El G20 se constituyó en cumbre
de presidentes en 2008, cuando la crisis mundial del capitalismo era un dato
evidente. De grupo técnico se transformó en cónclave político para tratar de
encontrar respuestas a la crisis mundial.
No estamos muy lejos si
afirmamos que lo único que se resolvió desde entonces es fortalecer la
capacidad de acción del FMI para inducir las políticas de ajuste contemporáneo,
que incluye la intervención estatal para el salvataje de bancos y empresas en
problemas. El ajuste en la actualidad supone un nuevo papel del Estado en el
salvataje de empresas, aunque su contraparte sea el agravamiento del problema
del empleo y el ingreso de los trabajadores a escala global. Es cierto que
crecientemente se incorpora un lenguaje que suena mejor en las declaraciones
finales, como la preocupación por la producción contra la especulación, el tema
del empleo y la persistente denuncia de los paraísos fiscales, ahora
denunciados como guaridas fiscales.
Pese a las críticas al perfil
especulativo del orden capitalista, y la nueva denominación de los paraísos
fiscales, en el “Grupo de los 20” no se disponen medidas de restricción, ni
acciones concretas en desmedro del accionar creciente y generalizado de la
especulación y el delito financiero y económico. Se habló recurrentemente de
regulaciones a los bancos y a la circulación de capitales y la realidad
devuelve un acrecentamiento de la operatoria y rentabilidad del sector
económico y financiero concentrado. Es algo que también se verifica en la
Argentina, que en 2001 presentaba a los bancos en problemas y los informes de
rentabilidad empresarial de los últimos años los destaca a la vanguardia de las
ganancias. Otro dato de la realidad es el incremento del endeudamiento
público del conjunto de los países, incluida la Argentina.
Los integrantes del G20 siguen
sin encontrar respuestas a la crisis, menos para los trabajadores y los
pueblos. En esta ocasión, en la ex Leningrado, ahora San Petersburgo, se
reunieron para actualizar información sobre la crisis. La Argentina anunciaba
que llevaría la cuestión de la demanda de los acreedores, los llamados “fondos
buitres”, ante la justicia de EEUU, que falló en contra del país en primera y
segunda instancia. El gobierno intentó presentar el tema como de interés
global, ya que el fallo condenatorio de la Argentina sentaría antecedente sobre
otras negociaciones de deudas públicas impagas. Es un tema que preocupa a
varios países sin capacidad de cancelación en las condiciones actuales.
La presión estadounidense
obstaculizó ese objetivo y orientó toda la capacidad de acción política y
diplomática para arrancar un acuerdo a la intervención militar sobre Siria.
Vale mencionar que EEUU tuvo un éxito parcial en la cuestión de fondo, con
apoyos de Francia, Inglaterra o Turquía, pero sin capacidad de hegemonizar al
conjunto. Es una expresión de la crisis mundial que también pone en discusión
la capacidad de hegemonía de la potencia estadounidense. No es menor que Rusia
y China no acompañen esta decisión estadounidense.
Pero más allá de la cumbre y sus
resultados, es interesante detenerse en el propósito que se había planteado la
Argentina. Los datos de la deuda son reveladores del problema más allá de las
demandas en EEUU. A fines del 2001 la deuda pública era de 144.212 millones de
U$S, mientras que a diciembre del 2012, según datos oficiales, ascendía a 209.000
millones de U$S. Desde el 2003 a la fecha, según la presidente se pagaron
173.733 millones de U$S. No solo no hay des-endeudamiento, sino que los
registros de deuda y las demandas desde el exterior señalan la continuidad del carácter
estructural y condicionante de la deuda pública.
Argentina debiera no solo
reclamar en el G20 e intentar una prédica crítica al orden mundial, sino
avanzar en el orden local con la anulación de los Tratados Bilaterales de
Inversión, TBIs y, salida del CIADI, tanto como desmantelar el marco jurídico que
permite que los fondos buitres puedan saquear a partir de su accionar en
tribunales extranjeros. En ese marco, se impone la investigación y auditoria de
la deuda para determinar la legítima de la ilegitima. La cuestión de la deuda
es una asignatura pendiente y no alcanza con la voluntad solidaria de algunos
gobiernos, sino se avanza con medidas locales que reordenen un tema de largo
arrastre que hipoteca el presente y el futuro de la Argentina.
La
Paz, 7 de septiembre de 2013
mientras el g 29 se reunia putin enviaba armas a siria, cnn, español ayer............siempre la paz, la guerra, es un desproposito, saludos julio.........pazy bien
ResponderEliminarAnónimo: sin el más mínimo ánimo de defender a Putin, te recuerdo que los "rebeldes" que realmente masacran sirios son en verdad mercenarios pagados por la CIA de diferente procedencia. Qatar, Turquía, Francia, Arabia Saudita y, obviamente, con la presencia de sionistas como "entrenadores" en las tierras del deleznable Erdogan. "La guerra siempre es un despropósito"...¿o un "propósito" de los invasores ya conocidos con fines ya conocidos también? Si un gobierno tiene un régimen dictatorial, pues que se respete su autodeterminación. ¿Te preguntaste por qué las matanzas en Barhein "no se miden" con la misma vara que la "tiranía" de Al Assad? Y por favor, no te ofendas. Pero buscá otras fuentes de información. Dicen Shaw y Mc Combs que "los medios no sólo establecen agenda", es decir "en qué pensar", sino también "qué pensar" sobre la misma. Y CNN es un fiel reflejo de ello.
ResponderEliminarSaludos,
Susana