Atrapados sin salida en la lógica capitalista


El FMI acaba de difundir su Informe sobre la Economía Mundial[1] a julio del 2019 y da cuenta del “lento crecimiento mundial”.
Resulta interesante considerar los datos, las explicaciones y sugerencias del organismo internacional, para de ese modo poder discutir la lógica de pensamiento de uno de los principales promotores de la ideología dominante en el mundo contemporáneo.
Crecimiento
Lo que hace el FMI es calcular a la baja las perspectivas de la evolución económica mundial. Señala el organismo que el crecimiento fue del 3,8% en 2017; bajó a 3,6% en 2018 y está prevista una reducción al 3,2% para el presente año de 2019; con una tendencia del 3,5% para el 2020.
Es bueno acá discutir el propio concepto de crecimiento, algo que no hace el FMI, ya que sugiere tener en cuenta el “cambio climático y la desigualdad persistente como riesgo a mediano plazo”, como si ambos aspectos no fueran consecuencia directa de la lógica del capital. Por un lado, en la exacerbada explotación de la tierra y los bienes comunes y por otro, en la permanente demanda por mejorar las ganancias de los inversores contra los salarios y otros ingresos populares.
La lógica productiva del capitalismo define la distribución, el intercambio y el consumo para extender la miseria y la marginación en la mayor parte de la sociedad contemporánea y la satisfacción de una minoría social, imposible de socializar ante lo limitado de la Naturaleza.
No hay posibilidad de crecer para abastecer a la población mundial al mismo ritmo de la demanda de los pocos enriquecidos del sistema mundial.
El calentamiento del planeta y la desigualdad no son fenómenos aleatorios, sino consecuencia directa del orden capitalista. Claro que no se le puede pedir al FMI que transite ideológicamente por estos caminos, siendo un instrumento directo del poder político de los principales países del capitalismo desarrollado.
Se trata del fetiche del crecimiento, a cualquier costo, donde lo importante es crecer de cualquier manera, un tema que se reproduce en el sentido común de la sociedad.
No se discute el tipo de crecimiento y, por ende, crecimiento de qué tipo de producción, para favorecer que distribución y que circulación.
El modelo productivo y de desarrollo del capitalismo se orienta a la extensión de la explotación de la fuerza laboral y a la depredación de la Naturaleza, por lo que se requiere la discusión sobre la lógica misma del orden capitalista.
Comercio mundial
Respecto a los datos del comercio mundial, los registros son del 5,4% para 2017 y bajas consecuentes en 2018, del 3,7% y del 2,4% para 2019; con perspectiva de retomar el 3,7% para el 2020.
Si bien reconoce que son las tensiones comerciales y tecnológicas las que promueven este retroceso, convoca a “cooperar entre las naciones” para resolver el problema.
¿Puede escuchar el gobierno estadounidense esas demandas del FMI ante la escalada de la guerra comercial con China y otros ámbitos?
¿Qué disposición existe en el gobierno de Donald Trump para considerar estos llamados con relación a la recreación de los acuerdos comerciales con Canadá y México?
¿Algo podrá inducir en el debate del nuevo gobernante británico y su gabinete respecto de la ruptura de Gran Bretaña con la Unión Europea?
¿Son las nuevas amenazas y sanciones promovidas por EEUU y sus gobiernos amigos hacia Cuba y Venezuela la cooperación requerida para aminorar tensiones?
¿Acaso las nuevas rondas favorables al libre comercio que empujan los gobiernos de la derecha regional favorecen el interés por resolver los problemas socio ambientales en nuestro tiempo?
Los interrogantes se responden a contramano de la verborragia del FMI, haciendo evidente la falsedad argumental del diagnóstico y las propuestas y perspectivas señaladas.
EEUU acrecienta las sanciones contra Cuba en el mismo día de la celebración del 66 aniversario del asalto al Cuartel Moncada. Al mismo tiempo extiende por tres meses el permiso a Chevron y a otras 4 petroleras para producir en Venezuela, al vencimiento de un permiso de 6 meses luego de las sanciones de enero del 2019. Trump amenaza a Francia con subir aranceles a los vinos en réplica a las imposiciones a las empresas de tecnología estadounidense. Además, EEUU es quien tiene el poder de veto en el FMI y a cargo del organismo hoy está el representante de Washington, David Lipton.
Nada de lo que dice el FMI resulta imparcial, es interesado y está asociado a la lógica del poder económico y político mundial.
Europa, EEUU, América Latina y el Caribe
El horizonte a futuro es preocupante para la Zona del Euro, para EEUU y para América latina y el Caribe.  
Para Europa augura desde el 2,4% de 2017 y su baja al 1,9 en 2018, una reducción del 1,3% en 2019 y un 1,6& para el 2020, consolidando la escasa aportación del viejo continente a la recuperación de la economía mundial. 
La situación de EEUU llama la atención por su expansión en los últimos años y su papel de liderazgo, con 2,2% para el 2017, 2,9% para el 2018 y una baja al 2,6% para 2019 y un 1,9% para 2020. Son datos preocupantes porque exacerbará la agresividad de la política exterior estadounidense en las guerras económicas, comerciales, tecnológicas, monetarias en que está involucrado.
Para la región latinoamericana y caribeña se viene de un pobre 1,2% en 2017, un 1% en 2018 y una baja pronosticada par 2019 del 0,8%, con repunte del 2,3% para el 2020. Nuevamente insistiremos en la cuestión conceptual de qué tipo de producción, distribución y circulación para el crecimiento en la región.
El interrogante pasa por apuntar a resolver las necesidades sociales y de la naturaleza o reiterar la senda de la lógica de la ganancia, la acumulación de capitales y la reproducción de los mecanismos de dominación capitalista.
Se trata de un debate a contramano de una realidad regional de extensión de un modelo productivo de inserción subordinada en el sistema mundial como proveedores de materia prima y bajo la dominación de las transnacionales del agro-negocio, la agro-energía; con tendencia creciente en la primarización de las exportaciones, la profundización de la dependencia tecnológica del mecanismo de ensamble industrial dependiente y una constante lógica especulativa asociada a crecientes endeudamientos públicos y privados.
Debates electorales
La región nuestramericana necesita discutir esta evolución y perspectiva para retomar un profundo debate sobre la realidad y la posible transformación con eje en la satisfacción de las necesidades sociales en un marco de cuidado y reproducción de la Naturaleza, reivindicando el carácter constitucional sustentado en algunos de nuestros países relativo al derecho de la Naturaleza.
En las próximas elecciones de renovación presidencial, de Argentina, Bolivia o Uruguay se discuten más o menos abiertamente estas cuestiones.
¿Qué rumbo asumirán los nuevos gobiernos que surjan en estos tres países y cómo ello intervendrá en el debate regional sobre el rumbo de la integración y las relaciones económicas y sociales en cada territorio?
La preocupación por Bolivia es importante, no solo por sus reservas de gas o litio, sino por la impronta de un discurso crítico a la hegemonía del poder local, regional y mundial.
En el caso uruguayo se habilita una discusión sobre las negociaciones colectivas y los derechos laborales ampliados en los gobiernos del Frente Amplio.
Para la Argentina se concentra la atención en el vínculo con el FMI, expuesto con el mayor préstamo de la historia y que afecta al 65% de la capacidad prestable del organismo. El economista Carlos Calvo, escuchado habitualmente por el poder acaba de declarar que convendría el triunfo de la oposición peronista para asegurar el ajuste con consenso, algo que no podría ejecutar un nuevo gobierno de Mauricio Macri, ante la resistencia popular que ello generaría.
Las recetas del FMI apuntan al crecimiento en la lógica del capital y eso contacta con el sentido común que instala el poder en el ámbito global, por lo que nuestra reflexión apunta a procesos de ruptura en el plano de las ideas y propuestas a sustentar para resolver la agenda de la mayoría de la sociedad.
Son cuestiones que adquieren relevancia en momentos de debates de ideas, y en los procesos electorales ello se puede procesar, si es que existe voluntad política de hacerlo.
No son los diagnósticos ni las propuestas del FMI y las del poder mundial las que pueden resolver las ampliadas e insatisfechas necesidades populares, que requieren de nuevas formas de producción, distribución, intercambio y consumo para en armonía atender la demanda social al tiempo que se sostiene la capacidad de reproducir la vida natural.
Buenos Aires, 27 de julio de 2019


[1] FMI. INFORMES DE PERSPECTIVAS DE LA ECONOMÍA MUNDIAL JULIO DE 2019. En: https://www.imf.org/es/Publications/WEO/Issues/2019/07/18/WEOupdateJuly2019

Nueva hegemonía política en el Mercosur


El lenguaje de las declaraciones al finalizar la cumbre del Mercosur en la ciudad de Santa Fe en la Argentina mantiene el carácter diplomático, a veces anodino, pero queda muy claro el cambio de la hegemonía política de hace pocos años.
Se trata de un regreso al origen por constituir la institucionalidad de la liberalización económica en la región sudamericana. Recordemos que el Mercosur surge en 1991, momento de auge de la liberalización y el neo liberalismo, consecuencia directa de la ruptura de la bipolaridad entre capitalismo y socialismo derivado de la caída del Muro de Berlín y la desarticulación de la URSS. Es un proceso desplegado entre 1989 y 1991, con antecedentes diversos en los 80, sea un nuevo papado en la Iglesia católica, la crisis polaca y la impronta global de las presidencias de Thatcher y Reagan en Gran Bretaña y EEUU. Es una historia larga, de remotos antecedentes por enterrar cualquier posibilidad de construcción social no capitalista.
La ofensiva liberalizadora de los 80 se consolidó en la región latinoamericana y caribeña en los 90, Consenso de Washington mediante. La ofensiva liberalizadora del capital imponía la agenda de reorganización del sistema mundial y de las relaciones capitalistas, afectando derechos laborales, súper explotando a la Naturaleza y modificando la función del Estado. Claro que al mismo tiempo los pueblos presentaron resistencia, especialmente en los territorios de Nuestramérica y se habilitó una experiencia de cambio político que generó expectativas en el ámbito mundial.
Experiencias de cambio político
El laboratorio de los nuevos gobiernos surgidos de la dinámica de la resistencia popular a la globalización neoliberal y capitalista, retardó el proceso imaginado de una integración subordinada en la lógica imperialista del ALCA o de las negociaciones lideradas desde Europa por los países de la península Ibérica.
La novedad “nuestramericana” debía ser abortada y se aplicaron todas las estrategias posibles para revertir un fenómeno que aludía y ejercitaba nuevos mecanismos de una integración no subordinada, incluso con ideas en la articulación productiva del petróleo y la soberanía energética; la alimentación y la soberanía alimentaria; e incluso con propuestas sobre una “nueva arquitectura financiera” sustentando la soberanía financiera.
Con la foto de la cumbre presidencial de estos días en Argentina, se consolida una nueva hegemonía de orientación de derecha en el Mercosur, con el alineamiento y sintonía muy especial de los presidentes de Brasil y de Argentina, los dos mayores entre los socios de la articulación regional, los que se suman a la tradición derechista en Chile y Paraguay, condicionando fuertemente al Uruguay. Solo Bolivia sustenta hoy los valores que hasta hace pocos años hegemonizaban el proyecto de integración en la región, donde Hugo Chávez y Venezuela aportaban la dinámica de creatividad y renovación de los principales instrumentos de una integración no subordinada. Venezuela está afuera del Mercosur por la decisión de la hegemonía en el bloque, crecientemente subordinado a la política exterior de EEUU.
La disputa es por la institucionalización de instrumentos que faciliten la libre circulación de capitales, mercancías y servicios en el Mercosur. En esa disputa se juegan los acuerdos recientes con la Unión Europea, probables con EEUU y con variados países. Son acuerdos políticos entre Estados capitalistas para favorecer negocios de las transnacionales con origen en esos territorios o países.
Inserción mundial de la región
Es por eso que gana espacio la extensión de la mercantilización en tiempo de dominación transnacional de la economía mundial, y que define el lugar de la región en el sistema mundial.
De hecho, se configura una especialización productiva que privilegia un modelo primario exportador sustentado en la histórica dotación de recursos naturales, sea la tierra, el agua, los minerales, el petróleo, el gas, el cobre, la biodiversidad, etc.
La poca industrialización construida en tiempos de sustitución de importaciones deriva en una lógica de ensamble subordinada a la dominación tecnológica y financiera de las grandes corporaciones transnacionales.
Todo acompañado de una dinámica de especulación financiera, que al tiempo que alimenta el endeudamiento público y privado, compromete las finanzas en la región.
En rigor, se es parte de un proceso que apunta a alimentar un ciclo mundial donde la valorización del capital potencia la integración de los ámbitos productivos y de circulación con gran peso de la banca, los mercados de capitales y una política monetarista en los organismos internacionales y los principales países del capitalismo.
Aclaremos que los gobiernos del cambio político no modificaron esencialmente ese perfil productivo y el modelo de desarrollo consecuente, asociado al consumismo, aun cuando aparecieron novedosas propuestas de articulación productiva y financiera como comentamos.
Los gobiernos de la derecha en la región, pretenden en la coyuntura retomar el rumbo de los noventa, de inserción subordinada, y consolidar unas relaciones socio económicas convergentes con la demanda política de la hegemonía mundial capitalista. Por eso gana el discurso de apertura al mundo, lo que supone subordinación a la lógica de la dominación, sustentada en la concentración y centralización del capital.
Recreación de la hegemonía neo liberal
En ese camino se debe retomar el desarme de la lógica reformista construida por medio siglo entre 1930 y 1980.
Aun con matices en distintos países del mundo, las políticas de Estado benefactor o keynesianas son las que otorgaron dinámica en lo esencial a las políticas públicas en todo el mundo, con un resultado favorable a la ganancia, sí, pero también para el salario, el empleo y la seguridad social, con derechos sociales, individuales y laborales extendidos. Se pretendía alejar la demanda socialista entre los trabajadores y las trabajadoras
La política neo liberal se propuso desmantelar esas conquistas sociales, matizadas según la realidad de la lucha de clases en cada territorio.
Ese propósito fue interrumpido en el cambio de siglo en Nuestramérica, que, con la subsistencia del proyecto cubano, se reanimó la posibilidad de imaginar un destino socialista, del Siglo XXI para nuestros países. Eso era y es lo que había que frenar.
Solo así se puede explicar lo que viene aconteciendo, más allá de opiniones que puedan verterse sobre las diferentes realidades y experiencias. No es lo mismo el imaginario por el socialismo construido en algunos de los procesos, que las propuestas por un capitalismo “serio” o “normal” formulados por algunos gobiernos. Aun así, lo común era la crítica al discurso hegemónico de corte neo liberal, más allá de la no realización de mutaciones estructurales que afirmaran un rumbo anticapitalista o incluso reformista en el marco de las relaciones capitalistas.
Se trata ahora de recuperar el tiempo perdido y por eso se avanza con definiciones políticas por la apertura y la liberalización, las que inducen cambios estructurales de fondo, caso de las reformas laborales, previsionales y tributarias, con distinto nivel de avance según las realidades de cada país.
Desde el Mercosur se consolida un discurso por la liberalización, habilitando condiciones para la disputa hegemónica de los capitales más concentrados del sistema mundial, apoyados por las burocracias de los principales Estados del capitalismo y de su propio peso en los organismos internacionales. El interrogante pasa por las acciones de confrontación derivadas de la iniciativa popular, permeada por la lógica comunicacional contemporánea, también definida por la acumulación de poder económico y cultural del orden capitalista.
Buenos Aires, 19 de julio de 2019

Reformas estructurales regresivas en Brasil y Argentina


El Senado brasileño aprobó una reaccionaria reforma previsional, con una mayoría de votos que supera largamente el mínimo necesario y evidencia que la lógica pro mercado trasciende al partido en el gobierno. Ahora pasa la ley para el debate en la cámara de Diputados del Brasil, quienes podrán hacer reformas que considerarán luego los senadores antes de transformarla en ley. La situación generó triunfalismo entre los grandes capitales del Brasil y su gobierno, algo que también se celebra entre los empresarios más poderosos con intereses en la región, y obviamente por los gobiernos de la derecha, especialmente el argentino, quien incluyó en el acuerdo con el FMI la realización de esas reformas estructurales, especialmente la previsional y la laboral.
No debe sorprender entonces declaraciones de empresarios argentinos demandando urgentes y profundas reformas laborales. Uno de los principales dirigentes de la Cámara de la Construcción de la Argentina, Julio Crivelli, el Vicepresidente de la organización empresarial sostuvo que "Necesitamos poder despedir sin causa a empleados en todas las industrias y comercios", responsabilizando a trabajadoras y trabajadores por sus derechos socio laborales adquiridos de los problemas de productividad de la economía local. El planteo pasa por eliminar las “indemnizaciones”, causa principal, según la lógica discursiva burguesa, de la caída del empleo y el nivel de actividad económica.
La argumentación empresarial apunta a la inviabilidad de la competencia de las empresas locales con las extrajeras según se desprende de los acuerdos de libre comercio ente la Unión Europea y el Mercosur. La demanda pasa por la disminución del costo laboral en el conjunto del costo empresario. No demandan por el elevadísimo costo financiero, mecanismo de apropiación de plusvalor del sector financiero; ni del costo tributario vinculado a las necesidades de financiamientos del Estado; ni de las elevadas tarifas de los servicios públicos privatizados. Como no pueden contra la banca ni contra el Estado, ni con las privatizadas de servicios públicos, apuntan contra los trabajadores y las trabajadoras.
Está claro que la demanda por la ganancia se resuelve en contra del precio de la fuerza de trabajo, o sea, el salario y los beneficios sociales. Otro empresario, del sector cafetero señaló: "Queremos que haya mayor flexibilización. Que sea más fácil despedir y contratar gente". La opinión del titular de Café Cabrales es coincidente con el empresario de la construcción y desnuda la demanda de los empresarios contra trabajadoras y trabajadores.
Coincidentemente con la demanda empresarial, el Estado actúa desde el gobierno, en sintonía con las expresiones del capital y por eso proliferan las opiniones contra los sindicatos y sus representantes. Es cierto que existen sindicalistas que buscan puentes de diálogo con empresarios y gobernantes, en una lógica de negociación (más producto de otra época del desarrollo capitalista: el del reformismo keynesiano) y en contra de los trabajadores y las trabajadoras, por lo que resalta la necesidad de consolidar un nuevo modelo de organización sindical, que sea autónomo e independiente de patrones y gobiernos, tanto como de los partidos políticos que disputan el poder.
Es el mensaje que inspiró en origen a la CTA, la Central de Trabajadores y Trabajadoras de la Argentina allá en su nacimiento en los 90 y que algunos sustentan en la actualidad, del mismo modo que inspira a las corrientes clasistas en el PIT-CNT y otras centrales sindicales en Nuestramérica, las que articulan en el Encuentro Sindical Nuestra América, ESNA.
Lógicas civilizatorias en disputa
Los empresarios mencionados, como otros hegemónicos en la región, parten de una lectura de la lucha de clases mundial que ellos consideran cambiaron desde fines de los 80 y comienzos de los 90, con la ruptura de la bipolaridad y el triunfo del capitalismo, como parte de una fortísima ofensiva del capital contra el trabajo, la naturaleza y la sociedad.
Sustentan una concepción ideológica contra toda reforma del capitalismo, y claro, cualquier idea o pensamiento que sustente un proyecto en contra del orden del capital. Por eso, son profundamente contrarios a una lógica socialista, socialdemócrata o socialcristiana, inclusive populista de izquierda. Consideran al keynesianismo o al reformismo económico, generalizado en el sistema mundial entre 1930/45 y 1980, como una respuesta adecuada a tiempos de crisis capitalista y ofensiva de las estrategias revolucionarias, especialmente desde la irrupción de la revolución socialista en Rusia y la instalación de la bipolaridad del sistema mundial en 1945.
Para los tiempos actuales se lo considera una inadecuada propuesta y antigua propuesta, pese a ser sustentada desde algunos ámbitos intelectuales y religiosos, tal como surge del último encuentro entre el Papa Francisco y Joseph Stiglitz, premio de Economía del Banco de Suecia en 2001.[1] Destacamos la referencia por la importancia de los personajes, pero el pensamiento neo-keynesiano o pos-keynesiano inspira variadas propuestas políticas críticas de la corriente principal hegemónica inscripta en el neoliberalismo explícito.
La realidad del mundo capitalista desde 1989/91, vista desde la hegemonía económica, política e ideológica demanda la revocación de todos los derechos entregados a la reivindicación por la valorización de la fuerza de trabajo en contra de la ganancia y el interés del capital. Es una prédica contra el llamado Estado benefactor y toda forma de amenguar los efectos del funcionamiento del orden capitalista, que algunos imaginan posible y por ello lo incluyen como propuestas actuales.
Por eso insistimos en nuestros escritos en la ofensiva del capital contra el trabajo desde la crisis capitalista de mediados de los setenta y especialmente en despliegue acelerado desde los 90 del siglo pasado, un tiempo de consolidación de la lógica neoliberal.
Con la bipolaridad del sistema mundial, entre 1945 y 1989/91, el orden mundial cambió y no solo funcionó la lógica de civilización construida desde el imaginario burgués por la expansión del régimen del capital, en su momento de carácter reformista bajo políticas de corte keynesiano y diferentes modalidades o versiones del Estado benefactor. El socialismo fue entonces también una posibilidad, que hoy reconocemos fallida en sus manifestaciones más evidentes, pero que actuó en la configuración de los imaginarios sociales posibles de la organización socio económica.
La caída de la experiencia a nombre del socialismo en el este europeo generó las condiciones de posibilidad para la reinstalación de una lógica “única” por la restauración del sentido común capitalista. Esto es lo que está hoy en debate y anima el revanchismo empresarial contra los derechos laborales, sociales y sindicales de trabajadoras, trabajadores y sus familias, por lo que el gran interrogante pasa por como restituir un imaginario social más allá y en contra del orden capitalista.
Es que la extensión de experiencias revolucionarias desde Rusia, en China, Cuba o Vietnam, junto a diversas luchas anticoloniales, hacia visualizar hacia mediados de los años 70 las posibilidades de organizar un nuevo orden económico mundial. El tema se suscitó en la ONU hacia 1973/4 y se consagró como la demanda por un “Nuevo Orden Económico Internacional” (NOEI), lo que motivó una violenta respuesta, geográficamente localizada desde Sudamérica con las dictaduras genocidas, para dar nacimiento al orden neoliberal, que aun cuando no sea ni nuevo, ni liberal, explica la lógica y el sentido común de nuestro tiempo.
Por eso, el gran desafío del extendido movimiento popular que hoy confronta contra la hegemonía capitalista pasa por construir estrategias que restituyan un horizonte civilizatorio más allá y en contra del régimen del capital. Desde nuestra lógica de pensamiento aspiramos a introducir estos debates en tiempos electorales en Sudamérica, próximos en Argentina, Bolivia y Uruguay, donde la agenda del poder privilegia un debate favorable a las reformas estructurales funcionales a la lógica ideológica del capital.
Buenos Aires, 15 de julio de 2019


[1] Francisco y Stiglitz coinciden en impulsar una "economía social de mercado". TELAM, 13/05/2019; en: https://www.telam.com.ar/notas/201905/357468-francisco-y-stiglitz-coinciden-en-la-necesidad-de-impulsar-una-economia-social-de-mercado.html

Recrudece la propaganda neoliberal en el Mercosur


Los gobiernos de derecha de Brasil y Argentina apuraron la firma del acuerdo entre el Mercosur y la Unión Europea en el marco de la reunión del G20 realizada hace una semana en Japón. Los países miembros del Mercosur apoyaron sin observaciones el protocolo que deberán suscribir los parlamentos nacionales de los países que suscriben el tratado comercial y de inversiones.
Ahora, ambos mandatarios, Bolsonaro y Macri, aceleran negociaciones para un tratado comercial con EEUU, para compensar la iniciativa política desplegada con los gobiernos europeos, y ratificar la cercanía ideológica y política con Donald Trump. La agenda del ALCA, desechada en 2005 como un todo, está de vuelta en la región.
En ambos casos, con Europa y con EEUU, se sostiene propagandísticamente los beneficios del libre comercio, incluso, señalan que favorecerá a los sectores pequeños y medianos de la economía, como si hubiese paridad entre estos y los monopolios más concentrados.
La realidad es que en materia de producción se confirma el destino de especialización primario exportador del orden económico para nuestros países, bajo la dominación del capital trasnacional, mayoritariamente extranjero. Una lógica especulativa acompaña ese perfil productivo y se asocia a la hipoteca de crecientes deudas internas y externas, agravado para el caso argentino con la hipoteca suscripta con el FMI.
Se trata de la profundización de la dominación de las transnacionales de la alimentación y la biotecnología, a lo que se suma el complejo petrolero para la explotación de la energía no convencional, sin descuidar, obvio, la energía convencional. No en vano, algunos empresarios del poder económico sostienen la necesaria desaparición de aquellos sectores económicos sin capacidad de competir. El mecanismo de mediación para este resultado regresivo socialmente resulta ser el Estado, hipotecado y condicionado por la creciente e impagable deuda pública, interna y externa.
Esa lógica que inspira la política oficial en Brasil y Argentina converge con el rumbo del Paraguay, y salvo por la programática y el discurso del Frente Amplio en Uruguay, tampoco desagrada entre los principales ejecutores de la política oriental, tal como lo sostiene recientemente una declaración pública de la Central sindical, el PIT-CNT.
Así, el Mercosur, sin la participación ya de Venezuela, excluido por el cambio de la agenda y las presiones de la política exterior estadounidense, avanza en la recuperación de sus formulaciones originarias a comienzos de los noventa, tiempo de fuerte ofensiva liberalizadora en el ámbito regional y mundial.
Vale interrogarse sobre la respuesta de la sociedad ante el retorno explícito de un discurso que enarbola las ventajas del libre comercio, la libre competencia y el libre cambio. Es más, el interrogante es sobre cómo instalar vías de discusión con la sociedad para imaginar otras posibilidades para la construcción de la cotidianeidad y la satisfacción de las necesidades de la población.
¿Libre competencia?
Recordemos que esas banderas “liberalizadoras” de los noventa del siglo pasado fueron el grito originario de la emergente burguesía europea y sus intelectuales forjadores de la nueva ciencia, la Economía Política, entre los Siglos XVI y XVIII. Fueron concepciones que subsistieron en el sentido común de los que dominaron históricamente en el capitalismo hasta la crisis mundial de 1930, aun cuando la presencia de los monopolios negaba cualquier posibilidad de competencia.
El discurso económico era y es fuertemente ideológico y propagandístico, por lo que también hace rato existe la crítica de la economía política, que no solo confronta con la realidad y su impacto regresivo sobre la mayoría de la sociedad, sino que refuta los preceptos teóricos falaces de la apología liberal ejercida por la academia y la corriente principal explicativa del orden económico contemporáneo.
Pero no alcanza con la crítica, por muy certera que sea si no es patrimonio de una conciencia social masiva, más aún en tiempos de predominio del accionar mediático vía internet y las redes sociales.
La apología del orden vigente define al discurso hegemónico y la única forma de confrontarlo es con la acción masiva de la sociedad en lucha por otro orden. Es el aprendizaje que nos deja el 2005, coronando el rechazo al ALCA, vía la confluencia de los gobiernos y especialmente de las luchas populares previas, en una larga campaña motorizada por variadas organizaciones y redes sociales y políticas.
En rigor, esas campañas articuladas, portadoras de diversas reivindicaciones son las que generaron la condición de posibilidad de los cambios de gobierno en la década pasada, favoreciendo el accionar estatal en sintonía con la dinámica reivindicativa del movimiento popular que demandaba otro mundo posible, consigna generalizada en el cambio del siglo.
Fue la dinámica de la sociedad la que demandó históricamente la libertad de circulación mercantil, contra el Estado pre-capitalista europeo, surgiendo de esa realidad la teorización sobre el funcionamiento del sistema económico, reproduciendo una forma de producción que favoreció la apropiación privada del excedente económico.
Ese mecanismo se internacionalizó por vía del colonialismo, de lo que Nuestramérica puede dar cuenta con la conquista y el carácter dual de su significado, sea para las naciones vencedoras y las derrotadas. Estas pagaron con millones de muertos la explotación humana y la apropiación y depredación de sus territorios.
Queremos señalar que la lucha por la libertad de comercio se transformó en política del Estado capitalista para estimular la expansión global del régimen del capital y solo ha sido frenado en ocasiones de lucha social y política intentando otro rumbo del orden económico, aun cuando no fue logrado.
Remito a las experiencias del socialismo, que más allá de los balances necesarios a realizar, aun constituyen un horizonte potencial para confrontar la situación barbárica del presente: especulación financiera, depredación de la naturaleza y acrecentamiento de los problemas sociales por insuficiencias en el acceso a derechos en condiciones de resolverse con la capacidad intelectual, productiva, científico y técnica de la sociedad contemporánea, incluso defendiendo los derechos de la naturaleza.
El keynesianismo y el Estado del Bienestar solo fue posible por la existencia de la experiencia socialista, aun con el resultado conocido de su derrumbe en el Este de Europa hace tres décadas.
La caída del socialismo europeo desacreditó la posibilidad de ir más allá del capitalismo, por lo que sorprendió y entusiasmó el debate reciente en la experiencia latinoamericana y caribeña por la recreación del horizonte no capitalista, algo que está todavía en proceso y en disputa con la lógica discursiva del libre comercio.
Pretendemos enfatizar que no existe la libre competencia, que solo es un discurso del poder que manipula la conciencia social. Al mismo tiempo llamamos la atención sobre la potencialidad de un discurso falaz para generar consensos ideológicos que soportan el injusto orden de cosas actuales. Discursos falaces posibilitaron experiencias olvidables de la historia humana. No es solo cuestión de racionalidad lo que se necesita para explicar ciertos momentos de la historia social y este es uno de esos momentos, donde discursos falaces generan consensos políticos para afectar la vida.
Construir nuevos imaginarios populares
Es cierto que falta un imaginario alternativo, dificultado por los límites de la experiencia humana por organizar económicamente la sociedad sin la perspectiva del lucro individual y la apropiación privada del producto social del trabajo. Contribuir a ese propósito es una dura tarea, siendo consciente que lo definitorio es el accionar popular.
Se puede explicar hasta el cansancio los efectos negativos de la apertura indiscriminada sobre la mayoría de la sociedad, con cierres de empresas, suspensiones y cesantías, del mismo modo que lo es el cierre de las fronteras para favorecer a ciertas franjas del capital.
Es un debate falso el de apertura o cierre de la economía. Lo que se requiere es una apertura para otro orden económico, social y político, privilegiando la satisfacción de necesidades ampliadas de la sociedad por encima de la lógica de la ganancia.
Con los acuerdos con Europa y con EEUU se privilegia un mecanismo de inserción subordinada de los países del Mercosur, que demandará reaccionarias reformas laborales y previsionales, con la consiguiente pérdida de derechas sociales. 
Son debates que trascienden los procesos electorales en curso en la región, casos de Argentina, Bolivia y Uruguay y que definen el futuro cercano en nuestros territorios.
Buenos Aires, 5 de julio de 2019