Recuperar el objetivo por la revolución y el socialismo

La profunda crisis capitalista mundial en curso, con inflación y desaceleración económica; con mayor desigualdad en la apropiación del ingreso y la riqueza, en un marco del deterioro ambiental, con gigantescas ganancias de laboratorios y el complejo militar, entre otros, convoca a pensar en otro orden social. El capitalismo, sustentado en la explotación y el saqueo transita una etapa de devastación social y natural, alejado del paradigma histórico del “progreso”, que nos desafía en pensar alternativamente. Hace pocos días se celebró el 175 aniversario del Manifiesto Comunista, en el que Marx y Engels convocaban a superar el orden capitalista, aun cuando resaltaban la revolución liderada por la burguesía. Eran tiempos de revolución industrial y expansión de la relación capitalista, con crecimiento de la base obrera y la lucha por sus derechos. En Nuestra América, hace un siglo, José Carlos Mariátegui sostuvo que nuestros pueblos debían sustentar el mito de la revolución socialista, una propuesta en polémica con la tesis que demandaba el desarrollo capitalista como etapa necesaria para el objetivo socialista. Hay que recoger para el debate actual las últimas reflexiones de Marx sobre la opción socialista aun desde el retraso de las relaciones capitalistas, sustentado en la correspondencia con Vera Zasulich y los populistas rusos. El capitalismo es mundial y, por ende, el nivel de desarrollo de las fuerzas productivas opera a escala global. Por eso el interrogante si es posible la propuesta para una revolución socialista. La respuesta está en los intentos de la tradición cultural que remite al Manifiesto e incluso a la Asociación Internacional de Trabajadores. Desde la Comuna de Paris, pasando por la revolución en Rusia, en China, Cuba o Vietnam, se verifica un proceso de búsqueda por hacer efectiva la revolución. Cada una de ellas es una experiencia que continúa siendo evaluada y que aún resulta complejo hacer síntesis, Por su parte, la experiencia del capitalismo nos devuelve sus efectos sobre la sociedad y la naturaleza, los cuales nos convocan nuevamente a pensar en revolución y en socialismo. Socialismo en el siglo XXI Recuperemos algunos debates recientes a propósito del socialismo. El próximo 5 de marzo se cumplirá una década del fallecimiento de Hugo Chávez que, entre muchos aportes al debate teórico y político regional y global, propuso la recreación de la propuesta “socialista” ante los problemas del orden social en el siglo XXI. La temporalidad en el nuevo siglo definía su pensamiento, lo que suponía una crítica a la experiencia del socialismo en el Siglo XX, que por supuesto no caía bien a proyectos que se asumían en esa trayectoria de construcción socialista. Era la de Chávez, una contribución creativa de nueva propuesta civilizatoria en la perspectiva anticapitalista de la lucha de los pueblos. Su formulación de “socialismo del Siglo XXI” data de 2004/05, tiempos de los acuerdos entre Cuba y Venezuela, que dieron lugar a la conformación de la Alternativa Bolivariana de los Pueblos de América, ALBA. Se trataba de una réplica al Área de Libre comercio de las américas, ALCA, proyecto impulsado por EEUU y todos los gobiernos de la región, excepto Cuba, entre 1984 y 2001. El ALBA crecerá luego con varios países de la región instalando una agenda de transformaciones económico sociales que aun hoy tiene vigencia, más allá de los límites para su realización. Fue en Quebec del 2001, cuando en la cumbre presidencial de las Américas, la presencia del dirigente venezolano empezó a cuestionar el consenso a la estrategia de integración subordinada sustentada desde EEUU y el capital concentrado en la región. Chávez desde adentro del cónclave presidencial y en combinación con la inmensa movilización de la Cumbre Popular de Quebec en 2001 es que se potenció un contra consenso que terminó de materializar el rechazo al ALCA en noviembre del 2005 en Mar del Plata, Argentina. El socialismo, como propuesta de Hugo Chávez se formula en tiempos de la mayor acumulación de poder popular en la lucha contra el Consenso de Washington y la liberalización de la economía para darle andamiaje al capitalismo en la región. Vale recordar que durante el 2005 y en la Universidad de La Habana, Fidel Castro señaló: “…uno de nuestros mayores errores al principio, y muchas veces a lo largo de la Revolución, fue creer que alguien sabía cómo se construía el socialismo”. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f171105e.html Para el líder de la revolución cubana, el socialismo es una experiencia de construcción, que involucra a los propios protagonistas, no solo a los dirigentes, sino al sujeto de la revolución, por lo que Fidel interpelaba a los estudiantes sobre el socialismo a construir en este tiempo histórico, ya avanzando en la primera década del siglo XXI. Se trata de una imperdible conferencia del máximo constructor de la perspectiva socialista en la región latinoamericana y caribeña, para pensar que la propuesta socialista requiere de voluntad, decisión asumida de manera consciente por un colectivo social que debe ampliarse todo lo posible. Vale aquí recordar que la dirección bolchevique de octubre imaginaba la expansión de la revolución soviética más allá del propio territorio, como la dirección revolucionaria cubana imaginó revolucionar la región latinoamericana y caribeña. Ni la revolución rusa, ni la cubana fueron pensadas con limites nacionales, si no que se asumieron como propuestas anticapitalistas de contenido global, como desafío para la humanidad. Con estos antecedentes tiene sentido recuperar a Chávez y su evolución en el pensamiento económico, social y político. En una nota que le realiza Manuel Cabieses, Director de la Revista de izquierda “Punto Fijo”, de Chile, y difundida en varios medios en 2005, en el fragor de un debate hacia donde se dirigía la región luego de años de hegemonía liberalizadora del Consenso de Washington, el comandante bolivariano recuperaba su trayectoria, que en origen no era por el socialismo. Recuerda Hugo Chávez que: “…llegamos al gobierno en 1999 y se formula el planteamiento de la revolución bolivariana que da un salto -como debes recordar después del golpe de Estado de abril de 2002. Es entonces cuando esta revolución se declara antiimperialista. Nunca lo habíamos asumido así. Fue la respuesta que dimos al golpe y nuestro pueblo lo asumió con mucho vigor.” (4/10/2005, en: https://www.ambito.com/politica/chavez-se-declara-plenamente-socialista-n3342995 Señala en la misma nota que “…en los primeros años de nuestro gobierno -y te confieso que yo lo viví, aunque por poco tiempo-hubo la ilusión de que podíamos estar bien con Dios y con el diablo. Me dejé llevar por esa línea en los primeros años. Eran los días de mis reuniones con Clinton y con altos empresarios estadounidenses. Fui al Fondo Monetario Internacional, estuve en la Bolsa de Nueva York y toqué el martillo ése...” Agrega: “En una época llegué a pensar en la tercera vía. Andaba en problemas para interpretar el mundo. Estaba confundido, hacía lecturas equivocadas, tenía unos asesores que me confundían todavía más. Llegué a proponer un foro en Venezuela sobre la tercera vía de Tony Blair. Hablé y escribí mucho sobre un «capitalismo humano». Hoy estoy convencido que es imposible. Pero esto ha sido producto de seis años de dura brega y de aprender de mucha gente. Me convencí de que el socialismo es el camino y así lo dije en Porto Alegre y después aquí, ante la Asamblea Nacional. He invitado al país a un debate.” De propia fuente reconocemos el trayecto de su evolución. Recordemos que Bill Clinton y Tony Blair eran cultores de la “tercera vía”, entre la restauración conservadora de Reagan y Thatcher y la socialdemocracia europea. Una concepción menos radical que la del “tercer mundo”, entre capitalismo y socialismo, la que se sustentaba en tiempos de la bipolaridad socialismo y capitalismo. La situación venezolana y el ascenso de las luchas contra el proyecto de poder, especialmente contra el ALCA, generó condiciones de luchas concretas y de organización que acercaron al líder venezolano a concepciones antiimperialistas, anticapitalistas y por el socialismo. Se trata de un proceso que articula dinámica social en lucha con opciones de proyectos civilizatorios que definen un momento de la política. Vale recordar el giro al socialismo en Cuba es en las condiciones de 1961 y el ataque estadounidense a Playa Girón. En efecto, a fines del 2004 al suscribir los acuerdos con Cuba que llevarán al ALBA, y en enero del 2005 en el Foro Social Mundial de Porto Alegre, Brasil, en un estadio a pleno, es que Chávez sostuvo que el capitalismo no era solución para los pueblos y convocaba a crear el “socialismo del siglo XXI”. Una formulación audaz que lanzó creativamente para alimentar la inventiva de la lucha popular en ascenso en ese momento de la lucha de clases. Las ideas económico sociales del líder bolivariano que hoy recuperamos, a una década de su fallecimiento, nos interpela en las palabras de su maestro Fidel y en las propias, que el “pensamiento” es una creación de la lucha y organización popular, que no está predeterminado. Mariátegui discutió hace un siglo con quienes sostenían que aún faltaba desarrollo del capitalismo para pensar en revolución socialista. Hoy también puede pensarse que hay capitalismo para rato y, de hecho, la innovación define al capitalismo de este tiempo. Hemos señalado que Marx y Engels resaltaban la revolución burguesa, pero eso no impidió su involucramiento personal en la organización popular para la revolución y saludar y reflexionar sobre la experiencia de la derrotada Comuna de París. Crítica, lucha y horizonte socialista En todo caso lo único invariable, decimos con Marx, es la crítica al capitalismo y a lo que se dice sobre el orden económico, social y cultural contemporáneo. Todo lo demás es creación de los propios pueblos en lucha, incluso el horizonte socialista. Con la crítica al capitalismo queremos sustentar hoy la vigencia de la revolución en contra y más allá del capitalismo, en la perspectiva inconclusa de un proyecto socialista como asignatura pendiente de un mito que hace un siglo sostuvo Mariátegui, y que la revolución cubana intenta sustentar por décadas más allá de bloqueos y errores. Con Chávez, el socialismo volvió a mencionarse como una posibilidad en la experiencia de lucha y organización de los pueblos por otra sociedad, contraria a la lógica de la ganancia, la acumulación y la dominación capitalista, de la explotación y el saqueo, aun cuando Fidel destacaba que más allá de pistas y aprendizajes, el socialismo es una incógnita supeditada a la creación colectiva de los pueblos. La lucha por el socialismo es el principal legado de la trayectoria política de muchos revolucionarios en la región y en el mundo, y en estos días, a una década de la muerte de Hugo Chávez, queremos desafiar al pensamiento y a la práctica sociopolítica sobre la vigencia de un horizonte socialista para la región y el mundo. Buenos Aires, 28 de febrero de 2023

Discutir la revolución

El pasado 17 de enero publiqué un hilo de tres tuits, en donde señalaba: 1. Discutir la REVOLUCIÓN supone un sujeto colectivo en lucha, consciente en la necesidad de superar el orden capitalista. La lucha es fundamental, pero insuficiente si no hay proyecto político transformador que encarne en esa dinámica de la lucha de clases en condiciones concretas. 2. El triunfo revolucionario constituye un momento de procesos de transformación permanente, en camino de construir CULTURA social alternativa a la civilización capitalista. No se trata de un proceso único y limitado a un territorio. Tiene rumbo global que suma experiencias locales. 3. Resulta importante habilitar la discusión por la REVOLUCIÓN en nuestro tiempo. No está escrito el camino y la experiencia es fundamental ante siglos de explotación, saqueo y dominación capitalista. Hay que abrirse a revisar el momento actual y aprender de la experiencia histórica. Hoy, 22 de febrero, terminé de leer “Revolución. Una historia intelectual”, de Enzo Traverso, editado por el Fondo de Cultura Económica, con versión en español de octubre del 2022. Es una obra extensa (644 páginas), con un repaso documentado de las “revoluciones”, la americana, la francesa, la haitiana y la rusa. Se trata de un texto interesante, polémico, con abundante bibliografía, con debate teórico y político. El autor no pretende bajar línea con recetas del qué hacer en el presente y de cara al futuro, reconociendo ciertas pistas en las dinámicas de luchas de las últimas décadas luego de la desaparición de la URSS. Traverso sostiene en el breve epilogo que “La izquierda del siglo XXI está obligada a reinventarse y distanciarse de patrones anteriores”, convocando a estudiar la experiencia histórica y a construir una “nueva imaginación revolucionaria”. Existen variadas líneas de contacto entre mis tres mensajes de hace un mes, cuando no conocía la existencia del texto de esta reciente lectura. Aun cuando puedan discutirse muchas de las tesis, opiniones y conclusiones del autor italiano, constituyen una base para un debate necesario. No pretendo polemizar, ni comentar el texto de Traverso, pero si enfatizar en esos tres ejes que difundí en enero pasado. Uno: volver a Marx y a la crítica al capitalismo, con la esencialidad de El Capital y el conjunto de la obra, sean los primeros ensayos, como la correspondencia y los textos últimos, muchos de los cuales recién llegan a nuestra consideración. Estudiar la integralidad de lo escrito por Marx, mucho de lo cual se viene conociendo en los últimos años, además de articularlo con los intentos organizativos desplegados, sean en la Liga de los comunistas o en la Asociación Internacional de Trabajadores. Con Marx recuperamos el papel del trabajo como padre de la riqueza y a la tierra como madre. Trabajo y bienes comunes son dos categorías esenciales para pensar la creación de la base material de la cotidianeidad y, por ende, la necesidad de superar desde la crítica al capitalismo. Son categorías que nos permiten discutir al capitalismo desde sus inicios y su derrotero, el presente y la necesidad de la transformación revolucionaria, lo que no acontece por sí mismo. No hay revolución sin conciencia crítica del capitalismo, sustentada desde la lucha y organización de mujeres y hombres por la emancipación social, lo que supone resignificar el proyecto socialista o comunista. La lucha abunda, por reivindicaciones democráticas e incluso estructurales, con pretensión anti-sistémica, pero no necesariamente encarnan en un proyecto político que discuta un horizonte alternativo al capitalismo. Dos: el cambio cultural resulta esencial. No se trata de distribuir la riqueza, sino de cambiar sustancialmente el orden social, la forma de organización para la reproducción de la vida y de la naturaleza. La organización de la vida cotidiana requiere de nuevas formas de articulación de las relaciones entre mujeres, hombres y diversidades, eliminado toda forma de racismo y discriminación. Sostenemos que las relaciones sociales de autogestión, cooperación y solidaridad impregnan un orden a contramano de la explotación y el saqueo. Por eso, no alcanza con la socialización de los medios de producción. Es imprescindible la construcción de otro tipo de relaciones sociales, las que deben ser parte de la cotidianeidad del presente, anticipando la sociedad sin explotación ni saqueo de los bienes comunes, promoviendo la lógica reproductiva del metabolismo social y natural para las próximas generaciones. Un cambio cultural que renueve el internacionalismo popular. Tres: deben resignificarse las dinámicas organizativas del movimiento popular, especialmente las que recoge la historia de lucha del movimiento obrero, entre las cuales, se necesita volver a discutir al sindicalismo y variadas formas de la organización reivindicativa, social, económica, cultural y política. Sindicatos y organizaciones económicas desarrolladas por trabajadores y trabajadoras en la historia deben repensarse en tiempos de la ofensiva del capital contra el trabajo desplegada en tiempos de hegemonía neoliberal, desde la salida de la crisis de los 60/70 hasta el presente. Una ofensiva que fragmenta al movimiento entre ocupados y desocupados, regularizados y no regularizados, precarios, sin seguridad social o con ella, pero con tendencias a la baja del ingreso salarial. Qué actuó también en el plano ideológico y subjetivo, desestimando formas de construcción colectiva. Aludimos a una realidad que escamotea la especificidad de la explotación y su relación con el conjunto de asuntos que definen la dominación capitalista y que es visible en la dinámica de la lucha reivindicativa de los feminismos populares o de quienes confrontan la destrucción de la Naturaleza, entre muchas otras manifestaciones de las luchas populares en nuestro tiempo. Las formas políticas de esa organicidad en lucha necesitan ser resignificadas desde el protagonismo popular en la toma de decisiones de la vida cotidiana. No se agota el debate con lo enunciado, es verdad, pero resulta imprescindible reinstalar la discusión por la revolución. Buenos Aires, 22 de febrero de 2023

Un legado estructural de la genocida dictadura

La dictadura genocida cambió estructuralmente y de manera regresiva al país. La Argentina ya no fue como hasta entonces. El país de la industrialización construido entre fines del siglo XIX y la crisis del 70, con su desarrollo y expansión de la clase obrera y su organización sindical y política, mutó bajo la lógica “neoliberal”, instrumentada desde el rodrigazo y más aún bajo el terrorismo de estado desde 1976. La violencia del terror de Estado y los cambios políticos y económicos desde entonces pueden permitir explicar el momento actual, a casi medio siglo de los acontecimientos. El capitalismo local mutó en sintonía con la lógica mundial del capital, la crisis de las políticas keynesianas y el advenimiento de la liberalización impulsada por los capitales más concentrados en la dinámica de la transnacionalización. Vale destacar, entre muchos y variados aspectos e instrumentos que asumió el reaccionario cambio, a la reforma financiera y al deliberado endeudamiento externo. En efecto, hace 46 años, un 14 de febrero de 1977, de manera ilegítima bajo la dictadura genocida se sancionó la “ley de entidades financieras”, la 21.526, previo desarme de la “nacionalización de los depósitos bancarios”. La “nacionalización” fue la lógica del peronismo en el gobierno del 46 y del 73; una “política” que ya no volvió bajo otras gestiones del peronismo hasta el presente. La ley 21.526, de entidades financieras, es una legislación vigente en el presente, a 40 años de gobiernos constitucionales (1983-2023). Aludimos a uno de los instrumentos que el entonces Ministro de la Dictadura genocida, José Alfredo Martínez de Hoz, reivindicó al hacer el balance de gestión como el “más revolucionario” de su función entre 1976 y 1981. Al momento de la fundamentación, el gran empresario (titular de Acindar, gran terrateniente y representante de la cúpula empresarial) devenido en funcionario señalaba que era necesaria la concentración y liberalización de la banca. Lo “moderno” hacia 1976 era la “liberalización”, es decir, la apertura de la economía y el libre movimiento internacional de capitales. Corrían tiempos de transnacionalización y el país, o mejor, su burguesía hegemónica, no debía quedar afuera. Había que disciplinar al movimiento obrero y popular y por eso el “terrorismo de estado”. Bajo esas condiciones, nueva economía y finanzas. Se hicieron realidad los objetivos de la dominación Martínez de Hoz y su equipo, junto a los funcionarios del BCRA razonaban que existía una fuerte “sobredimensión de la estructura del sistema financiero”, que reconocía entonces casi 800 entidades, entre ellas, las Cajas de Crédito cooperativas, que ya habían recibido un fuerte golpe en la dictadura de Onganía en 1966. En aquel tiempo redondeaban un 10% del sistema financiero y habían bajado a un poco más del 2% al momento del golpe del 76, pero la sola presencia contradecía los objetivos de la dictadura. El objetivo inicial era eliminarlas de la estructura financiera. Eran entidades asociadas a las economías pequeñas y medianas del conjunto del país. Decía el ex ministro de la dictadura que, con la aplicación de la nueva legislación, con solo 80 entidades financieras se podía atender la estructura económico social local. Se proponía como objetivo articular un sistema financiero moderno acorde a la lógica inaugurada en pos de la liberalización económica. Se apuntaba al libre movimiento de capitales y a la banca como instrumento de la liberalización. A medio siglo de formulado el propósito, el BCRA informa la existencia de 78 entidades a octubre del 2022. De ellos, 63 son bancos y 15 son compañías financieras. Entre los primeros, se reconocen 13 bancos públicos y 50 privados. De estos 50, 35 son bancos locales de capital nacional; 9 son bancos locales de capital extranjero y 6 son sucursales de entidades financieras del exterior. La información surge del sitio en internet del BCRA, en: https://www.bcra.gob.ar/SistemasFinancierosYdePagos/Entidades_financieras_informacion_estructura.asp?bco=AAA00&tipo=1&Tit=1 El banco con mayores activos a octubre 2022 sigue siendo el Banco de la Nación (5.742 millones de pesos), seguido del Banco de la Provincia de Buenos Aires (2.439 millones), dos importantes entidades que eludieron la lógica privatizadora de los 90 del siglo pasado, aun cuando su política resultara funcional, como el conjunto del sistema financiero a la lógica de la política hegemónica de las finanzas y la producción en estos casi 50 años. A los dos grandes bancos estatales les siguen en el orden 4 bancos privados: Galicia, Santander, Macro, BBVA, sumando activos por 8.262 millones, un poco más que la suma del BNA y el Provincia de Bs. As. El séptimo lugar es para el único banco cooperativo, el Credicoop con activos por 1.666 millones. Como señalamos, el proyecto legislativo excluía la forma cooperativa. Solo como resultado de la lucha del movimiento cooperativo es que fue posible mantener la forma cooperativa en la nueva legislación de la dictadura. En efecto, una gigantesca lucha del movimiento cooperativo en tiempos de auge represivo, liderada por el Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos, permitió la forma organizativa cooperativa en la reforma legal, para lo cual se impuso un plazo de un año para transformar centenares de cooperativas en bancos cooperativos. De aquellos bancos cooperativos solo resta el Credicoop. Una legislación para la concentración y extranjerización La consecuencia de la reforma de 1977 apuntó a la concentración y liberalización financiera, coherente con la lógica de política económica y financiera anunciada en abril de 1976, asociada al creciente endeudamiento público. Aquellos años constituyeron la base estructural de cambios profundos en las relaciones económico sociales que explican las tendencias regresivas en la reestructuración de las relaciones laborales, el cambio de funciones del Estado y el aliento a la liberalización de las relaciones comerciales y financieras internacionales. La reforma financiera y el endeudamiento externo marcharon de la mano en la política de la dictadura. Ambos aspectos son elementos esenciales de transformaciones que condicionaron las últimas cuatro décadas y el presente. Resulta necesario un amplio debate para revertir sustancialmente las regresivas consecuencias derivadas de aquellos propósitos dictatoriales y construir otros instrumentos legales y políticos en materia financiera y económico social. Un interrogante a realizar es la mora de la política entre 1983 y el presente para no desarmar el instrumental jurídico de las transformaciones. La respuesta solo puede asociarse a los límites de la “democracia realmente existente”, la que sustentó los reaccionarios cambios en la economía, la sociedad y el Estado, especialmente en los años noventa y el cuatrienio macrista. Agreguemos que, incluso con mayorías parlamentarias, no se avanzó en reformas a contramano de la liberalización. Desde entonces, fue mucha la resistencia popular, con estallidos que hicieron visibles la crisis del capitalismo local, en 1989 o en 2001, entre otros momentos relevantes. La respuesta al 89 fue reaccionaria y se explica con la hegemonía política de la década que siguió. Luego del 2001 se habilitaron expectativas y posibilidades que no se materializaron en revertir los aspectos esenciales de las mutaciones reaccionarias emergentes en la dinámica iniciada en 1975/76. El presente nos devuelve una coyuntura de crisis, en donde la desconformidad es parte de la realidad, que puede devenir en revuelta y demanda de cambios, los que solo podrán avanzar en satisfacer necesidades populares si se confronta con la lógica estructural reaccionaria legada por la dictadura genocida. Se trata de confrontar con la dominación y el capitalismo para encarar una transición con potencialidad de construir otra sociedad, sin explotación ni saqueo. Eliminar el legado dictatorial es una asignatura pendiente como base de procesos de transformación profunda y revolución. Buenos Aires, 13 de febrero de 2023

Las bombas que le estallan al pueblo

Se armó la discusión a propósito de la deuda pública. El macrismo comunica que el gobierno deja una bomba al próximo periodo, en el que imaginan serán gobierno. Desde el oficialismo les responden que la bomba la dejaron ellos con el muerto de la deuda con el FMI. La realidad es que las bombas del macrismo y del gobierno le estallan al pueblo empobrecido. Más allá de las bombas, la discusión suscitada entre oposición macrista y oficialismo requiere de algunas precisiones. Por un lado, la denuncia de la cúpula de Juntos por el Cambio (JxC) remite a la herencia que deja el Gobierno a fines de este año, por una deuda acrecida e impagable. La respuesta del Secretario de Política Económica, Gabriel Rubinstein, sustenta el privilegio al financiamiento en pesos de la actual gestión. Diferencia así, el endeudamiento en moneda externa de la gestión macrista, especialmente con el FMI, lo que arguye sí que fue un bombazo. Son discursos y polémicas en año electoral, con la oposición instalando un balance de gestión de empeoramiento de la situación respecto del periodo macrista (2015-2019), omitiendo la propia responsabilidad en la contratación de una deuda odiosa e impagable con acreedores privados (bono a 100 años, por ejemplo) y con el FMI, que debió ser denunciada el 10 de diciembre del 2019. La estrategia discursiva de Rubinstein se asienta en la “exitosa” renegociación de esa impagable deuda, que además de cancelarla, confirma la hipoteca por el endeudamiento hasta el 2034, lo que augura nuevas “renegociaciones” para potenciar la dependencia local con los acreedores externos y la dinámica del capital transnacional. Agrega el funcionario, que la nueva deuda se asume mayoritariamente en pesos, lo que sería más beneficioso que hacerlo en divisas, tal como ocurrió en tiempos del macrismo. En rigor, sea en moneda extranjera o local, en los dos casos se requiere del esfuerzo del trabajo social local para generar un excedente económico destinado a pagar ambas cuentas. Queda claro que la deuda en pesos remite a la capacidad del propio Estado Nación por la emisión de pesos, pero ello no debe hacernos olvidar que cualquier renegociación de esas deudas al vencimiento, suponen un enorme costo en intereses que limitan la expansión de otros gastos públicos, caso de los gastos sociales o la propia inversión pública. Resulta evidente que la deuda en divisas recrudece el problema del país por la restricción externa y la recurrente dependencia de los préstamos externos o la radicación de inversiones extranjeras, incluso para la especulación, tal como nos muestra la historia reciente. El PBI se cuenta en pesos Vale la pena explicar y que no se dice, es que el PBI, que es una cuenta nacional registrada por el Ministerio de Economía se contabiliza en pesos y se referencia en divisas al tipo de cambio oficial. Con ello, el porcentaje de la deuda pública con relación al PBI varía según sea el tipo de cambio con el que se valorice el PBI y la propia deuda en moneda local. Es probable que JxC devalúe la moneda en un eventual próximo gobierno, tal como hizo al comienzo de la gestión Macri a fines del 2015. En ese caso habrá una menor valorización en dólares del PBI y crecerá la relación entre la deuda dolarizada y el PBI. La relación deuda sobre PBI aumentará y nos explicarán que es la bomba de Alberto y Cristina. Se trata de cuestiones distintas. Una cosa es valorizar un bien a 180 pesos por dólar que a 360/370, según sea la cotización, el “oficial” o alguno de los “paralelos” o “financieros”. Tengo un auto que vale 2.000 dólares, sí, pero: ¿a qué tipo de cambio? No es lo mismo valorizar la producción local medida en pesos al tipo de cambio oficial actual, que a uno devaluado según la opción de política económica. Desde el arribo al Ministerio, Sergio Massa asegura que no devaluará la moneda, y en todo caso, lo que existe, diferente de la gestión Guzmán, son las devaluaciones regulares acompañando la inflación y tipos de cambio especiales, caso de la soja. Si se observan los datos oficiales relativos a la evolución del PBI a través del tiempo, que se mide en miles de millones de pesos a precios de 2004, según el INDEC, quien sustenta su información con datos de la Dirección Nacional de Cuentas Nacionales del Ministerio de Economía, verificamos que el nivel de PBI alcanzado es levemente superior en el tercer trimestre del 2022 sobre el mismo periodo del 2019. Es cierto que en el medio existió la pandemia y ahora la guerra en Europa, pero siempre existirán factores externos impensados que intervienen en la consideración de la realidad. Los datos ofrecidos pueden leerse y estudiarse cuidadosamente en el INDEC: https://www.indec.gob.ar/uploads/informesdeprensa/pib_12_2282F1943D37.pdf Este ciclo de evolución del PBI explicita una tendencia que destaca en el segundo trimestre del 2022 un pico de crecimiento del PBI similar al de fines del 2017. La serie de evolución del PBI según estos datos oficiales, destacan en el ciclo 2004-2022 una expansión desde el 2004 en adelante, frenado y a la baja entre la segunda parte del 2008 y la primera del 2010, tiempos de la crisis mundial del 2007/09. Desde esa disminución se retoma una tendencia al crecimiento del PBI, que con alzas y bajas se sostiene hasta mediados del 2019, con un pico a mediados del 2015. Así, la tendencia posterior al pico del 2019 es declinante, con piso en la recesión “pandémica” del 2020, con un repunte en el 2021 y luego, una tendencia desacelerada, aun en crecimiento para la primera mitad del 2022, seguido de una declinación hasta el último dato oficial del tercer trimestre del 2022. La economía del capitalismo local está estancada Puede parecer muy técnico, pero lo que pretendemos señalar es que el PBI a valores constantes presenta una situación de “relativo estancamiento” en una década. La evolución del PBI es en torno a los 700 mil millones y los 800.000 millones de pesos (en rigor, nunca se llega a esa cifra) entre comienzos del 2011 y mediados del 2019. Es importante la caída en 2020 y solo retoma los valores anteriores entre 700/800 mil millones a fines del 2021. La Argentina sufre un estancamiento estructural de su economía. Son datos oficiales que remiten a la evolución del PBI desde el 2004 y sabemos la profunda recesión habida previamente, entre 1998 y 2002, los tiempos de la crisis de la convertibilidad. La convertibilidad (1991-2001) fue una estrategia sostenida con enajenación del capital público y fuerte endeudamiento. Una deuda impagable hacia el 2001 y que se renegoció en 2005 y 2010 y que del máximo relativo (recordemos que el PBI se mide en pesos y la deuda era mayoritariamente en divisas) del 118% en 2004 se redujo al 38,9% en 2011, para luego crecer año tras año a un nuevo máximo del 103,8% en 2020, y descender al 79,8% del tercer trimestre del 2022. Buena parte del periodo, el tipo de cambio se corrigió por debajo de la evolución de los precios. Los datos comentados son extraídos del sitio del Ministerio de Economía y remiten a la Deuda Bruta de la Administración Central en % del PBI, en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/presentacion_gra769fica_3t222_-ppt.pdf En síntesis, el debate entre oposición y oficialismo escamotea la cuestión de fondo que remite al tipo de orden económico local, a la encerrona del capitalismo local, a un estancamiento que puede explicar el porqué de la inflación. Es que, ante la escasa expansión productiva, la disputa por el excedente económico favorece la lógica del capital concentrado que apropia mayor ganancia en contra de los ingresos fijos por el trabajo, las jubilaciones y los beneficios sociales. La deuda, dolarizada o en pesos, constituye una hipoteca que debe ser discutida y auditada para definir su legalidad, legitimidad y en definitiva decidir si la deuda a cumplir es con la sociedad por otro orden de prioridades en la economía local o por la reproducción de los límites y condicionantes del endeudamiento. Claro, todo ello supone la anulación del acuerdo con el FMI y la inmediata suspensión de los pagos a los acreedores de la deuda. Buenos Aires, 8 de febrero del 2023