Otra tragedia ferroviaria con pérdidas
de vidas y fuerte impacto en personas afectadas, no solo en forma directa por
el choque de trenes en Castelar, sino por las complicaciones que se les
presenta a los trabajadores que habitualmente utilizan ese servicio y que fuera
suspendido transitoriamente.
Todavía está en estudio la causa
del siniestro y más allá de cuál sea la misma, no queda duda que lo que debiera
discutirse es la política ferroviaria de privatizaciones inaugurada a comienzos
de los 90´. Son dos décadas de desmantelamiento de los ferrocarriles, del
cambio de su función como servicio público de transporte a mercancía a
cotizarse en el mercado, con un Estado soporte de la ganancia empresaria.
En rigor, no solo se trata del
transporte ferroviario, ya que nuestro análisis podría ser extensivo al
transporte carretero o aéreo. En tiempos menemistas se modificaron valores a la
hora de considerar las relaciones sociales en la producción y distribución de
bienes. Desde entonces se privilegió el proceso de mercantilización de la vida
cotidiana, abandonando cualquier pretensión de atender las necesidades sociales
con vocación de servicio.
El Estado fundamentó y lideró el
aperturismo al más apto en la competitividad del mercado.
La rebelión popular del 2001
golpeó duro en ese paradigma ideológico, pero la institucionalidad estructural
no mutó y así como los ferrocarriles siguieron siendo administrados por
empresas privadas, el régimen privatista se mantuvo instalado, sostenido con
subsidios públicos. Muy pocas empresas privatizadas fueron estatizadas, y
cuando ocurrió se explicó por falencias o incumplimientos explícitos en la
operatoria de la actividad, tal el caso del correo, algunas líneas
ferroviarias, y el propio sistema de jubilaciones en plena crisis mundial
durante el pico que afectara al mundo financiero en 2009.
Esa nueva intervención estatal
ocurrió en los ferrocarriles luego del episodio trágico de la estación Once a
comienzos del 2012. Es lo que intentaron mostrar las autoridades como respuesta
al nuevo episodio de Castelar. En realidad, dar cuenta de gastos realizados
para el funcionamiento de los trenes no es lo que hace falta en estos momentos,
incluso existiendo posibilidad de falla humana, algo en proceso de estudio e
investigación. El asunto es si ante la eventualidad de la falencia humana
existe la posibilidad de contenerlo o limitarla por vía del uso de la
tecnología. La respuesta es afirmativa y por lo tanto el problema es
estructural y se asienta en dos décadas de abandono de una estrategia favorable
al transporte público.
No solo es válido el análisis
desde los problemas y accidentes ferroviarios, sino del privilegio que en estas
décadas se le ofreció al transporte automotor. Todo el modelo productivo y de
desarrollo privilegió el uso del automotor, el utilitario y el camión, sea por
el consumismo individualista a que convoca el proceso de mercantilización
aludido, sino por los mecanismos de traslado de la producción sojera y
agropecuaria desde los centros productivos a los puertos. Este privilegio al
transporte privado se asentó en cuantiosas inversiones en infraestructura
caminera, incluidas las concesiones para el peaje que afecta el costo de traslado
en sectores de menores ingresos. El récord de la producción y venta de
automotores fue en sentido contrario al deterioro recurrente de los
ferrocarriles y el transporte público, solo sostenido sobre la base de unos
subsidios crecientes en estos últimos años, que además, necesitan ser
investigados sobre su aplicación efectiva en la infraestructura o en el
servicio.
Lo primero que corresponde
señalar es el fracaso en las políticas de privatizaciones para la sociedad,
especialmente para los sectores de menores ingresos usuarios de ese transporte
público de pasajeros. A continuación corresponde revertir la situación y
modificar los valores que en la sociedad favorecieron la orientación pública
para el privilegio del transporte privado. No se trata de trenes contra
automotores, sino de establecer que es lo prioritario para la sociedad en cada
momento. No solo por las tragedias de Once y Castelar, sino por las
consecuencias sociales que supuso la mercantilización de la vida cotidiana es
que sostenemos que se requiere pensar y actuar para avanzar en un proceso de
des-mercantilización. Se trata de ir a contramano del sentido principal por
construir un capitalismo serio o normal.
Puede parecer utópico pensar en términos
de des-mercantilización. Sin embargo, cuando se piensa en los reclamos por
salud o educación pública, lo que se defiende es la des-mercantilización de
esas dos sensibles áreas de nuestra cotidianeidad. Lo que se dice es que la salud
o la educación no deben ser mercancías, y crecientemente lo son. Basta pensar
en cómo se “resuelve” en la vida cotidiana el proceso de educación y salud para
afirmar su creciente peso mercantil. Ocurre lo mismo en otras áreas de la vida
y la economía. Es creciente el fenómeno mercantil en áreas propias de la
actividad estatal como la Justicia o la Seguridad, con tendencia a la
privatización creciente.
El interrogante que suscitamos
es sobre la posibilidad de la des-mercantilización de áreas estratégicas. En
ese sentido, no solo la educación y la salud, la justicia y la seguridad, sino
que aparecen otros temas, como los de la energía o el transporte público de
pasajeros o cargas. En ese sentido, todo el esquema privatizador ingresa en la
evaluación, incluido el sector financiero. Es que aún subsiste la legislación
financiera de la dictadura genocida, mecanismo que facilitó la extranjerización
de la economía y el ingreso de capitales para potenciar el proceso privatizador
de los 90´. Ya murieron Videla y Martínez de Hoz, y Menem acaba de ser
condenado por uno de sus delitos, el de la venta de armas a Croacia y Ecuador,
pero la institucionalidad privatista que está en el eje central del programa de
la dictadura y del menemismo sigue costando vidas al pueblo argentino. Es lo
que debe revertirse para que tenga sentido la condolencia a las víctimas de los
siniestros.
Buenos
Aires, 17 de junio de 2013
es evidente, que el negocio, o la privatizacion ya mato 17 personas y 700 heridos en los dos choque, el fracaso y coicido, es la corrupcion del negocio............porque se le dio a los ciriglia.......? si ya hbo problemas............el estado no debe ceder, lo esencial, el transporte, eeuu, usa, el transporte publico es muy importante y se cuida mucho..........tambien hay corrupcion, como tres hipotecas por casa garantizando creditos asi quedaron, pero en fin, es demasiado importante para no considerar su estatizacion, saludos.
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