Resulta interesante considerar algunas de las
definiciones relativas al “Estado” y al “Mercado” que sobre economía transitan
el debate mundial.
Por un lado podría analizarse la decisión asumida
hoy por el gobierno de Bolivia que nacionalizó la empresa SABSA, Servicios de
Aeropuertos Bolivianos. Es claramente una medida de intervención del Estado,
considerado por varios actores, el gobierno de España y las autoridades Europa
como un avasallamiento del Mercado.
Por otro
lado considerar la recomendación realizada por los Ministros de Economía y
Hacienda del G20, reunido recientemente en Moscú, orientada a dejar que sean
los mercados los que definan las cotizaciones de las monedas. Dicen textualmente
“Reiteramos nuestros compromisos a actuar rápidamente a favor de sistemas de
tipos cambiarios determinados por el mercado”. Agregan que "Evitaremos la
devaluación competitiva. No alteraremos nuestros tipos de cambio para
propósitos competitivos". Son recomendaciones contra la intervención
estatal y a favor de los mecanismos de mercado.
Lo que pretendemos discutir es que no existe la
ecuación Estado versus Mercado que se quiere hacer ver.
En ambos casos interviene el Estado, y lo que debe
discutirse es quién se beneficia en cada caso. El Estado privatizando o
expropiando asume una definición de favorecer o desfavorecer actores económicos
y sociales. Del mismo modo que si se devalúa o no, también se asume que existan
determinados beneficiarios o perjudicados. Solo observemos en la historia
argentina quienes son los beneficiarios del club de la devaluación: los grandes
productores y exportadores.
El Estado y el mercado son relaciones sociales,
que expresan contradicciones y disputas.
Lo interesante es considerar quien ejerce la
hegemonía en el Estado y quién se beneficia con las decisiones asumidas por el
Estado. Del mismo modo puede pensarse a las relaciones asimétricas que operan
en el mercado, por ejemplo en la capacidad que cada quien tiene para fijar los
precios, y por eso en la Argentina se ensaya ahora, nuevamente, un acuerdo de
precios entre el gobierno y las empresas para establecer el congelamiento y
evitar que la escalada de precios, ahora reconocida por el gobierno.
En Bolivia se actúa contra inversores externos que
explotan un servicio de aeropuertos con el fin de obtener ganancias y
remitirlas a sus casas matrices. Se ejerce soberanía contra la impunidad y
rapiña del inversor externo.
El G20 sugiere que las políticas cambiarias, de
Europa, Japón, EEUU, o de cualquier país, están motivadas en cuestiones de
mercado, obviando que esas políticas son formuladas por los Estados para
favorecer determinados intereses de los que actúan en los mercados.
La empresa SABSA fue denunciada por el gobierno de
Evo Morales por no cumplir con los compromisos de inversión asumidos en la
privatización y por hacer oídos sordos a los reclamos realizados en ese
sentido. La empresa invirtió en la compra de las acciones una cifra irrisoria,
unos 26.000 bolivianos (poco más de 3.700 dólares) para administrar más 400
millones de dólares. Según explicó el propio presidente boliviano, en los
últimos años la empresa española administradora de SABSA obtuvo más de 20
millones de dólares de ganancia que fugaron de Bolivia. No hay duda que se
trata de una inversión en el mercado altamente beneficiosa. Ante esa situación,
el Estado interviene para retomar la gestión soberana de un servicio que
resulta de interés para el pueblo boliviano.
Mientras, en el G20 se discute la preeminencia del
mercado sobre el Estado y se demanda que los Estados no habiliten una guerra de
monedas en aras de la competitividad. Ello viene a cuento de las medidas
cambiarias que viene asumiendo Japón para hacer competitivas su producción y
exportaciones. Algo no muy distinto de lo que viene haciendo EEUU, devaluando
el dólar contra otras monedas globales. Claro que Europa y su zona euro actúan
a contramano, pues en lugar de devaluar para competir, pretende hacerlo afectando
el costo de producción, por lo que induce reducciones de ingresos populares,
especialmente de salarios (estatales y privados) y gasto público social. Unos
con políticas cambiarias, EEUU ó Japón, y otros con políticas de austeridad,
Europa, ejercen la política económica con el mismo fin, ser más competitivos con
sus producciones en el mercado mundial.
En los países capitalistas desarrollados se busca
combatir la crisis capitalista restableciendo la tasa de ganancia, con
devaluación o apreciación de las monedas.
No se trata de una cuestión de mercado, como si el
mercado estuviera por encima de las personas y sus mutuas relaciones.
El mercado es una relación social, donde se enfrentan
compradores y vendedores, y en el desarrollo capitalista, el Estado fue
estableciendo regulaciones que vuelcan la balanza hacia un lado o hacia el
otro. Es que el Estado es también una relación social. Por eso, el gobierno
español a través del Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación advirtió
que la decisión de nacionalizar la filial de Aena y Albertis, empresas gestoras
de SABSA “traerá consecuencias a las relaciones bilaterales entre ambos países”
y califican la medida como “un acto inamistoso”. Tras cartón demandan “una
valoración justa e independiente” sin asumir ninguna crítica de la rapiña e incumplimiento
de la empresa española. Algo muy similar a la actitud ante la expropiación
parcial de REPSOL por el gobierno argentino.
En definitiva, ni el Estado ni el mercado son
neutros. Ambas categorías son relacionales y por ende están en disputa. El
problema es quién decide en el mercado y en el Estado.
Buenos
Aires, 18 de febrero de 2013
Julio, estoy de acuerdo con tu propuesta de pensar al Estado y al mercado como "relaciones sociales". En este sentido, hay muchas posiciones políticas, por ejemplo dentro del trotskismo, que tienden a vaciar el Estado de sus contradicciones. Para ellos, no puede hablarse de una intervención del Estado en la economía en un sentido popular. Al ser el Estado necesariamente "burgués" y "capitalista", entonces toda intervención es condenada de antemano. Creo que esta es una de las ideas que están en la base de los rechazos a la expropiación de YPF en nuestro país, considerandola una "reprivatización". Saludos.
ResponderEliminarCada vez somos más los que luchamos por un mundo mejor y es conocido en la historia que la jerarquía católica ha estado del lado del dinero, salvo honrosas y escasas excepciones, hay que recordárselo al pueblo para que no lo olvide.
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