Mientras el escenario político argentino privilegia el fenómeno eleccionario, en pleno proceso, la vida continúa y se manifiesta en la economía mundial como crisis, y conviene considerar que nuestro país no está al margen del mundo.
Una crisis que esta semana se concentró en los países más grandes, entre ellos EEUU, sin perjuicio de mantener en primera plana a algunos casos ya tradicionales del debate periodístico, tal el caso de Grecia.
En EEUU, la crisis asume carácter político, por el debate entre republicanos, mayoritarios en el Parlamento, y los demócratas, al frente del poder ejecutivo pero atrapados en la disputa congresal.
El tema es la capacidad de endeudamiento público de la potencia imperialista. Ya acumula 14 billones de dólares de deuda, el 100% del PBI y el máximo permitido por su legislación. Es una deuda motivada por un déficit fiscal crónico del 10%, 1,4 billones de dólares anuales, especialmente explicado por el gasto militar de las cuantiosas misiones guerreras del imperio, sea en Afganistán, Irak, la reactivación de la IVº flota, o las múltiples bases militares distribuidas por todo el mundo.
La discusión es bajar gasto y subir impuestos a los ricos, el combo que propone Obama. Los republicanos solo quieren bajar costos de la asistencia médica, a los jubilados especialmente.
Con ansiedad y contra reloj se demanda que el Parlamento apruebe un mayor endeudamiento que suba la proporción de deuda al 120% del PBI, otros 2,5 billones de dólares. Ese porcentaje es una cifra similar a la de Italia, que también fue noticia en estos días por agravamiento de la crisis.
En Grecia, la situación se complica y ya hace un año y medio que la realidad es de ajuste y resistencia, creciente por cierto, con renovadas e inimaginables unidades de organizaciones sociales y políticas que rechazan el ajuste.
Los bancos europeos, principales acreedores de la deuda griega empezaron a amortizar sus préstamos, anticipando una cesación de pagos, y los industriales europeos reclaman por un perdón de una parte de la deuda. Si se quiere seguir con los negocios, industriales o bancarios, hay que perdonar una parte de la deuda. Es increíble pero la consigna del perdón es similar a la sostenida históricamente desde la izquierda del no pago.
La deuda griega es del 150% del PBI y la sugerencia que recibe desde todo ángulo es reproducir la receta argentina, en el mismo momento que en el País vuelve el debate sobre el tipo de cambio.
En la inauguración de la 125 edición de la exposición de la Sociedad Rural, se defiende la liberalización de la economía y la promoción sin reparos de las exportaciones, al tiempo que se discute la llamada “enfermedad holandesa”, que alude a los problemas que se le presentan a un país cuando por razones diversas asienta su expansión en el beneficio del comercio internacional de alguna ventaja comparativa proveniente de sus recursos naturales, para el caso argentino, la concentración en la soja.
El problema alude al desplazamiento de otros productos, concentrando y especializando la producción, con efectos incluso culturales, al tiempo que se genera una avalancha de divisas por esas crecientes exportaciones, con impacto inflacionario y apreciación de la moneda local, algo que en la Argentina se compensa con política cambiaria, retenciones y acumulación de reservas y su contrapartida en deuda interna.
Son temas de mucho interés, porque el precio de la soja y de los alimentos está asociado a la crisis mundial y aunque aquí sea crecimiento y en el norte crisis, deuda y desempleo, la economía argentina está asociada al destino de la economía mundial y mejor sería que se tomaran las medidas adecuadas para pensar en cierta autonomía y desvinculación del epicentro de la crisis mundial.
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