Milei pone en evidencia la crisis política
Milei avanza en su proyecto liberalizador, en defensa de la propiedad privada de los grandes medios de producción, esos que están concentrados en manos de grandes inversores, locales y mundiales. Nada para los pobres, los que tendrán que esperar el “derrame” prometido por la ideología liberal libertaria. No es una novedad, pero arrastra en la coyuntura el consesno electoral de sectores empobrecidos.
Desde el diario La Nación aluden a una “revolución”, aseveración en la letra de sus principales columnistas, Carlos Pagni y Joaquín Morales Solá. Una revolución a favor de un capitalismo ortodoxo, sin intervención económica del Estado, a tal punto, que Milei reprime y pretende cobrar a los reprimidos el costo de la represión.
Según Milei, el pueblo resistente debe pagar lo que no quiere comprar: la represión, lo que será una vulneración del principio de libertad que sustenta el anarco-capitalista en el gobierno.
La lógica política del nuevo gobernante en Argentina desconcierta a propios y extraños, ya que convoca a sesiones extraordinarias y nadie conoció la letra chica en el Congreso hasta hoy, y en sintonía con la regresividad política, se califica a ambos instrumentos de un contenido antidemocrático, sea la Ley Ómnibus como Decreto de Necesidad y Urgencia, el DNU, que arrasa con 300 regulaciones de un plumazo, con claros beneficiarios en la cúpula empresarial y una extensa variedad de perjudicados entre los sectores empobrecidos.
Además, amenaza Milei a los congresistas señalando que, si no aprueban el DNU, convocará a un plebiscito para que la sociedad ratifique su voluntad de transformación reaccionaria. El Procurador Rodolfo Barra, recordado ejecutor implacable del programa menemista en los 90, destaca el carácter no vinculante de esa consulta. Sin embargo, la amenaza apunta a resaltar la continuidad del consenso social en la “revolución restauradora” del poder oligárquico imperialista.
La realidad del alza de precios de la “revolución liberal” puede evidenciar los límites del consenso social logrado en el proceso electoral, en apariencia supérstite mientras no se receptan aun las subas de tarifas en servicios públicos de energía o transporte. El descontento no es aun visible y genera desconcierto sobre como confrontar con una línea política de esencia ortodoxa en el discurso que no tiene experiencia de ejecución.
Hasta algunos liberales temen por el experimento ultra liberal de Milei, quien apuesta a ser “modelo” en el mundo y por eso desafía con sus propuestas a la elite del pensamiento y la política global.
Repite sin datos fehacientes que Argentina fue líder de la economía mundial a comienzos del Siglo XX y que ahora debiera retomar ese lugar.
El interrogante está en si la sociedad argentina soporta el deterioro de una calidad de vida que viene de medio siglo de retroceso, con escasos momentos de tibia recuperación, que nunca supusieron revertir la “revolución” conservadora, verdadero propósito del golpe de 1976 y del rumbo potenciado en los 90 con gobernantes peronistas y radicales, una senda que intentó desarrollar Mauricio Macri entre 2015 y 2019.
Alternativa se busca
Se trata de un problema estructural, en rigor, no solo de la Argentina, sino en el ámbito mundial. La crisis política es global y las clases dominantes discuten como procesar una propuesta que otorgue salida a la crisis del 2007/09, lo que explica las tendencias de “derecha” que se ensayan en el ámbito mundial.
En ese marco se destaca Milei, una derecha no nacionalista, que exacerba el argumento esencial de la escuela austríaca, desde Carl Menger a Murray Rothbard.
La revolución “liberal”, “neo”, desplegada desde el terrorismo de Estado del sur de América, como ensayo, y generalizada en el norte imperialista por Thatcher y Reagan, entró en crisis.
Esa es la razón para que aparezcan ideas y proyectos “salvadores” por derecha, evidenciando también el fracaso de propuestas tradicionales de una izquierda que colapsó en la experiencia de la URSS y sin réplica en el presente.
Proyectos que sobreviven a esa experiencia o “modelo” intentan, con suerte diversa, abrir sus propios rumbos, que aun requieren ser analizados en sus posibilidades de transformación anticapitalista.
El capitalismo viene respondiendo a la crisis de los 60/70 con una ofensiva reaccionaria que se define en el crecimiento de la desigualdad, la afectación del medio ambiente y la profundización de una lógica de militarización, violencia explícita y estímulo a la criminalidad del orden vigente, con trata de personas, venta de drogas, armas y una especulación exacerbada dirigida por el capital ficticio.
La ausencia de alternativa política es el problema a resolver. El fracaso de las propuestas de “reforma” al orden emergente hace cuatro décadas en la Argentina, con continuidad de un modelo productivo primario exportador demanda la generación de un proyecto sustentado en un bloque social que, partiendo de las experiencias sociales y políticas por otro orden, pueda proyectar un horizonte de “revolución” en contra y más allá del régimen del capital.
Resulta imprescindible la crítica al capitalismo, lo que supone recuperar en esencia los análisis de Marx, contra quien se levantó la “escuela austríaca”.
Se trata de un debate histórico por la supervivencia del régimen del capital o la posibilidad de confrontarlo.
La teoría austríaca tiene ahora la posibilidad de ejercer políticamente sus postulados, convocando al mismo tiempo a una crítica sustancial sobre el orden capitalista, con las especificidades nacionales de la Argentina y su inserción global, en una historia viva de búsqueda de la emancipación social.
Asistimos a un tiempo de crisis de la política y de ensayo de nuevas propuestas sustentadas en la crítica del orden vigente.
Buenos Aires, 27 de diciembre de 2023
Digitalización y Universidad. Desafíos ante la crisis capitalista y el desarrollo tecnológico inducido por el gran capital transnacional
Lo que sigue son los fundamentos de mi presentación en el debate internacional sobre “La transformación digital en la educación: luces y sombras”, organizado por “KAIROS-EDUCACION, equipo para la transformación educativa y social sostenible” y “ciiove, centro internacional de investigación OTRAS VOCES EN EDUCACION”. La actividad se desarrolló por plataforma el pasado 19 de diciembre y puede verse completa en: https://www.youtube.com/live/CbK3CiBaOk0?si=Gj7nd8tDl5huinX4
El tema de este foro de debate resulta trascendente, ya que remite a la digitalización del desarrollo capitalista contemporáneo, en un momento de crisis del capitalismo. Una crisis que viene del 2007/09, con una tendencia a la desaceleración de la economía mundial, agravado con la pandemia (2020-23) y la guerra en Europa desde el inicio del 2022. La pandemia acelero el proceso de digitalización con impacto muy fuerte en el mercado de trabajo, y por supuesto en la educación. Nos cambió la vida como docentes universitarios, como sujetos que interactuamos en el ámbito educativo. En rigor, afectó a toda la docencia, a todo nivel educativo, pero nos concentraremos en las reflexiones al ámbito de la educación universitaria.
Hay que pensar en este desarrollo tecnológico en los términos del tomo 1 de El Capital de Carlos Marx, con relación al análisis que supuso aquella revolución industrial con la maquinización, e incluso las primeras respuestas de los trabajadores y las trabajadoras que fue contra las máquinas, hasta que se entendió que el problema no era la máquina, como ahora el problema no es la digitalización, sino que es la propiedad y la apropiación de las nuevas formas de la explotación, vía dispositivos electrónicos.
Se trata de la dominación del proceso de trabajo a través de este instrumento que es la digitalización, que tiene impacto en nuestra vida cotidiana porque uno dice el mundo del trabajo y el ámbito de la educación, pero bueno, el ámbito de la educación en pandemia se transformó en nuestro domicilio y por lo tanto desplegamos nuestra tarea educativa con medios electrónicos que teníamos que tener instalado en nuestras casas y aunque las plataformas aparecían como gratuitas, teníamos que hacernos cargos del costo de la electricidad, del costo de internet, de los instrumentos y dispositivos adecuados: una buena computadora, un buen celular para poder llevar adelante el proceso de comunicación para el proceso de enseñanza y aprendizaje.
Señalo estas cuestiones porque hay que pensar que recuperando a Marx y al pensamiento crítico de la economía política, la respuesta a la primera revolución industrial fue la propuesta por la “Revolución”. Hoy debiera retomarse el planteo de la “revolución”. En ese sentido, estoy pensando en la gran reforma universitaria de 1918, en Córdoba, Argentina, en Perú, en Cuba. Esa reforma del 18, hace más de un siglo, fue un mecanismo de “revolución” en la educación superior. Por eso hay que pensar hoy el debate para la apropiación de la digitalización para un proceso de liberación social, económica, política, de emancipación, de revolución.
Asistimos a un tiempo de crecimiento de la desigualdad, como parte de la crisis capitalista y las respuestas que promueven las clases dominantes y, de hecho, América Latina y el Caribe es el territorio más desigual del mundo, donde más creció la desigualdad. No el territorio que contiene más pobreza, pero si el de mayor desigualdad.
Por eso mi primera reflexión es recuperar la necesidad de revolucionar la sociedad. ¿Por qué lo digo de esta manera? Porque lo que falta a los sectores subalternos, a los explotados, empobrecidos, saqueados, es una estrategia de transformación integral de la sociedad, y en ese plano, de la educación y de la educación superior.
Doble sentido de la Universidad
Una segunda idea que quiero incorporar en nuestro debate apunta a discutir a la universidad, en su doble carácter, contradictorio, que tiene la Universidad.
A la universidad podemos pensarla como una “institución del sistema”, de hecho, nuestras universidades, incluso las públicas producen conocimiento y profesionales para la lógica del modelo productivo y de desarrollo vigente en esta época del “capitaloceno”.
El capitalismo demanda un tipo de profesional, un tipo de técnico, un tipo de científico o docente, y por lo tanto necesitamos hacer la critica de esa funcionalidad de la institución universidad a la realidad y demanda del capitalismo contemporáneo.
Pero la universidad no es solo institución funcional al sistema, sino que también es movimiento: movimiento estudiantil, movimiento de docentes, movimiento de trabajadores/as administrativos/as, la comunidad universitaria interactuando no solo en la docencia y en la investigación, sino también en la extensión universitaria con la comunidad, con el movimiento social y popular.
De hecho, la reforma universitaria, la revolución en la educación superior, provino del movimiento estudiantil y del movimiento docente, sosteniendo que había que cambiar, renovar, revolucionar la universidad en un momento e cambios muy importantes en el capitalismo mundial a principios del siglo XX.
Creo que eso es lo que nos está faltando a nosotros/as en el presente. Hay que suscitar una nueva dinámica de presión y critica del movimiento universitario a la institución universidad.
Pensar desde lo alternativo y alterativo
Eso me lleva a una tercera reflexión al nivel de propuestas, de lo propositivo, en el sentido de avanzar en un diseño de lo alternativo, en una estrategia del movimiento universitario para que impacte en la institución universitaria y revolucione los contenidos y las formas de lo educativo en la universidad en la actualidad.
Lo que significa discutir cuales son las tecnologías y formas de desarrollo tecnológico autónomo e independiente. Doy un ejemplo para que se entienda bien concreto: en plena pandemia el único país que desarrolló una vacuna propia fue Cuba, con todos los limites que tiene el bloqueo genocida que hay sobre Cuba.
En efecto, un país atrasado como Cuba, un país con tremendos problemas como tiene ahora Cuba, avasallado por el bloqueo; un país que ha hecho de la educación un proyecto estratégico pudo desarrollar una vacuna contra el COVID19, incluso varias. Cuba demuestra la posibilidad de la independencia tecnológica, aun en condiciones de atraso y desventaja de lo que representa el capitalismo desarrollado y su capacidad de daño con sanciones a todo proceso de intento transformador y autónomo del régimen del capital.
Nosotros tenemos experiencias de tecnológica aplicada por movimientos populares sociales, en el caso de la Argentina, de empresas recuperadas, de organizaciones solidarias, cooperativas, auto-gestionadas, y no siempre el desarrollo tecnológico y la digitalización como parte del mismo supone los grandes desarrollos de las empresas de vanguardia, y por lo tanto, hay que formar profesionales que estén acorde con el debate, un diagnostico de cual es la necesidad de desarrollo científico tecnológico de la organización popular en la economía.
¿Qué demandar a distintos ámbitos de la política?
Está claro que hay una tendencia en el ultimo medio siglo “neoliberal” de un proceso de flexibilización laboral, de informalización de las relaciones laborales y por lo tanto cada vez más definido en la precariedad del trabajo, con trabajadores y trabajadoras que viven fuera del mercado regular del trabajo y reproducen la vida cotidiana en condiciones de miseria.
La universidad como institución debe acercarse ahí y no a la mercantilización que convoca a venderles servicios a las corporaciones trasnacionales, al Gran Capital. Reorientar a la universidad a atender las necesidades y demandas del movimiento popular es un tema fundamental que debe plantearse como un desafío desde abajo, desde el movimiento universitario articulado con el movimiento popular.
No hay que esperar que, a nivel de los gobiernos, incluso las grandes cumbres, lo resuelvan. Me remito a la finalización de la COP 28 recientemente, donde tras el diagnóstico de cambio climático aparecen grandes discursos, pero no soluciones concretas para confrontar la destrucción del medio ambiente que generan las corporaciones trasnacionales que dominan, asociados a los principales estados del capitalismo mundial y a los organismos internacionales.
Por eso, desde el propio movimiento hay que generar condiciones de critica a lo que realmente acontece y si, por supuesto, pelear, luchar por el acceso a la conectividad, por acceso a la tecnología, por acceso a equipos, por democratizar el proceso de revolución científico-técnica que se desarrolla en este momento.
Es necesario ya que el impacto sobre la sociedad es inmenso. Nos comunicamos, nos informamos y formamos mediante estos dispositivos, plataformas y mecanismos de circulación de la producción intelectual y material. De hecho, este foro está funcionando sobre la base de la digitalización y claro, este proceso de digitalización hoy define el proceso productivo, el proceso de investigación científico tecnológico, los procesos de formación, los desarrollos de las telecomunicaciones.
Nuestro desafío, creo, y este foro apunta en ese sentido, a plantear una crítica sustantiva y profunda a quien domina hoy el proceso de digitalización, y tratar de generar un pensamiento crítico que abone a que la digitalización sea apropiada por el conjunto de la sociedad, para pensar en soluciones que tengan que ver con una dinámica de emancipación. La emancipación educativa es parte de la emancipación social en términos generales
La demanda para las organizaciones internacionales, los gobiernos y las instituciones debe orientarse a que permitan y faciliten una amplia participación social, que haga visible la critica que está muy fuerte en los propósitos de este foro, de las organizaciones convocantes y en planteos alternativos respecto del uso de la tecnología, entre ellas la inteligencia artificial, para pensar en términos de transición civilizatoria.
Si no se pone en debate lo que el movimiento social dijo en el Foro Social Mundial de Porto Alegre hace más de 20 años, que “otro mundo es posible”, también con una apropiación de la tecnología por parte de la sociedad para transformar precisamente a la sociedad.
Por lo que todo lo que tenga que ver con permitir, facilitar, e impulsar que aparezca la crítica me parece muy importante.
Lo que debe demandarse a los gobiernos, y lo pienso desde la Argentina, donde hace una semana empezó un gobierno de ultraderecha, ultra liberal, que se auto asume “anarco capitalista” y por lo tanto la demanda es que no permitan que crezca más la mercantilización educativa y que hay que rescatar que la educación es un “derecho”, no una “mercancía”. y por lo tanto mas que una demanda a los gobiernos es un estimulo para que se potencie la denuncia de la mercantilización educativa y por lo tanto no solo es una cuestión de cantidad de recursos para la educación sino una orientación en un sentido público para la emancipación.
Para las instituciones el pedido es que se abran a la consulta y la participación de la comunidad educativa. Algo así como la democratización de las instituciones, la desburocratización y al carácter corporativo que asumen las universidades y sus autoridades. Para los académicos, convocaría a dejar el perfil “academicista”, en tanto escritores de “papers”, repetidores de teoría y que se animen a pensar proyectando una función más “intelectual”, a que se transformen en intelectuales, en pensadores críticos, para recuperar la tradición de la reforma universitaria, esa tradición revolucionaria, para que tanto intelectuales que actuamos en la universidad, como las instituciones universitarias, podamos pensar el nuevo tiempo para una transformación civilizatoria.
De lo que se trata es de refundar una educación para la transición civilizatoria, de la explotación y el saqueo a una sociedad de cooperación y de comunidad, en el rescate de la pedagogía del oprimido y la pedagogía de la esperanza, en un tiempo para recuperar la perspectiva social por la revolución.
Argentina bajo gobierno ultra liberal y antidemocrático
El 10 de diciembre inició su gestión el gobierno de Javier Milei , un ultra liberal autodenominado “anarco-capitalista”, o “liberal-libertario”, cultor de la escuela “austríaca” y en especial de Murray Newton Rothbard (estadounidense, 1926-1995), un profeta de la crítica al “estatismo” y un fanático del mercado y la iniciativa privada. La crítica al “estado” es extensiva al socialismo en todas sus variantes, y muy especialmente a Marx y sus continuadores. En rigor, se incluye también la crítica a Keynes y sus políticas de intervención estatal para superar la crisis, tal como hacían sus contemporáneos von Mises y von Hayek. Ese keynesianismo es hoy manifestado a través del “neo-desarrollismo”, por lo que no sorprenden las críticas del libertario a las recientes experiencias de impugnación neoliberal y al titular del Vaticano, sus encíclicas y a pensadores y seguidores afines.
Milei accedió al gobierno luego de una segunda vuelta en la que venció al oficialismo con casi 15 millones de votos, superándolo por 3 millones de sufragios. Resultó así un fuerte consenso electoral, el 56% de votantes contra el 44% de votos positivos a Sergio Massa, el ex Ministro de Economía de Alberto Fernández. Con ese consenso electoral se legitima la iniciativa gubernamental de “ajuste y reestructuración regresiva” del capitalismo local.
Esa política se confirma con el discurso inaugural del presidente, el paquete de urgencia presentado al inicio por el Ministro de Economía Luis Caputo, quien fuera Ministro de Finanzas y Presidente del BCRA durante la gestión de Mauricio Macri (2015-19). Caputo es un financista, asociado al fuerte endeudamiento de la gestión macrista y ahora un reestructurador de la deuda local, un gran condicionante de la política económica, especialmente por los recursos requeridos para hacer frente a la cancelación de intereses y capital de la deuda, lo que compite con cualquier destino social de los recursos públicos. La iniciativa se completa con el anuncio de un Decreto de Necesidad y Urgencia (DNU) que elimina y reforma un cuerpo legal de unas 300 regulaciones, de las cuales solo identificó 30 en su mensaje por cadena nacional.
Señaló que serán completadas con otras medidas y especialmente aquellas que requieren ser materializadas legalmente, las que se presentarán próximamente en sesiones extraordinarios del poder legislativo. El solo hecho de resolver por decreto un conjunto de normas que deberían pasar por el congreso, torno anti democrático el funcionamiento del gobierno.
Para complementar estos reaccionarios anuncios a favor del capital más concentrado, desde el Ministerio de Seguridad, Patricia Bullrich (también funcionaria de Macri y del gobierno caído en 2001), se informó sobre un protocolo anti piquetes, un mecanismo anti democrático de amedrentamiento y represión del movimiento popular. En simultaneo, la Ministra de “Capital Humano”, Sandra Pettovello, desplegó una fortísima campaña de propaganda, a lo Goebbels, convocando a quedarse en casa ante el anuncio de movilización en conmemoración de la rebelión popular del 19 y 20 de diciembre del 2001, en donde la movilización popular terminó con el gobierno de turno y dio fin a la convertibilidad de la moneda con el dólar, una virtual dolarización. Recordemos que la dolarización fue la principal bandera en campaña de Milei.
Todo apunta a una brutal reconversión regresiva del capitalismo local, con fuerte intervención represiva de las fuerzas de seguridad. El ajuste no pasa sin represión, es el análisis más extendido en los pronósticos sobre la coyuntura y la evolución del nuevo gobierno. La histórica tradición de organización y lucha popular en la Argentina habilita el debate sobre el fracaso o el éxito de la ofensiva ultraderechista. De hecho, en estos primeros días ya se realizaron manifestaciones que discuten el horizonte de la política pública, incluido el intento desmovilizador.
Una importante jornada de lucha se vivió el pasado 20/12 durante la tarde y luego, en la noche, a posteriori del mensaje presidencial anunciando el “decretazo” reaccionario, la respuesta movilizada recuperó la tradición del “caceroleo” del 2001. Con pocas horas de diferencia hubo manifestaciones de piqueteros y caceroleros, dos formas de lucha emblemáticas del 2001 cuando la consigna remitía a “piquetes y cacerolas, la lucha es una sola”, expresión de la unidad popular entre trabajadores precarizados y sectores medios de la población. La respuesta sindical está latente con convocatoria diversas en estos días, que se sumarán a las primeras iniciativas de confrontación.
Se trata de un bloque social que interviene en este proceso concreto de la lucha de clases, en donde la política oficial vuelca la balanza en un solo sentido, el de las grandes patronales.
Orientaciones, medidas y propósitos
El enfoque libertario propone retrotraer al país al régimen político previo a los gobiernos constitucionales de voto universal (de varones), es decir al orden capitalista glorificado por las clases dominantes construido entre 1860 y 1910. Fueron tiempos de “fraudes” políticos, antidemocráticos, represivos, a tal punto que el centenario en 1910 mostraba un impresionante desarrollo de las fuerzas productivas, junto al estado de sitio, por eso crecimiento económico y represión, una identidad que se recupera en el presente.
Los grandes terratenientes, luego de la masacre y genocidio indígena de la campaña patagónica hacia 1880, junto a los capitales externos en frigoríficos, ferrocarriles o la banca, construyeron la inserción subordinada del capitalismo local en la lógica imperialista dominada por Gran Bretaña. Claro que para ello habilitaron la inmigración, principalmente europea, de los empobrecidos expulsados del viejo continente, por razones económicos o políticas, quienes arribaron en busca de empleo y aportaron su experiencia organizacional, sindical, social, ideológica y política. La identidad obrera vino de la mano del anarquismo, el socialismo y el comunismo, otorgando el sello en origen de la capacidad organizativa y de lucha del movimiento obrero y popular del país, el que mutó en los años 40 del siglo pasado bajo la identidad peronista.
El liberalismo era la lógica ideológica de la generación del 80 del Siglo XIX, en el poder del capitalismo local, concepción que impugnaba globalmente a la teoría de la revolución emergente con las tesis de Marx y la experiencia de la Comuna de París (1871), dinámica que habilitó por más de un siglo la ofensiva popular por la transformación revolucionaria de la sociedad mundial. En Argentina se desplegó una práctica teórica y sociopolítica en ese sentido, lo que se expresó en un nuevo régimen político, donde destacan dos grandes partidos que alternaron gobiernos constitucionales desde 1916 hasta el 2015, el radicalismo y el peronismo. Ambos partidos alternaron el gobierno con los golpes militares entre 1930 y 1983, quienes se proponían restaurar el poder oligárquico imperialista sin éxito.
Hacia 2015 apareció el primer intento de restaurar el viejo poder sin golpe de estado. Fue la fracasada gestión Macri entre 2015 y 2019. Ese intento se vuelve a repetir ahora con un mayor consenso electoral, que impugna anteriores consensos en los partidos tradicionales y que opta por una propuesta de clara identificación con el poder económico concentrado, bajo un discurso de crítica al socialismo y al comunismo, al estatismo, que según Milei, es lo que gobernó en la Argentina de los últimos 100 años. Una confusión deliberada en la caracterización, que sigue las formulaciones de sus maestros “austríacos”.
Esa crítica a los gobiernos de discurso crítico al neoliberalismo, que no resolvieron las urgentes demandas de los sectores explotados y más empobrecidos, impugna cualquier salida por izquierda, lo que limitó el discurso crítico de la tradición político organizativa en el pensamiento de Marx.
La salida es por derecha porque primó un discurso liberal a ultranza, crítico a cualquier política de izquierda, además desprestigiada por la impugnación global a la respuesta socialista, pero también a cualquier planteo de critica discursiva, visibilizada como privilegio a “castas”, no solo en la política, de la burocracia política, sino también a trabajadores/as bajo convenios y, por ende, salarios por encima del promedio del conjunto de quienes viven de la venta de la fuerza de trabajo.
Entre las principales medidas figura una devaluación del 50%, de 400 a 800 pesos por dólar, lo que supone un relanzamiento de la inflación que veía corriendo hacia el 200% anual, y que ahora se mueve al 1% diario, en una proyección alarmante que amenaza con hiperinflación. Es una perspectiva que apareja miedo en la población y genera condiciones de posibilidad para reformas ultra reaccionarias en camino de la de máxima: la dolarización.
Las desregulaciones por “decreto” recién anunciadas podrán ser objetadas por vía legislativa o judicial, pero sobre todo por la movilización popular. El decreto es un cuerpo normativo dictado por las grandes patronales e inversores que pretenden retrotraer la normativa local al tiempo de la liberalización en favor de la ganancia y la acumulación, una lógica esencial del régimen del capital. Sienten que tienen el consenso electoral y por eso van a la búsqueda del consenso político, asociados con el poder transnacional, expresado en el apoyo del FMI, y especialmente del gobierno de EEUU, por eso la afirmación en el privilegio de relaciones externas con Washington e Israel.
No es gratuito en estos tiempos alejarse del vínculo político y diplomático con los dos principales socios comerciales de Argentina, Brasil y China, pero es la exigencia ideológica y una apuesta a constituirse en vanguardia de la derecha mundial en tiempos de crisis capitalista y de discusión sobre la gestión global del capitalismo. Milei apuesta al éxito local y a marcar el rumbo global con su experiencia. Al igual que Pinochet en el 73 y su ensayo neoliberal, el libertario en el poder intenta, con consenso y represión realizar el ensayo de un nuevo tiempo de experiencia capitalista. No es poco y por eso la importancia de frenarlo en el origen, un gran desafío.
Buenos Aires, 21 de diciembre de 2023
Las políticas para frenar la inflación
El principal problema para la mayoría de la sociedad en Argentina es la suba de precios. Afecta a la mayoría empobrecida, ya que al núcleo que concentra la riqueza y los ingresos, la remarcación no les limita en su capacidad de consumo y de acumulación.
La inflación no afecta por igual a la población y aun, todo quien “puede” aumentar precios, incluso pequeños empresarios, si lo convalida el consumo, lo hará, y no necesariamente le ganará al proceso inflacionario.
Sostenemos que la estrategia del gobierno de Milei apunta a inducir miedo a la hiperinflación, por lo que explica que hoy se asiste a una proyección del 1% diario, o al 3.500% anualizado, incluso aludió a un pronóstico de 15.000%, un disparate que induce el temor ante la imposibilidad de la reproducción de la cotidianeidad.
La política oficial es un chantaje para favorecer el ajuste y la regresiva reestructuración del régimen del capital.
Es una estrategia tendiente a provocar la adhesión a una política de shock en el ajuste que afecta a la mayoría empobrecida y favorece la acumulación de ganancias en el sector más concentrado de la economía, al tiempo que se generan condiciones de posibilidad para reformas estructurales regresivas en las relaciones laborales y en el ámbito previsional, entre otras.
Se alude a un problema heredado, que en parte es cierto, pero que la liberación de precios inducida exacerba las remarcaciones y agrava el cuadro de situación en los precios relativos.
La inflación es guerra de precios (competencia)
Los precios son expresión de los valores generados en el proceso de producción capitalista.
El alza de precios es un mecanismo del capital en la disputa por el excedente económico, la plusvalía.
La producción capitalista se sustenta en valores, base constitutiva de los precios, que mediante sucesivas mediaciones se presentan ante el consumidor como precios de mercado.
Estos precios de mercado no son necesariamente equivalentes al valor producido en cada rama de la producción, sino que son parte de un proceso social ampliado de producción y circulación mercantil que integra al conjunto de la economía.
Por eso, lo que ocurre en el mercado es una guerra de precios y claro, en esa disputa, los capitales más concentrados son los que definen la competencia a su favor.
Remitimos a grandes conglomerados empresarios, extranjeros y locales, que concentran la producción, las ventas y las ganancias, en la industria, el agro o los servicios.
El trabajo productivo genera valor, que lanzados al mercado se realizan mediante los precios, insistamos, en un proceso social en el cual se define la acumulación capitalista desde la centralización y concentración de capitales mediante la competencia.
La explicación teórica relativa a los precios y a la inflación debe entenderse desde la teoría del valor de Marx, por ende, de la crítica a la economía política, que es la crítica al capitalismo.
Regular la inflación es, por ende, una tarea que asumen los Estados del capitalismo desde su capacidad para disciplinar el funcionamiento en cada país de las relaciones capitalistas.
Eso podría explicar el porqué de los elevados índices inflacionarios en Argentina, ante la incapacidad del Estado local para disciplinar no solo la contradicción entre el trabajo y el capital, sino, principalmente la competencia inter capitalista, es decir, entre los principales capitales que lucha por la apropiación de valor y plusvalor.
Milei pretende que ese disciplinamiento lo logre la 2libre competencia” y por eso profetiza el fin del Estado. Es la base de su concepción “anarco capitalista”.
Siguiendo la ley del valor de Marx, verificamos que el inversor privado anticipa dinero (D) en medios de producción (MP) y en fuerza de trabajo (FT) para obtener un producto, una mercancía (M) que al llevarla al mercado la vende por un precio mayor al D originalmente invertido. Así, la producción en el capitalismo responde a la fórmula: D que compra MP y FT para producir M y obtener luego de la venta D+d, en donde d es la plusvalía. En definitiva: D – M – (D+d); o D-M-D´
Las mercancías llegan al mercado (salen a la venta), más allá de las mediaciones de intermediarios con un VALOR, que, en la complejidad del capitalismo, el PRECIO no es necesariamente igual al VALOR de cada mercancía, sino que las mercancías, portadoras de valor (trabajo socialmente necesario) se expresan en un precio de producción asociado a la composición orgánica de cada capital (c/v), o sea, la cantidad de capital constante sobre el capital variable, que es la forma de expresión del avance tecnológico aplicado al proceso productivo en el capitalismo.
Insistamos que los productos, bienes y servicios, en el mercado, tienen un precio en correspondencia con la ley del valor de Marx.
Esa ley del valor permite explicar el funcionamiento de la sociedad capitalista, monetario mercantil, basada en la explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo de los bienes comunes.
Distintas políticas contra la inflación
La inflación es un fenómeno que expresa la disputa de los capitales por apropiarse del plusvalor generado socialmente por el trabajo productivo, aquel que produce la plusvalía o excedente económico que define la ganancia, la acumulación y la dominación capitalista.
Por eso resulta complejo asumir políticas antiinflacionarias en el marco del capitalismo.
Confrontar a la ley del valor desde la política de un Estado es un tema que el Che Guevara introdujo en el debate en los primeros años de la revolución cubana. Su estrategia apuntaba a la des-mercantilización de la economía, a una producción a contramano de la lógica mercantil y monetaria.
Es un tema que requiere desarrollo en la actualidad y constituye una asignatura pendiente en el debate teórico contemporáneo de la izquierda.
La propuesta antiinflacionaria de Milei y Caputo es una réplica bajo nuevas condiciones de los intentos de Martínez de Hoz, Cavallo o Macri en este ciclo de regresiva reestructuración capitalista entre 1976-2023.
Es una política de transferencia de ingresos desde las mayorías empobrecidas al capital más concentrado.
Una política de izquierda supone entonces, en primer lugar, combatir esta propuesta reaccionaria y generar suficiente acumulación de poder político popular para empujar políticas de distribución progresiva del ingreso que habiliten propuestas de construcción de una estrategia revolucionaria que vaya más allá del régimen del capital.
En esa perspectiva debe lucharse por modificar el modelo productivo y de desarrollo asumiendo el programa construido por el movimiento popular, sustentando las lógicas soberanas en materia de alimentación, energía o las finanzas, como parte de una perspectiva de transformación sistémica, revolucionaria, en contra y más allá del capitalismo.
Buenos Aires, 18 de diciembre de 2023
Ajuste con represión convoca a reagrupar
Una semana de gobierno Milei y se confirma el pronóstico, de ajuste y represión. El ministro de economía, Luis Caputo, anunció su “paquete de urgencia”, primera exposición de un Plan de reestructuración regresiva del capitalismo local. Enseguida, la ministra de seguridad, Patricia Bullrich presentó en sociedad el “protocolo anti-piquetes”, un estatuto para la represión”.
Ambas cuestiones estuvieron en el discurso de asunción presidencial el 10/12, remitiendo al mensaje ajustador y que el que no cumpla con la ley (corte de calles o rutas, por ejemplo) será reprimido, “todo dentro de la ley, nada fuera de ella”.
No hay novedad, en todo caso, precisiones y letra chica de la reestructuración reaccionaria.
Lo primero concreto fue la devaluación, del 50% (de 400 a 800 pesos por dólar), lo que supone un costo más elevado de los dólares, si antes hacían falta 366 pesos, ahora se requieren 800, casi un 120% de incremento.
Como sabemos, la devaluación es un mecanismo de transferencia de ingresos, de quienes perciben ingresos en pesos al sector dolarizado, especialmente grandes productores y exportadores. Eran los que pedían las devaluaciones, y que las obtenían de manera parcial, caso de los “soja I, II y III”, y otras parecidas, incluso la devaluación pos-primaria, realizadas por el gobierno saliente del Frente de Todos.
El objetivo de la devaluación apunta a consolidar el modelo exportador, al tiempo que encarece las importaciones. Ambas cuestiones son funcionales a un objetivo de promover la RECESIÓN de la economía para favorecer la baja inflacionaria.
La lógica es privilegiar la producción para el mercado mundial, del complejo agro-ganadero de exportación, del incremento de la producción minera y de hidrocarburos, consolidando la primarización de la producción y las exportaciones.
El mercado interno no se privilegia y por ende se espera que se “enfríe” la economía, y que la recesión suponga cierres de empresas, despidos o cesantías, suspensiones y junto a ello la disminución del consumo por afectación de los ingresos populares, sean salarios, jubilaciones o planes sociales, inclusos las ganancias aminoradas de sectores pequeños y medianos del comercio y la industria local.
Milei aludió a la “estanflación”, que de hecho acontece desde hace una década. Más que estancamiento se asistirá a una caída de la producción, a una recesión inducida por la política pública.
La devaluación y la recesión están en el eje de la política antiinflacionaria del gobierno Milei. En ese marco hay que ver el ajuste fiscal, definido por Caputo como el principal problema de la suba de precios.
Es una lógica conceptual monetarista y por eso la solución pasa por el “ajuste”, mejorando los ingresos en 2,2% y reduciendo el gasto en 2,9% para alcanzar el déficit cero en 2024. En estos datos está el mentado 5% de ahorro fiscal para equilibrar las cuentas nacionales.
Más impuestos, cuando había prometido “cortarse los brazos” antes de aumentar tributos; y menos gastos, que en su mayoría afectan a la clase trabajadora, incluyendo allí incremento de tarifas, reducción de asignaciones a provincias y aspectos relativos a ingresos del personal estatal y no renovación de contratos.
La sola prórroga del presupuesto del 2023 para el próximo año, con actualizaciones arbitrarias del poder ejecutivo, pone en discusión el funcionamiento de variados ámbitos, especialmente las Universidades públicas, que podrían empezar a tener problemas de funcionamiento en el primer trimestre y ser inducidas a financiarse vía mecanismos de privatización para mantener abiertas sus puertas.
Un dato relevante es que se anunciaba un ajuste a la “casta”, a la “política”, y Milei acaba de confirmar que las medidas en curso suponen “un 60 por ciento en los políticos” y “otro 40 por ciento en el sector privado”, escamoteando que los principales perjudicados son los sectores de menores ingresos.
Se trata de un duro ajuste, sin anestesia, avalado por el consenso electoral y la impunidad de un balance relativo a la herencia inflacionaria del gobierno anterior.
Es un argumento que sirvió para ganar las elecciones, que contactó con la población que no veía satisfacer sus necesidades con la política previa y que compartía la narrativa de ingresos privilegiados de gobernantes y representantes políticos de la “democracia liberal”, la realmente existente.
La crítica al gobierno de Fernández y al de Macri es el que habilitó la propuesta de ajuste y refundación (reestructuración) del orden económico, social y político del capitalismo local.
Esa refundación se asocia con la Argentina del centenario (1910), antes de la Ley Sáenz Peña y el gobierno electo con voto universal (de varones). Es un tiempo de importante expansión económica, pero también de resistencia y organización obrera y popular, por eso el “estado de sitio”. Bonanza económica para el poder concentrado y represión a las clases subalternas.
Ahora se pretende lo mismo, un gran ajuste para poner las cuentas en orden, equilibrar el presupuesto de ingresos y gastos y al mismo tiempo avanzar en una reestructuración a fondo, a realizarse con leyes, las que se tratarán en sesiones extraordinarias desde enero próximo.
Mientras, desde el BCRA, el socio de Caputo en la “consultora”, Bausilis, dispuso la creación del BOPREAL Bono para la Reconstrucción de una Argentina Libre. Nombre pomposo que explicita la estatización de una deuda privada
El vencimiento del bono será en octubre del 2027. Se contrata entregando pesos y se recibirán dólares. Es al mismo tiempo un mecanismo de absorción de pesos. La AFIP auditará los reclamos y se estiman una emisión de 30.000 millones de dólares. Un gran un privilegio para grandes importadores, en donde se presume auto-préstamos con casas matrices.
El cambio Milei supone una reestructuración regresiva del capitalismo local, mirado con sumo interés en el mundo, ya que las derechas emergentes lo son ante la crisis contemporánea del capitalismo.
La respuesta neoliberal a la crisis de los 60/70 se construyó con el ensayo reaccionario de Chile en 1973, seguido de las genocidas dictaduras del cono sur, lo que fu luego asumido en el capitalismo desarrollado de las manos de Thatcher y Reagan.
Eso entró en crisis en el 2007/09 y por eso las tendencias al desorden o al combate a la mundialización con las sanciones unilaterales, lo que provoca reorganizaciones políticas para el logro de los objetivos del régimen del capital.
La radicalidad de Milei, que se diferencia del “nacionalismo” de otras experiencias de ultraderecha, pueden asumirse como un nuevo ensayo que con consenso social introduzca perspectivas de restauración de poder concentrado, sin las ataduras que supone la experiencia de la democracia liberal.
Por eso las apelaciones a funcionar bajo decretos sostenidos en el acuerdo social ampliado al obtenido en elecciones, algo que aún está por verse. Tanto como el temprano protocolo que anticipa la represión e intenta desmovilizar el reclamo social ante la agresión del paquete ajustador.
La derecha local y global se reagrupa en torno al gobierno Milei, evidente en las visitas a su asunción, especialmente el enviado de EEUU y la OTAN, Zelensky. Las próximas visitas de funcionarios estadounidenses y el explícito apoyo del FMI dan muestras de consensos políticos del establishment global.
El desafío está en la izquierda y el movimiento popular, que requiere un reagrupamiento que supere la experiencia que habilitó el camino de las experiencias gubernamentales por derecha, ayer Macri y hoy Milei.
No pasa la solución por reconstruir la misma experiencia fallida de los últimos años, sin confrontar con la lógica capitalista, sino la de avanzar en un proceso de articulación diversa, de tradiciones políticas y experiencias con perspectiva de confrontar, no solo contra el ajuste y la reestructuración regresiva, sino de ir mas allá, por un nuevo bloque de poder que dispute al régimen del capital la reorganización de la sociedad argentina.
Buenos Aires, 16 de diciembre del 2023
Milei y un nuevo turno de reformas reaccionarias
El presidente electo de la Argentina se fue para Washington a buscar “consenso” para su programa de reestructuración regresiva del capitalismo local.
Las clases dominantes y el nuevo ocupante del gobierno argentino quieren recuperar la dinámica del “consenso de Washington” de los 90 del siglo pasado, asentado en la liberalización de la economía, la promoción de la iniciativa privada, la venta del capital público al sector privado de la economía, local o global.
Precisemos que ese “consenso” es el del poder asentado a orillas del Río Potomac, sede del gobierno estadounidense, de la Casa Blanca, del Capitolio y de la Corte Suprema de Justicia del país hegemónico del capitalismo mundial.
El capitalismo en crisis necesita de la Argentina, territorio que cuenta con cuantiosos “bienes comunes” que pretenden incorporar a la mercantilización, especialmente los hidrocarburos no convencionales (segunda reserva mundial de gas y cuarta de petróleo), el litio, el cobre, el oro, sin perjuicio de la tradicional tierra y los productos de ella derivados o asociados, explicitados en los complejos agroexportadores de soja, maíz o trigo; de la ganadería, e incluso del agua dulce, justipreciada por el capital transnacional.
Antes de viajar anticipó que, en diciembre, luego de asumido convocará a sesiones parlamentarias extraordinarias para resolver un paquete legislativo para avanzar con el ajuste y las reformas estructúrales necesarias a su programa de gobierno.
Vale recordar que Menem aceptó asumir antes de tiempo en 1989 si la oposición le aseguraba tratamiento parlamentario de las leyes de “reforma del Estado” y de “emergencia”, imprescindibles para el ajuste, las privatizaciones y regresivas reestructuraciones de los 90.
Esas leyes que Milei reclama apuntan a lograr consenso mayoritario en el Congreso nacional para el ajuste fiscal, las reformas monetarias, del Estado y la desregulación de la economía. Es lo que le demandan los que mandan en Washington, aval legislativo y político de las instituciones constitucionales del país, convalidando el consenso electoral del 56% recientemente obtenido.
No será la última prueba para asegurar los intereses del hegemón capitalista, a quien como siempre se le solicita sustento financiero para reproducir la lógica mundial de la ganancia y la acumulación capitalista.
La riqueza natural aún inexplotada de la Argentina es apetecida por la dominación global y pretende asegurarse ante un sistema en crisis.
Fondos para el rescate argentino
Durante la campaña y en las últimas semanas trascendieron distintas proposiciones para materializar el programa del liberal libertario, sea la dolarización y destrucción del BCRA o previas mediaciones hasta el logro de ese objetivo, que podría posponerse sine die.
Hoy no hay “dolarización” ni eliminación del BCRA.
En cualquier circunstancia, lo que se reitera es la necesidad de financiamiento, entre 15.000 a 30.000 millones de dólares, lo que se pueda, claro que, como resultado de esa potencialidad, se agrave la hipoteca de la deuda que recae sobre el conjunto del pueblo argentino.
Sostiene Milei y sus adláteres que necesitan divisas para resolver la deuda del BCRA con los bancos y desde allí avanzar en eliminar las restricciones para la liberalización de mercado cambiario y favorecer el libre comercio de bienes y servicios para estabilizar la economía.
La deuda del BCRA a que remiten son los pases pasivos y las letras de liquidez (LELIQ). A octubre del 2023, el balance del BCRA reconocía unos 14 billones de pesos en LELIQ y otros 7 billones en pases pasivos.
Es de interés comprobar que durante noviembre, ante la inminencia de la derrota oficialista y más aún cuando esta se concretó, los bancos no renuevan las licitaciones de LELIQ y se pasan a los pases, inversiones de corto plazo.
Así, la relación entre pases pasivos y LELIQ, cambió a favor de las primeros, con pases que alcanzan los 13,1 billones y las LELIQ unos 10,72 billones; más aún, durante lo que resta de la gestión actual vencen unos 6 billones de LELIQ, los que seguramente irán hacia los pases pasivos.
Entre pases y LELIQ suman más de 23 billones de pesos, que al tipo de cambio oficial expresan más de 66 mil millones de dólares y que en una devaluación esperable por la nueva gestión podría reducirse a 36.000 millones de dólares.
Así se puede explicar la demanda de crédito en el mercado global. Este monto o cercano es lo que se busca en el sistema financiero para encontrar una “solución de mercado” a la deuda en pesos del BCRA.
Transformar deuda en pesos por deuda en dólares, que podría transferirse desde el BCRA al Tesoro nacional y profundizar la lógica de la deuda como principal mecanismo de la dependencia local al capitalismo mundial.
Para el sistema financiero mundial resulta un mecanismo efectivo para la apropiación de excedente económico socialmente generado desde la Argentina.
Los bancos tenedores de esos pasivos remunerados del BCRA están avisados del mecanismo y satisfechos, aun cuando alarguen los plazos de sus colocaciones y reduzcan rentabilidad por menor tasa de interés. Pero claro, cambiaran acreencias en pesos por otra en divisas.
Esos pasivos son tres veces la circulación monetaria y por eso, para atender tamaña operación es que se demanda al congreso aval legislativo.
Un negocio muy importante para las finanzas locales y globales, base para estabilizar un proceso de ajuste fiscal a descargar sobre la población, especialmente la de menores recursos.
Entre pases pasivos, un 10% del PBI y los gastos a recortar por otro 5% entre obra pública, subsidios, tarifas y eliminación de gasto público y del déficit, explican la promesa electoral de reducir el gasto en un 15% sobre el conjunto del PBI.
¿Avanzarán las reaccionarias reformas?
Milei y su equipo negocia a todo nivel para asegurarse el resguardo institucional a sus medidas, por eso las conversaciones con Scioli y su continuidad, con los gobernadores del peronismo y del macrismo o lo que queda de ello, incluso de fuerzas provinciales.
Las negociaciones son febriles, no solo por cargos, sino por acuerdos y compensaciones de una economía cuya inflación se acelerará de cara al 2024.
El gran interrogante es la respuesta social, más allá del movimiento organizado en torno al proyecto liderado desde el peronismo y el kirchnerismo.
La demanda está planteada por una reorganización del movimiento social popular ante la ofensiva de un nuevo bloque de poder y su expresión política en la presidencia de Milei.
Buenos Aires, 27 de noviembre de 2023
Milei y el consenso electoral de millones
Milei retuvo sus votos de octubre y sumó casi todos los de Bullrich y de Schiaretti, expresado en 14,5 millones de votantes, el 56% del total. Un consenso electoral aplastante que ahora está desafiado en constituirse en consenso político. Es una duda a partir de confirmar en el discurso del triunfo el rumbo del “ajuste fiscal” y de reaccionarias reformas. Nos resta conocer la respuesta de su consenso electoral ante medidas que afecten condiciones de vida de millones de sus votantes…, el tiempo dirá. Massa retuvo los propios más los votos de la izquierda y una porción del gobernador cordobés, solo eso. Mientras Milei sumó 25,7% a su 29,99% de octubre, el Ministro de Economía solo incorporó 7,5% a su 36,78%, una cosecha magra sin nuevos votantes de un ausentismo que se mantuvo. Si los votantes ahora fueron el 76,31, en octubre fueron más, el 77,04%. Así, el libertario le sacó más de 11 puntos al ministro candidato, unos 2,9 millones de votos.
El inefable Macri parece haber realizado un trabajo de relojería, desgastando a Rodríguez Larreta primero y luego a Bullrich, a quien rindió ante Milei, en un trío que luego de la elección celebró el nuevo pacto de la derecha reestructurada. Macri logró instalar a su primo Jorge Macri en la Ciudad de Buenos Aires, y es socio del triunfo de Milei, constatación hecha en el agradecimiento público del sosegado mensaje, en las formas, y duro en el fondo, del electo presidente al final del acto electoral. Solo le falta vencer en el Club que lo inició en la gesta de la política para hacer la tripleta. El ex presidente se desprendió de las “palomas”, tal como le pedía Milei y hoy existe una derecha reorganizada, que habrá que ver cómo funciona en el Congreso y las legislaturas, como en los alineamientos de los ejecutivos provinciales y municipales con el nacional desde el 10/12.
Milei ratificó su discurso de campaña en la celebración. Un corto mensaje, leído, cuidadosamente preparado, en formato “estadista”, abandonado el papel del panelista irreverente. Sosegado en las formas y firme en los contenidos, especialmente relativo al ajuste. Anticipó un 15% de ajuste en campaña, solo falta ver en acción por donde pasa ese recorte y cuál será la respuesta de los afectados. Anticipó un “shock” y contacta con el enojo de sus votantes con los “privilegios”. Una categoría difusa que la realidad de los próximos días, luego del 10/12 harán más concretas. ¿Quiénes serán las/os afectadas/os? ¿Qué respuestas se generarán, incluso cómo se expresará la aplicación de la ley a los “violentos” (represión) que se movilicen en su contra? Las respuestas pueden ser rápidas y pondrán en juego el nuevo ciclo de luchas en la Argentina.
La reestructuración de la derecha convoca a otras reestructuraciones en el arco político de la Argentina. ¿Cómo se reestructurará el peronismo y el radicalismo, partidos tradicionales del ciclo bipartidista del siglo XX hasta el 2001? La reconversión bipartidista en régimen de dos coaliciones parece haber llegado a su fin. ¿Y la izquierda, asumirá el desafío de una ampliación a variados grupos de inserción social popular sin representación legislativa, e incluso a la articulación con la tradición peronista combativa, anticapitalista y antiimperialista?
El proceso electoral 2023 da muestras de cambios políticos a la luz de los operados en el orden capitalista local, como parte de las modificaciones globales ante la ofensiva capitalista de medio siglo que supuso la liberalización de la economía mundial. En la desigual distribución del ingreso y de la riqueza debe buscarse el sentido del voto. La mayor explotación de la fuerza de trabajo y el saqueo sobre los bienes comunes generó la “miserabilización” de millones que solo esperan cambios, con la aspiración de mejorar la cotidianeidad. A eso debe sumarse el desprecio de una cultura “antipopular” que identifica al peronismo y a la izquierda como indeseable, expresión del racismo en nuestro territorio.
Pronto conoceremos la totalidad de los miembros del ejecutivo del presidente liberal libertario. Algunos nombres se conocen y sus propuestas son reaccionarias y antipopulares. Faltan casilleros a completar y suena el tren fantasma de antiguos colaboradores de tiempos de la dictadura o de los 90, quienes desembocaron en las dramáticas consecuencias del 2001. El proyecto de la dictadura y del 90 retorna para encarnar la antigua aspiración de la restauración conservadora de 1880 a 1910, el año del centenario, con los fastos del poder y el “estado de sitio” ante las protestas obreras y populares de las organizaciones anarquistas, socialistas, comunistas.
Cambió el capitalismo desde 1975/76 y se expresa con el triunfo de la ultra derecha en 2023. Es una realidad convergente con otros procesos en el capitalismo mundial, que incluye un escenario de guerra acelerada, con más gasto improductivo, especialmente militar, con desigualdad y especulación estimulada por la forma ficticia que asume el capital para la acumulación en esta tercera década del siglo XXI. La relación entre el peso local y las divisas así lo demuestran. Milei quiere un peso devaluado para facilitar su proyecto de dolarización. En ese camino se deterioran las condiciones de vida de la mayoría de la sociedad. Las cotizaciones del dólar cripto pese al feriado van en ese sentido. Ahí se juegan las próximas tensiones de la economía.
El interrogante apunta a si la sociedad empobrecida lo acepta o genera nuevos ciclos de resistencia y de construcción de alternativas políticas para otro rumbo, más allá del consenso electoral, que por ahora queda en suspenso su consolidación como proyecto político que marque rumbo del presente y futuro cercano de la Argentina.
La derecha mundial festeja. La izquierda global está convocada a pensar críticamente la realidad y a proyectar una iniciativa política que pueda encarnar las aspiraciones de del vivir bien de las/os empobrecidas/os. Es un desafío para el presente que ilusione un porvenir de transformaciones sociales en contra y más allá del régimen del capital.
Buenos Aires, 20 de noviembre de 2023
A días de la elección presidencial
Todo tipo de denuncias y operativos mediáticos cruzados entre las principales candidaturas definen la renovación presidencial de este domingo 22/10 en Argentina, ocultando detrás de las diatribas la cuestión de fondo: un proceso inflacionario que afecta a la mayoría empobrecida del país. En efecto, un 12,7% de inflación en septiembre que se eleva al 14,3% en alimentos y bebidas no alcohólicas y al 15,7% en prendas de vestir y calzado, que anualizado alcanza al 138,3%.
La inflación es un mecanismo de transferencia de ingresos, desde la mayoría empobrecida a la minoría enriquecida. Es uno de los tantos mecanismos de apropiación de ingresos y de riqueza del poder concentrado y extranjerizado. El capitalismo local funciona con esa lógica de acumulación, que al tiempo que exacerba la desigualdad interna, reitera bajo la fuga de capitales una inserción mundial en la reproducción capitalista potenciando los rasgos de la dependencia y subordinación al poder mundial.
En rigor, a estos problemas locales debe sumarse la situación mundial, de alza de los precios internacionales, especialmente de alimentos y energía, ahora por el conflicto entre Palestina e Israel, como hace poco en Ucrania y antes a la salida de la recesión pandémica del 2020.
La incertidumbre global de estos años, con el trasfondo de la crisis mundial 2007/09 supone una recidiva de la estanflación. No solo, lo que crece es el peligro de la militarización, del armamentismo y sus secuelas de delincuencia, por el contrabando de armas y la circulación de bandas armadas que “justifican” luego intervenciones como la de Haití.
Asistimos a un mundo en peligro, que puede escalar a la confrontación nuclear, al despliegue de combates y guerras regionales, con trasfondo de disputa de poder global, alejando cualquier solución a problemas globales, sea el cambio climático o la desigualdad.
Se trata de un combo local y global que augura no solo la continuidad de los problemas actuales de la economía argentina, sino el augurio de más ajuste y empeoramiento de las condiciones de vida de la mayoría, especialmente asegurado con la continuidad del acuerdo con el FMI.
En el horizonte cercano existe presión devaluatoria, no solo porque hay resguardo de “riqueza” cambiando excedente en pesos por dólares, sino porque existe un accionar para condicionar cambios estructurales regresivos en las relaciones laborales y de la seguridad social, especialmente jubilaciones.
Se genera “miedo” en la población a la hiperinflación y con ello se empujan cambios políticos y económicos que perjudican a la mayoría que vive de ingresos fijos, sea con devaluaciones sucesivas o la posibilidad de la dolarización.
El próximo domingo 22/10 se juega quien gestiona el capitalismo local, pero también la composición del Congreso, territorio de realineamientos en la disputa política del nuevo turno de gestión.
Si el bi-coalicionismo reemplazó al bipartidismo, no dudemos que ahora se construye un nuevo orden en la correlación política, que no solo se juega en las instituciones, sino también en la reorganización de la sociedad y el movimiento popular.
Todos los espacios políticos juegan las dos cartas, la disputa por el ejecutivo y la del legislativo, ámbito de interés especial de la izquierda en una dinámica de acumulación de poder institucional que se jugará en la posibilidad de articular un proyecto más amplio.
Un proyecto de articulación social, cultural y político para la emergencia de un sujeto que pueda discutir el rumbo en el país más allá de la disputa electoral, que pueda discutir modelo productivo y de desarrollo, contra la explotación y el saqueo de los bienes comunes.
Lunes 16 de octubre de 2023
Acontecimientos sociales que modifican la política
Los procesos electorales constituyen acontecimientos que definen rumbos en la política. Es el caso de las PASO de agosto pasado en la Argentina. El inesperado resultado electoral movió las piezas del tablero. Tres candidatos quedaron muy cerca del 30% cada uno, pero encabezados por la ultraderecha “liberalizadora”. Esta fue la gran sorpresa y que convocó a interesantísimos debates sobre el contenido del voto, junto a elucubraciones sobre incertidumbres para el próximo turno de gobierno entre 2023 y 2027.
El dato relevante es que la población votó, aún con un 30% de ausentismo, el más alto en las series de votaciones desde 1983. Entre los ausentes y el triunfo de los ultras liberales se consideran distintos niveles de desconformidad con la situación de elevada inflación, empobrecimiento en alza y deterioro de condiciones de vida de millones de personas. La sensación es que todo saltó por los aires y ya no hay previsibilidad cierta, con muchas incógnitas sobre lo que vendría.
Por un lado, el FMI despejó el camino para un desembolso de fondos, que venía demorado por meses y empujó, en acuerdo con el gobierno una devaluación del 22% en el primer día hábil luego de la elección. Con esa medida, todos quienes pudieron subir precios lo hicieron, más allá de cualquier límite cuantitativo dispuesto por la devaluación.
El aumento “por las dudas” o “por lo que se viene”, mayores devaluaciones e incluso una hipotética dolarización, elevó el costo de vida más allá de cualquier racionalidad económica.
Ratifica así que el FMI es uno de los factores aceleradores de la inflación, un mecanismo de redistribución regresiva del ingreso y la riqueza. Otro argumento para demandar la anulación del acuerdo con el FMI y por ende la suspensión de pagos e inmediata auditoria sobre las deudas del país.
Por otro lado, se reestructuró la política electoral y las tácticas de los contendientes.
Un golpe fuerte recibió el macrismo, atrapado en festejar la suma de votos por derecha, pero que curiosamente lo dejaba afuera de la segunda vuelta, un tema a verificar el 22 de octubre.
Recién ahora, luego de algunas elecciones provinciales y la designación de Melconian como futuro ministro de economía parece haberlos sacado del letargo del golpe por no encabezar las preferencias electorales en las PASO.
Imaginaban un triunfo cantado para dirigir el gobierno del próximo turno y en la foto de la fecha están afuera. Tan es así que ahora no solo batallan contra el oficialismo, sino también en contra de los ultras liberales, una política acompañada por los principales medios de comunicación, Clarín y La Nación, que ahora descubren el peligro Milei.
La movilización electoral por Milei conmovió al oficialismo, quien luego de la devaluación lanzó un conjunto de iniciativas compensatorias, algunas de fuerte impacto, como la eliminación de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, una histórica reivindicación del movimiento sindical.
Fueron varias las medidas, ente las que destaca la devolución del IVA y diversos bonos o recursos que se distribuyen entre sectores de bajos ingresos.
Lo que no se hiso en años, ante el cambio de situación política, en pocas semanas fue posible avanzar con reivindicaciones históricas asociadas a la distribución del ingreso, más allá del impacto en la macroeconomía y los equilibrios fiscales suscriptos con el FMI.
¿No era que no se podía? Massa escuchó el mensaje de Lula: “andá y hacé lo que tengas que hacer para ganar”.
Hay que ver si alcanza para ganar, o para ingresar en la segunda vuelta, pero pone de manifiesto que se podría haber avanzado con Vicentin y generar una empresa testigo como inicio de un cambio del modelo productivo en el sector primario exportador.
Los límites de los gobiernos los pueden desbordar procesos sociales de masas, y 7 millones de votos a la ultraderecha, muchos de los cuales fugaron del oficialismo, son una razón de más para cambios, aun compensatorios e incluso en pensar en ir por más.
¿Qué sería ir por más?
Cambiar el modelo productivo y romper con la lógica mayoritaria de las clases dominantes y los partidos que disputan la gestión del capitalismo local.
Ese modelo emergente desde 1975/76 es lo que debe modificarse, que tienen como ancla la legislación financiera y de inversiones externas más la hipoteca del endeudamiento público que condiciona la política económica desde la genocida dictadura.
La Argentina genera divisas por su inserción exportadora en el mercado mundial. sin embargo, esas divisas son apropiadas por un núcleo concentrado del poder económico. Es lo que explica el carácter acreedor del país.
Es que las cuentas públicas señalan que los activos externos suman 424.535 millones de dólares, menos los pasivos por 331.607 millones de dólares, supone un saldo favorable de 92.928 millones de dólares.
Claro que esas cuentas muestran una discriminación en donde el sector público es deudor, ya que el sector gobierno tiene activos por 11.526 millones de dólares y pasivos por 109.767 millones de dólares.
Mientras, el sector privado acusa activos por 377.453 millones de dólares y pasivos por 181.608 millones de dólares, con un saldo favorable de 195.845 millones de dólares.
De esos activos, en moneda y depósitos suman 243.968 millones de dólares, una parte de la cual se encuentra en cajas de seguridad o en el colchón.
Esa masa de dinero es producto de la monetización del excedente económico producto del trabajo social en la Argentina. Hay que disputar ese excedente para un proceso productivo y de desarrollo que atienda en primer lugar las demandas de los sectores populares.
Por eso hay que ejercer un fuerte control del comercio exterior, de la banca y el circuito que define la concentración primaria exportadora del país. Remito al complejo de la soja, los hidrocarburos, el litio, el cobre, parte del consenso productivo del poder para la explotación de bienes comunes y de la fuerza laboral en nuestro país.
Desde allí puede pensarse en otro modelo productivo y de desarrollo, sobre la base de la soberanía alimentaria, energético o financiera.
Pretendo señalar que, así como se avanzó en medidas compensatorias ante el impacto del voto en las PASO, la movilización popular puede inducir cambios estructurales en el orden económico social y romper con esa lógica instalada del “progresismo” que no se puede por que la correlación de fuerzas no da.
Ahora, la fuga de votos y la opción por la ultraderecha indujeron cambios de política económica que motivaron la adhesión en actos masivos de las centrales sindicales y variados movimientos sociales.
La política responde a procesos de movilización, por lo que se hace necesario potenciar la organización y movilización social, no solo para inducir cambios coyunturales y relativos a reivindicaciones democráticas, sino que deben promoverse dinámicas de luchas y organización popular por cambios profundos que afecten los intereses de los sectores dominantes.
Ir por más supone organizar la fuerza política y social para disputar gobierno y poder. Ampliar el espacio de la izquierda en el parlamento y en las calles constituye un desafío ante la continuidad del ajuste y la reestructuración regresiva que anticipa el avance de las derechas ajustadoras en el país.
Buenos Aires, 30 de septiembre de 2023
Milei y sus falacias
El candidato de la ultraderecha habló en el “Council of Americas” y fue aplaudido por un auditorio de empresarios que escucharon lo que querían, un programa de máxima del gran capital, en defensa de la propiedad privada y la demanda por rentabilidad acrecentada en tiempos complejos del capitalismo contemporáneo, no solo en Argentina.
Milei les propuso un proyecto a 35/45 años y recuperar un plan liberal, el de Alberdi (1850/60), que logró “éxitos” en cinco décadas, hacia el 1910, desde el imaginario de la Argentina potencia, entre los principales países del capitalismo mundial por su PBI, obviando el retraso social y la dependencia del capital externo a la que se asociaba la oligarquía terrateniente en esos tiempos.
Además, 1910 es tiempo de “ESTADO de SITIO” y represión a trabajadorxs, base de la década infame en años siguientes y de golpes militares restauradores del poder oligárquico desde 1930.
Milei les propuso a los empresarios una REVOLUCIÓN LIBERAL, sustentada en cuatro aspectos:
1/ una reaccionaria reforma estatal, similar a la de los 90 con Menem, Cavallo o de la Rúa;
2/ una regresiva reforma laboral, denominada “modernización” dialogada con Gerardo Martínez y Luis Barrionuevo (modelo UOCRA);
3/ apertura de la economía como en los 80 de la dictadura y Martínez de Hoz, los 90 o el macrismo (las 4 M: Martínez de Hoz, Menem, Macri y Milei);
4/ el cierre del BCRA con dolarización y más deuda y dependencia, ofreciendo los títulos en manos del Estado para sustentar el cambio de moneda, unos 40.000 millones de dólares.
Entre las falacias de Milei opera el ejemplo de la INDIA y de IRLANDA escamoteando el origen colonial dependiente de la dominación del Imperio británico, los usurpadores de Malvinas.
La lucha por la INDEPENDENCIA es una asignatura pendiente en todos los territorios colonizados por el CAPITAL. Es parte de la lucha independentista de Irlanda, subordinada al mismo tiempo que se liberaba Haití a comienzos del siglo XIX, jamás perdonada por ser la primera revolución antiesclavista triunfante del mundo. La independencia es el objetivo incumplido de la Argentina.
Otra falacia de Milei remite al escamoteo del reclamo de "la tierra para quien la trabaje" con la que los arrendatarios reclamaron la reforma agraria contra el poder terrateniente en el grito de Alcorta en 1912. La Argentina potencia del centenario se sustentaba en el poder terrateniente y el CAPITAL externo, sustentado en la explotación de la fuerza de trabajo y la apropiación privada de los bienes comunes, especialmente la tierra.
Por eso la falacia de Milei sobre “Argentina potencia n°1 del mundo en 1910”, producto del auge liberal del programa de Alberdi, obviando el estado de sitio x el conflicto social extendido en el centenario. La riqueza hacia 1910 tiene base en la apropiación privada de las tierras (genocidio) y gran inmigración de trabajadorxs.
Las falacias de MILEI se sostienen en que "la riqueza la producen los privados (empresarios)", cuando los clásicos de la economía, incluso los fisiócratas, sostenían hace más de dos siglos que la riqueza tiene padre y madre: el trabajo y la tierra, que el CAPITAL es trabajo acumulado; no pagado a sus creadores, las trabajadoras y los trabajadores.
Milei se sustenta en un plan de largo aliento por instalar en la conciencia social la ideología de la liberalización y en la ausencia de un proyecto político alternativo en contra del régimen del capital. No quiere decir que no existan esos proyectos en grupos, partidos, organizaciones populares, sino que no logran una acumulación suficiente para ser opción de poder ante las miserias que sufre la mayoría de la sociedad.
La lucha y organización popular desde un proyecto político que acumule fuerza para la lucha anticapitalista será el desafío para la disputa del presente y el renovado escenario contrarrevolucionario de la ofensiva capitalista, sustentada hoy desde las falacias de la ultraderecha y que agreden a nuestro pueblo.
Buenos Aires, 19 de septiembre de 2023
El BCRA está incapacitado para retener divisas #
# Publicado por Página12 el 8/9/2023 en: https://www.pagina12.com.ar/586200-el-banco-central-esta-incapacitado-para-retener-divisas
Entre diciembre del 2019 y hasta fines del 2022 la Argentina tuvo un importante excedente comercial, por encima de los 10.000 millones de dólares promedio. Solo en 4 meses hubo déficit. Sin embargo, ese excedente no se visualiza como incremento de reservas internacionales en el balance del BCRA. Durante este 2023, solo un mes hubo superávit comercial y por lo tanto, menos capacidad para incrementar las reservas internacionales.
De enero a julio el BCRA resignó más de 21.000 millones de dólares por distintos mecanismos de salida de divisas y la recomposición de reservas con el desembolso del FMI luego de las PASO del 13 de agosto pasado ya se escurrieron. El monto de reservas registradas actualmente en la información diaria del BCRA es equivalente a las que había al comienzo de julio pasado, lo que supone un “barril sin fondo”.
No importa cuánto ingrese que termina escurriéndose. De hecho, es lo que informó la entidad cumbre del sistema financiero local respecto del ingreso de divisas durante el periodo 2015/19. En efecto, el 86% de los recursos ingresados había salido por cancelación de deuda, remesas de utilidades al exterior o constitución de activos externos del sector privado local.
De hecho, la posición internacional del país es acreedora, precisamente por esa situación de tenencias de activos en el exterior del sector privado por casi 400 mil millones de dólares, que, netos de pasivos, superan los 200 mil millones de la moneda estadounidense. Por el contrario, el sector público presenta una situación deudora.
La información comentada, cuya fuente es el propio BCRA nos lleva a interrogarnos sobre las causas. No se trata de ineficiencia, como algunos suponen, sino de una cuestión estructural. Remite a la apertura liberalizadora gestada desde 1976, que en lo financiero se gestó desde la aplicación de la Ley de Entidades Financieras de 1977.
El libre movimiento de capitales instaurado hace casi medio siglo induce un mecanismo de monetización del excedente económico, socialmente generado, pero destinado a la acumulación en el sistema mundial.
Así resulta la subordinación de la lógica económica local y que no permite retener divisas productos del comercio internacional o de inversiones, sin perjuicio de que gran parte son especulativas y destinadas a la valorización financiera, no productiva.
Que el BCRA no pueda acumular reservas no significa ineficacia operativa, sino que es el resultado de la lógica de apertura vigente en el país por décadas.
Revertir esa situación, supone un debate ausente sobre reestructuración del orden económico y social, que modifique la estructura económica y social aperturista y de primarización de las exportaciones, con efectos sociales que se miden en reducción de ingresos salariales con impacto en alza del empobrecimiento social.
Buenos Aires, 6 de septiembre de 2023
Libertarios a la ofensiva La pretensión de consensuar el legado de la dictadura genocida
El retorno discursivo de los dos demonios supone una reivindicación del propósito histórico de la dictadura genocida, que tiene base en el legado estructural explicitado en el régimen financiero. Por ahí viene el sentido del acto del 4/9 en la legislatura porteña auspiciado y liderado por la candidata a vice más votada en las PASO del 13/8. Los libertarios de La Libertad Avanza (LLA) se asumen en la tarea de hacer coincidir un consenso social mayoritario en correspondencia con los cambios estructurales regresivos y reaccionarios de la estructura económico social local operados entre 1975/76 y nunca afectados. Es algo que la derecha política e intelectual ensayó en los noventa del siglo pasado y más recientemente en el primer gobierno “ni radical, ni peronista”, de Mauricio Macri entre 2015 y 2019.
Los cambios profundos y reaccionarios en las relaciones capitalistas de producción remiten a la ofensiva contra derechos sociales, laborales, sindicales, colectivos e individuales de las patronales y que se manifiestan en precariedad laboral y salarial, desempleo, subempleo e irregularidades en la contratación, con millones de trabajadoras y trabajadores por fuera de la seguridad social. Pero también se expresan en la nueva función estatal orientada a consolidar la lógica privatista del orden contemporáneo y claro, la inserción subordinada en la internacionalización de la producción y la transnacionalización del capital.
Un ejemplo emblemático de esos cambios lo constituye el régimen financiero instrumentado desde 1977 con la ley 21526 de entidades financieras, el acontecimiento “más revolucionario” de la dictadura, sostenido en palabras de Martínez de Hoz. Hijo de familia tradicional del poder oligárquico, fue el ministro iniciador del modelo productivo y de desarrollo de inserción subordinada de la economía local a la lógica liberalizadora impulsada en el sistema mundial capitalista ante la crisis de rentabilidad de los sesenta y setenta del siglo pasado.
Liberalismo y violencia
En aquellos años se convocó a la tradición liberal a retomar la iniciativa ideológica y política, tarea asumida por las dictaduras del Cono Sur de América, quienes asumieron desde la violencia y el terrorismo de Estado la cruenta ofensiva capitalista en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad. Se trataba de restablecer vía explotación, saqueo y consenso reaccionario la lógica esencial del funcionamiento del capitalismo: la obtención de ganancias y su acumulación para asegurar la dominación material y simbólica sobre el orden social, conmocionado por la masiva acumulación de poder popular en luchas y organización diversa en la disputa por otro orden social. Remito a procesos locales, regionales y globales que desafiaban al capitalismo desde distintas variantes por el socialismo.
Aquellos cambios estructurales se mantuvieron tras cuarenta años de gobiernos constitucionales (1983-2023), pero el consenso ideológico mayoritario se sostenía en la crítica a la dictadura genocida y la defensa de los derechos humanos, sostenida por una lucha histórica que desembocó en juicios, cárcel a los genocidas, el “Nunca Más” y la nulidad del punto final y la obediencia debida. Esa lucha popular hace ejemplar la experiencia local en el repudio y sanción, aun incompleta, a los responsables del genocidio.
Esa gran conciencia social no alcanzó para modificar el modelo primario exportador, de organización ensambladora de su sector industrial más dinámico, y en general, de inserción subordinada en la lógica mundial de dominación transnacional, de la mano del complejo de la soja y la minería, ahora de los hidrocarburos no convencionales y el litio, entre otros mecanismos, entre los que destaca el endeudamiento y la lógica de la especulación financiera.
Por efecto de estos mecanismos del orden económico social, el país no puede retener el excedente socialmente generado en el país, abonando una dinámica de fuga de capitales para una acumulación en el sistema mundial. No es una novedad y se reitera en las últimas décadas, sea por imperio de la cancelación de deudas, de remisión de utilidades al exterior o por compra de activos externos de quienes se apropian del excedente socialmente generado, especialmente de divisas atesoradas en cajas de seguridad.
En ese sentido se destaca la incapacidad de la política económica para atesorar el saldo comercial. Entre 2020 y 2022, en solo 4 meses hubo déficit comercial, con incapacidad de la política económica de intervenir para sostener reservas internacionales y orientarlas hacia una perspectiva productiva que atienda las demandas de ingresos, empleo y estímulo a las economía regionales y sectores comunitarios, cooperativos, pequeños y medianos, incluso estatal, asociado a una estrategia soberana en alimentación, energía o finanzas, sin perjuicio de activar una ampliación de la infraestructura social asociada a derechos constitucionales en alimentación, energía, educación, salud, entre muchos otros.
Solo entre enero y julio del presente año el BCRA perdió más 21.000 millones de dólares de reservas internacionales y se apropia del 60% de la capacidad prestable del sistema financiera mediante la absorción de dinero por medio de las Letras de Liquidez, LELIQ. No sorprende que el balance del BCRA muestre reservas netas negativas que inducen una mayor subordinación del país al ingreso de divisas, especialmente vía préstamos o inversiones especulativas, una lógica instaurada por décadas, que solo beneficia la acumulación transnacionalizada del poder económico local y la contracara de la inmensa pobreza y el deterioro de la seguridad social, del empleo y los ingresos populares.
¿Quién vence a quién?
El legado estructural del cambio económico de la dictadura genocida se sostuvo en el tiempo, en contradicción con el consenso mayoritario de impugnación al terrorismo de Estado. La política reaccionaria se sustentó históricamente en los golpes de Estado para restaurar el poder oligárquico asociado al capital externo, aquel que fundó la Argentina en 1880 tal como la conocemos hoy en su integralidad territorial, la capitalización de la ciudad de Buenos Aires y el poder del puerto en la inserción subordinada a una lógica de acumulación sistémica.
Durante los años noventa del siglo pasado, bajo las identidades políticas tradicionales, el capitalismo local intentó la disputa del consenso mayoritario para la restauración conservadora, que estalló por el aire con la rebelión popular de un ciclo de lucha condensado en diciembre del 2001. El 2015 otorgó nueva posibilidad de restauración de ese poder histórico al gran capital local asociado a la transnacionalización, lo que explica el entusiasmo de Mauricio Macri con el resultado electoral de Javier Milei.
El descontento con las expectativas del actual gobierno otorga nueva posibilidad al intento restaurador de tipo conservador. El operativo por hacer coincidir la base estructural del capitalismo local con el consenso político está en marcha y augura el fin de la inflación y el orden restablecido.
Se trata del orden del régimen del capital, cuyas consecuencias sociales regresivas abonan la actual situación de pobreza y perdidas de ingresos populares, pero claro, estamos en Argentina y con una tradición de organización y lucha que puede recrear desde el conflicto social las condiciones para aguar la fiesta del poder.
Buenos Aires, 5 de septiembre de 2023
Los anuncios son paliativos tardíos
El candidato ministro asumió la iniciativa política con anuncios económicos en domingo, marcando la cancha del debate político en la semana.
Obliga a la oposición derechista a criticar medidas de impacto en el ingreso de sectores desfavorecidos en la distribución del ingreso, especialmente luego de la devaluación pos PASO.
Por eso, las medidas son tardías, ya que lo primero que hizo el gobierno fue favorecer la demanda del club de la devaluación, o sea, la del poder económico concentrado.
Ahora, cuando ya los precios se dispararon anuncian el congelamiento de combustibles y medicamentos hasta comienzos de noviembre, suspensión de aumentos de las prepagas y acuerdos de precios con grandes empresas y cadenas, que solo podrán aumentar un 5% por mes. Medidas que no aseguran impacto en los comercios de cercanía.
Claro que millones de personas recibirán mejoras de ingresos en septiembre y octubre y eso genera expectativas, no soluciones a los problemas de fondo, no solo de la mayoría empobrecida, sino de la dinámica de funcionamiento económico de la Argentina.
Es más, lo más probable es que con el solo anuncio, algunos intentan cubrirse y los precios escalen estimulando la ola inflacionaria en ascenso de agosto y hasta la definición del proceso electoral y más allá.
Las soluciones de fondo no están en la discusión política electoral en curso, ya que el condicionante del endeudamiento augura salidas regresivas, matizadas con el grado de shock que proponen los candidatos con posibilidad de triunfar en octubre y noviembre próximos.
Con los anuncios actuales, el gobierno pretende conquistar votos y entrar en el balotaje para disputar con la explícita posición por la devaluación o la dolarización, pero todos en el marco del acuerdo con el FMI y los fortísimos compromisos con los acreedores externos.
Lo más probable es que el próximo gobierno, gane quien gane vuelva a negociar el acuerdo con el Fondo, e incluso reestructure la deuda en divisas y en pesos, que como hemos sostenido es imposible de cancelarse.
Es algo que el FMI y los acreedores externos sabían en el 2018 cuando Mauricio Macri acudió al FMI para el préstamo de 45.000 millones de dólares y que luego renegoció Fernández y Guzmán, con compromisos hasta el 2034.
Sabía el FMI que Argentina no podía canelar el prestamos del 2018, ni la negociación del 2022 y que vamos a un ciclo de permanente renegociación, salvo que la lucha popular genere condiciones para la anulación del acuerdo y el repudio del crédito y los condicionantes de los acreedores externos, especialmente del organismo internacional.
Estos paliativos llegan tarde, aun cuando quien los reciba actualice mínimamente sus ingresos en el futuro cercano, sabiendo que la espiral de precios no se frena.
La demanda por actualización y mejoras de ingresos populares está a la cabeza de las reivindicaciones democráticas de los sectores más empobrecidos y constituyen la base de una lucha que debe extenderse y radicalizarse para hacer posible perspectivas más profundas y cambios revolucionarios que impacten en el modelo productivo y de desarrollo.
En rigor, la dinámica de lucha por reformas y revolución trascienden el momento electoral y constituyen un desafío del movimiento popular y la izquierda en su conjunto.
Buenos Aires, 28 de agosto de 2023
Argentina y la ofensiva capitalista A propósito de las PASO (Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias) y el triunfo de la ultraderecha
Las elecciones PASO del domingo 13/8 traen novedades políticas interesantes en la Argentina, las que se asocian a dinámicas similares en otras partes del mundo. Son resultados que merecen nuestra atención y reflexión de cara a una estrategia con perspectiva revolucionaria. En efecto, una de las novedades fue la elevada abstención y voto en blanco, por lejos, la primera minoría en torno al 35% de la población en condiciones de votar. No es una cuantía homogénea, ya que son voluntades dispersas y no necesariamente expresan unidad de criterio, aunque puede imaginarse el descontento y el desánimo por las propuestas electorales. Pero asumiendo los votos positivos, el candidato ultra liberal, Javier Milei, se constituyó en la fuerza ganadora con el 30,04% de la votación, unos 7.116.352 votos, seguido muy de cerca por la coalición Juntos por el Cambio liderada por Patricia Bullrich y apadrinada por Mauricio Macri, que lograron el 28,27%, 6.698029 votos; en tercer lugar, el oficialismo, con el candidato y Ministro de Economía Sergio Massa, con el 27,27%, unos 6.460.689 votantes. Apenas 655.663 de diferencia entre el primero y el tercero, por lo que se alude a una elección de tercios, los que disputaran los dos lugares para el balotaje.
El resultado constituyó una gran sorpresa, no prevista por ninguna consultora o analista en la previa electoral. Por eso la novedad política es tema de discusión en todo el arco político de la Argentina, e incluso más allá. En su momento fue sorpresa Bolsonaro en Brasil, cuando nadie imaginaba el triunfo de la ultraderecha, del mismo modo que ahora la ultraderecha, que sumada a las opciones de derecha en la oposición (salió segunda) e incluso existe derecha integrada en la coalición gobernante, lo que presenta un consenso mayoritario. Es una realidad a contramano de una tradición de organización y lucha del pueblo argentino, que aparece ahora desafiado ante un consenso electoral volcado a la derecha, sea por cansancio en una trayectoria definida por los gobiernos de Mauricio Macri entre 2015 y 2019 y el actual de Alberto Fernández entre 2019 y 2023. Se debe indagar en el sentido del voto, ya que no solo “ricos” votan a la derecha, puesto que una cantidad muy elevada de votantes optaron por propuestas claramente alineadas a la derecha del arco político.
Porque los pobres votan por sus verdugos es un interrogante difícil de responder. Puede pensarse que sectores muy afectados por años de ajuste y empobrecimiento social no sienten satisfacción con la propuesta política de la tradición local, sean peronistas o radicales, o coaliciones que ellos involucran. La búsqueda por terceros que ofrezcan dinamitar lo existente y colocando la responsabilidad de la miseria en la política tradicional, asumiendo un discurso ideológico intransigente y liberal, captó el interés de millones de votantes, sin con ello coincidir con los efectos que tendrá una política agresiva de liberalización, lo que augura conflictividad en alza e incluso, ingobernabilidad.
La inflación, el crecimiento de la pobreza y la precariedad laboral son quizás los datos relevantes de un impacto social acrecido en estos años, en un marco de estancamiento de mediano plazo. Argentina muestra un crecimiento ralentizado en la última década con deterioro de la calidad de vida y aumento de la desigualdad producto de la concentración del ingreso y la riqueza. Una parte muy importante de la sociedad empobrecida, trabajadoras y trabajadores, cercana a la mitad de la población, sin ninguna expectativa de resolver la cotidiana reproducción vital optaron por la ultraderecha y un discurso simplificador crítico del “orden” existente.
Ese “orden” es el capitalismo. Entonces, necesitamos discutir el capitalismo en sus manifestaciones locales y poder entender porque la primera minoría, de ultraderecha, pudo captar el consenso electoral. Eso nos lleva a discutir el capitalismo, su dominación política y la ausencia de alternativa de izquierda con posibilidad de disputar gobierno y poder. No es solo un problema nacional, sino de varios procesos en la región y en el mundo.
La opción por las derechas nos convoca a discutir desde las izquierdas el porqué del descontento no se canaliza en perspectiva anticapitalista y por el socialismo.
Breve recorrido histórico
El desorden político a fines de los 80 del siglo pasado, expresión de la crisis, se hizo manifiesto en la renuncia de Alfonsín (1989) antes de finalizado su mandato, sobre la base de un deterioro de las condiciones de vida de millones empobrecidos, una inflación creciente y una deuda pública heredada de la dictadura genocida que actuaba como condicionante de la política económica, todo lo cual había generado inmensas movilizaciones de resistencia y demanda de soluciones de trabajo e ingreso.
La “resolución” transitoria de la crisis provino bajo el liderazgo de Menem (1989-1999) y su capacidad de disciplinar desde el peronismo a la burocracia política, sindical, social, periodística e intelectual; y con su régimen de convertibilidad (1 peso igual a 1 dólar), que logró la estabilización de precios a costa de un fuerte ajuste en los ingresos populares. Era el tiempo de la caída del muro y el comienzo del fin de la experiencia socialista en el este de Europa y con ello el deterioro en el imaginario mundial de la posibilidad del socialismo.
La “estabilidad” de precios lograda durante el menemismo fue considerada un “valor”, pese al regresivo impacto social, algo que se sostuvo hasta la rebelión popular del 2001 y la salida devaluatoria de inicio del 2002, con un saldo inmediato del 57% de pobreza y el 21,5% de desempleo, según datos oficiales, en el marco de la miseria extendida en los sectores trabajadores e incluso de micro y pequeños empresarios a ellos vinculados. La estabilidad monetaria resolvió los conflictos por arriba, en el poder económico, aun cuando el debate de época se resolvía entre unos que pretendían la total dolarización de la economía y otros más vinculados al mercado interno pugnaban por una devaluación.
El modelo productivo y de desarrollo, continuador del inaugurado por la dictadura genocida, sustentado en la inserción subordinada del capitalismo local, promoviendo la producción primaria y sus exportaciones, bajo dominación de capitales locales y transnacionales, por ende, reduciendo el ingreso popular para favorecer la apropiación de ganancias, constituía el marco de acuerdo a la estabilidad de precios lograda y habilitaba un debate vía competencia entre capitales por la dolarización o la devaluación.
La rebelión popular definió el fin de la convertibilidad, volcando la dinámica del poder en condiciones de una salida del 1 a 1 vía devaluación. Con la devaluación del 2002 volvió el desorden en la cúpula del poder, afectando intereses de capitales concentrados del exterior y del país, asentados en empresas privatizadas de servicios públicos, al tiempo que reactivó la economía local favoreciendo ganancias, empleo e ingresos populares, reanimando consenso para el peronismo en el gobierno (Duhalde 2002/03) y su emergente líder con Néstor Kirchner desde el 2003/07 y Cristina Fernández de Kirchner en dos periodos entre 2007 y 2015.
Un nuevo tiempo emergió en 2002, que en este trayecto de dos décadas explicitó novedades políticas, entre ellas, el surgimiento del kirchnerismo, liderando al peronismo y a otros sectores políticos del centro izquierda y la izquierda (tres periodos presidenciales). Pero también al macrismo, constituyendo una alianza que arrastró al radicalismo y a otras formaciones políticas para constituir una coalición identificada con las propuestas liberalizadoras de la derecha. En rigor, ambas coaliciones integraron peronismo y radicalismo. Se había terminado un ciclo histórico de disputa hegemónica electoral entre peronismo y radicalismo desplegado entre 1945 y 2001.
Esas dos nuevas coaliciones son las que acaban de perder la primera minoría a manos de la ultraderecha, por eso la “novedad”. En la Argentina de hace poco, todo se dirimía en la “grieta” entre kirchnerismo y macrismo, ahora apareció una opción que les quitó la punta en el último tramo de la disputa electoral. La incógnita es si esto se mantiene y se transforma en nuevo ciclo de liderazgo político. Es parte del debate actual hacia la elección de octubre e incluso la segunda vuelta en noviembre.
Convengamos que la ultraderecha se expresó históricamente con los golpes militares entre 1930 y 1976/83 para restaurar el poder oligárquico y del capital externo, que se sustentaba históricamente bajo el “fraude electoral”. Todo indica que esa restauración ya no proviene bajo los tradicionales golpes militares. En efecto, ya en 2015 ganó la presidencia Mauricio Macri, siendo el primer presidente constitucional que no accede al cargo desde las dos tradiciones que ocuparon el poder ejecutivo, desde Irigoyen en 1916 hasta Cristina Fernández en 2015. El gobierno Macri no pudo cumplir su papel restaurador del poder oligárquico imperialista y transnacional, aun con el apoyo de un préstamo gigantesco del FMI por 45.000 millones de dólares, incumpliendo el Fondo las normas estatutarias y a sabiendas acreedor y deudor la imposibilidad de la Argentina para cancelar esa odiosa deuda.
Ante el fracaso del gobierno actual, que asumió con la expectativa del voto popular de retrotraer la situación en una perspectiva favorable a los intereses de la mayoría social empobrecida, la ultraderecha aparece con la posibilidad de disputar con éxito la renovación presidencial en la votación de octubre. El gobierno de Alberto y Cristina perdieron la oportunidad de denunciar el préstamo con el FMI ni bien asumieron en 2019, y al contrario se embarcaron en una negociación que incluyó a los acreedores privados, grandes fondos de inversión, que solo trajo miseria al pueblo, y con ello el descontento que hoy se castiga electoralmente con la opción de la ultraderecha.
Elecciones presidenciales
La elección de octubre se discute entre 5 fórmulas, 3 de ellas con posibilidades de disputar, incluso en segunda vuelta (noviembre) la presidencia del país. Milei, Bullrich y Massa lideran esos tres espacios. Muy lejos se encuentran Juan Schiaretti, actual gobernador de la provincia de Córdoba, con un 3,83% captado en las PASO, unos 907.437 votos, y Myriam Bregman, única opción de izquierda con menos del 2,65%%, unos 628.893 votos.
El resultado electoral es incierto y cualquiera de las tres opciones puede quedarse con el gobierno para el próximo periodo que inicia en diciembre del 2023, por lo que buscan que voten aquellos que se abstuvieron y se orientan a la búsqueda de los votos de quienes no ingresan en la disputa presidencial. El resultado es motivo de discusión diversa y tiene como trasfondo la crisis del capitalismo y sus manifestaciones locales. En efecto, el capitalismo en la Argentina presenta problemas específicos, entre ellos la inflación y sus regresivas consecuencias sociales.
Argentina reconoce una inflación anualizada del 114%, muy lejos de los registros de los países de la región e incluso del mundo. Mucho se discute sobre esa especificidad. En el capitalismo rige la ley del valor explicada por Marx. Por ende, el interrogante es que tiene de especifico la economía local que no logra, aun con tendencia a la suba de los precios en todo el planeta, especialmente de alimentos y energía, registros aminorados tal como se manifiestan en otras economías capitalistas vecinas o del mundo. Cada país tiene sus especificidades de expresión de la crisis del capitalismo, siendo la inflación el fenómeno principal a considerar, en tanto mecanismo de redistribución del ingreso producido socialmente.
Nuestra hipótesis apunta al desorden en la dominación y que se manifiesta en la tendencia a la exportación del excedente económico local, lo que se designa como fuga de capitales. La burguesía hegemónica no logra estabilizar un ciclo político que favorezca la dinámica de acumulación capitalista con mínima satisfacción y consenso de la población. No solo se confronta en la cúpula de la burguesía hegemónica, sino entre éstos y el conjunto del pueblo trabajador, en tanto expresión compleja y concreta de la lucha de clases local.
En los 90 del siglo pasado pudo estabilizarse el orden capitalista sobre la base de la convertibilidad y el disciplinamiento social con el peronismo en el gobierno, algo que subsistió hasta 1999. La coalición liderada por el radicalismo entre 1999 y 2001 no pudo sostener el “orden” pese a sostener la “convertibilidad”, signo de la estabilización de precios, y sobrevino la rebelión popular, sustentada en un ciclo de luchas populares desplegadas con movilizaciones y resistencias diversas en los años previos. Un tiempo de construcción de subjetividades e identidades de organización y lucha popular para sustentar un programa de profundas transformaciones, pero que no cristalizó en una propuesta política revolucionaria.
Si bien el kirchnerismo reactivo la dinámica económica sin cambiar sustancialmente el modelo productivo y de desarrollo, de acumulación asociado a la fuga de capitales, y aun recomponiendo empleo e ingresos no pudo evitar la reaparición del fenómeno inflacionario desde el 2006, en proceso ascendente, habilitando la disputa inter-capitalista (competencia por la apropiación de la plusvalía) y del capital en contra del trabajo. Esa dinámica de lucha de clases es el trasfondo de la aparición de una derecha electa por el voto en 2015 (Macri) y que ahora resumen las dos primeras minorías en las PASO (Milei y Bullrich), claro que la opción gubernamental también disputa desde una lógica asociada al ajuste y a la regresiva reestructuración, especialmente condicionada por el acuerdo con el FMI.
La resolución está abierta y se juega en la disputa electoral hasta el 22 de octubre, para ver si ahí se resuelve lo que requiere que el ganador obtenga el 45% de los votos, o 40% y una diferencia de 10 puntos sobre el segundo. De no ser así, habrá segunda vuelta el 19 de noviembre. La campaña está en proceso y las especulaciones y operaciones de todo tipo proliferan en el debate mediático, incluso si el gobierno termina el mandato. Las propuestas ultra-liberales de Milei, que incluyen la dolarización, previa eliminación del BCRA y un violento ajuste del gasto público genera temor en sectores del poder asociado al presupuesto público, incluso la política exterior definida hacia occidente, privilegiando a EEUU y a Israel, pone en discusión la realidad de acercamiento económico de Argentina con sus principales socios comerciales, Brasil y China. Existe el desafío para discutir con el voto a Milei sobre las consecuencias de ese programa ultra liberal, que es probable que sea ampliamente resistido en su intento de ejecución.
Bullrich está desafiada a diferenciarse y el propio Macri parece más cercano al ultra-liberal que, a su propia creación, aun cuando sostiene a la presidenta de su partido. Señala que ahora hay condiciones para avanzar en el sentido que el propuso y no pudo en su tiempo del 2015 al 2019. No solo se alude al ajuste, sino a las reformas estructurales, especialmente las regresivas reformas laborales y previsionales, para generar mejores condiciones a la apropiación de ganancias para favorecer un ciclo de reactivación inversora para el desarrollo capitalista. El perdón a los genocidas es parte de la propuesta sustentada por la aspirante a la vice presidencia.
El gobierno, condicionado por el acuerdo con el FMI respondió al día siguiente de las PASO con una devaluación que aceleró la suba de precios y con ello elevó las condiciones sociales de miseria y empobrecimiento, al tiempo que esboza algunas medidas paliativas complementarias, de dudoso éxito en la colecta del voto descontento.
Hay incertidumbre sobre el futuro cercano y cualquier resultado bajo estas condiciones supone profundización del ajuste y la reestructuración regresiva del capitalismo local.
La izquierda puede intentar alguna representación electoral, que con los números actuales no logra, y está presionada para orientar la preferencia electoral presidencial en contra de la ultraderecha. Lo acumulado, pese a lograr el mínimo requerido legalmente para disputar la elección, la coloca en situación compleja. Una amplia izquierda existente en la Argentina demanda la ampliación política para disputar el descontento más allá del proceso electoral. Esa articulación es un desafío para el presente y el futuro, dejando de lado sectarismos y habilitando ante la nueva situación de alza del consenso electoral en la ultraderecha para convocar a la más amplia unidad de las izquierdas, incluso de sectores que renuevan su rechazo a la dinámica electoral, pero que nutren la lucha cotidiana en contra el capitalismo.
Es un dato la novedad de la ultraderecha encabezando las opciones electorales en el país, claro que existen dudas que su proyecto liberalizador a ultranza puede encaminarse sin lucha y resistencia del pueblo. Sería especular sustentar un resultado desde hoy, pero sin duda, evidencia la ausencia de una alternativa política popular con perspectiva emancipadora, que, en rigor, trasciende la realidad local y se presenta como un desafío para la izquierda mundial en su totalidad. La caída de la experiencia socialista en el este de Europa hace más de tres décadas desafía la reconstrucción de una estrategia por transformar revolucionariamente la sociedad.
Buenos Aires, 21 de agosto de 2023