Mucho se habla en estas horas de los “fondos
buitres”, a propósito del embargo sobre la Fragata Libertad retenida en el
Puerto de Ghana; y es verdad que esos fondos de inversión pueden asimilarse a
las aves de carroña, que rondan a la presa en dificultades para alimentarse de
la desesperación en la agonía de cuerpos en dificultades.
El interrogante es si la Argentina es una presa
agonizante y apetecible para los buitres del sistema capitalista.
No parece la Argentina vivir un tiempo de agonía.
Es cierto que el 2012 se desaceleró la economía, pero en un marco de una década
de crecimiento importante, y además, si en 2001 declaró la cesación de pagos
por 100.000 millones de dólares, con los canjes del 2005 y del 2010, renegoció
el 93%, y desde entonces es un país cumplidor de sus compromisos de pagos
externos.
Más que en agonía, la Argentina parece atravesar
un periodo de acumulación capitalista saludable, y cuando en el mundo son
noticias los países con dificultades para cancelar su deuda soberana, desde
Buenos Aires se desmienten agoreros pronósticos, y se cumple rigurosamente con
los pagos de la deuda pública.
El país generó las condiciones para salir del
default declarado a finales del 2001, y pagando sus deudas intentar volver al
mercado financiero mundial.
No es que estemos de acuerdo, más bien todo lo
contrario, pero pretendemos explicar lo que está ocurriendo con un tema
estructural del orden económico en el país y en el mundo, el del endeudamiento
y la dependencia que genera la situación respecto del capital hegemónico,
muchas veces, convengamos, depredador y carroñero.
El
objetivo era y es pagar la deuda
La Argentina es un fiel cumplidor de sus obligaciones
externas, y el gobierno se jacta de ello, aun manteniendo un 7% de la deuda en
conflicto (holdout) y un monto similar impago al Club de París, una deuda que en
variadas ocasiones se anunció la voluntad de negociar y cancelar.
Se puede pensar que la Argentina le encontró la
vuelta al endeudamiento, pues no solo “arregló” con la mayoría de los
acreedores, sino que también paga regularmente sus obligaciones.
Claro que es una pesada carga en el presupuesto
que se acaba de aprobar para el 2013 y además, se establecen casi 8.000
millones de dólares de las reservas internacionales para cancelar vencimientos
del próximo año, y más de 80.000 millones de pesos de nueva deuda.
Para que no haya dudas, esta semana la Presidente
aseguró que en diciembre próximo se cancelarán en dólares los vencimientos de
bonos del Estado Nacional. El objeto de la información era desanimar a aquellos
que creen que la Nación seguiría el rumbo de la pesificación que ya empezaron a
transitar algunas provincias, y que parece será el rumbo a seguir por otros Estados
provinciales.
Claro que la pesificación viene inducida de
múltiples acciones, no solo respecto de la restricción a la compra venta de
divisas, o al uso cotidiano de las divisas en las relaciones mercantiles, sino
al canje poco analizado de deuda nominada en moneda extranjera por
endeudamiento en pesos argentinos.
El mecanismo transita por la cancelación de deudas
con divisas, disminuyendo las reservas internacionales y reemplazándolas por
compromisos futuros en pesos del tesoro nacional al BCRA.
De este modo, el BCRA acumula deuda a cancelar por
futuros gobiernos y se transfieren divisas a los históricos acreedores de la
deuda pública de la Argentina. Así, la Argentina paga su deuda con dólares y
acumula nuevas deudas en pesos, las que imaginamos renovarse en continuo y condicionando
el presente y el futuro soberano.
Las cancelaciones de deuda y las sucesivas
negociaciones, no solo en esta década, sino en cada uno de los turnos
constitucionales, indican que la deuda sigue condicionando la política y que se
requiere revertir el ciclo de negociación y pago para pasar a una instancia de
investigación y discusión integral del problema.
Desde Alfonsín a Menem y De la Rúa, y más recientemente
Néstor Kirchner y Cristina Fernández, cada quién organizó su renegociación
confirmando que el tema llegaba a su fin y que la deuda ya no sería más un
problema. La retención de la Fragata y las demandas de la justicia en EEUU
reflejan otra realidad.
Recuperar
soberanía
Existen fondos buitres porque el país resignó
soberanía jurídica en algún momento de la historia de la deuda y los negocios
con el mundo.
En aras de la seguridad jurídica de las
inversiones se habilitó la posibilidad de litigar en tribunales extranjeros,
del mismo modo que la Argentina suscribió la incorporación al CIADI, el Comité
del Banco Mundial para atender los reclamos de las transnacionales que se
sienten afectadas en sus negocios por los países. Así Argentina está
sentenciada a pagar cuantiosa deuda tramitada ante al CIADI.
Lo que pretendemos señalar es que el país debe
recuperar soberanía y denunciar su pertenencia al CIADI y anular toda la deuda
negociada sobre base de cesión soberana.
Todo ello se puede hacer si existe voluntad de
independencia. El problema no son los “buitres” sino quienes les dieron y dan
de comer. El país está preso de una institucionalidad gestada en tiempos de
ofensiva neoliberal que requiere ser modificada.
Más que discursos contra la carroña capitalista se
requiere abandonar la legitimidad gestada en tiempos de ofensiva neoliberal. Es
la base para pensar con independencia y eliminar el condicionante que supone el
endeudamiento público.
Buenos
Aires, 3 de noviembre de 2012
Excelente tu explicación Julio.
ResponderEliminarLa verdad que uno se ríe por no llorar, cuando ve y escucha a la presidenta, anunciar con toda esa gestualidad pseudo-revolucionaria que vamos a pagar "nuestra" dueda externa en dólares, haciéndonos creer que estamos siendo definitivamente soberanos cuando en realidad sus palabras y actos sólo reflejan el grado de sometimiento en el que nos encontramos.
Mucho bla,bla contra los fondos buitres y la especulacón financiera pero después vamos a tocar la campanita a Wall Street.
Saludos.