Después de la Cumbre del G-20 celebrada la semana pasada en Toronto, Canadá, Julio Gambina fue invitado a participar en el programa Visión 7 Internacional para debatir y analizar la crisis financiera europea y el rol lationamericano en la economía mundial.
Los invitamos a compartir el video de esta entrevista.
Aspectos relativos a la baja en la cotización del euro
La baja de la cotización del euro es resultado de la crisis mundial que se expresa actualmente en la zona europea, y se asocia con cambios en las posiciones de los tenedores, especuladores o inversores en monedas (divisas), que saltan del euro al dólar o al yen.
De hecho, implica una devaluación de la moneda europea. La aspiración o imaginación de algunos analistas es que pase el ajuste europeo, y eso signifique la vuelta a la confianza en el euro y su cotización en alza. Claro que para ello los trabajadores de esos países deberán aceptar el ajuste en salarios y pensiones, y la sociedad, sufrir las consecuencias de la recesión derivada de un gigantesco achique en los presupuestos públicos.
Convengamos que son demasiados supuestos y que la realidad es una desvalorización del euro contra el dólar, algo diferente de lo que venía ocurriendo desde la aparición de la moneda europea. Es una guerra entre los países más poderosos para ver cómo se desembarazan del costo de la crisis de la economía mundial. El resultado es empobrecimiento en los Estados Unidos, en Europa y, claro, en todo el mundo.
Presión devaluadora en la Argentina. Ante esa situación, los productores agrarios y exportadores argentinos, entre otros, mediante sus organizaciones empresariales, demandan mayor ritmo de devaluación del peso para contrarrestar la devaluación del euro.
El tema es más complejo que la pretensión de resolver todo con la política cambiaria devaluacionista, ya que ésta tiene impacto negativo en la capacidad de consumo de los sectores más empobrecidos de la sociedad argentina. Recordemos la brutal transferencia de ingresos ocurrida en el 2002 y que generó condiciones de una acumulación sostenida de ganancias empresariales en el ciclo de crecimiento económico 2003-2007 y que, ante la caída de ese ritmo, se pretende resolver la ecuación con aumentos de precios internos: inflación.
La desvalorización del euro favorece las exportaciones europeas y encarece sus importaciones pagaderas en dólares, tanto como el pago de la deuda externa dolarizada, que como sabemos es importante en la mayoría de los países del Viejo Mundo. La devaluación del euro es contra el dólar, y la Argentina mantiene un vínculo con la moneda estadounidense en el desarrollo de su política cambiaria. Cuando el dólar se devaluaba, antes de que lo hiciera el euro, la Argentina acompañó la posición de la moneda de los Estados Unidos y ahora, con la devaluación del euro, ocurre una apreciación del dólar y del peso en la Argentina. Expresa la subordinación estructural de la economía local a los dictados desde Washington.
Lo cierto es que la revaluación actual del dólar podría afectar los precios de los commodities; sin embargo, también actúa contrarrestando esa situación la disminución de la oferta agrícola de los Estados Unidos, tanto por sequías previas como por aspectos especulativos de inversiones, especialmente en alimentos, producto de la crisis europea y las limitaciones de los negocios financieros en la coyuntura.
Por lo tanto, el tema de los precios internacionales es más complejo que un simple mecanismo de oferta y demanda de productos o monedas, y se asocia con temas como la especulación financiera con alimentos y otros productos primarios, que como en el caso del oro se vincula con la reserva de valor y la crisis de las monedas globales.
Hay que señalar que los precios de los alimentos crecieron durante la primera década de este siglo hasta el máximo de agosto del 2008, para reducir sus valores hasta un piso a comienzos del 2009, pero nunca inferior a los valores de fines del 2007, que ya eran muy elevados, y retomar un movimiento alcista comparable en la actualidad con los precios de fines del 2007, que como dijimos eran parte de un ciclo en ascenso desde principio de la década.
Es un hecho que la demanda de alimentos se mantiene a escala global por la tendencia al crecimiento que sostiene la economía de China y nada hace prever en el corto plazo una baja estructural de las compras de ese país, salvo restricciones temporarias como las que se produjeron en la compra de aceite de soja ante las restricciones que se presentaron a la importación de productos chinos por la Argentina.
Cambiar el modelo de producción. Pretendemos señalar con estas líneas que la solución argentina no pasa por la devaluación, y menos por el ciclo productivo favorable a los commodities organizados por las transnacionales de la alimentación y la biogenética.
Quizá sea el momento para pensar en términos de soberanía alimentaria, con otros beneficiarios: la agricultura familiar y una inserción regional diferente para el abastecimiento global de alimentos.
Claro, eso supone otro modelo de producción para satisfacer otras necesidades, ya no las ganancias empresariales, y eso nos lleva al debate político de la economía y de los sujetos para el cambio, una aspiración que aún no ocupa un lugar central en la agenda de discusión.
* ARTÍCULO PUBLICADO EN BUENOS AIRES ECONÓMICO.
De hecho, implica una devaluación de la moneda europea. La aspiración o imaginación de algunos analistas es que pase el ajuste europeo, y eso signifique la vuelta a la confianza en el euro y su cotización en alza. Claro que para ello los trabajadores de esos países deberán aceptar el ajuste en salarios y pensiones, y la sociedad, sufrir las consecuencias de la recesión derivada de un gigantesco achique en los presupuestos públicos.
Convengamos que son demasiados supuestos y que la realidad es una desvalorización del euro contra el dólar, algo diferente de lo que venía ocurriendo desde la aparición de la moneda europea. Es una guerra entre los países más poderosos para ver cómo se desembarazan del costo de la crisis de la economía mundial. El resultado es empobrecimiento en los Estados Unidos, en Europa y, claro, en todo el mundo.
Presión devaluadora en la Argentina. Ante esa situación, los productores agrarios y exportadores argentinos, entre otros, mediante sus organizaciones empresariales, demandan mayor ritmo de devaluación del peso para contrarrestar la devaluación del euro.
El tema es más complejo que la pretensión de resolver todo con la política cambiaria devaluacionista, ya que ésta tiene impacto negativo en la capacidad de consumo de los sectores más empobrecidos de la sociedad argentina. Recordemos la brutal transferencia de ingresos ocurrida en el 2002 y que generó condiciones de una acumulación sostenida de ganancias empresariales en el ciclo de crecimiento económico 2003-2007 y que, ante la caída de ese ritmo, se pretende resolver la ecuación con aumentos de precios internos: inflación.
La desvalorización del euro favorece las exportaciones europeas y encarece sus importaciones pagaderas en dólares, tanto como el pago de la deuda externa dolarizada, que como sabemos es importante en la mayoría de los países del Viejo Mundo. La devaluación del euro es contra el dólar, y la Argentina mantiene un vínculo con la moneda estadounidense en el desarrollo de su política cambiaria. Cuando el dólar se devaluaba, antes de que lo hiciera el euro, la Argentina acompañó la posición de la moneda de los Estados Unidos y ahora, con la devaluación del euro, ocurre una apreciación del dólar y del peso en la Argentina. Expresa la subordinación estructural de la economía local a los dictados desde Washington.
Lo cierto es que la revaluación actual del dólar podría afectar los precios de los commodities; sin embargo, también actúa contrarrestando esa situación la disminución de la oferta agrícola de los Estados Unidos, tanto por sequías previas como por aspectos especulativos de inversiones, especialmente en alimentos, producto de la crisis europea y las limitaciones de los negocios financieros en la coyuntura.
Por lo tanto, el tema de los precios internacionales es más complejo que un simple mecanismo de oferta y demanda de productos o monedas, y se asocia con temas como la especulación financiera con alimentos y otros productos primarios, que como en el caso del oro se vincula con la reserva de valor y la crisis de las monedas globales.
Hay que señalar que los precios de los alimentos crecieron durante la primera década de este siglo hasta el máximo de agosto del 2008, para reducir sus valores hasta un piso a comienzos del 2009, pero nunca inferior a los valores de fines del 2007, que ya eran muy elevados, y retomar un movimiento alcista comparable en la actualidad con los precios de fines del 2007, que como dijimos eran parte de un ciclo en ascenso desde principio de la década.
Es un hecho que la demanda de alimentos se mantiene a escala global por la tendencia al crecimiento que sostiene la economía de China y nada hace prever en el corto plazo una baja estructural de las compras de ese país, salvo restricciones temporarias como las que se produjeron en la compra de aceite de soja ante las restricciones que se presentaron a la importación de productos chinos por la Argentina.
Cambiar el modelo de producción. Pretendemos señalar con estas líneas que la solución argentina no pasa por la devaluación, y menos por el ciclo productivo favorable a los commodities organizados por las transnacionales de la alimentación y la biogenética.
Quizá sea el momento para pensar en términos de soberanía alimentaria, con otros beneficiarios: la agricultura familiar y una inserción regional diferente para el abastecimiento global de alimentos.
Claro, eso supone otro modelo de producción para satisfacer otras necesidades, ya no las ganancias empresariales, y eso nos lleva al debate político de la economía y de los sujetos para el cambio, una aspiración que aún no ocupa un lugar central en la agenda de discusión.
* ARTÍCULO PUBLICADO EN BUENOS AIRES ECONÓMICO.
ECONOMÍA, SALARIOS E INFLACIÓN
En el Ministerio de Economía se manejan datos fehacientes para el primer cuatrimestre (enero – abril) de un crecimiento del orden del 6%, bastante por encima del 2,5 previsto en el Presupuesto para el 2010, elaborado en plena recesión de la economía mundial y en el año, el 2009, de una profunda desaceleración económica en nuestro país. Todos los datos confirman la recuperación de la economía argentina para el primer semestre del 2010, y con el crecimiento se reabre la discusión por la apropiación del ingreso, principalmente entre trabajadores y empresarios. Es una puja por la evolución del salario y de las ganancias.
A comienzo del año la pauta de recomposición salarial se estimaba entre el 15 y 20% en las hipótesis que manejaban los diferentes actores en el debate: gobierno, trabajadores y empresarios. Las primeras negociaciones colectivas parecieron transitar por ese carril, sin embargo, finalizado el primer cuatrimestre, hacia abril, con una inflación anualizada que se proyectaba en torno al 25 ó 30% empezó a subir la demanda de las organizaciones sindicales para no perder capacidad de compra ante la aceleración de los precios. Desde las autoridades se negaba el proceso de inflación para concentrar el diagnóstico en tensiones en algunos precios.
A esa altura del año, el piso de la demanda por reajuste salarial se había movido hacia arriba, lo que quedó corroborado con el incremento del 35% escalonado obtenido por el gremio de la alimentación entre mayo del 2010 y abril del 2011. Eso motivó la discusión salarial, incluso de los que habían cerrado prematuramente las negociaciones colectivas. En estos días, los camioneros, liderados por el Jefe de la CGT y hombre cercano al gobierno, demandaron un ajuste del 31%, generando incertidumbre con el simultáneo cierre de la negociación del estado nacional con UPCN, los estatales oficialistas, por un 21%, generando la discusión al interior de los estatales con el otro gremio que los representa, ATE, el mayor sindicato que anima la CTA. Los estatales son conscientes que la mayor actividad económica genera mayor ingreso fiscal y por ende condiciones para aumentar salarios de docentes y profesores, de trabajadores de la salud y otras dependencias públicas. Especialmente complejo se presenta el sector de los docentes universitarios, donde algunos de los sindicatos desconocieron la pauta negociada entre el gobierno y las organizaciones más afines al oficialismo.
Salarios e inflación
Está claro que hay un debate sobre los salarios y la inflación, porque existen empresarios que trasladan el mayor costo laboral a los precios, y otros de menor magnitud que no están en condiciones de hacerlo, e incluso presentan dificultades para absorber esas actualizaciones. Es el argumento de buena parte de las pequeñas y medianas empresas, a la sazón, la mayoría en el empresariado local. Los pequeños y medianos empresarios señalan que sus emprendimientos son principales responsables del empleo y que la estructura de costos que administran restringe su capacidad de mantenerse en el mercado por la múltiple presión que reciben de proveedores o compradores monopólicos; de la presión fiscal y el costo financiero. Son conscientes sin embargo, que la mejora salarial favorece el desarrollo del mercado interno, y es lo que parece haber ocurrido en esta primera mitad del año con el derrame producido por la asignación para menores, hijos de sectores empobrecidos, que reanimaron el consumo de bienes esenciales en la canasta familiar y con ello indujeron parte de la recuperación económica en curso.
Por su parte, el Estado no quiere complicar sus cuentas públicas amenazadas por el fin del superávit abultado y reniega de actualizaciones más allá del límite que expresan los mesurados acuerdos con los gremios estatales.
Esto nos lleva a dos discusiones, una es la que se presenta entre los trabajadores y el capital en su conjunto por la distribución del ingreso entre salarios y ganancias; y por otro, la que se disputa entre los distintos capitales, entre quienes no pueden transferir a precios esos costos y aquellos que tienen posición dominante en el mercado y transfieren a la sociedad esos costos laborales.
La inflación es un fenómeno que pone de manifiesto la puja distributiva en el conjunto social. Es un choque de fuerzas por la apropiación del producto del trabajo social. En definitiva, la inflación, en tanto aumento generalizado de precios, como la puja salarial, es una lucha por quien se queda con la riqueza socialmente generada, máxime en un momento de recuperación de los índices de crecimiento de la economía. El orden capitalista expresa la subordinación del trabajo en el capital y en forma creciente pone de manifiesto la subordinación de la naturaleza y el conjunto de la sociedad bajo la lógica de la ganancia y la dominación, y nos lleva a pensar en estos tiempos de crisis capitalista evidente, explícita, si no es momento de pensar más allá y en contra del orden capitalista.
A comienzo del año la pauta de recomposición salarial se estimaba entre el 15 y 20% en las hipótesis que manejaban los diferentes actores en el debate: gobierno, trabajadores y empresarios. Las primeras negociaciones colectivas parecieron transitar por ese carril, sin embargo, finalizado el primer cuatrimestre, hacia abril, con una inflación anualizada que se proyectaba en torno al 25 ó 30% empezó a subir la demanda de las organizaciones sindicales para no perder capacidad de compra ante la aceleración de los precios. Desde las autoridades se negaba el proceso de inflación para concentrar el diagnóstico en tensiones en algunos precios.
A esa altura del año, el piso de la demanda por reajuste salarial se había movido hacia arriba, lo que quedó corroborado con el incremento del 35% escalonado obtenido por el gremio de la alimentación entre mayo del 2010 y abril del 2011. Eso motivó la discusión salarial, incluso de los que habían cerrado prematuramente las negociaciones colectivas. En estos días, los camioneros, liderados por el Jefe de la CGT y hombre cercano al gobierno, demandaron un ajuste del 31%, generando incertidumbre con el simultáneo cierre de la negociación del estado nacional con UPCN, los estatales oficialistas, por un 21%, generando la discusión al interior de los estatales con el otro gremio que los representa, ATE, el mayor sindicato que anima la CTA. Los estatales son conscientes que la mayor actividad económica genera mayor ingreso fiscal y por ende condiciones para aumentar salarios de docentes y profesores, de trabajadores de la salud y otras dependencias públicas. Especialmente complejo se presenta el sector de los docentes universitarios, donde algunos de los sindicatos desconocieron la pauta negociada entre el gobierno y las organizaciones más afines al oficialismo.
Salarios e inflación
Está claro que hay un debate sobre los salarios y la inflación, porque existen empresarios que trasladan el mayor costo laboral a los precios, y otros de menor magnitud que no están en condiciones de hacerlo, e incluso presentan dificultades para absorber esas actualizaciones. Es el argumento de buena parte de las pequeñas y medianas empresas, a la sazón, la mayoría en el empresariado local. Los pequeños y medianos empresarios señalan que sus emprendimientos son principales responsables del empleo y que la estructura de costos que administran restringe su capacidad de mantenerse en el mercado por la múltiple presión que reciben de proveedores o compradores monopólicos; de la presión fiscal y el costo financiero. Son conscientes sin embargo, que la mejora salarial favorece el desarrollo del mercado interno, y es lo que parece haber ocurrido en esta primera mitad del año con el derrame producido por la asignación para menores, hijos de sectores empobrecidos, que reanimaron el consumo de bienes esenciales en la canasta familiar y con ello indujeron parte de la recuperación económica en curso.
Por su parte, el Estado no quiere complicar sus cuentas públicas amenazadas por el fin del superávit abultado y reniega de actualizaciones más allá del límite que expresan los mesurados acuerdos con los gremios estatales.
Esto nos lleva a dos discusiones, una es la que se presenta entre los trabajadores y el capital en su conjunto por la distribución del ingreso entre salarios y ganancias; y por otro, la que se disputa entre los distintos capitales, entre quienes no pueden transferir a precios esos costos y aquellos que tienen posición dominante en el mercado y transfieren a la sociedad esos costos laborales.
La inflación es un fenómeno que pone de manifiesto la puja distributiva en el conjunto social. Es un choque de fuerzas por la apropiación del producto del trabajo social. En definitiva, la inflación, en tanto aumento generalizado de precios, como la puja salarial, es una lucha por quien se queda con la riqueza socialmente generada, máxime en un momento de recuperación de los índices de crecimiento de la economía. El orden capitalista expresa la subordinación del trabajo en el capital y en forma creciente pone de manifiesto la subordinación de la naturaleza y el conjunto de la sociedad bajo la lógica de la ganancia y la dominación, y nos lleva a pensar en estos tiempos de crisis capitalista evidente, explícita, si no es momento de pensar más allá y en contra del orden capitalista.
El modelo productivo: un debate necesario
Esta semana que pasó estuve en Quito, Ecuador, participando de la reunión del Comité Directivo de CLACSO, y de un conjunto de iniciativas académicas desarrolladas en simultáneo, todas relativas a la crisis de la economía mundial, el impacto en la región latinoamericana y caribeña y por supuesto los planteamientos alternativos. Las actividades se realizaron en la Universidad Andina Simón Bolívar, ámbito de concentración en estos días del debate en torno al pensamiento crítico y los desafíos para la región en las Jornadas Clacso sobre Filosofía Política e integración regional: crisis y migraciones; integración; ciudadanía y políticas públicas; desigualdad, derechos humanos y democracia. Se destacó un encuentro organizado por la Fundación Rosa Luxemburgo de Alemania, que se concentró en debatir bajo el rótulo “Democracia, Participación y Socialismo” la situación en Venezuela, Bolivia y Ecuador, los países en el que todos coinciden se procesa la experiencia más importante de cambio político regional y quizá, mundial. Claro que en la cuestión económica es donde aparece el mayor retraso relativo al cambio.
La cuestión de la Economía
Es coincidente el avance en esos países y otros de la región en materia de innovación política, especialmente reflejado en las reformas constitucionales de esos tres países, principalmente de Bolivia y Ecuador, los más audaces al momento de avanzar en un nuevo constitucionalismo que incluye la categoría del “buen vivir” y a la naturaleza como sujeto de derecho, en un momento de exacerbado extractivismo de recursos naturales que hace funcional a Latinoamérica a las necesidades del desarrollo capitalista contemporáneo. Se reitera así el papel de la región en la división internacional del trabajo desde la acumulación originaria del capital.
Ahí está la clave de una gran discusión. ¿Qué modelo productivo deben asumir nuestros países? No solo se discute el petróleo, sino la soja, el cobre, la minería, el agua, la biodiversidad. El debate es qué producir y para quién, ya que los datos generalizados aluden a una creciente producción primaria exportadora. Los países están produciendo para el mercado mundial y no para privilegiar una demanda alimentaria o energética para la propia región y la satisfacción de las necesidades de los sectores de menores ingresos. En todos los países se acudió a políticas sociales compensadoras, que cumplen el papel de paliativos de las miserias derivadas del desempleo, la pobreza y la indigencia. Con distintos nombres e impacto cada país organiza programas, generalmente focalizados, aún beneficiando a una importante cantidad de personas, sin resolver la universalidad de beneficios sociales. Es la novedad de la década y la diferencia con los 80´ y 90´, singularmente en los países con gobiernos críticos al ideario y política hegemónica de los años previos. Es un sesgo distintivo con el sempiterno ajuste que renuevan los organismos financieros internacionales ante la crisis en Europa.
El tema de fondo (más allá de las políticas sociales) y lo que se discute es el mantenimiento del modelo extractivo para la exportación, que además, profundiza la dependencia con los insumos provistos por las transnacionales que definen el rumbo de la economía mundial. La política social compensa pero no resuelve, siendo el desafío la transformación de la organización económica al interior de los países y su articulación integrada para resolver soberanía alimentaria, energética o financiera. En este último aspecto vale mencionar que el Parlamento de Ecuador aprobó esta semana su pertenencia al Banco del Sur (en los marcos institucionales que definieron las últimas cumbres y que requieren aprobaciones parlamentarias de sus integrantes) y al Sistema Único de Cambio Regional, el S.U.C.RE, que apunta a constituirse en moneda regional. Es una audaz iniciativa que se toma en plena crisis de las principales monedas globales y que integra el paquete de la nueva arquitectura financiera mundial aportada desde América Latina y el Caribe.
La necesaria discusión en Argentina
Para la Argentina resultan interesantes estas discusiones, especialmente por el retorno del crecimiento económico (puede oscilar en torno del 6% para el 2010, contra el escaso 0,9% reconocido en la estadística oficial para el 2009); la recaudación fiscal récord, de 10.000 millones de dólares durante el mes de mayo pasado; y el abultado nivel de reservas internacionales (48.981 millones de dólares al 28/05/10 según informa el BCRA en su sitio en internet) , aún destinando parte a la cancelación de deuda pública en lo que va del año.
El debate es la calidad del crecimiento, que para el caso argentino es la previsión de un nuevo récord en la producción y venta de automotores, que se estima para el año en 700.000 unidades. ¿Es el transporte individual el que debe privilegiar un modelo de desarrollo en la Argentina? ¿Qué proyecto existe para la promoción del transporte público, por tierra, agua y aire? Pero el crecimiento también se manifiesta en la construcción, en general como inversión de activos líquidos excedentes y con destino a sectores de elevada capacidad de consumo, mientras espera solución la crisis habitacional por insuficiencia de ingresos de los afectados, o por ausencia de crédito en condiciones adecuadas. El crecimiento renueva problemas estructurales tales como la provisión de energía y su correlato en cortes de electricidad, dificultades en el abastecimiento de gas, o la suba de importaciones de bienes intermedios y de capital para la producción en ascenso.
Son en rigor temas postergados. La conclusión que extraigo de importantes debates en el mundo y en la región, útiles para nuestra realidad nacional y regional, es que está bien compensar las falencias sociales derivadas del desarrollo capitalista, pero que necesitamos discutir al sistema y su modelo de producción, especialmente en tiempos de crisis y cuando el poder mundial no tiene más recetas que el ajuste y la profundización de la liberalización. Es lo que surge del encuentro de ministros del G20 esta semana en Corea del Sur, reunión preparatoria de la Cumbre presidencial en Toronto a fin de mes, y que nada presagia conclusiones alternativas y favorables a los pueblos. Es que lo alternativo es la novedad que se procesa por estos lares, y eso requiere creatividad en la dinámica popular en lucha contra el poder, y desafío intelectual para el pensamiento crítico, emancipador, en la perspectiva del orden capitalista en crisis y su superación.
Eso nos lleva al interrogante sobre el orden pos crisis y sus posibilidades de renovación exacerbada de la explotación de la fuerza de trabajo y de los recursos naturales; o de nuevos rumbos pos neoliberales y más precisamente pos capitalistas.
La cuestión de la Economía
Es coincidente el avance en esos países y otros de la región en materia de innovación política, especialmente reflejado en las reformas constitucionales de esos tres países, principalmente de Bolivia y Ecuador, los más audaces al momento de avanzar en un nuevo constitucionalismo que incluye la categoría del “buen vivir” y a la naturaleza como sujeto de derecho, en un momento de exacerbado extractivismo de recursos naturales que hace funcional a Latinoamérica a las necesidades del desarrollo capitalista contemporáneo. Se reitera así el papel de la región en la división internacional del trabajo desde la acumulación originaria del capital.
Ahí está la clave de una gran discusión. ¿Qué modelo productivo deben asumir nuestros países? No solo se discute el petróleo, sino la soja, el cobre, la minería, el agua, la biodiversidad. El debate es qué producir y para quién, ya que los datos generalizados aluden a una creciente producción primaria exportadora. Los países están produciendo para el mercado mundial y no para privilegiar una demanda alimentaria o energética para la propia región y la satisfacción de las necesidades de los sectores de menores ingresos. En todos los países se acudió a políticas sociales compensadoras, que cumplen el papel de paliativos de las miserias derivadas del desempleo, la pobreza y la indigencia. Con distintos nombres e impacto cada país organiza programas, generalmente focalizados, aún beneficiando a una importante cantidad de personas, sin resolver la universalidad de beneficios sociales. Es la novedad de la década y la diferencia con los 80´ y 90´, singularmente en los países con gobiernos críticos al ideario y política hegemónica de los años previos. Es un sesgo distintivo con el sempiterno ajuste que renuevan los organismos financieros internacionales ante la crisis en Europa.
El tema de fondo (más allá de las políticas sociales) y lo que se discute es el mantenimiento del modelo extractivo para la exportación, que además, profundiza la dependencia con los insumos provistos por las transnacionales que definen el rumbo de la economía mundial. La política social compensa pero no resuelve, siendo el desafío la transformación de la organización económica al interior de los países y su articulación integrada para resolver soberanía alimentaria, energética o financiera. En este último aspecto vale mencionar que el Parlamento de Ecuador aprobó esta semana su pertenencia al Banco del Sur (en los marcos institucionales que definieron las últimas cumbres y que requieren aprobaciones parlamentarias de sus integrantes) y al Sistema Único de Cambio Regional, el S.U.C.RE, que apunta a constituirse en moneda regional. Es una audaz iniciativa que se toma en plena crisis de las principales monedas globales y que integra el paquete de la nueva arquitectura financiera mundial aportada desde América Latina y el Caribe.
La necesaria discusión en Argentina
Para la Argentina resultan interesantes estas discusiones, especialmente por el retorno del crecimiento económico (puede oscilar en torno del 6% para el 2010, contra el escaso 0,9% reconocido en la estadística oficial para el 2009); la recaudación fiscal récord, de 10.000 millones de dólares durante el mes de mayo pasado; y el abultado nivel de reservas internacionales (48.981 millones de dólares al 28/05/10 según informa el BCRA en su sitio en internet) , aún destinando parte a la cancelación de deuda pública en lo que va del año.
El debate es la calidad del crecimiento, que para el caso argentino es la previsión de un nuevo récord en la producción y venta de automotores, que se estima para el año en 700.000 unidades. ¿Es el transporte individual el que debe privilegiar un modelo de desarrollo en la Argentina? ¿Qué proyecto existe para la promoción del transporte público, por tierra, agua y aire? Pero el crecimiento también se manifiesta en la construcción, en general como inversión de activos líquidos excedentes y con destino a sectores de elevada capacidad de consumo, mientras espera solución la crisis habitacional por insuficiencia de ingresos de los afectados, o por ausencia de crédito en condiciones adecuadas. El crecimiento renueva problemas estructurales tales como la provisión de energía y su correlato en cortes de electricidad, dificultades en el abastecimiento de gas, o la suba de importaciones de bienes intermedios y de capital para la producción en ascenso.
Son en rigor temas postergados. La conclusión que extraigo de importantes debates en el mundo y en la región, útiles para nuestra realidad nacional y regional, es que está bien compensar las falencias sociales derivadas del desarrollo capitalista, pero que necesitamos discutir al sistema y su modelo de producción, especialmente en tiempos de crisis y cuando el poder mundial no tiene más recetas que el ajuste y la profundización de la liberalización. Es lo que surge del encuentro de ministros del G20 esta semana en Corea del Sur, reunión preparatoria de la Cumbre presidencial en Toronto a fin de mes, y que nada presagia conclusiones alternativas y favorables a los pueblos. Es que lo alternativo es la novedad que se procesa por estos lares, y eso requiere creatividad en la dinámica popular en lucha contra el poder, y desafío intelectual para el pensamiento crítico, emancipador, en la perspectiva del orden capitalista en crisis y su superación.
Eso nos lleva al interrogante sobre el orden pos crisis y sus posibilidades de renovación exacerbada de la explotación de la fuerza de trabajo y de los recursos naturales; o de nuevos rumbos pos neoliberales y más precisamente pos capitalistas.
Entrevista en Radio Neuquén
Los invitamos a escuchar la entrevista a Julio Gambina desde el portal de noticias "Principio Esperanza".
Julio explica qué pasa con el EURO, el ajuste en Europa, los impactos de la crisis hipotecaria en el Imperio y la urgente movilización de los trabajadores. Esta nota salio en Expedientes Aurora, que se emite los sabados por Lu5 Radio Neuquen AM 600.
PARA ESCUCHAR EL AUDIO HACÉ CLICK ACÁ
Julio explica qué pasa con el EURO, el ajuste en Europa, los impactos de la crisis hipotecaria en el Imperio y la urgente movilización de los trabajadores. Esta nota salio en Expedientes Aurora, que se emite los sabados por Lu5 Radio Neuquen AM 600.
PARA ESCUCHAR EL AUDIO HACÉ CLICK ACÁ
Sensaciones cruzadas
Son contradictorias las sensaciones sobre la situación económica presente y futura. De un lado la vuelta al crecimiento de la economía, tal como lo muestran los cuestionados indicadores oficiales, pero no se duda de un mayor nivel de actividad económica. Al mismo tiempo, el crecimiento económico es acompañado por un alza de los precios, ralentizado respecto de lo que aparecía hacia marzo, pero convengamos que la discusión salarial se movió de ajustes entre el 20 y 25% al 35 y 40% tal como mostró el reciente acuerdo con el gremio de la alimentación y destacan otros conflictos y negociaciones de actualización de ingresos.
El dato es que se vuelve al crecimiento, seguramente mayor al 2,5% indicado en el presupuesto, aunque con inflación, lo que afecta la capacidad de compra y consumo de los sectores de menores ingresos, que estructuralmente dan cuenta del mantenimiento de la desigualdad en la Argentina. Entre otras cuestiones destacables, pudo verificarse como la ciudad de Buenos Aires tuvo un doble movimiento de población. Por un lado se vació durante el fin de semana, feriado largo, del 25 de mayo, con parte de su población de capacidad económica y de consumo, que aprovechó la ocasión para el mini turismo, y por otro lado, como contrapartida de turismo económico, una parte muy importante del conurbano bonaerense y población de todo el país colmó el paseo del bicentenario asumiendo la apropiación de una oferta pública de calidad, discutiendo el argumento de una demanda social por espectáculos basura, como el caso de buena parte de la programación privada de la televisión argentina.
La contradicción sobre la economía aparece en escala global, puesto que los datos de crecimiento de la economía mundial del 2010 respecto del 2009 son coincidentes con la aguda crisis de Grecia, España y otros varios países europeos, entre los que se encuentran Inglaterra, fuera del euro, pero con el mayor déficit fiscal del conjunto de esa región, y un elevado nivel de deuda pública. Del mismo modo que aparecen Francia y Alemania con importantes déficit fiscales y elevados niveles de deuda pública, agravados con Bancos comprometidos ante el colapso de las finanzas estatales y los posibles incumplimientos que afectarían a la banca francesa y alemana. La reducción de la nota a España por parte de una calificadora de riesgo, que eleva el “riesgo país”, nos recuerda a la crisis Argentina, o de otros países de nuestra región, y es una señal de que la crisis de la economía mundial no terminó y ahora transita principalmente por Europa, cuando aún no se retiró de EEUU, por lo menos en cuestión social, desempleo y empobrecimiento mediante, pero que también amenaza con reiterar la crisis en Dubai u otros territorios de inversión especulativa y burbujas financieras o inmobiliarias.
Por todo ello sorprende la oportunidad escogida por el gobierno argentino para encarar el canje de la deuda en cesación de pagos y el escaso rédito obtenido hasta ahora en el marco de la expectativa generada por las autoridades económicas. Es una reiteración del error que supuso en su momento el anuncio de la cancelación al Club de París en momentos de caída de la gran banca de inversión de EEUU en 2008. Era entonces y ahora también, más un tiempo de denuncia e investigación de la deuda que de esterilización y malgasto de recursos públicos y reservas internacionales para un retorno, que debiera ser indeseado, al mercado financiero internacional.
En este marco de sensaciones cruzadas en la economía y con la expectativa que genera la masiva movilización popular en la celebración del bicentenario, se agigantan los desafíos para pensar en términos de emancipación, solidaridad e integración regional. Es quizá el tiempo para convocar a una subjetividad consciente por el cambio y que en materia de economía supone afirmar una concepción de soberanía alimentaria en momentos que se discute un plan integral para la producción agropecuaria con participación de la sociedad. Un plan estratégico no puede dejar de discutir la subordinación de la economía argentina a un producto estrella como la soja, que desplaza cultivos, ganadería y especialmente formas de la agricultura familiar que una vez destruidas cuesta reinstalar.
En ese mismo terreno urge transitar el camino de la soberanía energética, con la recuperación de una política autónoma en materia petrolera y especialmente la soberanía financiera en el camino del sistema múltiple de pagos instrumentado desde 2008 con Brasil y más aún la experiencia del Sucre, moneda regional para el intercambio comercial entre los países del Alba, la Alianza Bolivariana para las Américas. Por eso, más que el esfuerzo por utilizar reservas para el pago de la deuda pública, esos recursos podrían aceitar una articulación financiera regional acelerando el surgimiento del Banco del Sur, en el camino del Banco del ALBA, o de un fondo de financiamiento del Sur, largamente discutido y en momentos donde la apelación y la práctica de la unidad regional aparece como privilegiada.
La discusión de estas horas tiene dos opciones. Una pasa por la recreación de las políticas de ajuste y liberalización que transitan los consejos del FMI, el Banco Central europeo y los gobiernos del viejo continente ante la crisis. La otra supone la perspectiva de consolidar el cambio político experimentado en la región latinoamericana en la primera década del Siglo XXI con modificaciones estructurales que objeten y transformen la lógica del capital, de la ganancia empresaria, la acumulación y la dominación capitalista.
El dato es que se vuelve al crecimiento, seguramente mayor al 2,5% indicado en el presupuesto, aunque con inflación, lo que afecta la capacidad de compra y consumo de los sectores de menores ingresos, que estructuralmente dan cuenta del mantenimiento de la desigualdad en la Argentina. Entre otras cuestiones destacables, pudo verificarse como la ciudad de Buenos Aires tuvo un doble movimiento de población. Por un lado se vació durante el fin de semana, feriado largo, del 25 de mayo, con parte de su población de capacidad económica y de consumo, que aprovechó la ocasión para el mini turismo, y por otro lado, como contrapartida de turismo económico, una parte muy importante del conurbano bonaerense y población de todo el país colmó el paseo del bicentenario asumiendo la apropiación de una oferta pública de calidad, discutiendo el argumento de una demanda social por espectáculos basura, como el caso de buena parte de la programación privada de la televisión argentina.
La contradicción sobre la economía aparece en escala global, puesto que los datos de crecimiento de la economía mundial del 2010 respecto del 2009 son coincidentes con la aguda crisis de Grecia, España y otros varios países europeos, entre los que se encuentran Inglaterra, fuera del euro, pero con el mayor déficit fiscal del conjunto de esa región, y un elevado nivel de deuda pública. Del mismo modo que aparecen Francia y Alemania con importantes déficit fiscales y elevados niveles de deuda pública, agravados con Bancos comprometidos ante el colapso de las finanzas estatales y los posibles incumplimientos que afectarían a la banca francesa y alemana. La reducción de la nota a España por parte de una calificadora de riesgo, que eleva el “riesgo país”, nos recuerda a la crisis Argentina, o de otros países de nuestra región, y es una señal de que la crisis de la economía mundial no terminó y ahora transita principalmente por Europa, cuando aún no se retiró de EEUU, por lo menos en cuestión social, desempleo y empobrecimiento mediante, pero que también amenaza con reiterar la crisis en Dubai u otros territorios de inversión especulativa y burbujas financieras o inmobiliarias.
Por todo ello sorprende la oportunidad escogida por el gobierno argentino para encarar el canje de la deuda en cesación de pagos y el escaso rédito obtenido hasta ahora en el marco de la expectativa generada por las autoridades económicas. Es una reiteración del error que supuso en su momento el anuncio de la cancelación al Club de París en momentos de caída de la gran banca de inversión de EEUU en 2008. Era entonces y ahora también, más un tiempo de denuncia e investigación de la deuda que de esterilización y malgasto de recursos públicos y reservas internacionales para un retorno, que debiera ser indeseado, al mercado financiero internacional.
En este marco de sensaciones cruzadas en la economía y con la expectativa que genera la masiva movilización popular en la celebración del bicentenario, se agigantan los desafíos para pensar en términos de emancipación, solidaridad e integración regional. Es quizá el tiempo para convocar a una subjetividad consciente por el cambio y que en materia de economía supone afirmar una concepción de soberanía alimentaria en momentos que se discute un plan integral para la producción agropecuaria con participación de la sociedad. Un plan estratégico no puede dejar de discutir la subordinación de la economía argentina a un producto estrella como la soja, que desplaza cultivos, ganadería y especialmente formas de la agricultura familiar que una vez destruidas cuesta reinstalar.
En ese mismo terreno urge transitar el camino de la soberanía energética, con la recuperación de una política autónoma en materia petrolera y especialmente la soberanía financiera en el camino del sistema múltiple de pagos instrumentado desde 2008 con Brasil y más aún la experiencia del Sucre, moneda regional para el intercambio comercial entre los países del Alba, la Alianza Bolivariana para las Américas. Por eso, más que el esfuerzo por utilizar reservas para el pago de la deuda pública, esos recursos podrían aceitar una articulación financiera regional acelerando el surgimiento del Banco del Sur, en el camino del Banco del ALBA, o de un fondo de financiamiento del Sur, largamente discutido y en momentos donde la apelación y la práctica de la unidad regional aparece como privilegiada.
La discusión de estas horas tiene dos opciones. Una pasa por la recreación de las políticas de ajuste y liberalización que transitan los consejos del FMI, el Banco Central europeo y los gobiernos del viejo continente ante la crisis. La otra supone la perspectiva de consolidar el cambio político experimentado en la región latinoamericana en la primera década del Siglo XXI con modificaciones estructurales que objeten y transformen la lógica del capital, de la ganancia empresaria, la acumulación y la dominación capitalista.