Con preocupación se conoció en
estas horas la suspensión de la producción de General Motors para el 28 y 31 de
agosto, y 4 días en septiembre. La explicación se concentra en la menor demanda
brasileña, agravado con que el 70% del armado local tiene destino en la
exportación. Imposible cubrir en el mercado interno esa producción orientada al
mercado externo, por límites en la capacidad de consumo local.
Al mismo tiempo, empezaron a
llegar los telegramas de preaviso a los trabajadores de Paraná Metal, también
asociado a la crisis automotriz. El comunicado oficial de la empresa señala que
"teniendo en cuenta los cambios en el sector automotriz a nivel mundial, y
en particular del Mercosur, la empresa toma el desafío de redefinir su plan
estratégico al nuevo contexto. Paraná Metal trabaja en el sector de autopartes
desde hace muchos años y buscará adaptarse a los cambios que el mundo y el
mercado le van proponiendo. Se tomará el lapso de 60 días para evaluar el
futuro de la compañía. Durante este plazo, se preavisará a los empleados de la
posible finalización del vínculo laboral entre las partes".
Los preocupados directos con la
situación son 205 trabajadores y sus familias, especialmente los operarios,
unos 150. La posibilidad del cierre está sugerida por la comunicación de la
patronal para fines de octubre.
Son informaciones, ambas, en el
mismo momento que las estadísticas oficiales sugieren datos de recuperación de
la actividad industrial, que evidentemente no alcanza para estos casos. Hace
casi dos años que se procesa una baja de la producción industrial,
especialmente en el sector automotriz. La incidencia en la economía fue
morigerada por la expansión del sector agrícola y en los servicios. El impacto
directo se asocia en el deterioro del empleo y los salarios. Las estadísticas
oficiales no reflejan cabalmente el fenómeno y la cruda realidad de estos casos
hacen visible el ajuste de la economía y sus perjudicados directos.
Lo real es que la combinación de
la situación de crisis mundial se asocia a la lógica empresarial, concentrada
en la ganancia presente y escasa vocación inversora, asunto que denuncian los
trabajadores para el caso de Paraná Metal. Tampoco se consideran para este caso
procesos de reestructuración de una planta con tecnología obsoleta y un
contexto recesivo en el ámbito local, regional y mundial. Eso requeriría
voluntad empresaria e inversiones en tecnología y preparación de la fuerza de
trabajo, tanto como búsqueda de nuevos mercados y disputa asociada a sus
propios trabajadores por reorientar el modelo productivo hacia una
industrialización no dependiente.
Es mucho pedir para una
burguesía con el solo objetivo de ganar y acumular. En ambos casos y como
siempre, los perjudicados son los trabajadores. Las empresas tuvieron su fuerte
expansión en el ciclo de bonanza económica entre 2002 y 2007, incluso en 2010 y
2011 y no promedian años en alza con otros en baja. La preocupación es por el
rédito actual y la resolución siempre pasa por el eslabón más débil.
La
crisis la pagan los trabajadores
Por eso, resulta interesante en
este marco leer a David Harvey, que en su libro “El enigma del capital y las
crisis del capitalismo” publicado en 2010 y en alusión a la situación de crisis
mundial vigente remite a que “Fábricas, altos hornos, panaderías y cervecerías,
en otro tiempo rentables y llenos de vida, se ven obligados a cerrar. El
capital fijo incorporado a ellas se ve así devaluado, y las crisis locales
enturbian la vida de los habitantes de esos lugares caídos en desgracia.
Durante la década de los ochenta las acerías de Sheffield perdieron alrededor de
60.000 puestos de trabajo en solo cuatro años. La enorme acería de Bethlehem en
Pensilvania ahora no es más que una concha vacía y silenciosa en la ciudad que
en otro tiempo dominaba, aparte del edificio que se ha convertido en un
estridente casino de juego.”
Esa mención al casino de juego puede
asociarse a la situación de la empresa situada en Villa Constitución y cuyo
propietario está fuertemente vinculado al rubro del juego. Pero más allá de
ello, la cita es importante, porque el geógrafo británico nos pone en situación
de los antecedentes de la crisis capitalista contemporánea, visible desde el
2007 con epicentro en EEUU y que se generalizó a escala global. Son escritos
del 2010, en pleno despliegue de la lucha de los trabajadores de Paraná Metal
en crisis, ante el cambio de proveedor de la Ford Brasil.
En ese tiempo, entre 2008 y
2010, más de 900 trabajadores de la autopartista impulsaron un plan de lucha en
demanda de la continuidad de la empresa y lograron la solidaridad de la
comunidad. Por esos tiempos, el imaginario gubernamental ejercía un discurso
que colocaba al país afuera del escenario de la crisis mundial, algo similar a
la percepción del gobierno brasileño y otros en la región. Eran los tiempos en que
Sudamérica crecía por encima de la media mundial, bastante distante del 0,4%
previsto por CEPAL para este 2015 y con Brasil en un retroceso previsto del
-1,5%.
Todo apuntaba a localizar la
crisis en ciertos países o regiones, sin comprender que el propio crecimiento de
la región era parte de la búsqueda de rentabilidad del gran capital y por ende,
el fenómeno del crecimiento regional integraba a su modo la crisis mundial. Las
automotrices acumularon grandes sumas de dinero y ante la menor dificultad,
cargan contra los trabajadores.
Vale recordar que en el plan de
lucha de hace un lustro, entre los trabajadores y la dirigencia de la UOM Villa
Constitución se analizó la posibilidad, derivada de conversaciones con
funcionarios y técnicos del INTI, de una reingeniería de la empresa ante la obsolescencia
tecnológica y la pérdida del comprador monopólico. La condición de posibilidad
era desde la autogestión, algo que vuelve a rondar en los debates asamblearios
de estas horas.
La opción en aquellos años de
crisis fue por la expectativa que generaba en los trabajadores la perspectiva de
nuevos titulares de la empresa. Leandro del Greco, delegado de los trabajadores
y de la CTA Autónoma relata que “luego de la lucha de 34 días continuos de
corte de autopista sobreviene la extorsión de Cristóbal López para despedir a
500 trabajadores y bajar en promedio el 50% del sueldo sino no reabría la
Planta. 18 meses después de haberla cerrado abrió cuando logró esas dos
condiciones.”
Agrega del Greco que “no falta
producción, todo viene de Brasil, entre el 75 y el 80% del "auto
nacional" del relato viene de Brasil. El sector fundición de autopartes está
en crisis, Paraná Metal es el más visible porque nosotros lo hicimos visible
con la lucha”.
Si se recorre la realidad de
otras metalúrgicas se encuentra una situación similar. La información señala un
déficit comercial de más de 3.000 millones de dólares para las autopartistas,
que se triplica para el conjunto del sector automotriz, con un déficit de 9.000
millones de dólares. La aspiración sería que la lucha visible sea asumida por
el conjunto de los trabajadores, no solo del sector automotor, sino por el
movimiento de trabajadores, algo que desafía al sindicalismo clasista,
anticapitalista y antiimperialista.
La fuerte reducción de personal
se asocia a despidos y chantaje de la patronal. Por eso ahora el conflicto se
concentra en los 205 trabajadores actuales. El cambio de titular de la firma no
se propuso la reingeniería. La apuesta fue al desgaste con futuro de cierre y
sus consecuencias en cesantías. El empresario amigo del gobierno, Cristóbal
López, conocido por sus acciones en el juego es responsable directo junto a una
política económica de afirmación del ensamble y la dependencia en el sector
industrial. Por eso no sorprenden los telegramas que empiezan a llegar y se frustran
las expectativas esperanzadas de una salida laboral tradicional.
Crisis
y propuestas más allá del capitalismo
No es nueva nuestra
consideración sobre la crisis capitalista, que en estas horas se exacerba y
especialmente cuando al comienzo de la semana se habló de lunes negro ante la
caída de las bolsas en China y su generalización en el ámbito mundial.
La preocupación viene por los
ajustes que tienden a generalizarse en países que hasta hace muy poco parecían
afuera de la crisis mundial, caso de China y Brasil, principales socios
comerciales de la Argentina.
Reiteremos que se trata de una
crisis mundial, y la Argentina es parte del mundo, sin perjuicio de sus especificidades
y problemas propios.
El debate actual entre los
trabajadores de Paraná Metal apunta a pensar en soluciones más allá de la lógica
de la empresa, situación a la que se enfrentaron los trabajadores en la crisis
del 2001 y 2002 y que dieron lugar al proceso de ocupación y recuperación de
empresas.
Quizá, el gran aporte teórico y
práctico del fenómeno de ocupación y recuperación de empresas consistió en
hacer evidente el carácter innecesario del organizador capitalista, el
empresario. Además, la cuestión en sí misma, supone propuestas que intentan ir más
allá de la lógica de la ganancia que sustenta el orden del capital.
Buenos
Aires, 28 de agosto de 2015