuestión
que lamentablemente solo aparece cuando el daño es evidente, ya que la campaña
previa se asienta en el efecto riqueza que generan las inversiones y la
difusión de un empleo directo e indirecto que “resuelve” en el corto plazo las
necesidades de ingreso para satisfacer un determinado patrón de consumo.
Así, el circulo parece virtuoso entre inversiones externas y
crecimiento de la economía y el consumo, desinteresando a la sociedad sobre el
nocivo efecto de un modelo productivo depredador.
Pero no es solo el derrame provocado por la Barrick Gold en
Veladero, sino que también en estos días se cumplen tres años de la campaña No
a la Planta de Monsanto en Malvinas Argentinas, Provincia de Córdoba, y dos
años del bloqueo.
La movilización popular impide el intento de construir un
planta de producción para abastecer el paquete tecnológico del modelo
productivo en el campo. Esa iniciativa empresarial era celebrada por los
gobiernos locales, el provincial y el nacional, no necesariamente convergentes
en el proceso electoral en curso.
Tanto los episodios de San Juan, como el pronunciamiento del
acampe en Córdoba, son señales de una opinión en la sociedad que es crítica al
modelo productivo que afecta a nuestros bienes comunes y se agiganta con las
declaraciones sostenidas desde el Jefe del Vaticano, tanto su encíclica Laudato
Sí, como en sus mensajes a los pueblos.
Más allá de las intencionalidades de las protestas y los
mensajes del Papa Francisco, lo que aparece como novedad en el debate político
y económico, incluso cultural, es la crítica al capitalismo.
Nada relativo a esta preocupación aparece en el proyecto de
Presupuesto 2016 presentado al debate parlamentario.
El presupuesto es un instrumento que debiera recoger el
sentido de la demanda social en defensa de los bienes comunes y sin embargo
persiste en sostener la promoción de la sojización, la mega minería a cielo
abierto, las expectativas en los hidrocarburos no convencionales y el sistema
de armaduría en la industria.
La lógica del proyecto presupuestario reproduce el sentido
del orden económico social que según los propios datos del INDEC, en su
Encuesta de Grandes Empresas, se reconoce la tendencia a la confirmación de una
lógica de dominación de corporaciones transnacionales que privilegian el
objetivo de la ganancia, y en la medida que pueden remiten sus utilidades al
exterior, o alientan los mecanismos de fuga de capitales que sostienen la
demanda especulativa por las divisas.
Se
disputa el liderazgo y el modelo de desarrollo
El tema que pretendemos suscitar remite a las protestas
masivas contra el orden neoliberal de las dos últimas décadas del Siglo XX y
que motorizaron el fenómeno del cambio político en la región, incluso con
gobiernos que asumieron el discurso crítico a las políticas neoliberales y en
algunos casos incluso al orden capitalista.
A la cabeza de ese debate estuvo el liderazgo regional del
proceso venezolano y Hugo Chávez innovando con la propuesta por un Socialismo
del Siglo XXI, que luego estimuló desde Bolivia la propuesta por un Socialismo
comunitario. Con Cuba y su experiencia socialista se reinstalaba el debate y la
propuesta contra el capitalismo.
Pero más allá de discursos y con el peso de Brasil y la
expectativa del nuevo proceso conducido por Lula se habilitó una dinámica de
discusión sobre una integración alternativa, con realizaciones que todavía no
terminan de materializarse y asociadas a los proyectos de articulación
productiva para afirmar la soberanía alimentaria, energética o financiera.
La novedad propositiva y discursiva del Papa Francisco
interviene en ese debate sobre el rumbo económico social y cultural de nuestro
tiempo, reivindicando las demandas por trabajo, tierra y techo que no figuran
en los proyectos del capital transnacional. Este, desde sus inversiones busca
fuerza de trabajo barata y opción de saqueo sobre los bienes comunes, lo que
define a los países emergentes.
Tenga quien tenga el liderazgo político en la región, lo que
se hace evidente es la discusión del modelo productivo y de desarrollo, es
decir, el tipo de sociedad que se pretende y quien define la situación es la
dinámica social en conflicto por un nuevo orden social.
Pensemos que el neoliberalismo se ensayó en territorio sudamericano
y que desde aquí emergieron las realidades del cambio político sustentadas de
la lucha popular, que para afirmarse requieren de avances en el cambio
económico, una asignatura aún pendiente.
Lo interesante a remarcar, más allá de quien lidere este
proceso en la región y en el mundo, es que así como los cambios devinieron de
la movilización social en los 80 y 90 del siglo pasado, la emergencia de
protestas en defensa del agua, de la tierra, de los bienes comunes, por la
soberanía del pueblo, es lo que puede aportar de nuevo a una dinámica de lucha
social y si se quiere, de clases, para definir un rumbo contra la lógica del
capital y su accionar contra el metabolismo social natural.
Buenos
Aires, 20 de septiembre de 2015
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