La expropiación parcial de YPF constituye una gran
iniciativa política, verificado en la amplísima votación favorable en el
Parlamento argentino y en la consideración de la opinión pública. Podría
decirse, como sostuvimos hace poco, que el fin del consenso privatizador es un
dato de la realidad, y un interrogante a futuro es sobre otras áreas
estratégicas que en los 90´ fueron entregadas a la iniciativa privada. Algunas
de las cuales son muy rentables, tal el caso de las telefónicas, y otras
deficitarias, caso del transporte, especialmente ferroviario.
Incluso, más allá de la renta, debiera pesar a la
hora de definir el carácter de una explotación, si privado, estatal, o
“social”, la “utilidad para la comunidad” de esa producción o servicio. Un
ejemplo es la actividad financiera, mayoritariamente privatizada y
extranjerizada. Nuestro comentario apunta a pensar más allá de la recuperación
de la gestión estatal de la principal petrolera en la Argentina y remite a un
debate sobre el papel del Estado y de la sociedad en su conjunto en la gestión
cotidiana de los asuntos económicos, o sea, discutir el porqué y el para qué;
los cómo y los cuando de la producción y circulación de bienes y servicios.
Desde el próximo lunes 7 de mayo de 2012 rige la
nueva legislación, coincidente con una nueva gestión designada por el Poder
Ejecutivo hasta la normalización vía asamblea de accionistas, la que además,
definirá en el nuevo marco legal la política de la empresa, que como sabemos es
“testigo” del sector de hidrocarburos y por ende clave a la hora de pensar la
política energética y petrolera. El interrogante es entonces ¿petróleo para
qué? A responder desde las consideraciones legales de una actividad de “interés
público” y el “autoabastecimiento” proclamado en la legislación. Siendo el
petróleo un insumo estratégico de la producción, conviene discutir el modelo
productivo en curso, el sentido principal de la producción local, sus
destinatarios y el patrón de consumo que favorece.
Nuestra reflexión apunta a considerar el sentido
de la producción en la Argentina, lo que implica hablar y discutir sobre los
distintos sectores productivos. ¿Qué se produce, cómo se lo hace y para quién
se produce? Ello supone discutir la producción primaria, sea en agricultura, la
ganadería o la minería; pero también la industria y la cadena de valor en la
provisión de insumos industriales; tanto como en la construcción y
especialmente en la energía. Para que se entienda, lo que se pretende discutir
es si el modelo en el agro tiene que privilegiar la soja y el biocombustible,
con destino principal en el mercado mundial, apoyado por precios
internacionales muy favorables, o si esa producción tiene que involucrar el
debate sobre población, territorio y defensa de los recursos naturales. Si el
privilegio es la “soberanía alimentaria” como proyecto nacional, regional o
mundial; o si lo que define es la apropiación de renta del suelo, aún en el
caso de que mayoritariamente se apropie por el Estado nacional vía retenciones,
o los municipios y provincias vía redistribución del fondo sojero.
Me detengo en el ejemplo de la soja por su
extensión en el territorio e importancia en el cambio cultural que está
generando, sea por la expansión de la frontera agrícola, por la subordinación
al mercado mundial, por el despoblamiento del campo, o por sus efectos relativos
a la salud por la fumigación. Claro que también podríamos hablar de la mega
minería a cielo abierto y sus múltiples impactos económicos, sociales y
culturales. En ambos casos existe un efecto riqueza que son los ingresos que se
derraman por el circuito privado o el estatal (vía retenciones), procesos
imponderables de evaluar en el mediano y largo plazo. No sería distinta la
reflexión sobre la construcción, la producción energética o los procesos
industriales. ¿Qué necesidad se debe resolver en la construcción? Por ahora, en
la última década, el privilegio fue el resguardo de valor, la especulación o la
transformación de activos líquidos en propiedades. Es cierto que existe
vivienda social de reciente construcción, pero no es lo que define el boom inmobiliario
de estos años. En el mismo sentido, ¿qué transporte, el público o el privado?
¿Se debe continuar el aliento al automotor, con 60/70 % de exportación e
importación? Una u otra definición, en cada caso comentado supone una
orientación de uso del petróleo extraído por YPF.
Existen quienes señalan que estos interrogantes
solo pueden resolverse si la expropiación hubiese sido del 100%, o si se en
lugar de mantener una S.A. se hubiese optado por una empresa estatal. La opción
elegida parte de considerar que con el 51% y una gestión profesional bajo
dirección de una política del Estado alcanza para resolver soberanamente. Lo
que no está suficientemente discutido es cuál es esa definición política de matriz
energética, del sentido de la producción petrolera y gasífera, del modelo
productivo y de desarrollo de la Argentina, y en todo caso, de la inserción de
esa política local en el escenario mundial. ¿Se trata de una inserción
competitiva en el mercado mundial, buscando asociaciones con las
transnacionales que definen el mercado, o se piensa en propuestas alternativas
asociando la definición nacional en el marco de la integración regional?
Muchos interrogantes no pueden responderse en la
coyuntura, y son pensados para habilitar un gran debate, pero convengamos, que
esa discusión solo puede hacerse desde el gran consenso que supone la
expropiación, aún parcial de YPF.
Buenos
Aires, 5 de mayo de 2012
Como habitualmente, la nota es excelente. Como pasa a veces, tengo un comentario:
ResponderEliminarTengo un problema para acordar con el tema del "consenso privatizador". En primer lugar, sigue este "fin del consenso" más basado en la idea de la "eficiencia" que en el bien común. En segundo lugar, los acontecimientos siguen siendo volátiles: hace un año, o mucho menos, se pudo mentir sobre la inexistencia de una "crisis energética" y hace un mes "o hacemos esto o el país es inviable". Aplausos y ovaciones en ambos casos. Malvinas, otro tanto. Megaminería, se sigue operando para que se asuma el "consenso" de que es más buena que Lassie, y quienes nos oponemos somos "gorilas a cielo abierto" (sic). El reparto de los medios en "A dos corpos", como titula Barcelona, es un feo augurio, y esto ocurre A POCOS AÑOS DE LA LEY DE MEDIOS, QUE ESTE GOBIERNO SE LA "APROPIÓ", SE HIZO EL AUTOR E IMPULSOR, Y AHORA LA APROVECHA DE LA MEJOR MANERA. El consenso.... es tan volátil
Gracias Gonzalo por tus comentarios, y sí, coincido, pero la resolución a los temas planteados devienen de nuestra capacidad para acumular poder popular y generara alternativa política.
ResponderEliminarSaludos, Julio