La situación de crisis mundial del capitalismo continúa y
cambian los sentidos del crecimiento mundial. Si hasta hace poco el efecto de
bajo crecimiento estaba radicado en los principales territorios del capitalismo
mundial y la referencia era el crecimiento de los países del sur, especialmente
explicada en el alza de los precios de exportación de metales, minerales,
energéticos y alimentos, la situación es ahora diferente.
No es que haya perspectivas de gran crecimiento en el
capitalismo desarrollado, sino que la tendencia agrega ahora la desaceleración
de los países que hasta hace poco contrarrestaban las tendencias recesivas. Se
destaca en ese sentido la desaceleración de la economía China, con tendencia a
la baja.
América Latina es parte del fenómeno de la desaceleración,
especialmente por la caída de los precios internacionales de exportación y con
preocupación ante el papel asumido por China en estos años como socio
comercial, inversor y prestamista de varios de los países de la región.
En el reciente análisis publicado por la CEPAL[1] sobre las perspectivas
para el 2015 se puede leer que: “La dinámica de la actividad económica
observada en el primer trimestre de 2015 en los países de América Latina y el
Caribe hace proyectar para el año en curso un crecimiento significativamente
inferior al 1,1% registrado en 2014. Si bien la desaceleración es un fenómeno
generalizado en la región, la evolución del crecimiento ha sido muy heterogénea
entre países y subregiones. En este contexto, se espera una tasa de crecimiento
regional de un 0,5% en promedio ponderado; América del Sur mostraría una
contracción del 0,4%, Centroamérica y México, un crecimiento del 2,7%, y el
Caribe, un crecimiento del 1,7%.”
Queda claro que es Sudamérica la que baja el promedio de la
región, especialmente por la evolución esperada de Brasil, la mayor economía
del Sur de América. La baja de los precios de la soja, producto que explicita
la especialización productiva y de exportación de los países sudamericanos constituye
una de las causas principales, dando cuenta al mismo tiempo la importancia que
adquirió el sector primario en estos países. Al mismo tiempo debiera
adicionarse el carácter dependiente asumido por esta producción primarizada,
que aleja la perspectiva de la industrialización, proyecto histórico de la
región. Ocurre que son las transnacionales de la biotecnología y la
alimentación las que definen el paquete tecnológico del ciclo de la soja.
Agrega el informe de la CEPAL sobre el tema de empleo y
salarios que: “El impacto de la desaceleración económica sobre la tasa de
desempleo ha sido pequeño. A nivel regional, en 2014 la caída de la tasa de
ocupación no conllevó un incremento de la tasa de desempleo; por el contrario,
esta descendió 0,2 puntos porcentuales, del 6,2% al 6,0%. Sin embargo, la
información preliminar sobre el primer semestre de 2015 indica que la
persistente debilidad de la generación de empleo ocasionaría un aumento de la
tasa de desempleo abierto regional del 6,0% al 6,5% en el promedio del año. Con
respecto a la dinámica salarial, los salarios reales siguen creciendo
moderadamente en la mayoría de los países, pero el debilitamiento de la
generación de empleo afecta el poder de compra de los hogares, lo que se
expresa en menores tasas de crecimiento del consumo privado.”
Lo que se puede adicionar es que la pobre dinámica de la
actividad económica y el peso hacia la primarización de la producción significan
problemas en materia de producción industrial con perspectivas de agudizar
conflictos sociales. Más allá del empleo, el nivel de los salarios se asocia a
un largo periodo de deterioro de los ingresos populares, con lo que el impacto
de la desaceleración económica en la región afecta principalmente a los sectores
más vulnerables de la población, alejando salidas por vía de ampliación del
empleo.
Contexto
mundial y regional
El contexto internacional que describe el informe de la CEPAL
es de continuidad de la crisis mundial, especialmente en sus aspectos estructurales
y coyunturales, siendo elocuente analizar la trayectoria de la crisis mundial
respecto de las tasas de crecimiento.
No se trata de enfatizar en la categoría crecimiento, sino
reconocer que esa proyección se descarga como problemas para la mayoría
empobrecida de la sociedad, lo que se visualiza desde las políticas de ajuste
que inducen los principales centros del poder mundial y los organismos
internacionales.
En efecto, entre 2008 y 2011, en el epicentro de la
manifestación de la crisis, la economía mundial creció al 1,9% y desde entonces
osciló entre 2,4% y 2,6%. Se constituye
así un escenario de penuria para los sectores populares.
Para el caso de EEUU, entre 2008 y 2011 se registró un
crecimiento de 0,2% y evolucionó luego entre el 2,2% y el 2,4% hacia 2014.
La zona del euro con registros negativos, solo alcanza el
0,9% en 2014, y Japón de valores negativos en la plenitud de la crisis, apenas
llega a registros entre 0% y 1,8%.
Aquellos países que contrarrestaron la fuerte caída de la
economía mundial entre 2008 y 2011 están ahora desacelerando su crecimiento.
China es el más importante, ya que habiendo crecido 9,6% entre
2008 y 2011, los registros posteriores bajan del 7,7% en 2012 a un pronóstico
de 7% para el 2015.
La proyección económica para el 2015 en América Latina y el
Caribe es de 2,5%; con 3,9% para Centroamérica; 2,7% para Centroamérica más
México; 1,7% el Caribe; y -0,4% América del Sur, empujados principalmente por
Brasil (-1,5%) y Venezuela (-5,5%). Argentina registra un crecimiento posible
del 0,5% para este 2015.
Para
pensar
Todos estos datos sirven para pensar en el ciclo más largo
que transcurrió desde comienzos del Siglo XXI, y las expectativas generadas socialmente
por el crecimiento económico para la región latinoamericana, con impacto de
mejora en los indicadores sociales.
Esta realidad de desaceleración recrea las condiciones para reproducir
la lógica histórica desfavorable hacia los sectores más vulnerables y de
menores ingresos.
La situación reabre la discusión regional sobre las políticas
económicas, ya que no alcanza con adecuarse a los ritmos del ciclo mundial, que
puede favorecer con precios de exportación durante un periodo y que favorece
políticas sociales masivas, pero que transcurrida la coyuntura favorable, la
realidad devuelve los problemas sociales como fenómeno esencial que alimenta la
desigualdad, la concentración y el empobrecimiento social.
El cambio económico sigue siendo una asignatura pendiente, no
solamente en la región, pero resulta evidente ante las expectativas que generó
el cambio político en nuestros países en este Siglo XXI.
Buenos
Aires, 7 de agosto de 2015
[1] CEPAL.
Estudio Económico de América Latina y el Caribe. Desafíos para impulsar el
ciclo de inversión
con miras a reactivar el crecimiento, 2015. En: http://repositorio.cepal.org/bitstream/handle/11362/38713/1500454_es.pdf?sequence=62
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