Acontecimientos sociales que modifican la política

Los procesos electorales constituyen acontecimientos que definen rumbos en la política. Es el caso de las PASO de agosto pasado en la Argentina. El inesperado resultado electoral movió las piezas del tablero. Tres candidatos quedaron muy cerca del 30% cada uno, pero encabezados por la ultraderecha “liberalizadora”. Esta fue la gran sorpresa y que convocó a interesantísimos debates sobre el contenido del voto, junto a elucubraciones sobre incertidumbres para el próximo turno de gobierno entre 2023 y 2027. El dato relevante es que la población votó, aún con un 30% de ausentismo, el más alto en las series de votaciones desde 1983. Entre los ausentes y el triunfo de los ultras liberales se consideran distintos niveles de desconformidad con la situación de elevada inflación, empobrecimiento en alza y deterioro de condiciones de vida de millones de personas. La sensación es que todo saltó por los aires y ya no hay previsibilidad cierta, con muchas incógnitas sobre lo que vendría. Por un lado, el FMI despejó el camino para un desembolso de fondos, que venía demorado por meses y empujó, en acuerdo con el gobierno una devaluación del 22% en el primer día hábil luego de la elección. Con esa medida, todos quienes pudieron subir precios lo hicieron, más allá de cualquier límite cuantitativo dispuesto por la devaluación. El aumento “por las dudas” o “por lo que se viene”, mayores devaluaciones e incluso una hipotética dolarización, elevó el costo de vida más allá de cualquier racionalidad económica. Ratifica así que el FMI es uno de los factores aceleradores de la inflación, un mecanismo de redistribución regresiva del ingreso y la riqueza. Otro argumento para demandar la anulación del acuerdo con el FMI y por ende la suspensión de pagos e inmediata auditoria sobre las deudas del país. Por otro lado, se reestructuró la política electoral y las tácticas de los contendientes. Un golpe fuerte recibió el macrismo, atrapado en festejar la suma de votos por derecha, pero que curiosamente lo dejaba afuera de la segunda vuelta, un tema a verificar el 22 de octubre. Recién ahora, luego de algunas elecciones provinciales y la designación de Melconian como futuro ministro de economía parece haberlos sacado del letargo del golpe por no encabezar las preferencias electorales en las PASO. Imaginaban un triunfo cantado para dirigir el gobierno del próximo turno y en la foto de la fecha están afuera. Tan es así que ahora no solo batallan contra el oficialismo, sino también en contra de los ultras liberales, una política acompañada por los principales medios de comunicación, Clarín y La Nación, que ahora descubren el peligro Milei. La movilización electoral por Milei conmovió al oficialismo, quien luego de la devaluación lanzó un conjunto de iniciativas compensatorias, algunas de fuerte impacto, como la eliminación de la cuarta categoría del impuesto a las ganancias, una histórica reivindicación del movimiento sindical. Fueron varias las medidas, ente las que destaca la devolución del IVA y diversos bonos o recursos que se distribuyen entre sectores de bajos ingresos. Lo que no se hiso en años, ante el cambio de situación política, en pocas semanas fue posible avanzar con reivindicaciones históricas asociadas a la distribución del ingreso, más allá del impacto en la macroeconomía y los equilibrios fiscales suscriptos con el FMI. ¿No era que no se podía? Massa escuchó el mensaje de Lula: “andá y hacé lo que tengas que hacer para ganar”. Hay que ver si alcanza para ganar, o para ingresar en la segunda vuelta, pero pone de manifiesto que se podría haber avanzado con Vicentin y generar una empresa testigo como inicio de un cambio del modelo productivo en el sector primario exportador. Los límites de los gobiernos los pueden desbordar procesos sociales de masas, y 7 millones de votos a la ultraderecha, muchos de los cuales fugaron del oficialismo, son una razón de más para cambios, aun compensatorios e incluso en pensar en ir por más. ¿Qué sería ir por más? Cambiar el modelo productivo y romper con la lógica mayoritaria de las clases dominantes y los partidos que disputan la gestión del capitalismo local. Ese modelo emergente desde 1975/76 es lo que debe modificarse, que tienen como ancla la legislación financiera y de inversiones externas más la hipoteca del endeudamiento público que condiciona la política económica desde la genocida dictadura. La Argentina genera divisas por su inserción exportadora en el mercado mundial. sin embargo, esas divisas son apropiadas por un núcleo concentrado del poder económico. Es lo que explica el carácter acreedor del país. Es que las cuentas públicas señalan que los activos externos suman 424.535 millones de dólares, menos los pasivos por 331.607 millones de dólares, supone un saldo favorable de 92.928 millones de dólares. Claro que esas cuentas muestran una discriminación en donde el sector público es deudor, ya que el sector gobierno tiene activos por 11.526 millones de dólares y pasivos por 109.767 millones de dólares. Mientras, el sector privado acusa activos por 377.453 millones de dólares y pasivos por 181.608 millones de dólares, con un saldo favorable de 195.845 millones de dólares. De esos activos, en moneda y depósitos suman 243.968 millones de dólares, una parte de la cual se encuentra en cajas de seguridad o en el colchón. Esa masa de dinero es producto de la monetización del excedente económico producto del trabajo social en la Argentina. Hay que disputar ese excedente para un proceso productivo y de desarrollo que atienda en primer lugar las demandas de los sectores populares. Por eso hay que ejercer un fuerte control del comercio exterior, de la banca y el circuito que define la concentración primaria exportadora del país. Remito al complejo de la soja, los hidrocarburos, el litio, el cobre, parte del consenso productivo del poder para la explotación de bienes comunes y de la fuerza laboral en nuestro país. Desde allí puede pensarse en otro modelo productivo y de desarrollo, sobre la base de la soberanía alimentaria, energético o financiera. Pretendo señalar que, así como se avanzó en medidas compensatorias ante el impacto del voto en las PASO, la movilización popular puede inducir cambios estructurales en el orden económico social y romper con esa lógica instalada del “progresismo” que no se puede por que la correlación de fuerzas no da. Ahora, la fuga de votos y la opción por la ultraderecha indujeron cambios de política económica que motivaron la adhesión en actos masivos de las centrales sindicales y variados movimientos sociales. La política responde a procesos de movilización, por lo que se hace necesario potenciar la organización y movilización social, no solo para inducir cambios coyunturales y relativos a reivindicaciones democráticas, sino que deben promoverse dinámicas de luchas y organización popular por cambios profundos que afecten los intereses de los sectores dominantes. Ir por más supone organizar la fuerza política y social para disputar gobierno y poder. Ampliar el espacio de la izquierda en el parlamento y en las calles constituye un desafío ante la continuidad del ajuste y la reestructuración regresiva que anticipa el avance de las derechas ajustadoras en el país. Buenos Aires, 30 de septiembre de 2023

Milei y sus falacias

El candidato de la ultraderecha habló en el “Council of Americas” y fue aplaudido por un auditorio de empresarios que escucharon lo que querían, un programa de máxima del gran capital, en defensa de la propiedad privada y la demanda por rentabilidad acrecentada en tiempos complejos del capitalismo contemporáneo, no solo en Argentina. Milei les propuso un proyecto a 35/45 años y recuperar un plan liberal, el de Alberdi (1850/60), que logró “éxitos” en cinco décadas, hacia el 1910, desde el imaginario de la Argentina potencia, entre los principales países del capitalismo mundial por su PBI, obviando el retraso social y la dependencia del capital externo a la que se asociaba la oligarquía terrateniente en esos tiempos. Además, 1910 es tiempo de “ESTADO de SITIO” y represión a trabajadorxs, base de la década infame en años siguientes y de golpes militares restauradores del poder oligárquico desde 1930. Milei les propuso a los empresarios una REVOLUCIÓN LIBERAL, sustentada en cuatro aspectos: 1/ una reaccionaria reforma estatal, similar a la de los 90 con Menem, Cavallo o de la Rúa; 2/ una regresiva reforma laboral, denominada “modernización” dialogada con Gerardo Martínez y Luis Barrionuevo (modelo UOCRA); 3/ apertura de la economía como en los 80 de la dictadura y Martínez de Hoz, los 90 o el macrismo (las 4 M: Martínez de Hoz, Menem, Macri y Milei); 4/ el cierre del BCRA con dolarización y más deuda y dependencia, ofreciendo los títulos en manos del Estado para sustentar el cambio de moneda, unos 40.000 millones de dólares. Entre las falacias de Milei opera el ejemplo de la INDIA y de IRLANDA escamoteando el origen colonial dependiente de la dominación del Imperio británico, los usurpadores de Malvinas. La lucha por la INDEPENDENCIA es una asignatura pendiente en todos los territorios colonizados por el CAPITAL. Es parte de la lucha independentista de Irlanda, subordinada al mismo tiempo que se liberaba Haití a comienzos del siglo XIX, jamás perdonada por ser la primera revolución antiesclavista triunfante del mundo. La independencia es el objetivo incumplido de la Argentina. Otra falacia de Milei remite al escamoteo del reclamo de "la tierra para quien la trabaje" con la que los arrendatarios reclamaron la reforma agraria contra el poder terrateniente en el grito de Alcorta en 1912. La Argentina potencia del centenario se sustentaba en el poder terrateniente y el CAPITAL externo, sustentado en la explotación de la fuerza de trabajo y la apropiación privada de los bienes comunes, especialmente la tierra. Por eso la falacia de Milei sobre “Argentina potencia n°1 del mundo en 1910”, producto del auge liberal del programa de Alberdi, obviando el estado de sitio x el conflicto social extendido en el centenario. La riqueza hacia 1910 tiene base en la apropiación privada de las tierras (genocidio) y gran inmigración de trabajadorxs. Las falacias de MILEI se sostienen en que "la riqueza la producen los privados (empresarios)", cuando los clásicos de la economía, incluso los fisiócratas, sostenían hace más de dos siglos que la riqueza tiene padre y madre: el trabajo y la tierra, que el CAPITAL es trabajo acumulado; no pagado a sus creadores, las trabajadoras y los trabajadores. Milei se sustenta en un plan de largo aliento por instalar en la conciencia social la ideología de la liberalización y en la ausencia de un proyecto político alternativo en contra del régimen del capital. No quiere decir que no existan esos proyectos en grupos, partidos, organizaciones populares, sino que no logran una acumulación suficiente para ser opción de poder ante las miserias que sufre la mayoría de la sociedad. La lucha y organización popular desde un proyecto político que acumule fuerza para la lucha anticapitalista será el desafío para la disputa del presente y el renovado escenario contrarrevolucionario de la ofensiva capitalista, sustentada hoy desde las falacias de la ultraderecha y que agreden a nuestro pueblo. Buenos Aires, 19 de septiembre de 2023

El BCRA está incapacitado para retener divisas #

# Publicado por Página12 el 8/9/2023 en: https://www.pagina12.com.ar/586200-el-banco-central-esta-incapacitado-para-retener-divisas Entre diciembre del 2019 y hasta fines del 2022 la Argentina tuvo un importante excedente comercial, por encima de los 10.000 millones de dólares promedio. Solo en 4 meses hubo déficit. Sin embargo, ese excedente no se visualiza como incremento de reservas internacionales en el balance del BCRA. Durante este 2023, solo un mes hubo superávit comercial y por lo tanto, menos capacidad para incrementar las reservas internacionales. De enero a julio el BCRA resignó más de 21.000 millones de dólares por distintos mecanismos de salida de divisas y la recomposición de reservas con el desembolso del FMI luego de las PASO del 13 de agosto pasado ya se escurrieron. El monto de reservas registradas actualmente en la información diaria del BCRA es equivalente a las que había al comienzo de julio pasado, lo que supone un “barril sin fondo”. No importa cuánto ingrese que termina escurriéndose. De hecho, es lo que informó la entidad cumbre del sistema financiero local respecto del ingreso de divisas durante el periodo 2015/19. En efecto, el 86% de los recursos ingresados había salido por cancelación de deuda, remesas de utilidades al exterior o constitución de activos externos del sector privado local. De hecho, la posición internacional del país es acreedora, precisamente por esa situación de tenencias de activos en el exterior del sector privado por casi 400 mil millones de dólares, que, netos de pasivos, superan los 200 mil millones de la moneda estadounidense. Por el contrario, el sector público presenta una situación deudora. La información comentada, cuya fuente es el propio BCRA nos lleva a interrogarnos sobre las causas. No se trata de ineficiencia, como algunos suponen, sino de una cuestión estructural. Remite a la apertura liberalizadora gestada desde 1976, que en lo financiero se gestó desde la aplicación de la Ley de Entidades Financieras de 1977. El libre movimiento de capitales instaurado hace casi medio siglo induce un mecanismo de monetización del excedente económico, socialmente generado, pero destinado a la acumulación en el sistema mundial. Así resulta la subordinación de la lógica económica local y que no permite retener divisas productos del comercio internacional o de inversiones, sin perjuicio de que gran parte son especulativas y destinadas a la valorización financiera, no productiva. Que el BCRA no pueda acumular reservas no significa ineficacia operativa, sino que es el resultado de la lógica de apertura vigente en el país por décadas. Revertir esa situación, supone un debate ausente sobre reestructuración del orden económico y social, que modifique la estructura económica y social aperturista y de primarización de las exportaciones, con efectos sociales que se miden en reducción de ingresos salariales con impacto en alza del empobrecimiento social. Buenos Aires, 6 de septiembre de 2023

Libertarios a la ofensiva La pretensión de consensuar el legado de la dictadura genocida

El retorno discursivo de los dos demonios supone una reivindicación del propósito histórico de la dictadura genocida, que tiene base en el legado estructural explicitado en el régimen financiero. Por ahí viene el sentido del acto del 4/9 en la legislatura porteña auspiciado y liderado por la candidata a vice más votada en las PASO del 13/8. Los libertarios de La Libertad Avanza (LLA) se asumen en la tarea de hacer coincidir un consenso social mayoritario en correspondencia con los cambios estructurales regresivos y reaccionarios de la estructura económico social local operados entre 1975/76 y nunca afectados. Es algo que la derecha política e intelectual ensayó en los noventa del siglo pasado y más recientemente en el primer gobierno “ni radical, ni peronista”, de Mauricio Macri entre 2015 y 2019. Los cambios profundos y reaccionarios en las relaciones capitalistas de producción remiten a la ofensiva contra derechos sociales, laborales, sindicales, colectivos e individuales de las patronales y que se manifiestan en precariedad laboral y salarial, desempleo, subempleo e irregularidades en la contratación, con millones de trabajadoras y trabajadores por fuera de la seguridad social. Pero también se expresan en la nueva función estatal orientada a consolidar la lógica privatista del orden contemporáneo y claro, la inserción subordinada en la internacionalización de la producción y la transnacionalización del capital. Un ejemplo emblemático de esos cambios lo constituye el régimen financiero instrumentado desde 1977 con la ley 21526 de entidades financieras, el acontecimiento “más revolucionario” de la dictadura, sostenido en palabras de Martínez de Hoz. Hijo de familia tradicional del poder oligárquico, fue el ministro iniciador del modelo productivo y de desarrollo de inserción subordinada de la economía local a la lógica liberalizadora impulsada en el sistema mundial capitalista ante la crisis de rentabilidad de los sesenta y setenta del siglo pasado. Liberalismo y violencia En aquellos años se convocó a la tradición liberal a retomar la iniciativa ideológica y política, tarea asumida por las dictaduras del Cono Sur de América, quienes asumieron desde la violencia y el terrorismo de Estado la cruenta ofensiva capitalista en contra del trabajo, de la naturaleza y de la sociedad. Se trataba de restablecer vía explotación, saqueo y consenso reaccionario la lógica esencial del funcionamiento del capitalismo: la obtención de ganancias y su acumulación para asegurar la dominación material y simbólica sobre el orden social, conmocionado por la masiva acumulación de poder popular en luchas y organización diversa en la disputa por otro orden social. Remito a procesos locales, regionales y globales que desafiaban al capitalismo desde distintas variantes por el socialismo. Aquellos cambios estructurales se mantuvieron tras cuarenta años de gobiernos constitucionales (1983-2023), pero el consenso ideológico mayoritario se sostenía en la crítica a la dictadura genocida y la defensa de los derechos humanos, sostenida por una lucha histórica que desembocó en juicios, cárcel a los genocidas, el “Nunca Más” y la nulidad del punto final y la obediencia debida. Esa lucha popular hace ejemplar la experiencia local en el repudio y sanción, aun incompleta, a los responsables del genocidio. Esa gran conciencia social no alcanzó para modificar el modelo primario exportador, de organización ensambladora de su sector industrial más dinámico, y en general, de inserción subordinada en la lógica mundial de dominación transnacional, de la mano del complejo de la soja y la minería, ahora de los hidrocarburos no convencionales y el litio, entre otros mecanismos, entre los que destaca el endeudamiento y la lógica de la especulación financiera. Por efecto de estos mecanismos del orden económico social, el país no puede retener el excedente socialmente generado en el país, abonando una dinámica de fuga de capitales para una acumulación en el sistema mundial. No es una novedad y se reitera en las últimas décadas, sea por imperio de la cancelación de deudas, de remisión de utilidades al exterior o por compra de activos externos de quienes se apropian del excedente socialmente generado, especialmente de divisas atesoradas en cajas de seguridad. En ese sentido se destaca la incapacidad de la política económica para atesorar el saldo comercial. Entre 2020 y 2022, en solo 4 meses hubo déficit comercial, con incapacidad de la política económica de intervenir para sostener reservas internacionales y orientarlas hacia una perspectiva productiva que atienda las demandas de ingresos, empleo y estímulo a las economía regionales y sectores comunitarios, cooperativos, pequeños y medianos, incluso estatal, asociado a una estrategia soberana en alimentación, energía o finanzas, sin perjuicio de activar una ampliación de la infraestructura social asociada a derechos constitucionales en alimentación, energía, educación, salud, entre muchos otros. Solo entre enero y julio del presente año el BCRA perdió más 21.000 millones de dólares de reservas internacionales y se apropia del 60% de la capacidad prestable del sistema financiera mediante la absorción de dinero por medio de las Letras de Liquidez, LELIQ. No sorprende que el balance del BCRA muestre reservas netas negativas que inducen una mayor subordinación del país al ingreso de divisas, especialmente vía préstamos o inversiones especulativas, una lógica instaurada por décadas, que solo beneficia la acumulación transnacionalizada del poder económico local y la contracara de la inmensa pobreza y el deterioro de la seguridad social, del empleo y los ingresos populares. ¿Quién vence a quién? El legado estructural del cambio económico de la dictadura genocida se sostuvo en el tiempo, en contradicción con el consenso mayoritario de impugnación al terrorismo de Estado. La política reaccionaria se sustentó históricamente en los golpes de Estado para restaurar el poder oligárquico asociado al capital externo, aquel que fundó la Argentina en 1880 tal como la conocemos hoy en su integralidad territorial, la capitalización de la ciudad de Buenos Aires y el poder del puerto en la inserción subordinada a una lógica de acumulación sistémica. Durante los años noventa del siglo pasado, bajo las identidades políticas tradicionales, el capitalismo local intentó la disputa del consenso mayoritario para la restauración conservadora, que estalló por el aire con la rebelión popular de un ciclo de lucha condensado en diciembre del 2001. El 2015 otorgó nueva posibilidad de restauración de ese poder histórico al gran capital local asociado a la transnacionalización, lo que explica el entusiasmo de Mauricio Macri con el resultado electoral de Javier Milei. El descontento con las expectativas del actual gobierno otorga nueva posibilidad al intento restaurador de tipo conservador. El operativo por hacer coincidir la base estructural del capitalismo local con el consenso político está en marcha y augura el fin de la inflación y el orden restablecido. Se trata del orden del régimen del capital, cuyas consecuencias sociales regresivas abonan la actual situación de pobreza y perdidas de ingresos populares, pero claro, estamos en Argentina y con una tradición de organización y lucha que puede recrear desde el conflicto social las condiciones para aguar la fiesta del poder. Buenos Aires, 5 de septiembre de 2023