Pensar y actuar con Marx para la revolución

Para analizar la coyuntura se requiere considerar un par de supuestos que organizan el pensar para actuar. Por un lado un enfoque de crítica de la Economía Política, articulando la coyuntura de la economía (lo que se dice, se piensa y se hace) y de la política (también lo dicho, pensado y actuado). Por otro lado una consideración de Economía Mundial (del sistema mundial capitalista), que implica pensar a cada país en el marco de lo que ocurre en su región y en el mundo.
Desde ese encuadre, la coyuntura está presidida por la crisis mundial del capitalismo y nos remite a los dos supuestos previamente mencionados. No existe el análisis local al margen del mundial, ya que las condiciones de posibilidad, del crecimiento, la desaceleración o la recesión, se asocian a la forma de inserción mundial de cada formación económica y social. Al mismo tiempo, al radicar el problema en el capitalismo, en tanto relación social contradictoria, es obligado el análisis económico no disociado del conflicto social, la lucha de clases y las tensiones diversas que se manifiestan en el plano de la política.
La Argentina entonces es parte de la crisis capitalista en curso y en su interior se juegan las disputas por sostener el capitalismo o superarlo, es decir, revolucionar la sociedad argentina. En esa contradicción actúan los diferentes proyectos, no sin tensiones. Es que la continuidad capitalista local y global viene hegemonizada por la ofensiva capitalista iniciada hace cuatro décadas con el terrorismo de Estado en Chile y las dictaduras del Cono Sur, las que articularon su proyecto mediante el represivo Plan Cóndor.
Ante este diagnóstico, algunos me consultan si es posible ir contra el capitalismo a más de dos décadas del fracaso socialista en el este de Europa. Eso nos lleva nuevamente a Marx y a sus continuadores, e intentar proseguir el propósito de la crítica del fundador de la teoría y práctica de la revolución a 130 años de su fallecimiento y a unos 150 años de su formulación sobre la ley del plusvalor. Con la plusvalía se resolvía el enigma sobre el origen del excedente económico, y con ello, la justificación histórica de la posibilidad de “expropiar a los expropiadores” mediante la revolución. Ese fue el intento en Rusia y el este de Europa, en China y Vietnam, en Cuba y en las concepciones que emergen del laboratorio “nuestro americano” en el comienzo del Siglo XXI.
Ofensiva del capital y respuesta popular en lucha
Esa ofensiva del capital se encuentra desmantelando el remanente de “estado benefactor” subsistente en Europa, afirmando el proyecto liberalizador sustentado históricamente por el capital. El objetivo es la libre circulación y movimientos de capital, servicios y mercancías, la liberalización. O lo que es lo mismo, el antiguo logro por la mercantilización de la sociedad y la vida cotidiana.
Ese proyecto está siendo limitado y condicionado en este Siglo XXI, principalmente en territorio “nuestro americano”. Este fenómeno tiene su origen en la crítica al modelo hegemónico “neoliberal” construido en el último cuarto del Siglo XX. Es una crítica política y de pensamiento, construida en acciones sociales diversas que involucra a ambas dimensiones, el pensar y el actuar.
La resistencia social y política se manifestó de diversas maneras, primero como negativas en sucesivas campañas contra las privatizaciones, las flexibilizaciones salariales y laborales, el pago de las deudas públicas, la militarización, la discriminación de género, por edad o sobre diversas minorías. En ese proceso emergieron consignas que identificaban proposiciones afirmativas, por la soberanía alimentaria, energética, financiera, por otra economía e integración de los pueblos. Cada uno de estos momentos, por la negativa y la afirmativa, demandó síntesis teóricas y conceptuales sostenidas en la crítica al orden existente y en una propuesta renovada por la emancipación de los pueblos.
Pretendemos señalar que el pensamiento es inescindible de la práctica social, y en todo caso, la propia práctica teórica se inspira en la dinámica de las tensiones y el conflicto social, por cual, el pensamiento es también crítica, es lucha. Carlos Marx escribe junto a Federico Engels el Manifiesto en simultáneo con la revolución de 1848. Es la etapa de la ilusión en el triunfo revolucionario. Luego del final de la Asociación Internacional de Trabajadores en 1876 y la derrota de la Comuna de París en 1879, Marx analizará las potencialidades de la revolución más allá de la Europa capitalista desarrollada, en Irlanda o Rusia por ejemplo. En esa perspectiva retomamos la agenda de pensamiento y política para pensar la revolución en Nuestramérica.  
No alcanza con la crítica al neoliberalismo
No hay emancipación sin lucha teórica, social y política. La orientación principal de esa lucha en los 80’ y 90’ fue en la ofensiva liberalizadora contra el neoliberalismo. Pero en el nuevo tiempo de “cambio político” en Nuestramérica contemporánea, las tensiones de la lucha se bifurcan porque no alcanza la dimensión contraria al neoliberalismo. Se requiere la discusión sobre el modelo productivo y de desarrollo, lo que supone el debate crítico sobre el capitalismo actual y las posibilidades de un orden social emancipatorio, anticapitalista, antiimperialista y por el socialismo.
La discusión no es por el crecimiento o no, sino tratar de responder las clásicas preguntas de ¿qué producir, cómo, con quién, de qué modo, para qué y para quién? Son interrogantes que atraviesan la producción, la distribución, el cambio y el consumo, que discuten el patrón de consumo, de cambio, de distribución, en definitiva el patrón productivo en curso. Se trata de discutir la sojización, la mega minería o el ensamble de automotores y otros productos de exportación. Responder las preguntas nos llevará a resolver las necesidades alimentarias, energéticas, de infraestructura, transporte y comunicaciones para atender las necesidades sociales en nuestro tiempo, incluso integradamente a la región y al mundo.
En rigor, es un retorno a la crítica de la economía política, aquella forjada en origen por Carlos Marx desde el Siglo XIX y continuada esforzadamente por variadas corrientes de pensamiento crítico y práctica social y política de carácter anti capitalista. Es un desafío en nuestro tiempo de crisis capitalista mundial y de demanda emancipadora en indignaciones múltiples.
Pensar la coyuntura en nuestro tiempo supone pensar un nuevo ciclo de la lucha de clases desde el comienzo de la última década del Siglo XX, donde se cerró un ciclo iniciado con la revolución europea de 1848 y los primeros esbozos críticos de la teoría de la revolución. La ruptura de la bipolaridad clausuró, transitoriamente, en el imaginario social extendido la posibilidad de una realidad más allá del capitalismo, y por eso emergió la teoría de los “fines”, de la historia, del marxismo o del socialismo. La extensión de las protestas sociales y políticas, desde el caracazo, al levantamiento de Chiapas, la pueblada argentina del 2001, los cambios políticos en nuestra región y más recientemente múltiples manifestaciones de indignación en el norte de África, en Europa, de estudiantes chilenos o colombianos, como las recientes movilizaciones en Brasil, dan cuenta del nuevo comienzo de una historia de luchas por la emancipación social.
Sujetos en pugna
En ese camino es que debe considerarse la coyuntura y la intervención de diferentes actores en pugna. Por un lado los defensores del orden, a la cabeza de ellos las corporaciones transnacionales, los organismos supra nacionales construidos para potenciar el programa de la liberalización, sean el FMI, el Banco Mundial o la Organización Mundial de Comercio, y claro, los propios estados nacionales, especialmente aquellos con mayor capacidad e iniciativa mundial en el plano económico, militar o cultural. Por otro lado los pueblos en tanto actores constituidos en lucha por otro orden, puesto de manifiesto en las protestas de los trabajadores, los campesinos, los indígenas, las mujeres y jóvenes, los estudiantes y todas y todos los que critican y contraponen al orden vigente una propuesta por un nuevo orden social.
Sobre cada uno de esos actores intervienen los proyectos en disputa, por lo que se requiere intervenciones intelectuales que puedan dar cuenta de los nuevos fenómenos. Existe la ilusión del desarrollo capitalista autónomo o independiente, recuperando una discusión de los años 50’ y 60’ del siglo pasado, pero ahora bajo dominación de las transnacionales y en proceso de crisis. ¿Es posible el desarrollo del capitalismo autónomo, independiente? ¿Hay lugar en el capitalismo para la emergencia de nuevos desarrollos desde el subdesarrollo, algo pregonado desde los “emergentes”? De paso, es “país emergente” aquel que ofrece condiciones adecuadas para la valorización de las inversiones, no en vano los BRICS son países de empobrecidos y de mucha población. Son territorios para la expansión del capitalismo en tiempo de transnacionalización. Son territorios con fuerza de trabajo barata para la valorización del capital.
El desarrollo autónomo es una ilusión y por eso se requiere pensar en términos de emancipación, lo que significa confrontar con la dominación capitalista local y mundial. El proyecto por la emancipación requiere síntesis teórica. Desde la ruptura de la bipolaridad emerge una nueva camada de luchadores y pensadores por el nuevo tiempo. En el plano intelectual destaca la existencia de redes regionales de pensamiento crítico que intentan dar cuenta de los nuevos fenómenos de la lucha social, entre ellos la Red de Estudios de la Economía Mundial, la REDEM, surgida en los 90’, o la Sociedad de Economía Política de Nuestramérica, la SEPLA, emergente en el nuevo siglo, que junto a la dinámica del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, CLACSO, toman contacto con la dinámica social en el Foro Social Mundial, FSM, en desarrollo desde el 2001 y múltiples formas que asume la coordinación popular continental, en campañas y cumbres sociales para otorgar programa a la demanda por la emancipación social.
En ese camino es que se promovieron en la Argentina las Jornadas de Economía Crítica, las JEC desde el 2006 para cristalizar ahora en la Sociedad de Economía Critica, SEC y el desafío por construir intelectualidad orgánica para pensar críticamente la economía y la política de nuestro tiempo. Se trata de una iniciativa impulsada por estudiantes y jóvenes graduados que contacta con una camada de docentes e investigadores militantes desde los 60’ y 70’ que recrean en las condiciones presentes el ideario y práctica de la transformación. Se trata de un espacio en debate entre la crítica al neoliberalismo y al capitalismo, en la búsqueda de nuevos horizontes para el pensamiento crítico y la práctica emancipadora.

Buenos Aires, 27 de junio de 2013

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