Se acaba de presentar el informe anual del FMI
para el 2012[1],
algo así como su “memoria y balance”, donde se insiste en la continuidad y
gravedad de la “crisis financiera internacional”, que nosotros preferimos
caracterizar como “mundial y sistémica”, no solo financiera e internacional.
Apuntamos a destacar que más allá de lo financiero
y lo económico, la crisis se proyecta en otros campos, tales como los
alimentos, la energía, el medio ambiente, entre otros asuntos; y que no debe
considerarse un problema entre naciones (internacional), aún cuando la gestión
de la economía es nacional, porque el problema es global y se asocia al
funcionamiento del orden mundial.
Pero más allá de la caracterización, desde el FMI
se insiste que la crisis se proyecta por lo menos una década, según Olivier
Blanchard, el jefe de los economistas del FMI. Sostuvo que entre el 2008 (estallido
con la bancarrota en EEUU, especialmente de Lehman Brothers) y 2018 es
previsible la duración de la crisis mundial, con lo que aún restan varios años
para ensayar los ajustes que promueve el organismo internacional y que sufren
los pueblos del mundo. También para pensar en enfoques alternativos de política
económica, incluso más allá y contra el propio régimen del capital.
Esa continuidad de la crisis es la razón por la
cual, la titular del FMI sostiene en el informe anual 2012 que “sigue faltando
confianza, persisten las tensiones en los mercados financieros y la
recuperación es aún endeble. Entre tanto, el desempleo se mantiene en niveles
inaceptables en demasiadas regiones y la estructura social está sometida a una
presión creciente” y por ello llama a “restablecer la estabilidad económica y
financiera internacional” para el crecimiento.
Como vemos, el pronóstico es delicado y la
convocatoria es sesgada hacia el ajuste, para estabilizar las cuentas
macroeconómicas de los estados nacionales que evidencian situaciones críticas.
Además hay preocupación por las tensiones que devengan en conflictos sociales.
No lo dice el Fondo, pero la indignación crece a escala global.
Más
capital al FMI para el ajuste y el fetiche del crecimiento
Agregó Christine Lagarde, cuya asignación anual
alcanza a 467.940 dólares anuales (unos 183.200 pesos argentinos mensuales al
cambio oficial), que “Los países miembros manifestaron su confianza (en el FMI)
a través de una ampliación de los recursos por un valor de 456.000 millones de dólares.”
Resulta increíble la apuesta y el compromiso de
variados países con una organización co-responsable de una crisis que entre
2008 y 2009 consumió 25 billones de dólares en salvatajes estatales a grandes
empresas y bancos. Gigantescos sueldos para gerentes de empresas, organismos y
bancos contra el crecimiento del desempleo y la miseria, toda una realidad.
Esa ampliación de capital fue resuelta por el G20
en el 2010, y el FMI utiliza esa mayor capacidad financiera para “asesorar y
asistir” a países en problemas, tal como lo hizo con la región latinoamericana
en los 80´ y en los 90´ con los regresivos resultados por nosotros conocidos en
deterioro de la calidad de vida de la mayoría de la población.
Incrementar los recursos del FMI consolida una
institución para el ajuste y el empobrecimiento de la población mundial, algo
que el propio Fondo reitera y sugiere en sus diagnósticos. Claro que el
promedio de ingresos de los altos funcionarios del Fondo está, según el informe
del FMI, en 312.934 dólares al año, unos 122.500 pesos argentinos mensuales al
cambio oficial. Nada mal para recetar ajustes que derivan en alarmantes datos
de desempleo y miseria.
El diagnóstico del FMI señala las debilidades de
la economía mundial, especialmente en la zona del euro, y donde “la mayoría de
las economías emergentes y países de bajo ingreso siguieron experimentando un
crecimiento sólido”.
Nada se dice que ese crecimiento significa, por
ejemplo, excedentes en China destinados a la compra de bonos del tesoro de
EEUU; o expansión de las remesas de utilidades de las transnacionales que
operan en esos países emergentes, acrecentando el fenómeno de fuga de capitales
desde los países emergentes a los desarrollados.
Se destaca en el informe del FMI como principales
problemas el déficit fiscal y el elevado endeudamiento público. En el plano
social sobresale el desempleo. Se califica la situación para el 2012 como de “una
frágil y tímida recuperación”.
La
heterodoxia opina
Son los temas que en definitiva se discutieron en
las jornadas monetarias del BCRA en la semana que pasó, ámbito que congrega
buena parte del pensamiento económico heterodoxo mundial; y en el encuentro anual
de Economía y Derechos Humanos que organiza la Universidad de las Madres de
Plaza de Mayo, y que también convoca a heterodoxos y al pensamiento crítico
regional y global.
En ambas ocasiones la titular del BCRA, Mercedes Marcó
del Pont coincidió en que la crisis mundial “será larga” y que “la economía
argentina crecerá bastante menos que el año pasado”. La argumentación apunta a
señalar el diferencial de crecimiento de la economía local respecto de la baja
proyección de las economías del capitalismo desarrollado.
Es curioso cómo se sostiene el fetiche del
crecimiento. La apelación del FMI y del BCRA es al crecimiento, como si ese
crecimiento pudiera asignarse equitativamente al conjunto de la población.
Las mismas autoridades económicas de la Argentina
rastrean las causas de la inflación local en la concentración económica,
fenómeno asociado a la propiedad privada y extranjera de las principales
empresas fijadoras de precios. Son éstas las que captan lo principal de la renta
social generada en la Argentina, más allá de los paliativos importantes de una
política social masiva que se reconoce en 3,5 millones de asignaciones
universales, o más de 2 millones de jubilaciones sin aportes previos.
La extensión de la política social no define el
núcleo de la acumulación capitalista, que sigue siendo predominante desde la
ganancia, altamente concentrada en la cúpula del poder económico. Es un
razonamiento válido para el país y para el mundo.
Ajuste,
desempleo y transición al socialismo
La proyección para el 2013 es de
recesión europea y desaceleración del conjunto de la economía mundial, con
elevadas tasas de desempleo. El informe del FMI resalta que “Al cierre
del ejercicio 2012, más de 200 millones de personas en todo el mundo estaban
sin trabajo, y en algunos países del sur de Europa más de la mitad de los
jóvenes no pueden encontrar empleo”.
Es interesante verificar como el FMI
convoca con un lenguaje ubicuo al ajuste en los países con problemas (Europa
principalmente) y destaca que el crecimiento en los emergentes se debe a
ajustes previos.
Así como el FMI muestra al capitalismo
desarrollado el espejo del ajuste de nuestro países en décadas anteriores; los
pueblos ajustados en la coyuntura debieran observarse en el espejo de las resistencias
que en Latinoamérica generaron las condiciones para los procesos de cambio
político que hoy se viven y se estudian con interés en todo el mundo, razón que
explica la presencia de intelectuales en variadas jornadas de debate económico
que se realizan entre nosotros.
En rigor, no alcanza con análisis
heterodoxos en el marco del capitalismo. El interrogante apunta a pensar más
allá del capitalismo y en el tránsito de esta sociedad en crisis a otra, quizá
en el rumbo del socialismo del Siglo XXI que sustenta la revolución bolivariana
desde su afirmación electoral del 7 de octubre.
Buenos
Aires, 6 de octubre de 2012
[1]
Informe anual 2012. Trabajando juntos
para apoyar la recuperación mundial. En: http://www.imf.org/external/spanish/pubs/ft/ar/2012/pdf/ar12_esl.pdf
(consultado el 6/10/2012)
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