Hace muy poco comentamos que la
encíclica papal “Laudato Sí” habilitaba y legitimaba un debate relativo al
impacto del modelo productivo sobre el planeta tierra, y sobre el metabolismo
de la naturaleza, incluyendo por cierto a la producción y reproducción de la vida
humana.
Ahora, en la reciente visita por
la región, y especialmente en su discurso en Bolivia ante miles de activistas
de movimientos populares, el Papa Francisco hizo formulaciones muy críticas al
funcionamiento de la economía actual, destacando en especial la dominación del
mercado, del dinero y del capital. Al mismo tiempo reivindicó las experiencias para
producir y reproducir la cotidianeidad y la vida por parte de los trabajadores,
los campesinos, los pobres.
En la encíclica y en el reciente
discurso papal puede leerse una crítica a la realidad contemporánea de la organización
económica de la sociedad mundial. Los receptores directos del mensaje
trascendían a la comunidad católica o cristiana. Quienes lo escuchaban de
cuerpo presente era parte importante del activo social militante que en este
Siglo XXI construyó las condiciones de cambio político en Nuestramérica, más
allá de su condición religiosa, siendo creyentes o no. Es cierto que la prédica
trascendía a los presentes, incluso a los religiosos del mundo, e interviene en
el debate civilizatorio actual.
Por esa razón, queremos insistir
desde nuestra interpretación, sustentada en la crítica al régimen del capital
inaugurada con Carlos Marx en el Siglo XVIII, que el problema es el capitalismo
en sus más de cinco siglos de existencia, y por ende, la producción
capitalista, lo que supone las relaciones mercantiles capitalistas, las relaciones
de explotación del capital sobre los trabajadores y el saqueo del inversor
capitalista sobre los bienes comunes. El problema no es el mercado o el dinero
en sí, sino el mercado capitalista y el dinero en tanto forma fetichizada del
valor. No puede entenderse al mercado actual o a las funciones del dinero en
nuestro tiempo sin una crítica sustancial al capitalismo.
No se trata de una cuestión
moral, sino atribuible a las relaciones de explotación y saqueo, a la
acumulación por desposesión, lo que genera beneficiarios, pocos, y
perjudicados, muchos.
Tierra, Techo y Trabajo como
ejes centrales del discurso papal remiten como problemas sociales al proceso de
acumulación originario del capital, con la violencia expropiadora de la Tierra
a los pueblos originarios, que junto al perdón de los expropiadores, demandan
la reparación histórica y cuestionan la propiedad privada.
Es la expropiación y apropiación
de la tierra lo que genera el problema de la vivienda y la demanda por el Techo
de los empobrecidos. No existen los sin techo si no se explica la propiedad. El
régimen del capital necesitó de la expropiación de la Tierra y la condena a
vivir sin Techo de parte importante de la población, en simultáneo a la
emergencia del Trabajador asalariado, condición necesaria para la explotación
capitalista. El mercado inmobiliario es resultado de la acumulación capitalista
y por ende, de la apropiación privada de las tierras poseídas colectivamente.
La especulación inmobiliaria es solo un producto de la compra y venta de
tierras históricamente apropiadas privadamente.
Puede seguirse a Marx en El
Capital para entender la expropiación de la población rural europea para
constituir al mismo tiempo al obrero libre que demandaba la relación
capitalista de producción. Del mismo modo podemos remitir a la historia de la
Argentina que asocia la conquista de los territorios, el aniquilamiento de la
población originaria y el proceso de inmigración para ofrecer al mercado capitalista
en ciernes la fuerza de trabajo necesaria para la valorización de los capitales
locales y externos. No resulta distinto hoy la búsqueda de fuerza de trabajo
barata y abundante dotación de bienes comunes por parte de capitales excedentes
en el mercado mundial y que define el proceso de los países emergentes como
ideario deseable. El proceso de acumulación por desposesión que describe David
Harvey es consustancial al orden capitalista.
El orden del capital requiere la
subordinación de las condiciones materiales y subjetivas de la producción para
asegurar la valorización. Aun antes de los clásicos de la Economía Política
sabemos que la Tierra es la madre y el Trabajo el padre de la producción de
riqueza. La riqueza resultante del orden capitalista recrea por siglos la
expropiación de la tierra (propiedad privada de la tierra y los medios de
producción) y la expulsión de la población de sus territorios, en un mecanismo
que hoy definimos como acumulación por desposesión. Esa es la historia de la
conquista y colonización de nuestros territorios, que se renueva bajo las
condiciones de la dependencia al paquete tecnológico de la producción
hegemónica en nuestros países.
En el mensaje papal se promueve
la lucha de los movimientos sociales por la Tierra, por el Techo y por el Trabajo.
Para muchos de nosotros y desde hace mucho tiempo es la crítica al capitalismo
y la discusión por construir un nuevo orden económico de la sociedad contra la
creciente tendencia a la mercantilización de la vida cotidiana. La apelación
papal remite también a la integración y al cuidado de la naturaleza. Aún está
por verse la respuesta que generará el mensaje crítico sobre el orden
económico, pero sin lugar a dudas, el mismo fue pronunciado en un territorio
concreto, el boliviano, que hizo visible la lucha del sujeto indígena, originario,
campesino, que en alianza con los trabajadores y trabajadoras protagoniza un
proceso de cambio en la búsqueda de nuevas relaciones sociales de producción en
la perspectiva del socialismo comunitario y el Vivir Bien.
Mucho se discute y se discutirá sobre
las motivaciones de los mensajes (encíclica, discurso) del Jefe de la Iglesia,
e incluso el impacto sobre las clases dominantes y subalternas. Más allá de ese
debate, lo que no tenemos duda es que el protagonista del cambio político es el
movimiento popular en lucha, sujeto de la historia, que confrontó al programa
liberalizador que el capital concentrado transnacional propició en el último
cuarto del Siglo XX en nuestra región. La experiencia en el Siglo XXI recrea la
discusión civilizatoria contra el capitalismo, el imperialismo, el
colonialismo, la discriminación, el racismo y el patriarcado, y es un proceso
que solo puede definirse si se afirma un rumbo por la transformación profunda
de las relaciones económicas, contra el saqueo y la explotación. Por eso, no
alcanza con integración, sino con integración por la liberación social, y no es
suficiente la prédica en defensa de la madre tierra si no se confronta con el
régimen capitalista.
San
Juan, 11 de julio de 2015
Imprescindible leer para interpretar este momento de cambio.Totalmente de acuerdo: el origen es el Capitalismo, el protagonista del cambio es el grupo social.Gracias Julio
ResponderEliminar".. Más allá de ese debate, lo que no tenemos duda es que el protagonista del cambio político es el movimiento popular en lucha, sujeto de la historia... " me parece esencial para referenciarse en todo analisis, me parece muy acertado haberlo expresado así en estos tiempos de constantes fetichizaciones , al orden día en tantas debates plagados de superficialidades y justificaciones
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